BIBLIOTECA GONZALO DE BERCEO
LA NOBLEZA CASTELLANA EN LA PLENA EDAD MEDIA: EL LINAJE DE LARA (SS. XI-XIII)
I. 1.- LA HISTORIOGRAFÍA ANTE LOS ORÍGENES DEL LINAJE
I.1.1.- La tradición medieval y las primeras reconstrucciones genealógicas
La principal y más extendida versión de los orígenes de los Lara, según recoge la bibliografía histórica y genealógica de los siglos pasados, atribuía el inicio del linaje a los jueces y condes de Castilla. Esta teoría partía de relatos más o menos legendarios, que algunos autores completaron con distintas reconstrucciones genealógicas.
En concreto, existían dos narraciones medievales alusivas a miembros del linaje: el Cantar de los siete infantes de Lara y el Riepto de Zamora. Según la primera de éstas, Gonzalo Gústioz era un noble afincado en Salas que había casado con Sancha, hermana de Rodrigo Velásquez. Don Gonzalo fue hecho prisionero y enviado a Córdoba por traición de su cuñado, quedando sus hijos al cuidado de Munio Salido. Los infantes agraviaron a doña Lambra, la esposa de Rodrigo Velásquez, suceso que originó los posteriores recelos de su tío. Éste y sus sobrinos participaron en una incursión contra los musulmanes, aunque, cuando los infantes se hallaban en peligro, les negó su ayuda, propiciando su muerte y la de su ayo. Sus cabezas fueron cortadas y enviadas a Córdoba, donde las contempló horrorizado su padre. Gonzalo Gústioz logró la libertad y pudo regresar a Castilla, hallando sus tierras y derechos usurpados por Rodrigo Velásquez. Aunque no le sobrevivió ningún hijo legítimo, Gonzalo fue padre de Mudarra, engendrado en una hermana de Almanzor durante su cautiverio. Mudarra González regresó a Castilla, restauró el patrimonio y los derechos familiares, fue aceptado por doña Sancha y vengó la muerte de su padre y hermanos, ajusticiando a Rodrigo Velásquez y a doña Lambra.
Esta leyenda, según estudios posteriores, contó con una versión inicial, al parecer la utilizada por la Primera Crónica General en su redacción o elaboración primigenia, y con una nueva redacción de fines del siglo XIII o principios del siguiente, más extensa que la primera, que fue consultada por el conde Pedro de Barcelos e incluida en la Crónica de los Veinte Reyes, la redacción definitiva de la Primera Crónica General y la Crónica Geral de Espanha de 1344. En este segundo estadio fueron introducidas variantes al relato, como la vinculación de Gonzalo Gústioz y Rodrigo Velásquez al conde castellano García Fernández o la forma en que fue llevada a cabo la venganza de Mudarra González .
La segunda de las narraciones alusivas al linaje de Lara, el Riepto de Zamora, fue también incluida en la Primera Crónica General y en obras posteriores, aunque sin conexión con el Cantar antes comentado. En este caso, los sucesos se desarrollaron tras el asesinato de Sancho II en Zamora. Los castellanos reclamaron justicia a Arias Gonzalo, defensor de la plaza, pues sus habitantes habían acogido al asesino de su señor. Fue entonces cuando «un cauallero castellano que auie nombre Diago Ordonnez, omne de grand guisa et muy esforçado cauallero, fijo del conde don Ordonno de Lara», retó a los zamoranos a defender su honor, enfrentándose y dando muerte a Rodrigo Arias, hijo de Arias Gonzalo .
