Recreación artística del acceso monumental a Babilonia: vista de la Puerta de Ištar y el camino procesional que conducía al templo de Marduk y al zigurat de Etemenanki. Los relieves con animales sagrados y el ladrillo vidriado muestran el refinamiento y poder simbólico de la ciudad bajo Nabucodonosor II.
El Imperio neobabilónico o Segundo imperio babilónico, conocido históricamente como Imperio caldeo, (2) fue un período de la historia de Mesopotamia que comenzó en el año 612 a. C. y terminó en el 539 a. C. (3) Con su capital en Babilonia, fue la última entidad política gobernada por monarcas nativos de Mesopotamia hasta Faysal II en el siglo XX. (4) Durante los tres siglos anteriores, el Imperio babilónico había sido gobernado por otro pueblo con el que compartía el idioma acadio, sus vecinos del norte, los asirios. Un año después de la muerte del último gobernante asirio fuerte, Asurbanipal, en el 627 a. C., el imperio asirio entró en una espiral de guerras civiles brutales. Babilonia se rebeló durante el reinado de Nabopolassar, y en alianza con medos, persas, escitas y cimerios, saquearon la ciudad de Nínive en el 612 a. C. El Imperio neobabilónico, que comenzó con la coronación de Nabopolassar como rey de Babilonia en el 626 a. C. y que estaba siendo firmemente establecido durante la caída del Imperio asirio en el 612 a. C., fue conquistado por el Imperio persa aqueménida en el 539 a. C., lo que marcó el colapso de la dinastía caldea menos de un siglo después de su fundación.
La derrota del Imperio asirio y el posterior retorno de Babilonia al poder marcaron la primera vez que la ciudad, y el sur de Mesopotamia en general, se alzaban para dominar el antiguo Oriente Próximo desde el colapso del Imperio babilónico antiguo (bajo el mando de Hammurabi) casi mil años antes. Por primera vez desde la muerte de Hammurabi, a mediados del siglo XVIII a. C., la sede del imperio se trasladó a la ciudad de Babilonia. Este período fue testigo de una mejora general en la vida económica y la producción agrícola, seguido de un gran florecimiento sin precedentes de proyectos arquitectónicos, de las artes y de las ciencias. Los reyes neobabilónicos llevaron a cabo enormes proyectos de construcción, especialmente en la propia Babilonia, recuperando muchos elementos de los 2 000 años anteriores de cultura sumerio-acadia.
El Imperio neobabilónico conserva una posición destacada en la memoria cultural moderna debido a la representación odiosa de Babilonia y de su rey más importante, Nabucodonosor II, en la biblia. La descripción bíblica de Nabucodonosor se centra en su campaña militar contra el reino de Judá y, en particular, en el asedio babilónico a Jerusalén en el año 587 a. C., que dio lugar a la destrucción del Templo de Salomón y al posterior cautiverio babilónico. Las fuentes babilónicas, en cambio, describen el reinado de Nabucodonosor como una época dorada que transformó a Babilonia en el mayor imperio de su tiempo.
El período neobabilónico terminó con el reinado de Nabonido, en el 539 año a. C., en pleno apogeo de la nación persa. Políticas religiosas introducidas por Nabonido, que favorecía al dios lunar Sin sobre la deidad protectora de Babilonia, Marduk, sirvieron finalmente como casus belli para el rey persa Ciro el Grande, que invadió Babilonia en el 539 a. C., presentándose como un campeón de Marduk que restauraría el orden divino en Mesopotamia, y poniendo fin así a 87 años de historia. Después de la conquista, Babilonia siguió siendo culturalmente distinta durante siglos, con referencias a personas con nombres babilónicos y a la religión babilónica conocida desde tiempos tan remotos como el Imperio parto en el siglo I a. C. Aunque Babilonia se rebeló varias veces durante los gobiernos de imperios posteriores, nunca logró restaurar su independencia.
En los umbrales del siglo VII a.C., cuando el poderío asirio comenzaba a declinar y nuevas fuerzas emergían en el escenario del Antiguo Oriente Próximo, Babilonia —ciudad de mitos, astronomía y arquitectura colosal— se alzó de nuevo como capital de un imperio. Este renacimiento, conocido como Imperio Neobabilónico o Segundo Imperio Babilónico (c. 626–539 a.C.), representa el último gran resplandor de la tradición mesopotámica antes de su absorción por el nuevo orden persa.
Lejos de ser una mera restauración política, este periodo marcó una revitalización cultural profunda. Bajo monarcas como Nabopolasar y Nabucodonosor II, Babilonia recuperó su lugar como eje geopolítico y cultural del creciente fértil. Fue una época de ambiciosas campañas militares, pero también de obras urbanísticas que deslumbraron al mundo antiguo, como la Puerta de Ištar, los legendarios Jardines Colgantes, el imponente zigurat de Etemenanki (posible inspiración de la Torre de Babel), y un florecimiento de la ciencia, la religión y el pensamiento astronómico.
Sin embargo, el Imperio Neobabilónico no puede entenderse solo por su arquitectura o por sus conquistas. Fue también el escenario de profundas tensiones religiosas y sociales, como las que surgirán en su trato hacia pueblos conquistados —destacando el exilio del pueblo hebreo— y su relación con el legado de los antiguos sumerios, acadios y babilonios del pasado. Esta combinación de tradición y ambición hizo del imperio un fenómeno complejo: una civilización que mira hacia atrás para proyectarse hacia adelante, en busca de legitimidad, esplendor y permanencia.
En el año 539 a.C., la conquista de Babilonia por Ciro el Grande puso fin a este brillante episodio. Pero su legado, lejos de desaparecer, perduró en la memoria religiosa, histórica y simbólica del mundo antiguo: desde la Biblia hasta Heródoto, desde las tablillas astronómicas hasta los relieves persas. El Imperio Neobabilónico no fue solo una etapa final, sino una culminación.
Explorar su historia es entender cómo una civilización milenaria, en sus últimos compases, logró recuperar su voz y dejar un eco duradero en la historia universal.
Imperio neobabilónico. māt Šumeri u Akkadi. Mapa del segundo Imperio babilonio. Neo-Babylonian Empire-pt.svg: Szajci derivative work: Rowanwindwhistler. CC BY-SA 3.0. Original file (SVG file, nominally 1,500 × 950 pixels, file size: 2.71 MB).
1. Introducción
Tesis general sobre el período: resurgimiento de Babilonia, legado mesopotámico, último gran esplendor antes del dominio persa.
2. Contexto histórico: el fin de Asiria y el ascenso de Babilonia
- Asiria y el ascenso de Babilonia
- Breve repaso de la caída del Imperio Asirio (capitales arrasadas, guerras internas).
- Ascenso de Nabopolasar y la fundación del Imperio Neobabilónico.
- Alianzas con los medos contra Asiria.
3. El reinado de Nabucodonosor II: esplendor y poder
- Campañas militares (especialmente contra Judá, Jerusalén y Egipto).
Conquista de Jerusalén y deportación de los hebreos (cautiverio de Babilonia). - Obras monumentales: reconstrucción de Babilonia,
- Puerta de Ištar, zigurats, jardines colgantes.
- Organización del poder imperial.
4. Religión, ciencia y cultura en la Babilonia neobabilónica
- Renovación del culto a Marduk.
- Templos, sacerdocios, festivales.
- Avances en astronomía y matemática (tablillas, observatorios).
Escritura cuneiforme y literatura.
5. Decadencia y caída del imperio
- Reinado de Nabonido y conflictos religiosos (el culto a Sin).
- Crisis política interna.
Conquista de Babilonia por Ciro II el Grande (539 a.C.) y entrada de los persas sin resistencia. - Fin del último gran imperio mesopotámico.
6. Legado del Imperio Neobabilónico
- Influencia sobre el mundo bíblico (el exilio hebreo, la figura de Babilonia en el Antiguo Testamento).
- Referencias en la historiografía clásica (Heródoto, Beroso).
- El mito de la Torre de Babel.
- Herencia arquitectónica, religiosa y astronómica.
Contexto histórico: el fin de Asiria y el ascenso de Babilonia
El surgimiento del Imperio Neobabilónico no puede entenderse sin contemplar el colapso del Imperio Asirio, que durante siglos había dominado el escenario político del Antiguo Oriente Próximo con una maquinaria militar implacable, una administración centralizada y una red de vasallajes que se extendía desde Egipto hasta el Golfo Pérsico. Pero, como sucede con todos los grandes imperios, la acumulación de poder trajo consigo tensiones internas, rebeliones periféricas y un agotamiento estructural que, hacia finales del siglo VII a.C., conduciría a su desplome definitivo.
La decadencia asiria: poderío en crisis
El Imperio Asirio alcanzó su apogeo bajo reyes como Asurbanipal, pero tras su muerte (c. 627 a.C.), el imperio entró en una profunda crisis sucesoria. Las luchas internas por el trono desataron una serie de conflictos civiles que debilitaron su control sobre las provincias. En paralelo, las ciudades subyugadas comenzaron a rebelarse, y nuevos poderes emergentes —como los medos y los caldeos— aprovecharon el momento para consolidarse.
Entre estos actores, Babilonia, que durante mucho tiempo había sido una ciudad de prestigio cultural bajo dominio asirio, se convirtió en el centro de un movimiento de restauración política y nacional. La figura clave de esta transformación fue Nabopolasar, un líder caldeo que logró independizarse del control asirio y proclamarse rey en el año 626 a.C., dando inicio al período neobabilónico.
Caída de Nínive (612 a.C.): el fin del Imperio Asirio. Representación artística del asedio y destrucción de la capital asiria por las fuerzas aliadas de medos y babilonios. La caída de esta ciudad marcó un punto de inflexión en el Antiguo Oriente Próximo y permitió el surgimiento del Imperio Neobabilónico.
La alianza medo-babilónica y la caída de Nínive
Consciente de la magnitud del enemigo, Nabopolasar forjó una alianza decisiva con los medos, un pueblo iranio asentado al noreste del imperio. Juntos emprendieron una serie de campañas militares contra las ciudades asirias, culminando en un episodio histórico crucial: la caída de Nínive en el año 612 a.C., tras un asedio prolongado y devastador. Este hecho, simbólicamente cargado, supuso el fin de la capital asiria y marcó la disolución efectiva del poder asirio.
A pesar de algunos focos de resistencia —como la capital provisional de Harrán—, el territorio del antiguo imperio fue rápidamente absorbido por las nuevas potencias: los medos en el este y el norte, y los babilonios en el sur y el oeste. El vacío dejado por Asiria fue ocupado por un nuevo orden que tendría a Babilonia como centro imperial.
Babilonia, heredera del prestigio mesopotámico
La proclamación de Nabopolasar como rey de Babilonia no solo tuvo un carácter político: fue también un acto simbólico de recuperación del esplendor mesopotámico antiguo. Babilonia se concebía a sí misma como heredera legítima de Sumer y Acad, guardiana de los dioses tradicionales (especialmente Marduk) y depositaria de una tradición escrita, religiosa y científica milenaria.
Con la caída de Asiria, Babilonia ya no era una provincia: era un nuevo imperio en construcción, dispuesto a restaurar el prestigio del sur mesopotámico y a convertir su capital en la ciudad más espléndida del mundo conocido.
Antes del ascenso de Babilonia a la prominencia política (c. 1850 a. C.), la Mesopotamia estaba dividida en dos regiones: Sumeria en el sureste y Acad en el noroeste. Las ciudades-estado sumerias lucharon entre sí por el control de la región y la hicieron de esta forma vulnerable a invasiones desde Acad y de su vecino del este, Elam. A pesar de varias crisis políticas que marcaron su historia, Sumeria y Acad desarrollaron culturas ricas. Los sumerios fueron responsables del primer sistema de escritura, la cuneiforme, de los primeros códigos de leyes conocidos, del desarrollo de la ciudad-estado, de la invención del torno de alfarero, los barcos de vela y el arado, así como de la creación de formas literarias, musicales y arquitectónicas que influyeron en toda la civilización occidental. (5)
Esta herencia cultural fue adoptada por los sucesores de los sumerios y los acadios, los amorreos o amorritas, una tribu semita occidental que había conquistado toda Mesopotamia alrededor de 1900 a. C. Bajo el gobierno de los amorreos, que duró hasta alrededor de 1600 a. C., la ciudad de Babilonia se convirtió en el centro político y comercial de la zona del Tigris y el Éufrates, y Babilonia se convirtió en un gran imperio que abarcaba todo el sur de Mesopotamia y parte de Asiria al norte. El gobernante responsable en gran medida de este ascenso al poder fue Hammurabi (c. 1792-1750 a. C.), el sexto rey de la Primera dinastía de Babilonia, que forjó coaliciones entre las distintas ciudades-estado, promovió la ciencia y la erudición y promulgó su famoso código de leyes.
Tras la muerte de Hammurabi, el imperio babilónico decayó hasta 1595 a. C., cuando el invasor hitita Mursili I derrocó al rey babilónico Samsu-ditana, lo que permitió a los casitas de las montañas al este de Babilonia asumir el poder y establecer una dinastía que duró 400 años. Durante ese mismo período, Asiria se separó del control babilónico y se desarrolló como un imperio independiente, amenazando a la dinastía casita en Babilonia y en algunas ocasiones obteniendo temporalmente el control. El reino de Elam también se hizo poderoso y finalmente conquistó la mayor parte de Babilonia, derrocando a la dinastía casita (hacia 1157 a. C.).
En una serie de guerras, se estableció una nueva línea de reyes babilónicos, la segunda dinastía de la ciudad de Isin. Su miembro más destacado, Nabucodonosor I (r. 1119–1098 a. C.), derrotó a Elam y repelió con éxito los avances asirios durante algunos años. Durante varios siglos después del gobierno de Nabucodonosor I, se desarrolló una lucha a tres bandas entre los asirios y tribus arameas y caldeas por el control de Babilonia. Babilonia estuvo sometida y dominada por Asiria durante el Imperio Neoasirio (911-616 a. C.), como lo había estado a menudo durante el Imperio Asirio Medio (1365-1020 a. C.). Los asirios de Mesopotamia superior generalmente habían sido capaces de pacificar a los pueblos del sur mediante su poderío militar, instalando reyes títeres u otorgándoles privilegios. El último rey asirio gobernante fue Asurbanipal, quien libró una guerra civil contra su hermano, Shamash-shum-ukin, el rey subordinado de Babilonia, devastando la ciudad de Babilonia y su población en 648 a. C. (5)
Tras la muerte de Asurbanipal (c. 627 a. C.) al mismo tiempo que la de Kandalanu, su rey «marioneta» de Babilonia, el vacío de poder fue ocupado rápidamente por un líder caldeo, Nabopolasar, quien, luego de exitosas campañas contra las posiciones asirias en ciudades como Nippur o Uruk, fue coronado rey de Babilonia en el 626 a. C. A pesar de ello, se cree que Assur-etil-ilani y Sin-shar-ishkun, sucesivos reyes de Asiria, mantuvieron por un tiempo en su poder buena parte de Babilonia. En cualquier caso, Nabopolasar hizo de Babilonia su capital, dando inicio así al Imperio neobabilónico.
🏛️ La Puerta de Ištar: arquitectura ceremonial y símbolo del poder imperial
La Puerta de Ištar fue uno de los elementos más monumentales del complejo urbanístico de Babilonia bajo Nabucodonosor II (reinado: 604–562 a.C.). Se construyó alrededor del año 575 a.C., como parte de un ambicioso proyecto de renovación de la ciudad, y formaba la entrada norte al corazón sagrado de Babilonia, donde se hallaban el zigurat de Etemenanki y el templo de Marduk (Esagila).
Construida en ladrillo vidriado, la puerta estaba decorada con figuras en relieve de animales sagrados: toros (símbolo del dios Adad) y dragones-serpiente (mushḫuššu, símbolo de Marduk), organizados en filas sobre un fondo azul cobalto brillante. Esta técnica de ladrillo esmaltado no solo era resistente, sino que dotaba a la puerta de un esplendor visual impresionante, visible desde gran distancia.
Puerta de Ištar (c. 575 a.C.): monumental entrada norte de Babilonia construida por Nabucodonosor II. Decorada con ladrillos vidriados y relieves de toros y dragones sagrados, formaba parte del camino procesional hacia el templo de Marduk. Actualmente reconstruida en el Museo de Pérgamo, Berlín.
La puerta no solo era un acceso urbano: era una estructura ceremonial, parte del camino procesional utilizado durante el festival de Año Nuevo (Akītu), cuando la estatua de Marduk era llevada en procesión por la ciudad. Simbolizaba, por tanto, la entrada al mundo sagrado y el poder protector de los dioses sobre Babilonia.
En la actualidad, la reconstrucción parcial de la puerta (con ladrillos originales) puede verse en el Museo de Pérgamo de Berlín, y sigue siendo uno de los ejemplos más espectaculares de arquitectura ceremonial mesopotámica.
Renacimiento de viejas tradiciones
Después de que Babilonia recuperó su independencia, los gobernantes neobabilónicos fueron profundamente conscientes de la antigüedad de su reino y siguieron una política architradicionalista, reviviendo gran parte de la antigua cultura sumerio-acadia. Aunque el arameo se había convertido en la lengua cotidiana, el acadio se mantuvo como el lenguaje de la administración y la cultura. Expresiones arcaicas de 1500 años antes se reintrodujeron en las inscripciones acadias, junto con palabras en el sumerio, no utilizado durante largo tiempo. La escritura cuneiforme neobabilónica también se modificó para asemejarse al antiguo sistema de escritura del tercer milenio antes de Cristo propio del idioma acadio.
Las obras de arte antiguas procedentes del apogeo de la gloria imperial de Babilonia fueron tratadas con reverencia casi religiosa y fueron minuciosamente preservadas. Por ejemplo, cuando se encontró una estatua de Sargón I durante las obras de una construcción, se edificó un templo para ella y se le hicieron ofrendas. Se cuenta la historia de cómo Nabucodonosor II, en sus esfuerzos por restaurar el Templo en Sippar, tuvo que realizar varias excavaciones hasta que encontró los cimientos de la época del emperador Naram-Sin. Este descubrimiento le permitió reconstruir el templo correctamente. Los neobabilonios también revivieron la antigua práctica de los sargónidas de designar a una hija real para servir como sacerdotisa de la deidad lunar Sin.
Vida cultural y económica
Se sabe mucho más sobre la cultura y la vida económica de Mesopotamia bajo los neobabilonios que sobre la estructura y la mecánica de la administración imperial. Está claro que para el sur de Mesopotamia, el período neobabilónico fue un renacimiento. Grandes extensiones de tierra fueron abiertas al cultivo. La paz y el poder imperial pusieron a su disposición recursos para expandir los sistemas de riego y construir un extenso sistema de canales. El campo de Babilonia estaba dominado por grandes propiedades, que se daban a los funcionarios del gobierno como una forma de pago. Las haciendas generalmente eran administradas por empresarios locales, quienes obtenían las ganancias. La gente del campo estaba ligada a estas fincas, proporcionando mano de obra y alquileres a sus propietarios.
Contexto histórico: el colapso de Asiria y el surgimiento de un nuevo poder
🔥 1. El fin de Asiria: decadencia de un imperio temido
Durante siglos, el Imperio Asirio fue la superpotencia indiscutida del Antiguo Oriente Próximo, conocido por su dominio militar, su crueldad táctica y su enorme red de provincias y vasallos. Pero hacia finales del siglo VII a.C., su estructura interna comenzó a resquebrajarse.
Tras la muerte del último gran rey, Asurbanipal (c. 627 a.C.), el imperio entró en una profunda crisis sucesoria. Las luchas internas por el trono, unidas a la presión constante en las fronteras y al resentimiento de los pueblos sometidos, desataron un proceso de descomposición acelerada. Las capitales asirias —como Nínive, Kalhu (Nimrud) y Assur— se convirtieron en objetivos de los enemigos que Asiria había acumulado durante siglos.
🛡️ 2. Nabopolasar y la fundación del Imperio Neobabilónico
En este contexto de caos, emergió un nuevo líder: Nabopolasar, gobernador caldeo del sur de Mesopotamia. Aprovechando la crisis asiria, se rebeló contra la autoridad central y en el año 626 a.C. fue coronado rey de Babilonia. Su ascenso marcó el inicio formal del Imperio Neobabilónico.
Nabopolasar no solo buscó la independencia, sino también restaurar el prestigio babilónico como centro espiritual y político de Mesopotamia. Su proyecto no fue simplemente una ruptura con Asiria, sino una afirmación de identidad histórica: Babilonia como heredera legítima de Sumer, Acad y Hammurabi.
🤝 3. La alianza con los medos: el golpe final a Asiria
Consciente de que Babilonia por sí sola no podría derrocar a Asiria, Nabopolasar tejió una alianza estratégica con los medos, un poderoso pueblo iranio que también aspiraba a la hegemonía regional. Esta alianza fue sellada mediante pactos matrimoniales y campañas militares coordinadas.
El punto culminante de esta colaboración fue el asedio y la destrucción de Nínive en 612 a.C., tras meses de combate. La capital asiria cayó ante una coalición feroz de medos, babilonios y otros pueblos aliados. La ciudad fue saqueada e incendiada, en un episodio que marcó el fin simbólico del poder asirio y quedó grabado en la memoria histórica como un momento de justicia y venganza por siglos de opresión.
Aunque algunos focos de resistencia asiria subsistieron brevemente (como en Harrán), el equilibrio de poder en la región cambió para siempre. Babilonia heredó el vacío dejado por Asiria y se convirtió en la nueva potencia dominante de Oriente Próximo.
Conclusión
Este proceso —de colapso violento y restauración imperial— no solo explica el surgimiento del Imperio Neobabilónico, sino que introduce su carácter dual: una potencia heredera del pasado mesopotámico más profundo, pero también una fuerza renovada, capaz de imponer un nuevo orden regional. Con Nabopolasar empieza no solo una nueva dinastía, sino la última gran afirmación cultural de la civilización mesopotámica.
🌿 Los Jardines Colgantes de Babilonia: maravilla mítica entre historia y leyenda
Los Jardines Colgantes de Babilonia son uno de los monumentos más famosos del mundo antiguo, aunque su existencia real sigue siendo un misterio. Tradicionalmente se los cuenta entre las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, junto con la Gran Pirámide de Giza o el Faro de Alejandría, y han capturado la imaginación durante siglos por su belleza exuberante y su ingeniería asombrosa.
Según la tradición clásica, los jardines fueron construidos por Nabucodonosor II (604–562 a.C.) para su esposa Amytis de Media, nostálgica de las montañas verdes de su tierra natal. Para consolarla, el rey habría ordenado levantar un complejo de terrazas escalonadas cubiertas de árboles, arbustos y flores, alimentadas por un sistema avanzado de riego hidráulico que traía el agua desde el río Éufrates.
Los relatos antiguos —procedentes de autores griegos como Estrabón y Filón de Bizancio— describen un edificio de varios niveles con columnas, escalinatas y plataformas cubiertas de vegetación, suspendidas como un «jardín en el aire».
Sin embargo, no existen pruebas arqueológicas concluyentes de estos jardines en la Babilonia excavada, lo que ha generado múltiples hipótesis. Algunos investigadores modernos han propuesto que los jardines en realidad podrían haber estado en Nínive, capital del Imperio Asirio, y no en Babilonia. Otros creen que el mito fue una idealización helenística de los palacios babilónicos, conocidos por sus patios y terrazas ajardinadas.
Más allá de su existencia factual, los Jardines Colgantes simbolizan el poder creativo y técnico del Imperio Neobabilónico, capaz de desafiar al desierto con vegetación, y de fundir arquitectura, estética y política en una obra de arte viva.
Jardines Colgantes de Babilonia (reconstrucción artística): atribuidos a Nabucodonosor II, habrían sido construidos en terrazas escalonadas para reproducir un paisaje montañoso en medio de la ciudad. Su existencia histórica sigue siendo objeto de debate, pero simbolizan el esplendor y la ambición del Imperio Neobabilónico.
Dinastía neobabilónica
Dinastía XI de Babilonia (neobabilónica)
- Nabopolasar 626-605 a. C.
- Nabucodonosor II 605-562 a. C.
- Evilmerodac 562-560 a. C.
- Neriglisar 560-556 a. C.
- Labashi–Marduk 556 a. C.
- Nabonido 556-539 a. C.
Nabopolasar 626-605 a. C.
Nabopolasar (en acadio: ; Nabu-apla-us-ur o Nabu-apla-utsur) (658 a. C. – 15 de agosto de 605 a. C.) fue un rey caldeo de Babilonia, fundador del Imperio neobabilónico y artífice de la caída del Imperio asirio. Su reinado comenzó el 23 de noviembre de 626 a. C. y falleció el 15 de agosto de 605 a. C.
Después de la muerte de Asurbanipal en el 627 a. C., el Imperio Asirio comenzó a desintegrarse, dividido por conflictos internos. Assur-etil-ilani cogobernó con Ashurbanipal desde el 630 a. C., mientras que un gobernador asirio llamado Kandalanu se sentó en el trono de Babilonia en nombre de su rey. Babilonia parecía segura hasta que tanto Asurbanipal como Kandalanu murieron en el 627 a. C., y Asiria entró en una serie de guerras civiles internas que finalmente conducirían a su destrucción. Un general asirio, Sin-shumu-lisir, se rebeló en el 612 a. C. y se declaró rey de Asiria y Babilonia, pero fue rápidamente expulsado por el ejército asirio leal al rey Assur-etil-ilani en el 625 a. C.. Babilonia fue tomada por otro hijo de Asurbanipal, Sin-shar-ishkun, que se proclamó rey. Sin embargo, su gobierno no duró mucho, y los babilonios se rebelaron. Nabopolasar se apoderó del trono en medio de la confusión, y nació la dinastía neobabilónica. Babilonia en su conjunto se convirtió en un campo de batalla entre el rey Assur-etil-ilani y su hermano Sin-shar-ishkun, que combatieron en la región. Esta situación anárquica permitió a Nabopolasar permanecer en el trono de la ciudad de Babilonia, pasando los siguientes tres años sin ser molestados, consolidando su posición en la ciudad. (6)
La Puerta de Istar de Babilonia, reconstruida en el Museo de Pérgamo de Berlín. (Deutsche Fotothek). CC BY-SA 3.0 de.

Sin embargo, en el 623 a. C., Sin-shar-ishkun mató a su hermano en la batalla de Nippur en Babilonia, se apoderó del trono de Asiria, y luego se dispuso a volver a tomar la Babilonia de Nabopolasar. Nabopolasar se vio forzado a soportar ejércitos asirios acampados en Babilonia durante los siguientes siete años. Sin embargo, se resistió, ayudado por la continua guerra civil en la misma Asiria, lo que dificultó en gran medida los intentos de Sin-shar-ishkun de retomar las partes de Babilonia en poder de Nabopolasar. Nabopolasar tomó Nippur en 619 a. C., un centro clave «pro-asirio» en Babilonia, y hacia el año 616 a. C., todavía controlaba gran parte del sur de Mesopotamia. Asiria, todavía con conflictos internos, había perdido el control de sus colonias, que habían aprovechado los diversos trastornos para liberarse. El imperio se había extendido desde Chipre a Irán y desde el Cáucaso a Egipto en su apogeo.
Nabopolasar intentó un contraataque; marchó con su ejército a la propia Asiria en el 616 a. C. y trató de asediar Aššur y Arrapḫa (Kirkuk), pero fue derrotado por Sin-shar-ishkun y debió regresar a Babilonia. Se produjo un estancamiento, con Nabopolasar incapaz de penetrar en Asiria a pesar de su estado muy debilitado, y Sin-shar-ishkun incapaz de expulsar a Nabopolasar de Babilonia debido a la incesante guerra civil en Asiria.
Sin embargo, el equilibrio de poder se inclinó decisivamente cuando Ciáxares, gobernante de los pueblos iranios (los medos, persas y partos), y técnicamente un vasallo de Asiria, atacó sin previo aviso a Asiria, fatigada por la guerra, a finales del 615 a. C., saqueando Arrapha y la ciudad bíblica de Nimrud. Más adelante, en el 614 a. C., Cyaxares, en alianza con los pueblos escitas y cimerios, asedió y tomó Aššur, con Nabopolassar sin involucrarse en estos éxitos.7
Nabopolasar también hizo alianzas activas con otros antiguos súbditos de Asiria, como medos, persas, escitas y cimerios.
Durante el 613 a. C., el ejército asirio parece haberse rebelado y repelido con éxito los ataques babilónicos, medos y escitas. Sin embargo, en el 612 a. C., Nabopolasar y el rey medo Ciáxares encabezaron una coalición concentrada de fuerzas que incluía a babilonios, caldeos, medos, persas, escitas y cimerios en un ataque contra Nínive. El tamaño de las fuerzas enfrentadas contra una debilitada Asiria fue aplastante, y después de un amargo asedio de tres meses, seguido de enfrentamientos casa por casa, Nínive finalmente cayó, muriendo Sin-shar-ishkun en la defensa de su capital.
Este pequeño cilindro de terracota registra el trabajo en las murallas de la ciudad de Babilonia realizado por el rey Nabopolasar. Procedente de Babilonia, Mesopotamia, Irak. Periodo Neo-Babilónico, 625-605 a.C. The British Museum, London. (Este enlace). Foto: Osama Shukir Muhammed Amin FRCP (Glasg). CC BY-SA 4.0. Original file (4,288 × 2,848 pixels, file size: 8.7 MB).
Un general asirio, Ashur-uballit II, se convirtió en rey de Asiria durante la lucha. Según las Crónicas mesopotámicas, se le ofreció la oportunidad de doblegarse en vasallaje a los gobernantes de la alianza. Sin embargo, se negó, y logró abrirse camino para escapar de Nínive y establecer una nueva capital en Harrán. Nabopolasar, Ciaxares y sus aliados combatieron contra Ashur-uballit II durante otros cinco años, hasta que Harran cayó en el 608 a. C.. Después de un intento fallido de retomar la ciudad, Ashur-uballit II desapareció de las páginas de la historia.
El Antiguo Egipto, gobernado por el faraón Necao II, había invadido el Oriente Próximo en el 609 a. C., en un intento tardío de ayudar a los antiguos gobernantes asirios. Nabopolasar (con la ayuda de su hijo y futuro sucesor Nabucodonosor II) pasó los últimos años de su reinado desalojando a los egipcios (que fueron apoyados por mercenarios griegos y los restos del ejército asirio) de Siria, Asia Menor, el norte de Arabia e Israel. Nabucodonosor demostró ser un líder militar capaz y enérgico, y los egipcios, los asirios y sus aliados mercenarios fueron finalmente derrotados por los babilonios, los medos y los escitas en la batalla de Karkemish en el año 605 a. C..
Los babilonios quedaron ahora en posesión de gran parte de Asiria, con sus estribaciones septentrionales ocupadas por los medos. Sin embargo, parece que no intentaron ocuparlas de nuevo, prefiriendo concentrarse en la reconstrucción del sur de Mesopotamia.
El reinado de Nabucodonosor II: esplendor, poder y memoria imperial
Tras el establecimiento del Imperio Neobabilónico por Nabopolasar, su hijo y sucesor, Nabucodonosor II (reinado: 604–562 a.C.), llevó a Babilonia a su máximo esplendor. Su gobierno no solo consolidó el poder militar y político heredado, sino que lo transformó en un auténtico proyecto civilizatorio, en el que la ciudad de Babilonia se convirtió en símbolo de magnificencia, orgullo imperial y renovación cultural.
🛡️ Campañas militares y consolidación territorial
Nabucodonosor II es recordado como uno de los grandes estrategas militares de la Antigüedad. Sus campañas extendieron la influencia neobabilónica por toda la región del Levante:
Derrotó a Egipto en la batalla de Carquemish (605 a.C.), consolidando el control de Siria y Palestina.
Llevó a cabo varias campañas en Judá, culminando con la toma de Jerusalén en el año 586 a.C., el destrucción del Templo de Salomón y el inicio del exilio babilónico del pueblo hebreo.
Estableció un sistema de vasallaje firme, apoyado en guarniciones y deportaciones estratégicas.
Estas acciones fortalecieron el imperio, pero también sembraron un legado duradero en otras culturas: en la Biblia, Nabucodonosor es visto como un instrumento del castigo divino, a la vez que una figura temida y ambigua.
Etemenanki: el zigurat de Babilonia y el mito de la torre que une cielo y tierra
En el corazón de la Babilonia neobabilónica, se alzaba una estructura que desafiaba el horizonte y simbolizaba la conexión entre los hombres y los dioses: el zigurat de Etemenanki (𒂍𒋼𒀭𒆠, É.TEMEN.AN.KI, “Casa del Fundamento del Cielo y la Tierra”). Esta colosal torre escalonada, dedicada al dios Marduk, no solo fue una obra arquitectónica monumental, sino también una expresión física de la cosmovisión mesopotámica, en la que el templo era un eje que unía el mundo humano, el natural y el divino.
Reconstruido en el periodo de Nabucodonosor II, Etemenanki alcanzaba una altura estimada de 90 metros, dividida en siete niveles escalonados coronados por un santuario. Su base, cuadrada, medía aproximadamente 90 por 90 metros, y estaba recubierta de ladrillos cocidos. Era el centro de culto del complejo del Esagila, y su presencia dominaba la ciudad como un faro espiritual y político.
Para muchos autores clásicos, esta inmensa estructura inspiró el relato bíblico de la Torre de Babel, lo que ha añadido una dimensión simbólica duradera a su legado. Etemenanki no fue solo un edificio: fue el punto más alto del imaginario mesopotámico, un intento de recrear el orden celeste en la tierra.
Aunque hoy solo quedan fragmentos de sus cimientos, su memoria persiste como una de las cimas del urbanismo sagrado de la Antigüedad y una imagen poderosa del deseo humano de alcanzar lo divino a través de la arquitectura.
Zigurat de Etemenanki (reconstrucción artística): torre escalonada dedicada al dios Marduk, construida en Babilonia bajo Nabucodonosor II. Alcanzaba una altura de unos 90 metros y habría inspirado el mito de la Torre de Babel. Era el eje simbólico y religioso de la ciudad.
🏛️ Babilonia monumental: arquitectura, poder y propaganda
El legado más visible de Nabucodonosor II está en su ambiciosa transformación urbana de Babilonia. Su proyecto arquitectónico tenía un propósito claro: mostrar al mundo el renacimiento del poder mesopotámico y elevar a la ciudad al nivel de capital cósmica.
Entre las obras más notables destacan:
La Puerta de Ištar, decorada con relieves de dragones y toros, símbolo de la gloria imperial. Hoy parcialmente conservada en el Museo de Pérgamo, Berlín.
El zigurat de Etemenanki, identificado por algunos con la mítica Torre de Babel, como eje entre el cielo y la tierra.
La construcción de templos a Marduk y a otras deidades, que consolidaban a Babilonia como centro religioso del imperio.
La red de murallas, canales y palacios, que no solo protegían la ciudad, sino que magnificaban la imagen del rey como restaurador del orden cósmico.
La arquitectura neobabilónica fue también un lenguaje de poder: comunicar visualmente que Babilonia era el centro del mundo conocido, heredera de Sumer, Acad y Babilonia primitiva.
📜 Cultura, religión y ciencia
El reinado de Nabucodonosor II fue también una edad de oro intelectual y religiosa. Los sacerdotes-astrónomos (también funcionarios estatales) registraban fenómenos celestes, producían almanaques y calculaban eclipses. La astronomía babilónica de este periodo sería más tarde recogida por los griegos y tendría gran influencia en la ciencia helenística.
En lo religioso, se reforzó el culto a Marduk, dios supremo del panteón babilónico, y se consolidó una teología imperial que justificaba el poder del rey como designio divino.
Nabucodonosor II 605-562 aC
Nabucodonosor II fue uno de los monarcas más importantes del Imperio Neobabilónico y una de las figuras más destacadas de la historia de Mesopotamia. Gobernó desde 605 a.C. hasta su muerte en 562 a.C., y durante su reinado, Babilonia alcanzó su apogeo en términos de poder militar, riqueza y esplendor cultural. Su reinado estuvo marcado por una serie de victorias militares, una amplia expansión territorial, y un gran programa de construcción que transformó Babilonia en una de las ciudades más grandiosas de la antigüedad.
Uno de los logros más conocidos de Nabucodonosor II fue la conquista de Jerusalén en 586 a.C., un evento que tuvo un impacto significativo en la historia del pueblo judío. Durante esta campaña, Nabucodonosor destruyó el Templo de Salomón y deportó a gran parte de la población judía a Babilonia, un episodio conocido como el Exilio Babilónico. Este acto fortaleció su control sobre la región y subrayó la política expansionista de su reinado.
Además de sus conquistas militares, Nabucodonosor II fue un gran constructor y reformador. Bajo su liderazgo, Babilonia experimentó una notable transformación arquitectónica y urbanística. Es especialmente famoso por la construcción de los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, aunque su existencia ha sido objeto de debate debido a la falta de evidencia arqueológica directa. Nabucodonosor también restauró las murallas de la ciudad de Babilonia, construyendo puertas monumentales como la Puerta de Ishtar, decorada con impresionantes relieves de animales mitológicos, y fortaleciendo la infraestructura de la ciudad para reflejar su poder.
En términos religiosos, Nabucodonosor II se presentó como un monarca devoto de los dioses babilónicos, especialmente de Marduk, el dios principal de Babilonia. En sus inscripciones, Nabucodonosor frecuentemente se describe como el elegido de los dioses para restaurar la gloria de Babilonia. Esta relación con lo divino se reflejaba en sus vastos proyectos de construcción de templos y en su dedicación a mantener la paz y el orden divinos a través de sacrificios y ofrendas.
La figura de Nabucodonosor II también es conocida por su aparición en la Biblia, donde se le presenta como el monarca que tomó la ciudad de Jerusalén, pero también se le describe en varias narraciones que ilustran su relación con los dioses y su propia caída en la humildad. Según el relato bíblico, Nabucodonosor fue castigado por su orgullo y su presunción, pasando un tiempo en la locura antes de ser restaurado por la gracia divina.
En resumen, Nabucodonosor II fue un gobernante destacado que dejó un legado duradero tanto en el ámbito militar como en el cultural. Su reinado marcó el auge del Imperio Neobabilónico y dejó una huella indeleble en la historia de la región, con su arquitectura monumental y sus conquistas militares que perduraron por generaciones.
Un grabado en una piedra de ojo de gato de ónice con una inscripción de Nabuconodosor II. User Hedning on sv.wikipedia – Anton Nyström, Allmän kulturhistoria eller det mänskliga lifvet i dess utveckling, bd 2 (1901). Dominio público.

Nabucodonosor II se convirtió en rey después de la muerte de su padre. Fue un mecenas de las ciudades y un constructor excepcional. Reconstruyó lujosamente todas las ciudades principales de Babilonia a una escala sin precedentes. Su actividad de construcción en Babilonia fue lo que la convirtió en la inmensa y hermosa ciudad de la leyenda. Su ciudad de Babilonia cubría más de tres millas cuadradas, rodeada de fosos y por un doble circuito de murallas. El Éufrates fluía a través del centro de la ciudad, atravesado por un hermoso puente de piedra. En el centro de la ciudad se elevó un zigurat gigantesco llamado Etemenanki, «La casa de la frontera entre el cielo y la tierra», que estaba junto al Templo de Marduk.
Llevó a cabo exitosas campañas militares en Siria y Fenicia, imponiendo tributos desde Damasco, hasta Tiro y Sidón. Dirigió numerosas campañas en Asia Menor, en la «tierra de los Hatti». Al igual que los asirios, los babilonios tuvieron que hacer una campaña anual para controlar sus colonias.
En el 601 a. C., Nabucodonosor II estuvo involucrado en una batalla importante, pero no concluyente, contra los egipcios. En 599 a. C., invadió Arabia y dirigió a los árabes hacia Qedar. En el 597 a. C., invadió Judah y capturó Jerusalén y depuso a su rey Joaquín de Judá. Los ejércitos egipcio y babilónico lucharon entre sí por el control del cercano oriente durante gran parte del reinado de Nabucodonosor, y esto alentó al rey Sedecías de Judá a rebelarse. Después de un asedio de 18 meses, Jerusalén fue capturada en el 587 a. C., y miles de judíos fueron deportados a Babilonia, y el Templo de Salomón fue arrasado.
En 572 tenía el control total de Babilonia, Asiria, Fenicia, Israel, Filistea, el norte de Arabia y partes de Asia Menor. Luchó contra los faraones Psamético II y Apries en su reinado, y en el 568 a. C., durante el reinado del faraón Amosis II, invadió Egipto. (8)
El reinado de Nabucodonosor II representa la cúspide del Imperio Neobabilónico. Su combinación de conquista, monumentalidad urbana y esplendor religioso dejó una huella profunda en la historia del Próximo Oriente. Babilonia se convirtió en mito, en símbolo de grandeza y de ambición humana, pero también —en las tradiciones que vendrían después— en imagen de exceso, orgullo y castigo.
Amel-Marduk 562-560 a. C.
Evilmerodac era el hijo y sucesor de Nabucodonosor II. Reinó solo dos años (562-560 aC). De acuerdo con el Libro bíblico de los Reyes, indultó y liberó al rey Joaquín de Judá, que había estado prisionero en Babilonia durante treinta y siete años. Supuestamente, debido a que Amel-Marduk intentó modificar las políticas de su padre, fue asesinado por Neriglisar, su cuñado.
Amel-Marduk, también conocido como Evilmerodac en las fuentes bíblicas, fue el hijo y sucesor de Nabucodonosor II, quien gobernó el Imperio Neo-Babilónico entre 562 y 560 a.C. Aunque su reinado fue breve, Amel-Marduk es recordado principalmente por un acto de clemencia hacia el rey Joaquín de Judá, quien había estado cautivo en Babilonia durante 37 años tras la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor II. Según el Libro de los Reyes en la Biblia, Amel-Marduk liberó a Joaquín y le permitió vivir en mejores condiciones, lo cual se interpretó como un acto de misericordia y política pragmática para mantener la estabilidad en la región.
En cuanto al contexto social y político de su reinado, es importante entender que Amel-Marduk heredó un imperio que estaba marcado por la enorme expansión territorial y el esplendor cultural bajo su padre, Nabucodonosor II. Sin embargo, después de la muerte de Nabucodonosor, el imperio comenzó a experimentar tensiones internas. La administración babilónica había sido consolidada en gran parte por su padre, pero el reinado de Amel-Marduk fue considerado como un periodo de inestabilidad. La falta de un gobierno fuerte y el debilitamiento de la autoridad central permitieron que surgieran disputas internas, y el descontento con su política de clemencia hacia prisioneros y reyes sometidos podría haber generado una falta de apoyo entre las élites babilónicas.
En cuanto a su muerte, las fuentes históricas sobre su asesinato son algo ambiguas. Se menciona que fue sucedido por Neriglisar, su cuñado, quien habría tomado el trono tras su muerte. Según algunos relatos antiguos, Amel-Marduk fue asesinado, pero no hay evidencia definitiva que lo confirme. La Biblia menciona que fue «asesinado» por Neriglisar, pero también se considera que este relato puede ser parte de una narrativa que refleja las luchas dinásticas y las tensiones dentro de la familia real. Sin embargo, debido a la falta de registros arqueológicos concluyentes, no podemos estar completamente seguros de si Amel-Marduk fue realmente asesinado o si su muerte fue el resultado de un golpe de estado o un cambio de poder debido a las circunstancias políticas del momento.
En resumen, el reinado de Amel-Marduk estuvo marcado por intentos de moderación y cambio en las políticas de su padre, lo que podría haber sido una de las causas de su caída. La cuestión de si fue asesinado o no sigue siendo incierta, pero lo que es claro es que su breve reinado reflejó un periodo de transición y posible inestabilidad dentro del Imperio Neo-Babilónico.
Neriglissar 560-556 a. C.
Neriglisar parece haber sido un gobernante más estable, realizando una serie de obras públicas, restaurando templos y otras construcciones.
Dirigió campañas militares exitosas contra Cilicia, que había amenazado los intereses de Babilonia. Neriglissar, sin embargo, reinó por solo cuatro años, siendo sucedido por el joven Labashi-Marduk. No está claro si Neriglissar era él mismo un miembro de la tribu caldea, o un nativo de la ciudad de Babilonia.
Relieve mural babilonio en el Museo de Pérgamo de Berlín. Deutsche Fotothek. Original image description from the Deutsche FotothekBerlin. Pergamonmuseum, Ischtar-Tor. CC BY-SA 3.0 de.

Neriglisar fue el sucesor de Amel-Marduk y gobernó Babilonia entre 560 y 556 a.C. Su reinado, aunque relativamente corto, estuvo marcado por una serie de reformas y esfuerzos para restaurar la estabilidad del imperio tras el reinado más breve y turbulento de su predecesor. Neriglissar, que fue probablemente un general destacado, se centró en reforzar el poder de Babilonia, tanto a nivel interno como externo, lo que le permitió ganar el respeto de la aristocracia y el pueblo.
En el ámbito militar, Neriglissar logró importantes victorias, especialmente en las campañas contra Cilicia, una región situada al sureste de Anatolia, que había amenazado los intereses de Babilonia. Estas victorias fueron cruciales para mantener el control sobre las rutas comerciales y proteger las fronteras del imperio. Las campañas de Neriglissar también pusieron de manifiesto su habilidad para consolidar el poder babilónico fuera de las fronteras tradicionales, reafirmando el poder militar de Babilonia en el escenario internacional.
Internamente, Neriglissar se dedicó a la restauración de templos y obras públicas en Babilonia, lo que contribuyó a la revitalización de la ciudad y al fortalecimiento de la relación con los dioses, un aspecto central en la ideología de los reyes babilónicos. Se encargó de reparar y ampliar varias estructuras religiosas y monumentos, lo cual no solo tenía un propósito simbólico, sino que también ayudaba a consolidar su imagen como gobernante elegido por los dioses. Las inscripciones de Neriglissar dejan claro que se presentó como el restaurador de la grandeza de Babilonia, y su obra fue vista como una manifestación de poder divino.
En cuanto a su origen, la identidad de Neriglissar sigue siendo un tema de debate. Existen dudas sobre si era realmente caldeo, como muchos de los reyes anteriores, o si tenía orígenes en Babilonia misma. Algunos historiadores sugieren que podría haber sido un miembro de la nobleza babilónica, mientras que otros apuntan a que podría haber pertenecido a una familia de origen no caldeo. Lo cierto es que su ascenso al trono estuvo marcado por una posible lucha dinástica, ya que sucedió a Amel-Marduk tras un período de incertidumbre, lo que sugiere que pudo haber contado con el apoyo de facciones poderosas dentro de la corte babilónica.
Su reinado, aunque relativamente estable en comparación con el de su predecesor, fue breve. Neriglissar murió en 556 a.C. y fue sucedido por su hijo Labashi-Marduk, un joven que apenas tuvo la capacidad de mantener el control del imperio debido a su inexperiencia. Labashi-Marduk fue derrocado por una conspiración, lo que llevó a la intervención de Nabonido, quien más tarde asumiría el poder. Este cambio de dinastía marcó el final de la dinastía neobabilónica, abriendo paso a un nuevo capítulo en la historia de Babilonia.
En resumen, Neriglissar fue un gobernante que intentó restaurar la estabilidad y el poder militar de Babilonia mediante victorias militares y una política de restauración de obras públicas. Sin embargo, su reinado corto y la incertidumbre sobre su origen y la sucesión indican que su época fue un periodo de transición, justo antes de la caída del imperio babilónico y el ascenso de nuevas fuerzas, como el Imperio Persa.
Labashi-Marduk 556 a. C.
Labashi-Marduk fue un rey de Babilonia (556 a. C.), hijo de Neriglisar. Sucedió a su padre cuando aún era un niño, después del reinado de cuatro años de este último. Fue asesinado en una conspiración solo nueve meses después de su toma de posesión, tras lo que Nabonido fue elegido como el nuevo rey.
Labashi-Marduk fue el último rey de la dinastía neobabilónica y su reinado fue extremadamente breve, solo duró nueve meses en 556 a.C. Era hijo de Neriglisar, quien había gobernado Babilonia antes que él, y ascendió al trono siendo aún un niño tras la muerte de su padre. Debido a su corta edad y falta de experiencia, el poder real probablemente estuvo en manos de regentes o consejeros que guiaron el gobierno en su nombre. Esto hizo que su reinado fuera frágil y vulnerable a las tensiones internas y las conspiraciones dentro de la corte.
El contexto social y político de Babilonia en esa época era complicado. Tras el reinado de Neriglisar, quien había restaurado ciertas facetas del poder babilónico mediante victorias militares y obras públicas, el imperio se encontraba en una fase de inestabilidad. Las luchas dinásticas y las rivalidades entre las distintas facciones de la corte de Babilonia contribuyeron a un ambiente de incertidumbre política. Labashi-Marduk, siendo un joven rey, no tuvo la capacidad de consolidar su poder, y las élites de Babilonia probablemente vieron en su falta de experiencia una oportunidad para conspirar contra él.
La falta de apoyo popular y el descontento dentro de la aristocracia babilónica condujeron a su asesinato en una conspiración palaciega. Su muerte marcó el fin de la dinastía neobabilónica, lo que dejó el trono abierto a la intervención de Nabonido, un hombre que no era parte de la familia real, pero que fue elegido para ocupar el trono. Nabonido, quien posteriormente se autoproclamó como el último rey de Babilonia antes de la invasión persa, logró consolidar el poder y reorientar la política del imperio hacia sus propios intereses.
En resumen, Labashi-Marduk fue un monarca que gobernó en un periodo de inestabilidad y luchas internas. Su corta vida y reinado no dejaron un legado duradero, y su asesinato a manos de conspiradores fue un reflejo de las tensiones políticas dentro de Babilonia. Su muerte abrió paso al ascenso de Nabonido, quien sería clave en los últimos años del imperio babilónico.
Nabonido 556-539 a. C.
Las credenciales nobles de Nabonido (Nabû-na’id en Babilonio) no son claras, aunque no era caldeo sino de Asiria, de la ciudad de Harrán. Él mismo habla en sus inscripciones de sus orígenes sin importancia. (9) Del mismo modo, su madre, Adda-Guppi, (10) que vivió hasta la edad adulta y puede haber estado conectada al templo del dios de la luna acadio Sîn en Harrán; las inscripciones no mencionan su descendencia. Su padre era Nabû-balatsu-iqbi, un plebeyo. (11)
Durante largos períodos le confió el mando a su hijo, el príncipe Baltasar de Babilonia. Era un militar capaz pero un pobre político. Todo esto lo hizo un tanto impopular entre muchos de sus súbditos, particularmente el sacerdocio y la clase militar. (12)
Los sacerdotes de Marduk odiaban a Nabonido debido a su supresión del culto de Marduk y su elevación del culto de la diosa de la Luna Sin. (13), (14). Cuando Ciro II el Grande conquistó Babilonia, se describió a sí mismo como el salvador elegido por Marduk para restaurar el orden y la justicia. (15)
Hacia el este, los persas habían estado incrementando su fuerza, y Ciro II el Grande era muy popular en Babilonia. (16), (17). Ha perdurado la sensación de una imagen negativa en la literatura judía basada en la religión de Nabonido, como en los trabajos de Flavio Josefo, (18) y los judíos recibieron inicialmente a los persas como libertadores. (19)
Nabonido fue el último rey de Babilonia, gobernando entre 556 y 539 a.C. Su ascenso al trono fue algo atípico, ya que no pertenecía a la familia real, sino que fue elegido por las élites babilónicas tras la muerte de Labashi-Marduk. Su origen exacto es incierto, pero se cree que provenía de una familia noble, aunque no de la línea dinástica neobabilónica. Su reinado estuvo marcado por un enfoque personal y ambicioso, lo que le permitió destacar entre otros monarcas, pero también lo hizo objeto de críticas y conflictos.
Una de las características más notables del gobierno de Nabonido fue su dedicación a la religión. A diferencia de sus predecesores, que favorecieron principalmente al dios Marduk, Nabonido promovió la adoración de Sin, el dios lunar, y trató de trasladar la capital religiosa a la ciudad de Teima, en Arabia, lo que le valió la desaprobación de los sacerdotes y la clase dirigente de Babilonia, quienes eran fervientes devotos de Marduk.
Esta política religiosa provocó tensiones y descontento dentro del imperio, especialmente entre las élites sacerdotales y las clases altas de Babilonia.
En el ámbito militar, Nabonido no tuvo un reinado exitoso en términos de expansión territorial. Su gobierno se vio afectado por problemas externos, especialmente por el avance de los persas bajo Ciro el Grande, que comenzaron a amenazar las fronteras de Babilonia. Mientras Nabonido pasaba largos períodos fuera de Babilonia, principalmente en Teima, su hijo, Belshazzar, asumió el mando de la ciudad y lideró la defensa de la misma contra los invasores persas. Sin embargo, el 539 a.C., los persas finalmente lograron conquistar Babilonia sin una gran resistencia, lo que marcó el fin del imperio babilónico.
El reinado de Nabonido fue también testigo de un cambio significativo en la estructura política y religiosa de Babilonia. La insatisfacción con sus políticas y su ausencia prolongada de la ciudad contribuyó a un ambiente de inestabilidad que facilitó la caída de Babilonia ante los persas. Tras la conquista de la ciudad, Nabonido fue capturado, y aunque no se sabe con certeza qué ocurrió con él después de la caída, algunas fuentes sugieren que fue exiliado.
En resumen, Nabonido fue un rey que intentó gobernar de manera única, con un enfoque en la religión y una política exterior algo distante, lo que lo hizo impopular entre muchos sectores de Babilonia. Su falta de éxito militar y su enfoque en la adoración de dioses ajenos a la tradición babilónica fueron factores clave que contribuyeron a la caída del imperio, convirtiéndolo en el último monarca babilónico antes de la conquista persa.
Religión, ciencia y cultura en la Babilonia neobabilónica
El Imperio Neobabilónico no fue solo una potencia militar y territorial: fue también una renovación cultural de profundo calado, en la que las viejas tradiciones mesopotámicas resurgieron con fuerza como símbolos de legitimidad, identidad y esplendor. En este renacer, la religión, la ciencia y la cultura escrita ocuparon un lugar central, consolidando a Babilonia como centro espiritual, intelectual y cosmológico del Antiguo Oriente Próximo.
🛕 Renovación del culto a Marduk: el dios supremo del panteón
En el corazón de la vida religiosa neobabilónica estaba Marduk, el gran dios nacional de Babilonia, cuya autoridad fue consolidada desde el reinado de Hammurabi y ahora se revitalizaba con nuevo fervor. Durante este período, el culto a Marduk fue sistemáticamente promovido por el Estado, que lo situó como dios supremo y legislador cósmico, desplazando o subordinando a otras deidades tradicionales de la región.
El templo principal de Marduk, el Esagila, se convirtió en un foco de poder espiritual y político. La figura del rey —especialmente en ceremonias como el Akītu, el festival de Año Nuevo— se subordinaba simbólicamente al dios, reafirmando así que el poder real emanaba del cielo y no del linaje humano.
Este fortalecimiento del culto no solo tenía un componente teológico, sino también ideológico y político: unificaba religiosamente al imperio y reforzaba la autoridad real como representante de la voluntad divina.
🔱 Templos, sacerdocios y festivales: la vida ritual babilónica
La vida religiosa se organizaba en torno a una densa red de templos dedicados a distintas deidades, aunque el centro absoluto era Babilonia. Los templos funcionaban como instituciones multifuncionales: eran lugares de culto, centros económicos, archivos administrativos y escuelas de escribas.
El clero, compuesto por sacerdotes especializados, gestionaba no solo los rituales, sino también tierras, propiedades, donaciones y ofrendas. Entre las celebraciones religiosas más importantes se encontraba el Akītu, celebrado en primavera, durante el cual se renovaba simbólicamente el orden cósmico. Este festival incluía procesiones, lecturas del Enuma Elish (el poema de la creación) y la humillación ritual del rey ante Marduk, que lo despojaba y luego lo restauraba como señal de purificación.
🌌 Avances en astronomía y matemática: la ciencia como herramienta ritual
Uno de los logros más notables de la cultura neobabilónica fue su astronomía avanzada, desarrollada principalmente por los sacerdotes-astrónomos que trabajaban desde los templos y observatorios. Ellos registraban fenómenos celestes como eclipses, fases lunares, movimientos planetarios y conjunciones astrales. Sus observaciones, anotadas en tablillas cuneiformes, constituyen uno de los registros astronómicos más antiguos y sistemáticos del mundo.
Este conocimiento tenía fines prácticos (calendario, agricultura), pero sobre todo rituales y adivinatorios: los movimientos celestes eran leídos como mensajes de los dioses, y podían influir en decisiones políticas, militares o religiosas.
También en el campo de las matemáticas, los babilonios alcanzaron un nivel sofisticado, con sistemas sexagesimales, raíces cuadradas, y soluciones de ecuaciones. Su legado sería heredado por griegos, islámicos y europeos siglos después.
📜 Escritura cuneiforme y literatura: memoria de una civilización milenaria
Aunque el alfabeto arameo comenzaba a extenderse en la región, el Imperio Neobabilónico siguió utilizando y perfeccionando la escritura cuneiforme en lengua acadia. Esta escritura se usaba en textos administrativos, religiosos, astronómicos y literarios.
Se copiaron y conservaron obras antiguas como:
El Enuma Elish (poema de la creación).
El Poema de Gilgamesh.
Textos legales, encantamientos mágicos, himnos, proverbios y manuales de adivinación.
Las escuelas de escribas (é-gal) eran centros de formación técnica y cultural, donde se enseñaba la escritura, los signos, las fórmulas rituales y la lectura de textos clásicos. Así, la cultura babilónica neobabilónica no solo sobrevivía, sino que se proyectaba hacia el futuro como un legado intelectual sistemático y organizado.
La Babilonia de los neobabilonios fue mucho más que un imperio territorial: fue una civilización que se reafirmó a través de sus dioses, sus templos y su sabiduría astronómica. En ella convivieron el mito y el cálculo, el ritual y la escritura, la religión y la ciencia. Su grandeza no residía solo en sus murallas o sus jardines, sino también en su manera de comprender el mundo, de preservar el pasado y de inscribir su lugar en el cosmos. Una Babilonia viva, pensante y devota, cuyo eco aún resuena en la historia cultural de la humanidad.
Decadencia y caída del Imperio Neobabilónico
Tras el esplendor alcanzado bajo Nabucodonosor II, el Imperio Neobabilónico inició una fase de declive político, religioso y dinástico que desembocaría, apenas medio siglo después, en su desaparición definitiva. Este período final estuvo marcado por tensiones internas, decisiones impopulares y un contexto internacional cambiante, en el que nuevos actores —como los persas aqueménidas— estaban preparados para asumir el control de la región.
En el 549 a. C. Ciro II el Grande, el rey aqueménida de Irán, se rebeló contra su soberano Astiages, rey de los medos, en Ecbatana. Astiages fue traicionado por su ejército, y Ciro se estableció como gobernante de todos los pueblos de Irán, así como de los elamitas prerranianos y de los gutis.
En el 539 a. C., Ciro invadió el Imperio babilónico. Nabonido envió a su hijo Baltasar para alejar al enorme ejército persa. Sin embargo, ya superado en número masivamente, Baltasar fue traicionado por Gobrias, gobernador de Asiria, quien cambió sus fuerzas al lado persa. Las fuerzas de Babilonia fueron abrumadas en la batalla de Opis. Nabonido huyó a Borsippa, y el 12 de octubre, después de que los ingenieros de Ciro hubieran desviado las aguas del Éufrates, «los soldados de Ciro entraron a Babilonia sin luchar». En las obras de Jenofonte se dice que Baltasar de Babilonia fue asesinado, pero su relato aquí no es fiable. (20) Nabonido se rindió y fue deportado. Guardias gutianos fueron colocados a las puertas del gran templo de Bel, donde los servicios continuaron sin interrupción. Ciro llegó a Babilonia el 3 de octubre, y Gobryas actuó por él en su ausencia. Gobryas luego fue nombrado gobernador de la provincia de Babilonia.
Ciro afirmó ser el sucesor legítimo de los antiguos reyes de Babilonia y el vengador de Marduk, quien se suponía airado ante la impiedad de Nabonido llevarse las imágenes de los dioses locales de sus santuarios ancestrales, a su capital, Babilonia. Nabonido, de hecho, había despertado un fuerte resentimiento al intentar centralizar la religión de Babilonia en el templo de Marduk en la ciudad de Babilonia, y si bien había atraído a su causa a los sacerdocios locales, los militares lo despreciaban debido a sus gustos anticuados. Parece haber dejado la defensa de su reino a otros, ocupándose del trabajo más agradable de excavar los registros de la fundación de los templos antiguos y determinar las fechas de sus constructores.
La invasión de Babilonia por Ciro fue sin duda facilitada por la existencia de un partido descontento en el estado, así como por la presencia de exiliados extranjeros como los judíos. En consecuencia, uno de los primeros actos de Ciro fue permitir a estos exiliados regresar a sus tierras natales, llevando consigo las imágenes de sus dioses y sus vasijas sagradas. El permiso para hacerlo estaba incorporado en una proclama, mediante la que el conquistador se esforzaba en justificar su reclamación al trono de Babilonia. Todavía era fuerte la sensación de que nadie tenía derecho a gobernar sobre Asia occidental hasta que Bel y sus sacerdotes lo consagraran; y, en consecuencia, Ciro asumió el título imperial de «Rey de Babilonia».
Babilonia, como Asiria, se convirtió en una satrapía de la Persia aqueménida.
Expansión del Imperio persa. Parte de la Caída del Imperio Neobabilónico. Isaiah’s Vision of the Destruction of Babylon (Is. 13:1-22).Gustave Doré – Doré’s English Bible. Dominio público.

🌓 El reinado de Nabonido: tensiones religiosas y aislamiento político
El último rey del imperio, Nabonido (reinado: c. 556–539 a.C.), fue una figura singular y controvertida. Aunque no pertenecía directamente a la dinastía de Nabucodonosor, accedió al trono mediante alianzas palaciegas. Su reinado, sin embargo, estuvo marcado por una serie de decisiones religiosas y políticas que provocaron descontento entre los sectores tradicionales del imperio.
Uno de los aspectos más polémicos fue su preferencia personal por el dios lunar Sin, originario de Harrán (ciudad del norte de Mesopotamia), por encima de Marduk, la deidad oficial de Babilonia. Este desplazamiento simbólico fue visto como una herejía política y religiosa. El clero de Marduk —muy poderoso e influyente en la capital— se volvió hostil al monarca, lo que debilitó aún más su legitimidad.
Además, Nabonido se ausentó durante largos años del centro del poder, residiendo en Tayma, un oasis del norte de Arabia. Este alejamiento fue interpretado como una abdicación de facto y dejó la capital bajo el mando de su hijo Baltasar (Belshazzar), que no logró estabilizar la situación.
Antecedentes
Fueron varios factores los que finalmente conducirían a la caída de Babilonia. Nabonido (Nabû-na’id, 556-539 a. C.), hijo de la sacerdotisa asiria Adda-Guppi, subió al trono de Babilonia en 556 a. C., después de derrocar al joven rey Labashi-Marduk. Con el paso del tiempo, el pueblo se volvió intranquilo y cada vez más desafectado bajo su mandato. Por una parte, el clero dedicado a Marduk odiaba a Nabonido debido a que había suprimido el culto de Marduk y a favor del culto del dios de la luna, Sin. Asimismo, durante largos períodos de tiempo le confió el gobierno a su hijo, el príncipe y corregente Baltasar, que era un soldado capaz, pero un político y diplomático pobre.
Hacia el este, el Imperio aqueménida se estaba expandiendo con fuerza. Su regente, Ciro II, había conquistado una gran franja de territorio, que cubría un área correspondiente a los países modernos de Turquía, Armenia, Azerbaiyán, Irán, Kirguistán y Afganistán. El único poder no conquistado significativo restante en el Cercano Oriente era el Imperio neobabilónico, que controlaba Mesopotamia y reinos súbditos como Siria, Judea, Fenicia y partes de Arabia. Babilonia había estado estrechamente relacionada con enemigos de Ciro en otros lugares. El imperio fue previamente un aliado de Creso de Lidia, cuyo reino fue invadido por los persas unos años antes de la invasión de Babilonia. Asimismo, Ciro afirmaba ser el sucesor legítimo de los antiguos reyes de Babilonia, por lo que logró ser muy popular en Babilonia, a diferencia de Nabonido.
⚖️ Crisis interna y pérdida de cohesión imperial
La combinación de crisis religiosa, conflictos de poder interno y deterioro administrativo minó los fundamentos del imperio. Las provincias occidentales estaban inquietas, la aristocracia no respondía con unidad, y el ejército no tenía el vigor de antaño. Babilonia, aunque seguía siendo majestuosa, había perdido su impulso político y estratégico frente a los nuevos poderes que emergían en el este.
Todo esto sucedía mientras un nuevo actor se fortalecía rápidamente: el reino de Anshan, liderado por un joven gobernante persa llamado Ciro II.
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🏹 La conquista persa: Ciro II entra en Babilonia sin resistencia
En el año 539 a.C., Ciro el Grande, fundador del Imperio Persa aqueménida, emprendió una campaña hacia el oeste. Tras derrotar a las tropas babilonias en la batalla de Opis, se dirigió hacia la ciudad de Babilonia.
Sorprendentemente, Babilonia no opuso resistencia. La población, descontenta con Nabonido y deseosa de estabilidad, abrió las puertas a Ciro, quien fue recibido casi como un libertador. El clero de Marduk favoreció esta transición, presentándola como una restauración divina del orden legítimo, con Ciro como elegido por el dios para gobernar con justicia.
Esta conquista, relatada en fuentes babilónicas como el Cilindro de Ciro, no fue una devastación militar, sino una absorción política calculada y hábilmente legitimada. Así terminó, sin grandes estruendos, el último gran imperio mesopotámico.
En el año 539 a. C., Ciro invadió Babilonia. La reconstrucción histórica de la caída de Babilonia a manos de la Persia aqueménida ha sido problemática, debido a las inconsistencias entre los diversos documentos que sirven de fuente documental. Tanto las Crónicas mesopotámicas como el Cilindro de Ciro describen que Babilonia fue tomada sin haberse librado batalla alguna, mientras que los historiadores griegos Heródoto y Jenofonte reportaron que la ciudad fue sitiada por las fuerzas de Ciro.
Ruta de la invasión de Ciro a Babilonia. Cyrus invasion of Babylonia-pt.svg: ChrisO derivative work: Rowanwindwhistler. CC0.

La Crónica de Nabonido declara que Nabonido envió a su hijo Baltasar para evitar el avance del ejército persa, sin embargo, ya superado en número fue traicionado por Gobrias, gobernador de Gutium (Asiria), quien cambió sus fuerzas hacia el lado enemigo. Las fuerzas de Babilonia fueron abrumadas en la batalla de Opis. En la obra Ciropedia de Jenofonte, se informa que Baltasar fue asesinado. La redacción de la crónica implica que Nabonido habría estado presente en Sippar cuando llegaron los persas. Ciro permaneció en Sippar, y «el decimosexto día [12 de octubre] el gobernador Gubaru [Gobrias], gobernador de Gutium, y el ejército de Ciro, sin batalla entraron en Babilonia». El mismo Nabonido fue capturado poco después cuando regresó a Babilonia. Su destino final no está claro, pero según Berossus, historiador babilónico del siglo III a. C., Nabonido fue salvado y se exilió en Carmania, donde murió años más tarde. Las tropas persas tomaron el control de la ciudad, aunque la Crónica de Nabonido proporciona pocos detalles de cómo se hizo esto. La crónica hace notar que el ejército conquistador protegió los templos más importantes de la ciudad. Diecisiete días más tarde, el 29 de octubre, Ciro entró en Babilonia, donde fue proclamado rey, emitió proclamas reales y nombró gobernadores de su reino recién conquistado.
Historiografía
Textos cuneiformes como la Crónica de Nabonido, el Cilindro de Ciro y la llamada Cuenta en verso de Nabonido fueron escritos después de la victoria persa. Representan negativamente al rey de Babilonia y presentan a Ciro como el libertador de Babilonia, el defensor de los dioses babilónicos y consecuentemente como el sucesor legítimo del trono de Babilonia. Estudiosos modernos reconocen el Cilindro de Ciro como una tablilla de propaganda diseñada para manipular al público contra Nabonido y para legitimar la conquista de Babilonia por parte de Ciro. En cuanto a su afirmación de que Babilonia cayó ante los medos y los persas sin oposición, Briant escribió: «Parece prima facie poco probable que Babilonia hubiere caído sin resistencia», y Piótr Michalowski señala que «no hay evidencia contemporánea para apoyar esta sospechosa reclamación». Del mismo modo, la Crónica de Nabonido es una republicación de la historia contada por la corte persa, que pretende ser un texto de Nabonido. Su primera parte relaciona eventos que pueden verificarse desde otras fuentes; sin embargo, la última parte, particularmente cuando se trata del decimoséptimo año de Nabonido, es especialmente halagador para Ciro, incluyendo un relato sobre el pueblo de Babilonia dándole la bienvenida a la ciudad extendiendo ramitas verdes ante él. Tolini ha propuesto una reconstrucción plausible de cómo cayó Babilonia, proponiendo que una porción del ejército persa, bajo el mando del general Gobrias, penetró la puerta Enlil en el lado oeste del Éufrates, luego cruzó el río para tomar los distritos orientales de Babilonia. Esta puede ser la fuente de la historia, registrada por Heródoto, que el ejército persa entró en Babilonia a lo largo del lecho del río, tras haber desviado el curso del Éufrates.
Otro aspecto a considerar es el momento en que ocurrió el ataque, que puede haber contribuido al éxito de la estrategia de Gobrias. Heródoto, Jenofonte y la tradición religiosa hebrea tardía en el libro de Daniel, registran que Babilonia estaba celebrando un festival la noche en que fue tomada. La Crónica de Babilonia registra que Babilonia fue capturada el «16 Tašritu», que fue la noche antes del festival akitu en honor a Sin, el dios de la luna.
La Ciropedia, romance que puede contener un núcleo histórico, expone lo descrito por Jenofonte, quien escribió mucho después cuando estuvo en Persia como uno de los diez mil soldados griegos que lucharon en el bando perdedor en una guerra civil persa, eventos que él contó en su Anábasis. Heródoto también escribió mucho después de los acontecimientos. Por eso es posible que las historias sobre Ciro hayan sido contadas (y embellecidas) por la sociedad de la corte persa y que éstas hayan sido la base de los textos griegos.
En la Ciropedia (7.5.20-33), Jenofonte, de acuerdo con Heródoto (I.292), dice que un ejército combinado de medos y persas ingresó a la ciudad a través de un canal del río Éufrates, que fue desviado hacia las trincheras que Ciro había cavado para la invasión, y que la ciudad no estaba preparada debido a un gran festival que se estaba celebrando. Asimismo, la Ciropedia (7.5.26-35) describe la captura de Babilonia por Gobrias, quien dirigió un destacamento de hombres a la capital y mató al rey de Babilonia. En 7.5.25, Gobrias comenta «esta noche toda la ciudad se entrega a la juerga». Aquellos que se opusieron a las fuerzas bajo las órdenes de Gobrias fueron derribados, incluidos los que estaban fuera de la sala de banquetes. La captura de la ciudad y el asesinato del rey (4.6.3) se describe en la Ciropedia (7: 5.26-30) de la siguiente manera:
«Entonces ellos entraron; y de los que conocieron a algunos fueron abatidos y asesinados, y otros huyeron a sus casas, y algunos levantaron el clamor y el llanto, pero Gobrias y sus amigos cubrieron el grito con sus gritos, como si fueran ellos mismos juerguistas. Y así, abriéndose camino por la ruta más rápida, pronto se encontraron frente al palacio del rey. (27) Ahí el destacamento bajo Gobrias y Gadatas encontró las puertas cerradas, pero los hombres designados para atacar a los guardias corrieron sobre ellos mientras yacían bebiendo alrededor de un fuego ardiente, y se encerraron con ellos allí mismo. (28) A medida que el estruendo se hacía cada vez más fuerte, los que estaban dentro se daban cuenta del tumulto, hasta que, cuando el rey les indicó que entendieran lo que significaba, algunos de ellos abrieron las puertas y salieron corriendo. (29) Gadatas y sus hombres, al ver que las puertas se abrían de par en par, entraron corriendo, pisándole los talones a los otros que se arrancaron otra vez, y los persiguieron a punta de espadas hacia la presencia del rey. (30) Lo encontraron de pie, con su cimitarra en la mano. Siendo más numerosos, se abalanzaron sobre él: y ninguno de su séquito escapó, todos fueron reducidos, algunos volaron, otros arrebataron cualquier cosa que sirviera como escudo y se defendieron lo mejor que pudieron.»
Así, Jenofonte y Heródoto coinciden en que la ciudad fue tomada por sorpresa, en el momento de un festival, y con cierta pérdida de vidas.
🪦 El fin de una civilización milenaria
La caída del Imperio Neobabilónico en 539 a.C. marca el cierre de una era: la de las grandes potencias mesopotámicas autónomas. Con la llegada de los persas, comenzó una nueva etapa imperial, donde las antiguas tradiciones sumerias, acadias y babilónicas serían conservadas parcialmente, pero ya no como expresión de una civilización independiente, sino como parte de un mundo más amplio, multiétnico y centralizado.
Babilonia siguió siendo una ciudad importante bajo dominio persa, griego y romano, pero nunca volvió a ser el corazón de un imperio propio. Su caída simboliza el fin del largo ciclo mesopotámico, iniciado tres mil años antes con las primeras ciudades-estado sumerias. Un ciclo que, sin embargo, dejó una huella imborrable en la historia, la escritura, la religión y la astronomía de la humanidad.
Consecuencias
Tras su caída, Babilonia se encontró bajo dominio extranjero por primera vez. Se estableció un nuevo sistema de gobierno y se desarrolló un estado multinacional persa. Este sistema de gobierno llegó a su apogeo después de la conquista de Egipto por Cambises II durante el reinado de Darío I, y luego recibió su fundamento ideológico en la inscripción de los reyes persas.
Por otra parte, la invasión de Babilonia por Ciro fue facilitada por la existencia de un grupo de la población descontento en la administración del Estado, así como por la presencia de exiliados extranjeros como los judíos, que habían sido instalados en el medio del país. Uno de los primeros actos de Ciro, en consecuencia, fue permitir que estos exiliados volvieran a sus hogares, llevando consigo las imágenes de sus dioses y sus vasijas sagradas. El permiso para hacerlo estaba incorporado en una proclama real, por la cual el conquistador se esforzaba por justificar su reclamo al trono de Babilonia. Se dice que los judíos inicialmente asumieron a los persas como libertadores. Ciro envió a los exiliados judíos de vuelta a Israel desde el cautiverio de Babilonia. Aunque los judíos nunca se rebelaron contra la ocupación persa, se mantuvieron activos bajo el periodo de Darío I consolidando su poder, y bajo Artajerjes I, sin tomar las armas, ni tomar represalias contra el gobierno.
Entre los babilonios, los sentimientos de que nadie tenía derecho a gobernar sobre Asia occidental siguieron siendo fuertes, hasta que Bel y sus sacerdotes consagraron en el cargo a Ciro; y, en consecuencia, asumió el título imperial de Rey de Babilonia. Ciro afirmó ser el sucesor legítimo de los antiguos reyes de Babilonia y el vengador de Bel-Marduk, y se describió a sí mismo como el salvador elegido por Marduk para restaurar el orden y la justicia.
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- Esta obra contiene una traducción derivada de «Fall of Babylon» de Wikipedia en inglés, publicada por sus editores bajo la Licencia de documentación libre de GNU y la Licencia Creative Commons Atribución-Compartir-Igual 4.0 Internacional.
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Eventos posteriores y legado
Babilonia bajo dominio extranjero
Los primeros gobernantes aqueménidas tenían un gran respeto por Babilonia, considerándola una entidad separada o reino unido con el suyo propio en algo parecido a una unión personal. (21) La región era un activo económico importante y proporcionaba hasta un tercio del tributo del Imperio aqueménida entero. (22) A pesar de la atención aqueménida y del reconocimiento de los gobernantes aqueménidas como reyes de Babilonia, los babilonios resentían a los aqueménidas, como lo habían hecho con los asirios un siglo antes. Al menos cinco rebeldes se proclamaron reyes de Babilonia y se rebelaron durante la época del gobierno aqueménida en un intento de restaurar el gobierno nativo: Nabucodonosor III (522 a. C.), Nabucodonosor IV (521-520 a. C.), Bel-shimanni (484 a. C.), Shamash-eriba (482-481 a. C.) y Nidin-Bel (336 a. C.). (23), (24), (21). Las fuentes antiguas sugieren que la revuelta de Shamash-eriba contra Jerjes I en particular tuvo consecuencias nefastas para la ciudad. Aunque no existen evidencias directas, (25) Babilonia parece haber sido severamente castigada por la revuelta. Sus fortificaciones fueron destruidas y sus templos dañados cuando Jerjes asoló la ciudad. Es posible que la estatua sagrada de Marduk, que representaba la manifestación física de la deidad patrona de Babilonia, fuera retirada por Jerjes del templo principal de Babilonia, el Esagila, en esta época. Jerjes también dividió la previamente grande satrapía babilónica (que incluía prácticamente todo el territorio del Imperio neobabilónico) en subunidades más pequeñas. (21)
Ilustración de los habitantes de Babilonia ridiculizando al rey aqueménida Darío I durante la revuelta de Nabucodonosor III en el año 522 a. C. De la Historia de Darío el Grande (1900) de Jacob Abbott. User: पाटलिपुत्र. Dominio Público.

