Además de su dedicación a la pintura religiosa, pintó una serie de retratos, con las figuras en tres cuartos, y las caras ocupando la parte fundamental del cuadro; se consideran los primeros en representar a la burguesía y personajes notables locales, testigos «de la irrupción del individuo» en el Renacimiento.
La Natividad, Museo de Bellas Artes de Dijon.
Los historiadores del arte han estado siempre ansiosos por encontrar el principio del Renacimiento nórdico y atribuirlo a un artista en particular. Durante mucho tiempo se aceptó que Jan van Eyck fue el primer pintor que se apartó de las convenciones del Gótico. A finales del siglo XIX, sin embargo, quedó claro que van Eyck estuvo precedido por un artista que pintó el Retablo Mérode. Datado en torno a 1428, este retablo (hoy en el Metropolitan Museum de Nueva York) está imbuido de la amorosa atención al detalle y el espíritu del materialismo burgués. Otros paneles de estilo similar, que supuestamente provienen del Château de Flémalle, se exhiben hoy en Fráncfort del Meno. Se asumía que estas obras pertenecieron a un Maestro de Flémalle cuya identidad por aquel entonces no quedó establecida.
Ya en el siglo XX, los estudiosos han identificado a Robert Campin con el Maestro de Flémalle con casi total seguridad. Robert Campin estaba documentado como un pintor maestro en Tournai desde 1406. El argumento gira en torno a un documento que menciona a dos alumnos que entraron en su taller en 1427: Jacques Daret y Rogelet de le Pasture. El último de los mencionados era probablemente el gran pintor Rogier van der Weyden. El único retablo documentado de Daret muestra marcadas similitudes con las obras del Maestro de Flémalle, lo mismo que las primeras obras de Rogier. Por lo tanto, es natural asumir que tanto Daret como Rogier fueron discípulos del Maestro de Flémalle, esto es, Robert Campin. Otra posibilidad, sin embargo, es que los retablos de Flémalle estuvieran pintados por el propio Rogier en su etapa juvenil.