En algún momento posterior a la elaboración de ambos relatos, quizá antes de su inclusión en la Crónica Geral de Espanha de 1344, pudo gestarse una primera genealogía del linaje de Lara, época en la que sus miembros gozaban de amplia influencia en la corte castellana y los reinos vecinos. Por otra parte, a mediados del siglo XIV el conde Pedro de Barcelos confeccionó una genealogía del linaje, asumiendo que Gonzalo Gústioz era hijo de Gustio González y Hurtiga Ramírez. Tras narrar lo expuesto en el Cantar de los siete infantes de Lara, continúa su genealogía con Mudarra González, que tuvo por hijo al conde Nuño González d’Ávalos, padre de Gonzalo Núñez Minaya. Éste casó con Teresa González, hija del conde Gonzalo da Maya —acaso de Amaya—, engendrando al conde Nuño González, llamado el Cuervo Andaluz. Don Nuño casó con Ermesenda Trastámarez da Maya, matrimonio del que nacería el conde Álvaro Núñez. Hijos suyos fueron los condes Nuño Álvarez y Ordoño de Lara, este último padre de Diego, el participante en el Riepto de Zamora. No obstante, el conde don Pedro confunde al hijo de Ordoño con el conde García Ordóñez, aunque ello no afecta al discurrir genealógico, pues se centra en la descendencia de Nuño Álvarez, representada por Pedro González de Lara4 . Sin duda, estos datos entroncaban con la obra de Jiménez de Rada que, como veremos, inicia las referencias al linaje con el conde Pedro González.
Sean o no ciertas estas genealogías, su contenido presenta cierta verosimilitud, al menos en lo que a la identificación de personajes se refiere. Bien por un conocimiento directo de las fuentes documentales o bien por una influencia de éstas en la confección del Cantar de los Siete Infantes de Lara u otras obras, estas genealogías parten de Gonzalo Gústioz, personaje aparentemente documentado a fines del siglo X5 . No obstante, muchas de las referencias provienen de fuentes falsas, como ocurre con la principal de ellas, la carta foral otorgada a Salas de los infantes. Este documento, que justificaba ciertos derechos señoriales sobre la villa, explicaba la trascendencia socio-política del personaje y su vinculación al territorio de Lara. Su tenor narra como el conde García Fernández encomendó a Gonzalo Gústioz la organización poblacional de Salas, otorgándole fuero y señalando su término. Hoy sabemos que, en realidad, fue confeccionado en torno a fines del siglo XI, probablemente en el scriptorium del monasterio de San Pedro de Arlanza . Esta interpretación concuerda con la existencia documentada de un grupo familiar que utilizó comúnmente el patronímico Gústioz y con el poder alcanzado por Gonzalo Núñez y Pedro González de Lara a finales de aquel siglo.
La ascendencia de los Lara no sufrió innovaciones hasta la época moderna, cuando distintos escritores buscaron una mayor gloria para el linaje8 . Resuelto el entronque entre Pedro González de Lara y Gustio González, estos autores esbozaron un parentesco que los vinculara a la casa condal castellana, que contaba con una genealogía gestada ya en el siglo XII e incluida en obras posteriores . Así, asumieron que el iniciador del linaje fue Nuño Belchides o Bellídez, esposo de doña Sula y yerno del conde Diego de Porcelos, poblador de Burgos. Don Nuño fue padre de Nuño Rasura, uno de los jueces de Castilla, y abuelo de Gonzalo Núñez, quien engendró en Jimena Núñez a Diego, Rodrigo y Fernando González. Sin embargo, para poder entroncar con los condes de Castilla fue necesario modificar la citada genealogía e incluir a otro hijo, Gustio González, algo no mencionado en las fuentes medievales.
No les fue difícil justificar esta ascendencia, pues ya el Poema de Fernán González, del siglo XIII, cita las hazañas de este personaje. Según esta obra, aparentemente vinculada al entorno de Lara y, en concreto, al monasterio de San Pedro de Arlanza, tanto Gustio González, «el que de Salas era», como Velasco eran caballeros fieles al conde castellano Fernán González. El autor del Poema, buen conocedor del entorno de Lara y, probablemente, del Cantar de los Siete Infantes, parece plantearnos un estadio anterior al corte cronológico representado por el Cid, Gonzalo Gústioz, Rodrigo Velázquez y el conde García Fernández. En la primera de estas obras intervienen Diego Laínez, Gustio González, don Velasco y el conde Fernán González, todos ellos progenitores, respectivamente, de los personajes que intervienen en los sucesos narrados por el Cantar.