La cultura babilónica perduró durante siglos bajo los aqueménidas y sobrevivió bajo el gobierno de los posteriores imperios helénicos macedonio y seléucida, cuyos gobernantes también aparecen como reyes de Babilonia en documentos civiles babilónicos. (26) Fue bajo el gobierno del Imperio parto cuando Babilonia fue abandonada gradualmente como centro urbano importante y la antigua cultura acadia desapareció por completo. En el primer siglo del gobierno parto, la cultura babilónica todavía estaba viva y hay registros de personas en la ciudad con nombres babilónicos tradicionales, tales como ‘Bel-aḫḫe-uṣur’ o ‘Nabu-mušetiq-uddi’ (mencionados como receptores de plata en un documento legal del 127 a. C.). En esa época, vivían en Babilonia dos grupos importantes reconocidos: los babilonios y los griegos, que se asentaron allí durante los siglos de gobierno macedonio y seléucida. Estos grupos eran gobernados por consejos administrativos locales (es decir, pertenecientes sólo a la ciudad) separados: los ciudadanos babilónicos eran gobernados por los šatammu y los kiništu y los griegos por los epístatas. Aunque no sobreviven listas de reyes antes del Imperio seléucida, documentos de los primeros años del gobierno parto sugieren un reconocimiento continuo de al menos los primeros reyes partos como reyes de Babilonia.
Aunque documentos legales en lengua acadia continuaron en un número ligeramente reducido durante el gobierno de los reyes helénicos, son raros ya en el período del gobierno parto. Los diarios astronómicos que se llevaban desde los días de la antigua Babilonia sobrevivieron durante el gobierno persa y helénico, pero dejaron de escribirse a mediados del siglo I a. C. Es probable que solo un pequeño número de eruditos supiera escribir en acadio en la época de los reyes partos, y los antiguos templos babilónicos se vieron cada vez más escasos de personal y de fondos a medida que la gente se sentía atraída por las nuevas capitales mesopotámicas, como Seleucia o Ctesifonte. (27)
El último documento fechado escrito de acuerdo con la antigua tradición de los escribas en cuneiforme acadia es del año 35 a. C. y contiene una oración a Marduk. Los últimos documentos conocidos escritos en acadio son predicciones astronómicas (por ejemplo, movimientos planetarios) para el año 75 d. C. La forma en que están escritos los signos en estos textos astronómicos da a entender que los lectores no tenían que estar familiarizados con el acadio para entenderlos. (27) Si la lengua acadia y la cultura babilónica sobrevivieron más allá de estos escasos documentos, fueron eliminadas decisivamente alrededor del 230 d. C. con las reformas religiosas introducidas en el Imperio sasánida. Para entonces, los antiguos centros de culto babilónicos ya habían sido cerrados y arrasados. Algunos templos habían sido cerrados durante el período parto temprano, como muchos templos en Uruk, mientras que otros persistieron hasta casi el final del Imperio parto, como el Esagila en Babilonia. (27)
Vista parcial de las ruinas de Babilonia en el actual Irak. User: BotMultichillT. Dominio Público. Original file (2,000 × 1,312 pixels, file size: 1.09 MB).
El legado del Imperio Neobabilónico
Aunque su existencia fue breve en términos históricos —menos de un siglo—, el Imperio Neobabilónico dejó una huella duradera y profunda en la historia de la humanidad. No solo representó el último gran esplendor de la civilización mesopotámica, sino que consolidó una imagen de Babilonia como símbolo de poder, sabiduría, misterio y, para algunos, también de arrogancia y caída.
Antes de las excavaciones arqueológicas modernas en Mesopotamia, la historia política, la sociedad y la apariencia de la antigua Babilonia eran en gran medida un misterio. Los artistas occidentales solían imaginar la ciudad y su imperio como una combinación de culturas antiguas conocidas (normalmente una mezcla de la cultura griega y egipcia) con cierta influencia del gran imperio de Oriente Medio de la época, el Imperio otomano. Representaciones tempranas de la ciudad la muestran con largas columnatas, a veces construidas en más de un nivel, completamente diferentes a la arquitectura real de las ciudades mesopotámicas antiguas reales, con obeliscos y esfinges inspirados en los de Egipto. La influencia otomana ocurría en forma de cúpulas y minaretes salpicando la imaginaria apariencia de la antigua ciudad. (28)
Babilonia es quizás más famosa hoy en día por sus repetidas apariciones en la biblia, donde aparece tanto de forma literal (en referencia a eventos históricos) como alegórica (simbolizando otras cosas). El Imperio neobabilónico aparece en varias profecías y en descripciones de la destrucción de Jerusalén y el posterior cautiverio babilónico. Debido a su sórdida reputación de atrocidades, entre ellas el abuso sexual, en la tradición judía, Babilonia simboliza a un opresor. En el cristianismo, Babilonia simboliza la mundanalidad y el mal. Las profecías a veces vinculan simbólicamente a los reyes de Babilonia con Lucifer. Nabucodonosor II, a veces confundido con Nabonido, aparece como el gobernante más importante en tales narrativas. (29), (30).
El Libro del Apocalipsis en la biblia cristiana se refiere a Babilonia muchos siglos después de que haber dejado de ser un centro político importante. La ciudad está personificada por la «Ramera de Babilonia», montada en una bestia escarlata con siete cabezas y diez cuernos y ebria de la sangre de los justos. Algunos estudiosos de la literatura apocalíptica creen que esta «Babilonia» del Nuevo Testamento es un disfemismo para referirse al Imperio romano. (31)
🏛️ Una capital mítica: Babilonia en la memoria cultural
Bajo Nabucodonosor II, Babilonia alcanzó su máximo desarrollo arquitectónico y urbanístico. La ciudad, con sus enormes murallas, templos, palacios y la célebre Puerta de Ištar, se convirtió en sinónimo de grandeza en el imaginario antiguo. Incluso después de su caída, su nombre evocó asombro: los autores clásicos como Heródoto la describieron como una de las urbes más impresionantes de su tiempo, y en la cultura popular se perpetuó la imagen de los Jardines Colgantes, una de las siete maravillas del mundo antiguo (aunque su existencia real aún se debate).
📜 Influencia en el pensamiento religioso y simbólico
En las tradiciones judías, el Imperio Neobabilónico ocupa un lugar central: fue el responsable del cautiverio de Babilonia, tras la destrucción del Templo de Jerusalén. Este hecho marcó profundamente la identidad del pueblo hebreo y dejó una huella teológica en los textos del Antiguo Testamento, donde Babilonia aparece no solo como potencia opresora, sino como símbolo de idolatría y decadencia espiritual.
Esta imagen se prolongará en el cristianismo primitivo, donde “la gran Babilonia” en el Apocalipsis se convierte en una figura del poder corrupto y mundano. Así, el nombre de Babilonia pasó a ser más que un lugar: se transformó en símbolo universal, cargado de ambigüedad moral.
🌌 Ciencia y saber: herencia mesopotámica transmitida al mundo
La tradición astronómica y matemática desarrollada durante este período fue absorbida por los persas y, más tarde, por los griegos. Las tablillas astronómicas, con sus observaciones precisas de eclipses, ciclos lunares y movimientos planetarios, constituyen los antecedentes más antiguos de la astronomía científica. Este saber sería clave en la construcción del pensamiento científico helenístico y medieval.
En cuanto a la escritura, aunque el cuneiforme desaparecería con el tiempo, su uso en este periodo permitió preservar las grandes obras literarias de la antigua Mesopotamia, muchas de las cuales llegaron hasta nosotros gracias a las copias hechas en los últimos siglos del imperio.
🔚 El último eco de Sumer y Acad
El Imperio Neobabilónico fue la última gran expresión autónoma del mundo mesopotámico, una civilización que había nacido con las ciudades-estado sumerias más de dos milenios antes. Con su caída en 539 a.C., y la entrada de Ciro el Grande en Babilonia, se cerró el ciclo de los reinos nativos de Mesopotamia.
Pero el eco de su cultura —sus templos, su visión del cosmos, sus leyendas y sus logros técnicos— no desapareció. Sobre sus ruinas se edificaron imperios, religiones, mitos y ciencias. Su legado, aunque fragmentado y transformado, continúa siendo parte esencial de la historia universal.
Fuente Wikipedia: Imperio Neobabilónico.
El Imperio Neobabilónico no fue solo un epílogo del mundo antiguo: fue una culminación luminosa y breve de una civilización milenaria. Su poder, su arte, su pensamiento y su religión representan el testamento de una cultura que, aunque cayó, nunca desapareció. Conocer Babilonia es, en última instancia, acercarse a una de las raíces más profundas de la humanidad histórica.
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Conferencia: BABILONIA. De Hammurabi al esplendor Neobabilónico con Nabucodonosor (Mesopotamia 4). EVA TOBALINA.
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1.493.110 visualizaciones Fecha de estreno: 27 may 2021Continuando con nuestro apasionante recorrido por las grandes civilizaciones Mesopotámicas, nos acercamos a Babilonia y los principales imperios que la enriquecieron como su gran capital, singularmente el Imperio Paleobabilónico, en el que destaca con fuerza Hammurabi, tan conocido por el código que lleva su nombre, hasta llegar al Imperio Neobabilónico, cuando Babilonia alcanzó, con Nabucodonosor, su máximo esplendor, objeto principal de esta sesión. Fue impartida por Eva Tobalina, brillante profesora de Historia Antigua, doctora por la Universidad de Navarra y extraordinaria comunicadora, que nos permitirá aprender y disfrutar muchísimo.Aquí tenéis los enlaces a las sesiones del ciclo sobre las grandes civilizaciones que nacieron en Mesopotamia, desde Sumer y los Sumerios a los grandes imperios de los Asirios y de los Babilonios:Mesopotamia. Los Sumerios: donde «empezó la historia». Eva Tobalina• SUMER Y LOS SUMERIOS por EVA TOBALINA… Las Tumbas Reales de Ur. Su apasionante historia y realidad de la gran necrópolis de la capital sumeria (Mesopotamia 2). Eva Tobalina
• SUMER Y LAS TUMBAS REALES DE UR: hist… LOS ASIRIOS, el gran imperio. Poder, terror y fascinación (Mesopotamia 3). Eva Tobalina
• LOS ASIRIOS: poder, terror y fascinac… Babilonia y sus grandes Imperios. De Hammurabi al esplendor Neobabilónico con Nabucodonosor (Mesopotamia 4). Eva Tobalina
• BABILONIA. De Hammurabi al esplendor …
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