Templo de Luxor de noche, iluminado. (Foto actual). Original file (1,280 × 678 pixels, file size: 369 KB). Autor: Blueshade. CC BY-SA 2.0.
El Templo de Luxor, situado en la antigua ciudad de Tebas (actual Luxor), es una de las joyas arquitectónicas del Antiguo Egipto, construido principalmente durante el Imperio Nuevo (c. 1550–1070 a.C.). Este templo fue dedicado al dios Amón-Ra, a su esposa Mut y a su hijo Jonsu, formando la tríada tebana.
Iniciado por el faraón Amenhotep III y ampliado por Ramsés II, el templo destaca por su majestuosa avenida de esfinges, que lo conecta con el Templo de Karnak, y por su pórtico monumental decorado con colosos y obeliscos. Su diseño refleja la grandeza de la arquitectura egipcia, con patios abiertos, salas hipóstilas y santuarios que simbolizan la unión de lo humano y lo divino. Durante las festividades de Opet, el templo se convertía en un lugar clave para los rituales de renovación y fertilidad, consolidando su papel espiritual en la vida religiosa de Tebas.
Introducción:
El arte del Antiguo Egipto es una de las características singulares de la civilización del Antiguo Egipto, con obras monumentales que generalmente tenían carácter simbólico, funerario o religioso.
Aunque el concepto de arte es moderno, es perfectamente utilizable en la arquitectura, escultura, pintura y joyería egipcias, siendo muchas de sus realizaciones auténticas obras de arte y no de artesanía.
Gracias al clima seco de Egipto y a quedar cubiertas por las arenas del desierto (o enterradas por sus propietarios, para gozar de ellas en la «otra vida») nos han llegado en aceptable estado de conservación multitud de auténticas obras de arte, a pesar de la utilización de los monumentos como canteras, las guerras o los innumerables saqueos de tumbas y templos.
Asombra la perfección, delicadeza y monumentalidad del arte egipcio, con un estilo único y característico que surgió durante las primeras dinastías y permanece «casi» inalterado en cuatro milenios de la nueva cultura.
Sobre La arquitectura (del latín architectūra, architectūrae, y este a su vez del griego antiguo ἀρχιτέκτων, architéctōn, ‘arquitecto’ o ‘constructor jefe’, compuesto de ἀρχός, archós ‘jefe’, ‘guía’, y τέκτων, téctōn, ‘constructor’) es el arte y la técnica de proyectar, diseñar y construir, modificando el hábitat humano, estudiando la estética, el buen uso y la función de los espacios, ya sean arquitectónicos, urbanos o de paisaje.
La arquitectura nació en la prehistoria, durante el Neolítico, cuando diversos grupos humanos desarrollaron un estilo de vida sedentario basado en la agricultura. Este nuevo modo de vida conllevó al desarrollo de viviendas estables y recintos ceremoniales, los cuales fueron evolucionando estéticamente a partir de elementos simbólicos presentes en el contexto sociocultural donde se desarrollaban en ese momento. Así surgieron, por ejemplo, los dolmenes y crómlechs en Europa, construidos con enormes bloques de piedra. A medida que las sociedades se hacían más complejas y extensas, surgieron los primeros núcleos urbanos cerrados, con viviendas agrupadas en torno a lugares sagrados. De esta forma nacieron las altas culturas de Oriente Medio: Mesopotamia y Egipto, que legaron numerosas obras arquitectónicas, de las que destacan, por ejemplo, los sistemas de irrigación, los zigurats, los templos y las pirámides.
La arquitectura urbana antigua estaba preocupada por la construcción de estructuras religiosas y edificios que simbolizaran el poder político de los gobernantes. Fueron los antiguos griegos y romanos quienes perfeccionaron la arquitectura, sentando las bases de la arquitectura clásica y convirtiéndola en punto de referencia para los siglos venideros.
- «Definición: Arquitectura». RAE. Real Academia Española. Consultado el 13 de octubre de 2018.
- Clive, Dennis (2010). Gran enciclopedia del saber (National Geographic Society edición). Santiago de Chile: Editorial Amereida S.A. p. 6. ISBN 978-956-8631-19-2.
- Velarde, Héctor. Historia de la arquitectura. México: Fondo de cultura económica. Consultado el 13 de octubre de 2018.
- National Geographic, p.06
Véase también:
La arquitectura del Antiguo Egipto es una de las expresiones artísticas y culturales más impresionantes y duraderas de la civilización humana. Este legado arquitectónico, que abarca más de tres milenios, no solo refleja la destreza técnica y el ingenio de los egipcios, sino también su profunda conexión con la religión, la política y el simbolismo. Desde los primeros mastabas y pirámides del Imperio Antiguo hasta los templos monumentales del Imperio Nuevo, cada construcción estaba impregnada de significado y buscaba perdurar como testimonio eterno de la gloria de sus dioses y faraones.
Uno de los aspectos más distintivos de la arquitectura egipcia es su monumentalidad, lograda gracias al uso de materiales como la piedra caliza, el granito y la arenisca, que permitieron la construcción de estructuras colosales capaces de resistir el paso del tiempo. Las técnicas arquitectónicas avanzadas, junto con una organización laboral impresionante, hicieron posible la creación de algunas de las maravillas más emblemáticas de la antigüedad, como las Pirámides de Giza, el Templo de Karnak y los colosos de Abu Simbel.
La arquitectura egipcia también estaba profundamente influenciada por la geografía y el entorno. El Nilo no solo proporcionaba los recursos necesarios para la vida, sino que también actuaba como un eje central para la planificación urbana y la construcción de templos y tumbas. Las estructuras eran diseñadas para alinearse con fenómenos astronómicos y reflejar la creencia en un orden cósmico (maat) que regía tanto el universo como la sociedad egipcia.
Cada edificio, ya fuese un templo dedicado a una deidad, una tumba destinada a albergar a los faraones en su viaje al más allá, o una pirámide erigida como símbolo de poder y trascendencia, era concebido como un microcosmos cargado de significado espiritual. Además, la decoración de estas estructuras, con relieves, jeroglíficos y esculturas, narraba mitos, rituales y hazañas reales, dejando un registro visual de las creencias y logros de la civilización egipcia.
Explorar la arquitectura del Antiguo Egipto es adentrarse en una expresión material de sus valores, su organización social y su visión del mundo. Este artículo busca ofrecer una mirada detallada a las principales construcciones, estilos y avances arquitectónicos que definieron a una de las culturas más fascinantes de la historia.
Templos de Ramsés II en Abu-Simbel, dedicados a él mismo y a su esposa Nefertari, construidos aproximadamente en el año 1250 a.C, durante el llamado Periodo Nuevo. Los templos fueron tallados en la roca en la orilla del río Nilo, y son famosos por sus enormes estatuas que representan a Ramsés II y Nefertari. Además, los templos fueron reubicados en la década de 1960 para evitar que quedaran sumergidos tras la construcción de la presa de Asuán. Autor: Blueshade. (foto actual). CC BY-SA 2.0. Original file (1,280 × 858 pixels, file size: 454 KB).
Arquitectura del Antiguo Egipto
La arquitectura del Antiguo Egipto que se ha conservado tiene fundamentalmente un carácter funerario. En la arquitectura civil (viviendas, palacios, fortalezas y murallas) se empleó profusamente el adobe como material de construcción, razón por la que se han conservado escasos restos de estos edificios. Los templos y las construcciones funerarias, sin embargo, se edificaban con sillares de piedra, transportados por el río Nilo.
La arquitectura religiosa egipcia surge en una sociedad con un poder político fuertemente centralizado y jerarquizado, con una concepción religiosa de inmortalidad, al principio solo del faraón, que debía reflejar su magnificencia y durabilidad. En consecuencia, se caracteriza por su monumentalidad, especialmente a partir del Imperio Antiguo (2686-2181 a. C.), con el empleo de grandes bloques de piedra, sistema constructivo con dintel y sólidas columnas. Esta arquitectura se consigue gracias a los conocimientos técnicos y al desarrollo de la matemática egipcia, la existencia de artistas y artesanos muy experimentados, bien organizados y la abundancia de piedra caliza y arenisca, fácil de tallar.
Las construcciones más originales de la arquitectura egipcia monumental son los «complejos de las pirámides», los templos y las tumbas (mastabas e hipogeos)
Los templos más característicos se construyeron en el segundo milenio a. C., durante el Imperio medio (c. 2040-1795 a. C.) y el Imperio nuevo (c. 1570-1070 a. C.). No eran ya, como en el Imperio antiguo (c. 2700-2200 a. C.), templos funerarios, sino edificios destinados al culto de la divinidad. Su complejidad y dimensiones, con una monumentalidad hasta entonces reservada a las tumbas reales, reflejan de hecho la posición alcanzada por la casta sacerdotal en la sociedad egipcia. El templo era un lugar reservado a los escogidos (los sacerdotes y el faraón), y al pueblo solo les estaba permitido asistir a las posiciones convocadas fuera del recinto.
Pirámide de Kefrén. Mgiganteus1 de la Wikipedia en inglés. CC BY-SA 3.0. Original file (3,072 × 2,304 pixels, file size: 2.94 MB).
La Pirámide de Kefrén (también conocida como la Pirámide de Khafre) es una de las tres grandes pirámides de Giza, construida para el faraón Kefrén (o Khafre), que fue el hijo de Keops (faraón de la cuarta dinastía egipcia). Esta pirámide, la segunda más grande de las tres, se alza en el complejo funerario de Giza, cerca de El Cairo, y es famosa por su majestuosidad y por su estrecha relación con la Gran Esfinge de Giza, que se encuentra a su lado.
Se estima que la pirámide fue construida alrededor del 2550 a.C., durante el Imperio Antiguo de Egipto. Aunque su altura original era de 143,5 metros (actualmente 136,4 metros debido a la erosión de la piedra caliza de su revestimiento), sigue siendo una de las estructuras más imponentes de la antigüedad. La pirámide de Kefrén es única por su revestimiento de piedra caliza pulida en la parte superior, lo que le daba un acabado brillante y reluciente, que se ha perdido con el paso de los siglos.
En cuanto a su arquitectura, la pirámide fue diseñada con una serie de complejidades, como pasajes internos que conducen a la cámara funeraria de Kefrén. Además, la Gran Esfinge, que representa al faraón con el cuerpo de león, se encuentra alineada con la pirámide, lo que refuerza la relación simbólica entre el poder divino y el faraón.
La Pirámide de Kefrén, al igual que otras estructuras de la época, tiene un profundo significado religioso y simbólico, relacionado con la creencia en la vida después de la muerte y la idea de la divinidad del faraón. Hoy, esta pirámide sigue siendo una de las maravillas más destacadas del patrimonio mundial, mostrando la genialidad arquitectónica y la destreza de los antiguos egipcios.
Enterramientos
Lo más destacado de la arquitectura egipcia son sus enterramientos. Tres fueron los tipos de enterramiento de los faraones egipcios: la mastaba, la pirámide y el hipogeo. Todos ellos muestran la misma estructura básica: una o varias cámaras de oración, pasadizos de comunicación, cámaras falsas y, por último, la estancia funeraria en la que se guardaba el cuerpo momificado. No obstante, también existen diferencias entre los tres tipos de enterramiento. (Álvaro López, Milagros (2006). Historia del arte. Madrid: Anaya.).
El primer sistema de enterramiento empleado fue la mastaba, una tumba sencilla, de forma troncopiramidal, que comenzó a utilizarse a principios del Imperio Antiguo, hacia el año 3000 a. C. La mastaba tiene un nivel subterráneo y un nivel superior. En el nivel subterráneo se encuentra la cámara sepulcral, a la que se accedía a través de largos pozos verticales que se cegaban después de depositar la momia. En el nivel superior estaba la capilla, que imitaba la casa del difunto, donde los familiares podían pasar para depositar ofrendas.
Mastaba de Shepseskaf. Jon Bodsworth –www.egyptarchive.co.uk. Northwest corner of mastaba Faraoun in Saqqarah. Copyrighted free use.

La mastaba de Shepseskaf es la tumba del último faraón de la Cuarta Dinastía egipcia, Shepseskaf, que reinó brevemente entre 2465 a.C. y 2460 a.C. y fue el sucesor de su padre, el faraón Menkauré, conocido por la Pirámide de Menkauré en Giza. La mastaba de Shepseskaf se encuentra en Saqqara, una necrópolis cercana a Menfis, y es única por su diseño, ya que, a diferencia de las otras tumbas reales de su dinastía que fueron pirámides, Shepseskaf optó por una mastaba.
Una mastaba es una estructura funeraria rectangular, de base ancha y techo plano, construida en ladrillos de barro o piedra, que servía como tumba para los faraones y la nobleza. La de Shepseskaf fue notable por su monumentalidad, con una base de aproximadamente 47 x 25 metros y una altura que se estima en alrededor de 8 metros. Aunque no se construyó como una pirámide, la mastaba de Shepseskaf fue igualmente un gran proyecto arquitectónico.
Una característica importante de esta tumba es que se compuso de piedra caliza en lugar de ladrillos de barro, lo que indica la riqueza y el prestigio del faraón, así como la transición entre la tradición de las mastabas y las futuras pirámides de Egipto. Su estructura contiene varios pasajes y cámaras internas, aunque muchos de sus detalles han sido destruidos con el paso del tiempo.
El hecho de que Shepseskaf no construyera una pirámide como sus predecesores, sino que eligiera una mastaba, ha sido interpretado de diversas maneras, sugiriendo una posible disidencia con las costumbres de la dinastía o un intento de regresar a las formas funerarias anteriores. Sin embargo, lo que permanece claro es que esta mastaba sigue siendo una muestra de la evolución en la arquitectura funeraria del antiguo Egipto y un testimonio de la gran historia de la Cuarta Dinastía.
Tras una serie de intentos intermedios, como las pirámides escalonadas (que son una superposición de varios cuerpos de mastaba), se comenzaron a construir las pirámides. Estas adoptaron diversas formas: algunas tenían base triangular, aunque terminó imponiéndose la base cuadrada. Así son las pirámides de la necrópolis de Guiza, construidas para los faraones Keops, Kefrén y Micerino.
Una vez que se enterraba el cuerpo, se cerraban todas las vías de acceso para evitar el saqueo de la momia, cuya destrucción era lo que más se temía. Cuando los saqueadores de tumbas demostraron que las mastabas y las pirámides no eran seguras, comenzó a imponerse el hipogeo, sepulcro excavado en la ladera de una montaña. El lugar con mayor número de hipogeos es la triple necrópolis de Tebas, formada por el Valle de los Reyes, el Valle de las Reinas y el Valle de los Nobles.
Necrópolis de Guiza, a unos veinte kilómetros de El Cairo. Autor: Ricardo Liberato – All Gizah Pyramids. CC BY-SA 2.0. Original file (4,372 × 2,906 pixels, file size: 5.78 MB).
La necrópolis de Giza, ubicada a unos 20 kilómetros al suroeste de El Cairo, es uno de los complejos arquitectónicos y funerarios más impresionantes y reconocidos del mundo antiguo. Este sitio, que data de la Cuarta Dinastía del Imperio Antiguo de Egipto, alberga algunas de las estructuras más emblemáticas de la civilización egipcia, incluidas las tres grandes pirámides de Giza, construidas como tumbas monumentales para los faraones Keops, Kefrén y Micerinos.
El complejo funerario de Giza se extiende sobre una vasta área, con pirámides, mastabas, templos y otras estructuras que sirvieron tanto para rendir homenaje a los faraones fallecidos como para garantizar su viaje al más allá. La Pirámide de Keops (también conocida como Gran Pirámide) es la más grande de las tres y una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Junto a ella se encuentran la Pirámide de Kefrén, notable por su proximidad a la Gran Esfinge de Giza, y la Pirámide de Micerinos, la más pequeña de las tres, pero igualmente imponente.
Además de las pirámides, el sitio de Giza está decorado con una serie de mastabas de nobles, sacerdotes y altos funcionarios, lo que refleja la importancia religiosa y política de la región. La Gran Esfinge, una majestuosa estatua de cuerpo de león y cabeza humana, se erige como un símbolo de la divinidad y poder del faraón, a quien representa.
La necrópolis de Giza no solo fue un centro funerario, sino también un lugar de culto, donde se realizaban rituales destinados a garantizar la inmortalidad del faraón y su unión con los dioses. Las pirámides fueron concebidas como enormes máquinas funerarias, con complejas cámaras y pasajes internos que albergaban los cuerpos momificados de los faraones y sus pertenencias más preciadas.
Este complejo arquitectónico-funerario es considerado uno de los logros más extraordinarios de la arquitectura antigua, y sigue siendo un testimonio del ingenio, la devoción religiosa y la organización social de la antigua civilización egipcia. Además, la necrópolis de Giza ha sido designada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y continúa siendo uno de los destinos turísticos más importantes del mundo.
El paso de un tipo de enterramiento a otro vino, pues, condicionado por la necesidad de garantizar la seguridad de la momia del difunto faraón. El hipogeo acabó revelándose más seguro que las mastabas y las pirámides, como atestigua el hallazgo, casi intacto, del hipogeo de Tutankamón. Muchas momias fueron trasladadas de unos enterramientos a otros para evitar el robo. Grupos de sacerdotes trasladaron los cuerpos embalsamados de sus reyes de tumba en tumba para protegerlas del saqueo, hasta que finalmente varias de ellas fueron llevadas al Valle de los Reyes en la necrópolis de Tebas. Ramsés III, por ejemplo, fue sacado tres veces de su tumba. También cambiaron de lugar Amosis, Amenofis I, Tutmosis II y Ramsés II el Grande, hasta acabar en hipogeos colectivos. (Álvaro López, Milagros (2006). Historia del arte. Madrid: Anaya. ISBN 84-667-2430-3.).
Necrópolis de Tebas, formada por hipogeos. Templo funerario de Hatshepsut, Luxor, Egipto. Es un complejo arquitectónico que incluye varios templos dedicados a velar por el alma del difunto. Foto: Diego Delso. CC BY-SA 4.0. Original file (8,353 × 5,569 pixels, file size: 10.28 MB).
El templo
Ligado a los complejos funerarios, aparece el templo egipcio. En los primeros tiempos, el templo era el lugar para rezar por el muerto y dedicarle ofrendas. Durante el Imperio Medio (c. 2050-1750 a. C.), el templo se independizó y se extendió como edificio autónomo, aunque mantuvo la misma organización espacial. (Álvaro López, 2006, p. 25.).
Los templos suelen estar precedidos de una avenida de esfinges que flanquean la entrada. Esta avenida concluye, en ocasiones, en un obelisco o ante las figuras sedentes del faraón o el dios al que se dedica el templo. La avenida de esfinges llega hasta dos grandes muros de forma troncopiramidal, denominados pilonos, que constituyen la entrada al templo. Tras los pilonos se encuentra un patio porticado, único lugar del templo al que podía acceder el pueblo.
Anexo: La Esfinge egipcia
Esfinge (del griego Σφίγξ) es el nombre helenizado de un ser fabuloso que se suele representar, generalmente, como un león recostado con cabeza humana. Las esfinges fueron ideadas por los antiguos egipcios y forman parte de su compleja mitología. Algunas esculturas de esfinges fueron construidas enfrente de un templo (avenida de las esfinges) con base en la creencia de que cobraban vida y protegían al templo por la noche.
Los antiguos egipcios la denominaron Sheps-anj, que significa «imagen viviente» o «estatua viviente»; después derivó a sefanjes (sephankhes) y posteriormente a esfinge. Heródoto llamó Androesfinge a la egipcia, que tenía rostro de varón a diferencia de la griega, con aspecto femenino y alada. También las había con cabeza de carnero, llamadas crioesfinges, o de halcón, denominadas hieracoesfinges.
La crioesfinge es un ser mítico muy presente en la escultura egipcia. Es un león con cabeza de carnero, a veces con tocado. En el Antiguo Egipto simbolizaba el poder físico y la energía fecundante del dios Amon-Ra, ya que unía la fuerza del león y el ardor de los carneros.
El nombre «crioesfinge» fue acuñado por Heródoto después de ver las esfinges egipcias con cabeza de carnero.
Las crioesfinges son las estatuas que se encuentran en fila frente al templo de Luxor (antigua Tebas), y en los dromos de los templos dedicados a Amón presentes en Karnak y Napata.
Una de las esfinges con cabeza de carnero colocadas a la entrada del Gran Templo de Amón. Foto: Jose Antonio. Una delle sfingi a testa d’ariete poste all’ingresso del Tempio di Karnak. Dominio público. Original file (1,134 × 1,088 pixels, file size: 218 KB).
Hieracoesfinge, en cambio, es un tipo de esfinge que es el nombre de una bestia mítica, un grifo o quimera cuyas representaciones se han encontrado en manifestaciones escultóricas de Egipto y la heráldica europea. Tiene el cuerpo de león y la cabeza aguileña del grifo, que es la de un halcón en Egipto (Horus). El nombre fue acuñado por Heródoto después de ver las esfinges con cabeza de halcón en Egipto. Existe otro tipo de esfinge con cabeza de carnero, que Heródoto llama crioesfinges (criosphinx) y la de cabeza humana llamada androesfinge (androsphinx). La hieracoesfinge es tomada por algunos como un augurio del mal.
Gwynn-Jones, P. Ll. (1998) El arte de la heráldica: orígenes, símbolos, diseños, Londres: Parkgate, ISBN 1-85585-560-7
Relieve de Horus en Edfu. Edfu17.JPG: Rémih derivative work: JMCC1 (talk) – Edfu17.JPG. Wall relief of Horus (hieracosphinx), temple of Edfu, Egypt. CC BY-SA 3.0. Original file (1,536 × 2,048 pixels, file size: 1.48 MB).
Historia. Las esfinges eran símbolo de la realeza, ya que representaban la fuerza y el poder del león, y la vida después de la muerte, motivo por el que aparecen en muchas tumbas en forma de relieve. Durante el Imperio Nuevo se representaron como esfinges a algunos dioses, como Amón.
La mayor y una de las más antiguas representaciones escultóricas es la Gran Esfinge que se encuentra en Guiza. En los últimos periodos fue habitual situar esfinges a ambos lados de las avenidas que conducían a los templos. Entre el recinto del templo de Amón en Karnak y el de Amón en Luxor, existe una avenida procesional (dromos) de varios kilómetros flanqueada por cientos de esfinges con cabezas de carneros o humanas.
La esfinge egipcia ha ido variando a lo largo de la historia, cambiando su apariencia según las tendencias culturales del momento. Se conocen algunas con aspecto femenino: la esfinge de Hetepheres II es la más antigua conocida. La del Museo Barracco de Roma, realizada en granito negro y atribuida a Hatshepsut, y otra conservada en el Museo de El Cairo de la misma reina, sería la imagen de la primera reina-faraón en ser representada en esta forma. Otras reinas cuyo rostro se puede ver en esfinges fueron Mutnedyemet y Nefertiti.
Esfinge en el templo de Luxor. Foto: Diego Delso. CC BY-SA 4.0. Original file (5,792 × 8,688 pixels, file size: 10.65 MB).

Véase también sobre esfinges
- Esfinge mitológica griega
- Gran Esfinge de Guiza
- Gran Esfinge de Tanis
- Esfinge de Taharqo
- Esfinge de granito de Taharqo
- Esfinge de Acoris
- Esfinge de Amenemhat IV
- Esfinge de Hetepheres II
- Esfinge de Hatshepsut
- Pequeña esfinge de Hatshepsut
- Esfinge de Sesostris III
- Esfinge de Alabastro
- Esfinge de bronce de Tutmosis III
Crioesfinges flanqueando el dromos que comunicaba el templo de Amón en Karnak con el embarcadero del Nilo. Diego Delso. Templo de Karnak, Luxor, Egipto. CC BY-SA 4.0. Original file (8,575 × 5,717 pixels, file size: 9.81 MB).
Las crioesfinges son una variante de las esfinges en la iconografía egipcia, en la que el cuerpo de león característico de las esfinges es reemplazado por el de una carnecería o carnero. En este tipo de esfinge, la figura humana (generalmente la cabeza de un faraón o una deidad) sigue siendo la misma que en las esfinges tradicionales, mientras que el cuerpo es el de un carnero, un animal asociado al dios Amón.
Características y Representación. Las crioesfinges tienen una simbología particular en el contexto egipcio, principalmente relacionada con la fuerza, la protección y la relación con la divinidad. El cuerpo de carnero simboliza la fertilidad, la regeneración y el poder divino, ya que Amón, el dios de Tebas y uno de los más importantes en el Imperio Nuevo, tenía la forma de un carnero. Al asociar este animal con la esfinge, se buscaba reforzar la idea de protección divina, de modo que estas figuras actuaban como guardianes de templos o tumbas.
Función. Al igual que las esfinges convencionales, las crioesfinges tenían un propósito protector y, en muchos casos, se utilizaban en las avenidas o en las entradas de los templos y funerarias, donde su presencia simbolizaba la vigilancia y la autoridad del faraón o la divinidad que representaban. A veces, estas esfinges eran colocadas para proteger tumbas o sitios sagrados, y también se utilizaban en procesiones religiosas.
Contexto Histórico. Las crioesfinges se asocian principalmente con el periodo del Imperio Nuevo de Egipto, especialmente durante el reinado de los faraones que tenían una fuerte relación con el culto a Amón, como Tutankamón y otros faraones tebano.
En resumen, las crioesfinges son figuras híbridas que combinan la fuerza y el poder del león con la divinidad y el simbolismo del carnero, reforzando su papel como guardianes protectores en la tradición funeraria y religiosa egipcia.
Referencias bibiográficas sobre las esfinges egipcias
- el-Shahawy, Abeer ; Atiya, Farid (2010). El Museo Egipcio de El Cairo. p. 177.
- Heródoto, Historia II.175.
- Shaw, Ian: Historia del Antiguo Egipto, p. 615.
- Esfinge Archivado el 28 de septiembre de 2008 en Wayback Machine..
- «Esfinges, los guardianes de Egipto.». Archivado desde el original el 18 de enero de 2012. Consultado el 23 de octubre de 2008.
- Begoña del Casal Aretxabaleta: Reflexiones sobre una esfinge del Museo Barracco de Roma. Archivado el 4 de julio de 2009 en Wayback Machine.
- Valtierra Lacalle, Ana. «La imagen de la esfinge: sus orígenes en el arte antiguo y reelaboración visual en la escultura románica», en Las imágenes de los animales fantásticos en la Edad Media, ed. Trea, 2023, pp. 497-523.
- el-Shahawy, Abeer ; Atiya, Farid (2010). El Museo Egipcio de El Cairo. Atiya Press. p. 640. ISBN 977-17-8567-2.
- Fuente original del texto: Artículo Wikipedia: «La esfinge egipcia». El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons. Atribución-Compartir_Igual 4.0.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Esfinge egipcia.
- Valtierra Lacalle, Ana. «La imagen de la esfinge: sus orígenes en el arte antiguo y reelaboración visual en la escultura románica», en Las imágenes de los animales fantásticos en la Edad Media, ed. Trea, 2023, pp. 497-523 [1]
- La Gran Esfinge de Guiza
29°58′31″N 31°08′15″E
(Continuamos. Introducción a la Arquitectura del Antiguo Egipto. El templo.)
Después se abre la sala hipóstila, reservada para los sacerdotes y formada por columnas con cubierta adintelada. A pesar de que los antiguos egipcios conocían la bóveda, su arquitectura es de cubierta plana, haciendo uso del arquitrabe. Es una arquitectura de líneas rectas. El soporte empleado era la columna, con capiteles de diferentes tipos que tomaban como referencia la naturaleza que los rodeaba. ( Álvaro López, 2006, p. 22.).
La sala hipóstila de un templo egipcio es una gran sala interior que se caracteriza por tener un techo sostenido por un conjunto de columnas dispuestas en filas. El término «hipóstila» proviene del griego y significa «bajo las columnas» o «cubierta por columnas», lo que refleja la estructura de la sala. Esta sala era un componente fundamental en la arquitectura de los templos egipcios, especialmente en aquellos construidos durante el Imperio Nuevo.
La función principal de la sala hipóstila era crear un espacio sagrado y majestuoso dentro del templo, destinado a resaltar la relación entre los sacerdotes, los dioses y el faraón. Además de su función estructural, las columnas también cumplían una función simbólica, representando la conexión entre el cielo y la tierra. Estas columnas eran a menudo decoradas con intrincados relieves y jeroglíficos que representaban escenas religiosas, mitológicas y las hazañas del faraón.
Una característica importante de la sala hipóstila es la división en varios niveles de altura de las columnas. Las columnas más altas se colocaban en el centro de la sala, mientras que las columnas en los laterales eran más bajas. Esto permitía la entrada de luz en el interior del templo, creando un efecto impresionante de luz y sombra que reforzaba la atmósfera mística y religiosa.
En términos de función, la sala hipóstila era un espacio donde los sacerdotes realizaban rituales y ceremonias en honor a los dioses, y en muchos casos, se encontraba antes de la cámara del santuario, donde se guardaba la estatua del dios principal del templo. Estos templos solían estar dedicados a una deidad en particular, y el acceso al área más sagrada del templo estaba restringido a los sacerdotes y al faraón.
En resumen, la sala hipóstila era una característica clave de la arquitectura egipcia, proporcionando tanto soporte estructural como un profundo significado simbólico y religioso en el contexto de los templos egipcios.
Sala hipóstila del templo de Amón-Ra en Karnak. (Foto reciente: Diego Delso). CC BY-SA 4.0. Original file (3,925 × 6,263 pixels, file size: 9.57 MB).
Se pueden distinguir al menos cuatro tipos de capitel egipcio:
- Capitel papiriforme, que recuerda la planta del papiro. El capitel papiriforme es un tipo de capitel arquitectónico que tiene su origen en la arquitectura egipcia y se caracteriza por estar decorado con formas estilizadas de tallos de papiro, una planta comúnmente asociada a Egipto, especialmente en el Delta del Nilo. El papiro, que crece en abundancia a lo largo de las orillas del río Nilo, era un símbolo de fertilidad y renovación, y su tallo era un elemento fundamental en el diseño artístico y arquitectónico de la civilización egipcia.
El capitel papiriforme se caracteriza por tallos de papiro que emergen de la base del capitel y se curvan hacia afuera, dando la apariencia de hojas abiertas o flores de papiro. La estructura es vertical en la parte inferior, simulando el tallo de la planta, y tiene una parte superior en forma de flor o hojas de papiro abiertas, simbolizando la expansión o crecimiento. A menudo se encontraba en columnas que se usaban en templos y otras construcciones religiosas, especialmente en el Imperio Nuevo.
Este tipo de capitel se utilizaba para decorar columnas y otras partes de la arquitectura egipcia, y su simbolismo estaba relacionado con la renovación y la vida eterna, conceptos importantes en la religión egipcia. El papiro no solo tenía un papel decorativo, sino también práctico, ya que se utilizaba como material para la escritura en el antiguo Egipto.
En la arquitectura, los capiteles papiriformes eran especialmente prominentes en las columnas de los templos y su uso se extendió más tarde a otras culturas del Mediterráneo oriental, como la arquitectura griega. Los griegos adoptaron este diseño para sus propios templos, aunque con ciertas modificaciones, y lo utilizaron como una de las formas más elegantes de columna, conocida como el orden compuesto.
El capitel papiriforme forma parte de un sistema decorativo que transmite la idea de unión entre lo natural y lo divino, ya que la forma del papiro no solo representaba la vida y la naturaleza, sino también la idea de la transcendencia hacia el más allá. Este estilo de capitel se encuentra principalmente en las columnas de templos egipcios y en edificaciones funerarias.
- Capitel lotiforme, que emula la flor cerrada del loto. El capitel lotiforme es un tipo de capitel arquitectónico que emula la forma de la flor cerrada del loto. Este diseño tiene su origen en la arquitectura egipcia y está estrechamente relacionado con el simbolismo del loto, una planta que crece en las aguas del Nilo y que tenía un gran significado religioso y cultural en el antiguo Egipto. El loto era considerado un símbolo de renacimiento, creación y el ciclo de la vida, ya que florece de forma espectacular cada mañana y se cierra al caer la noche. El capitel lotiforme se caracteriza por su parte superior, que presenta una forma estilizada que imita el cáliz de un loto cerrado. Este capitel se utilizaba en columnas de templos y otras estructuras, y su diseño representaba no solo la belleza natural del loto, sino también la conexión entre lo terrenal y lo divino. El loto, al abrirse al amanecer y cerrarse al anochecer, también simbolizaba el ciclo de la vida y la muerte, así como la eternidad, un concepto central en la religión egipcia. Este tipo de capitel se utiliza principalmente en el orden arquitectónico egipcio, pero más tarde fue adoptado por otras culturas del Mediterráneo, como los griegos, quienes lo integraron en sus propios estilos arquitectónicos, dándole un matiz de refinamiento y simbolismo. El capitel lotiforme, con su forma delicada y simbólica, sigue siendo una de las manifestaciones más distintivas de la arquitectura monumental egipcia.
- Capitel palmiforme, que se abre como las palmeras.
El capitel palmiforme es un tipo de capitel arquitectónico que imita la forma de las palmas, específicamente las hojas de la palmera, abriéndose de manera estilizada en la parte superior de las columnas. Este diseño tiene su origen en la arquitectura egipcia, donde la palmera era un símbolo de vida, longevidad y prosperidad. Las palmas se asocian con la abundancia y la fertilidad debido a su crecimiento en las regiones cálidas y áridas, como el desierto, y su capacidad para florecer en condiciones difíciles.
El capitel palmiforme se caracteriza por una estructura que simula un haz de hojas de palmera dispuestas en abanico, de manera que se extienden desde un eje central, representando la apertura de las hojas de la palmera. Este diseño no solo tiene un significado simbólico relacionado con la vida y la regeneración, sino que también evoca la conexión de Egipto con la naturaleza y el Nilo, cuyo clima favorecía el crecimiento de este tipo de árboles.
Este capitel fue utilizado en columnas de templos y otras estructuras monumentales, y su adopción en la arquitectura egipcia reflejaba la importancia de la naturaleza y el simbolismo asociado a sus elementos vegetales. Con el tiempo, el capitel palmiforme también fue adoptado por otras culturas mediterráneas, como los griegos, quienes lo integraron en sus propios estilos arquitectónicos, ampliando su influencia más allá de Egipto.
- Capitel hathórico, que reproduce la cabeza de Hathor, la diosa egipcia del amor y la felicidad. El capitel hathórico es un tipo de capitel arquitectónico que reproduce la cabeza de Hathor, la diosa egipcia del amor, la felicidad, la música y la maternidad. En la mitología egipcia, Hathor era una de las deidades más importantes y veneradas, y su imagen se asociaba con la protección, la fertilidad y el bienestar. El capitel hathórico toma la figura de la diosa y la incorpora en el diseño de columnas, convirtiéndose en un símbolo de la divinidad protectora y generosa. Este capitel se caracteriza por una representación estilizada de la cabeza de Hathor, con características distintivas como los cuernos de vaca que rodean su cabeza y un sol disco que descansa entre ellos, lo cual es uno de los atributos más icónicos de la diosa. A menudo, el rostro de Hathor se muestra sereno y maternal, reflejando su asociación con el amor y la protección. Los capiteles hathóricos se utilizaban principalmente en templos dedicados a la diosa y en otros edificios religiosos, como una forma de invocar su favor y bendiciones. La presencia de estos capiteles no solo tenía una función decorativa, sino también simbólica, ya que representaban la relación entre el faraón o el templo y la deidad Hathor. Al ser la diosa del amor y la felicidad, su imagen en las columnas reflejaba la armonía divina que se deseaba para las estructuras sagradas y los rituales que allí se realizaban. A través de este tipo de capitel, los arquitectos egipcios integraron profundamente la religión y la cosmovisión egipcia en sus obras monumentales.
La estancia final del templo, a la que únicamente podía acceder el faraón o el sumo sacerdote, es el santuario, que se destinaba a la divinidad. El edificio solía completarse con una serie de estancias más pequeñas para uso de los sacerdotes.
Una característica de los templos egipcios es la progresiva disminución en altura de las diferentes estancias, al tiempo que se va reduciendo la luz que penetra en ellas. De esta manera, se propiciaba un ambiente más recogido en las zonas esenciales. Los templos mejor conservados son los del Imperio Nuevo (c. 1550-1070 a. C.), especialmente los de Luxor y Karnak. Las columnas de la sala hipóstila del templo de Amón-Ra en Karnak miden 25 metros de altura.
Ramesseum: lotiforme. Temple of a million years of Rameses II, Luxor, Egypt. Steve F-E-Cameron (Merlin-UK) – CC BY-SA 3.0. Original file (1,600 × 1,062 pixels, file size: 316 KB).
Ramesseum: lotiforme. Blueshade – Trabajo propio. Foto de 2004. Decorations on column tops inside Ramesseum, part of Theban Necropolis, Luxor, Egypt. CC BY-SA 2.5. Original file (1,280 × 853 pixels, file size: 517 KB).
Anexo: Capitel egipcio
En historia del arte, se denomina capitel egipcio a la tipología de capitel que en la arquitectura del Antiguo Egipto se disponía en el extremo superior de la columna para transmitir a esta pieza estructural vertical la carga que recibe del entablamento horizontal. Además de esta misión estructural, el capitel cumple otra de índole compositiva, pues actúa como pieza de transición entre la columna y el arquitrabe que sirve como dintel.
En la arquitectura del Antiguo Egipto, el capitel egipcio era una pieza fundamental dispuesta en el extremo superior de las columnas, cuya función principal era transmitir la carga que recibía del entablamento horizontal a la columna, asegurando la estabilidad de la estructura. Además de esta función estructural, el capitel desempeñaba un papel compositivo esencial, ya que actuaba como una pieza de transición entre la columna vertical y el arquitrabe horizontal, que servía como dintel. Esta transición era crucial para la integración armoniosa de los elementos arquitectónicos, proporcionando tanto soporte como estética al conjunto. El capitel, como parte del diseño arquitectónico del templo, no solo cumplía con su función práctica, sino que también estaba impregnado de un profundo simbolismo. Los capiteles egipcios solían estar decorados con formas que evocaban la flora local, como el papiro, el loto o la palmera, representando conceptos como la regeneración, el renacimiento y la conexión entre lo terrenal y lo divino. En los templos egipcios, donde las columnas con capiteles formaban parte de grandes salas hipóstilas, estas piezas no solo sostenían el techo, sino que también configuraban el espacio sagrado, guiando al visitante a través de un recorrido arquitectónico cargado de significado religioso. El capitel, por tanto, no solo era un elemento funcional en la estructura del templo, sino también un componente clave en la creación de una atmósfera mística y solemne, contribuyendo a la relación entre el faraón, los sacerdotes y los dioses.
Lajo Pérez, Rosina (1990). Léxico de arte. Madrid – España: Akal. p. 40. ISBN 978-84-460-0924-5.
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Capiteles egipcios dibujados en la expedición de Karl Richard Lepsius. Karl Richard Lepsius (Naumburg an der Saale, Prusia, 23 de diciembre de 1810 – Berlín, 10 de julio de 1884) fue un lingüista, bibliotecario y egiptólogo alemán, el fundador de la ciencia de la egiptología.
Karl Richard Lepsius (1810–1884) – Lepsius-Projekt Sachsen-Anhalt. Drawings of all types of architectural capitals from the Ancient Egyptian civilization. The images were done as a result of scientific expedition from 1842-1845, led by the egyptologist Karl Richard Lepsius. Dominio público. Original file (1,557 × 2,030 pixels, file size: 262 KB).

El speos
Un tipo de construcción funeraria que merece especial atención es el llamado speos, una combinación de templo e hipogeo, excavado en la roca. Los dos de Abu Simbel fueron construidos para cobijar las momias de Ramsés II y de su mujer Nefertari. También es muy conocido el speos de Hatshepsut en la necrópolis de Tebas, no tanto por su arquitectura sino porque está dedicado a la única mujer que reinó plenamente como faraón. (Álvaro López, 2006, p. 22.).
El speos es un tipo de construcción funeraria que combina las características de un templo y un hipogeo, constituyendo una obra arquitectónica excavada directamente en la roca. Este tipo de edificación es una de las manifestaciones más notables de la arquitectura egipcia, destacando por su capacidad para integrar el entorno natural con los elementos arquitectónicos y simbólicos de la religión del Antiguo Egipto. El término «speos» proviene del griego y se utiliza para describir estas estructuras funerarias y ceremoniales que se excavaban en colinas o macizos rocosos, lo que les confería un carácter monumental y una relación íntima con la tierra y el paisaje.
Una de las expresiones más célebres de esta arquitectura son los templos de Abu Simbel, construidos durante el reinado de Ramsés II en el siglo XIII a.C., en la zona de Nubia, al sur del Egipto faraónico. Estos templos, que son dos speos excavados en la roca, fueron concebidos para perpetuar la memoria del faraón y de su esposa Nefertari, pero también para afirmar la presencia y el poder egipcio en una región fronteriza estratégica. El templo mayor está dedicado a Ramsés II y a las deidades Ra-Horajti, Amón y Ptah, mientras que el templo menor está consagrado a Nefertari y a la diosa Hathor. La monumentalidad de estos speos se aprecia no solo en la precisión y el detalle con que fueron tallados, sino también en la disposición de colosales estatuas de Ramsés II en la fachada del templo mayor, que actúan como guardianes de la entrada y representan al faraón en su papel de intermediario entre los dioses y los hombres.
El speos de Abu Simbel no solo es significativo por su arquitectura, sino también por la planificación y los conocimientos astronómicos que evidencian. En el templo mayor, el eje del santuario está orientado de manera que dos veces al año, la luz solar penetra hasta la cámara más profunda e ilumina las estatuas de los dioses y del propio faraón, un evento cargado de simbolismo y poder propagandístico. Este fenómeno refuerza la conexión entre la arquitectura y las creencias religiosas egipcias, en las que el faraón se presenta como un ser divinizado que asegura el orden cósmico.
Otro ejemplo destacado de speos es el templo de Hatshepsut, en Deir el-Bahari, ubicado en la necrópolis de Tebas. Aunque técnicamente no es un speos en el sentido estricto, ya que combina áreas excavadas en la roca con otras construidas al aire libre, su integración con el paisaje y su función funeraria lo sitúan dentro de esta tradición arquitectónica. Este templo, construido durante el siglo XV a.C. por la única mujer que reinó plenamente como faraón en Egipto, está dedicado al culto de Hatshepsut y a la adoración de Amón-Ra. Su diseño, con terrazas escalonadas conectadas por rampas y decoradas con colonnades, demuestra una gran sofisticación arquitectónica y simboliza la unión entre el mundo terrenal y el divino. Aunque el templo es conocido principalmente por su esplendor arquitectónico, también tiene un importante significado histórico y cultural al celebrar la singularidad del reinado de Hatshepsut.
El speos, como forma de arquitectura funeraria, no solo servía como lugar de sepultura, sino también como espacio sagrado para la realización de rituales y ceremonias relacionadas con el culto a los difuntos y a las deidades. Su excavación en la roca tenía un significado simbólico profundo, ya que conectaba las estructuras humanas con la eternidad de la naturaleza y con las creencias sobre la vida después de la muerte. Los templos y speos egipcios no solo eran obras maestras de ingeniería y arte, sino también expresiones de una cosmovisión compleja que unía religión, política y astronomía en una síntesis armónica.
En resumen, el speos es una de las manifestaciones más fascinantes de la arquitectura del Antiguo Egipto. Estas construcciones, al estar excavadas en la roca, demostraban no solo la habilidad técnica de los antiguos egipcios, sino también su capacidad para integrar las creencias religiosas y los valores culturales en sus obras arquitectónicas. Ejemplos como Abu Simbel y el templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari destacan por su monumentalidad, simbolismo y conexión con el paisaje, consolidando al speos como una forma de arquitectura única que sigue fascinando a estudiosos y visitantes por igual.
La arquitectura del Antiguo Egipto se caracteriza por crear un sistema constructivo en sus edificios monumentales, con el empleo de sillares tallados en grandes bloques, y sólidas columnas.
La arquitectura egipcia es conocida por sus monumentales construcciones en piedra, como templos, pirámides y obeliscos. Estas estructuras eran construidas para servir como tumbas, templos religiosos y edificios públicos. Los templos egipcios eran diseñados para honrar a los dioses y eran construidos con piedra caliza y granito.
Las construcciones más originales de la arquitectura egipcia monumental son los «complejos de las pirámides», los templos y las tumbas (mastabas, speos, hipogeos y cenotafios), cuya grandiosidad dependía de la clase social del personaje a enterrar. Las tumbas de varios faraones fueron construidas como pirámides y las mayores son las atribuidas a Seneferu, Keops y Kefrén. La única de las siete maravillas del Mundo Antiguo que aún perdura, la pirámide de Jufu, es un buen ejemplo del grado de perfeccionamiento alcanzado en las ciencias aplicadas.
Los egipcios construyeron monumentales templos dedicados a los dioses, como los de Karnak o Abu Simbel, destacando en ellos su gran impacto simbólico, el tamaño y la gran armonía y funcionalidad de sus espacios. Los arquitectos reales, con sus conocimientos de física y geometría, erigieron monumentales edificaciones y organizaron el trabajo de multitudinarios grupos de artistas, artesanos y trabajadores. El tallado, transporte desde las canteras de Asuán y colocación de pesados obeliscos monolíticos de granito o colosales estatuas, implica un alto nivel de conocimientos. También construían grandes palacios para comodidad del faraón, pero la vida terrenal era menos importante que la de ultratumba, por lo que no eran de piedra y no han tenido la misma duración que tumbas y templos.
Características
La arquitectura del Antiguo Egipto se distingue por su monumentalidad, simbolismo y durabilidad, reflejando las creencias religiosas, políticas y sociales de esta civilización que se desarrolló a lo largo de más de tres milenios. Caracterizada por un profundo respeto por la tradición y una búsqueda constante de perpetuidad, los egipcios concebían sus construcciones no solo como obras funcionales, sino como representaciones eternas de su relación con los dioses y el orden cósmico.
En primer lugar, uno de los aspectos más sobresalientes de la arquitectura egipcia es su escala monumental. Esto es evidente en las pirámides, templos y tumbas, diseñados para impresionar tanto a los contemporáneos como a las generaciones futuras. La elección de materiales duraderos como piedra caliza, granito y arenisca fue clave para garantizar su perdurabilidad. Las piedras se trabajaban con meticulosa precisión, lo que permitía ensamblarlas sin necesidad de mortero. Esta búsqueda de inmortalidad a través de la arquitectura estaba estrechamente ligada a su visión del más allá y a la necesidad de preservar el ka, o espíritu vital, de los difuntos.
Otro rasgo fundamental es el uso de proporciones colosales en esculturas y estructuras. Esta característica tenía un propósito simbólico, ya que buscaba enfatizar el poder divino de los faraones y la conexión entre el reino terrenal y el celestial. Los templos, como los de Karnak y Luxor, se diseñaron para evocar un recorrido ritual desde lo terrenal hacia lo divino, con pilonos imponentes, patios abiertos y salas hipóstilas que conducían al sancta sanctorum, donde residía la estatua de la deidad principal. Estas estructuras estaban alineadas astronómicamente, lo que subrayaba la relación entre la arquitectura y el cosmos.
El diseño arquitectónico egipcio también se caracteriza por su simetría y claridad estructural. Las líneas rectas y las formas geométricas predominan, creando un sentido de orden y estabilidad que refleja el concepto egipcio de maat, o equilibrio cósmico. Los arquitectos egipcios eran maestros en la planificación a gran escala, y sus diseños respondían a una organización meticulosa que priorizaba la funcionalidad ritual y la estética visual.
La decoración desempeñó un papel esencial en la arquitectura egipcia, y su carácter era eminentemente simbólico. Los muros y columnas estaban adornados con relieves e inscripciones jeroglíficas que narraban historias de dioses y faraones, celebraban victorias militares o registraban rituales religiosos. Además, las superficies se pintaban con colores vibrantes, utilizando pigmentos naturales que, aunque han perdido intensidad con el tiempo, aún reflejan el dominio técnico de los artesanos. Las representaciones eran intencionadamente bidimensionales y jerárquicas, enfatizando la importancia relativa de las figuras según su posición social o divina.
La integración de elementos arquitectónicos naturales es otra característica clave. Las columnas egipcias, por ejemplo, a menudo se diseñaban con capiteles que imitaban formas vegetales, como papiros, lotos y palmas, reflejando la conexión espiritual con el río Nilo, fuente de vida y prosperidad para la civilización. Este simbolismo se extendía también a las disposiciones espaciales, ya que muchos templos estaban construidos cerca del río o incluían lagos sagrados que representaban el caos primigenio de donde emergió la creación.
En cuanto a las técnicas constructivas, los egipcios desarrollaron métodos avanzados que permitieron la manipulación y transporte de bloques de piedra de varias toneladas. El uso de rampas, poleas y rodillos demuestra su ingenio técnico y su capacidad para coordinar a grandes contingentes de trabajadores. Las canteras locales proveían la mayoría de los materiales, mientras que piedras más exóticas, como el granito rojo de Asuán, se transportaban largas distancias para proyectos específicos.
El propósito de la arquitectura egipcia no era solo funcional, sino profundamente ritualista. Cada elemento arquitectónico tenía una función específica dentro de los complejos religiosos y funerarios, desde las esfinges guardianas que protegían las avenidas procesionales hasta las mastabas y pirámides que resguardaban las tumbas reales. Los templos, considerados «moradas de los dioses», eran centros de culto, administración y redistribución económica, reflejando la centralidad de la religión en la vida egipcia.
La arquitectura del Antiguo Egipto es una síntesis de simbolismo, técnica y estética, concebida para resistir el paso del tiempo y transmitir un mensaje de poder y trascendencia. Cada detalle, desde la elección de materiales hasta la orientación de los edificios, respondía a un propósito cuidadosamente calculado, haciendo de estas estructuras un testimonio perdurable de una de las civilizaciones más influyentes de la historia.
Trabajadores egipcios. Pintura en la tumba de Rejmira. Maler der Grabkammer des Rechmirê – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202. Dominio público. Original file (2,048 × 1,434 pixels, file size: 270 KB).
La tumba de Rejmira, catalogada como TT100 en la necrópolis de Sheij Abd el-Qurna, en Tebas Occidental, es uno de los monumentos funerarios más representativos del periodo del Imperio Nuevo en el Antiguo Egipto. Rejmira fue un destacado visir durante el reinado de los faraones Tutmosis III y Amenhotep II, ocupando uno de los cargos administrativos más importantes del estado egipcio. Su tumba no solo refleja su posición política y social, sino también la complejidad y riqueza de las creencias funerarias y artísticas de su época.
La tumba sigue la estructura típica de las tumbas privadas tebanas del periodo, adoptando una forma de «T» invertida. Este diseño consta de un pasillo transversal que conduce a una cámara axial y, finalmente, a una cámara más profunda destinada a albergar el sarcófago. Esta disposición no solo facilitaba las ceremonias funerarias, sino que también era simbólicamente significativa, representando el viaje del difunto desde el mundo terrenal hacia el más allá.
Uno de los aspectos más destacados de la tumba de Rejmira es su decoración mural, que constituye una de las fuentes más importantes para comprender la vida cotidiana, la administración y las ceremonias religiosas del Antiguo Egipto. Los relieves y pinturas que adornan las paredes no solo muestran escenas de culto funerario y ofrendas, sino que también destacan las actividades administrativas de Rejmira en su rol como visir. Estas representaciones incluyen registros de tributos extranjeros traídos desde Nubia y el Levante, procesos judiciales y ceremonias de entrega de bienes y servicios al estado.
El estilo artístico de las decoraciones de la tumba combina un extraordinario detalle y realismo con el simbolismo característico del arte egipcio. Las figuras, organizadas en registros horizontales, están representadas con una clara jerarquía de tamaño, en la que Rejmira aparece con mayor escala, enfatizando su posición central en las escenas. Los textos jeroglíficos acompañan muchas de estas imágenes, ofreciendo descripciones y explicaciones de los eventos representados, así como himnos y oraciones para garantizar la inmortalidad del difunto.
Un elemento particularmente notable en la tumba de Rejmira es la representación de los trabajadores artesanos y las técnicas de construcción y manufactura, que aparecen con gran detalle. Estas escenas, además de ser artísticamente destacables, son valiosas desde el punto de vista histórico, ya que brindan información única sobre los métodos de trabajo, las herramientas utilizadas y la organización laboral en el Egipto faraónico.
En términos arquitectónicos, la tumba conserva vestigios de los colores vibrantes que originalmente cubrían las paredes, aunque el paso del tiempo ha reducido su intensidad. Los pigmentos utilizados eran de origen mineral y natural, aplicados con gran habilidad para crear efectos visuales que resaltaban las figuras y el entorno. Los relieves, aunque algo erosionados, muestran una maestría en el tallado que refleja la elevada calidad del trabajo artesanal en este periodo.
La ubicación de la tumba en la necrópolis tebana también es significativa. Como muchas otras tumbas de nobles, la de Rejmira se encuentra orientada hacia el este, simbolizando el renacimiento asociado con la salida del sol y el viaje del difunto hacia la eternidad. Esta conexión con el ciclo solar refuerza las creencias religiosas que subyacen en la arquitectura funeraria egipcia, donde cada elemento del diseño tenía un propósito espiritual.
En resumen, la tumba de Rejmira es un testimonio monumental del poder y la sofisticación del Antiguo Egipto durante el Imperio Nuevo. No solo destaca por su calidad artística y arquitectónica, sino también por el valioso registro histórico que proporciona sobre la vida, la administración y las creencias religiosas de su tiempo. Es un ejemplo emblemático de cómo los egipcios concebían la muerte no como un fin, sino como una transición hacia la inmortalidad, reflejada en la riqueza y detalle de sus tumbas.
Aspectos importantes a recordar:
1. Contexto cultural y religioso: La arquitectura egipcia estaba profundamente ligada a su cosmovisión, religión y culto a los dioses y faraones. Cada construcción tenía un propósito simbólico y ritual.
2. Materiales y técnicas: La piedra caliza, el granito y la arenisca fueron materiales clave. Los avances en ingeniería permitieron la construcción de estructuras colosales.
3. Geografía y recursos: El Nilo fue esencial tanto para el transporte de materiales como para establecer el eje central del desarrollo arquitectónico.
4. Simbolismo: Los monumentos egipcios no solo eran funcionales, sino que también reflejaban la estabilidad, la inmortalidad y el orden cósmico (maat).
5. Evolución estilística: Observa cómo la arquitectura evoluciona desde formas más simples, como las mastabas, hasta templos y tumbas decoradas con gran detalle.
6. Fuentes de inspiración: Considera tanto las tradiciones autóctonas como las influencias externas, especialmente durante los períodos de contacto con otras culturas.
Debido a la escasez de materiales, los dos materiales de construcción predominantemente usados en el antiguo Egipto eran el adobe (ladrillos de barro) y la piedra, fundamentalmente piedra caliza, también piedra arenisca y granito en cantidades enormes. Del imperio antiguo en adelante, la piedra fue reservada generalmente para tumbas y templos, mientras que los ladrillos fueron utilizados en viviendas, incluso en los palacios reales, fortalezas, muros de los recintos de los templos y para edificios en los complejos de los templos.
Muchas de las antiguas ciudades egipcias han desaparecido porque estaban situadas cerca de las zonas cultivables del valle del Nilo, que eran inundadas periódicamente con el lodo del río y se elevaron lentamente durante milenios; o porque los ladrillos de adobe, con que se construyeron, fueron utilizados como fertilizante por los campesinos; otros edificios son inaccesibles, ya que las nuevas construcciones fueron erigidas sobre las antiguas.
El clima de Egipto, afortunadamente seco y cálido, preservó, como la aldea de Deir el-Medina, la ciudad de Kahun del Imperio Medio, o las fortalezas en Buhen y Mirgissa. Por otra parte, muchos templos y tumbas han perdurado porque fueron construidos de piedra, o asentadas en tierras altas, no afectadas por las inundaciones del Nilo.
Así, nuestra información de la arquitectura egipcia antigua se fundamenta principalmente en sus monumentos religiosos, estructuras macizas caracterizadas por su gran tamaño, con muros levemente inclinados y escasas aberturas, repitiendo un método de construcción posiblemente usado para obtener estabilidad en edificios de muros de adobe.
De similar manera, los adornos grabados superficialmente y el modelo de los edificios de piedra pudo haber derivado del tipo y ornamentación de los edificios de muros de adobe. Aunque el uso del arco fue desarrollado durante la cuarta dinastía, todos los edificios monumentales son construcciones adinteladas con muros y pilares, con cubiertas planas conformadas por enormes bloques de piedra apoyados en muros externos y grandes columnas poco espaciadas.
Los muros, exteriores e interiores, así como las columnas y los techos, fueron cubiertos con jeroglíficos e ilustrados con bajorrelieves y esculturas pintadas en brillantes colores. Muchos ornamentos de la decoración egipcia son simbólicos, como el escarabajo sagrado, el disco solar, y el buitre. Otros adornos frecuentes fueron las hojas de palma, de la planta del papiro, y los brotes y las flores del loto. Los jeroglíficos eran parte de la decoración así como los bajorrelieves que narraban acontecimientos históricos o interpretaban leyendas mitológicas.
Notas y referencias
- viaje.jet. «La arquitectura egipcia: características y principales ejemplos». Consultado el 10 de abril de 2019.
- R. G. Blakemore, History of Interior Design and Furniture: From Ancient Egypt to Nineteenth-Century Europe, John Wiley and Sons 1995, p.100
- Blakemore, 1996, p.107
- W. M. Flinders Petrie, Kahun, Gurob, and Hawara, Kegan Paul, Trench, Trübner, and Co., London 1890
- Charles Gates, Ancient Cities: The Archaeology of Urban Life in the Ancient Near East and Egypt, Greece and Rome, Routledge 2003, p.101
- Dieter Arnold, Byron Esely Shafer Temples of Ancient Egypt, I.B.Tauris, 2005
- Blakemore, 1996, pp.107
- Arnold, 2005, ps.204
Anexo: La técnica del Bajorrelieve
El bajorrelieve (también bajo relieve) es una técnica escultórica para confeccionar imágenes o inscripciones en los muros que se consigue remarcando los bordes del dibujo, rebajando el muro y tallando las figuras que sobresalen ligeramente del fondo, con lo que se obtiene un efecto tridimensional.
Esta técnica fue concebida y profusamente utilizada con maestría en el Antiguo Egipto, donde, una vez erigidos los muros y pilonos de los templos, un experto artista, buen conocedor del canon de perfil y de las proporciones sacras, procedía a dibujar el perímetro de las figuras y los rasgos principales, incluso los jeroglíficos que describían la escena; una vez rebajado el contorno y tallado el interior de las figuras, se pintaba todo el conjunto en vivos colores.
El bajorrelieve también es una técnica fotográfica que consiste en copiar, mediante ampliación o por contacto, la imagen en positivo y la imagen en negativo de un mismo tema, ligeramente descentrados, para obtener una imagen con una línea de borde, similar a un bajorrelieve iluminado lateralmente. También se denomina bajorrelieve a las formas o figuras que resaltan levemente del plano general, talladas en tablas de madera o realizadas en los trabajos de troquelado en monedas.
Real Academia Española. «bajorrelieve». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).