Argote de Molina, aun manteniendo estas identificaciones, disiente del conde don Pedro, pues hace a Gustio González hermano de Nuño Rasura e hijo del conde Diego Porcelos. Pedro Salazar de Mendoza coincide con Argote en la ascendencia de Gustio González y en su parentesco con los siete infantes, aunque sin buscar enlace genealógico entre éstos y los posteriores Laras. En forma parecida, cita al conde Gonzalo Núñez Minaya, a su esposa Teresa González —la hija del conde Gonzalo de Amaya— y al hijo de ambos, Nuño González, eludiendo pronunciarse acerca de su parentesco con Diego Ordóñez.
Además, éstos y otros autores redundaron en la formulación de teorías que vincularan por parentesco a los Lara y sus descendientes con la casa condal de Castilla, sus jueces legendarios y Rodrigo Díaz de Vivar. Las dos primeras líneas ya han sido comentadas, mientras que la tercera se atisba indirectamente en muchas de las versiones antes enunciadas. Sin incidir en la genealogía cidiana, resulta sospechoso que los condes de Castilla y sus parientes los Lara, de un lado, y el Cid, del otro, descendieran respectivamente y por varonía de Nuño Rasura y Laín Calvo, los dos jueces legendarios. Por otra parte, la tradición asumía que la madre de Rodrigo Díaz era hija de Rodrigo Álvarez y sobrina de Nuño Álvarez de Amaya, por lo que era fácil suponer que Gonzalo de Amaya, suegro de Gonzalo Núñez Minaya, fuera hermano del antepasado cidiano.
La interpretación de Salazar y Castro fue bastante crítica con estas teorías, ante la imposibilidad de documentarlas. Sin embargo, no por ello negaba completamente su veracidad, sino tan sólo el enlace genealógico de aquellas historias legendarias con el linaje motivo de estudio. Entre otras razones, don Luis argumentaba que obras de autores más próximos en el tiempo, como Alonso de Cartagena, Rodrigo Jiménez de Rada o Sampiro, no comentaban ni estos sucesos ni la filiación de Mudarra González con los posteriores Laras.
Fray Prudencio de Sandoval se mostró igualmente reacio a la versión tradicional, esbozando una nueva teoría que relacionaba familiarmente a los Lara con otro linaje noble coetáneo, los Salvadórez. Según este autor, los Salvadórez descendían de los condes de Castilla, pues Gonzalo Téllez, hermano del conde Fernán González, fue padre de Salvador González, quien casó con Munia y engendró a Gonzalo y Álvaro Salvadórez. Continuando la genealogía de estos personajes, Gonzalo Salvadórez fue padre del conde Gómez González de Candespina, mientras que Álvaro lo fue del conde Nuño Álvarez, progenitor de Gonzalo Núñez y por tanto abuelo de Pedro y Rodrigo González de Laura.
Sin embargo, a Salazar y Castro tampoco le parecieron acertadas las conclusiones de Sandoval, pues «por lo que toca al apellido Salvadores, nunca le huvo en los señores de Lara, ni nunca estuvieron tenidas las dos familias por de una varonía, ni en sus nombres y armas ay señal alguna de donde inferirlo». No obstante, se sospecha en esta negativa cierta intencionalidad, pues según Salazar, Gonzalo Núñez de Lara estuvo casado con una hija de Gonzalo Salvadórez, por lo que no le convenía este parentesco.
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LA NOBLEZA CASTELLANA EN LA PLENA EDAD MEDIA: EL LINAJE DE LARA (SS. XI-XIII)
TESIS DOCTORAL
ANTONIO SÁNCHEZ DE MORA
Bajo la dirección del Prof. Dr. D. Manuel González Jiménez, Catedrático de Historia Medieval.
Sevilla, 2003
Universidad de Sevilla, Facultad de Geografía e Historia, Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas