La primera moneda de oro verdadera del mundo fue introducida por los lidios, un pueblo de la antigua Anatolia, bajo el reinado de Creso alrededor del 550 a. C. Esta innovación marcó un hito en la historia económica, ya que significó la transición a un sistema de acuñación bimetálica que utilizaba oro y plata refinados en lugar del electrum, una aleación natural de ambos metales.
Creso y su administración desarrollaron un proceso para separar el electrum en sus componentes principales: oro puro y plata pura. Este avance tecnológico permitió emitir monedas con un valor intrínseco claramente definido, estableciendo un estándar monetario confiable. Entre las monedas más notables de este periodo se encuentra el «estado dorado de Creso,» que equivalía a diez estaters de plata. Estas monedas estaban decoradas con un diseño emblemático que representaba un león rugiendo enfrentándose a un toro. Este motivo podría simbolizar al león real de Lidia atacando a las ciudades-estado griegas vecinas, representadas por el toro asociado con Zeus en la mitología helénica.
El sistema de acuñación lidio no solo facilitó el comercio y las transacciones en el mundo antiguo, sino que también estableció un modelo que sería adoptado y perfeccionado por otras civilizaciones, influyendo significativamente en el desarrollo de la economía monetaria en el Mediterráneo y más allá.