En el contexto de la arquitectura egipcia, el bajorrelieve es una técnica escultórica empleada para decorar muros, columnas, pilonos y otras superficies arquitectónicas mediante la talla de imágenes y textos que sobresalen ligeramente del fondo. Este tipo de relieve se caracteriza por su escasa profundidad, lo que le permite mantener una continuidad visual con la superficie de la pared sin romper su uniformidad.
El bajorrelieve en la arquitectura egipcia cumplía una función tanto decorativa como simbólica. Era un medio visual para narrar historias, representar ceremonias religiosas, registrar eventos históricos, honrar a los dioses y perpetuar la memoria de los faraones y altos dignatarios. Los relieves solían ir acompañados de inscripciones jeroglíficas, que proporcionaban contexto, explicaban las escenas o expresaban fórmulas mágicas y oraciones.
Una de las particularidades del bajorrelieve egipcio es que podía presentarse en dos variantes principales:
Bajorrelieve positivo o en relieve realzado: Las figuras se esculpen para que sobresalgan del fondo, dejando la superficie circundante rebajada. Este estilo era común en interiores protegidos, como salas hipóstilas o cámaras funerarias, donde la iluminación era indirecta y se buscaba destacar los contornos mediante el juego de luces y sombras.
Bajorrelieve negativo o en hueco: Las figuras y jeroglíficos se tallan hacia dentro, dejando el fondo sin alterar. Esta técnica era especialmente adecuada para exteriores expuestos a la luz solar intensa, ya que los contornos esculpidos en negativo proyectaban sombras que hacían las imágenes más legibles a lo largo del día.
El bajorrelieve era elaborado con herramientas de cobre, bronce o piedra, empleando técnicas laboriosas que requerían gran habilidad y precisión. Los artesanos trazaban primero los diseños sobre las superficies mediante plantillas o dibujos preliminares y luego procedían a tallarlos. Una vez completados, los relieves se pintaban con pigmentos minerales que aportaban colores vibrantes, intensificando su impacto visual y reforzando el simbolismo de las escenas.
Los temas representados en los bajorrelieves egipcios incluyen escenas mitológicas, ritos funerarios, procesiones religiosas, tributos, batallas y actividades cotidianas. Cada detalle tenía un propósito simbólico y estaba cargado de significado, alineándose con las creencias religiosas y políticas de la civilización.
En suma, el bajorrelieve no solo era una técnica artística en la arquitectura egipcia, sino también una forma de comunicación y perpetuación cultural, que permitía transmitir mensajes eternos y conectar el mundo terrenal con el divino.
La vivienda
La vivienda egipcia estaba constituida por varias habitaciones, alrededor un gran salón con columnas y luz cenital; disponía de terrazas, bodega subterránea y un jardín, al fondo.
Muchas viviendas disponían de patios interiores, de donde provenía la luz, con todas las habitaciones dispuestas en torno al mismo, y sin ventanas al exterior, por la necesidad de protegerse contra el calor.
Las casas egipcias se construían como las de los campesinos fellahs del siglo XX: muros de ladrillo de adobe y terrazas planas de troncos de palmera unidos. La arquitectura popular se caracterizó por su buena adaptación al clima seco y cálido de Egipto.
Los restos de viviendas mejor conservados se encuentran en Deir el-Medina y Tell el-Amarna.
Maquetas de viviendas. Rama y un autor más – Trabajo propio. CC BY-SA 2.0 fr. Original file (2,560 × 1,920 pixels, file size: 571 KB).
La vivienda en el Antiguo Egipto, particularmente la de las clases trabajadoras y campesinas, era un elemento constructivo y arquitectónico diseñado para responder a las necesidades básicas de la población y adaptarse al entorno geográfico y climático del valle del Nilo. Estas viviendas, si bien modestas en comparación con las estructuras monumentales de templos y tumbas, tienen características interesantes que reflejan la vida cotidiana de la mayoría de los egipcios.
Características generales de las viviendas comunes
Diseño y distribución: Las casas eran compactas y funcionales, diseñadas para albergar a familias numerosas en espacios reducidos. Generalmente constaban de una o dos habitaciones principales y, en algunos casos, una azotea plana que se usaba para actividades al aire libre, como dormir durante las noches calurosas, secar alimentos o almacenar herramientas. Las casas más grandes, pertenecientes a familias acomodadas, podían incluir más habitaciones, un patio interior, una cocina separada y áreas para el almacenamiento.
Estructura interna: Las viviendas estaban divididas en áreas para diferentes actividades. En la entrada, a menudo había un pequeño recibidor que conducía a una sala principal donde la familia se reunía. Las habitaciones secundarias se utilizaban para dormir y almacenar bienes. Los muebles eran escasos, consistiendo en camas sencillas, banquetas, cofres y esteras de papiro. Las cocinas, situadas en el exterior o en espacios anexos, contaban con hornos de adobe para cocinar pan y cerámica para almacenar agua y alimentos.
Materiales de construcción: El material predominante en la construcción de viviendas era el adobe, formado por una mezcla de barro del Nilo y paja. Estos ladrillos de adobe eran económicos, fáciles de fabricar y adecuados para el clima seco de Egipto, que evitaba su rápida degradación. El uso de piedra era exclusivo de templos, tumbas y palacios, ya que era un material costoso y reservado para construcciones más duraderas y simbólicas. Las casas también empleaban madera para puertas y techos, aunque este recurso era escaso y caro, por lo que se utilizaban ramas de palma o cañas recubiertas de barro como alternativa.
Josef Durm. Este enlace. Public Domain. Original file (1,102 × 1,038 pixels, file size).
Techos y paredes: Los techos eran planos y estaban hechos de troncos de palma o cañas cubiertos con barro, lo que proporcionaba aislamiento frente al calor. Las paredes, gruesas y sin ventanas o con pequeñas aberturas, ayudaban a mantener el interior fresco durante el día y protegían contra el frío nocturno. Además, estas paredes podían estar encaladas o decoradas con pinturas sencillas, especialmente en las casas de mayor estatus.
Relación con el entorno: Las viviendas estaban diseñadas para aprovechar al máximo los recursos locales y adaptarse al clima extremo del valle del Nilo. Su orientación y disposición buscaban mitigar el calor intenso, mientras que su construcción en zonas elevadas protegía a las casas de las inundaciones anuales del río. En las aldeas, las casas estaban agrupadas de manera compacta, lo que favorecía la convivencia comunitaria y el aprovechamiento eficiente del espacio disponible.
Durabilidad y renovación: Aunque funcionales, las viviendas de adobe no eran muy duraderas y requerían mantenimiento constante debido a la erosión causada por el viento y la humedad. Con frecuencia, las casas eran reconstruidas en el mismo lugar, lo que con el tiempo daba lugar a capas de escombros acumulados conocidas como «tell» o montículos.
Diferencias según el estatus social
Las viviendas de la élite, como los administradores, escribas o sacerdotes, aunque también construidas con adobe, eran más grandes y complejas. Contaban con patios interiores, jardines, pequeños estanques y divisiones más elaboradas en su interior. Por otro lado, las casas de los campesinos y trabajadores eran extremadamente sencillas, reflejando las limitaciones económicas de la mayoría de la población.
Las viviendas del Antiguo Egipto eran un testimonio de la vida cotidiana y de las soluciones ingeniosas desarrolladas para enfrentar los desafíos del entorno. Construidas principalmente con adobe y materiales locales, estas casas ofrecían refugio funcional y adaptado al clima, pero también evidenciaban las marcadas diferencias sociales de la época. Aunque humildes, estas estructuras son esenciales para entender cómo vivían y trabajaban los egipcios comunes, que formaban la base de esta antigua civilización.
El templo
Los templos egipcios son la imagen de la casa del dios. En la época predinástica eran simples capillas de techo arqueado, construidas con elementos vegetales. Durante las primeras dinastías pudieron surgir los primeros templos de adobe. En el Imperio Antiguo, Imhotep erige el primer complejo funerario monumental con piedra labrada, presidido por una pirámide escalonada, surgiendo los primeros templos en piedra, imitando las capillas de estructura vegetal aunque simbólicos, como un decorado, pues no se podía acceder a ellos; en Guiza perduran restos pétreos de templos de Keops, Kefrén y Micerino, faraones de la cuarta dinastía, formado parte de ambiciosos complejos funerarios presididos por inmensas pirámides. Posteriormente surge el Templo Solar, bajo el reinado de Userkaf, el primer faraón de la dinastía V, para representar los rituales de sacerdotes de Heliópolis al dios Ra.
(…)
Anexo: Templo solar egipcio
El Templo Solar egipcio surge con la finalidad de poder representar ritualmente la potencia vivificadora del dios sol Ra, según la concepción religiosa de los sacerdotes de Heliópolis.
En época del reinado de Userkaf, el primer faraón de la dinastía V de Egipto (c. 2500 a. C.), se impone una nueva ideología religiosa, la mística solar del clero de Heliópolis, y se abandona la doctrina de los sacerdotes menfitas. Esta ideología, para escenificar su liturgia, origina una nueva tipología arquitectónica para los templos: el Templo Solar.
Explicación. La apariencia de los templos del sol en el comienzo de la quinta dinastía se asocia con un cambio religioso que tiene sus orígenes en el reinado de Dyedefra, faraón de la cuarta dinastía. Entonces el fortalecimiento del culto al dios sol Ra fue también un cambio en el culto al rey: El faraón había sido considerado como un dios, y ahora era solo el hijo del dios. También hubo cambios en el culto a los muertos. Se crearon santuarios orientados al oeste, lugar donde muere el Sol, asociados, incluso a gran distancia, con las tumbas reales. Ambas estructuras debían facilitar el tránsito al otro mundo del faraón para que pueda reunirse con su padre Ra. Al final de la quinta dinastía llegaron nuevos cambios radicales religiosos, lo que llevó a que dejasen de construirse los Templos Solares; al culto del dios Sol ahora se superpone el de Osiris y el Duat. El faraón Unis es el primero en grabar en las paredes de su tumba los Textos de las Pirámides, un texto desde entonces crucial para la supervivencia en el otro mundo del soberano.
Además del religioso, el culto solar tenía otro significado económico importante, sobre todo cuando se trataba del asociado a una pirámide. Por ejemplo, Neferirkara dejó escrito que las ofrendas para su culto fuesen entregadas en el Templo Solar.
Descripción
Estos templos, descubiertos, se organizaban en torno a un gran pilar rectangular, o «benben», culminado en un «piramidón», precedente de los obeliscos, simbolizando la columna primordial (Nun) sobre la cual se posaba el Sol, y que tenía delante un altar para los rituales. El conjunto estaba rodeado por una muralla. A diferencia de los templos erigidos con anterioridad, carecían de naos o «Sanctasantorum» que albergara la imagen de la divinidad. El Templo Solar de Nyuserra también tiene en su lado norte un edificio alargado con almacenes y en el lado sur de la muralla que lo rodea una Barca solar de adobe.
Al estudiarlos se han podido identificar varias etapas de construcción. Así, al principio se utilizó el adobe que sólo más tarde se sustituyó por piedra. Su tamaño también aumentó significativamente, de la base cuadrada del templo de Userkaf se pasó posteriormente a un rectángulo. El obelisco apareció en una fase posterior, mientras que en los primeros en su lugar se encontraba una columna de madera.
Estos cambios se han utilizado también como una posible explicación de por qué sólo dos de los seis Templos Solares se han encontrado: podría ser que los ladrillos utilizados en su construcción fueran reutilizados más tarde, como se ha demostrado en el de Sahura, o bien que por posteriores gobernantes lo hayan usurpado, como se sospecha que el Templo Solar de Nyuserra es una ampliación del anterior de Neferefra.
Ajetatón «el horizonte de Atón», esto es la ciudad de Amarna, fue la nueva capital egipcia fundada por Ajenatón. Los templos, uno de ellos dedicado al dios solar bajo la advocación de Atón, se construyeron descubiertos para permitir que penetrara la vivificante luz del Sol.
- Jánosi, Peter (2004). «Die Sonnenheiligtümer». en la obra Die Pyramiden Ägyptens. Monumente der Ewigkeit de Hölzl, Christian (pp. 101–107): Ed. Christian Brandstätter. ISBN 3-85498-375-1.
- Verner, Miroslav (2005). «Die Sonnenheiligtümer der 5. Dynastie». Sokar (nº 10): pp. 38-49.
- Vandier, Jacques (1955). Manuel d’archéologie égyptienne. Tomo II, Les grandes époques – L’architecture religieuse et civile. Ed. Picard. pp. 582-594.
Dibujo del Templo Solar de Nyuserra, en Abusir. L’archéologie égyptienne, Gaston Maspero, 1907. Ludwig Borchardt (5 October 1863 — 12 August 1938) – L’archéologie égyptienne, Gaston Maspero, 1907. Restitution of the solar temple of Néousséré in Abousir. Dominio público. Original file (824 × 535 pixels, file size: 72 KB).
Los templos solares egipcios, construidos principalmente durante el periodo del Imperio Antiguo, especialmente bajo la dinastía V, tenían una profunda conexión simbólica, religiosa y política con el culto al dios solar Ra (o Re). Estos templos eran monumentos dedicados a honrar y venerar al Sol como una deidad suprema, fuente de luz, calor, vida y orden cósmico en la cosmovisión egipcia. Su construcción refleja la importancia del culto solar en la religión egipcia y su integración en el poder real.
Simbología y significado
El dios Sol, Ra:
El Sol era considerado la manifestación visible del dios Ra, quien recorría el cielo diariamente en su barca solar. Representaba el ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento, al amanecer, atardecer y renacer al día siguiente. En este sentido, los templos solares estaban dedicados a conectar al faraón y a la sociedad con el orden cósmico que Ra mantenía.Orden cósmico y Maat:
Los templos solares simbolizaban la perpetuación de Maat, el concepto egipcio de verdad, justicia y orden universal, mantenido por el dios Sol. Al construir y mantener estos templos, los faraones reforzaban su rol como intermediarios entre los dioses y los hombres, asegurando la estabilidad cósmica y terrenal.Culto al ciclo solar:
Los templos solares eran espacios rituales que celebraban el recorrido diario del Sol, desde su salida hasta su puesta. Este ciclo estaba asociado con la regeneración de la vida y el triunfo sobre las fuerzas del caos, simbolizadas por la oscuridad y la noche.Simbología arquitectónica:
El diseño de los templos solares incluía elementos arquitectónicos cargados de simbolismo solar. Por ejemplo:
- El obelisco: Representaba un rayo petrificado del Sol y estaba asociado con el dios Ra. Su forma alargada y su punta que se alzaba hacia el cielo simbolizaban la conexión entre la Tierra y los cielos.
- El altar abierto: Permitía que los rituales se realizaran directamente bajo los rayos del Sol, reforzando la conexión directa con la deidad.
- El Benben: Una piedra sagrada en forma piramidal, considerada la morada del dios Ra, que evocaba el montículo primordial donde la creación comenzó según la mitología egipcia.
Funciones de los templos solares
Centro de culto y rituales:
Los templos solares eran espacios dedicados a las ceremonias en honor a Ra. Los rituales incluían ofrendas, himnos y oraciones para agradecer la luz y la vida proporcionadas por el Sol, y para garantizar la continuidad de su ciclo diario.Legitimación del poder del faraón:
Construir un templo solar era una manifestación tangible del poder y la divinidad del faraón. Al asociarse estrechamente con Ra, el faraón afirmaba su papel como hijo del dios Sol y garante del orden cósmico.Conexión con la agricultura:
Dado que el Sol era fundamental para la fertilidad de la tierra y el crecimiento de los cultivos, estos templos también tenían un componente práctico. Los rituales realizados en ellos buscaban asegurar la benevolencia de Ra para mantener las estaciones y las cosechas.Espacio de festividades solares:
En estos templos se celebraban festividades como el Festival de Sed, un ritual de rejuvenecimiento del poder del faraón, y otras conmemoraciones ligadas al ciclo solar y la renovación del cosmos.Construcción y ejemplos destacados
Los templos solares eran menos numerosos que los templos dedicados a otros dioses, pero destacan por su diseño único y su relación con el culto solar. Un ejemplo prominente es el templo solar de Nyuserra en Abu Gurab, construido durante la dinastía V (ca. 2400 a.C.). Este templo incluye un gran altar a cielo abierto, un obelisco monumental y un patio rodeado de muros decorados con escenas de ofrendas y celebraciones.
En el contexto de los templos solares, no había un santuario cerrado tradicional como en otros templos egipcios, ya que el espacio ritual debía estar al aire libre para permitir la interacción directa con los rayos del Sol. Este diseño refleja la esencia misma del culto solar: la adoración al Sol como fuente de vida y símbolo de la divinidad omnipresente.
Los templos solares del Antiguo Egipto no eran solo estructuras religiosas, sino también manifestaciones políticas y cósmicas del orden universal. Honraban al dios Ra, garantizaban la estabilidad del mundo y reforzaban el poder divino del faraón. Con su simbolismo y sus rituales, los templos solares se convirtieron en pilares fundamentales de la espiritualidad egipcia y en expresiones arquitectónicas únicas de una de las civilizaciones más influyentes de la historia.
Facsímil, Minnakht (TT 87). Esta pintura de facsímil copia una sección de la pintura mural en la tumba de Minnakht (TT 87) en el oeste de Tebas. La escena muestra un jardín que rodea un edificio con una gran piscina frente a él. En el registro más bajo, dos hombres están de pie frente a pequeñas mesas de ofrendas. Cada hombre vierte una libación con una mano y sostiene un brasero con incienso encendido con la otra. El facsímil fue pintado en la tumba en 1921 por Charles K. Wilkinson, miembro de la Sección Gráfica de la Expedición Egipcia del Museo. Charles Wilkinson – This file was donated to Wikimedia Commons as part of a project by the Metropolitan Museum of Art. See the Image and Data Resources Open Access Policy. CC0. Original file (3,811 × 2,169 pixels, file size: 2.38 MB).
En el Imperio Medio, destaca el monumental complejo de Hawara, en El Fayum, denominado el «Laberinto» por Heródoto, que lo visitó, y del que apenas quedan restos.
Los templos más monumentales surgen en el Imperio Nuevo. Tipológicamente, están constituidos por:
- Una avenida con esfinges a ambos lados: el dromos
- El acceso, entre dos pilonos (grandes muros trapezoidales) decorados con bajorrelieves policromados, dos obeliscos, estatuas y estandartes
- Un patio descubierto con columnas exentas o conformando pórticos perimetrales: la sala hipetra.
- Una gran sala con columnas, cubierta: la sala hipóstila
- Una pequeña cámara sagrada, de menor tamaño, tenuemente iluminada: el santuario
- Un lago sagrado que servía para representaciones rituales y como reserva de agua potable
- Templos menores anexos, dedicados a diversos dioses, como las mammisi «casas de nacimiento divino»
El templo se completaba con una residencia para sacerdotes, aulas para escribas, archivos-bibliotecas y almacenes de alimentos y materiales. El conjunto se protegía con una muralla perimetral.
Con la graduación de la luminosidad y el tránsito de amplios espacios abiertos a otros menores y cerrados se conseguía un magnífico ambiente para celebrar los ritos religiosos.
Esta disposición arquitectónica enfatiza la división social, pues el pueblo sólo puede llegar hasta los pilonos, los altos funcionarios y militares tienen acceso a la sala hipetra; la familia real puede entrar en la sala hipóstila y los sacerdotes y el faraón al santuario.
Durante el Imperio Antiguo los templos son parte del complejo de la pirámide, o templos Solares. En el Imperio Nuevo se construyen templos monumentales en Deir el-Bahari, Karnak, Luxor, Abidos, y Medinet Habu; posteriormente en Edfu, Dendera, Kom Ombo y File.
Templo de Isis en Filé, con pilonos y un patio cerrado a la izquierda y el edificio interior a la derecha. Autor: Marc Ryckaert – Asuán (Egipto): templo de Filé. CC BY 3.0. Original file (3,831 × 2,000 pixels, file size: 3.77 MB).
Isis es una de las principales diosas de la religión del Antiguo Egipto, cuyo culto se extendió por todo el mundo grecorromano.
El dibujo de la derecha es de origen desconocido, representa a Isis y Horus. (1885). CC BY-SA 2.5.
Aparece por primera vez durante el Imperio Antiguo (c. 2686-2181 a. C.) como uno de los principales personajes del mito de Osiris, en el que resucita a su esposo asesinado, el divino rey Osiris, y engendra y protege a su heredero, Horus. Se creía que ayudaba a los muertos a entrar en la otra vida como había ayudado a Osiris y se la consideraba la madre divina del faraón, a quien se le identificaba con el dios Horus. Su ayuda materna fue invocada en encantamientos de curación para beneficiar a la gente común. En un principio desempeñó un papel limitado en los rituales reales y en los ritos de los templos egipcios, aunque fue más prominente en los ritos funerarios y en los textos mágicos. Por lo general, el arte la retrataba como una mujer que lucía en su cabeza un jeroglífico en forma de trono. Durante el Imperio Nuevo (c. 1550-1070 a. C.), al asumir rasgos que originalmente pertenecían a Hathor, la diosa predominante de épocas anteriores, Isis llegó a ser retratada con el tocado de Hathor: un disco solar entre los cuernos de una vaca.
(…) Art. referencia: La diosa Isis
Los templos egipcios fueron construidos para el culto oficial de los dioses y la conmemoración de los faraones del Antiguo Egipto en las regiones bajo su dominio. Los templos eran vistos como el hogar de los dioses o faraones deificados a quienes eran dedicados, y en ellos los faraones y el clero egipcio llevaban a cabo diversos rituales, las funciones centrales de la religión egipcia: realizar ofrendas a sus dioses, recrear pasajes mitológicos mediante festivales y protegerse de las fuerzas del caos. Estos rituales eran vistos como necesarios para que los dioses mantuvieran la maat, el orden divino del universo.
Nota: El término «faraón» proviene del egipcio per-o («la gran casa», por el palacio donde habitaba el rey), pero este vocablo surgió durante la dinastía XVIII, por lo que no debería aplicarse a reyes anteriores, aunque por lo general se suele extrapolar. Isaac Asimov: Los egipcios, Alianza Editorial, Madrid, 1981, ISBN 84-206-1794-6, p. 82.
El cuidado del hogar de los dioses era obligación de los faraones, que dedicaron grandes cantidades de recursos para la construcción y el mantenimiento de los templos. Por necesidad, los faraones delegaban la mayoría de los rituales en una amplia casta sacerdotal, aunque la mayor parte del pueblo llano permanecía al margen de la participación directa en las ceremonias por tener prohibido el acceso a las zonas más sagradas de los templos. A pesar de ello, el templo siempre fue un importante centro religioso para todos los egipcios, que iban a ellos a rezar, realizar ofrendas y buscar la guía de los oráculos.
La parte más importante del templo era el naos o sancta sanctorum, que normalmente albergaba una imagen de culto, una estatua del dios. Las estancias que rodeaban el santuario crecieron en tamaño y lujo con el paso del tiempo, y así los templos pasaron de simples santuarios en el período predinástico (fines del IV milenio a. C.) a los enormes edificios de piedra del Imperio Nuevo (1550-1070 a. C.) en adelante. Estos templos se encuentran entre los ejemplos más grandes y duraderos de toda la arquitectura egipcia, y aparecen decorados y ordenados según los complejos patrones del simbolismo religioso. Su diseño típico consistía en una serie de salas cerradas, patios abiertos y monumentales accesos flanqueados por pilonos, todo alineado por un eje que marcaba la ruta de los festivales procesionales. En torno al templo propiamente dicho se solía crear un muro que encerraba diversos edificios secundarios. Los grandes templos también poseían gran cantidad de tierras en las que empleaban hasta miles de laicos para satisfacer sus necesidades. Los templos fueron, además de centros religiosos, importantes enclaves económicos. Los sacerdotes que se encargaban de estas poderosas instituciones gozaban de gran influencia en el gobierno de Egipto, y a pesar de su ostensible subordinación al faraón, a veces plantearon significativos desafíos a su autoridad.
La construcción de templos en Egipto continuó a pesar del declive de la nación y su pérdida de independencia bajo el dominio del Imperio romano. Sin embargo, con la llegada del Cristianismo la religión politeísta egipcia tuvo que afrontar una creciente persecución, y el último templo fue cerrado en el 550 d. C. Durante siglos, los templos sufrieron destrucción y abandono. No fue hasta comienzos del siglo XIX, y especialmente tras la invasión napoleónica de Egipto, cuando crecería el interés por el país del Nilo entre los occidentales, dando lugar al nacimiento de la egiptología y al auge del turismo para visitar los restos de aquella civilización. Docenas de templos han sobrevivido hasta nuestros días y algunos son atracciones turísticas de fama mundial, contribuyendo de manera importante a la economía del Egipto moderno. Los egiptólogos continúan estudiando los templos supervivientes y los restos de los destruidos, pues son valiosas fuentes de información sobre la sociedad del Antiguo Egipto.
Funciones
Religiosa
De acuerdo con la mitología egipcia, los templos del Antiguo Egipto eran la residencia de los dioses en la Tierra. De hecho, el término que los egipcios empleaban para definirlos, ḥwt-nṯr, significa «mansión (o recinto) de un dios». (t 1 y 2). La presencia de los dioses en el templo era un nexo de unión entre el mundo divino y el humano, y permitía a estos últimos relacionarse con ellos mediante diversos rituales. Según creían, estos rituales mantenían al dios y le permitían continuar con su papel en la naturaleza, el de garantizar la maat, el orden ideal de la naturaleza y la sociedad humana según las creencias egipcias. (t 3). El mantenimiento de esta maat era todo el propósito de la religión egipcia, (t4) y por lo tanto también del templo. (t 5).
Nota: Muchos egiptólogos, como Wolfgang Helck y Dietrich Wildung, han argumentado que los egipcios en realidad no creían en la divinidad de sus faraones. Sin embargo, su divinidad es constantemente enfatizada en los escritos oficiales, tanto de la corte real como de las instituciones religiosas. Por lo tanto, e independientemente de lo que los egipcios ordinarios creyeran, la naturaleza divina del faraón es clave en la ideología del templo egipcio. (t 6).
Como se creía que el faraón poseía poder divino, el faraón era considerado el representante de Egipto ante los dioses y su más importante defensor de la maat. (t 7). Por ello, su deber teórico era llevar a cabo los rituales en el templo. Aunque no se sabe en realidad con qué frecuencia participaba en las ceremonias, la existencia de templos en todo Egipto hacía imposible que el faraón cumpliera su función en todos ellos y la mayoría de las veces delegaba esta tarea en los sacerdotes. A pesar de ello, el faraón debía asegurar el mantenimiento, la provisión y la expansión de los templos en todos sus dominios. (t 8).
Aunque el faraón delegaba su autoridad, la realización de los rituales era un deber oficial, restringido solo a los sumos sacerdotes. La participación del pueblo llano estaba prohibida en la mayoría de ceremonias, por lo que la actividad religiosa de los laicos tenía lugar en privado o en santuarios comunitarios, fuera de los templos oficiales. A pesar de ello, la condición de vínculo primario entre el mundo humano y el divino que tenían los grandes templos les aseguraba una atracción considerable entre los egipcios de a pie. (t 9).
Bajorrelieve del faraón Seti I (izq.) y el dios Horus. Templo de Osiris, Abidos. Foto: Steve F-E-Cameron. CC BY-SA 3.0. Original file (3,834 × 2,579 pixels, file size: 3.7 MB).
El dios Horus desempeña un papel fundamental en la ideología faraónica y su relación con el faraón Seti I, especialmente en los bajorrelieves del templo de Osiris en Abidos, donde se manifiesta como una deidad protectora, legitimadora y vinculada a la realeza divina. Horus era el dios halcón, símbolo del cielo, la realeza y la victoria, asociado desde tiempos predinásticos con el trono de Egipto. En la tradición egipcia, el faraón se consideraba la encarnación de Horus en la Tierra, un vínculo que consolidaba su poder y aseguraba su posición como intermediario entre los dioses y los hombres.
En los relieves del templo de Abidos, Horus aparece representado junto a Seti I en escenas que destacan su papel como protector y garante del orden cósmico. Estas representaciones son una afirmación de que el faraón gobierna bajo la guía y bendición de los dioses. En estos relieves, Horus entrega símbolos de poder y legitimidad al faraón, como el anj, que representa la vida eterna, y el cetro uas, que simboliza autoridad y dominio. Estas imágenes refuerzan la idea de que Seti I no solo es un líder humano, sino un soberano divino que perpetúa el equilibrio universal establecido por los dioses.
Horus también tiene un papel esencial en el contexto de la mitología osiríaca, profundamente significativa en Abidos. Como hijo de Osiris, Horus es el heredero legítimo al trono divino tras la victoria sobre Seth, el dios del caos. Este mito refuerza la idea de la continuidad dinástica y la restauración del orden tras el caos, principios que son esenciales para el poder faraónico. En el caso de Seti I, estas imágenes no solo legitiman su reinado, sino que también lo conectan con la tradición mítica de Osiris y Horus, subrayando su papel como un renovador del orden cósmico y terrenal.
El templo de Osiris en Abidos, un lugar de gran importancia religiosa, era considerado el centro del culto a Osiris y de la veneración de los faraones como descendientes directos de las divinidades. Los relieves de Seti I junto a Horus no solo refuerzan su autoridad divina, sino que también vinculan su reinado con la herencia espiritual de Egipto, mostrando al faraón como un guardián del legado de los dioses y un garante de la prosperidad del país. Estas imágenes tienen, por tanto, un significado tanto político como religioso, consolidando a Seti I como un soberano divinamente apoyado en un lugar sagrado clave para la identidad egipcia.
Cada templo estaba dedicado a una deidad principal, aunque la mayoría también estaban dedicados a otras divinidades. (t 10). Aunque tuvieran poca o ninguna presencia en los templos, demonios y dioses del hogar estaban implicados en prácticas religiosas mágicas o privadas. También existían dioses que tenían papeles importantes en el cosmos, pero por razones poco claras no eran venerados en templos propios. (t 11). De los dioses que tenían templos propios algunos eran venerados solo en determinadas regiones de Egipto, y aunque gozaban de profunda devoción en lugares concretos, no tenían presencia en todo el territorio. (t 12). Incluso las deidades veneradas en todo Egipto se relacionaban claramente con las ciudades en que se hallaban sus templos principales. En los mitos creacionistas egipcios, el primer templo se construyó como morada de un dios, aunque el nombre de este dios y el emplazamiento del templo en el supuesto lugar desde el que todo se originó variaban según la ciudad. Por lo tanto, cada templo egipcio se asociaba con ese templo primigenio y con ese lugar de creación original. (t 13). Como hogar de la divinidad y como localización mitológica de la fundación de la ciudad, el templo era el centro de su región y el lugar desde el que el dios patrono la controlaba. (t 14).
Los faraones también construyeron templos donde se realizaban ofrendas destinadas a proteger su espíritu en la vida eterna, a menudo vinculados o cercanos a sus tumbas. Estos templos son a menudo llamados «templos funerarios» para distinguirlos del resto, aunque egiptólogos como Gerhard Haeny han dudado de la diferencia entre ambos, pues los egipcios no los llamaban de forma distinta. (t15).
Nota: La frase «mansión de millones de años» es a menudo tomada como la definición egipcia para el templo funerario. Sin embargo, en numerosas ocasiones los egipcios usaron el término para referirse a los edificios sagrados que no son generalmente considerados funerarios, como el templo de Luxor. (t 16).
Tampoco los rituales para los dioses y para los fallecidos eran mutuamente excluyentes, pues el simbolismo alrededor de la muerte se encontraba en todos los templos egipcios. (t17). El culto a los dioses estaba presente en todos los templos funerarios, sobre lo que el egiptólogo Stephen Quirke ha dicho que «en todos los períodos el culto real implicaba a los dioses, pero igualmente… todo el culto a los dioses implicaba al faraón». (t 18). A pesar de ello algunos templos fueron claramente dedicados a conmemorar faraones fallecidos y realizar ofrendas a su espíritu, aunque su propósito exacto es desconocido; quizás se quería equiparar al faraón con los dioses elevándolo a un estatus superior al de otros monarcas. (t 19). En cualquier caso, la dificultad de distinguir entre templos divinos y funerarios refleja la estrecha interrelación entre los dioses y la realeza en las creencias egipcias. (t 20).
Templo funerario
Un templo funerario o templo conmemorativo es un templo construido en zonas adyacentes o en la vecindad de las tumbas reales en el Antiguo Egipto. Estaban destinados a las ofrendas y al culto de un difunto, un faraón deificado, con una sola excepción, el construido a Amenhotep, hijo de Hapu, al oeste de Tebas.
Estos templos formaban el complejo funerario del faraón junto a sus tumbas. Fueron diseñados para conmemorar su reinado, así como para su uso para el culto del faraón después de su desaparición y viaje al Más Allá.
Durante el Imperio Antiguo, con la concepción de las pirámides como monumentos cerrados, fue necesario construir edificios auxiliares para realizar las ofrendas a los difuntos. Se construyeron capillas a este fin que se convertirían en santuarios funerarios de un dios. Ejemplo de esto es el complejo de la pirámide escalonada de Dyoser durante la Dinastía III.
En el caso de las pirámides de Guiza, durante la dinastía IV, se construían los templos funerarios al lado de cada pirámide y se unían a los templos del valle a través de una calzada monumental.
El faraón Sahura de la dinastía V en su complejo piramidal de Abusir fijó las características del templo funerario que seguirían construcciones posteriores. Constaba de una cámara alargada, como santuario, con falsa puerta, seguida de una cámara con cinco nichos que podían tener puertas, para albergar estatuas divinas y reales y un patio porticado con columnas rematadas en capitel y un corredor donde los muros disponían relieves polícromos que representaban actividades diversas, como escenas religiosas donde Sahura presenta ofrendas a las divinidades mayores que alternan con escenas de guerra en donde el soberano, bajo la forma de esfinge arrasa a los enemigos de Egipto, especialmente a los libios.
Durante el Imperio Nuevo, los templos funerarios, al contrario que en épocas anteriores, se construyeron hasta varios kilómetros de distancia de sus tumbas por razones funcionales, pues éstas se excavaban en zonas más seguras y secretas, como en el Valle de los Reyes, lejos de los ladrones y de las posibles inundaciones que pudiesen producirse.
Los templos funerarios tenían planta simétrica y estaban dedicados primeramente a Atón y en segundo lugar al difunto. Según se avanza hacia el sancta sanctorum en el eje central aparecen patios al aire libre seguidos de salas cada vez más en la penumbra, al mismo tiempo que los techos de las salas cada vez son más bajos y el suelo más alto.
Además del culto al difunto, en la zona tebana, los templos funerarios tuvieron un papel destacado en la anual Bella Fiesta del Valle donde se hacía una reafirmación de la unión entre los vivos y los muertos o entre el faraón y los dioses. Se hacían grandes procesiones de un templo a otro, llevando las estatuas del difunto y del dios.
Los templos funerarios o conmemorativos más famosos y evolucionados, conocidos como templos de millones de años por los antiguos egipcios, son el templo funerario de Mentuhotep II de la dinastía XI, el Dyeser-Dyeseru o templo funerario de Hatshepsut de la dinastía XVIII o el Ramesseum encargado por Ramsés II de la dinastía XIX.
Templo funerario de Hatshepsut. © Vyacheslav Argenberg. Este enlace. La estructura columnada del Templo de Hatshepsut. El Templo Funerario de Hatshepsut está construido en un acantilado que se eleva abruptamente sobre él. Tiene más de 90 pies (30 m) de altura. Es un punto de inflexión en la geometría megalítica del Reino Antiguo. Meseta Tebana, Colinas Tebanas, Tebas, Luxor, Uaset, Egipto. CC BY 4.0. Original file (3,072 × 2,048 pixels, file size: 4.84 MB).
El templo funerario de Hatshepsut, conocido como Djeser-Djeseru, «El Sublime de los Sublimes», es uno de los monumentos más destacados del Antiguo Egipto. Situado en Deir el-Bahari, en la orilla occidental del Nilo frente a Tebas, este templo tenía una función multifacética. Principalmente, servía como lugar de culto funerario para Hatshepsut, asegurando su tránsito al más allá y la perpetuación de su memoria como faraón divino. También estaba dedicado al culto del dios Amón-Ra, reforzando el vínculo entre la reina y la deidad principal del panteón egipcio, lo que legitimaba su reinado. Además, el templo funcionaba como un centro de celebraciones religiosas, incluyendo la Fiesta del Valle, un festival anual en el que las estatuas de los dioses cruzaban el Nilo desde Karnak para visitar los templos funerarios de los faraones.
Hatshepsut fue una de las figuras más fascinantes de la historia egipcia, gobernando durante la dinastía XVIII en el Reino Nuevo. Aunque inicialmente actuó como regente para su joven hijastro Tutmosis III, asumió plenamente el título de faraón, rompiendo con las normas tradicionales que reservaban esta posición para hombres. Hatshepsut se presentó como una soberana legítima, incluso adoptando elementos iconográficos masculinos, como el uso de la barba ceremonial, para reforzar su autoridad. Su reinado estuvo marcado por un período de estabilidad, prosperidad económica y avances culturales. Hatshepsut promovió grandes proyectos arquitectónicos, siendo su templo funerario uno de los más ambiciosos, y fortaleció el comercio exterior, destacándose la expedición a la tierra de Punt, un viaje que trajo riquezas exóticas como incienso, mirra y maderas preciosas.
El templo funerario de Hatshepsut también refleja su intento de consolidar su legado y su conexión con los dioses. A través de sus relieves, el templo narra episodios importantes, como su nacimiento divino, en el que se afirma que fue concebida por Amón-Ra, lo que reforzaba su estatus divino. A pesar de los esfuerzos de Hatshepsut por asegurar su memoria, después de su muerte, su sucesor Tutmosis III ordenó la eliminación de muchas de sus inscripciones y representaciones, en un intento de borrar su reinado de la historia oficial. Sin embargo, su templo funerario permanece como un testimonio de su ambición, visión y habilidad para superar las convenciones de su época, dejando un legado duradero como una de las pocas mujeres faraón en la historia de Egipto.
Tebas Oeste. El color verde indica la tierra cultivada y el amarillo, el comienzo de la zona desértica, donde se situaban los templos funerarios que se relacionaban con sus tumbas del Valle de los Reyes. Original file (1,749 × 1,232 pixels, file size: 690 KB). Autor: Luna92. CC BY-SA 3.0.
Económica y administrativa
Los templos fueron centros clave de actividad económica. Los más grandes necesitaban enormes cantidades de recursos y empleaban decenas de miles de personas entre sacerdotes, artesanos y obreros. (t 21). El funcionamiento económico de un templo era similar al de una gran casa egipcia, con sirvientes dedicados a la atención del dios de la misma manera que lo harían con el dueño de una propiedad. Esta similitud se refleja en el término egipcio para las tierras de un templo y su administración, pr, que viene a significar «casa» o «bienes». (t 15).
Algunos de los suministros del templo eran donaciones directas del faraón. En el Imperio Nuevo, cuando Egipto era un poder imperial, estas donaciones provenían de los botines de las campañas militares o de los tributos entregados por reinos subyugados. (t 23). El faraón también podía recaudar impuestos que iban directamente al templo, (t 24) mientras que otros ingresos procedían de donaciones particulares, como tierras, esclavos o bienes a cambio de servicios sacerdotales, como el rezo por sus almas en el más allá. (t 25).
Bajorrelieve con personificaciones de varios nomos (provincias egipcias) entregando ofrendas. Gran Templo de Abidos. (Templo 26). CC BY-SA 3.0. Original file (1,568 × 992 pixels, file size: 360 KB). Olaf Tausch, crop by User:A. Parrot – File:Abydos Tempel Ramses II. 35.JPG. Personified nomes bear offerings to the temple of Ramesses II at Abydos.
Sin embargo, gran parte del sustento económico del templo venía de sus propios recursos, especialmente de grandes extensiones de tierras situadas extramuros que incluso podían encontrarse a mucha distancia. La propiedad más valiosa era la tierra de cultivo, que producía grano, fruta o vino y mantenía al ganado. Los templos podían explotar directamente esas tierras, arrendarla a los agricultores por una parte de la producción o gestionarlas conjuntamente con la administración real. Los templos también enviaban expediciones al desierto, donde conseguían productos como sal, miel, animales de caza o minerales preciosos. (t 27). Algunas de estas instituciones religiosas poseían flotas de barcos que utilizaban para comerciar a lo largo del Nilo o incluso fuera de las fronteras egipcias. Así pues, como dice Richard H. Wilkinson, los bienes del templo «a menudo representaron nada menos que una porción del propio Egipto». (t 28). Como grandes centros económicos y lugares de trabajo de una parte importante de la población, los recintos templarios eran una parte clave de las ciudades egipcias en que se situaban. Asimismo, cuando un templo se fundaba en tierra deshabitada, una nueva ciudad se creaba para darle sustento. (t 29).
Todo este poder económico estaba en última instancia en poder del faraón, y la administración real podía ordenar a un templo desviar parte de sus recursos a otro menor para apoyar su expansión, pues estaba sujeto al sistema estatal de corveas. (t 30). Con ello el faraón podía incrementar los ingresos de un templo dedicado a un dios al que estuviera agradecido, y los templos funerarios de gobernantes recientes tendían a desviar recursos a los de faraones muertos tiempo atrás. Por otra parte, el faraón también podía ordenar a los templos proporcionar suministros para otros fines, caso de los templos funerarios de la necrópolis tebana, que supervisaron la provisión de los trabajadores de Deir el-Medina que construían las tumbas reales. (t 31). La forma más drástica de control de las propiedades del templo era revisar por completo la distribución de sus propiedades a lo largo de todo el reino, algo que podía implicar el cierre de algunos templos y alterar significativamente el panorama económico de Egipto. (t 32). Por lo tanto, estos templos fueron importantes instrumentos con los que los faraones controlaron los recursos y los habitantes de su reino. (t 33). Sin embargo, como supervisoras directas de su propia esfera económica, las administraciones de los grandes templos ejercían una influencia considerable que podía desafiar la autoridad de un faraón débil, (t 34), aunque no está claro cuál era su independencia. (t 35).
Una vez que Egipto se convirtió en provincia romana, los oficiales romanos trataron de limitar el poder e independencia de los templos. Les impusieron el pago de impuestos al gobierno por las tierras que poseían o la entrega de estas al estado romano a cambio de recibir un estipendio gubernamental. (t 36). Sus cultos fueron minuciosamente regulados, menos autónomos y más dependientes de las donaciones del gobierno y de varias pequeñas fuentes de ingresos. (t 37 y 38).
Desarrollo temprano
Los santuarios más antiguos conocidos aparecieron en Egipto en el Período Predinástico, a fines del IV milenio a. C. Estos primigenios edificios se hicieron con materiales perecederos como la madera, esteras de caña y adobe. (t 39). A pesar de la transitoriedad de estas antiguas construcciones, el arte egipcio posterior continuó usando y adaptando elementos de ellos, evocando los antiguos santuarios para sugerir la naturaleza eterna de los dioses y los lugares en que habitaban. (t 40)
A comienzos del Período Arcaico (c. 3.100-2.686 a. C.) los primeros faraones construyeron complejos funerarios en el centro religioso de Abidos siguiendo un patrón general único: recinto cuadrangular de adobe y montículo de tierra en su centro. (t 41) No está claro si, en esta primera etapa, los templos de otras zonas de Egipto recibían patronazgo real o solo estaban influidos por el estilo de los templos reales. (t 42). En cualquier caso, en el Imperio Antiguo (c. 2686-2181 a. C.) que siguió al período arcaico los monumentos funerarios reales sufrieron una tremenda expansión, mientras que la mayoría de templos consagrados a las divinidades permanecieron relativamente modestos. Ello sugiere que la religión oficial en este período enfatizó el culto al faraón divino por encima del culto directo a los dioses. (t 43). Los dioses estrechamente relacionados con el faraón, como Ra, recibían más donaciones reales que el culto a otras divinidades; (t 44) un ejemplo es el templo de Ra en Heliópolis. (t 45) Mientras, los pequeños templos provincianos mantuvieron diversos estilos locales del período predinástico, sin influencias por parte de los lugares de culto real. (t 46).
Reconstrucción del complejo funerario del faraón Dyedkara Isesi del Imperio Antiguo. Neithsabes – Trabajo propio. Reconstruction drawing of the pyramid complex of Djedkare Isesi and his unknown queen. CC BY 3.0. Original file (1,167 × 667 pixels, file size: 507 KB).
La expansión de los monumentos funerarios comenzó durante el reinado de Zoser, que construyó su complejo enteramente de piedra y remplazó el montículo intramuros por una pirámide escalonada en cuyo interior fue enterrado. En el resto del Imperio Antiguo, tumba y templo se aunaron en elaborados complejos piramidales de piedra, (t 47), cerca de los cuales existía una villa que daba suministro a sus necesidades, de la misma manera que los pueblos que abastecerán a los templos a lo largo de la historia egipcia. El faraón Snefru introdujo novedades, pues comenzando con su primera pirámide en Meidum, mandó construir complejos piramidales simétricos a lo largo de un eje este-oeste, con un templo del valle a orillas del Nilo comunicado con otro templo situado al pie de la pirámide. Los sucesores inmediatos de Snefru siguieron este patrón, pero a fines del Imperio Antiguo los complejos piramidales combinaban diferentes elementos tanto de la distribución a lo largo de un eje como del plan rectangular de Zoser. (t 48) Para abastecer a los enormes complejos piramidales los faraones fundaron nuevas ciudades y fincas agrícolas en las tierras sin explotar a lo largo de Egipto. El flujo de productos desde estas tierras al gobierno central y los templos ayudó a unificar el reino. (t 49).
Los gobernantes del Imperio Medio (c. 2055-1650 a. C.), que reunificaron el país tras su colapso, continuaron construyendo pirámides y complejos a ellas asociados. (t 50). Los pocos restos que se conservan de los templos del Imperio Medio muestran que sus trazados se hicieron perfectamente simétricos y en los templos dedicados a las divinidades se comenzó a hacer un uso mayor de la piedra. El patrón de templo con un santuario tras una sala de columnas aparece ya frecuentemente en este período, y a veces estos dos elementos estaban precedidos por patios abiertos, presagiando el diseño de templo estándar utilizado en etapas posteriores. (t 51).
Imperio Nuevo
Con mayor riqueza y poder durante el Imperio Nuevo (c. 1550-1070 a. C.), Egipto destinó aún más recursos a sus templos, que se hicieron más grandes y complejos. (t52) Los cargos de sumos sacerdotes se convirtieron en permanentes en lugar de rotativos, y una vez más se hicieron con una importante parcela del poder en Egipto. Es posible que, con la expansión de la influencia de los templos, las celebraciones religiosas que hasta entonces habían sido públicas fueran absorbidas por los cada vez más importantes festivales rituales de los templos. (t53). El dios más importante de este período fue Amón y los sacerdotes de su principal centro de culto, el recinto de Amón-Ra en Karnak, Tebas, alcanzaron una enorme influencia política. (t54) .
Muchos templos fueron entonces erigidos enteramente de piedra y su plan general quedó fijado: sancta sanctorum, salas, patios y accesos flanqueados por pilonos, todos orientados a lo largo de la ruta de las procesiones de los festivales. Los faraones del Imperio Nuevo dejaron de erigir pirámides como monumentos funerarios en favor de tumbas alejadas de sus templos funerarios. Sin pirámides en torno a las que organizarse, los templos funerarios comenzaron a distribuirse según el mismo plan que los dedicados a los dioses. (t56)
Pilono de entrada al Templo de Lúxor, uno de los templos más importantes del Imperio Nuevo. (t55). Foto: Ad Meskens. CC BY-SA 3.0. Original file (3,604 × 2,045 pixels, file size: 5.23 MB).
A mediados del Imperio Nuevo el faraón Akenatón convirtió al dios Atón en la única divinidad del culto oficial y abolió el culto a todas las demás deidades. Los templos tradicionales se descuidaron en favor de los nuevos dedicados a Atón, cuyo diseño y construcción difería notablemente. Pero esta revolución religiosa de Akenatón fue abolida poco después de su muerte, los templos tradicionales reinstaurados y los dedicados a Atón desmantelados. Los faraones posteriores emplearon aún más recursos a los templos, particularmente Ramsés II, el más prolífico constructor de monumentos de toda la historia egipcia. (t52). La influencia religiosa de la casta sacerdotal aumentó a la par que su riqueza: los oráculos de los templos, controlados por los sacerdotes, fueron un recurso cada vez más popular para tomar decisiones. (t57). El poder faraónico se desvaneció y en el siglo XI a. C. los sumos sacerdotes de Amón fueron capaces de tomar el control de todo el Alto Egipto, dando así inicio a la fragmentación política denominada Tercer Período Intermedio (c. 1070-664 a. C.). (t58).
Con el derrumbamiento del Imperio Nuevo cesó para siempre la construcción de templos funerarios. (t59). Sin embargo, algunos gobernantes del Tercer período intermedio, como los de Tanis, (t60) fueron enterrados dentro de los templos divinos, continuando así la estrecha relación entre templo y tumba. (t61).
Evolución tardía
En el Período Tardío (664-323 a. C.) el debilitado estado egipcio quedó a merced de varias potencias extranjeras, experimentando solo períodos ocasionales de independencia. Muchos de estos gobernantes foráneos fundaron o ampliaron templos con la finalidad de reforzar su pretensión al trono de Egipto. (t62). Los faraones de Kush de los siglos VIII y VII a. C. restauraron el templo de Karnak y adoptaron el estilo de arquitectura templaria egipcia en las construcciones de su originaria Nubia, donde dieron comienzo a una larga tradición de sofisticada construcción de templos nubios. (t63). En estos siglos confusos la fortuna de varios templos cambió, pero la influencia de la casta sacerdotal en general se mantuvo. (t62)
Mammisi de época romana en el Templo de Dendera. Foto: Olaf Tausch. CC BY 3.0. Original file (4,263 × 3,197 pixels, file size: 7.52 MB).
El Mammisi del Templo de Dendera es una estructura emblemática que corresponde a la última etapa de la civilización egipcia, construida durante el período grecorromano, alrededor del siglo I d.C. Este edificio, cuyo nombre proviene del término copto que significa «lugar de nacimiento», estaba dedicado al culto de la maternidad divina y simbolizaba el lugar donde la diosa Hathor daba a luz a su hijo Ihy, el joven dios de la música y la alegría. La función principal del Mammisi era recrear y celebrar el nacimiento divino de Ihy, un evento que simbolizaba la renovación de la vida, la fertilidad y el ciclo eterno del cosmos. Este concepto estaba intrínsecamente ligado a la continuidad del reinado del faraón, quien era considerado la encarnación del hijo divino.
El Mammisi de Dendera es un edificio independiente situado en el recinto del Templo de Hathor, uno de los complejos religiosos mejor conservados de Egipto. Su arquitectura y decoración son un testimonio de la influencia romana en el arte egipcio, mezclando elementos tradicionales con innovaciones estilísticas introducidas por los conquistadores. Sus relieves presentan escenas elaboradas que representan el nacimiento divino, rituales asociados a la maternidad y representaciones de deidades como Hathor, Bes (protector de los partos) y el propio Ihy. Estas imágenes destacan por su detalle y belleza, mostrando la habilidad artística de los sacerdotes y artesanos de la época.
El Mammisi también cumplía una función simbólica en el contexto religioso y político, ya que reforzaba la conexión entre la dinastía gobernante y la continuidad divina, legitimando así el dominio romano sobre Egipto al mostrar a los emperadores romanos participando en ceremonias tradicionales. Este tipo de estructuras, aunque pertenecen a un período tardío de la historia egipcia, son una demostración de cómo las creencias religiosas y las prácticas culturales se adaptaron a los cambios políticos, manteniendo al mismo tiempo la esencia de las antiguas tradiciones egipcias. El Mammisi de Dendera, con su fusión de influencias culturales, es un testimonio único de la rica herencia religiosa y artística de Egipto en la era grecorromana.
A pesar de la agitación política, el templo egipcio continuó evolucionando sin adoptar apenas influencias extranjeras. (t64). Considerando que la construcción de templos anteriores en su mayoría se centró en dioses masculinos, las deidades femeninas e infantiles se hicieron más importantes. Los templos se centraron en actividades religiosas más populares como los oráculos, cultos de animales y oraciones. (t65). Continuaron desarrollándose nuevas formas arquitectónicas, como quioscos cubiertos frente a las puertas de acceso, estilos de columnas más recargados y los mammisi, edificios para la celebración del nacimiento mítico de un dios. (t66). A pesar de que el último estilo de los templos se había desarrollado en el último período de gobierno nativo, muchos de sus ejemplos datan de la época de la dinastía ptolemaica, los reyes helenos que gobernaron como faraones durante casi 300 años. (t67)
Tras la conquista por parte de Roma del reino ptolemaico en el año 30 a. C., los emperadores romanos asumieron el rol de gobernantes y patrones de los templos. (t68). Los fondos otorgados por Augusto y los emperadores del siglo I d. C. fueron disminuyendo hacia el siglo III d. C. debido a las penurias económicas del imperio, cuando ya algunos grandes templos estaban en estado de progresiva ruina. (t69). A pesar de ello, la construcción de templos continuó hasta el siglo IV d. C., (t70), cuando el ascenso de los emperadores romanos cristianos llevó a que los templos perdieran su tradicional apoyo económico estatal, sus tesoros disminuyeran y los ingresos se destinaran a la creación de iglesias. (t71). En el 391 d. C. todos los cultos paganos fueron prohibidos por Teodosio I y ese mismo año el Serapeum de Alejandría fue destruido por los cristianos. (t72) Los ataques a los paganos y sus templos se extendieron por todo Egipto (t73) y, en el año 550 d. C., Filé, el último gran templo en funcionamiento que restaba en el país del Nilo, fue cerrado. (t74).
Ver nota: Los emperadores cristianos permitieron a Filé continuar funcionando más tiempo que a otros templos porque era un lugar sagrado para los nubios que vivían inmediatamente al sur, más allá de las fronteras del reino. (t75). Bajo Justiniano I esta política fue abolida y el templo cerrado por la fuerza. (t61).
Bibliographisches Institut – vol. 2 of the 4th edition of Meyers Konversations-Lexikon. Architecture. Public Domain. Original file (2,048 × 1,711 pixels, file size: 611 KB).
Construcción
Los templos se erigieron a lo largo de todo el Alto y el Bajo Egipto, así como en los oasis del desierto de Libia bajo control egipcio, hasta Siwa, y en puestos avanzados como Timna, en la península del Sinaí. En los períodos en que Egipto controló Nubia los gobernantes del Nilo construyeron templos allí, tan al sur como Gebel Barkal. (t76) La mayoría de ciudades de Egipto tenían un templo, (t77) pero en algunos casos, como los templos funerarios o los templos de Nubia, se creaban de nueva planta en tierras antes deshabitadas. (t78). El emplazamiento exacto del templo era decidido por motivos religiosos, y podría ser el lugar de nacimiento o enterramiento mítico de un dios. La orientación del templo podía decidirse para alinearlo con lugares de significado religioso, como un templo vecino, el nacimiento del sol o la posición de alguna estrella. Por ejemplo, el gran templo de Abu Simbel, está alineado de tal manera que dos veces al año los rayos del sol naciente iluminan las estatuas de los dioses en el sancta sanctorum. La mayoría de los templos, sin embargo, se alinearon hacia el Nilo, con un eje que corre aproximadamente de este a oeste. (t79).
Ver nota: Dado que el eje fue alineado a 90° de la corriente del río que generalmente discurría sur-norte, las irregularidades en el curso del Nilo provocaban que esta orientación no siempre fuera acorde con las corrientes auténticas. (t79).
La construcción del templo propiamente dicha iba precedida de una serie de complejos rituales fundacionales. Tras la finalización del mismo se volvían a realizar rituales dedicados al dios patrono, los cuales debían ser consumados por el propio faraón como parte de sus deberes religiosos. De hecho, en la creencia egipcia la construcción del templo era el trabajo simbólico del soberano, (t80) aunque en realidad su ejecución era tarea de cientos de súbditos reclutados por el sistema de corveas. (t81). Usando en su mayor parte herramientas de madera y piedra, los obreros construían para los templos enormes estructuras que tardaban años o décadas en finalizar. (t84).
Ver nota: Los egipcios tenían herramientas de cobre, y a inicios del Imperio nuevo también de bronce, pero ninguna era lo suficientemente dura para la mayoría de las labores de cantería de la arquitectura egipcia. (82). Para finales del Tercer período intermedio ya eran comunes las herramientas de hierro, que empezaron a sustituir a las anteriores. (83)
El uso de la piedra para levantar los templos egipcios no buscaba más que enfatizar y asegurar su propósito de servir como moradas eternas para los dioses y los distinguían de los edificios para uso de los mortales, construidos con el modesto adobe. (t85). Sin embargo, en los primeros tiempos los templos eran construidos únicamente de adobe y otros materiales perecederos, materia prima que en realidad fue la empleada durante toda la historia egipcia para crear los edificios adyacentes a los templos. (t86) La piedra más usada fue caliza y arenisca, muy comunes en el centro y sur de Egipto, mientras que piedras más duras y difíciles de tallar, como el granito, se usaron en menor medida para elementos concretos como los obeliscos. (t87). Los sillares de piedra podían proceder de una cantera cercana al templo en construcción o ser transportados en barco por el Nilo desde lugares de extracción lejanos. (t88).
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Para crear los cimientos de los templos se excavaban zanjas en la arena que luego se rellenaban con losas de piedra. (t89). Los muros y otras estructuras se levantaban con enormes sillares de diferentes formas y tamaños,colocados en hiladas y unidos a hueso.
Ver nota: En sus primeras construcciones pétreas los egipcios tallaban pequeños sillares en forma de ladrillos de barro. Los grandes bloques de diferentes formas fueron típicos en todos los demás períodos, salvo en el periodo amarniense, cuando los templos de Atón fueron hechos con sillares pequeños, bloques estándar talalat, posiblemente para acelerar la construcción. (t90).
(t90) Cada bloque se tallaba para conseguir una perfecta unión con los adyacentes, obteniéndose sillares prismáticos cuyas formas irregulares quedaban encajadas. (t91) El interior de los muros se rellenaba con piedras irregulares, de deshecho, y tierra. (t92). Para construir estructuras sobre el nivel del suelo los trabajadores creaban grandes rampas de tierra, y para excavar cámaras en la roca viva comenzaban desde arriba, abriendo un espacio cerca del techo desde el que continuar vaciando el resto de la estancia. (t93). Una vez completada la estructura del templo, la superficie áspera de los sillares de piedra se pulía para alisarla y después se tallaban bajorrelieves, generalmente rehundidos y con acabados de gran perfección. Si la piedra era de mala calidad para tallarla, se cubría con una capa de mortero de yeso, (t94) tras lo que todos los relieves acababan de completarse con dorados, incrustaciones de otros materiales y pintura. (t95) Las pinturas eran por lo general una mezcla de pigmentos aglutinados con algún tipo de adhesivo, posiblemente goma natural. (t94).
Plantas de templos egipcios. Mitad izquierda: Hatshepsut, Seti I, Ramesseum, Gerf Hussein y Abu Simbel; derecha: Edfu y Kom Ombo. Fuente: Sir Banister Fletcher (1866-1953) – Fletcher, Banister (1946) A History of Architecture on the Comparative Method (17th ed.), Category: New York: Charles Scribner’s Sons ISBN: 0750622679. Dominio público. Original file (2,384 × 3,682 pixels, file size: 1 MB).
La construcción del templo no terminaba cuando el plan original estaba completo, pues a menudo los faraones ordenaban reconstruir, reponer estructuras deterioradas o añadir nuevos edificios. En el transcurso de estas ampliaciones, frecuentemente desmantelaban las viejas construcciones para usar sus materiales como relleno de las nuevas, lo que podía hacerse por conveniencia o porque esas estructuras y sus patrocinadores se habían convertido en un anatema, como sucedió con los templos de Akenatón. Esta expansión y remodelación podía distorsionar considerablemente el trazado original del templo, caso del enorme recinto de Amón-Ra en Karnak, donde se trazaron dos ejes perpendiculares y diversos templos satélite. (t96)
Diseño y decoración
Al igual que toda la arquitectura del Antiguo Egipto, los diseños de los templos enfatizaron el orden, la simetría y la monumentalidad, y combinaron formas geométricas con estilizadas representaciones vegetales. (t97). Su diseño rememoraba también las formas de los primeros edificios egipcios. Por ejemplo, las molduras en caveto en la parte superior de los muros se crearon para imitar las filas de hojas de palma dispuestas en las paredes arcaicas, y la inclinación de los muros exteriores, además de para asegurar su robustez, era también un vestigio de los antiguos métodos de construcción. (t98). La distribución en planta de los templos se basaba en un eje que discurría desde el sancta sanctorum a la entrada principal, y en el patrón plenamente desarrollado empleado en el Imperio Nuevo y posteriormente, la ruta usada en los festivales procesionales —una gran avenida salpicada de enormes puertas— sirvió como el mencionado eje central. La ruta era entendida como la empleada por los dioses en sus viajes fuera del santuario, mientras que la gente usaba puertas laterales menores. (t99). Las partes típicas de un templo, como la sala hipóstila llena de columnas, los peristilos abiertos y los pilonos en las entradas, fueron dispuestas a lo largo de este eje en un orden tradicional, pero flexible. Más allá del templo propiamente dicho, dentro de los muros exteriores se albergaban numerosos edificios auxiliares. (t100).
El templo de Ramsés III en Medinet Habu, rodeado por los restos de los edificios auxiliares.
SFEC_AEH_ThebesNecropolis-2010-RamsesIII045.jpg: Steve F-E-Cameron derivative work: Oltau. CC BY 3.0. Original file (1,799 × 1,350 pixels, file size: 1.64 MB).
Este patrón de templo podía variar considerablemente, incluso al margen de los efectos distorsionadores de los edificios secundarios. Algunos templos fueron excavados íntegramente en la roca viva, como el de Abu Simbel, o parcialmente, como las cámaras interiores con patios y pilonos de mampostería de Wadi es-Sebua, aunque en esencia se distribuyeron según el patrón de los templos al aire libre. En otros, como el templo funerario de Deir el-Bahari, la ruta procesional recorre una serie de terrazas en distintos niveles con rampas de ascensión. Los templos más peculiares fueron los dedicados a Atón por orden de Akenatón, en los cuales el eje atravesaba varios patios completamente abiertos salteados de altares. (t101)
El modelo tradicional era altamente simbólico de arquitectura religiosa. (t102) Era una variante muy recargada del diseño de una casa egipcia, reflejando su papel de «casa del dios». (t22). Más allá de eso, el templo representó una parte del mundo divino en la Tierra. El santuario elevado y cerrado semejaba tanto la colina sagrada primigenia cuando fue creado el mundo, como la cámara de enterramiento de una tumba, donde habitaba el ba del dios, su espíritu, del mismo modo que el ba humano habita su momia. (t103). Según las creencias egipcias, este lugar crucial estaba aislado de las impurezas del mundo exterior, (t99) por lo que el acceso al sancta sanctorum estaba muy restringido y la luz que en él penetraba era muy tenue. Sin embargo, el templo también representaba el mundo mismo, y así la vía procesional no era más que el recorrido del sol por el cielo y el santuario la Duat donde se creía que penetraba en la noche para después renacer. El espacio exterior se equiparaba así con las aguas del caos que rodeaban el mundo, mientras que el templo representaba el orden del cosmos y el lugar donde ese orden era continuamente renovado. (t104).
Ver enlace: » Arquitectura religiosa».
Cámaras interiores
Las cámaras interiores del templo estaban en torno al sancta sanctorum del dios patrono, que normalmente se ubicaba en el eje del templo y en la parte posterior del conjunto, mientras que en los templos de las pirámides estaban situados junto a su base. El santuario era el centro de los rituales del templo, el lugar donde la presencia divina se manifestaba más poderosamente, aunque las formas de esta manifestación eran diversas. En los templos de Atón y en los santuarios solares tradicionales el objeto del ritual era el propio sol, adorado en patios a cielo abierto. (t105). En muchos templos funerarios las salas interiores contenían estatuas del faraón fallecido, o una puerta falsa donde se creía que aparecía su ba para recibir ofrendas. (t106).
Sala de la barca sagrada del Templo de Edfu. Olaf Tausch – Trabajo propio. Heiligtum (Sanktuar) im Tempel von Edfu, Ägypten-. CC BY 3.0. Original file (4,512 × 3,385 pixels, file size: 7.26 MB).
En el contexto funerario y religioso egipcio, la barca funeraria tenía un profundo significado simbólico relacionado con el viaje del difunto hacia el más allá. Los egipcios creían en un viaje espiritual después de la muerte, en el que el alma del difunto debía atravesar varios desafíos para alcanzar la vida eterna en el Reino de Osiris. La barca funeraria representaba el medio de transporte de este viaje, utilizado tanto en el plano terrestre como en el divino. Los faraones y personas de alto estatus eran enterrados con barcas funerarias que los acompañaban en su trayecto hacia la otra vida, simbolizando su paso a través del inframundo hacia la región de los dioses.
La barca también tenía un fuerte vínculo con los dioses, especialmente con Ra, el dios del sol. Durante su recorrido diario por el cielo, Ra viajaba en su barca solar, el «Barco de Ra», que cruzaba el cielo durante el día y descendía por el inframundo durante la noche. Esta conexión con el sol y el ciclo cósmico reforzaba la idea de resurrección y regeneración. Así, la barca funeraria no solo aseguraba un viaje físico hacia el más allá, sino que simbolizaba la renovación de la vida, el renacer eterno y la conexión con el ciclo de la creación que continuaba sin fin.
Además, la barca funeraria tenía un valor ritual y mágico, ya que se pensaba que su presencia ayudaba al difunto a navegar por las aguas del inframundo, protegiéndolo de los peligros y obstáculos que pudiera encontrar. En algunos casos, las barcas eran depositadas junto a las tumbas o incluso eran colocadas dentro de ellas, con la esperanza de que el difunto pudiera utilizarla para cruzar las aguas del más allá, guiado por los dioses y los espíritus protectores.
Este simbolismo también reflejaba la idea de la transformación del difunto, quien, al igual que el sol en su ciclo diario, podía renacer y alcanzar una existencia eterna, asegurada por la protección divina y por los rituales funerarios. Así, la barca funeraria se convertía en un elemento esencial del viaje hacia la inmortalidad, ayudando al difunto a superar el más allá y alcanzar la vida eterna junto a los dioses.
Sin embargo, en la mayoría de templos el foco era la imagen de culto: una estatua del dios del templo donde se creía que habitaba su ba e interactuaba con los humanos. El santuario en estos templos contenía una naos, un tabernáculo que albergaba la imagen del dios o un modelo de barca que contenía la imagen dentro de su cabina y que era empleada para transportarla durante los festivales procesionales. Para resaltar la naturaleza sagrada del santuario este se mantenía en oscuridad total. (t107). Si en los primeros tiempos el santuario se disponía en el fondo del edificio, en el Período Tardío y el Ptolemaico se convirtió en un edificio independiente dentro del templo, aunque aislado del mundo exterior por los corredores y habitaciones circundantes. (t99).
Las capillas secundarias, dedicadas a deidades asociadas al dios principal, se distribuían alrededor de la principal. Cuando el patrono principal era una deidad masculina, las capillas secundarias se solían consagrar a sus consortes y descendientes. En los templos funerarios estas capillas secundarias eran dedicadas a dioses asociados con la realeza. (t108).
Junto al santuario se ubicaban otras salas para almacenar objetos ceremoniales, textos rituales y objetos de valor del templo. Otras estancias tenían funciones rituales específicas. La sala de las ofrendas solía estar separada del propio santuario, y en los templos sin santuario de la barca, existía un tabernáculo para guardarla. (t109). En los templos más tardíos, las zonas rituales podían ampliarse con capillas en una segunda planta y en salas subterráneas.
(t110). Finalmente, en el muro exterior de la parte posterior del templo a menudo había nichos para que los laicos rezaran al dios patrono, y eran lo más cerca de su morada que ellos podían estar. (t111).
Salas y patios
Las salas hipóstilas, estancias cubiertas y repletas de columnas, aparecen en los templos a lo largo de toda la historia de Egipto. Durante el Imperio Nuevo se situaban normalmente enfrente de la zona del santuario. (t112). Estas salas eran menos restringidas que las cámaras interiores y se abrían a los laicos en determinadas ocasiones. (t113). Estaban en penumbra, no tan oscuras como el santuario: las salas del Imperio Nuevo contaban con altos pasajes centrales sobre la ruta procesional para que un claristorio proporcionara luz tenue. El epítome de esta tipología es la gran sala hipóstila de Karnak, cuyas enormes columnas tienen 21 metros de altura. En períodos tardíos los egipcios prefirieron un tipo distinto, con un muro bajo para tapar la luz. (t112). Las salas en penumbra, cuyas columnas suelen imitar plantas como el loto y el papiro, eran símbolos del mitológico mundo pantanoso que rodeaba el túmulo ancestral de la creación. Las columnas también podían ser vistas como los pilares que sostenían el cielo en la cosmología egipcia. (t114).
Sala hipóstila del templo de Esna. Marc Ryckaert. CC BY-SA 4.0. Original file (2,556 × 3,834 pixels, file size: 8.27 MB).

Sala hipóstila
Sala hipóstila (del griego hypóstȳlos -prefijo hypó, «bajo», y stŷlos, «columna») es la denominación historiográfica de los recintos arquitectónicos cubiertos sostenidos por columnatas, que a veces llegan a ser verdaderos «bosques de columnas». Habitualmente son adintelados, de techumbre plana.
En los templos egipcios la sala hipóstila era la estancia posterior a la sala hípetra y anterior a las piezas siguientes, cada vez más recónditas. A la sala hipóstila ya no tenía acceso el pueblo, pero sí la aristocracia; que no podía continuar a las zonas siguientes, reservadas en exclusiva para el faraón y los sacerdotes (la última suele denominarse sancta sanctorum por comparación al Templo de Jerusalén).
La más estudiada es la gran sala hipóstila del templo de Amón en Karnak. Sobre una planta rectangular (comparable a la planta «basilical» romana y paleocristiana), consta de una nave central de mayor altura flanqueada por dos naves laterales; todas sostenidas por columnas de capiteles papiriformes. Recibe una ligera iluminación a través de celosías superiores de la nave central, quedando las laterales perpetuamente a la sombra. Es una innovación de la Dinastía XIX, y simboliza el concepto de creación: la sala representa el pantano primordial (Nun) del que emergen los tallos de las plantas de papiro o de loto (representados por las columnas y sus capiteles). La luz (también un concepto divino) hace que se desarrollen más las plantas que la reciben (las columnas de la nave central) que las que permanecen en la oscuridad.
Los templos de los ramésidas repiten este modelo (Ramesseum, templo de Khonsu en Karnak, templo de Amón en Luxor, templo de Ptah en Menfis, templo de los millones de años en Medinet Habu, templo de Bastet en Bubastis, templo de Toth en Hermópolis). A finales de la Baja Época el modelo se abandona, pero las salas hipóstilas siguen apareciendo en edificios ptolemaicos y romanos (templo de Hathor en Dendera, templo de Khnum en Esna, templo de Horus en Edfu, templo de Kom Ombo).
Más allá de la sala hipóstila existían uno o más peristilos a cielo abierto. Estos patios abiertos, también llamadas salas hípetras, presentes en los templos egipcios desde el Imperio Antiguo, se convirtieron en zonas de transición en el plan clásico del Imperio Nuevo, extendidos entre el espacio público del exterior del templo y las restringidas salas interiores. Aquí el pueblo se encontraba con los sacerdotes en los festivales. Frente a cada patio se levantaban los pilonos, un par de torres anchas y trapezoidales que flanqueaban la puerta principal. El pilono solo se conoce en ejemplos dispersos en los imperios Antiguo y Medio, pero en el Nuevo rápidamente se convirtieron en las distintivas fachadas de la mayoría de templos egipcios. El pilono era una torre vigía simbólica contra las fuerzas del desorden y un jeroglífico del horizonte, tras el que se ocultaba el sol cada día, reforzando así el simbolismo solar del templo. (t115).
Nota: Peristilo (del latín peristȳlum, y este del griego περίστυλος, perístylon, de περί peri, «alrededor» o «rodeado» y στῦλος stylos, «columna»: «rodeado de columnas») es la galería de columnas que rodea un edificio, o parte de él; o el recinto rodeado de columnas («como los atrios», indica el DRAE).
Frente a cada pilono se disponían pares de nichos para emplazar astas con banderas. A diferencia de los pilonos, estos pares de banderas existieron desde las capillas más tempranas del período predinástico. Estuvieron tan fuertemente asociadas a la presencia de un dios, que el jeroglífico de ellas vino a ser el empleado para la palabra egipcia dios. (t115).
Sala Hípetra
Hípetro o hípetra (del griego ὕπαιθρος y del latín hypaethros) son términos utilizados para describir un edificio o un espacio arquitectónico que no está cubierto por un techo.
En la arquitectura egipcia monumental, la «sala hipetra» solía estar rodeada de columnas, a manera de patio porticado. Era el espacio arquitectónico descubierto del templo egipcio, inmediatamente posterior a los pilonos de la entrada y anterior a las «salas hipóstilas» cubiertas, donde se hallaba la cella que guardaba la imagen de la divinidad. Las primeras hipetras se construyeron en los templos anexos de los complejos de las pirámides de Keops y Micerino. Esta disposición influyó en el diseño de los megarones micénicos.
Es llamado hipetro un tipo de templo griego cuya cella queda a cielo abierto y, por extensión, cualquier edificio o parte del mismo sin techo.
También se construyeron templos sin techo en la India, en los estados de Orissa, Madhya Pradesh y Uttar Pradesh en los siglos VIII al XI. Estos templos hípetros de planta redonda o rectangular fueron dedicados a las diosas llamadas Yoginis.
- LAJO, Rosina. Léxico de arte. Ediciones Akal, 1990.
- DEHEJIA, Vidya. Yoginī cult and temples: a tantric tradition. 1986.
Templo hípetro, File. Francis Frith – National Galleries of Scotland on Flickr. The Hypaethral Temple, Philae (Trajan’s Kiosk, now moved to the island of Agilika). Albumen print, original size 38.2×49.0 cm. Dominio público. Original file (4,560 × 3,584 pixels, file size: 5.11 MB).
Recinto
Fuera de los edificios del templo propiamente dicho estaba el recinto del templo, rodeado por un muro de adobe rectangular que protegía simbólicamente el espacio sagrado del desorden exterior. (t116). En ocasiones su función fue más que simbólica, especialmente durante las últimas dinastías nativas en el siglo IV a. C., cuando los muros fueron fortificados en caso de invasión. (t117). En los templos tardíos estos muros frecuentemente alternaban tramos cóncavos y convexos y su parte superior se remataba con una ondulación vertical. Este patrón podría evocar las aguas mitológicas del caos. (t118).
Lago sagrado del templo de Karnak. Al fondo, el pilono que ordenó construir Horemheb. Alonso de Mendoza – Trabajo propio. Lago sagrado de Karnak, Egipto. Marzo de 2008. CC BY-SA 3.0. Original file (3,072 × 2,304 pixels, file size: 4.22 MB).
Los muros encerraban muchos edificios relacionados con las funciones del templo. Algunos contenían capillas satélites dedicadas a deidades asociadas al dios principal, incluidos mammisis que celebraban el nacimiento del niño dios mitológico. Los lagos sagrados presentes en muchos recintos servían como reservas del agua usada en los rituales, como lugares en que los sacerdotes se purificaban ritualmente y como representaciones del agua de la que emergió el mundo. (t110). Los templos funerarios a veces contenían un palacio para el espíritu (ka) del faraón, construido frente al propio templo. (t119). Los sanatorios de algunos templos proveían un lugar para que los enfermos esperaran los sueños de curación enviados por el dios. Otros templos incluían cocinas, talleres y almacenes para satisfacer sus necesidades. (t120). Especialmente importante era la pr-ˁnḫ, la «Casa de la Vida», donde el templo editaba, copiaba y almacenaba sus textos religiosos, incluidos los utilizados para los rituales. La Casa de la Vida también funcionaba como un centro general de enseñanza, pues contenía textos de temas no religiosos como historia, geografía, astronomía y medicina. (t121). A pesar de que todos estos edificios se dedicaron a propósitos más mundanos que el propio templo, todavía tenían un significado religioso, pues hasta el granero podía ser usado para ceremonias específicas. (t120)
La vía procesional discurría a través del recinto, desde la puerta principal en el muro del templo. Este camino estaba ornado con estatuas de esfinges y salpicado por las estaciones de la barca, donde los sacerdotes que la portaban podían descansar durante la procesión. La vía normalmente terminaba en un muelle a orillas del Nilo, que servía como punto de entrada de los visitantes que llegaban navegando y de punto de salida para la procesión cuando esta continuaba por el río. (t122). En los templos piramidales del Imperio Antiguo el muelle contaba con un templo entero, el Templo del Valle, unido al templo de la pirámide por la vía procesional. (t123).
Plano de Templo Egipcio. Perrot, Georges, 1832-1914; Chipiez, Charles, 1835-1901; Armstrong, Walter, Sir, 1850-1918. Flikr.com/photos.Original file (2,992 × 1,898 pixels, file size: 808 KB).
Decoración
El arte del Antiguo Egipto es una de las características singulares de la civilización del Antiguo Egipto, con obras monumentales que generalmente tenían carácter simbólico, funerario o religioso.
Aunque el concepto de arte es moderno, es perfectamente utilizable en la arquitectura, escultura, pintura y joyería egipcias, siendo muchas de sus realizaciones auténticas obras de arte y no de artesanía.
Gracias al clima seco de Egipto y a quedar cubiertas por las arenas del desierto (o enterradas por sus propietarios, para gozar de ellas en la «otra vida») nos han llegado en aceptable estado de conservación multitud de auténticas obras de arte, a pesar de la utilización de los monumentos como canteras, las guerras o los innumerables saqueos de tumbas y templos.
Asombra la perfección, delicadeza y monumentalidad del arte egipcio, con un estilo único y característico que surgió durante las primeras dinastías y permanece «casi» inalterado en cuatro milenios de la nueva cultura.
La arquitectura de los templos egipcios estaba profusamente decorada con relieves y esculturas exentas, todos con significado religioso. Los egipcios creían que los dioses estaban presentes en sus imágenes, inundando el templo con su poder sagrado. (t124). Los símbolos de lugares de Egipto o partes del cosmos completaban la geografía mítica también presente en la arquitectura del templo. Las imágenes realzaban el efecto mágico de los rituales y lo perpetuaban incluso tras su realización. Debido a su naturaleza religiosa, los motivos decorativos mostraban una versión idealizada de la realidad, emblemática del propósito del templo, en lugar del auténtico contexto. (t125). Por ejemplo, el faraón era mostrado ejecutando todos los rituales, mientras que los sacerdotes, si acaso aparecían, estaban en un papel secundario. No importaba que el soberano casi nunca estuviera presente en los festivales, solo interesaba su más amplia labor de intermediario con los dioses. (t126).
Huecorrelieves policromados en techos del Templo funerario de Ramsés III en Medinet Habu, construido durante el Imperio Nuevo. Foto: Olaf Tausch. Deckenrelief im Durchgang vom ersten zum zweiten Hof des Totentempels Ramses’ III. in Medinet Habu, Ägypten. CC BY 3.0. Original file (4,349 × 3,263 pixels, file size: 7.13 MB).
Los relieves son una técnica escultórica de las que se habla, a diferencia de las esculturas de bulto redondo (que se esculpen reproduciendo su relieve o profundidad natural), están integrados en un muro, generalmente, o en caso de ser arte mobiliar, al soporte que los enmarca. Los relieves son muy comunes, particularmente, como decoración exterior de los edificios monumentales, como los templos. El friso del orden corintio se suele decorar con bajorrelieves, mientras que el altorrelieve puede verse en los frontones de templos clásicos, como el Partenón. Los relieves pueden usarse para representar una escena aislada o ser parte de una secuencia narrativa. A pesar de las limitaciones técnicas que impone la disminución de la tercera dimensión que les es propia, el detalle con el que se esculpen puede llegar hasta mostrar los detalles de la musculatura.
El motivo decorativo más prolífico fue el relieve, (t127) que se fue haciendo más presente con el paso del tiempo hasta que, en los templos tardíos, cubría muros, techos, columnas, vigas y estelas. (t128 y 129). Los artistas egipcios crearon tanto relieves como rehundidos. El bajorrelieve permitía unos acabados más sutiles, pero requería más talla. Los rehundidos se empleaban en piedras más duras y difíciles de trabajar, y también cuando los constructores querían acabar rápido, (t130), pues no necesitaba de la extracción de tanto material como el bajorrelieve. El rehundido era muy apropiado para exteriores, donde la sombra que creaba la luz del sol realzaba el contorno de las figuras. (t131). Una vez terminados los relieves, eran pintados usando colores básicos como negros, blancos, rojos, amarillos, verdes y azules, aunque evidentemente los artistas los mezclaban para conseguir otras tonalidades. (t130). En algunos casos se doraban o recibían incrustaciones de cristal o fayenza que sustituía a la pintura. (t95).
Relieve en el Templo de Kom Ombo. En el centro, con cabeza de cocodrilo, el dios Sobek. Foto: Alonso de Mendoza. CC BY-SA 3.0. Original file (2,272 × 1,704 pixels, file size: 1.7 MB).
El Templo de Kom Ombo es uno de los monumentos más singulares del Antiguo Egipto debido a su diseño doble, dedicado simultáneamente a dos tríadas de deidades: Sobek, el dios con cabeza de cocodrilo, y Haroeris (Horus el Viejo), representado como un halcón. Situado en un promontorio en la orilla oriental del Nilo, cerca de la actual ciudad de Kom Ombo, este templo data principalmente del período ptolemaico (siglos II-I a.C.), aunque su construcción se amplió bajo los romanos. Su estructura refleja la simetría de este culto dual, con dos entradas, dos salas hipóstilas y dos santuarios, cada uno dedicado a una de las deidades principales.
Sobek, con su distintiva cabeza de cocodrilo, es una de las figuras más enigmáticas del panteón egipcio. Este dios estaba estrechamente asociado con el poder creador del agua, la fertilidad y la protección. Representaba tanto las fuerzas benévolas como las destructivas del río Nilo, una fuente de vida pero también de peligros. En su forma híbrida, con cuerpo humano y cabeza de cocodrilo, Sobek simbolizaba el dominio sobre las criaturas acuáticas y el control de las aguas caóticas del mundo. Los egipcios lo consideraban un protector del faraón y del reino, a menudo invocándolo para garantizar la estabilidad y la abundancia.
En términos mitológicos, Sobek también estaba vinculado a la regeneración y el renacimiento. En algunas versiones, se le relaciona con la creación del universo, pues se decía que emergió del caos primordial. Su culto floreció en regiones donde abundaban los cocodrilos, como en Kom Ombo y Faiyum, donde los animales sagrados eran cuidados y momificados tras su muerte como ofrenda al dios.
Aunque Sobek era claramente una deidad sobrenatural, su forma híbrida de cocodrilo y humano refleja la percepción egipcia de los dioses como seres multifacéticos capaces de combinar elementos humanos y animales para representar conceptos abstractos. Este sincretismo no implica que los egipcios vieran a Sobek como un ser físico mitad humano y mitad animal, sino más bien como una entidad espiritual que encarnaba tanto el poder instintivo y temible del cocodrilo como las cualidades divinas de protección, fertilidad y renovación.
Los relieves, tanto imágenes como jeroglíficos, se encuentran entre las fuentes de información más importantes sobre el antiguo Egipto. Contienen calendarios de festivales, relatos de mitos, descripción de rituales o textos de himnos. Los faraones grabaron en piedra sus actividades constructivas o sus campañas militares contra los enemigos de Egipto. (t127). Los templos ptolemaicos van más lejos e incluyen información sacada de los libros en ellos almacenados. (t132). La decoración de cada habitación ofrecía información sobre las actividades en ella realizadas y tenía un vínculo con su propósito simbólico, proveyendo abundante información sobre las distintas actividades del templo. (t133).
La escultura exenta del templo incluía obeliscos, altos y apuntados pilares de sección cuadrada que alcanzaban hasta 32 metros de altura y se asociaban con el sol en la iconografía egipcia. Se solían disponer en pares enfrente de los pilonos o en otros lugares a lo largo del eje del templo. Las estatuas del faraón, similarmente distribuidas, también tenían un tamaño colosal y entre ellas están las más grandes esculturas exentas de todo el Egipto Antiguo. (t134). También se esculpían dioses o esfinges que servían de guardianes simbólicos del templo. Las estatuas más numerosas eran las votivas, donadas por los faraones, por particulares o por ciudades para ganarse el favor divino y que podían representar al dios al que iban dedicadas, a la persona que la donaba o a ambos. (t135). Las estatuas más importantes del templo eran las imágenes de culto, normalmente hechas o decoradas con materiales preciosos como el oro o el lapislázuli. (t136).
La escultura de Kaaper, conocida también como el «Cheik-El-Beled» (el Jefe del Pueblo), es una de las obras más icónicas del arte egipcio del Imperio Antiguo, específicamente de la V dinastía (alrededor de 2450-2350 a.C.). Descubierta en Saqqara a finales del siglo XIX por el arqueólogo Auguste Mariette, esta figura representa a un hombre maduro con una complexión robusta, tallada en madera de sicomoro. El apodo «Cheik-El-Beled» fue dado por los trabajadores locales que ayudaron en la excavación, ya que la figura les recordaba a un jefe de aldea de su época.
La fotografía es de Jon Bodsworth, escultura que se halla en el Museo de El Cairo. Copyrighted free use.
La escultura destaca por su naturalismo y detallada representación de la humanidad. Kaaper, cuyo nombre se identificó por inscripciones halladas en su tumba cercana, era probablemente un escriba o un sacerdote encargado de algún oficio importante, lo que explica la calidad de su estatua funeraria. Aunque no ostenta rasgos idealizados como las esculturas de los faraones, transmite una sensación de dignidad y estatus. Los ojos, que son uno de los elementos más llamativos, están incrustados con cristal de roca, cuarzo y cobre, lo que da una impresión de vida y mirada penetrante.
El uso de madera como material para esta obra es notable, ya que en el Antiguo Egipto se reservaba principalmente para figuras privadas o de menor escala, debido a la escasez de este recurso. La elección de la madera para Kaaper sugiere una intención de representar una figura personal y cercana, en contraste con las esculturas de piedra más monumentales destinadas a la eternidad.
Esta estatua de Kaaper no solo es un ejemplo magistral de la habilidad artística egipcia, sino que también refleja el estatus social y las creencias funerarias de la época, donde incluso los altos funcionarios buscaban asegurar su presencia en el más allá mediante representaciones detalladas y cuidadas de sí mismos.
Personal
Un templo necesitaba mucha gente para realizar los rituales y tareas auxiliares. Los sacerdotes se encargaban de las funciones rituales esenciales, pero en la ideología religiosa egipcia eran mucho menos importantes que el faraón. Como nos ilustran las decoraciones murales de los templos, todas las ceremonias eran ejecutadas, en teoría, por el faraón, mientras que los sacerdotes estaban sujetos a su autoridad, pues el soberano tenía el derecho de nombrar a quien quisiera para el sacerdocio. De hecho, en los imperios Antiguo y Medio la mayoría de los sacerdotes eran funcionarios del gobierno que dejaban sus tareas durante una parte del año para servir por turnos en los templos. (t137). Una vez que el sacerdocio se hizo más profesional el faraón usaba su poder solo para nombrar a los sacerdotes de más alto rango, por lo general para recompensar a sus funcionarios favoritos con un trabajo o para intervenir por razones políticas en los asuntos de un importante culto. Para asuntos de menor calado el faraón delegaba en su visir o en los propios sacerdotes. En tales casos el titular de un cargo nombraba sucesor a su propio hijo o los clérigos del templo le concedían decidir quién ocuparía un puesto vacante. (t138). Ser sacerdote era sumamente lucrativo, por lo que eran cargos ocupados solo por los miembros más ricos e influyentes de la sociedad egipcia, (t139), aunque esto dejó de ser así cuando las autoridades romanas redujeron los recursos de los templos. (t140).
Un sacerdote quemando incienso. Ilustración de un Libro de los Muertos. Scanned & uploaded by User:A. Parrot – Scanned from The British Museum Book of Ancient Egypt. Vignette from the Book of the Dead Penmaat. Penmaat is depicted in his position as a priest of Amun, burning incense and showing the shaved head that was required for priestly purity. Public Domain. Original file (942 × 2,154 pixels, file size: 1.91 MB).

Los requisitos para el sacerdocio variaron con el tiempo y entre los diferentes cultos a los dioses. Aunque el conocimiento teológico era la tarea de los sacerdotes, se sabe muy poco sobre la capacitación o los conocimientos que se les pedían a sus miembros. Sin embargo, los sacerdotes estaban obligados a observar los estrictos estándares de pureza ritual en el espacio sagrado. Se afeitaban la cabeza y el cuerpo, se lavaban varias veces al día y solo vestían ropa limpia. No estaban obligados al celibato, pero las relaciones sexuales los ensuciaban y los obligaban a una purificación. Los cultos de algunos dioses imponían restricciones adicionales relacionadas con su mitología, como la prohibición de comer la carne de animales asociados a la divinidad. (t141). La aceptación de mujeres en el sacerdocio fue variable. En el Imperio Antiguo muchas mujeres ejercieron el sacerdocio, pero su presencia en el clero se redujo drásticamente en el Imperio Medio, para volver a aumentar en el Tercer Período Intermedio. Los cargos menos relevantes, como el de músico en las ceremonias, siguieron abiertos a las mujeres incluso en los períodos más restrictivos, al igual que el papel especial de consorte ceremonial del dios. Este último puesto era muy influyente y la más importante de estas consortes, la esposa del dios Amón, llegó a suplantar al sumo sacerdote de Amón en el Período Tardío. (t142).
A la cabeza de la jerarquía del templo estaba el sumo sacerdote, que supervisaba todas las funciones religiosas y económicas de la institución y en los grandes cultos era una importante figura política. Bajo él podía haber hasta tres sacerdotes subordinados que lo sustituían en algunas ceremonias. (t143). Si bien estos rangos más altos fueron puestos a tiempo completo a partir del Imperio Nuevo, los primeros grados del sacerdocio todavía trabajaban en turnos a lo largo del año. (t144). Mientras que algunos sacerdotes hacían diversas tareas domésticas, el clero contaba con varios especialistas en rituales. (t145). Uno de estos roles especializados era el de sacerdote lector de himnos y hechizos durante los rituales en el templo, y que también alquilaba sus servicios mágicos a los laicos. (t146). Además de sus sacerdotes, un templo empleaba cantantes, músicos y bailarines para sus rituales, además de agricultores, panaderos, artesanos, albañiles y administradores que suministraban y gestionaban sus necesidades prácticas. (t147). En época ptolemaica, los templos también acogían a gente que pedía asilo en su recinto, o quienes de manera voluntaria decidían llevar una vida de recogimiento al servicio del dios. (t148). Por lo tanto, en un templo importante podía haber unos ciento cincuenta sacerdotes a tiempo completo o parcial, (t149) y decenas de miles de empleados laicos trabajando sus tierras a lo largo del reino. (t150). Estos números contrastan con los un templo medio, que podía tener de diez a veinticinco sacerdotes, y con los pequeños templos provincianos, que podían tener solo uno. (t151).
En ciertas épocas existió una oficina administrativa que presidió todos los templos y clérigos. En el Imperio Antiguo el faraón otorgó esta autoridad primero a sus familiares y después a sus visires. En el reinado de Tutmosis III la oficina pasó de los visires a los sumos sacerdotes de Amón, que la mantuvieron durante gran parte del Imperio Nuevo. Los romanos establecieron una oficina similar, la Idios Logos, que supervisó los cultos egipcios hasta su extinción. (t152).
Actividades religiosas
Rituales diarios
Los rituales diarios en la mayoría de los templos incluían dos secuencias de ritos de oblación: uno para limpiar y vestir la imagen del dios para ese día, y otro para presentarle la comida. Sin embargo, la secuencia exacta de estos rituales es incierta. (t153). Al amanecer, el sacerdote oficiante abría la puerta y entraba en el santuario portando una vela para iluminar la estancia, tras lo que se postraba ante la imagen del dios recitando himnos de alabanza. Tras purificar la habitación con agua e incienso el sacerdote presentaba al dios una figura de la diosa Maat, acto que representaba el propósito de toda la ceremonia. Entonces retiraba la figura del dios del tabernáculo, la vestía remplazando la vestimenta del día anterior y la ungía con aceite y pintura. (t154). En algún momento el sacerdote también le ofrecía comida, como carne, frutas, vegetales y pan, (t155), sustento del que pensaban que el dios solo consumía la esencia. Esta comida luego se distribuía a otras estatuas del templo, a las capillas funerarias locales para el sustento de los muertos y finalmente a los sacerdotes, que eran los que finalmente la ingerían. Los egipcios llamaban a esto la «reversión de las ofrendas». (t156).
Ver nota: Las cantidades eran tan grandes, incluso para las comidas diarias, que solo una pequeña parte podría ser colocada en la mesa de ofrendas. La mayoría iría destinada a usos secundarios. (t157).
Otros rituales oferentes tenían lugar al mediodía y al atardecer, aunque el sancta sanctorum del dios no era reabierto. (t154). Otras ceremonias también se hacían diariamente, incluidos los rituales específicos de cada dios. Por ejemplo, en el culto al dios solar Ra se cantaban himnos día y noche por cada hora de viaje del dios a través del cielo. (t158) Otros rituales servían para luchar contra las fuerzas del caos y podían implicar la destrucción de imágenes de dioses hostiles como Apep o Seth, actos que se creía que tenían un efecto real mediante los principios de la magia egipcia. (t155).
Los egipcios no dudaban en creer que todos los rituales lograban su efecto gracias a la magia, (t159), llamada heka, que era una fuerza fundamental que los rituales manipulaban. Usando magia, la gente, los objetos y las acciones se equiparaban con sus contrapartes del reino divino y, por tanto, afectaban a los acontecimientos entre los dioses. (t160). Por ejemplo, en las ofrendas diarias la estatua de culto se asociaba con Osiris, dios de los muertos, independientemente de a quién representara esta. El sacerdote oficiante era identificado con Horus, hijo viviente de Osiris, que en la mitología dio sustento a su padre tras la muerte a través de las ofrendas. Esta relación fue ejemplo para las relaciones entre los vivos y los muertos a los que se hacían ofrendas, y con el tiempo se convirtió en el modelo para todas las relaciones entre los habitantes del mundo de los vivos y el mundo divino. (t161). Equiparándose mágicamente con un dios en un mito, los sacerdotes eran capaces de interactuar con la deidad del templo. (t160).
Festivales
En los días de particular importancia religiosa los rituales diarios eran sustituidos por festivales. Estos festivales se celebraban en diferentes intervalos, aunque la mayoría eran anuales, (t162) con una temporalidad basada en el calendario civil egipcio, muy distinto del actual. Por ello, aunque muchos festivales tenían origen estacional, sus fechas no coinciden con nuestro calendario. (t163). Por otra parte, a pesar de que la mayoría de festivales se celebraban en un solo templo, algunos implicaban dos o más templos de toda una región de Egipto y solo unos pocos se realizaban en todo el país. En el Imperio Nuevo y después, el calendario de festivales de un templo podía incluir docenas de eventos, pero es probable que la mayoría de ellos fueran solo observados por los sacerdotes. (t164). Sin embargo, en los festivales que incluían procesiones fuera del templo la población local se reunía para ver y celebrar las que eran las ceremonias más elaboradas del templo, acompañadas del recitado de himnos y la participación de músicos. (t165)
Las ceremonias de los festivales incluían la recreación de pasajes mitológicos o la realización de otros actos simbólicos, como la siega del trigo durante el festival de la cosecha dedicado al dios Min. (t166). Ceremonias como esta tenían lugar solo dentro del recinto del templo, pero otros festivales implicaban la visita al templo del dios u otro, ocasión en la que se celebraba el festival procesional, cuando los sacerdotes portaban la imagen divina dentro de la barca en un viaje que se podía hacer enteramente por tierra o implicar el embarque en un navío real para navegar por el Nilo. (t167).
El propósito de la visita del dios variaba. Podía estar relacionada con el sexo y la fertilidad, pues en el período ptolemaico una imagen de Hathor del templo de Dendera era llevada anualmente al templo de Edfu, hogar de su pareja mítica Horus, y allí las dos imágenes permanecían varias noches juntas en el mammisi que celebraba el nacimiento de su hijo Harsomtus. (t164). Otros viajes de los festivales estaban ligados a la ideología de la realeza, caso del festival Opet, una ceremonia de enorme importancia en el Imperio Nuevo en la que la imagen de Amón en Karnak visitaba la forma de Amón en el templo de Luxor, a 3 km en línea recta, para reafirmar el poder divino del faraón. (t168). Otras ceremonias contaban con un carácter funerario, como la Bella Fiesta del Valle, en la que el Amón de Karnak iba a Medinet Habu para completar los ritos funerarios de los ocho dioses Ogdóada, que se creían allí enterrados. (t164) Todas estas diversas ceremonias tenían el propósito general de renovar la vida entre los dioses y en el cosmos. (t169).
Las divinidades implicadas en un festival recibían ofrendas mucho más abundantes que en los rituales diarios. Las enormes cantidades de alimentos que figuran en los textos de los festivales es improbable que fueran solo repartidas entre los sacerdotes, por lo que seguramente los laicos también participarían en la reversión de estas ofrendas. (t170).
Anexo: La Bella Fiesta del Valle.
Fue una de las festividades más importantes del Antiguo Egipto, se celebraba anualmente en Tebas desde su instauración por el faraón Mentuhotep II durante la Dinastía XI en el Imperio Medio, manteniéndose hasta la época romana. Esta festividad tenía un carácter religioso y funerario, diseñada para rendir homenaje a los dioses y mantener la conexión entre los vivos y los muertos. La fiesta estaba centrada en el dios Amón, principal deidad de Tebas, pero también incluía el culto a los ancestros y a los faraones fallecidos. Durante las celebraciones, la imagen de Amón era transportada desde su templo en Karnak, en la orilla oriental del Nilo, hasta los templos funerarios y las necrópolis de la orilla occidental, en un gran cortejo que simbolizaba la unión entre ambos mundos.
La festividad era una oportunidad para que las familias visitaran las tumbas de sus antepasados, llevándoles ofrendas como comida, flores y otros tributos, asegurando así su bienestar en el más allá. Al mismo tiempo, la Bella Fiesta del Valle celebraba la regeneración y el ciclo de la vida, ya que el viaje de Amón representaba su unión con los dioses del inframundo y su renacimiento posterior. Las ceremonias incluían procesiones, banquetes, música, danzas y ritos que conectaban a los vivos con sus difuntos y reforzaban la comunión entre los hombres y los dioses. Era una manifestación tanto de piedad religiosa como de cohesión social, destacando la importancia del culto funerario en la cultura egipcia. La Bella Fiesta del Valle consolidaba el poder de Amón y de los faraones, vinculando lo terrenal y lo divino en un evento que abarcaba lo espiritual, lo político y lo cultural.
La Bella Fiesta del Valle. Tumba de Najt. Norman de Garis Davies, Nina Davies (2-dimensional 1 to 1 Copy of an 15th century BC Picture) – Matthias Seidel, Abdel Ghaffar Shedid: Das Grab des Nacht, Von Zabern, Mainz 1991 ISBN 3805313322. das «Schöne Fest vom Wüstental». Dominio público.

La Bella Fiesta del Valle o Fiesta del Valle fue una de las más populares e importantes fiestas en el Antiguo Egipto. Se celebraba anualmente en Tebas desde que la implantó Mentuhotep II de la Dinastía XI del Imperio Medio hasta la época romana.
Era una fiesta estatal, pues participaba el faraón y su familia y una fiesta funeraria, dedicada a los muertos. Empezaba durante la luna nueva del segundo mes de la recolección, Paini. El propio rey era el encargado del ritual como intermediario entre los vivos y los muertos.
La fiesta cambió a lo largo de los años. Al principio, la procesión se celebraba solamente entre el templo de Karnak y Deir el-Bahari pero luego la ruta se fue haciendo más extensa, visitando otras necrópolis y templos funerarios como el Rameseum.
Las barcas sagradas de Amón-Ra, su esposa Mut y su hijo Jonsu dejaban el templo de Karnak para visitar los templos funerarios de los reyes muertos en la orilla oeste del Nilo y sus santuarios en la Necrópolis tebana.
La estatua de Amón-Ra, era portada en hombros en procesión ceremonial desde el santuario de Karnak hasta la orilla del Nilo donde se embarcaba para cruzar a la orilla occidental y desde allí era llevada a hombros, parando en diferentes capillas reposadero de la barca donde se descansaba y se realizaban distintos rituales, antes de llegar al valle sagrado de Deir el-Bahari y el templo de Hathor del Templo funerario de Hatshepsut. De esta forma, el templo de Karnak y el templo funerario de Hatshepsut se conectaban física y simbólicamente como un eje que unía el mundo de los vivos con el mundo de los muertos. Amón-Ra, de esta forma, visitaba el mundo de ultratumba y los allí presentes podrían beneficiarse de su fuerza regeneradora.
Mujeres egipcias durante el Festival. Tumba de Najt. Desconocido –Matthias Seidel, Abdel Ghaffar Shedid: Das Grab des Nacht. Kunst und Geschichte eines Beamtengrabes der 18. Dynastie in Theben-West, von Zabern, Mainz 1991 ISBN 3805313322. Ägypterinnen beim Fest und eine Dienerin. Dominio público.

Al rey y su familia les acompañaban egipcios que tenían enterrados en la otra orilla (orilla de los muertos) a sus ancestros para honrarlos y presentarles ofrendas. Allí tenían lugar celebraciones y banquetes funerarios y se depositaban óstracas con oraciones y peticiones al dios para que atendiera sus súplicas.
Al anochecer, la reina y los sacerdotes colocaban ritualmente cuatro antorchas en las cuatro esquinas del reposadero de la barca donde se había colocado la barca con la estatua de la divinidad. De esta forma, se iluminaban los cuatro puntos cardinales y se vencía a las tinieblas y con ellas a las fuerzas negativas que amenazaban la estabilidad de la divinidad. Después realizaban una ofrenda de cuatro grandes vasos de leche que garantizaban la paz y el alimento del dios y sobre estos vasos se colocaban las antorchas. Con esta liturgia se interpretaba que la divinidad estaba presente, no sólo en este templo, sino también en las necrópolis, protegiendo a los difuntos y sus familiares. Al amanecer, se apagaban las antorchas y se daba por concluido este ritual. La fiesta se acababa cuando se regresaba en procesión al lugar de origen en la orilla oriental del Nilo, la orilla de los vivos. Amón había conseguido revitalizar sus fuerzas, vencer nuevamente a la muerte y reforzar la conexión entre vivos y muertos.
Mujer aspirando un loto azul y arpista «ciego» en banquete funerario. Tumba de Najt.
Desconocido – Matthias Seidel, Abdel Ghaffar Shedid: Das Grab des Nacht. Kunst und Geschichte eines Beamtengrabes der 18. Dynastie in Theben-West, von Zabern, Mainz 1991 ISBN 3805313322. Blinder Musiker. Dominio público.

Existen muchas escenas propias de la Bella Fiesta del Valle, sobre todo en la Tumba de Najt. Como acontecimiento alegre y popular, en ellas aparecen multitud de figuras como funcionarios, músicos, cantantes o bailarinas. Durante los banquetes funerarios se representan personajes que aspiran la fragancia del loto azul egipcio. Estas plantas, de las que se extraen sustancias con propiedades psicoactivas pueden haber sido utilizadas en rituales propios de estas fiestas para potenciar la comunicación entre los vivos y los muertos.
El espíritu de esta fiesta tiene un parecido evidente en el mundo cristiano con la del Día de Todos los Santos.
Referencias
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Animales sagrados
Algunos templos tenían animales sagrados que se creía que eran manifestaciones del ba del dios, de la misma manera que este se manifestaba en sus imágenes de culto. Estos animales eran mantenidos en el templo y adorados por un tiempo variable que podía ser un año o toda la vida del animal. Al final de este tiempo eran reemplazados por un nuevo animal de la misma especie, seleccionado por un oráculo divino o sobre la base de unas marcas específicas, que se suponía indicaban su naturaleza divina. Algunos de estos destacados animales fueron el toro Apis, adorado en Menfis como manifestación del dios menfita Ptah, o el halcón de Edfu que representaba al dios halcón Horus. (t171).
Estatua del dios Horus con forma de halcón en el templo de Edfú. Foto: Olaf Tausch. Statue des Hor-Behdeti („Horus von Edfu“) im Innenhof des Tempels von Edfu, Ägypten. CC BY 3.0. Original file (4,001 × 3,000 pixels, file size: 7.39 MB).
Durante el Período Tardío se desarrolló una nueva forma de culto animal que consistía en que un laico pagaba a los sacerdotes para que matasen, momificasen y enterrasen a un animal de una especie determinada como ofrenda a un dios. Estos animales no se consideraban como especialmente sagrados, sino solo como una especie asociada a un dios que se representaba con su forma. Por ejemplo, el dios Tot podía ser representado como un ibis o un babuino, animales que le eran ofrendados. (t172). Si bien esta práctica era distinta de la adoración de un dios individual, algunos templos mantenían poblaciones de animales que podían ser seleccionados para este propósito. (t173).
Oráculos
A comienzos del Imperio Nuevo, y posiblemente antes, las procesiones de los festivales se habían convertido en una oportunidad para que la gente buscara los oráculos del dios. Sus consultas trataban cuestiones que iban desde la localización de un objeto extraviado a la mejor opción para un asunto de gobierno. Los bamboleos de la barca sobre los hombros de sus portadores —haciendo simples gestos para indicar «sí» o «no», acercando tablas en las que podían ser escritas las respuestas u orientando la barca hacia personas concretas de la multitud— se tomaban como indicaciones de la respuesta del dios. (t174). Hacia el Tercer Período Intermedio los oráculos se expandieron más allá de los festivales para permitir la consulta frecuente de la gente. Los sacerdotes interpretaban los movimientos de los animales sagrados, o eran preguntados directamente, devolviendo por escrito o de palabra las respuestas que el dios supuestamente les había transmitido. (t175). Se suponía que los sacerdotes tenían una habilidad especial para hablar con los dioses e interpretar sus respuestas, lo que les otorgaba gran influencia política y les dio los medios para que los sumos sacerdotes de Amón dominaran el Alto Egipto durante el Tercer Período Intermedio. (t174).
Culto popular
A pesar de estar excluidos de los rituales dentro de los templos, los laicos buscaban interactuar con los dioses. Se conservan pocas evidencias de prácticas religiosas individuales en las primeras épocas egipcias, (t176), por lo que los egiptólogos estiman que, si bien los egipcios emplearon varias maneras de comunicarse con lo divino a través de santuarios domésticos y capillas comunitarias, los templos oficiales y sus dioses fueron los focos más importantes de veneración popular. (t177).
Naóforo portando la imagen de Osiris. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. (t178). Autor: Jastrow. Kneeling naophorus, statue of Uah-Ib-Ra Mery-Neith, 19th–20th Dynasties. Dominio público. Original file (1,400 × 2,333 pixels, file size: 1.89 MB).
El término «naóforo» proviene del griego y significa literalmente «portador de un naos». En el contexto del Antiguo Egipto, un naos era un pequeño santuario o capilla que contenía una figura divina, generalmente una estatua de un dios. El título de «naóforo» se refiere a una representación escultórica o a un personaje, normalmente un sacerdote o un devoto, que lleva un naos con la imagen de una deidad, como Osiris, en un gesto de ofrenda o devoción. Estas esculturas eran comunes en el arte egipcio tardío y ptolemaico, y simbolizaban el rol del individuo como intermediario entre los dioses y los hombres, mostrando su piedad y compromiso religioso. En este caso, el naóforo que porta la imagen de Osiris estaría destacando la conexión con el dios del inframundo y la regeneración, reforzando la idea de continuidad entre el culto y el orden divino en el mundo terrenal.
A pesar de no poder participar directamente en la veneración de las imágenes oficiales de culto, los laicos trataban de transmitirle sus plegarias. A veces entregaban sus mensajes a los sacerdotes del templo para que estos se los hicieran llegar al dios. Los patios, las puertas y las salas hipóstilas pudieron tener espacios destinados a la oración pública. (t179). Otras veces los ciudadanos dirigían sus plegarias a las colosales estatuas reales, que creían que actuaban como intermediarios divinos. (t180). Había más zonas de devoción privada extramuros de los templos, como las grandes hornacinas que sirvieron como capillas en las que los individuos hablaban a sus dioses. (t179).
Los egipcios también interactuaban con las divinidades mediante las ofrendas, que podían ser desde simples piezas de joyería a grandes y finamente talladas estatuas y estelas. (t181). Entre las donaciones se encontraban estatuas que se colocaban en los patios del templo para servir como memoriales a los donantes tras su muerte, y que también recibían las ofrendas destinadas al sustento de su espíritu (ka). Otras estatuas eran regalos al dios patrono, mientras que las estelas inscritas transmitían a la deidad las oraciones de los donantes y mensajes de agradecimiento. A lo largo de los siglos se acumularon muchas estatuas en los templos, por lo que los sacerdotes se deshacían de ellas enterrándolas bajo el suelo. (t182). Los plebeyos, por su parte, solo podían ofrecer simples imágenes de arcilla, aunque su forma indicaba la razón de su donación: una figura con una mujer y un niño en la cama significaba una oración por un buen parto. (t183).
Las procesiones ofrecían una oportunidad a los laicos de acercarse y quizá vislumbrar la imagen del dios en su barca, y también de recibir una parte de su comida. (t184). Sin embargo, debido a que los rituales clave de cualquier festival se llevaban a cabo en el interior del templo, fuera de la vista del pueblo, el egiptólogo Anthony Spalinger ha cuestionado si estas procesiones inspiraban un verdadero «sentimiento religioso» o eran una simple ocasión para el desenfreno. (t185). En cualquier caso, los oráculos durante los festivales daban una oportunidad a la gente corriente de recibir respuestas de unas deidades normalmente muy alejadas de ellos. En ocasiones los templos se convertían en lugar para otro tipo de contacto con lo divino: los sueños. Para los egipcios el sueño era una forma de comunión con el mundo divino, y en el período Ptolemaico muchos templos crearon edificios para que la gente durmiera en ellos con la esperanza de entrar en contacto con su dios. Esta gente solía buscar una solución mágica para la enfermedad o la infertilidad, pero otras veces simplemente buscaban respuesta a una cuestión que recibía una mejor contestación a través de un sueño que de un oráculo. (t186).
Tras el abandono
Después del cese de sus actividades religiosas originales, los templos egipcios sufrieron una lenta decadencia. Muchos fueron dañados o desmantelados por los cristianos en su intento por erradicar los restos de paganismo. (t187). Unos pocos, como Luxor y Filé, fueron convertidos en iglesias, pero la mayoría quedó en completo desuso y durante siglos los habitantes locales usaron sus piedras para construir nuevos edificios. (t188). Lo que las personas dejaban intacto estaba todavía a merced del tiempo. En las zonas desérticas los templos podían quedar cubiertos por la arena, mientras que los cercanos al Nilo, particularmente en el Bajo Egipto, quedaron muchas veces cubiertos bajo capas de sedimentos fluviales. Por lo tanto, algunos templos importantes como los de Menfis y Heliópolis se redujeron a la ruina, mientras que otros alejados del Nilo y de centros de población permanecieron casi intactos. Con la pérdida de la comprensión de los jeroglíficos, la información sobre la cultura egipcia y sus creencias conservadas en los templos permaneció ininteligible para el mundo. (t189).
Bonaparte ante la esfinge, de Jean-Léon Gérôme, c. 1868. Jean-Léon Gérôme – Fuente. Dominio público. Original file (3,071 × 1,838 pixels, file size: 481 KB).
La situación cambió dramáticamente con la campaña francesa en Egipto y Siria en 1798, que llevó consigo numerosos expertos para examinar los monumentos antiguos supervivientes. El resultado de su estudio inspiró la fascinación por el antiguo Egipto a lo largo de Europa, y a principios del siglo XIX un creciente número de europeos comenzaron a viajar al país del Nilo, tanto para ver sus monumentos como para coleccionar antigüedades egipcias. (t190). Muchos objetos de los templos, desde pequeñas estatuas a grandes obeliscos, fueron sacados del país por gobiernos extranjeros y coleccionistas privados. Esta ola de egiptomanía resultó en el redescubrimiento de templos como Abu Simbel, pero muchas piezas y edificios fueron tratados con gran descuido. (t191). Sin embargo, los descubrimientos de la época hicieron posible descifrar los jeroglíficos y el comienzo de la egiptología como una ciencia. (t192).
Los egiptólogos decimonónicos estudiaron intensamente los templos, pero pusieron su énfasis en coleccionar objetos para enviarlos a sus países, y sus métodos de excavación descuidados a menudo provocaron daños. (t194). A pesar de ello, poco a poco la actitud hacia la búsqueda de antigüedades en los monumentos egipcios viró hacia el estudio cuidadoso y los esfuerzos de preservación. El gobierno también tomó un control mayor de las actividades arqueológicas con el aumento de la independencia de Egipto de los poderes foráneos. Sin embargo, hasta en los últimos tiempos los antiguos restos han debido encarar amenazas, la más severa de las cuales fue la construcción de la presa de Asuán en los años 1960, que puso en peligro de sumergir para siempre bajo las aguas del lago Nasser varios templos de lo que fue la Baja Nubia, incluidos Filé y Abu Simbel. Un esfuerzo masivo de las Naciones Unidas desmontó algunos de los monumentos amenazados y los reconstruyó en terrenos más elevados, mientras que el gobierno egipcio regaló algunos otros a naciones que contribuyeron a los esfuerzos de salvamento, (t195), caso del templo de Debod regalado a España por la ayuda prestada en el traslado de Abu Simbel y ubicado en la actualidad en Madrid. (t196). A pesar de todo, varios templos quedaron bajo las aguas. (t197).
En la actualidad hay docenas de enclaves con restos importantes de templos, (t198) aunque existieron muchos más y ninguno de los grandes templos del Alto y el Medio Egipto está bien conservado. (t199). Los bien preservados, caso de Karnak, Luxor o Abu Simbel, atraen turistas del mundo entero y son un atractivo clave en la industria turística egipcia, sector esencial de su economía. (t200). El gobierno egipcio está trabajando para equilibrar la demanda turística con la necesidad de proteger los antiguos monumentos de los efectos nocivos del turismo. (t201). Los trabajos arqueológicos también continúan, pues quedan templos enterrados y otros no han sido debidamente estudiados. Algunas estructuras dañadas, como los templos de Akenatón, incluso están siendo reconstruidas. Estos esfuerzos son fruto de la mejor comprensión moderna de los templos egipcios, que a su vez ofrecerán una visión más completa y profunda de la sociedad del Antiguo Egipto. (t193).
El speos
El speos es un templo funerario, tallado en la roca, siguiendo el tipo de hipogeo.
Los más sobresalientes son los de la época de Ramsés II en Abu Simbel, compuestos de grandes estatuas al exterior y una gran sala con pilares, el santuario y la cripta.
Ramsés aparece representado como un dios más, sentado entre ellos en el santuario, más grande adosado a las pilastras de la sala principal y en tamaño colosal a la entrada, cuatro esculturas gigantes rodeadas por las minúsculas figuras de su familia.
Hipogeo (del griego ὑπόγαιον, cámara subterránea) es el nombre dado a galerías subterráneas o a pasajes excavados con funciones funerarias (sepulcros). A lo largo del tiempo han sido utilizados por innumerables sociedades: durante el Calcolítico de la península ibérica; en el Antiguo Egipto; o por los fenicios.
Lajo Pérez, Rosina (1990). Léxico de arte. Madrid – España: Akal. p. 102. ISBN 978-84-460-0924-5.
Speos de Ramsés II en Abu Simbel. Original file (1,280 × 858 pixels, file size: 454 KB). CC BY-SA 2.0. Autor: Blueshade.
El speos, un tipo de templo funerario tallado directamente en la roca, es una manifestación arquitectónica del Antiguo Egipto que combina la monumentalidad con la integración en el entorno natural. Inspirado en los hipogeos, estos templos eran dedicados tanto al culto funerario como a la veneración de las deidades asociadas a la vida y al más allá. Los speos más destacados pertenecen a la época de Ramsés II, siendo los de Abu Simbel ejemplos icónicos de esta tradición. Estas construcciones se caracterizan por sus enormes estatuas talladas en la fachada, representando al faraón y a las deidades protectoras, y por su interior cuidadosamente diseñado, compuesto de una gran sala hipóstila con pilares, un santuario y a menudo una cripta.
La construcción de los speos tenía una profunda carga simbólica y religiosa. Por un lado, representaban la eternidad y el poder del faraón, asegurando su lugar en el más allá y su conexión directa con los dioses. Por otro lado, eran espacios de culto donde los sacerdotes llevaban a cabo rituales para perpetuar el ciclo de regeneración cósmica. El enorme esfuerzo invertido en estas edificaciones, desde su diseño hasta su ejecución, refleja no solo la habilidad técnica y organizativa de los egipcios, sino también la importancia que otorgaban a garantizar la vida eterna del monarca y el equilibrio del ma’at, el orden universal.
El caso de Abu Simbel, con sus dos templos excavados en la roca, uno dedicado a Ramsés II y a las principales deidades estatales, y otro a su esposa Nefertari en honor a la diosa Hathor, es un ejemplo perfecto de la grandiosidad asociada a estos monumentos. Además de su función religiosa y funeraria, estos templos cumplían un propósito político al proyectar el poder del faraón tanto hacia su pueblo como hacia los territorios vecinos. La orientación astronómica de muchos de estos speos, como en el caso del gran templo de Abu Simbel, donde el sol ilumina las estatuas del santuario en fechas específicas, refuerza la conexión entre el faraón, los dioses y los ciclos cósmicos, haciendo de estas construcciones obras maestras tanto de la arquitectura como de la devoción religiosa.
Arquitectura funeraria
Para llegar a entender este tipo de arquitectura, es importante entender también la relación de los egipcios con sus muertos. Según sus creencias, el cuerpo era una parte esencial, debía conservarse para asegurar la vida del fallecido en el “más allá”; esto explica el surgimiento de las momificaciones. Pero realizar estos difíciles procesos, sin un lugar estable y seguro donde guardar la momia, no tenía sentido. Por ende, las estructuras funerarias sufrieron una evolución constante con base en tres objetivos principales: facilitar el viaje del difunto, aludir a algún mito religioso y evitar las entradas de los saqueadores a los que los tesoros y ajuares les resultaban muy apetecibles.
En su origen (períodos predinástico y protodinástico), las tumbas eran simples hoyos de forma ovalada, a menudo forrados con pieles, donde se depositaba el cuerpo junto con un pequeño ajuar en vasijas; y finalmente se cubría con un túmulo de arena (alusión a la colina primigenia). Poco a poco, dicho túmulo comenzó a sustituirse por una estructura de ladrillo llamada Mastaba.
Hipogeo de Thutmose en el Valle de los Reyes. (Tomb KV34 (Thutmose II) . Autor: Hajor~commonswiki.

La mastaba
Surge en el periodo protodinástico y constituye la tipología arquitectónica asociada a la nobleza por excelencia. Su forma básica consiste en una superestructura con forma de pirámide truncada, de base rectangular realizada en ladrillos de adobe y paja crudos. La entrada daba acceso a una capilla donde los familiares del difunto depositaban ofrendas al muerto, tras la que había una falsa puerta decorada con relieves que constituía una alusión a la “entrada del más allá”. Dentro de la superestructura había también una sala llamada Serdab, la cual guardaba una estatua que representaba el “Ka” del difunto. Bajo la superestructura, un pozo, normalmente sellado con cantos, daba paso a la cámara funeraria que guardaba el sarcófago. Con el paso del tiempo, estas estructuras fueron haciéndose cada vez más complejas, se anexaban más salas subterráneas, revestimientos más nobles, algunos cuerpos se realizaron con piedra caliza en lugar de ladrillo… Las decoraciones interiores solían representar tanto temáticas de la vida cotidiana del fallecido como textos sagrados, todo en post de garantizar la prosperidad en el más allá.
Esquema de mastaba con doble foso. Unknown. Originally uploaded by Oesermaatra0069 at 2006-03-12. derivative work: Master Uegly (talk). CC BY-SA 3.0. Original file (SVG file, nominally 1,975 × 1,217 pixels, file size: 39 KB)

Esta construcción tiene dos niveles: el subterráneo, con la cámara sepulcral, a la que se accedía a través de largos pozos verticales que se cegaban después de depositar la momia, y el nivel superior, en el que estaba la capilla, que imitaba la casa del difunto, donde los familiares podían pasar para depositar ofrendas, con una o varias «falsas puertas» decoradas con relieves, situadas en la parte oriental, que servían para indicar al espíritu, al doble del difunto (llamado ba), el lugar por donde debía salir o entrar al edificio. Las más suntuosas disponían de varias salas ricamente decoradas y serdab…
La mastaba era una construcción funeraria característica del período predinástico y del Reino Antiguo en Egipto, que precedió a la evolución de las pirámides. Su nombre, derivado del árabe, significa «banco», debido a su forma rectangular con lados inclinados y una parte superior plana, que recuerda a los bancos de adobe que los campesinos egipcios utilizaban. Estas estructuras servían como tumbas para la élite y la nobleza, siendo un reflejo de la importancia que los antiguos egipcios daban al culto funerario y a la preparación para la vida después de la muerte.
Las mastabas estaban construidas con ladrillos de adobe o piedra caliza, dependiendo de la región y la disponibilidad de recursos. En su interior se dividían en dos partes principales: una capilla de ofrendas, donde los familiares y sacerdotes depositaban alimentos y bienes para el difunto, y una cámara funeraria subterránea a la que se accedía por un pozo vertical. La cámara funeraria contenía el sarcófago y los objetos personales del difunto, considerados esenciales para garantizar su bienestar en el más allá.
El diseño de las mastabas refleja la creencia en la dualidad del alma egipcia, dividida en el «ka» y el «ba». La capilla y el serdab, una cámara cerrada que albergaba una estatua del difunto, permitían que el «ka» recibiera las ofrendas, mientras que la cámara funeraria protegía el cuerpo físico. Este tipo de tumba evolucionó hacia formas más complejas con el tiempo, marcando el inicio de la transición hacia las pirámides escalonadas, como la famosa pirámide de Zoser en Saqqara.
La mastaba no solo era un lugar de descanso eterno, sino también una manifestación de estatus social y un reflejo de la relación entre los vivos y los muertos en la cultura egipcia. Aunque su uso decayó con la aparición de las pirámides, siguió siendo una forma importante de tumba para altos funcionarios incluso en periodos posteriores.
Las pirámides
Las pirámides son, sin duda, el elemento funerario más característico del faraón. Estas colosales arquitecturas nacen en el Imperio Antiguo, como un deseo de representar la escalera (o rampa, posteriormente) celestial conformada por rayos de sol, por la que el faraón debería ascender al cielo. Así mismo, su cumbre se propone como una representación de la colina primigenia, al igual que lo eran las mastabas y los enterramientos más arcaicos.
En la III dinastía, Dyeser encargó la edificación de la Pirámide de Saqqara al arquitecto Imhotep. Fue la primera vez que se sustituyó el uso de ladrillos de barro cocido por el de bloques de piedra caliza. Esta estructura escalonada evolucionó en búsqueda de la pirámide geométricamente perfecta y en rampa, objetivo que alcanzan durante la IV dinastía con la Pirámide de Keops. Esta se incluyó entre las Siete Maravillas del Mundo y es la única de estas siete que ha perdurado hasta nuestros días.
Posteriormente, por necesidad de reducir costes, las pirámides se edificaron como un caparazón calizo con un interior de ladrillos de adobe. El tamaño colosal se vio reducido al tiempo que proliferan los relieves en las paredes; es en esta época cuando aparecen los Textos de las pirámides. Los saqueadores de tumbas continuaban profanando sus interiores, en consecuencia, en el Imperio Medio se introducen sistemas complejos de laberintos, trampas y cámaras.
Pirámides de Guiza. Foto: Ricardo Liberato – All Gizah Pyramids. CC BY-SA 2.0. Original file (4,372 × 2,906 pixels, file size: 5.78 MB).
Las pirámides no se edificaban solas, sino que formaban parte de un complejo muy grande. Dicho complejo se levantaba normalmente en la ribera oeste del Nilo, y debía estar próxima a una cantera de caliza que abastecería durante todas las construcciones.
En primer lugar, podía haber varias pirámides satélite pertenecientes a mujeres o familiares del faraón. Además, para asegurar la prosperidad de su vida en el “más allá”, había un templo donde se regalaban ofrendas y oraciones al faraón; en ocasiones podía haber uno o varios pozos que albergaban barcas funerarias. Pero además de las edificaciones con funciones religiosas, toda una ciudad se organizaba alrededor de la construcción de la pirámide, organizada de forma gremial al frente de un funcionario real. Tenían tierras de cultivo propias, donde la mitad de la cosecha se destinaba a la ciudadanía y la otra al faraón. No todos los materiales se obtenían en el propio complejo, algunos llegaban a través del puerto, localizado de forma que su llegada a la obra fuera lo más eficiente posible. Dada la importancia de la edificación de su estructura funeraria, el faraón y su familia solían frecuentar o incluso residir en las inmediaciones, por lo que es común la existencia de una residencia o palacio real.
A pesar de las tentativas de los ingenieros y constructores reales, las pirámides eran demasiado llamativas y los saqueadores de tumbas seguían poniendo en peligro la estabilidad de las momias. Por este motivo, los faraones del Imperio Nuevo decidieron retornar al enterramiento de los cuerpos, y así surgió el Valle de los Reyes.
El hipogeo
Cuando la capital se trasladó a Tebas, durante el Imperio Nuevo, los faraones mandaron excavar sus tumbas en el Valle de los Reyes y las separaron del resto del complejo funerario. Eran galerías abiertas en la roca, con recintos anexos al pasillo central, que conducen a la cámara del sarcófago. Las paredes estaban pulidas, encaladas y policromadas con diferentes escenas, como las del Libro de los Muertos o los Textos de las Pirámides. En el Tercer periodo intermedio, los dignatarios de la dinastía XXI, ya fueron enterrados debajo del propio templo de Amón, en Tanis, la nueva capital, pues la necrópolis tebana sufría continuos expolios.
Notas y referencias
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- Dieter Arnold, Byron Esely Shafer Temples of Ancient Egypt, I.B.Tauris, 2005
- Blakemore, 1996, pp.107
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- AEgArOn – Ancient Egyptian Architecture Online.
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Referencias
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- Verner, Miroslav (2013) [2010]. Temple of the World: Sanctuaries, Cults, and Mysteries of Ancient Egypt. Translated by Anna Bryson-Gustová. The American University in Cairo Press. ISBN 978-977-416-563-4.
- Wilkinson, Richard H. (2000). The Complete Temples of Ancient Egypt. Thames and Hudson. ISBN 0-500-05100-3.
Construcciones arquitectónicas más destacadas:
1. Época Predinástica y Arcaica (c. 3100–2686 a.C.)
Mastabas: estructuras funerarias rectangulares que son precursoras de las pirámides.
La mastaba fue un tipo de tumba característica del Egipto predinástico y del Reino Antiguo, considerada como un precursor directo de las pirámides. Su diseño, que deriva su nombre del término árabe para «banco», consistía en una estructura rectangular con lados inclinados y una superficie plana en la parte superior, que se asemejaba a los bancos de adobe utilizados en la vida cotidiana egipcia. Estas construcciones funerarias estaban destinadas principalmente a los miembros de la nobleza y a los altos funcionarios, destacando el profundo respeto que los egipcios profesaban por el culto a los muertos y la preparación meticulosa para la vida en el más allá.
Las mastabas solían edificarse con ladrillos de adobe o piedra caliza, dependiendo de los recursos disponibles en cada región. Su interior estaba dividido en dos áreas principales: una capilla donde se depositaban ofrendas como alimentos y objetos para el difunto, y una cámara funeraria subterránea, a la cual se accedía a través de un pozo profundo. Esta cámara contenía el sarcófago y diversos objetos personales que los egipcios creían esenciales para la subsistencia del difunto en la otra vida.
El diseño de estas tumbas respondía a las creencias religiosas egipcias, especialmente en la dualidad del alma, compuesta por el «ka» y el «ba». La capilla de ofrendas y el serdab, un espacio cerrado que albergaba una estatua del difunto, servían para mantener vivo el «ka» mediante ofrendas rituales, mientras que la cámara funeraria aseguraba la conservación del cuerpo físico. Con el tiempo, las mastabas evolucionaron en términos arquitectónicos y conceptuales, allanando el camino hacia las pirámides escalonadas, como la icónica pirámide de Zoser en Saqqara.
Además de ser una tumba, la mastaba representaba un símbolo de estatus social y una conexión perdurable entre los vivos y los muertos. Aunque con el tiempo su uso disminuyó en favor de formas más monumentales como las pirámides, continuaron siendo una opción frecuente para las tumbas de los altos funcionarios en épocas posteriores, conservando su importancia en el panorama funerario del antiguo Egipto.
2. Imperio Antiguo (c. 2686–2181 a.C.)
Pirámides de Giza: Keops (Gran Pirámide), Kefrén y Micerino, junto con la Gran Esfinge.
La Necrópolis de Giza (Gizèh, Gîza, Guizèh) o Guiza se encuentra en la meseta de Guiza, al oeste de la población homónima, a unos veinte kilómetros de El Cairo, Egipto. Comenzó a utilizarse durante la segunda dinastía, habiéndose encontrado cerámica fechada en el reinado de Nynecher. En ella se encuentran las famosas pirámides construidas por los faraones de la cuarta dinastía Keops, Kefrén y Micerino.
La necrópolis de Guiza es la mayor del Antiguo Egipto, con enterramientos datados desde las primeras dinastías. Su esplendor lo alcanzó durante la cuarta dinastía, cuando se erigieron la pirámide de Jufu (Keops), también conocida como la Gran Pirámide, la pirámide de Jafra (Kefrén) y la relativamente pequeña pirámide de Menkaura (Micerino), junto con varias otras subsidiarias menores, templos funerarios, Templos del Valle, embarcaderos, calzadas procesionales y fosas que contenían barcas solares ceremoniales; también se esculpió en la roca de la meseta la Gran Esfinge de Guiza.
Meseta de Guiza. Litografía publicada en 1846 (Biblioteca del Congreso). David Roberts / Louis Haghe. Dominio público. Original file (1,214 × 854 pixels, file size: 88 KB).

Asociados a estos monumentos reales se encuentran numerosas mastabas de miembros de la familia real, otras concedidas por el faraón a altos funcionarios y sacerdotes, y algunos monumentos de épocas posteriores relacionados con el culto a los antepasados.
De las tres pirámides principales se conserva su núcleo, conformado por bloques de piedra caliza, pero de su revestimiento, de caliza pulida o granito rosado, solo quedan algunos restos, pues estos bloques fueron utilizados para construir edificios en la cercana ciudad de El Cairo.
La pirámide de Jafra (Kefrén) parece la más alta, pero se debe a que fue construida sobre una zona más elevada de la meseta de Guiza; en realidad es la que se adjudica a Jufu (Keops) la de mayor altura y volumen. La Gran Pirámide estaba considerada en la antigüedad una de las Siete maravillas del mundo, y es la única de las siete que aún perdura.
A finales del Imperio Antiguo, durante la sexta Dinastía, había en Guiza varios cientos de tumbas.
La necrópolis
La necrópolis ocupa 160 km² a ambos lados de un uadi: a un lado se encuentran las pirámides, con un amplio campo ocupado por mastabas de nobles al lado. En una meseta están los templos funerarios y la esfinge. Al otro lado del uadi, sobre unas colinas, hay más tumbas particulares.
Edificaciones de la necrópolis
- Gran Pirámide de Guiza
- Pirámide de Jafra
- Pirámide de Menkaura
- Templo funerario de Jafra
- Templos funerarios de Jufu y Menkaura
- Pirámide subsidiaria de Jafra
- Templo del Valle de Jafra
- Templo del Valle de Menkaura
- Tumbas de la reina Hetepheres I
- Pirámide de Jentkaus I
- Pirámides de las reinas de Menkaura
- Mastabas de cortesanos de Jafra
- Gran Esfinge
- Templo de la Esfinge
- Mastaba de Hemon
- Las mastabas occidentales
- Control de entrada (actual)
- Los fosos de las barcas solares
- Carretera de acceso (actual)
- Tumbas hipogeos
- Almacenes de los artesanos
- Carretera de acceso (actual)
- Nazlet el-Samman
- Calzadas procesionales
- Cantera de Menkaura
- Cementerio actual
- Tumbas hipogeos del sur
- Muros perimetrales
- Mastabas y tumbas hipogeos
- Cementerio de mastabas occidental
- Cementerio de mastabas oriental
- Mastabas y tumbas excavadas en la roca.
Mapa de la meseta de Guiza. EsserWoland – own work created in Inkscape. Windrose made by Brosen. CC BY-SA 3.0. Original file (SVG file, nominally 1,204 × 1,177 pixels).
Complejo funerario de Jufu (Keops)
Artículo principal: Gran Pirámide de Guiza
Está situado al norte y está formado por la Gran Pirámide (o pirámide de Keops), las tres pirámides de las reinas, una pirámide satélite, dos templos funerarios, el Templo del Valle, una carretera que une ambas construcciones, tumbas o fosas con barcas solares, mastabas de nobles y cortesanos y múltiples mastabas organizadas en tres cementerios. Entre estas mastabas se encuentra la tumba del constructor de la Gran Pirámide, Hemiunu.
Ver nota: Los restos del templo fueron descubiertos durante la construcción de una carretera que une Guiza con El Cairo. Se mantienen en su lugar y son visibles en el centro de un pequeño parque que se creó a su alrededor.
La Gran Pirámide de Guiza (también conocida como pirámide de Keops o de Jufu) es, además de la mayor de las pirámides de Egipto, la más antigua de las siete maravillas del mundo antiguo y la única que todavía perdura. Fue ordenada a construir por el faraón Keops de la cuarta dinastía del Antiguo Egipto. Acerca del arquitecto de dicha obra, algunos estudiosos nombran a Hemiunu, pero no está comprobado.
La fecha estimada de terminación de la construcción de la Gran Pirámide es alrededor de 2,600 a. C., siendo la primera y mayor de las tres grandes pirámides de la necrópolis de Guiza, situada en las afueras de El Cairo. Fue el edificio más alto de la Tierra durante 3800 años, hasta que en el siglo XIV fue superado por el chapitel de la catedral de Lincoln, en Inglaterra, y el edificio de piedra más alto del mundo hasta bien entrado el siglo XIX, siendo entonces superado por la aguja de la iglesia de San Nicolás, en Hamburgo.
Ver notas:
- El chapitel de madera alcanzó la altura de 160 m, aunque se derrumbó pocos años después. En el siglo XVI se construyó la iglesia de san Olaf, en Tallin, cuyo chapitel de madera alcanzó una altura de 159 m.
- San Nikolai, en Hamburgo se terminó en 1874, y su aguja tiene 147,3 metros de altura, siendo el edificio más alto del mundo hasta la terminación de la catedral de Ruan en 1876, cuya aguja de hierro fundido alcanza 151 metros de altura. La Catedral de Colonia fue construida entre 1248 y 1880 y sus agujas pétreas alcanzaron 157 m. El Monumento a Washington se terminó en 1884, y tiene 170 m de altura.
- Egipto eterno, 10000 -2500 A.C.: Viaje a los orígenes de la civilización más… pag 198 en Google libros
- Glenday, Craig; Fall, Stephen, eds. (2013). «Introducción. Hasta el límite.». Guiness World Records 2013 (Alberto Delgado; Olga Marín; Daniel Montsech; Nioelia Palacios y Roser Soms, trads.). España. p. 3. ISBN 9788408008651
Gran Pirámide de Guiza en 2005. Foto: Nina. CC BY 2.5. Original file (1,581 × 971 pixels, file size: 310 KB).
La pirámide
La necrópolis piramidal de Khufu fue erigida en la sección noreste de la meseta de Guiza. Es posible que la falta de espacio para la gran construcción planeada, la falta de canteras locales de piedra caliza y el terreno suelto de Dahshur obligara a Khufu a trasladarse hacia el norte, lejos de la necrópolis de su predecesor Seneferu. Khufu eligió el extremo superior de una meseta natural para que su futura pirámide fuera ampliamente visible. Decidió llamar a su complejo funerario Akhet Khufu (El Horizonte de Khufu). Se estima que fue construida con unos 2,3 millones de bloques de piedra, cuyo peso medio es de dos toneladas y media por bloque, aunque hay algunos de ellos que llegan a pesar hasta sesenta toneladas. Originalmente estaba recubierta por unos 27 000 bloques de piedra caliza blanca, pulidos, de varias toneladas cada uno. Mantuvo este aspecto hasta principios del siglo XIV, cuando un terremoto desprendió parte del revestimiento calizo. Posteriormente, los turcos otomanos utilizaron dicho revestimiento para la construcción de diversas edificaciones en El Cairo. Tiene una altura de 146 metros (481 pies) desde el nivel del suelo hasta el punto más alto. El nivel de enterramiento de la Gran Pirámide de Guiza es de aproximadamente 10 metros (33 pies). Esto significa que la parte enterrada se extiende aproximadamente 10 metros por debajo del nivel del suelo.
En primer plano recubrimiento de caliza de Tura, ésta hace referencia a los bloques de piedra caliza que originalmente cubrían la superficie exterior de la Gran Pirámide de Keops en Guiza. Esta caliza provenía de las canteras de Tura, ubicadas al este del Nilo, famosas por la calidad y el acabado blanco brillante de su piedra. Este recubrimiento tenía la función de conferir a la pirámide un aspecto liso y resplandeciente, reflejando la luz del sol y otorgándole una apariencia imponente y casi divina. Con el tiempo, la mayoría de estos bloques de recubrimiento fueron retirados para ser reutilizados en otras construcciones, dejando expuesto el núcleo interno de piedra caliza más tosca que se observa hoy en día. La caliza de Tura simbolizaba, además, la pureza y la conexión con los cielos, conceptos esenciales en la arquitectura funeraria egipcia. Foto: Jon Bodsworth – egyptarchive.co.uk . Original casing stones at the base of the north face of the pyramid. Copyrighted free use.

Arquitecto
Hemiunu, el arquitecto de la pirámide de Keops, era hijo del arquitecto Nefermaat, el arquitecto de la pirámide del rey Seneferu, padre de Keops. Los arqueólogos han encontrado menciones de Hemiunu con títulos aproximadamente traducidos como Maestro de obras y Visir. Su tumba se encuentra cerca de la pirámide de Keops, y contiene relieves con su imagen. Algunas piedras de su mastaba están marcadas con fechas que se refieren al reinado de Khufui. La estatua de Hemiunu está en la actualidad en el museo de Hildesheim en Alemania
Datación
Los egiptólogos, arqueólogos especialistas del Antiguo Egipto e historiadores (desde Heródoto), coinciden en afirmar que fue construida durante el reinado de Jufu (en griego, Keops), en la primera mitad del siglo XXVI a. C. Se piensa que su construcción fue dirigida por su chaty, el arquitecto Hemiunu. En 2013 se descubrieron un puerto y un depósito de naves; este último contenía numerosos papiros contemporáneos a la construcción de la pirámide. El papiro llamado diario de Merer, registra los embarques de bloques de piedra caliza, desde Tura hasta Guiza, con un total de 200 bloques por mes.
- «La pirámide de Keops (Khufu)».
- Heródoto de Halicarnaso. Libro II. Euterpe. Cap. CXXIV.
- Alexander Stille (octubre de 2015). «The World’s Oldest Papyrus and What It Can Tell Us About the Great Pyramids». Smithsonian.com (en inglés).
El interior de la pirámide
La pirámide se compone de tres cámaras principales, dos situadas en el interior de la pirámide, actualmente denominadas cámara del rey y cámara de la reina, y una en el subsuelo, la cámara subterránea.
A las cámaras se accedía desde el lado norte, por un pasaje descendente, obstruido al final por grandes bloques de granito, que comunicaba con dos pasadizos, uno ascendente, que desemboca en la Gran Galería, y otro descendente, que llega hasta la cámara subterránea.
«Artículo sobre los Conductos de ventilación, puertas y cámaras». Archivado desde el original.
La Gran Galería
La Gran Galería es un gran pasaje de unos 47 metros de longitud y 8 metros de altura. Las paredes de la Gran Galería son verticales desde el suelo hasta una altura de dos metros y, desde ahí hacia arriba, mediante aproximación de las hiladas con las piedras escalonadas, conformando una falsa bóveda.
La cámara del rey
La llamada cámara del rey está conformada por losas de granito y es de planta rectangular, paredes y techo lisos, sin decoración, y únicamente contiene en la actualidad un sarcófago vacío de granito, sin inscripciones, depositado allí durante la construcción de la pirámide, puesto que es más ancho que los pasadizos; sobre el techo se encuentran las llamadas cámaras de descarga, y la más alta dispone su techo con grandes bloques inclinados, a dos aguas, para desviar la gran presión que ejercen los bloques superiores de la pirámide, evitando que todo el peso descargue sobre el techo de la cámara real. Se accede a ella por un pasaje horizontal llamado antecámara que parte del extremo superior de la Gran Galería.
La cámara de la reina
La denominada cámara de la reina por los árabes, aunque según Mark Lehner y la gran mayoría de los egiptólogos, no se destinó a la esposa del rey sino a una estatua Ka del mismo (Serdab, habitáculo destinado a contener la representación espiritual del difunto: estatua Ka), está situada casi en el eje de la pirámide. Tiene acceso mediante un pasaje horizontal, que comunica con la zona inferior de la Gran Galería, inicialmente oculto por las losas del pavimento. Es de planta rectangular, paredes lisas, sin decoración, con un nicho, y techo inclinado, a dos aguas.
La cámara subterránea
La cámara subterránea, excavada en el subsuelo, es de planta rectangular, con suelo irregular, paredes y techo planos; contiene dos habitáculos, a modo de sarcófagos, un pozo y una pequeña galería. Se accede a ella por un pasaje descendente, prolongación del primer pasaje de la pirámide. También está comunicada con la Gran Galería mediante un angosto túnel, casi vertical, perforado en los bloques.
Los canales de ventilación
De cada cámara real parten dos angostos conductos inclinados, en las paredes norte y sur, llamados «canales de ventilación», pues ese es su uso desde 1992, ventilar mediante ventiladores eléctricos para reducir la humedad en el interior de la pirámide; se desconoce su función original pues los de la cámara de la reina no comunicaban con el interior en su último tramo, ya que estaban tapados por las grandes losas graníticas del revestimiento de los muros. Los de la cámara del rey fueron descubiertos por R. Howard Vyse, y los de la cámara de la reina por W. Dixon.
- «Egyptopia.com – The Plan Of Cheops Pyramid». Archivado desde el original el 25 de marzo de 2009.
- Oakes & Gahlin (2002) p.67
- Juan de la Torre Suárez – Asociación Andaluza de Egiptología. «Egiptomania.com – Pirámide Jafra (Kefrén, Khafre)».
Cámaras y pasajes interiores
- Acceso original, en la cara norte, actualmente obstruido
- Acceso actual, ordenado abrir por Al-Mamún
- Bloques de granito, que sellaban el acceso al pasaje superior
- Pasaje que comunica con la cámara subterránea
- Cámara subterránea
- Pasaje de acceso a la Gran Galería
- Cámara de la reina
- Pasaje que comunica con la cámara de la reina
- Gran galería
- Cámara del rey y cámaras de descarga
- Antecámara
- Pasaje perforado que comunica con la Gran Galería y la cámara subterránea
- 7-10 Canales de ventilación
Sección Sur-Norte. 1. Acceso original, en la cara norte, actualmente obstruido 2. Acceso actual, ordenado abrir por el califa Al-Mamun en 823, debido a los rumores populares de tesoros ocultos en su interior, perforado a 16 m del suelo con palancas 3. Bloques de granito, que sellaban el acceso al pasaje superior 4. Pasaje que comunica con la cámara subterránea 5. Cámara subterránea 6. Pasaje de acceso a la Gran Galería 7. Cámara de la reina 8. Pasaje que comunica con la cámara de la reina 9. Gran Galería 10. Cámara del rey y cámaras de descarga 11. Antecámara 12. Pasaje perforado que comunica con la Gran Galería y la cámara subterránea 7-10 Canales de ventilación de las cámaras del rey y de la reina. Gráfico: Юкатан – Trabajo propio, basado en: Cheops-Pyramide.png. CC BY-SA 4.0. Original file (SVG file, nominally 2,088 × 1,581 pixels).

La barca funeraria de Keops
La barca solar es un elemento simbólico de la mitología egipcia vinculado al ciclo diario del Sol y al demiurgo que es asociado con Ra. En 1954 se encontró, enterrada en un foso próximo al lado sur de la pirámide, una barca funeraria. Estaba desmontada y llevó catorce años reconstruirla. Se exhibe en una gran sala erigida sobre el foso. Esta barca formaba parte importante del ritual funerario, ya que sería la encargada de llevar a Jufu (Keops) en su viaje a través del más allá. Se tiene conocimiento de otra barca, pero por precaución y para evitar su deterioro no ha sido extraída todavía.
La barca funeraria de Keops (o barca solar) es un navío de 43,4 m de eslora del Antiguo Egipto que fue enterrado en un foso a los pies de la Gran Pirámide de Guiza, alrededor de 2500 a. C. Posiblemente fue construida para Keops, el segundo faraón de la cuarta dinastía del Imperio Antiguo de Egipto. Fue descubierta en 1954 por Kamal el-Mallakh.
La barca funeraria de Keops. Berthold Werner. CC BY-SA 3.0. Original file (1,719 × 2,583 pixels, file size: 1.6 MB).

La barca funeraria de Keops fue descubierta en 1954 por Kamal el-Mallakh. Mientras se retiraban una serie de restos de la cara sur de la pirámide se encontró un par de losas de piedra que parecían esconder una trinchera. Aunque el gobierno egipcio no mostró gran interés por la excavación, la insistencia de Kamal el-Mallakh hizo posible que se descubriera la barca funeraria de Keops. Construida con madera de cedro, fue encontrada provista de todos sus aparejos, remos, cuerdas y cabina; estaba desmontada en 1.224 piezas. Después de años de trabajo se consiguió ensamblar todas las piezas. La barca, que sería capaz de transportar 45 toneladas, mide 43’4 m de eslora, 5’6 m de manga y 1’5 m de calado. Las tablas de madera del casco de la barca solar están unidas por cuerdas, y no clavadas. Durante su restauración, la cual tardó más de diez años, se tuvieron que emplear nuevas cuerdas, pero el 95% de las tablas de madera son las originales. Restaurada, se expuso desde 1982 en el museo situado sobre el mismo lugar donde fue encontrada, en el lado sur de la Gran Pirámide de Guiza. Sin embargo, en agosto de 2021, fue trasladada al Gran Museo Egipcio, donde compartirá espacio con una segunda barca de Keops que permaneció enterrada hasta 2012.
Han sido descubiertas cinco fosas de barcas funerarias junto a la Gran Pirámide y cinco más en las proximidades de la de Kefrén.
La historia y la función de la barca no se conocen con precisión. Las barcas solares eran navíos rituales que simbolizaban el ciclo de la vida y la muerte mediante el ciclo solar, Ra, a través del cielo. Sin embargo, esta barca contiene signos que indican haber sido usada en el agua, y es posible que la barca funeraria llevara el cuerpo embalsamado del faraón de Menfis a Guiza a través del Nilo, o que Keops lo usara como un «barco de peregrinación» para visitar lugares sagrados y fuera enterrado para usarlo en la vida después de la muerte.
Según varios especialistas, esta barca solar presenta características de una embarcación de alta mar, con una proa levantada, lo que le permitía sobrepasar las olas del mar.
- «La barque funéraire de Khéops».
- «La barca solar, viaje al más allá».
- Parra Ortiz, José Miguel (2008). «La morada eterna de Keops, la Gran Pirámide». Historia National Geographic (55). 1696-7755D , 40.
- «La barca solar de Keops». Archivado desde el original el 30 de abril de 2008.
- El último viaje de la barca solar del faraón Keops; artículo del diario digital español El Independiente de 10/08/2021.
- «La barca solar de egipto». Archivado desde el original el 12 de octubre de 2008.
- «The Giza plateau». Archivado desde el original.
Anexo: la barca solar
La barca solar es un elemento simbólico de la mitología egipcia vinculado al ciclo diario del Sol y al demiurgo que es asociado con Ra. Para los egipcios de la antigüedad, el ciclo perpetuo de la llegada y la puesta del Sol es comparable al ciclo de la vida y de la muerte. Así, cada mañana el Sol nace en oriente, crece hasta el cenit, envejece hacia occidente, y luego desaparece en el reino de los muertos, la Duat. El dios solar Ra, efectúa este viaje diurno a bordo de una barca llamada Mandjet o la Barca de millones de años. La elección de una barca como medio de transporte se comprende fácilmente en una civilización eminentemente fluvial donde el Nilo representa la vía principal de comunicación y es fuente primordial de alimentos gracias a las fertilizantes crecidas, la irrigación y la pesca.
Imagen: Ra con cabeza en forma de carnero (comúnmente conocido como Afu-Ra) en su barca solar Mesektet viajando por la Duat acompañado por Sia en la proa y Heka en la popa, siendo protegido por la deidad serpiente Mehen. Autor: A. Parrot. Dominio público.
El periplo perpetuo de Ra no conoce pausa; al atardecer, al contrario, sólo empieza de nuevo. Es en otra barca, llamada Mesenktet (o Mesektet), en la que comienza su periplo subterráneo, el que atraviesa durante las doce horas de la noche antes de poder renacer por la mañana. En el reino de los muertos, debe enfrentarse con las fuerzas del caos, en las que el representante más poderoso es la serpiente Apofis. En la barca es acompañado por otras divinidades que, como Seth, le ayudan a luchar contra el caos.
En uno de los mitos sobre la diosa Nut, se dice que al recorrer el sol por sus piernas y espalda hasta el mediodía, lo hace con la barca Atet, mientras que utiliza la barca Sektet hasta llegar al ocaso.
Cada doceava parte de su viaje formaba una de las doce horas egipcias del día, cada una supervisada por una deidad protectora. Ra, por la noche, navega a través del inframundo, y cada hora de la noche se consideraba una puerta supervisada por doce deidades protectoras más. Pasando a través de todo esto mientras se defendía de varios monstruos destructivos, Ra reaparecía cada día en el horizonte oriental.
Esta singladura de Ra se concibió a veces como su crecimiento diario, declive, muerte y resurrección, y aparece en la simbología de los textos mortuorios egipcios
Los egipcios de la antigüedad imaginaron que asociándose con el dios solar en el momento de su viaje perpetuo a bordo de las barcas sagradas, sus almas vivirían eternamente. Así es como el culto funerario quedó fuertemente marcado por este mito solar. Por eso, normalmente, las tumbas se construyeron sobre la ribera occidental del Nilo, donde «muere» el Sol, y en el ritual funerario se incluía atravesar el río con el difunto sobre barcas semejantes a las del dios solar.
Dimensiones de la Gran Pirámide
El egiptólogo británico William Matthew Flinders Petrie hizo el estudio más detallado realizado hasta 1984 acerca del monumento. En la actualidad se dan como válidas las siguientes dimensiones, fruto del trabajo de Mark Lehner y Jon Goodman en 1984:
- Altura original = 146,50 m
- Altura actual = 136,86 m
- Pendiente: 51º 50′ 39″
La longitud de los lados de la base, según Mark Lehner, David Goodman y Glen Dash (AERA: The Great Pyramid’s Footprint: Results from Our Survey by Glen Dash (2015)) es:
- Lado N: 230,329 m
- Lado E: 230,334 m
- Lado S: 230,384 m
- Lado O: 230,407 m
- Media: 230,363 m
Teorías sobre su construcción
La Gran pirámide se erige en el periodo de mayor apogeo del poder faraónico durante el Imperio Antiguo, y muestra la gran capacidad organizativa y el conocimiento adquirido por los artesanos y técnicos egipcios para erigir tales monumentos, aunque con medios aparentemente simples. Es el mejor exponente de todas las pirámides realizadas en Egipto, la culminación de un proceso de mejoramiento de técnicas constructivas que comenzó en la época de Dyeser y prosiguió en la de Seneferu.
Existen diversas teorías que tratan de explicar cómo se construyeron las pirámides, pero no se sabe con certeza cómo se erigieron, al no haber perdurado ningún documento de la época describiéndolo. Posiblemente, puedan aportar datos significativos las excavaciones arqueológicas que se realizan en la meseta de Guiza en los restos del poblado de artesanos, del cementerio, los almacenes o las canteras.
Interpretación de la construcción descrita por Heródoto. Según Antoine-Yves Goguet. 1820. Antoine-Yves Goguet – «L’origine des lois, des arts et des sciences», 1820. Interprétation du témoignage d’Hérodote (construction d’une grande pyramide). Dominio público. Original file (2,200 × 1,128 pixels, file size: 472 KB).
El texto más antiguo que indica el modo de construirla proviene del historiador Heródoto, reflejando lo que le relataron los sacerdotes egipcios.
Heródoto, quien contempló la pirámide hacia el año 450 a. C., comentó que «su tiempo de construcción fue de veinte años», y que subían las piedras labradas, de grada en grada, mediante artefactos conformados de maderos cortos.
«En cuanto a la pirámide, se gastaron en su construcción veinte años: es una fábrica cuadrada de ocho pletros de largo en cada uno de sus lados, y otros tantos de altura, de piedra labrada y ajustada perfectamente, y construida de piezas tan grandes, que ninguna baja de treinta pies.
La pirámide fue edificándose de modo que en ella quedasen unas gradas o poyos que algunos llaman escalas y otros altares.
Hecha así desde el principio la parte inferior, iban levantándose y subiendo las piedras, ya labradas, con cierta máquina formada de maderos cortos que, alzándolas desde el suelo, las ponía en el primer orden de gradas, desde el cual con otra máquina que en él tenían prevenida las subían al segundo orden, donde las cargaban sobre otra máquina semejante, prosiguiendo así en subirlas, pues parece que cuantos eran los órdenes de gradas, tantas eran en número las máquinas, o quizá no siendo más que una fácilmente transportable, la irían mudando de grada en grada, cada vez que la descargasen de la piedra; que bueno es dar de todo diversas explicaciones. Así es que la fachada empezó a pulirse por arriba, bajando después consecutivamente, de modo que la parte inferior, que estribaba en el mismo suelo, fue la postrera en recibir la última mano.
En la pirámide está notado con letras egipcias cuánto se gastó en rábanos, en cebollas y en ajos para el consumo de peones y oficiales; y me acuerdo muy bien que al leérmelo el intérprete me dijo que la cuenta ascendía a 4600 talentos de plata. Y si esto es así, ¿a cuánto diremos que subiría el gasto de herramientas para trabajar, y de víveres y vestidos para los obreros, y más teniendo en cuenta, no sólo el tiempo mencionado que gastaron en la fábrica de tales obras, sino también aquel, y a mi entender debió ser muy largo, que emplearían así en cortar la piedra como en abrir la excavación subterránea?»
Heródoto de Halicarnaso. Libro II. Euterpe. Cap. CXXIV-CXXV.
Interpretación de la maquinaria descrita por Heródoto. Antoine-Yves Goguet. 1820. Antoine-Yves Goguet – «L’origine des lois, des arts et des sciences», 1820. Interprétation du témoignage d’Hérodote (La machine). Dominio público. Original file (1,396 × 1,448 pixels, file size: 226 KB).
Complejo funerario de Kefrén (Jafra)
El complejo funerario de Jafra está mucho mejor conservado que el de Jufu, e incluye un hermoso templo revestido con granito rosa de Asuán y conectado con el Templo del Valle por un largo camino pavimentado de 495 metros. Al sur de la pirámide se encuentra la pirámide satélite, cinco fosos con barcas solares y más de un centenar de grandes habitaciones, consideradas almacenes o talleres al servicio de los artesanos.
La pirámide de Jafra o pirámide de Kefrén (Kefrén es su nombre en griego) es una pirámide de Egipto perteneciente a la necrópolis de Guiza. Fue erigida en la meseta de Guiza, junto a la de su «padre» Keops (según Heródoto). Se data en el siglo XXVI a. C.
En épocas antiguas fue denominada la Gran Pirámide, debido a que parecía ser más alta que la pirámide de Keops. Este efecto se debe a que se encuentra situada en un nivel más alto de la meseta, y presenta un ángulo más inclinado en sus caras, el ángulo sagrado egipcio, utilizado en algunas pirámides posteriores.
El complejo funerario
La pirámide es parte de un complejo funerario que cuenta con un templo funerario en su lado oriental y una calzada procesional pavimentada que lo vincula con el Templo del Valle, situado en las inmediaciones de la Gran esfinge, presentando una planta y diseño similar al templo Osireion, con patios y pilares desprovistos de jeroglíficos o cualquier tipo de adorno, realizado con enormes sillares y grandes losas de granito revistiendo los muros del templo. También se encuentra una pirámide subsidiaria, cinco fosos con barcas solares y más de un centenar de grandes habitaciones, consideradas almacenes o talleres de los trabajadores de la pirámide.
La pirámide de Kefrén y la Gran Esfinge, junto al templo del valle. Altura 143 metros originalmente, hoy en día 136 metros de altura, y una longitud de 215 metros. ser Isewell on en.wikipedia – Photo taken by Ian Sewell, Dec. 2004. CC BY 1.0.

Templo del Valle
Templo del Valle es el nombre de una construcción adjunta a cada pirámide. Actuaba como entrada al complejo funerario y estaba unido al templo funerario (situado junto a la pirámide) por una calzada. En general, estaban dotados de dos puertas con un vestíbulo y una sala hipóstila, de forma similar a los templos funerarios. Su finalidad era realizar en él los ritos de purificación de la momia del faraón, que era llevada en procesión por la calzada hasta su mausoleo.
Templo del Valle de Kefrén. El Templo del Valle más conocido es el de Kefrén, situado en su complejo funerario de Guiza; a 500 m de la Pirámide de Kefrén, está cerca de la Gran Esfinge y casi intacto al haber estado cubierto por la arena hasta el siglo XIX. De planta cuadrada, sus muros de piedra caliza miden 45 m y su grosor va en disminución, dándole un aspecto exterior de mastaba. Las paredes están revestidas de granito rojo pulido tanto interior como exteriomente, mientras que el suelo es de caliza blanca. Lo descubrió Auguste Mariette en 1852, y le dio el nombre de templo de la Esfinge, creyéndolo al servicio de ésta.
Está construido sobre una pendiente, por lo que sus muros son de diferentes alturas. Las entradas están flanqueadas por esfinges, y el techo de la cámara está apoyado en columnas también de granito rojo. Está desprovisto de pinturas e inscripciones, y tiene unas aberturas en la parte alta de los muros que proporcionan luz natural. Su interior estaba decorado con estatuas del faraón, que se colocaron en un pozo existente en fechas posteriores a su construcción. Están todas muy deterioradas, salvo una de diorita que se encuentra en el Museo Egipcio de El Cairo.
Templo del Valle de Abusir. Situado en la necrópolis de Abusir, fue construido por orden de Nyuserra y se encuentra en estado ruinoso. Se llegaba a él desde el templo Solar por una calzada.
Otros Templos del Valle. Templo del Valle de Keops. Está en Guiza, pero sobre él se construyó la aldea de Nazla el-Saman, por lo que no ha podido ser estudiado ni recuperado. La calzada ceremonial figura en los planos del siglo XIX, pero apenas es visible ahora.
Reconstrucción del complejo funerario de Kefrén. En el extremo inferior derecho, puede apreciarse el Templo del Valle. Uvo Holscher – «Memphis à l’ombre des pyramides», 1930, jean capart. Reconstituion du complexe funéraire de Khéphren. Copyrighted free use. Original file (1,924 × 1,256 pixels, file size: 167 KB).
Dimensiones pirámide de Kefrén
- Altura total original: 143,5 m
- Altura actual: 136 m
- Área de un lado: 14 663 m²
- Pendiente, ángulo: 53°37′48″
- Volumen: 2 211 096 m³
Es la primera gran pirámide que se construyó basándose en el triángulo sagrado egipcio de proporciones 3-4-5.
Fotos del Interior de la pirámide de Kefrén
Paso de rampa inicial: Leon petrosyan. CC BY-SA 4.0. Original file (4,608 × 3,456 pixels, file size: 4.64 MB).
La parte final del pasaje inclinado a la pirámide con un techo alto. Autor: Leon petrosyan. CC BY-SA 4.0. Original file (3,456 × 4,608 pixels, file size: 4.59 MB).

Cámara funeraria. Leon petrosyan. CC BY-SA 4.0. Original file (3,456 × 4,608 pixels, file size: 3.07 MB).

Sarcófago del faraón. Leon petrosyan. Burial chamber in the Pyramid of Khafre, Giza, Egypt. CC BY-SA 4.0. Original file (4,608 × 3,456 pixels, file size: 3.39 MB).

Sección recta del pasaje. Leon petrosyan. CC BY-SA 4.0. Original file (3,456 × 4,608 pixels, file size: 4 MB).

Salir de la cámara funeraria. Leon petrosyan. CC BY-SA 4.0. Original file (3,456 × 4,608 pixels, file size: 3.73 MB).

El templo funerario, de planta rectangular con más de cien metros de largo, estaba dividido en cinco zonas que serán imitadas en los templos funerarios del Imperio Nuevo: el salón de entrada, el patio descubierto, los cinco nichos para estatuas, el santuario, y los almacenes. Los tres primeros elementos conforman la zona pública; la privada solamente era accesible a los sacerdotes.
El templo del valle. El templo del valle, de planta cuadrada, con unos 45 metros de lado, dispone de gruesos muros calizos en talud al exterior, con una altura original de más de doce metros. Disponía de dos entradas en el muro oriental y otra en el occidental; estaban precedidas de un naos cuadrado, con una estatua real y dos esfinges, ante cada puerta oriental. Tras un pasaje se accedía a la antecámara que comunicaba con la sala hipóstila, construida con pilares monolíticos y revestimiento de granito de Asuán.
Una calzada procesional vinculaba ambos templos, con unos quinientos metros de longitud y 4,50 metros de anchura, cubierta, posiblemente con bajorrelieves en las paredes.
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- Medidas de la Pirámide de Jafra y Pirámide subsidiaria (GII-a)
- La pirámide Jafra
La pirámide de Kefrén está alineada con la de su padre Keops en dirección al suroeste. Es algo más pequeña aunque puede parecer más alta por estar situada en un terreno más elevado. Con sus 143,5 metros es la segunda pirámide más grande de Egipto. En el exterior, en la zona superior de su vértice, se conserva el revestimiento de piedra caliza de Tura. También se observan restos del revestimiento de granito junto a la base. En la cara norte hay dos entradas con un pasillo descendente: uno empieza a 11,50 metros del nivel de la base y el otro, prácticamente, está situado a nivel del suelo. La estructura interior es bastante diferente de la de Keops y se parece más a la de Djedefra, en Abu Roash. El pasaje inferior permite llegar a un pasillo horizontal de 1,7 metros de altura. Avanzando por el corredor, en la esquina, hay una cámara con un techo en pendiente que, se supone, servía para almacenar las ofrendas. Siguiendo el pasillo, en ascensión, se llega a la intersección con el otro pasillo de la entrada superior: en este punto ambos confluyen en la cámara sepulcral. El techo está inclinado, con vigas de piedra, y el sarcófago es de granito negro con una tapa de dos piezas. En 1818, Belzoni pudo entrar en la cámara pero la momia del faraón ya no estaba, y en su lugar había restos de huesos de un buey. El egiptólogo Rainer Satldemann ha sugerido que estos huesos podían haber sido una ofrenda posterior depositada en el sarcófago, después de que hubiera sido robado el cuerpo del faraón.
Estatua de Kefrén encontrada en el Templo del Valle. Autor: Jeff Dahl y Jon Bodsworth. Copyrighted free use. Original file (500 × 667 pixels).

Complejo de la Gran Esfinge
La Gran Esfinge de Guiza es una escultura monumental que se encuentra en la ribera occidental del río Nilo, en la meseta de Guiza, unos veinte kilómetros al suroeste del centro de El Cairo, en Egipto. Los egiptólogos estiman que fue esculpida c. s. XXVI a. C., formando parte del complejo funerario del rey, durante la dinastía IV de Egipto.
Los lugareños antaño la llamaban Abu el-Hol, «Padre del Terror», corrupción de la expresión copta bel-hit, que se aplica a quien manifiesta su inteligencia en los ojos y que traduce la denominación egipcia hu o ju, que significa «el guardián» o «vigilante».
- RAE. «Guiza | Diccionario panhispánico de dudas». «Diccionario panhispánico de dudas».
- RAE. «esfinge | Diccionario panhispánico de dudas». «Diccionario panhispánico de dudas».
- Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (Espasa).
- «La esfinge de Gizeh». historia.nationalgeographic.com.es. 24 de marzo de 2022. Consultado el 4 de abril de 2022.
- Vásquez Segura, M.L. y co.: Historia de la Cultura. p. 78.
La Gran Esfinge es una estatua tallada en un saliente de roca caliza de la meseta de Guiza. Mide unos 57 metros de longitud y veinte de altura. Se supone que pertenecía al complejo funerario de Jafra, a quien representaría.
Junto a ella hay un templo para su culto, construido durante el Imperio Antiguo, y otro más al norte, frente a la esfinge, levantado durante el Imperio Nuevo. Ambos están comunicados con la pirámide de Jafra por una calzada procesional.
Tutmosis IV (1425-1417 a. C.) la restauró. Cuando subió al trono construyó una capilla entre las patas del león y añadió una gran estela de granito en la parte central, llamada Estela del Sueño. La obra narra la historia de Tutmosis IV, cuando era príncipe, que en una expedición de caza se quedó dormido cerca de la esfinge y en sueños se le apareció la esfinge y le ofreció el trono del Alto y el Bajo Egipto pero pidiendo a cambio que reparara el monumento. En la estela también se pueden ver grabadas las ofrendas y libaciones hechas por Tutmosis IV a la esfinge. Su culto se reavivó durante la dinastía XVIII. Amenhotep II construyó un templo nuevo en la parte noreste, que está dedicado a la esfinge, como Horemjet (Horus en el horizonte). Entre otras estelas que se colocaron con ocasión de las visitas de la realeza, durante esta dinastía, y más tarde durante el Imperio Nuevo, hay inscripciones que se refieren al santuario de la Esfinge como Setepet (El elegido).
La Gran Esfinge de Guiza, fotografiada en mayo de 2015. MusikAnimal – Trabajo propio. CC BY-SA 3.0. Original file (6,000 × 4,000 pixels, file size: 15.1 MB).
Origen
La Gran Esfinge se realizó esculpiendo un montículo de roca caliza situado en la meseta de Guiza. Tiene una altura de unos 20 metros aproximadamente y 73 metros de longitud. La cabeza podría representar al faraón Kefrén, teniendo el cuerpo la forma de un león con el rabo o cola recogido por el lado derecho. En épocas antiguas estaba pintada en vivos colores: rojo el cuerpo y la cara, y el nemes que cubría la cabeza con rayas amarillas y azules.
Culto
Se construyó un templo frente a la estatua, datado en el Imperio Antiguo, y otro más al norte, junto a la esfinge, durante el Imperio Nuevo, como lugares de ofrendas a la «imagen viviente». Kefrén erigió un templo en la zona meridional, que está comunicado con su pirámide mediante una larga avenida procesional. Gozó de veneración y culto por los egipcios desde la antigüedad, especialmente durante el Imperio Nuevo.
Fue identificada con el dios extranjero Horum, y con el dios egipcio Horus como Hor-em-Ajet, o Harmajis, «Horus en el horizonte». En lengua árabe la denominaron Abu el-Hol «Padre del Terror». El epíteto dado por los egipcios a las esfinges era shesep-anj, «imagen viviente».
Degradación y violación
La nummulítica piedra caliza de la zona se compone de capas que ofrecen diferente resistencia a la erosión (sobre todo causada por el viento y la arena arrastrada por el viento), lo que conduce a la degradación desigual que se aprecia en el cuerpo de la Esfinge. La parte más baja del cuerpo, incluidas las patas, es roca sólida. El cuerpo del animal hasta el cuello está formado por capas más blandas que han sufrido una desintegración considerable. La capa en la que se esculpió la cabeza es mucho más dura. Se sabe que existen varios pozos «sin salida» dentro y debajo del cuerpo de la Gran Esfinge, muy probablemente excavados por cazadores de tesoros y ladrones de tumbas.
La Esfinge. Al fondo, la Gran Pirámide de Guiza. Foto: Vulcano. CC BY-SA 3.0. Original file (1,840 × 1,232 pixels, file size: 874 KB).
Complejo funerario de Micerino (Menkaura)
El conjunto tiene los diversos componentes de un complejo piramidal. La pirámide del faraón, el templo para el culto del difunto rey situado en la cara este de la pirámide y un Templo del Valle, conectado por una calzada procesional de 600 m. Este camino está alineado con el eje de la pirámide, no como las de sus antecesores que formaban un ángulo. Alrededor se encuentran otras tumbas de príncipes o reinas.
Además de las tres pirámides de las reinas construidas al sur de la del faraón, al sudeste del templo funerario hay una necrópolis para los sacerdotes destinados al culto del rey, junto a la cantera que se utilizó para la construcción de los monumentos. El culto a Menkaura se mantuvo durante todo en Imperio Antiguo.
La pirámide de Micerino está ubicada en un extremo de la meseta de Guiza, en dirección hacia el sur. Es la más pequeña de las tres pirámides principales. En su complejo se utilizó piedra caliza y revestimientos de granito rojo que era un material más costoso. La entrada está situada en la cara norte. Posee un pasaje descendente, que presenta una inclinación de 26º y una longitud de 31 metros. El pasaje conduce a una cámara llamada cámara de los paneles, por la existencia de una serie de puertas falsas; desde aquí, por un pasaje horizontal, se llega a una antecámara rectangular, donde hay otro pasaje ascendente hacia el centro de la pirámide, pero que está inacabado porque se abandonó su construcción. En la parte central del suelo de esta antecámara está la cámara sepulcral a la que se accede por un pasaje muy corto. La cámara sepulcral es un espacio rectangular excavado en la roca, pero con un techo de granito curvado. A la derecha, antes de entrar en la cámara, hay una sala con seis nichos excavados muy profundamente en las paredes norte y este. El sarcófago de basalto que se descubrió en la cámara sepulcral se perdió cuando era transportado a Inglaterra ya que el barco Beatrice naufragó frente a las costas de la ciudad española de Cartagena el 13 de octubre de 1838. También se encontró un sarcófago de madera que contenía algunos restos de huesos, pero estos datados con fecha muy posterior al reinado de Micerino, unos mil ochocientos años más tarde.
La pirámide de Micerino y las tres pirámides de las reinas. Original file (1,280 × 853 pixels, file size: 459 KB). Autor: Blueshade. CC BY-SA 2.5.

La pirámide de Micerino (nombre helenizado) o de Menkaura (según su nombre egipcio) es la menor de las tres célebres pirámides de la necrópolis de la meseta de Guiza. A Micerino, faraón de la dinastía IV, se le atribuye ordenar construir esta pirámide de 108,5 m de base y 65,5 m de altura originalmente, actualmente 61 m debido a la pérdida de su recubrimiento. Conocida en su época como «Divino es Micerino», era parte del complejo funerario junto con las tres pirámides de las reinas, un templo funerario, el templo del valle y una calzada procesional que vinculaba ambos templos.
En la antigüedad, esta pirámide estaba revestida con dieciséis hiladas de granito rosado procedente de las canteras de Asuán, aunque el resto del recubrimiento estaba conformado por bloques de piedra caliza de Tura. En la actualidad, la pirámide se halla desprovista de casi todo su recubrimiento, pudiéndose observar las regulares hiladas que conforman su núcleo. Cerca de la base se encuentran algunas hiladas del recubrimiento original de granito. La pirámide presenta, hacia el centro de la cara norte, una gran brecha vertical realizada por Al-Aziz Uthman, hijo de Saladino, que se había propuesto demoler las grandes pirámides de Guiza, empezando por la menor, la de Micerinos. Pero el trabajo fue abandonado al resultar muy costoso.
Durante las exploraciones arqueológicas realizadas en el siglo XIX, se encontró un sarcófago de basalto y cerca un féretro de madera antropomorfo, con una momia en su interior. Sin embargo, el féretro interior de madera no era de Micerino, sino de algún importante personaje de la época saíta. El sarcófago de basalto, perdido bajo el mar el 13 de octubre de 1838 frente a las costas de Cartagena al naufragar la goleta Beatrice que lo trasladaba a Inglaterra, posiblemente sí perteneció a Micerino, pero estaba tallado con un estilo «fachada de palacio» típico del Imperio Medio, un trabajo posterior probablemente ya que los sarcófagos de piedra del Imperio Antiguo eran lisos sin decoración alguna y según el descubridor, Richard Howard Vyse, conteniendo otro enterramiento intruso, los huesos de una mujer joven.
Fuente del texto: «La pirámide de Micerino»
Dimensiones
- Altura: 65,5 m
- Lados de la base: 104,6 x 102,2 m
- Pendiente, ángulo: 51° 36′ 21″
- Volumen: 235.182 m³
Diagrama de la estructura interna de la pirámide de Menkaura (no a escala). En rojo: pasillos; en magenta: cámara de los paneles; en verde oscuro: cámara de paso; en azul: antecámara; en naranja: cámara principal; en verde claro: cámara de los cinco nichos; en verde oliva mate: nichos.

Referencias
- «La pequeña gran pirámide de Micerino», elcorreo.com
- Mark Lenner (1997). The Complete Pyramids. Thames and Hudson, London. p. 41. ISBN 0-500-05084-8.
- Nacho Ares (2006). Egipto: tierra de dioses. Editorial EDAF.
- «The pyramids of Giza: Khafre and Menkaure». 2007. Archivado desde el original el 27 de septiembre de 2007.
Portal: Egiptología. Contenido relacionado con Egiptología.
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- Medidas de la pirámide de Menkaura y pirámides subsidiarias (GIII-a GIII-b GIII-c) Archivado el 2 de diciembre de 2006 en Wayback Machine.
Complejo funerario de Jentkaus
Hay otra necrópolis que está instalada al norte de la calzada de Menkaura, dominada por la tumba de reina Jentkaus I, a la que a veces se menciona como la Cuarta Pirámide de Guiza. Tiene un pequeño templo funerario al este de la tumba, accesible por una calzada que la une al desembarcadero situado junto al Templo del Valle de Menkaura. No hay restos de un Templo del Valle propio, lo que sugiere que la reina tuvo que compartir el de Menkaura.
Junto a la calzada se construyó una ciudad de sacerdotes, que se extiende por el desierto alrededor de unas tierras de cultivo. Por la cerámica encontrada, se sabe que la reina recibió culto durante las dinastías quinta y sexta. Parece clara la intención de destacar la importancia de Jentkaus, pariente de los últimos faraones de la cuarta dinastía y nexo de unión con los de la quinta, al casarse con Userkaf y legitimar su ascenso al trono como Gran Esposa Real.
La pirámide de Jentkaus I es parte del complejo funerario de la reina Jentkaus I en la necrópolis de Guiza. A veces se hace referencia a ella como la Cuarta Pirámide. Lleva el número 100 en la lista de monumentos funerarios elaborada por Lepsius, y fue excavada e identificada por Selim Hassan en los años 1932 y 1933.
Sección de la pirámide, con las cámaras interiores. Autor gráfico: Janmad. CC BY-SA 2.5.

Descripción
De 45,5 x 45,8 de planta y con 16,7 m de altura (actual),1 esta tumba tiene actualmente dos alturas y está construida sobre un afloramiento rocoso. Resulta difícil saber si en origen era una pirámide escalonada o una mastaba de grandes dimensiones y varias alturas. Fue construida en dos fases, y responde a dos proyectos diferentes.
- El primer monumento es cuadrado, utilizando la roca caliza como base, una especie de gigantesca mastaba cuya capilla funeraria está al este y que tiene acceso a través de la roca. Sus muros tienen una inclinación de 74°.
- Un segundo proyecto superpuso un edificio rectangular al primero, lo que da una apariencia única al monumento.
El volumen de bloques de piedra utilizado fue enorme, y todo ello estaba recubierto de piedra caliza de Tura. El monumento está acompañado de un templo funerario unido, de un muro que rodeaba el conjunto y de una calzada que lo unía al Templo del Valle de Menkaura.
Se accede a las cámaras funerarias de la reina por un corredor que se abrió en el lado oriental, algo inusual en las pirámides de las reinas, que se explica si el monumento no tenía previsto esa finalidad. La disposición interna es más compleja de lo habitual, lo que aboga por la importancia que se dio a la reina, enlace dinástico entre la cuarta y la quinta dinastías. Esta importancia de Jentkaus explica el privilegio de que tuviese un complejo funerario independiente.
Alrededor de la pirámide se construyeron las tumbas para los cortesanos, así como las de los sacerdotes encargados de su culto, que se mantuvo durante todo el Imperio Antiguo.
Egypt. The fourth pyramid. The pyramid (closer view) Matson Collection – Library of Congress. Public Domain.

Complejo funerario
La pirámide tiene un pequeño templo funerario en el lado este de la pirámide, con una sala de ofrendas y otra reservada para la puerta falsa. El templo era accesible por una calzada que sube desde el Nilo. No hay rastro alguno de un Templo del Valle, lo que sugiere que se utilizó el de Menkaura, situado al lado del extremo de la calzada.
Plano de la pirámide: A: tumba, B: cámara funeraria, C: calzada procesional. Autor: Janmad. CC BY-SA 2.5.
Junto a la calzada se creó una ciudad de sacerdotes con tierras de cultivo, que se extendía de este a oeste formando un ángulo recto hacia el sur, en dirección al templo de Menkaura. El hecho de que estas casas se construyesen en el desierto ha mantenido sus cimientos y algunas paredes lo suficiente como para estudiarlas y levantar un plano. La cerámica encontrada indica que el culto a la reina se mantuvo durante las dinastías quinta y sexta.
Los resultados de las excavaciones y estudios coinciden en que el cambio de proyecto coincidió con el fin de la cuarta dinastía. La voluntad de destacar la importancia de la fallecida reina, pariente de los faraones anteriores, que como Gran Esposa Real transmitió los derechos a la nueva dinastía. Entre sus títulos se encuentran el de Hija del Rey (sat-niswt) y el de Madre de los dos Reyes del Alto y Bajo Egipto (mw.t nsw-bi.ty), algo que su hijo quería dejar muy claro: está grabado en la entrada, junto a una representación de la reina con cetro, ureus y barba ceremonial.
Villa de los trabajadores
El trabajo de extraer, mover, colocar y esculpir la enorme cantidad de piedra utilizada para construir las pirámides podría haber sido realizado por varios miles de trabajadores calificados, no calificados y trabajadores de apoyo. También se necesitaban panaderos, carpinteros, aguadores y otros para cubrir las necesidades de las cuadrillas de obreros involucrados en el proyecto. Junto con los métodos utilizados para construir las pirámides, también existe una amplia especulación sobre el número exacto de trabajadores necesarios para un proyecto de construcción de esta magnitud. Cuando el historiador griego Heródoto visitó Giza en 450 a. C., los sacerdotes egipcios le dijeron que «la Gran Pirámide había necesitado 400 000 hombres durante 20 años para construirla, trabajando en turnos de tres meses, 100 000 hombres a la vez». La evidencia de las tumbas indica que una fuerza laboral de 10 000 personas que trabajaban en turnos de tres meses tomó alrededor de 30 años para construir una pirámide.
El complejo de la pirámide de Giza está rodeado por un gran muro de piedra, fuera del cual Mark Lehner y su equipo descubrieron un poblado donde se alojaban los trabajadores de las pirámides. El pueblo está ubicado al sureste de los complejos de Kefrén y Micerino. Entre los descubrimientos en la aldea de los trabajadores se encuentran dormitorios, panaderías, cervecerías y cocinas comunales (con evidencia que demuestra que el pan, la carne de res y el pescado eran los elementos básicos de la dieta), un hospital y un cementerio (donde se encontraron algunos de los esqueletos con signos de traumas asociados con accidentes en un sitio de construcción). La «ciudad de los trabajadores» parece datar de mediados de la IV Dinastía (2520–2472 a. C.), después de la época aceptada de Keops y la finalización de la Gran Pirámide. Según Lehner y el equipo de AERA: «El desarrollo de este complejo urbano debe haber sido bastante rápido. Toda la construcción probablemente ocurrió en los 35 a 50 años que abarcaron los reinados de Kefrén y Micerino, constructores de la Segunda y Tercera Pirámides de Giza». Sin la datación por carbono, utilizando solo fragmentos de cerámica, impresiones de sellos y estratigrafía para fechar el sitio, concluye el equipo. La imagen que emerge es la de un asentamiento planificado, uno de los primeros planes urbanos del mundo, fechado con seguridad en los reinados de dos constructores de pirámides de Giza: Kefrén y Micerino.
Bibliografía Necrópolis de Guiza
- Lehner, Dr. Mark, «The Complete Pyramids,» Thames & Hudson (1997). ISBN 0-500-05084-8
- Manley, Bill (Ed.), «The Seventy Great Mysteries of Ancient Egypt». Thames & Hudson. ISBN 0-500-05123-2
- «Mysteries of Egypt», National Geographic Society, 1999. ISBN 0-7922-9752-0
- Aufrère, Sydney; Golvin, Jean-Claude y Goyon, Jean-Claude (1997). L’Égypte restituée. Ed. ERRANCE. ISBN 978-2-87772-148-6.
- Maragioglio, Vito y Rinaldi, Celeste (1966). L’Architettura delle piramidi menfite parte V Le Piramidi di Zedefrâ e di Chefren. Ed. Artale.
- Wirsching, Armin, «Die Pyramiden von Giza – Mathematik in Stein gebaut,» Books on Demand (2nd ed. 2009). ISBN 978-3-8370-2355-8
- Isabella Brega y Simonetta Crescimbene (2006). Un paseo por los lugares y la historia de Egipto. Ediciones Folio S.A. Barcelona.
- María Cristina Guidotti y Valeria Cortese (2006). Antiguo Egipto. Arte, historia y civilización. Susaeta Ediciones, S.A. Madrid.
Enlaces externos
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- Esta obra contiene una traducción parcial derivada de «Giza pyramid complex» de Wikipedia en inglés, concretamente de esta versión, publicada por sus editores bajo la Licencia de documentación libre de GNU y la Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
- Presentación multimedia sobre Guiza.
- La ciudad de los constructores de las pirámides de Guiza.
- La pirámide perdida: la cuarta pirámide de Guiza.
- George Andrew Reisner (1867 – 1942): A History of the Giza Necropolis Volume I, (Selections) (Selección del vol. I de la Historia de la Necrópolis de Guiza).
- Texto inglés en el Proyecto Perseus.
Complejo funerario de Zoser en Saqqara: la primera pirámide escalonada diseñada por Imhotep.
La pirámide escalonada de Zoser es la supuesta tumba del faraón conocido como Zoser (Dyoser o Necherjet-Dyeser) de la tercera Dinastía del Antiguo Egipto (alrededor de 2650 a. C.). La estructura denominada antiguamente Dyeser Deyeseru «la más sagrada» o «sublime de las sublimes», según Manetón fue edificada por Imhotep. Es la construcción más notable de la necrópolis de Saqqara, al suroeste de la ciudad de Menfis, y fue el prototipo de las restantes pirámides egipcias.
Los exploradores de esta estructura fueron Von Minutoli, Karl R. Lepsius en el siglo XIX, los trabajos de excavación sistemática fueron de Cecil Firth, y de Jean-Philippe Lauer en el siglo XX.
Desde marzo de 2020 se puede visitar el interior de la pirámide de Zoser, tras años de una larga restauración que se inició en el año 2006.
Complejo de su Pirámide Escalonada, en Saqqara. Foto: Hajor. CC BY-SA 3.0.

Complejo ceremonial
La pirámide escalonada, o proto-pirámide, es considerada como el primer cenotafio monumental real del Imperio Antiguo de Egipto.
En complejo rodeado por un muro pétreo albergaba: una pirámide, un templo y edificios de carácter simbólico, la mayoría macizos, con un patio para conmemorar el Heb Sed y un intrincado sistema de túneles y galerías subterráneas.
Era un complejo funerario enorme, y la primera estructura monumental de piedra en el Antiguo Egipto, que transformó el paisaje de la meseta de Saqqara y, el de la aledaña ciudad de Menfis.
Hasta la construcción de la pirámide de Zoser (Dyeser), las tumbas reales consistían en cámaras subterráneas cubiertas por una estructura de adobe, en forma de poliedro o base de pirámide, llamada mastaba. La pirámide de Zoser está hecha en piedra y consiste en seis enormes mastabas, una encima de otra, en lo que fueron cinco revisiones y desarrollos del plan original: una mastaba con la base cuadrada, de 63 metros de lado y ocho de altura, cuya construcción se atribuye también a Imhotep, pero en época Sanajt, el faraón precedente; esta primera mastaba sería realmente el primer monumento erigido en el antiguo Egipto utilizando piedra tallada (sillería).
Puerta de acceso al complejo. Berthold Werner. Saqqara, entrance to the funerary complex of Djoser. CC BY 3.0. Original file (3,529 × 2,352 pixels, file size: 3.01 MB).
La pirámide escalonada de Zoser, ubicada en Saqqara, es uno de los monumentos más emblemáticos del Antiguo Egipto y un precursor de las grandes pirámides de Giza. Diseñada por el arquitecto Imhotep, esta construcción marcó un hito en la arquitectura egipcia, siendo la primera estructura monumental hecha completamente de piedra tallada. Su propósito principal era servir como tumba para el faraón Zoser, quien gobernó durante la Dinastía III del Reino Antiguo. La pirámide escalonada forma parte de un complejo funerario mucho más amplio, que incluye templos, patios y otras estructuras simbólicas diseñadas para honrar al faraón en su vida después de la muerte.
Originalmente concebida como una mastaba tradicional, el diseño evolucionó hacia una serie de seis niveles superpuestos que crearon la característica forma escalonada. Este diseño no solo tenía un propósito funcional como tumba, sino también un significado espiritual, simbolizando una escalera que permitía al faraón ascender al cielo y unirse con los dioses. El complejo funerario alrededor de la pirámide estaba rodeado por un muro de piedra caliza blanca y contenía diversas estructuras destinadas a ceremonias religiosas, incluida la celebración del festival Sed, un ritual que reafirmaba el poder y la divinidad del faraón.
El complejo también incluye un gran patio central, donde se realizaban actividades ceremoniales, y un serdab, una cámara cerrada que albergaba una estatua de Zoser, permitiendo que su espíritu, o «ka», recibiera ofrendas. La pirámide escalonada no solo refleja los avances arquitectónicos de su época, sino también las profundas creencias religiosas de los antiguos egipcios sobre la vida después de la muerte y el papel divino del faraón. Su importancia histórica y cultural ha convertido este monumento en un símbolo del ingenio y la espiritualidad del Antiguo Egipto.
Esquina sureste del Patio Sur. Extremo interior del vestíbulo de las columnas. Dennis G. Jarvis – Egypt-12B-030. Entrance of the complex as seen from the South Tomb. CC BY-SA 2.0. Original file (2,560 × 1,920 pixels, file size: 4.4 MB).
Fue Jean-Philippe Lauer terminó de interpretar los restos que rodeaban a la pirámide y formaban el complejo funerario: la columnata de entrada, el patio sur, el patio de la fiesta Sed, la casa del norte, la casa del sur, el macizo oeste y el templo funerario. Este recinto rectangular estaba orientado casi exactamente de norte a sur, tenía un largo de 554 metros (m), y un ancho de 277 m de este a oeste.
Muro perimetral. La muralla era de piedra caliza, medía originalmente 10 metros de altura y tenía en su perímetro catorce falsas puertas. La cercana ciudad fue conocida como Menfis (Men-nefer: ‘muro blanco’).
Puerta-. La única entrada al complejo se encontraba en el sureste del muro del complejo. Estaba dispuesta en uno de los entrantes que imitaban una falsa puerta.
Puerta, y Vestíbulo con columnata (en naranja). Visto desde el sursureste. Gráfico: MONNIER Franck – Trabajo propio. Position de l’entrée principale et de la colonnade dans le complexe funéraire de Djoser. CC BY 2.5. Original file (9,000 × 4,766 pixels, file size: 2.09 MB).
Sala de las columnas. La entrada conduce a un pequeño patio y luego a una sala hipóstila, con cuarenta columnas enfrentadas en dos filas, estas son las primeras columnas en piedra conocidas del arte egipcio.
Patio sur. A continuación hay un amplio patio, al sur de la pirámide, con un pequeño altar y cuatro mojones que tal vez representaron los límites del reino, entre los que el faraón debió realizar la carrera simbólica durante la fiesta Sed.
Edificios. Las construcciones internas del complejo tienen fachadas exteriores cuidadas, sin embargo, los interiores son macizos.
- Capillas
- Depósitos o almacenajes.
- Pabellones de la corte o Casa Norte y Casa Sur.
Complejo de Djoser en Saqqara. Autores: GDK y JLCA. Dominio público.

Pirámide escalonada. La pirámide escalonada se encuadra dentro de un recinto que constituye un complejo.
La pirámide escalonada alcanzó 60 metros (m) de altura, y 140 m de largo por 118 m de ancho en la base, quedando revestida de piedra caliza blanca pulida. Era la construcción más grandiosa que habían acometido los egipcios hasta esa época.La piedra blanca pulida de la pirámide, brillaba durante todo el día en el horizonte del oeste de Menfis (Men-nefer: ‘muro blanco’). El sol en su camino diario, iluminaba primero su escalón más alto en el amanecer, y en el poniente recortaba su silueta oscura y despedía el camino solar.
El ciclo perpetuo de la llegada y la puesta del Sol es comparable al ciclo de la vida y de la muerte. Cada mañana el Dios Solar Ra nace en el oriente, crece hasta el cenit, envejece hacia el occidente, y luego desaparece en el reino de los muertos, el Duat. Este viaje lo realiza a bordo de la barca solar.
Patio norte. Es el que se ubicaba al otro lado de la pirámide, en el extremo norte del complejo.
Templo funerario y Serdab. El serdab era una pequeña cámara cerrada, cerca del ángulo noroeste de la pirámide, en la que se encontró una estatua sedente en piedra, con el nombre «Necherjet» grabado.
Zanja profunda. El gran foso del sur, situado al interior del paño sur de la muralla, de 7 metros de anchura y 29 m de profundidad que conduce a una cámara de granito y una sala con estelas, cuya función es desconocida.
Foso Seco. El Foso Seco (Dry Moat o Great Trench en inglés) es una característica identificada por Nabil Swelim en 1985.5 El foso es una parte integral del complejo, es una enorme zanja cortada en el lecho de roca de la meseta.
Trinchera Sur. Se encontraba en el sur del complejo, excavada en los años 1930 y 1940 y presentaba tres sectores, de profundidad creciente hacia el este. En el canal sur, los tramos desenterrados tienen unos 3 metros (m) de ancho y 25 m de profundidad. Se han identificado en la zanja características que son distintivas: muros divisorios con aberturas a modo de puertas, situadas a una altura de muy difícil acceso, un compartimento techado con escaleras y grandes nichos (de unos 3 m de alto) excavados en la piedra de la pared norte de la zanja.
Plano de la pirámide escalonada de Zoser. : 1) pirámide escalonada, 2) tumba sur y capilla, 3) complejo del festival Sed, 4) templo en «T», 5) patio sur, 6) pabellón sur, 7) pabellón norte, 8) templo funerario, 9) montículos occidentales, 10) entrada con columnas, 11) patio norte, 12) galerías del norte, 13) tumbas escalonadas, 14) serdab, 15) altar norte. Derivative work: GDK y franck Monnier. CC BY-SA 3.0. Original file (2,024 × 1,056 pixels, file size: 258 KB).
La pirámide escalonada, fue la primera construcción de este tipo edificada en Egipto en torno a 2260 a. C., pues antes los soberanos se enterraban en mastabas.
La pirámide de Zoser tiene base rectangular de 140 x 118 metros (m), con su lado mayor de este a oeste; consiste en seis troncos de pirámide superpuestos, con una altura original de 60 metros. La inclinación de los cuerpos de la pirámide es de 16° respecto a la vertical y de 22° en el nivel superior.
El diseño de la pirámide experimentó varias modificaciones: los tres primeros con la idea de mastaba y otros tres conformando la pirámide escalonada. Se utilizaron bloques de caliza silícea, extraídos de canteras próximas, unidos con argamasa; el exterior se revistió con piedra caliza, de grano fino, de un espesor medio de dos metros. El tercer proyecto de la pirámide consistió en la ampliación de la mastaba original, para incorporar las tumbas de la familia real, y el inicio del complejo funerario.
Corredor de las columnas. Alberto-g-rovi. CC BY 3.0. Original file (2,376 × 3,568 pixels, file size: 4.72 MB).
Hay once pozos de 32 metros de fondo por los que se accede a otros tantos corredores horizontales en los que se encontraron dos sarcófagos de alabastro (uno de ellos con los restos de una hija de Dyeser, de ocho años), salas revestidas de placas de fayenza, con representaciones en bajorrelieve del faraón, con su nombre Necherjet, y almacenes con más de 48 000 vasijas cerámicas y en piedra, muchas con los nombres grabados de personajes y faraones precedentes, de las dinastías I y II.
Pozo Norte. La cámara funeraria está en el centro de la pirámide, en el fondo de un pozo de 28 metros de profundidad y 7 m de anchura; se construyó en granito y se revistió con yeso.
El cierre de bloqueo, que sumaba un peso total de ~3500 kilogramos (kg), en los bloques se hallaron marcas de cantero con jeroglíficos que indicaban el peso y la orientación en la que se deberían colocar.
La caja está formada con bloques largos transversales con otros como un puzle o rompecabeza.
Pozo Sur. Una estructura enorme con forma de caja, diseñada de bloques largos de granito, todos de líneas rectas. En su cara superior se encontró un orificio que era ocluido por un tapón cilíndrico hecho de granito. Mide 3,47 m x 5,35 m y 4,73 m de altura y pesa alrededor de 1,76 toneladas.
Pozo Norte. (2022). Prof. Mortel (Flikr.com/photos). Step Pyramid Complex of Djoser. CC BY 2.0. Original file (4,000 × 3,000 pixels, file size: 6.75 MB).

Estructuras del complejo
Muro perimetral
El muro medía originalmente 10-10,5 metros de altura. Este muro tenía revestimiento de piedra caliza, con nichos rectangulares a intervalos de 3,7-4 m, interrumpido por 14 baluartes de entrada o puerta que sobresalen del muro perimetral principal, 13 de ellos con una puerta falsa tallada y solamente una puerta real en la esquina sureste.
Puerta
La única entrada al complejo se encontraba en el estesureste (ESE) del muro perimetral del complejo. Estaba dispuesta en uno de los baluartes que imitaban una entrada o puerta. Las dimensiones estimadas son de 10,38 m de ancho y 5,0 m de profundidad hasta el muro. La pequeña abertura sería de 0,98 m de ancho y 3,60 m de alto.
Sala rectangular de las 8 columnas. Foto: Neithsabes. Dominio público. Original file (819 × 614 pixels, file size: 95 KB).

Sala de las columnas
La entrada conduce a un pequeño patio y luego a una angosta sala hipóstila, una galería de más de 50 m de longitud, de eje mayor este-oeste, que posee 40 columnas. Estas son fasciculadas, adosadas a pilastras, redondeadas en la parte interior, imitando haces de troncos de papiro, enfrentadas en dos filas, de 6,60 metros de altura y un metro en la base, sobre las que se apoyaba una cubierta adintelada; estas son las primeras columnas en piedra conocidas del arte egipcio.
A continuación sigue la sala rectangular con eje norte-sur, en la que desemboca la galería. Esta sala posee un techo de 5 m de altura que es sustentado por 8 columnas también fasciculadas y unidas de dos en dos.
Capillas y Patio Heb-Sed
Las capillas de la fiesta Sed son numerosos. edificios simbólicos, que presentan puertas hacia el patio Sed. Estas dependencias son únicamente fachadas, su interior está relleno de cascotes de piedra, imitando capillas para la conmemoración de fiesta del trigésimo año de reinado del faraón, o «fiesta Sed». Frente a estas también hay dos tribunas, que probablemente simbolizaran los tronos del Alto y Bajo Egipto.
El templo de las tres columnas acanaladas. Junto a la muralla este, al sudeste de la pirámide, en un patio menor, hay un templo del que sobresalen tres columnas acanaladas, adosadas, reconstruido por Jean Philippe Lauer hasta la altura de los capiteles originales.
Referencias
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- Joshua J. Mark (2016). «La pirámide escalonada de Djoser en Saqqara». World History Encyclopedia.
- Maite Mascort (23 de agosto de 2024). «La pirámide escalonada de Zoser, la primera pirámide de la historia». NatGeo.
- Universidad de Warshaw. (2017).
- Nabil Swelim. THE DRY MOAT, THE SOUTH ROCK WALL OF THE INNER SOUTH CHANNEL (PDF) (en inglés). pp. 363-376.
- Zahi Hawass (2021). «The Discovery of the SARCOPHAGUS de Djoser and the Restoration of the Step Pyramid» (PDF). Journal of the General Union of Arab Archaeologists 6 (3): 83-107.
- Sandra Pajares Sotillo (2015). «Complejo Funerario de DJOSER [I], Saqqara». bajo las arenas de kemet.
- «Pyramid Complex of Djoser». Madain Proyect.
- Sandra Pajares Sotillo (2015). «Complejo Funerario de Djoser [II], Saqqara». Bajo las Arenas de Kemet.
- Sandra Pajares Sotillo (2015). «Complejo Funerario de Djoser [III], Saqqara». Bajo las Arenas de Kemet.
- «Southern Tomb». Ministry of Antiquities Egipt.
- «La falta de turistas pone en peligro la pirámide de Zoser, la más antigua». 20 minutos.
- «La primera pirámide de la historia, en riesgo de colapso». ELMUNDO. 17 de septiembre de 2014. Consultado el 18 de enero de 2019.
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Bibliografía
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- Kamil Kuraszkiewicz (2018). «Polish research west of the Step Pyramid enclosure». Saqqara Newsletter (The University of Manchester Certificate Course in Egyptology: Year 1 (2013-2014)). pp. 11-22. Consultado el 14 de septiembre de 2024.
- «Southern Tomb». Ministry of Antiquities.
- Enrique Sacristán. «Un elevador hidráulico pudo ayudar a levantar la pirámide escalonada de Zoser». Agencia SINC.
- «Zoser, el magnífico». Amigos de la Egiptología.
- «Djoser’s Step Pryamid, Southern Tomb complex». Ancient Egypt and Archaeology Web Site.
- «Step Pyramid Complex of Zoser». Egyptomania.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Pirámide escalonada de Zoser.
- Fotografías del complejo. Madani Project.
- Cámara 360, Interactiva. Egypt Exploration Society.
- FOTOS Phys.org
- Pirámide de Dyeser (Zoser) Egiptología.
- Pirámide de Dyeser (Zoser) Egiptomanía.
- Medidas de la Pirámide de Dyeser (Zoser)
- Airbags para salvar a la madre de las pirámides de Egipto. Noticia del 14/07/2011
- La pirámide escalonada de Zoser, la primera pirámide de la historia NatGeo
- interior de la pirámide escalonada de Zoser
Primer Período Intermedio (c. 2181–2055 a.C.)
Construcciones menos monumentales debido a la descentralización del poder.
Imperio Medio (c. 2055–1650 a.C.)
Templos funerarios en Beni Hasan: conocidos por sus hipogeos excavados en roca.
Beni Hassan, o Beni Hasan (árabe: بني حسن) es una localidad del Egipto Medio, situada en la orilla oriental del Nilo, a unos veinte kilómetros al sur de Menia y unos 270 kilómetros al sur de El Cairo. Durante el Imperio Medio era el centro del culto a la diosa Pajet.
La zona posee una necrópolis en la ribera oriental del Nilo que data de la época de las dinastías XI y XII; sus tumbas fueron utilizadas por los gobernadores del nomo XVI del Alto Egipto.
Necrópolis
Las tumbas están excavadas en la roca al este del río y son similares a otras de la misma época. La mayoría tienen una disposición similar, con una entrada tallada en la roca y una sala grande con columnas. Los decoradores representaron tanto la biografía del muerto como otras escenas.
De los treinta y nueve hipogeos de la inmensa necrópolis, doce presentan decoraciones murales de gran interés, representando temas de la vida agrícola y escenas de artesanos del vidrio, orfebres, etc. Estas decoraciones, típicas del Imperio Medio, son especialmente notables en la tumba de Jnumhotep II, nomarca de la dinastía XII, donde se aprecian una caravana de asiáticos, una cacería de patos y la recolecta de higos.
Tombs at, Beni Hasan, Egypt. Roland Unger. CC BY-SA 3.0.

Los templos funerarios en Beni Hasan son un conjunto de tumbas hipogeas excavadas en la roca, ubicadas en la región del Alto Egipto, en la orilla oriental del Nilo. Estas tumbas datan principalmente del Reino Medio, específicamente de las dinastías XI y XII, y pertenecieron a altos funcionarios y gobernadores provinciales, conocidos como nomarcas, quienes administraban los nomos o provincias del antiguo Egipto. Estas tumbas son especialmente significativas porque reflejan la autonomía regional de los nomarcas durante este periodo, así como sus vínculos con el poder central del faraón.
Cada hipogeo en Beni Hasan está tallado directamente en las colinas de piedra caliza que bordean el Nilo, y su diseño varía según la posición social y el poder del ocupante. Muchas de estas tumbas presentan fachadas monumentales con columnas, salas interiores amplias y techos tallados que imitan estructuras de madera, lo que demuestra un alto nivel de habilidad arquitectónica. En su interior, las paredes están decoradas con escenas pintadas que ilustran diversos aspectos de la vida cotidiana, como la agricultura, la caza, la pesca y actividades militares, además de ceremonias religiosas y funerarias.
Dibujo de una tumba en Beni Hassan realizado por David Roberts, c. 1838. David Roberts – scan by Manfred Heyde. Dominio público. Original file (1,084 × 1,600 pixels, file size: 696 KB).
Estas representaciones son de gran valor para los estudiosos, ya que ofrecen una visión detallada de la vida provincial y las costumbres del Reino Medio. Entre las tumbas más destacadas se encuentran las de Khnumhotep II y Amenemhat, que contienen inscripciones y relieves que permiten conocer las biografías de estos personajes, así como sus logros y vínculos con el faraón. Los templos funerarios de Beni Hasan no solo son un testimonio de la importancia de los nomarcas en la administración egipcia, sino también un reflejo de las creencias funerarias que enfatizaban la necesidad de preservar el cuerpo y proporcionar un lugar donde el «ka» pudiera recibir ofrendas y mantener su existencia en el más allá.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Beni Hassan.
- Museo del vidrio (2002). «Beni Hassan». Archivado desde el original el 12 de diciembre de 2007. Consultado el 07, 03, 2008.
- de la Torre Suárez, Juan (2002). «Galería fotográfica». Egiptomanía. Consultado el 07, 03, 2008.
- Junta de Castilla y León (2002). «Beni Hassan». Egiptomanía. Archivado desde el original el 5 de marzo de 2008. Consultado el 07, 03, 2008.
Segundo Período Intermedio (c. 1650–1550 a.C.)
Escasa arquitectura monumental debido al dominio extranjero (hicsos).
El Segundo Período Intermedio de Egipto, que se extiende aproximadamente entre el 1650 y el 1550 a.C., fue una época caracterizada por fragmentación política, inestabilidad y la presencia de los hicsos en el delta del Nilo. Durante este periodo, la arquitectura monumental egipcia sufrió un notable declive en comparación con las grandes obras de épocas anteriores como el Reino Medio o el Reino Antiguo. Esto se debió en gran parte a la pérdida de control centralizado y a la división del país entre diferentes poderes.
En el norte, los hicsos establecieron su capital en Avaris, desde donde gobernaron el Bajo Egipto. Aunque los hicsos no fueron grandes constructores de monumentos al estilo tradicional egipcio, introdujeron innovaciones arquitectónicas y técnicas que influyeron en Egipto, como la utilización de ladrillos de adobe fortificados y la introducción de nuevos diseños para fortalezas y edificios administrativos. En el sur, los gobernantes de Tebas mantuvieron cierto grado de autonomía y continuaron desarrollando su cultura y religión, pero los recursos limitados y los conflictos con los hicsos redujeron significativamente la producción de arquitectura monumental.
Este periodo es conocido por la falta de grandes templos o complejos funerarios, pero no estuvo exento de actividad constructiva menor, como la ampliación de templos locales en Tebas. Además, la ausencia de grandes obras refleja las prioridades del momento, que se centraron más en la defensa militar, la resistencia al dominio extranjero y el fortalecimiento de los reinos locales que en la creación de monumentos duraderos. Con el tiempo, los gobernantes tebanos lideraron la lucha por la reunificación de Egipto, un proceso que culminaría con el inicio del Nuevo Reino y el regreso de la arquitectura monumental, marcada por obras de gran escala como los templos de Karnak y Luxor.
Imperio Nuevo (c. 1550–1070 a.C.)
Karnak (al-Karnak,الكرنك, «ciudad fortificada», llamada en el Antiguo Egipto Ipet sut, «el lugar más venerado») es el nombre de una pequeña población de Egipto, situada en la ribera oriental del río Nilo, al norte de Luxor, la zona de la antigua Tebas, que albergaba el complejo religioso más importante del Antiguo Egipto.
Forma parte del conjunto denominado Antigua Tebas con sus necrópolis, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Es el conjunto de templos más grande de Egipto.
Tebas, conocida en egipcio antiguo como Uaset, fue una de las ciudades más importantes de Egipto, alcanzando su máximo esplendor durante el Reino Medio y el Nuevo Reino. Situada en el Alto Egipto, a lo largo del río Nilo, Tebas se convirtió en un centro político, religioso y cultural clave. En el Reino Medio, especialmente bajo los faraones de la dinastía XI como Mentuhotep II, Tebas emergió como la capital de Egipto tras la reunificación del país después del Primer Período Intermedio. Durante esta época, se inició la construcción de templos y tumbas en la zona, marcando el inicio de su importancia monumental.
En el Nuevo Reino, Tebas se consolidó como la capital del imperio egipcio y centro del culto al dios Amón. Este periodo se caracterizó por la construcción de templos majestuosos como Karnak y Luxor, así como por las tumbas reales en el Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas. Faraones como Hatshepsut, Tutmosis III, Amenhotep III y Ramsés II dejaron su huella con obras arquitectónicas impresionantes. Tebas también fue el escenario de importantes eventos históricos, como las festividades religiosas de la Bella Fiesta del Valle, en las que los dioses eran trasladados en procesión entre los templos de Karnak y Luxor.
Con la llegada del Tercer Período Intermedio y la pérdida de poder centralizado, Tebas experimentó un declive político, aunque permaneció como un importante centro religioso. Durante la dominación extranjera, tanto bajo los asirios como en la época romana, Tebas fue saqueada y en gran medida abandonada. Sin embargo, su legado perdura en los imponentes monumentos que aún se erigen como testigos de su antigua grandeza.

Complejo de templos de Karnak
Durante siglos, este lugar fue el más influyente centro religioso egipcio. El templo principal estaba dedicado al culto del dios Amón, pero como en otros templos egipcios también se veneraba a otras divinidades.
El complejo de templos de Karnak lo componen:
- el recinto de Amón-Ra,
- el recinto de Montu,
- el recinto de Mut,
el templo de Jonsu,- el templo de Opet,
- el templo de Ptah.
Había asimismo un lago sagrado, numerosos templetes y capillas de menor tamaño, y múltiples estancias y almacenes situados dentro de los muros que circundaban el recinto principal.
La diferencia principal entre el templo de Amón en Karnak, que Diodoro de Sicilia afirma ser el más antiguo de Tebas, y la mayoría de los templos egipcios es el tiempo y esfuerzo empleados en su construcción y posteriores ampliaciones. Unos treinta faraones contribuyeron con sus edificaciones, convirtiendo al complejo en un conjunto que, por su tamaño (unas treinta hectáreas), no se había conocido jamás.
Mapa del complejo religioso de Karnak. Gráfico por: O H 237. CC BY-SA 4.0. Original file (2,998 × 1,363 pixels, file size: 5.59 MB). Ver en pantalla completa.
La entrada, entre dos inmensos pilonos, está precedida por un dromos («camino del dios») o avenida de esfinges, con cabeza de carnero, símbolos del dios Amón. Se accede a un gran patio porticado, donde se encuentra, a la izquierda, un templete del faraón Seti II, una de las columnas de Taharqo y la monumental estatua de Pinedyem I; a la derecha, el templo de Ramsés III, al frente, la sala hipóstila, y un poco más al fondo, los obeliscos de Thutmose I y Hatshepsut; después hay una serie de estancias, con patios menores, y el santuario, a los que sólo tenían acceso el faraón y los sacerdotes.
La sala hipóstila de Karnak es una de las partes más singulares del conjunto religioso. Con 23 metros de altura, es un espacio arquitectónico cuya cubierta está sustentada por 134 gigantescas columnas que son más altas en las dos filas centrales, conformando un gran pasillo, cuya disposición posibilita iluminar desde el eje de la sala. Como material se utilizó la piedra, tallada en bloques que conforman los tambores de las columnas. Estas sustentaban en basas y terminaban en gigantescos capiteles papiroformes y campaniformes, sobre los cuales se apostaban enormes dinteles que sostenían una cubierta adintelada. Los fustes de tan colosales columnas se encontraban decorados con relieves polícromos, encargados de complementar la grandiosidad del lugar sagrado.
En el antiguo Egipto, la construcción de los templos se iniciaba siempre por el santuario, lo que significa que Karnak se comenzó por el centro y se terminó de construir por las entradas al recinto. Todo el conjunto estaba ricamente decorado y pintado en vivos colores.
Después de las pirámides de Guiza, es el segundo lugar más visitado de Egipto.
Estatua de Pinedyem I en el primer patio del templo de Amón. Diego Delso. Templo de Karnak, Luxor, Egipto. CC BY-SA 4.0. Original file (4,171 × 8,292 pixels, file size: 8.96 MB).
Pinedyem I fue un importante sacerdote y gobernante que vivió durante el Tercer Período Intermedio de Egipto (c. 1070-664 a.C.), específicamente durante la dinastía XXI. Originalmente fue un Sumo Sacerdote de Amón en Tebas, pero eventualmente asumió poderes políticos y se declaró faraón del Alto Egipto, consolidando su autoridad en la región. Su figura es representativa de la fragmentación política de Egipto en esta época, cuando el poder real estaba dividido entre los faraones que gobernaban desde Tanis, en el Delta del Nilo, y los sumos sacerdotes que controlaban Tebas.
Pinedyem I desempeñó un papel crucial tanto en lo religioso como en lo político. Como Sumo Sacerdote de Amón, supervisó el culto a este dios, que seguía siendo central en la religión egipcia. Además, reforzó su legitimidad al declararse faraón, adoptando los títulos reales y encargándose de importantes obras de restauración en templos como el de Karnak. También se le atribuye haber llevado a cabo actividades relacionadas con el mantenimiento y reorganización de las tumbas reales del Valle de los Reyes, muchas de las cuales habían sido saqueadas.
Su estatua en el primer patio del templo de Amón es una muestra de su dualidad como líder religioso y político, reflejando su esfuerzo por legitimar su poder en un tiempo de descentralización y cambio en Egipto. Pinedyem I representa una figura clave en la historia del Tercer Período Intermedio, marcada por la coexistencia de influencias religiosas y políticas en un período de transición y fragmentación.
Durante el Imperio Nuevo de Egipto, especialmente a partir de la dinastía XVIII, se produjo una revitalización y consolidación del culto al dios Amón como deidad principal del panteón egipcio. Amón, que había sido una figura menor en épocas anteriores, adquirió un papel preeminente debido a su asociación con Tebas, la capital religiosa y política del Imperio Nuevo. Esta transformación fue impulsada por los faraones de la dinastía XVIII, como Amenhotep I y Thutmosis I, quienes promovieron el culto a Amón como símbolo de unidad y poder, vinculándolo directamente con la figura del faraón.
El dios Amón fue sincretizado con Ra, la deidad solar, dando lugar a Amón-Ra, considerado el «rey de los dioses» y protector del faraón. Los templos dedicados a él, especialmente el complejo de Karnak en Tebas, fueron enormemente ampliados y enriquecidos durante este período, convirtiéndose en el centro del culto estatal. El clero de Amón adquirió un gran poder e influencia, controlando vastas propiedades y riquezas que consolidaron su posición en la sociedad egipcia.
El reinado de Akhenatón marcó un breve periodo de ruptura con esta tradición, ya que intentó imponer el culto exclusivo al dios Atón, relegando a Amón y otras deidades. Sin embargo, tras su muerte, se restauró el culto a Amón y se reestableció la prominencia del clero tebano. Los faraones posteriores, como Tutankamón, Horemheb y los grandes reyes de la dinastía XIX, Ramsés II entre ellos, reafirmaron la devoción a Amón, consolidando su posición como símbolo de continuidad y legitimidad dinástica. Este resurgimiento reflejó la profunda conexión entre religión, poder político y estabilidad en el Imperio Nuevo.
El templo de Amón-Ra en Karnak con la impresionante Sala Hipóstila.
Está formado por dos partes, una más antigua y otra más reciente. Se fueron añadiendo salas, patios y pilonos con un claro carácter monumental. Tiene un eje perpendicular al río, que es el principal, y otro paralelo, que son añadidos. Hay un canal procedente del Nilo, delante del cual había un embarcadero al que se llegaba por dos rampas, una de cada lado, y delante del canal había un embalse. Del embarcadero al primer pilono existía una avenida de esfinges con cuerpo de león y cabeza de carnero. Ese primer pilono, llamado pilono I, muestra 4 agujeros a cada lado en los que se encajaban los mástiles de madera de cedro revestidos de cobre para las banderolas de días de fiesta. En la parte de arriba tenía 4 pequeños orificios que servían para que salieran 4 argollas de cada lado que sujetaban los mástiles. Este pilono, junto con los dos lados laterales que les siguen, fueron obra de la dinastía XXII del faraón Sheshonk I. Ambos no se terminaron y por ello este pilono no tiene relieves.
Avenida de las esfinges, uno de los dromos del templo de Karnak. Foto: Diego Delso. Templo de Karnak, Luxor, Egipto. CC BY-SA 4.0. Original file (8,376 × 3,404 pixels, file size: 9.39 MB).
La Avenida de las esfinges (en árabe: طريق الكباش, romanizado: tariq alkibash, «vía de los corderos») es el dromos que conecta el templo de Karnak con el templo de Lúxor en la antigua ciudad egipcia de Tebas (actual Lúxor), con esfinges y estatuas con cabeza de carnero ambos lados de sus 2,7km de longitud.
Detrás del primer pilono está el gran patio del palacio. Es un patio porticado en todos sus lados. Dentro hay numerosas construcciones diferentes de finales de la dinastía XVIII y de la dinastía ptolemaica. Es el más grande de todos los patios egipcios. En el norte tiene 18 columnas con capiteles papiriformes cerrados y el lado sur está formado por 9 columnas iguales cortadas por el templo reposadero de Ramsés III. Del otro lado del templo está el pórtico de los bubastitas formado por dos columnas y dos pilares. En el centro estaba el templo de Taharqa, que era donde se colocaba la barca procesional. Este era de una sola sala con una columna de gran altura con capitel campaniforme. Al lado del pilono 1 está el templo de Seti II. Este tiene 3 habitaciones independientes. Era para colocar las tres barcas en momentos solemnes, situando la de Khonsu al este, la de Mut al oeste y la de Amón en el centro. Aquí edificó Ramsés III un templo simple mucho más grande que lo demás. A este se llegaba por una pequeña avenida de esfinges con dos pilonos de entrada; detrás, un patio porticado con pilares osiriacos; luego una sala hipóstila sencilla con una nave central más alta y ancha con claristorios en la diferencia de altura. En el Sancta Sanctorum se colocaban las barcas. Delante del pilono II, ligeramente más pequeño que el primero, hay un pórtico con dos colosos del faraón Ramsés II de los que solo se conserva el de la derecha. Estas colosales figuras del faraón eran de granito rosa.
Este pilono y el patio que lo precede son obra de Horemheb. Este fue un jefe del ejército que se convirtió en Faraón. Comenzó la nave central de la sala hipóstila, que es una de las más grandes construcciones del arte egipcio, comprendido entre el II y el III pilono. Esta sala está compuesta por 134 columnas. La nave central tiene 12 columnas con capiteles campaniformes, con claristorios en la diferencia de altura. Las naves laterales, muy estrechas, estaban formadas por capiteles lotiformes. Los fustes de las columnas estaban cubiertos con relieves y escultura jeroglífica. Las naves laterales las hizo Horemheb y la central Amenofis III, que construyó también el III pilono cerrando la sala hipóstila. Tras el III pilono hay un patio que une los dos espacios. Este gran patio se creó como separación de los III y IV pilonos y tenía 4 obeliscos de granito rosa de los que se conserva uno.
Se conservan dos estatuas hechas por Tutankamon de Amón y Amonet en arenisca roja. Seguidos de ese patio está el santuario del arca. Ha sido reconstruido su techo y se han podido recuperar restos de la policromía que revestía sus paredes. Seguido hay un patio con restos del templo de Amón construido en el imperio medio y reformado por Hatshepsut.
La sala hipóstila. Diego Delso. Templo de Karnak, Luxor, Egipto. CC BY-SA 4.0. Original file (3,925 × 6,263 pixels, file size: 9.57 MB).
La sala hipóstila del templo de Karnak, situada en Luxor, Egipto, es una de las obras arquitectónicas más impresionantes y monumentales del antiguo Egipto. Construida principalmente durante el reinado de Seti I y completada por Ramsés II en la dinastía XIX, esta sala se encuentra en el recinto principal del templo dedicado al dios Amón-Ra.
La sala hipóstila está formada por 134 columnas gigantes de piedra, distribuidas en 16 filas. Las columnas centrales, que son más altas, alcanzan aproximadamente 23 metros de altura y tienen capiteles en forma de papiro abierto, mientras que las columnas laterales tienen capiteles cerrados. Este diseño crea un efecto visual que representa un bosque de papiros, un simbolismo relacionado con el orden cósmico y la creación, temas fundamentales en la religión egipcia.
Los relieves que decoran las columnas y las paredes de la sala narran importantes acontecimientos históricos y rituales religiosos. Muchas inscripciones glorifican a los faraones, representándolos en actos de devoción a Amón y otros dioses, mientras que las batallas y conquistas militares también son comunes, reforzando la conexión entre el poder político y lo divino.
El diseño arquitectónico de la sala hipóstila estaba pensado para inspirar asombro. La luz solar entraba por ventanas de piedra situadas en el nivel superior, creando un juego de luces y sombras que acentuaba la grandiosidad del espacio. Este lugar servía no solo como un espacio ceremonial, sino también como un testimonio del poder de los faraones que lo construyeron, reflejando su devoción a los dioses y su habilidad para movilizar recursos y mano de obra. La sala hipóstila sigue siendo uno de los puntos más destacados del templo de Karnak y un recordatorio del genio arquitectónico del antiguo Egipto.
Esta construyó en otro lugar una especie de sala que se llamaba de los festivales. Luego Tutmosis III lo destruyó y construyó otra sala de festivales. A este se entra por la derecha. Delante de la puerta había un coloso y tenía una especie de escalinatas que accedían al interior. Cuando entrabas había unas habitaciones para el templo. La sala central es más alta que la nave lateral, muy curiosa ya que rodea toda la nave central estructurada con columnas. Esta nave está apoyada en pilares.
Después se pasa a la habitación del jardín botánico, formada por 4 enormes columnas papiriformes y los relieves de esta sala nos hablan de su paraíso, que era un jardín de recreo con plantas y aves importantes y curiosas. Ellos quieren traer estas especies para que se adapten al Nilo. Finalmente está el Sancta Sanctorum, donde estaba la estatua de oro de Amón, de uso privado. El templo fue construido desde aquí hasta el final. El lago sagrado para unos era un lugar donde se paseaban las barcas sagradas y para otros era una piscina donde se purificaban los sacerdotes. La teoría más acertada es que se criaban allí unas ocas de Meydum para su sacrificio, muy representadas en la pintura egipcia. La escalera que baja hasta la piscina es llamada escalera de las ocas. A partir del pilono IV se comunicaba por un patio del escondrijo con el Pilono VII, obra de Tutmosis III, con el VIII obra de Hatshepsut, el IX de Horemheb y el X de Amenofis III.
Estaba la llamada Avenida de las esfinges con cabeza del faraón Amenofis III y cuerpo de león. Esta se extendía 2 km, atravesando así Tebas, y unía este templo con el de Luxor sobre todo en las festividades importantes como el opet.
Lago sagrado del recinto de Amón-Ra. Foto: Diego Delso.Templo de Karnak, Luxor, Egipto. CC BY-SA 4.0. Original file (7,462 × 4,975 pixels, file size: 9.93 MB).
Después se pasa a la habitación del jardín botánico, formada por 4 enormes columnas papiriformes y los relieves de esta sala nos hablan de su paraíso, que era un jardín de recreo con plantas y aves importantes y curiosas. Ellos quieren traer estas especies para que se adapten al Nilo. Finalmente está el Sancta Sanctorum, donde estaba la estatua de oro de Amón, de uso privado. El templo fue construido desde aquí hasta el final. El lago sagrado para unos era un lugar donde se paseaban las barcas sagradas y para otros era una piscina donde se purificaban los sacerdotes. La teoría más acertada es que se criaban allí unas ocas de Meydum para su sacrificio, muy representadas en la pintura egipcia. La escalera que baja hasta la piscina es llamada escalera de las ocas. A partir del pilono IV se comunicaba por un patio del escondrijo con el Pilono VII, obra de Tutmosis III, con el VIII obra de Hatshepsut, el IX de Horemheb y el X de Amenofis III.
Recinto de Montu
Este recinto, el más pequeño de Karnak, dedicado a Montu, dios de la guerra e hijo de Mut y de Amón-Ra. Está situado al norte del de Amón-Ra. Sus principales edificios son el templo de Montu, contiguo al templo de Harpócrates y al templo de Maat.
El recinto de Montu, ubicado en el complejo de templos de Karnak en Luxor, está dedicado a Montu, el dios egipcio de la guerra asociado con la fuerza y la victoria. Este recinto es el más pequeño dentro del conjunto monumental y se encuentra al norte del gran templo de Amón-Ra. Montu, considerado hijo de Amón-Ra y Mut, desempeñaba un papel importante en la religión egipcia como protector del faraón en sus campañas militares.
El templo principal dentro de este recinto es el templo de Montu, acompañado por otros dos templos menores dedicados a Harpócrates y Maat, lo que refleja la complejidad y riqueza simbólica del lugar. Aunque menos conocido que otros espacios de Karnak, este recinto albergaba rituales y ceremonias vinculados al poder militar y la autoridad divina del faraón. Se cree que la disposición de los edificios dentro del recinto seguía un esquema planificado que reflejaba la importancia jerárquica de las deidades allí veneradas.
Pese a que no se conservan en tan buen estado como el templo de Amón-Ra, los restos del recinto de Montu ofrecen valiosas pistas sobre la arquitectura y las creencias del período. Columnas, relieves y fragmentos de esculturas muestran escenas de adoración y culto a Montu. Este recinto, aunque eclipsado por los grandes monumentos de Karnak, sigue siendo un testimonio del carácter multifacético del complejo, en el que distintas deidades tenían su lugar y eran objeto de veneración por sus roles específicos en la cosmovisión egipcia.
Ruinas del recinto de Montu. Neithsabes – travail personnel / Sony DCR-PC9E. (Año 2004). CC BY-SA 3.0.

Templo de Amenhotep IV
El templo de Amenhotep IV o templo de Atón (Karnak), situado en el complejo de templos de Karnak (Luxor, Egipto) fue utilizado por el faraón egipcio Amenhotep IV durante los primeros cuatro años de su reinado, antes de que se cambiase su nombre por el de Ajenatón, a pesar de que pudo haber sido empezado a construir a finales del reinado de su padre, Amenhotep III, ya en corregencia con él.
En los primeros años de su reinado, continuó con las obras de su padre en Karnak, construyendo un gran vestíbulo de entrada al tercer pilono de Karnak, donde se hizo representar ante Amón en actitud de masacrar a los enemigos de Egipto.
Pero sobre todo, con el cambio de pensamiento, con el que dio la espalda a Amón y a los otros dioses vinculados a él, empezó a disponer un programa de construcciones de templos solares dedicados a su dios, Atón, como parte de una revolución religiosa de grandes consecuencias en la historia de Egipto. Sin embargo, ninguno de ellos ha subsistido al establecerse por sus sucesores una damnatio memoriae que intentó borrar toda traza de su herética reforma religiosa.
Amenhotep IV, más conocido como Akhenatón, fue un faraón de la dinastía XVIII que reinó en Egipto durante el período conocido como el Imperio Nuevo, aproximadamente entre 1353 y 1336 a.C. Su gobierno marcó un punto de inflexión en la historia egipcia debido a su reforma religiosa, en la que introdujo la adoración exclusiva al dios Atón, el disco solar, desplazando el culto tradicional al panteón egipcio, especialmente a Amón. Este cambio dio lugar a una forma de monoteísmo o henoteísmo que revolucionó la estructura religiosa y política del país.
Akhenatón trasladó la capital de Tebas a una nueva ciudad llamada Ajetatón (actual Tell el-Amarna), diseñada como un centro dedicado a la adoración de Atón. Durante su reinado, la iconografía y la arquitectura también experimentaron cambios significativos, adoptando un estilo más naturalista y representaciones de la vida cotidiana, alejándose de la rigidez clásica de épocas anteriores.
El templo funerario de Akhenatón en Luxor fue parte de los proyectos arquitectónicos iniciados antes de su traslado a Amarna. Este templo estaba dedicado tanto al faraón como a Atón y reflejaba la transición hacia la nueva ideología religiosa. Aunque su ubicación dentro del complejo de Luxor evidencia una conexión con la tradición tebana, los relieves y elementos arquitectónicos del templo muestran innovaciones características del periodo de Amarna, con representaciones del faraón y su familia participando en ritos bajo los rayos del sol.
Tras la muerte de Akhenatón, su reforma religiosa fue desmantelada, y el culto a Atón perdió relevancia. Los faraones posteriores, especialmente Tutankamón y Horemheb, restauraron el culto tradicional a los dioses de Egipto, y muchos de los monumentos construidos por Akhenatón fueron desmantelados o reutilizados. A pesar de este intento de borrar su legado, el impacto de su reinado en la religión, el arte y la política de Egipto sigue siendo uno de los episodios más fascinantes de su historia.
Templos solares dedicados a Atón
El primero de estos complejos solares fue realizado al este del complejo de templos de Karnak, enfrentado al recinto de Amón-Ra. El templo principal del complejo era denominado Gm pȝ jtn (Gempaatón), que significa «El Disco Solar ha sido hallado en las posesiones del dios Atón». Los otros templos que han podido ser reconocidos fueron el Hut benben (ḥwt bnbn, «La Mansión de la piedra Benben»), el Rudi-Menu-en-aten-er-neheh (rwd mnw n jtn r nḥḥ, «Sólidos para la Eternidad son los monumentos de Atón») y el Teni-Menu-en-aten-er-neheh (tnj mnw n jtn r nḥḥ, «Exaltados durante toda la Eternidad son los monumentos de Atón»). Hay otros restos de edificios de difícil identificación, como el Hay-em-Ajet y el Maru septentrional de Atón.
El conjunto fue construido en los primeros años de su reinado mediante pequeños bloques de piedra arenisca que los arqueólogos llaman talatates que por ser fácilmente transportables, permitían una mayor eficiencia en las construcciones. Las paredes de los templos de Atón que han podido ser reconstruidas nos presentan una decoración refinada y escenas cotidianas en la corte real de la época. Estas imágenes muestran que la reforma religiosa sería elaborada en Karnak.
Restos de un coloso de Ajenatón portando la corona pschent. Foto: Original file (1,200 × 1,600 pixels, file size: 1.04 MB).
La corona pschent es un símbolo de la realeza en el antiguo Egipto y representa la unión de las Dos Tierras, es decir, del Alto y el Bajo Egipto. Está compuesta por dos coronas: la corona blanca o hedjet, que simboliza el Alto Egipto, y la corona roja o deshret, que representa el Bajo Egipto. Al combinarse, la corona pschent se convierte en un emblema de la soberanía total del faraón sobre todo el territorio egipcio.
La pschent no solo era un símbolo político, sino también un reflejo del papel del faraón como mediador entre los dioses y la humanidad, garantizando la armonía y la prosperidad del país. En representaciones artísticas, los faraones que la portaban afirmaban su legitimidad y poder como gobernantes unificadores. En el caso de Akhenatón, esta corona reafirmaba su autoridad incluso en medio de las transformaciones religiosas y sociales de su reinado.
La reforma religiosa de Akhenatón supuso un cambio radical en la tradición religiosa de Egipto, marcando un momento único en su historia. Antes de su reinado, el dios Amón era una de las deidades más importantes del panteón egipcio, asociado con el poder, la fertilidad y la creación, y venerado especialmente en Tebas, donde el clero de Amón había acumulado gran influencia política y económica. Este culto formaba parte de una religión politeísta profundamente arraigada en la sociedad egipcia.
Cuando Akhenatón ascendió al trono, promovió la adoración exclusiva de Atón, el disco solar, considerándolo como el dios único y creador del universo. Este cambio implicó el desplazamiento del culto a Amón y otras deidades tradicionales. Akhenatón cerró los templos dedicados a Amón, confiscó sus propiedades y debilitó la influencia del clero tebano. Este proceso se percibe como una consolidación del poder en manos del faraón, quien se erigió como el único intermediario entre Atón y el pueblo.
El dios Atón era representado como un disco solar con rayos que terminaban en manos humanas, simbolizando su conexión directa con los humanos y su capacidad para dar vida. Akhenatón trasladó la capital de Tebas a una nueva ciudad llamada Ajetatón (actual Tell el-Amarna), concebida como un centro dedicado exclusivamente al culto de Atón, con templos abiertos que permitían el contacto directo con el sol.
Esta reforma, aunque innovadora, fue extremadamente controvertida. Al desplazar a Amón y otras deidades, Akhenatón desmanteló una estructura religiosa y social que había proporcionado estabilidad a Egipto durante siglos. Tras su muerte, el faraón fue considerado un hereje, y los faraones posteriores, como Tutankamón, restauraron el culto tradicional a Amón y el politeísmo. Los monumentos y registros de Akhenatón fueron destruidos o reutilizados, y su nombre quedó borrado de las listas oficiales de reyes durante mucho tiempo. A pesar de ello, su intento de centralizar el poder y reformar la religión marcó un capítulo excepcional en la historia egipcia.
El templo que Akenatón (Amenhotep IV) construyó aquí estaba situado al este del complejo principal, fuera de los muros del recinto de Amón-Ra. Fue destruido inmediatamente después de la muerte de su constructor, que había intentado vencer al poderoso sacerdocio que se había hecho con el control de Egipto antes de su reinado. Su demolición fue tan completa que se desconoce toda su extensión y distribución. El sacerdocio de ese templo recuperó su poderosa posición en cuanto murió el faraón, y contribuyó decisivamente a destruir muchos registros de su existencia.
Referencias
- Page, et al, 2005, p. 137 – vol 1.
- Centre, UNESCO World Heritage. «Centro del Patrimonio Mundial -». UNESCO World Heritage Centre.
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- «Karnak, el templo más faraónico del mundo». La Vanguardia. 8 de septiembre de 2021.
- «El templo de Karnak: el gran santuario de Amón». historia.nationalgeographic.com.es. 25 de julio de 2012.
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- Atlas de l’Égypte ancienne (en francés). París: Édition du Fanal. 1986. p. 90 – 92. ISBN 978-2-7344-0348-7.
- «Karnak». landioustravel.com.
- «El Templo de Karnak». spain.memphistours.com.
- «Mut Temple». arce.org.
- «The domain of Mut at Karnak». osirisnet.net.
- «Johns Hopkins team continues excavation, conservation efforts at ancient Egyptian burial site». hub.jhu.edu.
- «Sex and booze figured in Egyptian rites». www.nbcnews.com.
- «Visiting The Mortuary Temple of Hatshepsut in Luxor: A Practical Guide». www.thediscoveriesof.comSavary, Claude-Étienne (1798). Lettres sur l’Égypte (tercera edición).
Bibliografía
- Padró, Josep (2014). Historia del Egipto faraónico. Madrid, España: Alianza Editorial. ISBN 9788420687681. OCLC 963591574.
- Page, et al, Willie (2005). Encyclopedia of African history and culture (en inglés). Nueva York, Estados Unidos: Facts On File. ISBN 9780816052707. OCLC 647901896.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Karnak.
- Templo de Amón en karnak, en egiptologia.com Archivado el 17 de septiembre de 2009 en Wayback Machine.
- Templo de Amón en karnak, en egiptologia.org
- Karnak Temple Complex. University of California. (en inglés.
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Templo de Ramsés II (Abu Simbel), construidos por Ramsés II y dedicados a él y a su esposa Nefertari.
El templo de Ramsés II o templo Mayor de Abu Simbel es un templo funerario de tipo speos construido bajo el mandato del tercer faraón egipcio de la Dinastía XIX, Ramsés II. Está considerado como uno de los más célebres de todo Egipto. Forma parte, junto con el templo de Nefertari, del complejo de Abu Simbel.
Ubicación. El templo está situado al sur de Egipto, en la ribera occidental del lago Nasser, a unos 231 km al suroeste de Asuán, cerca de la frontera nacional con Sudán.
Se halla en la región histórica de Nubia y es parte del complejo Museo al Aire Libre de Nubia y Asuán que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Vista frontal del Templo de Ramsés II en Abu Simbel con sus cuatro colosos custodiándolo. Foto: Diego Delso. CC BY-SA 4.0. Original file (7,420 × 3,927 pixels, file size: 9.47 MB).
Historia. El templo se empezó a esculpir hacia el año 1264 a. C. y se finalizó, veinte años después, hacia el año 1244 a. C. Es uno de los seis templos excavados en la roca que se edificaron en Nubia durante el largo reinado de Ramsés II. Abandonado durante siglos, el suizo J. L. Burckhardt lo visitó en 1813 y a su vuelta a Europa narró su descubrimiento al explorador italiano Giovanni Belzoni, el cual viajó al lugar, pero no pudo acceder al templo, por lo que volvió en 1817, despejó la entrada y se llevó todos los objetos que encontró y pudo transportar.
Como consecuencia de la construcción de la presa de Asuán en 1964, el templo de Ramsés y el de Nefertari se desmantelaron para volver a ser reconstruidos en una zona próxima, 65 metros más alta y unos 200 metros más alejada.
Vista del interior. Foto: Diego Delso-. CC BY-SA 4.0. Original file (5,576 × 5,178 pixels, file size: 8.41 MB).
Arquitectura
- El templo es una construcción de tipo speos (edificación excavada en la roca).
- Altura de la fachada: 30-33 metros aproximadamente.
- Anchura de la fachada: 38 metros.
- En la fachada están esculpidas cuatro estatuas colosales de Ramsés II sentado en su trono con el nemes y la doble corona del Alto y Bajo Egipto. Sin embargo, de la segunda estatua sentada sólo conserva la mitad de cuerpo, con la cabeza partida en dos en el suelo y boca abajo. Posiblemente, este coloso se habría roto poco después de la construcción del templo.
- Cada estatua mide 22 metros de altura.
- A los pies de las cuatro figuras se encuentran diversas estatuas menores de varios miembros de la familia del faraón:
- Tuya, madre de Ramsés II, y el príncipe Amonhorjepeshef (primer coloso de la izquierda).
- Las princesas Bentata, Nebettaui y Senefra (segundo coloso de la izquierda).
- La reina Nefertari, la princesa Baketmut y el príncipe Riamsese (primer coloso de la derecha).
- La princesa Meritamón, Tuya y Nefertari (segundo coloso de la derecha).
- El interior del templo se divide en diversas estancias: santuario, sala de ofrendas, pequeñas salas contiguas, pronaos, vestíbulo y el templo solar.
Prisioneros nubios capturados por el ejército egipcio. Templo de Abu Simbel. Foto: JoSchmaltz. (Esta fuente de Flikr.com/photos). CC BY-SA 2.0. Original file (1,024 × 683 pixels, file size: 612 KB).

La parte interior del templo tiene una distribución similar a la de la mayoría de los templos del antiguo Egipto, con salas de tamaño menor cuanto más cerca del santuario. La primera sala contiene ocho estatuas de Ramsés II elevado a la categoría de dios, tomando la forma de Osiris. Estas estatuas están adosadas a las columnas. En las paredes se pueden ver grabados que representan escenas de las victorias egipcias en Libia, Siria y Nubia. El santuario contiene tres estatuas de los dioses Ra, Ptah y Amón, y una de Ramsés, todas en posición sedente.
El templo está construido de forma que durante los días 21 de febrero y 21 de octubre, los rayos solares penetran hasta el santuario, situado al fondo del templo, e iluminan las caras de Amón, Ra y Ramsés, quedando solo la cara del dios Ptah en penumbra, pues era considerado el dios de la oscuridad. Se cree que estas fechas corresponden a los días del cumpleaños del rey y de su coronación, respectivamente, aunque no existen datos que lo corroboren. O posiblemente también, estos días correspondían, respectivamente, al inicio de dos estaciones para los egipcios: la de peret (germinación de las semillas) y shemu (recolección de la cosecha). Tras el desplazamiento del templo, el fenómeno solar ocurre dos días más tarde de la fecha original.
SimbologíaEl templo está dedicado a los dioses Ra, Amón y Ptah. Se construyó con el objetivo de impresionar a los enemigos nubios de Egipto y mostrar la grandeza del reino.
Patrimonio de la Humanidad. Forma parte del Museo al Aire Libre de Nubia y Asuán, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 con el nombre de Monumentos de Nubia de Abu Simbel a File.
Anexo: Ramsés II
Ramsés II, conocido como Ramsés el Grande, fue uno de los faraones más destacados del Antiguo Egipto. Gobernó durante la Dinastía XIX, aproximadamente entre 1279 y 1213 a.C., siendo uno de los reinados más largos de la historia egipcia. Hijo de Seti I y la reina Tuya, ascendió al trono tras la muerte de su padre y consolidó su lugar en la historia como un líder militar, un diplomático astuto y un gran constructor.
Durante su reinado, Ramsés II emprendió campañas militares para expandir y proteger las fronteras de Egipto. La más famosa de estas fue la batalla de Qadesh contra los hititas, que resultó en uno de los primeros tratados de paz documentados de la historia. Además, reforzó su presencia en Nubia, donde construyó numerosos templos, incluido el de Abu Simbel.
Ramsés II también destacó como un prolífico constructor. Ordenó la edificación de grandes templos como el Ramesseum, su templo funerario en Tebas, y amplió los templos de Karnak y Luxor. Su legado arquitectónico incluyó también la construcción de numerosas estatuas colosales y la fundación de la ciudad de Pi-Ramsés, que se convirtió en la nueva capital del reino.
En el ámbito personal, Ramsés II tuvo numerosas esposas, entre las que destaca Nefertari, y una extensa descendencia con decenas de hijos. Su reinado fue una época de prosperidad y estabilidad, caracterizada por un resurgimiento de la cultura y la religión egipcia. Su muerte marcó el final de una era dorada, y fue enterrado en el Valle de los Reyes. Su momia, una de las más famosas, se encuentra actualmente en el Museo Egipcio de El Cairo.
Coloso de Ramsés II en el British Museum. Statue of Ramesses II, the «Younger Memnon». From the Ramesseum, Thebes, Egypt, 19th Dynasty, about 1250 BC. British Museum, London. Pbuergler – Trabajo propio. CC BY-SA 3.0. Original file (1,337 × 2,005 pixels, file size: 1.77 MB).
Es a menudo recordado como el faraón más celebrado y poderoso del Imperio Nuevo (c. 1550-1070 a. C.), que a su vez es el período álgido del Antiguo Egipto. Sus sucesores y los egipcios posteriores lo llamaron «Gran ancestro». Es conocido como Ozymandias en las fuentes griegas. Fue el último gran faraón, ya que sus sucesores más importantes, Merenptah y Ramsés III, se vieron obligados a llevar una política defensiva para mantener la soberanía en Canaán.
Cuando tenía trece años, Ramsés fue nombrado príncipe regente por su padre Seti I y se cree que accedió al trono al final de su adolescencia. La primera parte de su extenso reinado estuvo enfocada en la construcción de ciudades, templos y monumentos. Fundó la ciudad de Pi-Ramsés en el delta del Nilo como su nueva capital y desde allí lanzó sus campañas militares en Siria. Lideró otras expediciones militares en el Levante mediterráneo con las que reafirmó el poder egipcio sobre la región de Canaán y también hacia el sur contra Nubia, las cuales se conmemoran en inscripciones en los templos de Beit el-Wali y Gerf Hussein.
El historiador egipcio Manetón (siglo III a. C.) le atribuye un reinado de 66 años y dos meses, en lo que están de acuerdo la mayoría de egiptólogos modernos. Las estimaciones sobre la edad a la que falleció varían, pero lo más probable es que viviera hasta los 90 o 91 años. Ramsés II celebró trece o catorce fiestas Heb Sed, una cantidad sin precedentes e inigualada por cualquier otro faraón. Fue enterrado en la tumba KV7 del Valle de los Reyes, cerca de Tebas, pero su cuerpo fue después trasladado a un escondrijo de momias reales en el que fue descubierto en 1881. Su momia se ha podido contemplar hasta fechas recientes en el Museo Egipcio de El Cairo, y a partir de 2022 en el Museo Nacional de la Civilización Egipcia.
Antecedentes. Ramsés II era hijo del faraón Seti I y de su Gran Esposa Real, Tuya. Tuvo al menos dos hermanas y, al parecer, un hermano llamado Nebchasetnebet, quien murió antes de alcanzar la edad adulta, por lo que Ramsés II pasó automáticamente a ser el heredero de Seti I.
Desde niño vivió la actividad castrense, como miembro de una familia de ministros. Seti I nombró corregente a Ramsés cuando este tendría unos catorce años, y recibió entrenamiento intensivo de parte del mismo faraón y de múltiples maestros de artes y ciencias. La corregencia duró entre tres y siete años (sobre este tema no hay fuentes fiables). A los quince o dieciséis años Ramsés ya tenía autoridad sobre parte del ejército, e inscripciones de esa época lo describen una y otra vez como un «astuto joven líder». Por aquel entonces ya estaba casado y era padre de cuatro hijos.
Durante el periodo de corregencia hubo pocos problemas militares y Ramsés desempeñó tareas civiles como delegado de su padre, como eran supervisar los trabajos de construcción de los templos y la extracción de material de construcción en las canteras del sur del imperio.
El rey guerrero: Ramsés acompañó a su padre en campañas militares para sofocar rebeliones en Canaán. También lo secundó en la guerra contra los hititas que habían ocupado los territorios de Siria, tradicionalmente pertenecientes al imperio egipcio, pero perdidos hacía varios años debido a la debilidad del rey Akenatón. Ya como comandante, llevó a cabo una campaña contra Kush (Nubia), en el año 8 del reinado de Seti.
Se cuenta que Ramsés se encontraba en Kush cuando Seti murió. Volvió a Egipto donde, junto con su madre, Tuya, llevó a cabo las ceremonias fúnebres de su padre en la necrópolis tebana.
Artículo principal: Ramsés II
Grabado del templo (1849-1859). Dibujos por. Karl Richard Lepsius (1810–1884) – Lepsius-Projekt Sachsen-Anhalt. Dominio público. Original file (2,026 × 1,557 pixels, file size: 305 KB).
Abu Simbel (en árabe: أبو سمبل) es un emplazamiento de interés arqueológico que se compone de templos egipcios ubicado en el sur de Egipto, en la región de Nubia. Está localizado en la ribera occidental del lago Nasser, a unos 231 km al suroeste de la ciudad de Asuán (aproximadamente 300 km por carretera), próximo a su emplazamiento original. Los templos forman parte del Museo al Aire Libre de Nubia y Asuán, complejo que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 con el nombre de «Monumentos de Nubia, desde Abu Simbel hasta File», conocidos como los «Monumentos nubios», que se extienden hasta File, cerca de Asuán.
Los templos fueron excavados en la roca (speos) durante el reinado del faraón Ramsés II en el siglo XIII a. C. como un monumento dedicado a dicho faraón y a su esposa Nefertari, para conmemorar su supuesta victoria en la batalla de Qadesh (1274 a. C.) y mostrar su poder a sus vecinos nubios.
En 1968, el complejo fue reubicado en una colina artificial, construida en terrenos próximos situados sobre el nivel del futuro lago Nasser. El traslado de los templos fue necesario para evitar que quedaran sumergidos, tras la construcción de la presa de Asuán, por el embalse formado por las aguas del río Nilo. Abu Simbel sigue siendo una de las más importantes atracciones turísticas de Egipto.
Historia. El templo fue construido por Ramsés II para conmemorar su victoria en la batalla de Qadesh (ca. 1274 a. C.). Está dedicado al culto del propio Ramsés (los faraones se consideraban dioses) y de las grandes deidades del Antiguo Egipto, Amón, Ra y Ptah. Estos tres dioses fueron muy venerados a lo largo de la historia del Antiguo Egipto. Ra era la cabeza de la Enéada de Heliópolis, Amón la cabeza de la Tríada de Tebas y Ptah el gran dios artesano de Menfis. Al lado de los tres se representa a Ramsés II como el cuarto gran dios de Egipto.
La dinastía XIX intentó recuperar la influencia de Egipto en el exterior, perdida después de los disturbios y turbulencias religiosas y políticas durante el reinado de Akenatón de la dinastía XVIII que apoyó el culto a Atón en detrimento de Amón y su influyente clero.
Ramsés II combatió a los enemigos del norte y del sur. Pero su batalla más importante fue la de Qadesh, en Canaán, contra los asiáticos hititas. Esta batalla terminó con un tratado de paz entre ambas fuerzas. En los muros de Abu Simbel y de otros templos egipcios, Ramsés se jactaba de haber ganado la batalla; el rey de los hititas hizo lo propio en los templos de su país.
Construcción. La construcción del templo se inició aproximadamente en 1284 a. C. y duró unos veinte años, hasta 1264 a. C. Es uno de los seis hipogeos (excavados en roca) que se edificaron en Nubia durante el largo reinado de Ramsés II. El propósito del templo era impresionar a los vecinos del sur y reforzar la influencia de la religión egipcia en la región.
Abandono y hallazgo. Con el paso del tiempo el templo, abandonado, comenzó a cubrirse de arena. En el siglo VI a. C., la arena tapaba parte de las estatuas del templo principal hasta la altura de sus rodillas. Abu Simbel quedó ignorado para los historiadores hasta que, en 1813, el suizo Johann Ludwig Burckhardt lo visitó.
Burckhardt comentó su descubrimiento al explorador italiano Giovanni Belzoni, quien viajó al lugar, pero fue incapaz de excavar una entrada que permitiera el acceso al templo. Belzoni regresó en 1817 y esta vez tuvo éxito, pues consiguió entrar y se llevó todos los objetos de valor que pudo transportar.
Trabajos de reconstrucción del templo. Foto: «Per-Olow» – Per-Olow Anderson (1921-1989) – sv:Forskning & Framsteg. El rostro de la estatua colosal «número dos» de Ramsés es colocado en su lugar, ya que el gran templo está construido en la meseta superior. El rostro pesa 19,6 toneladas y cuenta con un refuerzo de concreto en la parte trasera de 4,58 toneladas. La distancia entre las esquinas es de 108 cm. La fachada del templo tiene 33 metros de altura y 38 metros de ancho. El templo está tallado en la roca. Dominio público. Original file (1,564 × 1,881 pixels, file size: 597 KB).
Reubicación. En 1959 se inició una campaña internacional de recaudación de fondos para salvar los monumentos de Nubia, ya que algunos de ellos estaban en peligro de desaparecer bajo el agua como consecuencia de la construcción de la presa alta de Asuán.
El plan para salvar los templos se basaba en una idea de William MacQuitty para construir una represa de agua potable alrededor de los templos, con el agua mantenida a la misma altura que el Nilo. Debía haber cámaras subterráneas. En 1962, la idea fue concretada en una propuesta presentada por los arquitectos Jane Drew y Maxwell Fry y el ingeniero civil Ove Arup. En ella, consideraron que alzar los templos ignoraba el efecto de erosión del asperón por los vientos del desierto. A pesar de que se reconoció que la propuesta era extremadamente elegante, fue rechazada.
El rescate de los templos de Abu Simbel fue iniciado en 1964 por un equipo multinacional de arqueólogos, ingenieros y operadores de equipo pesado que trabajaron juntos bajo el estandarte de la Unesco. En total, costó unos 40 millones de dólares de la época (336 millones contemplando la inflación al 20204). Entre 1964 y 1968, todo el sitio fue cuidadosamente partido en grandes bloques (de un promedio de 20 toneladas y un máximo de 30 toneladas cada uno), desmantelado, elevado y reensamblado en una nueva ubicación 65 metros más alta y 200 metros más lejos del río, en uno de los mayores desafíos de la ingeniería arqueológica en la historia. Incluso fueron salvadas algunas estructuras sumergidas en las aguas del lago Nasser. Hoy en día, miles de turistas visitan los templos a diario.
Iluminación nocturna del templo. Foto: Angel Aroca Escámez. CC BY-SA 3.0. Original file (3,888 × 2,592 pixels, file size: 3.84 MB).
El Gran Templo de Abu Simbel, que se tardó en construir unos veinte años, fue completado alrededor del año 24 del reinado de Ramsés II (que corresponde a 1265 a. C.). Estaba dedicado a los dioses Amón, Ra-Horajti y Ptah, así como al Ramsés deificado. Algunos lo consideran como uno de los más bellos de todos los edificados durante el reinado de Ramsés II y uno de los más monumentales de Egipto.[cita requerida]
La fachada del templo tiene 33 metros de altura por 38 metros de ancho7 y está custodiado por cuatro estatuas sedentes. Todas las estatuas representan a Ramsés II, sentado en un trono con la doble corona del Alto y Bajo Egipto. Cada una de ellas mide unos veinte metros de altura. Sobre las estatuas de Ramsés II, la fachada está encabezada por un friso de veintidós babuinos, cuyos brazos están extendidos en el aire, supuestamente adorando al sol naciente y que flanquean la entrada.8 Las estatuas y el templo fueron esculpidos en una colina rocosa. La estatua situada a la izquierda de la entrada se partió durante un terremoto y solo quedó intacta la parte inferior.
La entrada está coronada por un bajorrelieve que representa dos imágenes del rey adorando a Ra-Horajti con cabeza de halcón, cuya estatua se yergue en un gran nicho.7 Este dios está sosteniendo un jeroglífico y una pluma con la mano derecha, con Maat (la diosa de la Verdad y la Justicia) a su izquierda. Otra notable característica de la fachada es una estela que registra el matrimonio de Ramsés con una hija del rey Hattusili III, unión que selló la paz entre Egipto y los hititas.
Un primer plano de una de las colosales estatuas de Ramsés II con la doble corona del Bajo y Alto Egipto. Foto: Hajor. CC BY-SA 3.0.

Cerca de los pies de los colosos hay otras estatuas que no llegan a la altura de las rodillas del faraón. Estas representan a diversos miembros de la familia del faraón, como su esposa principal Nefertari, la reina madre Tuya, sus primeros dos hijos Amenherjepeshef, Ramsés, y sus primeras seis hijas Bintanat, Baketmut, Nefertari, Meritamón, Nebtaui e Isetnofret.
La parte interior del templo tiene la misma disposición que la mayoría de los antiguos templos egipcios, con salas de tamaño decreciente a medida que se acercan al santuario. El templo cuenta con una estructura compleja y bastante inusual debido a sus principales cámaras laterales. La sala hipóstila tiene 18 metros de largo y 16,7 metros de ancho y está sostenida por ocho grandes pilares osíridas que representan a Ramsés deificado vinculado al dios Osiris (Orión), el dios del inframundo, para indicar la naturaleza imperecedera del faraón. Las estatuas colosales a lo largo del muro a mano izquierda llevan la corona blanca del Alto Egipto, mientras que las ubicadas en el lado opuesto cargan la corona doble del Alto y el Bajo Egipto. Los bajorrelieves de las paredes de la sala hipóstila representan escenas de batallas en campañas militares durante el reinado de Ramsés II. Muchas de ellas se refieren a la batalla de Qadesh, a orillas del río Orontes en la actual Siria, en donde el faraón peleó contra los hititas. El relieve más famoso muestra al rey en su carro lanzando flechas contra los enemigos en retirada, que están siendo hechos prisioneros. Otras escenas muestran victorias egipcias en Libia y Nubia.
Después de la sala hipóstila, se ingresa en una segunda sala, que tiene cuatro pilastras decoradas con escenas de ofrendas a los dioses. Hay representaciones de Ramsés y Nefertari con las barcas sagradas de Amón y Ra-Horajti. Esta sala da acceso a un vestíbulo transversal en cuyo centro está la entrada al santuario. Allí, en una pared negra, se encuentran las esculturas talladas en la roca de cuatro figuras sentadas: Ra-Horajti, el dios deificado Ramsés, y los dioses Amón y Ptah. Ra-Horajti, Amón-Ra y Ptah fueron las principales deidades en ese período y sus centros de culto se hallaban en Heliópolis, Tebas y Menfis, respectivamente.
- Nubian Monuments from Abu Simbel to Philae – UNESCO World Heritage Centre
- Mokhtar, 1982, p. 273.
- Fry Drew Knight Creamer, 1978, Londres, Lund Humphries
- Inflation calculator.
- Spencer, Terence (1966). The Race to Save Abu Simbel Is Won. Life, 2 de diciembre de 1966.
- Fitzgerald, Stephanie (2008). Ramses II: Egyptian Pharoah, Warrior and Builder. Nueva York: Compass Point Books. ISBN 978-0-7565-3836-1
- Siliotti, Alberto (1994). Egypt: Temples, People, Gods.
- Skliar, Ania (2005). Grosse Kulturen der Welt-Ägypten
- Calculador de la Posición Solar de la NOAA
- «king Psammetichus II (Psamtik II)». Touregypt.net.
- Britannica, p.756
Interior del templo. Foto: Dennis G. Jarvis – Egypt-10C-037 Uploaded by PDTillman. En la primera sala del Templo de Ramsés II hay ocho pilares de Osiris. Los de la izquierda llevan la corona blanca del Alto Egipto y los de la derecha llevan la doble corona de las Dos Tierras. Abu Simbel, Egipto. CC BY-SA 2.0. Original file (2,629 × 2,012 pixels, file size: 3.82 MB).
Fenómeno solar. El templo fue construido con tal orientación que durante los días 21 de octubre y 21 de febrero (61 días antes y 61 días después del solsticio de invierno, respectivamente) los rayos solares penetran hasta el santuario, situado al fondo del templo, e iluminan tres de las cuatro estatuas sedentes, excepto la estatua del dios Ptah, el dios relacionado con el inframundo (Duat), que siempre permanecía en la penumbra.
Estas fechas podrían corresponder con el día del cumpleaños y el de la coronación del rey, respectivamente; sin embargo, no existen datos que lo corroboren, aunque es lógico suponer que estas fechas guardan alguna relación con un gran evento, como la fiesta Heb-sed que conmemoraba el trigésimo aniversario del reinado del faraón. De acuerdo con cálculos realizados respecto del orto helíaco de la estrella Sirio (Sothis) e inscripciones halladas por arqueólogos, esta fecha debió ser el 22 de octubre. Esta imagen del rey era «revitalizada» con la energía de la estrella solar, y el deificado Ramsés se sienta entre Amón Ra y Ra-Horakhty.
Tras el traslado del templo y por el desplazamiento del Trópico de Cáncer durante los últimos 3280 años, se estima que la incidencia solar se ha desplazado un día más cerca del solsticio, por lo que debería ocurrir el 22 de octubre y el 20 de febrero (60 días antes y 60 días después del solsticio, respectivamente). El calculador de la posición solar de la NOAA puede usarse para verificar la declinación del sol para cualquier lugar del planeta en cualquier fecha y hora. Para la latitud de Abu Simbel 22°20′13″N 31°37′32″E, el calculador obtendrá valores cercanos a -11° para ambas fechas de 22 de octubre y 20 de febrero.
Templo menor. Nefertari (Abu Simbel).
El Templo de Nefertari, también conocido como «Templo de Hathor», fue construido bajo el mandato del tercer faraón egipcio de la Dinastía XIX, Ramsés II, como homenaje a su esposa, la reina Nefertari, siendo unos de los escasos ejemplos de grandes templos dedicados a una mujer en el Antiguo Egipto y que forma parte, junto con el Templo de Ramsés II, del complejo de Abu Simbel.
Ubicación. El templo está situado al sur de Egipto, a 300 kilómetros de la ciudad de Asuán, y al norte respecto del templo de Ramsés II.
Al norte del templo mayor de Abu Simbel se sitúa el templo menor. Está también excavado en la roca y dedicado a su esposa favorita, Nefertari. La fachada está decorada con seis estatuas, cuatro de Ramsés II y dos de Nefertari. Las seis son de igual tamaño, algo poco corriente, ya que las estatuas que representaban al faraón solían ser de mayor tamaño. La entrada conduce a una sala con seis columnas centrales, esculpidas con capiteles decorados con la cabeza de la diosa Hathor.
La sala oriental contiene algunas escenas que muestran a Ramsés II y su esposa ofreciendo sacrificios a los dioses. Tras esta sala se encuentra otra que muestra escenas similares. Al fondo del templo está el santuario con una estatua de Hathor, la diosa egipcia del amor y la felicidad.
Vista frontal del Templo de Nefertari con sus 6 colosos custodiándolo, en Abu Simbel. Foto: Diego Delso. CC BY-SA 4.0. Original file (7,954 × 3,285 pixels, file size: 7.95 MB).
Historia. El templo se empezó a erigir aproximadamente en el año 1264 a. C. y se finalizó, veinte años después, en el año 1244 a. C.
Es uno de los seis templos excavados en la roca que se edificaron durante el largo reinado de Ramsés II. Fue abandonado durante varios siglos, hasta que en 1813 el suizo J. L. Burckhardt lo visitó. A su vuelta a Europa, explicó su descubrimiento al explorador italiano Giovanni Belzoni, el cual viajó al lugar, pero no pudo acceder al templo, por lo que volvió en 1817, esta vez encontrando la entrada y posteriormente llevándose todos los objetos que encontró y pudo transportar.
Estructura
- Fachada: La fachada del templo presenta seis colosos: cuatro representando a Ramsés II y dos a la reina Nefertari. Los colosos están flanqueados por estatuas más pequeñas de los hijos e hijas del faraón y la reina.
- Sala Hipóstila: Al entrar al templo, se encuentra la sala hipóstila o pronaos, que está sostenida por seis pilares decorados con relieves de la diosa Hathor y la reina Nefertari. Las paredes de esta sala están adornadas con relieves que muestran al faraón y la reina en diversas actividades religiosas, como haciendo ofrendas a los dioses.
- Vestíbulo Transversal: Desde la sala hipóstila, se accede a un vestíbulo transversal que lleva a las cámaras interiores. Este vestíbulo también está decorado con relieves detallados.
- Sala de la Divinidad o Santuario Principal: En el fondo del templo se encuentra el santuario principal, dedicado a la diosa Hathor, que está representada en una estatua junto con Nefertari. Este santuario es el punto focal del templo y simboliza el lugar donde la diosa Hathor reside y recibe culto.
- Capillas Laterales: A ambos lados del vestíbulo transversal hay pequeñas capillas y habitaciones auxiliares que también están decoradas con relieves. Estas capillas probablemente se utilizaban para propósitos rituales y ceremoniales.
- Relieves y Decoraciones: El interior del templo está ricamente decorado con relieves y pinturas que muestran escenas de la vida cotidiana, actos ceremoniales y divinidades egipcias. Las imágenes son tanto de Nefertari como de Ramsés II, lo que subraya la importancia de ambos en el culto y la vida religiosa.
Estas estructuras y decoraciones reflejan la maestría artística y la profunda espiritualidad de la civilización egipcia durante el reinado de Ramsés II, haciendo del Templo de Nefertari una de las joyas arquitectónicas del antiguo Egipto.
Interior del templo. Foto: Diego Delso. CC BY-SA 4.0. Original file (7,823 × 5,557 pixels, file size: 11.33 MB).
Componentes
- Fachada Principal: La fachada del templo está flanqueada por cuatro imponentes estatuas colosales de Ramsés II, cada una de aproximadamente 10 metros de altura. Estas estatuas representan al faraón sentado en un trono y están talladas directamente en la roca de la montaña.
- Entrada y Pasajes: El templo está tallado en la roca de la montaña, y su entrada conduce a una serie de pasajes y salas interiores. Estos pasajes están decorados con relieves y jeroglíficos que narran eventos históricos y religiosos.
- Sala Hipóstila: Una de las salas más impresionantes del templo es la sala hipóstila, que cuenta con ocho columnas decoradas con relieves que representan a Ramsés II y Nefertari haciendo ofrendas a los dioses. Esta sala estaba destinada a ceremonias religiosas.
- Santuario Interior: En el santuario interior del templo se encuentra una estatua de la diosa Hathor, a la que el templo está dedicado. Esta estatua se encuentra en un nicho en la parte posterior del templo y estaba destinada a ser adorada por los fieles.
- Decoraciones Murales: Las paredes del templo están decoradas con impresionantes pinturas murales y relieves que representan escenas de la vida de Ramsés II y Nefertari, así como escenas religiosas y mitológicas. Estas decoraciones muestran una atención al detalle y una habilidad artística extraordinarias.
- Capillas Laterales: A lo largo de los pasillos del templo, hay varias capillas laterales dedicadas a diferentes dioses y deidades, donde se realizaban ofrendas y rituales específicos.
- Patio Exterior: Fuera del templo, hay un patio con columnas y estatuas que también están decoradas con relieves y jeroglíficos. Este patio era utilizado para celebraciones religiosas y festividades.
Anexo: Nefertari
Nefertari Meritenmut fue una reina egipcia de la dinastía XIX, la Gran Esposa Real de Ramsés II el Grande, uno de los faraones más poderosos. Desempeñó un importante papel como esposa real, estando dotada de una brillante mente política. Fue enterrada en la necrópolis tebana, en una tumba bellamente decorada.
Orígenes. Una de las grandes incógnitas que rodean a esta reina es su lugar de nacimiento y su familia. Su esposo, el futuro faraón Ramsés II, se cuidó mucho de ocultarlos, aunque está claro que la veneración que tuvo en vida, así como algunos de sus títulos, demuestran un origen noble.
El hallazgo en su tumba del pomo de un cofre en el que aparecía un cartucho del faraón, denominado Ay, no hizo más que aumentar las sospechas de que Nefertari estuviese emparentada con la extinta dinastía XVIII, cosa que también parecía corroborar su propio nombre, heredero de la matriarca ya divinizada, la reina Ahmose-Nefertari. De ser así, es probable que Nefertari proviniese de la ciudad sureña de Ajmin, y de que Ay, cuyo nombre estaba siendo perseguido por los faraones de la dinastía XIX, incluido el propio Ramsés II, podía haber sido su bisabuelo, su abuelo o su tío.
Suponiendo que Nefertari estuviese emparentada con la dinastía XVIII y con la línea de Ahmose-Nefertari, bien podía haber sido hija o nieta de Najtmin, a su vez hijo de Ay, o incluso podía ser la hija de la fantasmal reina Tanedyemy, cuyo papel aún no está claro, pero que podría haber sido nieta de Ay, hija de Horemheb y esposa de Seti I. De ser así, Ramsés II y Nefertari habrían sido hermanos por parte de padre.
Tomb of Nefertari. Martin Doudoroff – Tomb of Nefertari. CC BY 2.0. Original file (3,024 × 4,032 pixels, file size: 4.03 MB).
Nefertari fue una de las esposas más destacadas de Ramsés II, el gran faraón del Imperio Nuevo. Aunque no se sabe con certeza cuántas esposas tuvo Ramsés II, Nefertari ocupó un lugar preeminente en su vida y su reinado. Fue conocida por su belleza, su inteligencia y su fuerte influencia en la corte egipcia. Su nombre, que significa «la más bella», refleja su importancia y su prestigio.
Nefertari fue consorte real y madre de varios de los hijos de Ramsés II, lo que la convirtió en una figura crucial en la dinastía real. Fue especialmente honrada por su esposo, quien le dedicó monumentos de gran importancia, como el Templo de Abu Simbel, donde un templo completo fue erigido en su honor, algo inusual en la época, ya que normalmente las reinas no recibían templos tan grandiosos. En el templo de Abu Simbel, las estatuas de Nefertari, que la representan junto a Ramsés II, son igual de grandes y prominentes que las de su esposo, lo que subraya la igualdad de estatus entre ellos.
Su papel en la política y la religión fue significativo. A menudo se la retrataba en las representaciones artísticas del faraón, participando en rituales religiosos y ceremonias estatales, lo que refleja su rol activo en la vida política y religiosa del país. Nefertari también desempeñó funciones diplomáticas, y su influencia se extendió más allá de Egipto, como se muestra en las cartas de Amarna, donde se la menciona en correspondencia diplomática.
Tras su muerte, Nefertari fue enterrada en una tumba espectacular en el Valle de las Reinas, famosa por sus pinturas murales bien conservadas que representan escenas de la vida de la reina y que nos dan una visión profunda de su grandeza. La tumba de Nefertari sigue siendo una de las más impresionantes de la Egiptología, destacándose por su belleza y riqueza simbólica.
Es decir, Nefertari no fue enterrada en Abu Simbel, sino en el Valle de las Reinas. Aunque Ramsés II le dedicó un templo impresionante en Abu Simbel, el lugar de su tumba es en el Valle de las Reinas, que era el lugar de enterramiento de muchas reinas y consortes reales durante el Imperio Nuevo. Su tumba, conocida como la «Tumba de Nefertari» o la «QV66», es famosa por sus hermosos y bien conservados frescos que adornan sus paredes, los cuales representan escenas de la reina y de su viaje al más allá.
En Abu Simbel, Ramsés II erigió un templo para él y otro para Nefertari, en el cual las estatuas de Nefertari son de tamaño casi igual al de su esposo, lo que resalta su alto estatus y la relación especial que tenía con el faraón.
El templo erigido por Ramsés II en Abu Simbel no fue su lugar de descanso eterno. El templo de Abu Simbel es un complejo monumental dedicado a Ramsés II y a su esposa Nefertari, pero no tiene función funeraria. Es un templo con fines religiosos y de conmemoración, diseñado para exaltar la grandeza del faraón y su relación con los dioses.
El verdadero lugar de descanso eterno de Ramsés II se encuentra en el Valle de los Reyes, en la tumba KV7. Esta tumba es donde fue enterrado y donde se llevaron a cabo los rituales funerarios para asegurar su viaje al más allá. En cambio, el templo de Abu Simbel fue más bien una estructura destinada a dejar un legado perdurable, en la que Ramsés II quería que su nombre y su poder quedaran inmortalizados.
Detalle de uno de los colosos de Nefertari en la entrada. Foto: Diego Delso. CC BY-SA 4.0. Original file (5,045 × 8,101 pixels, file size: 9.1 MB).
Arquitectura del templo de Nefertari
- El templo es una construcción de tipo speos, (edificaciones talladas en la roca).
- En la fachada hay seis estatuas colosales: 4 de Ramsés II con nemes, la doble corona del Alto y Bajo Egipto y 2 de Nefertari; todas tiene adelantada la pierna izquierda, como si estuvieran caminando.
- Las seis son de igual tamaño, algo poco corriente, ya que las estatuas que representaban al faraón solían ser de mayor tamaño y están dentro de hornacinas rectangulares y formando dos grupos de tres.
- Empezando por la izquierda los colosos representan a:
- Ramsés II con la corona del Alto Egipto, con barba postiza.
- Nefertari con atributos de la diosa Hathor, disco solar entre 2 altas plumas y cuernos de vaca.
- Ramsés II con la corona blanca del Alto Egipto, con barba postiza.
- Ramsés II con doble corona, con barba postiza.
- Nefertari con atributos de la diosa Hathor, disco solar entre 2 altas plumas y cuernos de vaca.
- Ramsés II con el nemes, la corona atef, con barba postiza.
- Cada estatua mide aproximadamente 10 metros de altura.
- La entrada conduce a la sala hipóstila, con seis columnas centrales, esculpidas con capiteles decorados con la cabeza de la diosa Hathor que contiene inscripciones con historias del rey y la reina, y fórmulas de adoración a las deidades Mut, Isis, Satis, Hathor, Anukis y Urethekau, todas ellas divinidades femeninas.
- El interior del Templo se divide en diversas estancias: Santuario, sala hipóstila, 2 pequeñas salas-almacén, pronaos, vestíbulo.
Iluminación nocturna del templo. Foto: Angel Aroca Escámez – CC BY-SA 3.0. Original file (3,888 × 2,592 pixels, file size: 5.11 MB).
Materiales de construcción
El Templo de Nefertari en Abu Simbel fue principalmente esculpido directamente en la roca arenisca del acantilado donde está situado. Sin embargo, además de la roca arenisca, se emplearon otros materiales y técnicas en su construcción:
- Roca Arenisca: La estructura principal del templo, incluidos los colosos y las fachadas, está tallada en roca arenisca. Este material era abundante en la región y fácil de trabajar, lo que lo hacía ideal para esculturas monumentales.
- Pintura y Pigmentos: Los interiores del templo estaban decorados con pinturas que utilizaban pigmentos naturales. Estos pigmentos incluían:
- Ocre Rojo y Amarillo: Hechos de óxidos de hierro, utilizados para diferentes tonos de rojo y amarillo.
- Azurita y Malaquita: Utilizados para obtener colores azul y verde.
- Carbón: Utilizado para obtener el color negro.
- Yeso: Empleado como base para aplicar las pinturas sobre las superficies de la roca.
- Mortero y Estuco: En algunas áreas, especialmente para detalles decorativos y reparaciones, se usaba una mezcla de mortero y estuco, que podía ser aplicado sobre la roca arenisca para crear una superficie más lisa o para restaurar áreas dañadas.
- Madera y Metal: Aunque no era un material principal en la estructura de piedra, se utilizaban madera y metal para puertas, bisagras y otros elementos funcionales del templo.
La combinación de estos materiales y técnicas permitió a los antiguos egipcios crear un monumento duradero y artísticamente impresionante, que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Razones
- Arenisca:
- Disponibilidad: La arenisca era abundante en la región de Nubia, donde se encuentra Abu Simbel. Esto facilitaba su extracción y transporte.
- Durabilidad: La arenisca es un material resistente que puede soportar el clima árido del desierto y las inclemencias del tiempo, preservando las estructuras a lo largo del tiempo.
- Trabajabilidad: Este tipo de piedra es relativamente fácil de tallar, lo cual era esencial para los detallados relieves y estatuas del templo.
- Pigmentos Naturales:
- Accesibilidad: Los antiguos egipcios tenían acceso a una variedad de pigmentos naturales derivados de minerales y otros elementos encontrados en su entorno.
- Simbolismo: Los colores utilizados en las decoraciones tenían significados específicos y simbólicos, por ejemplo, el azul y el verde representaban el agua y la vegetación, esenciales para la vida y la fertilidad.
- Mortero y Estuco:
- Estabilidad: El mortero proporcionaba cohesión entre las piedras, asegurando la estabilidad de las construcciones a largo plazo.
- Flexibilidad: Permitía cierta flexibilidad en la construcción, adaptándose a las irregularidades de los bloques de piedra y ayudando a distribuir las cargas de manera uniforme.
- Madera y Metales:
- Estructural y Decorativo: Aunque no tan prominentes como la piedra, la madera y los metales se utilizaban en elementos estructurales secundarios y en decoraciones, especialmente en puertas y mobiliario.
- Riqueza y Estatus: El uso de materiales preciosos y semipreciosos reflejaba el estatus y la riqueza del faraón y de su esposa.
Simbología
El templo está dedicado a Hathor, diosa del amor y la belleza, así como a su esposa favorita, Nefertari. Se construyó junto con el Templo de Ramsés II con la intención de impresionar a los enemigos del sur de Egipto y dar fe de la grandeza y poder del reino.
La dedicatoria que se encuentra en la entrada del templo, lleno de imágenes de Nefertari y de sus hijos, basta para comprobar lo que sentía el faraón por su reina:
[…] Una obra perteneciente por toda la eternidad a la Gran Esposa Real Nefertari-Merienmut, por la que brilla el Sol.
Pintura que representa a la reina Nefertari sosteniendo un sistro (instrumento musical). Templo de Nefertari. Laban66 – Trabajo propio. Dominio público.

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Templo de Nefertari y Abu Simbel.
- Museo Egipcio de Barcelona: libros por temas (en español y catalán)
- Vídeo del Museo Egipcio de El Cairo en YouTube.
- Sitio web oficial del Museo Egipcio (en inglés)
Valle de los Reyes y Valle de las Reinas: tumbas excavadas en roca para faraones y nobles.
Egipto. El Valle de los Reyes (en árabe, Uadi Abwāb Al-Muluk (وادي أبواب الملوك): Valle de las Puertas de los Reyes) es una necrópolis del antiguo Egipto, en las cercanías de Luxor, donde se encuentran las tumbas de la mayoría de faraones del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX), y de algunos animales. Popularmente era conocido por los egipcios como Ta-sekhet-ma’at (Gran Campo).
Forma parte del conjunto denominado Antigua Tebas con sus necrópolis, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Se encuentra situado en la zona desértica (Desheret, la «Tierra Roja») de la orilla occidental del Nilo, frente a Tebas (moderna Luxor), en el corazón de la Necrópolis. El valle se compone de dos valles, el Valle Este, donde se encuentran las tumbas enumeradas con el código KV (King’s Valley), y el Valle Oeste, con las tumbas designadas con WV (West Valley).
El valle está dominado por la colina con forma de pirámide que los egipcios llamaban Dehenet-Imenet, «la Cima de Occidente», actualmente el-Qurn; allí moraba la diosa cobra Meretseger, «La que ama el silencio», protectora de la necrópolis. Esta pirámide natural y los hipogeos del Valle recuerdan los antiguos enterramientos en las grandes pirámides de Menfis.
Por otra parte, el lugar está místicamente relacionado con los grandes templos de Tebas, en la orilla oriental del Nilo. Trazando una línea recta desde el templo de Karnak hacia el oeste, tras cruzar el río alcanza Deir el-Bahari con el templo de Hatshepsut y finalmente el Valle de los Reyes, materializándose así la dualidad oriente-occidente característica de la cosmología egipcia: el este, lugar del nacimiento del sol, es el asiento de la vida, la «Tierra Negra» fértil (Kemet), territorio de Horus, dios del equilibrio y el orden, creador de la civilización egipcia; por el contrario, el oeste, por donde el sol se pone, es la «Tierra Roja» estéril, desértica, dominio de Seth el señor del inframundo y dios de los muertos.
Valle de los Reyes. Francisco Anzola – Hike above Valley of the Kings. CC BY 2.0. Original file (2,890 × 1,898 pixels, file size: 7 MB).
El Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas son dos sitios arqueológicos fundamentales en el antiguo Egipto, conocidos por albergar las tumbas de faraones, reinas y otros miembros de la realeza. Ambos se encuentran en la orilla occidental del río Nilo, cerca de la ciudad de Luxor, en el antiguo Egipto, que se conocía como Tebas. Aunque están ubicados en la misma región, estos dos valles tienen propósitos y características distintas, lo que los hace únicos en su contexto arqueológico.
El Valle de los Reyes es más conocido por ser el lugar donde se encuentran las tumbas de la mayoría de los faraones del Imperio Nuevo, especialmente durante la dinastía XVIII hasta la XX. Este valle fue utilizado como lugar de enterramiento para los faraones a partir de aproximadamente 1539 a.C., y se continuó utilizando durante siglos. El sitio es famoso por su arquitectura funeraria y por la complejidad de sus tumbas, que se excavan en la roca, lo que las hace tanto impresionantes como misteriosas. Las tumbas eran construidas de manera que reflejaban las creencias egipcias sobre la vida después de la muerte, con numerosas cámaras y pasillos, decorados con escenas que representaban la travesía del difunto hacia el más allá y su encuentro con los dioses.
En el Valle de los Reyes, se encuentran algunas de las tumbas más famosas, como la de Tutankamón (KV62), descubierta en 1922 por Howard Carter, la tumba de Ramsés II (KV7) y la tumba de Seti I (KV17). Estas tumbas están esculpidas en las paredes del valle, con entradas estrechas que dan paso a cámaras funerarias y corredores llenos de jeroglíficos y pinturas que narran la vida y el reinado de los faraones enterrados allí. El Valle de los Reyes se caracteriza por la amplitud de sus tumbas, que no solo servían para albergar los cuerpos de los faraones, sino también los objetos funerarios que se pensaban necesarios para la vida después de la muerte.
Por otro lado, el Valle de las Reinas, como su nombre indica, fue utilizado principalmente para enterrar a las reinas y consortes de los faraones, aunque también alberga las tumbas de algunos príncipes y figuras de alto rango. El Valle de las Reinas está ubicado cerca del Valle de los Reyes, en una colina frente a él, en el área de Tebas. A diferencia del Valle de los Reyes, el Valle de las Reinas es mucho más pequeño y contiene menos tumbas, pero no por ello es menos significativo. La tumba más famosa del Valle de las Reinas es la de Nefertari, esposa de Ramsés II, cuya tumba (QV66) es conocida por su impresionante decoración, con pinturas que representan escenas de la reina con dioses y escenas del juicio final, así como por la calidad de los relieves que adornan sus paredes.
Aunque el Valle de las Reinas alberga principalmente las tumbas de mujeres y niños, la calidad de las tumbas, en particular la de Nefertari, muestra la importancia de estas figuras dentro de la familia real. Las tumbas del valle no son tan grandes como las de los faraones, pero aún así están adornadas con pinturas detalladas y jeroglíficos que cuentan las historias de los difuntos y su relación con los dioses, lo que refleja las creencias religiosas y funerarias egipcias.
Ambos valles están conectados por el mismo paisaje desértico de la región tebana, pero mientras que el Valle de los Reyes se utiliza casi exclusivamente para los faraones y figuras de alto rango, el Valle de las Reinas se centra más en las mujeres de la familia real. La proximidad de ambos valles refleja la importancia de la familia real en el contexto funerario egipcio, y cómo tanto los hombres como las mujeres de la realeza tenían un lugar importante en la creencia egipcia sobre la vida después de la muerte.
En cuanto a su disposición y diseño, ambos valles siguen el patrón común de las tumbas egipcias excavadas en la roca. Las tumbas suelen tener pasillos y cámaras subterráneas, y su interior estaba decorado con jeroglíficos, escenas mitológicas y representaciones de la vida cotidiana que acompañaban al difunto en su viaje hacia el más allá. En los dos valles, la decoración y los objetos funerarios son de una riqueza considerable, lo que refleja la alta estatus de las personas enterradas en ellos.
En resumen, aunque el Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas se encuentran en la misma región y comparten un enfoque similar en términos de arquitectura funeraria, su diferencia principal radica en los individuos que fueron enterrados en ellos. El Valle de los Reyes alberga a los faraones y sus altos funcionarios, mientras que el Valle de las Reinas es el lugar de descanso de las reinas, consortes y otras figuras femeninas de la realeza. Ambos valles son testimonio de las creencias religiosas egipcias sobre la vida después de la muerte y de la importancia de los rituales funerarios en la cultura del Antiguo Egipto.
Egipto Virtual: Valle de los Reyes y la tumba de Tutankamón
Orígenes: la Dinastía XVIII
El primer rey conocido que abandonó la necrópolis de Dra Abu el-Naga fue el tercer faraón de la dinastía XVIII, el gran Thutmose I, que, en torno al año 1500 a. C. (gobernó de 1504 a 1492 a. C.), encargó a su mano derecha y arquitecto real Ineni la construcción de su tumba en medio del mayor secreto. El propio Ineni se jacta de su eficacia afirmando: nadie me vio, nadie me oyó.
En un principio es posible que se pensase en el Valle de los Reyes como un cementerio familiar, no solo dedicado a los reyes. Prueba de ello son las numerosas tumbas menores, casi todas de tiempos de la dinastía XVIII, en las que sin duda debieron de ser enterrados reinas, príncipes y princesas, así como algunos nobles privilegiados y hasta las mascotas de Amenofis II (perros, monos y aves) Sería solo a partir de la fundación del Valle de las Reinas cuando la cantidad de personajes no reales enterrados en el Valle de los Reyes desciende drásticamente.
Las tumbas de la dinastía XVIII han sido, en su gran mayoría, de las últimas en ser descubiertas. Esto se debe a lo bien que disimularon su entrada los constructores de tumbas, y a los escombros que cayeron en los umbrales con el paso del tiempo y así bloqueando las entradas. Aun así, que se sepa, tan solo dos de ellas (las tumbas 46 y 62, ambas de esta época) mantuvieron todos sus tesoros y ocupantes indemnes y a salvo de saqueadores.
El Valle de los Reyes sufrió en tiempos de esta dinastía algunas tentativas de ser abandonado: se cree que Thutmose II construyó su tumba en otro lugar; Amenhotep III lo hizo en el Valle Occidental, alejándose de la tradición; e incluso Akenatón, al trasladar la capitalidad a Aketatón, su nueva ciudad construida en medio del desierto, diseñó una necrópolis en la moderna Tell el-Amarna. Es posible que omitiendo los motivos religiosos y políticos concernientes a Akenatón, los otros intentos fuesen debido a la aparición de los primeros saqueadores de tumbas, que ni siquiera los soldados reales y las guardias nocturnas podían evitar.
Tumba de Tutankamón, la más conocida de todo el Valle. Foto: EditorfromMars. Inside Pharaoh Tutankhamun’s tomb, 18th dynasty. CC BY-SA 4.0. Original file (3,264 × 2,448 pixels, file size: 2.48 MB).
Anexo: Tutankamón
Tutankamón (c. 1342-c. 1325 a. C.), llamado Tutankatón hasta la muerte de su padre, fue un faraón del Antiguo Egipto, último monarca de su familia real en el final de la dinastía XVIII que gobernó entre 1334 y 1325 a. C. —según la cronología convencional del Imperio Nuevo de la Historia de Egipto—. Su padre era el faraón Akenatón, que se cree que estaba enterrado en la tumba KV55, mientras que su madre era la hermana de este, identificada como tal por una prueba de ADN realizada a una momia desconocida llamada La Dama Joven, que fue encontrada en la tumba KV35.
Máscara funeraria de Tutankamón en el Museo Egipcio de El Cairo. Foto: Roland Unger. CC BY-SA 3.0. Original file (1,600 × 2,000 pixels, file size: 1.3 MB).
Tutankamón accedió al trono con ocho o nueve años bajo la tutela del visir Ay, que finalmente sería su sucesor y probablemente también era pariente. Tutankamón contrajo matrimonio con su media hermana Anjesenamón, con quien concibió dos hijas que murieron, la primera a los 5 o 6 meses de embarazo y la segunda poco después de nacer. Los nombres del faraón —Tutankatón y Tutankamón— se cree que significan «imagen viviente de Atón» e «imagen viviente de Amón», aunque el reemplazo de Atón por Amón se hizo después de la muerte de su padre, para congraciarse con el clero de Amon.
Tutankamón reinstauró la religión politeísta del Antiguo Egipto después de las reformas monoteístas de su padre, enriqueció y fue generoso con las órdenes de dos importantes cultos, entre ellos el de los sacerdotes de Amón, y comenzó a restaurar los monumentos antiguos dañados durante el anterior periodo amarniense. Trasladó los restos de su padre al Valle de los Reyes y movió la capital desde Ajetatón de nuevo a Tebas. Sufría una discapacidad física por una deformidad en su pie izquierdo junto con una osteonecrosis que le obligaron a apoyarse en bastones, varios de los cuales fueron hallados en su tumba junto a bumeranes y arcos, en cuyo uso debía estar instruido. Estaba aquejado de otros problemas de salud como una leve escoliosis y había contraído malaria, patologías que pudieron causar su prematuro fallecimiento a los 18 o 19 años y obligar a la inhumación de su cuerpo en un modesto hipogeo destinado a otra dignidad.
En 1922 Howard Carter descubrió su tumba casi intacta en el transcurso de unas excavaciones sufragadas por Lord Carnarvon, un hallazgo que captó la atención de la prensa de todo el mundo. El descubrimiento de este hipogeo con más de 5000 artefactos, entre ellos la máscara funeraria de Tutankamón, expuesta en el Museo Egipcio de El Cairo, despertó un renovado interés en el Antiguo Egipto. Las muertes poco tiempo después de varios de los implicados en el descubrimiento de su momia se han atribuido popularmente a la maldición del faraón. Desde el descubrimiento de su enterramiento en el mundo anglosajón se lo conoce también como «Rey Tut».
Parte de su enorme ajuar funerario ha viajado por todo el mundo despertando una expectación sin precedentes. El Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto autorizó esas exposiciones desde 1962, cuando se celebró la primera en el museo del Louvre de París. Esas exhibiciones atrajeron millones de visitantes hasta 1979, aunque después no se celebró ninguna más hasta que se retomaron en el período 2005-2011, cuando además se incluyeron objetos de los predecesores de Tutankamón en la dinastía XVIII, como su padre Akenatón o la reina Hatshepsut.
Ver: Tutankamón
Tumba de Sethy I, quizás la más hermosa del Valle de los Reyes. Beechey, Henry William – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202. Dominio público-. Original file (1,256 × 2,331 pixels, file size: 277 KB.).

Sethy I fue un faraón egipcio de la dinastía XIX, gobernando aproximadamente entre 1294 y 1279 a.C. Se le conoce principalmente por su contribución al renacimiento del arte y la arquitectura egipcia, así como por su participación en las campañas militares que consolidaron el poder de Egipto. La tumba de Sethy I, situada en el Valle de los Reyes (KV17), es una de las más célebres y visitadas de este complejo funerario debido a su belleza y el esplendor de su decoración.
La tumba fue descubierta por el arqueólogo Giovanni Belzoni en 1817, y es famosa por sus intrincados relieves y las pinturas murales que cubren las paredes de sus cámaras, especialmente en la cámara funeraria. La tumba de Sethy I es un excelente ejemplo del arte del período Ramésida, que, aunque pertenecía a la dinastía XIX, ya mostraba la transición hacia el estilo más barroco que caracterizaría las tumbas de los siguientes faraones.
En sus paredes, se representan escenas que incluyen el juicio de los muertos, el viaje al inframundo y la deificación del faraón, con gran detalle y colorido. El sarcófago de Sethy I es de alabastro, y se encuentra en la cámara funeraria, en un estado bastante bien conservado. Aunque no se descubrió su momia en la tumba, se cree que fue trasladada en la antigüedad. La tumba es famosa también por su uso del color, con escenas de gran realismo que daban vida a los rituales funerarios. Además, destaca la disposición vertical de la cámara funeraria, un diseño que permitía un aprovechamiento óptimo del espacio en el difícil terreno del Valle de los Reyes. En resumen, la tumba de Sethy I es considerada una de las más hermosas del Valle de los Reyes, no solo por su arte y arquitectura, sino también por el valor histórico que representa para el estudio del Imperio Nuevo.
Tumba de Thutmose III, famosa por sus pinturas estilizadas. Foto: Hajor y Ismoon. CC BY-SA 3.0.
Thutmose III fue el sexto faraón de la dinastía XVIII de Egipto, gobernando entre 1479 y 1425 a.C. Es conocido como uno de los más grandes faraones militares y expandió enormemente el Imperio Egipcio durante su reinado, llevando a Egipto a su mayor extensión territorial. Thutmose III llevó a cabo numerosas campañas militares que aseguraron el dominio egipcio en Siria, Palestina y Nubia, consolidando su poder sobre estos territorios. Su habilidad estratégica y táctica lo han hecho famoso en la historia como «el Napoleón de Egipto».

Además de sus logros militares, Thutmose III también fue un destacado líder administrativo y cultural. Promovió una serie de reformas que modernizaron la economía y la estructura gubernamental de Egipto. En cuanto a la religión, continuó con la política de su predecesor, Hatshepsut, pero eventualmente restauró el culto de los dioses egipcios tradicionales y revirtió muchas de las políticas de su tía y madre adoptiva, quien había gobernado antes que él.
Su tumba, la KV34 en el Valle de los Reyes, es famosa por sus pinturas murales estilizadas y complejas que se encuentran en las paredes de sus cámaras funerarias. La tumba está decorada con escenas de rituales y viajes al inframundo, como es típico en las tumbas reales egipcias, pero lo que distingue a la tumba de Thutmose III es la particularidad de su estilo artístico.
Las pinturas muestran un estilo más simplificado y geométrico en comparación con otras tumbas de la época, lo que ha sido objeto de estudio debido a su diferencia estilística. Estas representaciones, que incluyen figuras de dioses y escenas de la vida y la muerte, son sumamente significativas tanto desde el punto de vista artístico como religioso. La tumba de Thutmose III, aunque menos conocida que otras de faraones famosos como Tutankamón o Ramsés II, es un importante ejemplo de la grandeza del arte funerario del Antiguo Egipto. La figura de Thutmose III, tanto como líder militar como innovador cultural, sigue siendo central en la historia del antiguo Egipto y su impacto en el mundo antiguo.
El valle de los reyes. Las dinastías XIX y XX
Sería con las nuevas dinastías cuando el Valle de los Reyes experimentaría un profundo cambio. Las tumbas pasarían a ser de diseño completamente recto (al contrario que las de la dinastía XVIII, donde suelen presentar acodamientos), y su entrada es mucho más fácil de descubrir que la de sus antecesores. Esto provocaría un gran aumento en los robos, y las tumbas ya bien conocidas desde la antigüedad serían precisamente las de esta época.
Pese a que Tebas perdió la capitalidad a favor de Pi-Ramsés, en el Delta del Nilo, los reyes siguieron manteniendo la necrópolis y construyendo sus templos funerarios en la orilla occidental tebana. No obstante, las cosas estaban cambiando, y los monarcas cada vez se desentendían más de la antigua capital y los sacerdotes de Amón iban adquiriendo el control. A la par, Egipto se estaba debilitando, y el hambre y la pobreza comenzaban a hacer su aparición en las clases populares.
La incapacidad de muchos faraones, las tensiones con los sacerdotes y miembros de la nobleza local, el peligro de una invasión, así como la carestía acabarían por colapsar el Imperio Nuevo en el reinado del último gran faraón, Ramsés III. Fue entonces cuando se tuvo noticias de la primera huelga conocida de la Historia Universal, cuando los constructores de tumbas exigieron más comida y un salario mejor.
Los siguientes faraones de la dinastía XX, hasta Ramsés XI, poco o nada hicieron por cambiar la situación. Tebas se asfixiaba, y los temores que se preveían ya desde hacía siglos, se hicieron realidad: el Sumo Sacerdote de Amón se autoproclamó autónomo y, como un verdadero rey sin corona, se escindió del norte del país. Ramsés XI, que estaba construyendo su tumba en el Valle de los Reyes, nunca llegó a ocuparla. Tanto la necrópolis real como el Imperio Nuevo habían desaparecido, 430 años después del reinado de Thutmose I.
El olvido
Los reyes de la dinastía XXI trasladaron la capital a Tanis, abandonando Tebas y dejando el Alto Egipto bajo el control de los Sumos sacerdotes de Amón, y el principal problema que tuvieron que atajar fue el de los ladrones de tumbas. La inestable situación del país, que ya nunca más volvería a ser un gran imperio, estaba provocando que bandas, cada vez más agresivas y menos temerosas de los castigos que pesaban sobre los saqueadores, robasen las tumbas y destrozaran las momias. El escándalo era tal que incluso había miembros de la administración local implicados en el robo de tumbas.
La prioridad era proteger la necrópolis más importante, el Valle de los Reyes, y así se hizo. El Sumo Sacerdote de Amón Pinedyem II ordenó trasladar las momias reales de sus tumbas a varios escondrijos para ponerlas a salvo. Ignoramos cuántos de estos escondrijos hubo, pero se han encontrado dos depósitos, en los que se hallaron las momias de casi todos los faraones del Imperio Nuevo, de algunos Sumos Sacerdotes, y de varios familiares. Estos hallazgos tan valiosos se produjeron en la tumba número DB320 de Deir el-Bahari y en la 35 del propio Valle de los Reyes.
La siglas KV vienen a significar Kings Valley (el Valle de los Reyes), mientras que las siglas WV son de West Valley (el Valle Occidental o de los Monos). El orden de las tumbas fue dado por la fecha de su descubrimiento.
En los más de sesenta sepulcros, pozos, salas únicas o incluso simples hoyos encontrados en el Valle de los Reyes se encuentran casi todos los monarcas del Imperio Nuevo, pero también a reinas, príncipes e incluso, por privilegio especial, a nobles y a mascotas reales. No obstante, siguen existiendo faraones sin una tumba fija que les corresponda. Son las Tumbas reales que faltan en el Valle de los Reyes.
Plano del Valle de los Reyes
Plano por: James Baikie y derivative work: GDK. Este enlace. Dominio público.

Zahi Hawass. «Spotligh Interview: 2008». The Plateau: Official Website for Dr. Zahi Hawass. Consultado el 15 de octubre de 2008.
Bibliografía
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- «Theban Mapping Project» (en inglés). Archivado desde el original el 5 de diciembre de 2006.
- Todo sobre el Valle de los Reyes. N. Reeves y R. Wilkinson. 1998
Enlaces externos
Templo funerario de Hatshepsut
El templo funerario de Hatshepsut, conocido como Djeser-Djeseru («el sublime de los sublimes») se encuentra en el complejo de Deir el Bahari, sobre la franja occidental del río Nilo, cerca del Valle de los Reyes, en Egipto. Este templo funerario fue construido en honor a Amon-Ra, el Dios del Sol, y está ubicado junto al templo funerario de Mentuhotep II. Es considerado «uno de los monumentos incomparables del Antiguo Egipto».
Egipto.
25°44′17″N 32°36′25″E
Arquitectura
El canciller, arquitecto real y posible amante de Hatshepsut, Senemut, vigiló la construcción y probablemente diseñó el templo. Aunque el templo funerario adyacente de Mentuhotep se utilizó como modelo, las dos estructuras difieren en muchas de sus características. El templo de Hatshepsut posee tres terrazas con columnatas de gran tamaño que lo diferencia de la estructura centralizada del modelo de Mentuhotep, una anomalía que pudo haber sido causada por la ubicación descentralizada de su cámara funeraria.
Las terrazas escalonadas alcanzan los treinta metros de altura. Cada nivel está conformado por columnatas de pilares de caliza de sección cuadrada, precedidos por estatuas osiríacas. La capilla de Anubis, en la zona nordeste del templo, posee columnas de sección poligonal, de estilo protodórico. Estas terrazas están conectadas por una gran rampa central, que en la antigüedad estaba flanqueada por jardines de plantas exóticas traídas del Punt, tales como árboles de incienso y mirra. La capilla de Hathor, en la zona sudeste del templo, tiene pilares con capiteles hatóricos.
La forma escalonada del de Hatshepsut se corresponde con la clásica forma tebana, con elementos arquitectónicos tales como pilonos, tribunales de justicia, salas hipóstilas, patios al aire libre, capillas y santuarios.
Templo funerario de Hatshepsut, Luxor, Egipto. Foto: Diego Delso. CC BY-SA 4.0. Original file (7,161 × 4,774 pixels, file size: 8.2 MB).
Los relieves del templo
Los relieves del templo de Hatshepsut narran la historia del nacimiento divino de la reina-faraón Hatshepsut, la primera de su tipo. El texto y el ciclo pictórico relatan también una expedición al Punt, un país exótico en las costas del mar Rojo, en la actual Eritrea, de donde los egipcios traían productos de lujo como incienso, mirra, pieles de leopardo y plumas de avestruz. Aunque las estatuas y los demás detalles ornamentales fueron robados o destruidos a lo largo de los años,en su época, el templo albergaba estatuas de Osiris, esfinges y numerosas esculturas de Hatshepsut en diferentes posiciones: de pie, sentada o arrodillada. Varios de estos retratos fueron destruidos por órdenes de su hijastro Tutmosis III después del fallecimiento de la soberana.
Relieve del templo mostrando al faraón Tutmosis III oferente ante Sokaris. Foto: Diego Delso. Templo funerario de Hatshepsut, Luxor, Egipto. CC BY-SA 4.0. Original file (4,764 × 5,756 pixels, file size: 10.52 MB).
Excavaciones arqueológicas. Primeras excavaciones
El yacimiento fue mencionado por viajeros ya durante la primera mitad del siglo XVIII. En un primer momento, únicamente se notificó el santuario copto en 1737. Casi un siglo más tarde, los investigadores aceptaron la denominación de Deir el-Bahari, introducida por John Gardner Wilkinson. Las primeras excavaciones en el templo fueron realizadas por Auguste Mariette, el fundador del Servicio de Antigüedades Egipcias. Más tarde, los trabajos continuaron debido a una expedición británica organizada por la Egypt Exploration Society y dirigida por Édouard Naville, así como otra investigación del Metropolitan Museum of Art, liderada por Herbert E. Winlock.
Misión arqueológica y de conservación polaco-egipcia. La misión arqueológica y de conservación polaco-egipcia en el templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari fue establecida en 1961 por el profesor Kazimierz Michałowski, quien también fue nombrado su primer director. Desde entonces, arqueólogos, conservadores, arquitectos y otros especialistas han trabajado bajo los auspicios del Centro Polaco de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia (PCMA UW), y en cooperación con el Ministerio de Antigüedades de Egipto, con el objetivo de documentar y reconstruir el templo.
Columnata de pilares osiriacos, situados en las terrazas del templo. Foto: Diego Delso. Templo funerario de Hatshepsut, Luxor, Egipto. CC BY-SA 4.0. Original file (5,167 × 8,080 pixels, file size: 8.18 MB).
Los especialistas polacos albergan la tarea de estudiar y restaurar los tres niveles del templo. Durante los trabajos en la Terraza Superior, se descubrieron tumbas de miembros de las familias reales desde la Dinastía XXII (945 a. C.) hasta la Dinastía XXVI (525 a. C.). La necrópolis fue construida tras la destrucción de la terraza por un terremoto. La expedición arqueológica y de conservación reconstruyó casi la totalidad de la Terraza Superior, incluyendo las nueve esculturas de Hatshepsut representada como Osiris, las denominadas Osiriacas.
El templo ha sido abierto a los turistas de manera progresiva. Desde el año 2000, se puede visitar el patio superior festivo, el denominado Pórtico de Coronación y la plataforma de la rampa superior. En 2015 se abrió al público el complejo al culto solar, mientras que en 2017 hizo lo mismo el santuario principal de Amón-Ra. Desde 2020 el proyecto está dirigido por Patryk Chudzik.
Capilla de Hathor, con pilares hathóricos. Fuente-Referencia: Institute for the Study of the Ancient World from New York, United States of America – Temple of Hathor at Deir el-Bahri (I). Templo de Hathor en Deir el-Bahri (I) Las columnas de Hathor, estilizadas como sistros, que llenan el patio del Templo de Hathor en Deir el-Bahri. Por Kyera Giannini (2009) copyright: 2009 Kyera Giannini (usado con permiso) lugar fotografiado: (Deir el-Bahri) pleiades.stoa.org/places/785970/ Publicado por el Instituto para el Estudio del Mundo Antiguo como parte del Banco de Imágenes del Mundo Antiguo (AWIB). Más información: www.nyu.edu/isaw/awib.htm. Permisos: CC BY 2.0. Original file (3,296 × 2,472 pixels, file size: 3.32 MB).
Alineación astronómica. El eje principal del templo tiene un acimut de, aproximadamente, 116½ °, alineándose con el orto solar durante el solsticio de invierno, una efeméride astronómica que actualmente ocurre hacia el 21 o 22 de diciembre de cada año. La luz solar se adentra en las capillas excavadas en el interior de la montaña tebana. Además, un sistema de cajas de luz permite que se ilumine, sucesivamente, una representación del dios Amón-Ra, en segundo lugar, una figura arrodillada del faraón Tutmosis III y, finalmente, la imagen del dios del Nilo, Hapi. A mayores, 41 días antes y 41 días después del solsticio de invierno, una segunda caja de luz permite que la luz solar se interne hasta la cámara más profunda, ampliada y renovada en la época ptolemaica, en la que existe constancia de un culto a personajes históricos deificados, como Imhotep, el arquitecto responsable de la construcción de la Pirámide escalonada de Zoser, y Amenhotep (hijo de Hapu), el supervisor de las obras del faraón Amenofis III.
La alineación solsticial estaría relacionada con el solapamiento, en esa fecha, del sol con la constelación egipcia del carnero con el sol, sincretizados bajo la figura de Amón-Ra, el padre celestial de Hatshepsut: se trataría, entonces, de la manifestación física de la teogamia. Nueve meses después, en el equinoccio de otoño, la Fiesta de Opet marcaría el nacimiento faraónico. En cuanto a la alineación de primeros de febrero, reflejaría el momento en que Amón-Ra pronunció el oráculo que valió para entronizar a Hatshepsut como reina-faraón.
Templo de Hatshepsut, enmarcado por los acantilados. Foto: Diego Delso. Templo funerario de Hatshepsut, Luxor, Egipto. CC BY-SA 4.0. Original file (7,461 × 4,974 pixels, file size: 11.16 MB).
Influencia histórica
El templo de Hatshepsut es considerado el monumento egipcio cuyo estilo se acerca más al de la arquitectura clásica. Obra representativa de la arquitectura funeraria del Imperio Nuevo, que hace hincapié en la imagen magnificada del faraón erigiendo santuarios para honrar a los dioses con los que convivirá después de la muerte.
Nota: El templo fue el epicentro de la masacre de Luxor, en la que fallecieron sesenta y dos personas, en su mayoría turistas, asesinados por extremistas islámicos el 17 de noviembre de 1997.
La arquitectura del templo original ha sido alterada de manera considerable como resultado de una reconstrucción defectuosa a principios del siglo XX.
El templo de Hatshepsut: ¿Cómo era?
Referencias
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- Patryk Chudzik (red.), 60 lat Stacji Badawczej w Kairze / 60 Years of the Research Centre in Cairo, Warszawa: PCMA 2019
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- Fernández Pousada, Alfonso Daniel (2019). «Significado de las alineaciones solares del Templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari». Egiptología 2.0.
- Nigel; Strudwick, Helen (1999). Thebes in Egypt: a guide to the tombs and temples of ancient Luxor (1. publ. edición). Ithaca, NY: Cornell Univ. Press. ISBN 0-8014-3693-1.
- «Mortuary Temple of Queen Hatshepsut». Institute of Egyptian Art and Archaeology, University of Memphis.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Templo funerario de Hatshepsut.
- El Gran Templo de Hatshepsut en Historia National Geographic
Tercer Período Intermedio y Baja Época (c. 1070–332 a.C.)
Menos construcciones monumentales, pero se destacan templos locales.
Periodo Ptolemaico (332–30 a.C.)
Templo de Edfu
El Templo de Edfu es un templo de Antiguo Egipto ubicado en la ribera occidental del Nilo en la ciudad de Edfu que durante el periodo grecorromano fue conocida como Apolinópolis Magna, dedicada al dios de los dioses, Horus-Apolo. Es el segundo templo más grande de Egipto después de Karnak y uno de los mejor conservados. El templo, dedicado al dios halcón Horus, fue construido durante el periodo helenístico entre 237 y 57 a. C. Las inscripciones en sus paredes proporcionan información importante sobre el lenguaje, la mitología y la religión durante el mundo grecorromano en Antiguo Egipto. En particular, sus textos inscritos sobre la construcción del templo «proveen detalles de su construcción y también conservan información sobre la interpretación mítica de este y otros templos como la Isla de la Creación». También existen «escenarios e inscripciones importantes del Drama Sagrado que relacionaron el conflicto antiquísimo entre Horus y Seth». Fueron traducidos por el Proyecto-Edfu alemán.
Fachada del templo de Edfu y planta del templo de Khonsu (grabado alemán de 1891). Autor: Immanuel Giel. Dominio público.

El Templo de Edfu, dedicado al dios Horus, es uno de los templos mejor conservados de Egipto y un impresionante ejemplo de la arquitectura religiosa del período ptolemaico, que corresponde a la última etapa de la civilización egipcia antes de su incorporación al Imperio Romano. Construido entre el 237 y el 57 a. C., su edificación se extendió durante el reinado de varios faraones ptolemaicos, lo que le confiere un carácter distintivo dentro de la historia del país. El templo se erigió en honor a Horus, el dios halcón, símbolo de la protección y la realeza, y encarnación del poder divino.
La estructura destaca por su monumental pilono de entrada, decorado con relieves que representan al faraón derrotando a sus enemigos bajo la protección de los dioses. Este pilono conduce a un patio abierto rodeado de columnas, seguido por una serie de salas hipóstilas y el santuario central, que albergaba la estatua de Horus. A lo largo de las paredes interiores y exteriores, el templo está profusamente decorado con relieves que narran mitos relacionados con Horus, ceremonias religiosas y rituales vinculados al calendario sagrado egipcio. Estos relieves no solo son de una calidad artística excepcional, sino que también ofrecen una valiosa fuente de información sobre las creencias y prácticas religiosas del período.
Uno de los elementos más llamativos del templo es su dedicación a la lucha mítica entre Horus y Seth, una narrativa que simboliza el triunfo del orden sobre el caos. En el patio se encuentra una estatua de granito negro representando a Horus en forma de halcón, que resguarda la entrada principal y se ha convertido en un ícono del templo. La precisión arquitectónica y el estado de conservación del Templo de Edfu permiten imaginar cómo eran los grandes templos egipcios en su época de esplendor. Aunque fue construido en un período tardío, sigue siendo un testimonio imponente de la continuidad y evolución de las tradiciones arquitectónicas y religiosas de Egipto durante milenios.
Historia. Antecedentes
La construcción de los templos por parte de los reyes ptolemaicos formaba parte de su actividad religiosa. Vivieron en Alejandría, una ciudad helenística distinta, introdujeron esta cultura en Egipto y, al mismo tiempo, también se aseguraron de preservar la cultura egipcia. Esta preservación se refleja en la adopción de la costumbre egipcia de los reyes ptolemaicos de casarse con sus hermanas y gobernar conjuntamente con su hermana-esposa, que también era de la familia real. Este gobierno conjunto resultó en luchas internas entre los hermanos que luego debilitaron la Casa de Ptolemaica.
Como parte de la adopción de la cultura egipcia, los reyes ptolemaicos construyeron nuevos templos para los dioses egipcios y restauraron templos antiguos. Los templos se construyeron conservando la tradición arquitectónica egipcia original. No eligieron nuevos sitios, sino que continuaron la antigua tradición de los templos antiguos a los mismos dioses que residían en estos sitios. Los reyes ptolemaicos también adoptaron la tradición egipcia de los antiguos faraones que decoraban los templos con sus figuras, y añadieron relieves en los templos en los que aparecen como faraones en escritura de Jartum , utilizando cartuchos para indicar sus nombres. También usaron el símbolo de la doble corona que simboliza la unión del Alto y el Bajo Egipto. El gobierno romano que reemplazó al gobierno ptolemaico continuó con la tradición de construir templos.
La adopción de las costumbres egipcias no cambió la naturaleza helenística de su gobierno. Con el tiempo, la influencia helenística se extendió hacia el sur también a través del matrimonio, creando una clase greco-egipcia privilegiada y educada. Sin embargo, los griegos siempre fueron una minoría privilegiada en el Egipto ptolemaico. Vivían bajo la ley griega, recibieron una educación griega, fueron juzgados en tribunales griegos y eran ciudadanos de ciudades griegas. Algunos de los reyes se dedicaron a una vida de ocio que provocó severas críticas por su conducta. Durante la época de Ptolomeo IV, aumentaron las fuerzas de los elementos egipcios no griegos, lo que finalmente condujo a una rebelión en el sur de Egipto en el año 206 a. C. Esta rebelión fue un precedente para futuras rebeliones de las generaciones posteriores.
Llegada al Templo de Edfu. Pilonos del Templo. Ad Meskens – Trabajo propio. The temple of Horus at Edfu. CC BY-SA 3.0. Original file (3,648 × 2,736 pixels, file size: 4.64 MB).
Construcción
Edfu fue uno de varios templos construidos durante el periodo helenístico, incluyendo Dendera, Esna, Kom Ombo y File. Su tamaño refleja la relativa prosperidad del periodo. El templo actual, que fue empezado «el 23 de agosto de 237 a. C., inicialmente fue compuesto de un vestíbulo con pilares, dos vestíbulos transversales y un santuario rodeado por capillas». La construcción se empezó durante el reinado de Ptolomeo III y se terminó en 57 a. C. durante el reinado de Ptolomeo XII. Se construyó el templo en el emplazamiento de un templo más antiguo y pequeño, también dedicado a Horus, aunque la estructura previa estaba orientada este-oeste en vez de norte-sur como la actual. Un pilono en ruinas está situado justo al este del templo actual; se ha encontrado inscripciones que muestran un programa de construcción bajo los reinos del Imperio Nuevo Ramsés I, Seti I y Ramsés II.
El templo de Edfu fue dedicado por Ptolomeo VIII el 10 de septiembre de 142 a. C. El frente fue edificado entre el 140 y 124 a. C. y la construcción de un patio circunscrito por una columnata y pilonos que tiene 36 m de altura tuvo lugar entre 116-71 a. C. Los pilonos albergan un intrincado sistema de escaleras y cámaras, que reciben la luz a través de ranuras dispuestas en la fachada. En el lado oriental del patio quedan restos de un pilono de Ramsés III, que está frente al embarcadero del Nilo.
La parte trasera izquierda del pilono del Templo. Autor foto: Néfermaât. CC BY-SA 2.5. Original file (1,600 × 1,200 pixels, file size: 355 KB).

Una naos de Nectanebo II, un resto del anterior edificio, se conserva en el interior del santuario, y permanece exento, mientras los demás santuarios del templo están rodeados por capillas nuevas.
El templo de Edfu cayó en desuso como edificio religioso después del edicto de Teodosio I que prohibió el culto no cristiano dentro del Imperio romano en 391 d. C. Igual que en otros lugares, muchos de los relieves tallados del templo fueron arrasados por los cristianos que llegaron a dominar Egipto. Se cree que el techo ennegrecido del vestíbulo hipostilo, todavía visible, es resultado de los incendios provocados para destruir imágenes religiosas que en ese momento fueron consideradas paganas.
Durante siglos, el templo quedó enterrado hasta una altura de doce metros, bajo la arena del desierto y las capas de lodo depositadas por el río Nilo. Los habitantes del lugar construyeron casas en el terreno del templo. Solamente quedaron visibles en 1798, las partes más altas de los pilonos del templo, cuando fue documentado por una expedición francesa. En 1860, el egiptólogo francés Auguste Mariette, empezó a liberar el templo de Edfu de arena.
Actualmente, Edfu está casi intacto y es el ejemplo mejor conservado de un templo del Antiguo Egipto. La importancia arqueológica y el grado de conservación del templo lo ha convertido en una atracción turística de Egipto y una parada frecuente para muchos barcos que hacen cruceros por el Nilo. En 2005, el acceso al templo fue renovado añadiéndose una oficina de información y un aparcamiento pavimentado. Un sistema de iluminación sofisticada fue añadido a finales de 2006 para permitir visitas nocturnas.
Estructura y plano del templo de Edfu
a – pilón, b – entrada, c – gran patio, d – gran sala hipóstila, e – pequeña sala hipóstila, f – sala de ofrendas, g – la sala central que incluye h – el desvío y 9 – salas de culto, As – los pasillos entre las paredes exteriores de la sala central y la pared exterior del recinto.
Foto: Original: Néfermaât; obra derivada: Dodecaedro. Este archivo. CC BY-SA 3.0. Mayor tamaño.
A diferencia de la mayoría de los templos egipcios en el valle del Nilo, el Templo de Edfu no está construido perpendicular a la dirección del río. Su dirección general es de norte a sur. La longitud del templo es de 137 metros, su ancho es de 47 metros, frente al pilono tiene 79 metros de ancho. El templo cubre un área de 6.430 metros cuadrados. Su altura máxima alcanza los 36 metros, y se considera el pilón más alto entre los templos sobrevivientes en Egipto.
El templo está construido de piedra arenisca y la entrada es a través de una puerta entre las dos torres del pilón. Desde la puerta de entrada se llega a un gran patio abierto rodeado por tres direcciones en una fila de columnas adyacentes a la pared exterior del patio. Desde el patio se entra en el gran hipóstilo que es el pronaeus, que incluye dos filas de columnas con seis columnas en cada fila, después de eso hay otro hipóstilo más pequeño, que incluye tres filas de columnas y cuatro columnas en cada fila. La siguiente sala es la sala de ofrendas que conduce a otra sala ubicada en el eje central del templo, dentro de la cual se encuentra el devir, la parte más sagrada del templo, así como diez salas de adoración.
Vista interna de los pilonos de Edfu. Original file (1,516 × 1,009 pixels, file size: 520 KB). Autor: Néfermaât. CC BY-SA 2.5.
El pilón
El pilón incluye un complejo sistema de escaleras y espacios y tiene cuatro niveles. La luz se recibe de las aberturas en el frente del pilón. Las dos torres del pilón se diseñaron casi como imágenes especulares entre sí, tanto en los elementos arquitectónicos como en las escenas grabadas en el exterior del pilón. A ambos lados de la puerta de entrada hay dos estatuas de Horus en forma de halcón. Las grandes estatuas están hechas de piedra de granito negro, con el sombrero de doble corona que simboliza el Alto y el Bajo Egipto en la cabeza de la estatua de la derecha. En las bases de los pilones a ambos lados de la puerta de entrada hay escenas talladas que representan el «Festival del Hermoso Encuentro» donde el dios Horus de Edfu se une con la diosa Hathor del templo de Dendra. Encima del pilón hay descripciones de escenas de batalla del rey Ptolomeo XII castigando a sus enemigos ante el dios Horus. Frente al pilón, a ambos lados de la puerta, hay enchufes alargados que se usaban como dispositivo para banderas, dos enchufes en cada lado.
El patio grande
Desde el pilón se accede al gran patio. La longitud del patio de sur a norte es de 49 metros y su ancho es de 42,6 metros de este a oeste. El patio estaba abierto al público, y allí se llevaban las ofrendas a Horus. El patio está pavimentado de manera similar al pavimento original, alrededor del patio desde tres direcciones al este, sur y oeste, una fila de columnas forma un pórtico cubierto estrecho y largo entre la pared exterior del patio y las columnas. En total, el patio está rodeado por 32 pilares. Las páginas están decoradas con títulos en forma de loto y goma de papiro. Las paredes interiores del patio dentro del corredor están cubiertas con varias escenas e inscripciones, incluidas inscripciones mitológicas que hablan sobre la fundación del templo. Uno de los textos más importantes es la historia de la lucha entre el dios Horus, que representaba el Alto Egipto, y su enemigo el dios Seth, que representaba el Bajo Egipto. Horus derrotó a su enemigo en la lucha.
Columnas del patio del Templo de Edfu. Original file(1,009 × 1,516 pixels, file size: 451 KB). CC BY-SA 2.5. Autor: Néfermaât.

El gran hipóstilo
Desde el gran patio se accede al hipóstilo de estructura rectangular cuya dirección general es de este a oeste. La primera piedra para su construcción se colocó el 2 de julio de 140 a. C. durante el reinado de Ptolomeo VIII. A cada lado de la puerta de entrada hay dos estatuas adicionales de Horus en forma de halcón. La estatua de la izquierda también lleva sobre su cabeza la doble corona de los reyes de Egipto. La estatua de la derecha es relativamente pequeña. A ambos lados de la puerta de entrada a la sala en el muro sur hay dos cámaras «Lashka Kiddush» en el lado oeste donde el rey o el sumo sacerdote se vestía para el ceremonias sagradas. La segunda cámara en el lado este se usó para la biblioteca de escrituras del templo. La cámara estaba decorada con relieves de la diosa Sheshat, la diosa sabia del conocimiento y la escritura. Los relieves de esta sala que mostraban la deidad de Horus y la construcción del templo fueron desfigurados. La sala en sí contiene 12 grandes columnas en dos filas que sostienen el techo. La transición divide las dos líneas en tres páginas a cada lado. En las paredes laterales hay escenas que representan la ceremonia de fundación del templo. En el techo hay decoraciones de cuerpos celestes que representan el cielo. Esta parte del templo y el resto estaban cerradas al público en general.
El pequeño hipóstilo
De esta sala pasamos a una sala hipóstilo más pequeño. Esta sala también se llama «Sala de festivales». Este salón y los que le siguen forman parte del edificio más antiguo del templo. Su construcción la inició Ptolomeo III en el 237 a. C. y se completó después de 25 años durante el reinado de su hijo Ptolomeo IV. La sala también tiene 12 columnas que sostienen el techo y están dispuestas en tres filas, 4 columnas en cada fila con el pasaje en el medio. Sin embargo, es más angosto y más profundo. En el lado este de La habitación tiene una salida que conduce al nilómetro del templo y una pequeña sala de almacenamiento que se usaba para almacenar ofrendas líquidas. En el lado oeste hay una salida a otra sala de almacenamiento que almacenaba ofrendas sólidas. Otra puerta conducía a la sala donde se preparaba el incienso. Este salón estaba decorado con novia. El aire estaba perfumado con flores, mirra y hierbas aromáticas. Los aromas y perfumes se elaboraban según recetas que se escrito en las paredes de la habitación donde se preparó el incienso.
Horus en la entrada del patio grande. CC BY-SA 2.5. Néfermaât. Original file (1,009 × 1,516 pixels, file size: 664 KB).

Sala de las ofrendas
Más adelante está la sala de ofrendas que es una sala transversal que es un corredor a una sala grande «la sala central». A ambos lados de las paredes de la entrada a la sala de las ofrendas se representan con gran detalle los barcos sagrados de Horus y Hathor. Al este de la puerta de entrada a Dvir hay una puerta que conduce a un pequeño patio que conduce a una escalera que se usa para subir al techo. También en el lado oeste de la habitación hay un pasaje a una escalera al techo. Como en muchos templos egipcios, el techo se utilizó para diversas ceremonias religiosas. Durante el «Festival de Año Nuevo», la estatua de Horus, acompañada por dioses antiguos, fue llevada en un transportador sagrado por las escaleras hasta el techo donde se llevó a cabo la ceremonia. Los relieves en las paredes de las dos escaleras describen el evento.
A diferencia de los restos del Templo de Dendra, los únicos restos en el techo son salas de almacenamiento que incluyen compartimentos ocultos. Adyacente a la sala hay un patio de ofrendas abierto dentro del cual hay un pequeño.
El salón principal
«El rey Ptolomeo X, de pie en el barco, y Horus clavando una lanza en Seth, que representa a la madre del caos y el desorden, y aparece en forma de hipopótamo.»
Desde la sala de ofrendas se ingresa a la sala central, dentro de la cual se encuentra el desvío y alrededor hay un corredor que conduce a diez salas de adoración. En esta sala estaba la estatua de Horus. Solo el sumo sacerdote podía entrar en esta habitación. Dentro del Devir HaNeos (an’) que está hecho de una piedra monolítica de granito negro de 4 metros de altura con un cartucho grabado del rey Nekhtenbu II. Este es el elemento más antiguo del templo y es un remanente del antiguo templo que se encontraba allí. Nekhtenbu II reinó entre 342-360 aC, y fue el último rey de origen egipcio, y el último rey de la dinastía 30 de Egipto. Esta reliquia de un período antiguo dio continuidad al templo ptolemaico con el templo anterior.
La parte inferior de la pared derecha del devir es un retrato del rey Ptolomeo IV entrando en el devir y los dioses Hathor, Horus y sus dos padres pasaron por la diosa Ptolomeo III y Berenice II. Dentro del dvir sobre un pedestal bajo que se origina en un edificio anterior, se encuentra una réplica moderna de madera de un bote (barca), este es un dispositivo móvil en forma de bote que se usaba como vasija ritual cuya función era llevar al dios. La réplica da una idea de cómo era el barco en el pasado y cuál era su tamaño.
Significancia religiosa
El templo de Edfu es el templo más grande dedicado a Horus y Hathor de Dendera. Fue el centro de varias fiestas sagradas dedicadas a Horus. Cada año, «Hathor viajaba al sur de su templo en Dendera para visitar a Horus en Edfu, y este acontecimiento que marcaba el matrimonio sagrado era la ocasión para una gran fiesta y peregrinación».
La parte trasera del Templo de Edfu. Original file (2,951 × 1,145 pixels, file size: 1,013 KB). Foto: Néfermaât. CC BY-SA 2.5.
Véase también: La ciudad de Edfu
Referencias
- David, Rosalie. Discovering Ancient Egypt, Facts on File, 1993. p.99
- David, op. cit., p.99
- Pharaonic temples in Upper Egypt from the Ptolemaic and Roman periods UNESCO
- Agnese, Giorgio and Maurizio Re. Ancient Egypt: Art and archaeology of the land of the pharaohs, 2004. p.23 ISBN 0-7607-8380-2
- Dieter Arnold, Nigel Strudwick & Sabine Gardiner, The Encyclopaedia of Ancient Egyptian Architecture, I.B. Tauris Publishers, 2003. p.78
- Arnold, Strudwick & Gardiner, op. cit., p.78
- David., op. cit., p.99
- «»SPOTLIGHT INTERVIEW 2005 – Dr. Zahi Hawass»».
- «»Night visits to Temple of Horus allowed as of New Year»».
- Templo de Edfu en el sitio de Askaladdin.
- Richard H. Wilkinson. The Complete Temples of Ancient Egypt. (2000) 256 pag. ISBN 9780500051009, ISBN 978-0500051009
Enlaces externos
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Templo de Isis (File)
El Templo de Isis en File, ubicado en el barrio suroeste de la isla, es la construcción principal de la isla y uno de los principales santuarios de la diosa Isis en Egipto.
El templo fue erigido por los gobernantes lágidas (dinastía helenística, 332-30 a. C.) sobre un santuario anterior, que se cree que fue obra de Amosis II (570-526 a. C.), faraón de la dinastía XXVI cuyo nombre está atestiguado en numerosos bloques reutilizados. Nectanebo I, faraón de la XXX, que reinó del 380 al 362 aC, hizo construir un elegante pabellón alrededor del año 370 en el extremo sur de la isla.
Es el último lugar de culto de la diosa; hacia el año 530 el emperador Justiniano ordenó la clausura del templo.
Después de la construcción de la Presa de Asuán, la isla quedó totalmente sumergida en la década de 1970. El templo engrosó entonces el conjunto de monumentos faraónicos y grecorromanos de la isla que fueron trasladados a la vecina isla de Aguilkia, también llamada Filé por conveniencia, sobre todo como lugar de destino turístico mundial .
La explanada situada frente al primer pilono está cerrada por un pórtico de varios capiteles. El muro occidental está perforado con ventanas que dan a la isla de Bigeh, ahora un islote desde que se trasladó el templo, y una escalera entre las columnas duodécima y decimotercera que conduce a un nilómetro . La cornisa del pórtico está decorada con discos solares situados precisamente frente a los templos de Arensnufis, Bigeh e Imhotep. El techo está decorado con buitres Nejbet con las alas extendidas y mirando al oeste.
Vista al Templo de Isis desde el suroeste, Filé, Egipto. Foto: Roland Unger. CC BY-SA 3.0.

Entrada al Templo de Isis. © Vyacheslav Argenberg / http://www.vascoplanet.com/. El templo auténtico está construido en el mismo estilo que los templos del Nuevo Reino, aunque con algunos elementos que aparecieron en el período grecorromano. El Templo de Isis de Filé, Antiguo Egipto, Lago Nasser, Egipto. CC BY 4.0. Original file (3,072 × 2,048 pixels, file size: 5.05 MB).
Capiteles papiriformes abiertos. Foto: Néfermaât. CC BY-SA 2.5. Original file (1,600 × 1,200 pixels, file size: 423 KB).

Quiosco de Trajano frente al Templo de Isis de Filé en la isla de Agilkia, Egipto. (siglo I).
El quiosco de Trajano es un templo egipcio construido por el emperador romano Trajano. Este templo es uno de los monumentos de gran tamaño del antiguo Egipto que aún permanecen en pie en la isla de Agilkia. Originalmente, el edificio se encontraba en la isla de File (cerca de la presa baja de Asuán) pero fue transportado a Agilika por la Unesco en la década de 1960 para salvarlo de las crecientes aguas del río Nilo debido a la construcción de la presa alta de Asuán. Como parte del sitio de Agilika, forma parte de la denominación Monumentos de Nubia, desde Abu Simbel hasta File elegida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Este quiosco posee unas dimensiones de 15 metros de ancho, 20 de largo y 15,85 de alto. Se cree que su función era albergar la barca de la diosa Isis en la orilla oriental de la isla de File. El monumento posee columnas en todo su perímetro, cuatro en las dos fachadas más cortas y cinco en los laterales, con diferentes capiteles compuestos profusamente labrados. Los capiteles están rematados por pilares de 2,10 metros de altura que originalmente iban a estar tallados con relieves de Bes, pero su decoración nunca fue terminada.
Actualmente, la estructura no tiene cubierta superior, pero cavidades dentro de los arquitrabes de la estructura sugieren que en tiempos antiguos debió tener un techo hecho de madera. Tres vigas de 12,50 metros de largo, presumiblemente de forma triangular, estaban insertadas en una repisa en la parte posterior de la arquitectura de piedra, soportando un techo ligeramente abovedado. Este edificio es un ejemplo de la inusual combinación de madera y piedra en la misma estructura arquitectónica de un templo egipcio.
Referencias
- David Frankfurter, Pilgrimage and Holy Space in Late Antique Egypt, Brill, 1998. p.233.
- Dieter Arnold, Temples of the Last Pharaohs, Oxford University Press, 1999. p.235-236.
- Jaś Elsner, Imperial Rome and Christian Triumph: The Art of the Roman Empire, Oxford University Press, 1998. p.134.
Original file (3,984 × 2,987 pixels, file size: 6.73 MB). Foto: Olaf Tausch. CC BY 3.0.
Templo de Kom Ombo
El Templo de Kom Ombo es un inusual templo doble construido durante el reinado de la Dinastía ptolemaica, entre los años 180 a. C. y 47 a. C.,. En el período de dominación romana se realizaron algunas ampliaciones.
Arquitectura
La construcción es única debido a su diseño doble, lo que significa que había accesos, patios, salas, capillas y santuarios duplicados para dos dioses: Sobek y Haroeris. La mitad sur del templo estaba dedicada a Sobek, dios de la fertilidad y creador del mundo, que aparece junto a Hathor y Jonsu. Además, la mitad norte del templo estaba dedicada a Haroeris «Horus el viejo», que figura junto a Tasenetnofret, la «Buena Hermana» (una forma especial de Hathor) y Panebtauy «Señor de las Dos Tierras». El templo es atípico por ser doble y simétrico respecto del eje principal.
Historia y relieves
Los textos y relieves del templo hacen referencias a actos litúrgicos similares a los que se realizaban en aquella época. El templo como tal albergaba una teología específica. Los personajes invocaban a los dioses de Kom Ombo y su leyenda. Se han hallado dos temas presentes en el templo: el universal y el local; ambos se combinan para crear la teología del templo.
Templo de Sobek y Haroeris en Kom Ombo. Foto: I, Rémih. CC BY-SA 3.0. Original file (2,048 × 1,536 pixels, file size: 770 KB).
El Templo de Kom Ombo es un lugar único en Egipto, ya que está dedicado a dos dioses al mismo tiempo: Sobek, el dios cocodrilo asociado con la fertilidad y el poder del Nilo, y Haroeris (Horus el Viejo), un aspecto de Horus relacionado con la protección y la realeza. Este doble culto es lo que le da al templo su diseño especial de simetría dual, con dos entradas, dos salas hipóstilas y dos santuarios, uno para cada dios.
El templo fue construido principalmente durante el período ptolemaico (aproximadamente entre 180 y 47 a. C.), aunque algunas secciones fueron completadas durante la época romana. Este período, en el que los faraones ptolemaicos de origen griego gobernaron Egipto, se caracteriza por la combinación de elementos culturales egipcios y helenísticos, lo que también se refleja en la arquitectura y decoración del templo.
Cuando se menciona la «leyenda» de los dioses de Kom Ombo, probablemente se refiere a los mitos asociados con Sobek y Haroeris, sus roles en la cosmogonía egipcia y las historias que explican su veneración conjunta. Por ejemplo, Sobek era temido y respetado por su conexión con los cocodrilos, que habitaban el río Nilo y representaban tanto una amenaza como una fuerza vital en la agricultura y la vida cotidiana. Haroeris, por otro lado, era un protector divino que simbolizaba el triunfo del orden sobre el caos.
El templo también incluye interesantes relieves que muestran instrumentos quirúrgicos, lo que sugiere que se practicaba la medicina en este sitio. Cerca del templo hay un nilómetro, una estructura utilizada para medir el nivel del agua del Nilo y prever las inundaciones, subrayando la importancia del río en la vida y la religión de los egipcios.
En resumen, el Templo de Kom Ombo es un ejemplo destacado del sincretismo cultural del Egipto ptolemaico, con un diseño arquitectónico único y una rica carga mitológica que refleja las creencias de su época.
Bajorrelieve de Sobek en Kom Ombo. Foto: Alonso de Mendoza. CC BY-SA 3.0. Original file (2,272 × 1,704 pixels, file size: 1.7 MB).
Aunque ya existía un templo anterior durante el Imperio Nuevo que honraba a estos dioses, fue durante la Dinastía ptolemaica cuando comenzó a ganar relevancia. Apenas quedan restos arqueológicos del templo del Imperio Nuevo. La construcción del templo la inició Ptolomeo VI Filométor (180-145 a. C.) al principio de su reinado. Fue ampliado por otros Ptolomeos, como Ptolomeo VIII y Ptolomeo XII, quienes realizaron las salas hipóstilas interiores y exteriores. La decoración de la cara interna del muro posterior del templo es de particular interés, pues representa probablemente una colección de instrumentos quirúrgicos.
Muchas partes del templo han sido destruidas por la acción del Nilo, terremotos, e incluso se usaron sus piedras para otras construcciones posteriores. Algunos de los relieves de su interior fueron desfigurados por los coptos, quienes usaron el templo como iglesia. Todos los templos situados en la zona meridional del altiplano fueron limpiados y restaurados por Jacques de Morgan en 1893.
En abril de 2018, el Ministerio de Antigüedades de Egipto anunció el hallazgo de un busto del emperador romano Marco Aurelio (r. 161-180) durante las obras para proteger al monumento de aguas subterráneas.4 Además, en septiembre de ese año el Ministerio también anunció el descubrimiento de una esfinge de arenisca en el templo. La escultura mide aproximadamente 28 centímetros de ancho y 38 de alto y probablemente pertenece al período ptolemaico.
Relieve de Ptolomeo XII. Templo de Kom Ombo. Foto: Olaf Tausch. CC BY 3.0. Original file (3,687 × 2,766 pixels, file size: 1.88 MB).
Relive de instrumentos quirúrgicos. Kom Ombo. Foto: Rowan. Medical instruments. Surgery tools pictured on the backside wall of the temple Kom Ombo, Egypt. Dominio público.

Bajorrelieve de Sejmet en el templo. Original file (1,009 × 1,516 pixels, file size: 683 KB). CC BY-SA 2.5.
Sejmet era una diosa egipcia asociada con la guerra, la destrucción y la protección. Representada con cabeza de leona y cuerpo humano, simbolizaba la fuerza feroz y la ira divina. Su nombre significa «La poderosa», reflejando su papel como protectora del faraón en el campo de batalla y como deidad que castigaba a los enemigos de Egipto. También se le atribuían poderes curativos y era invocada para combatir enfermedades, lo que la convierte en una figura dual de destrucción y sanación. Según la mitología, Sejmet fue enviada por Ra, el dios del sol, para castigar a la humanidad cuando esta conspiraba contra él. Su furia casi destruye al mundo, pero fue apaciguada con una mezcla de cerveza teñida de rojo, que ella confundió con sangre. Este mito subraya su naturaleza peligrosa y la necesidad de controlarla a través de rituales. Sejmet era venerada especialmente en Menfis, donde formaba parte de la tríada con Ptah, su esposo, y Nefertum, su hijo. Su imagen y los bajorrelieves en templos reflejan su importancia como protectora divina y símbolo de la fuerza incontrolable que también podía ser canalizada para el bien de Egipto.

Referencias
- Rosalie David, Discovering Ancient Egyptology, Facts on File, 1993. p.99.
- Wilkinson, Richard H. The Complete Gods and Goddesses of Ancient Egypt
- Gods and Men in Egypt 3000 BCE to 395 CE
- «Archaeologists find bust of Roman emperor in Egypt dig in Aswan». Arab News (en inglés). 22 de abril de 2018. Consultado el 30 de marzo de 2021.
- «Egyptian archaeologists find sphinx at Aswan temple». BBC News (en inglés británico). 17 de septiembre de 2018. Consultado el 30 de marzo de 2021.
- Museo del Cocodrilo
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- Fuente original del texto: Artículo Wikipedia: «Templo de Kom Ombo».
Templo de Dendera
El Templo de Dendera, dedicado a Hathor, diosa del amor y la fertilidad, es el edificio principal de un conjunto de construcciones situadas dentro de un recinto amurallado. Está localizado a unos 2,5 km al sudeste de Dendera, Egipto. Es uno de los complejos egipcios mejor conservados, sobre todo su templo principal, gracias a que permaneció sepultado por arena y lodo hasta que lo desenterró el francés Auguste Mariette a mediados del siglo XIX. La zona pertenecía al sexto nomo del Alto Egipto, al sur de Abidos.
Templo de Hathor, Dendera. Foto: Ijanderson977. Dominio público. Original file (2,968 × 2,294 pixels, file size: 10.3 MB).
El Templo de Dendera es una de las joyas arquitectónicas del período grecorromano en Egipto, dedicado a Hathor, la diosa del amor, la música, la fertilidad y la alegría. Este templo destaca por su excelente estado de conservación y la riqueza de sus decoraciones, que incluyen relieves y pinturas vibrantes. Su construcción principal se realizó durante el período ptolemaico, aunque se completaron detalles bajo el dominio romano, lo que refleja una continuidad cultural y religiosa.
Entre los elementos más impresionantes del complejo se encuentra el techo del templo, adornado con un zodiaco que combina tradiciones astronómicas egipcias y griegas, una representación única que atrae tanto a historiadores como a astrónomos. También sobresale la sala hipóstila con columnas masivas coronadas por capiteles con la cara de Hathor, cuidadosamente decoradas y orientadas hacia el culto.
Otro aspecto destacado es la cripta subterránea, un espacio ritual que contenía objetos sagrados relacionados con la diosa. El complejo incluye un lago sagrado, el mamisi o «casa del nacimiento» dedicada a los ritos relacionados con el nacimiento divino, y un sanatorio donde se practicaban rituales curativos. La orientación del templo y su relación con el calendario religioso subrayan su importancia en los rituales solares y la veneración a la diosa.
El Templo de Dendera no solo es un testimonio arquitectónico, sino también una fuente invaluable para comprender las prácticas religiosas y astronómicas del Egipto antiguo y su evolución bajo influencias externas.
Parte del muro que rodeaba el complejo del Templo de Dendera. Foto: Csorfoly Daniel. Dominio público. Original file (1,656 × 1,242 pixels, file size: 614 KB).
Descripción
La totalidad del complejo cubre alrededor de 40.000 metros cuadrados y está rodeado por un fornido muro de ladrillos de ocho a diez metros de altura. Dendera fue lugar de capillas y santuarios desde los comienzos de la historia del Antiguo Egipto. Al parecer el faraón Pepy I construyó en este lugar y existe evidencia de un templo de la dinastía XVIII (alrededor del 1500 a. C.). Pero la más antigua construcción existente en la actualidad es el Mammisi levantado por Nectanebo I, uno de los últimos faraones nativos (381-364 a. C.).
El complejo consta de:
- Templo de Hathor (el templo principal).
- Templo del nacimiento de Isis.
- Lago sagrado
Sanatorio (Sanatorium) de adobe, donde se podían hospedar para bañarse en las aguas sagradas y obtener la curación de la diosa.- Mammisi de Nectanebo I.
- Mammisi romano, dedicado al nacimiento del heredero divino Harsomtus (o Ihy, renacido de Hathor), hijo de Hathor y Horus.
- Puertas monumentales de Domiciano y Trajano.
- Kiosco romano
- Basílica cristiana, edificada en el siglo V.
Masivas columnas del templo. Foto: Леон Петросян. (Temple of the goddess Khatar). CC BY-SA 3.0. Original file (1,200 × 900 pixels, file size: 208 KB).
Templo de Hathor
La construcción que más resalta dentro del complejo es el templo principal, llamado Templo de Hathor. El templo ha sido modificado en el mismo lugar desde los tiempos del Imperio Medio, y continuando hasta la época del Emperador romano Trajano. La estructura existente fue construida no después del Período helenístico de Egipto. El templo, dedicado a la diosa Hathor, es uno de los mejor preservados de todo Egipto. En los tiempos romanos fueron realizadas posteriores ampliaciones.
Elementos del templo:
- Gran sala hipóstila
- Pequeña sala hipóstila
- Laboratorio
- Almacén
- Entrada de ofrendas
- Tesoro
- Salida al pozo
- Acceso a las escaleras
- Salón de ofrendas
- Salón de la Enéada
- Santuario principal
- Santuario del Nomo de Dendera
- Santuario de Isis
- Santuario de Socar
- Santuario de Horus
- Santuario del sistro de Hathor
- Santuario de los dioses del Bajo Egipto
- Santuario de Hathor
- Santuario del trono de Ra
- Santuario de Ra
- Santuario del collar menat
- Santuario de Horus (otra representación)
- El lugar puro
- Patio de la Primera Fiesta
- Pasillo
- Escalera a la azotea
Las representaciones de Cleopatra VII presentes en los muros del templo son buenos ejemplos del arte del Egipto helenístico. Uno de ellos representa a Cleopatra y a su hijo, Cesarión, ubicado en la parte trasera del exterior del templo.
Plano del templo de Hathor en Dendera. Dominio público. Autor: LassiHU.

Anexo: Cleopatra VII
Thea Filopátor —en griego antiguo: Κλεοπᾰ́τρᾱ Φιλοπάτωρ, romanizado: Kleopátrā Philopátōr— (69 a. C.-10 o 12 de agosto de 30 a. C.), conocida como Cleopatra, fue la última gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto, aunque nominalmente la sucedió como faraón su hijo Cesarión.
También fue diplomática, comandante naval, lingüista y escritora de tratados médicos. Era descendiente de Ptolomeo I Sóter, fundador de la dinastía, un general grecomacedonion de Alejandro Magno. Tras su muerte, Egipto se convirtió en provincia del Imperio romano, lo que marcó el final del período helenístico que se había iniciado con el reinado de Alejandro (336-323 a. C.).
ver nota: Grant (1972, pp. 5-6) señala que el período helenístico, que comenzó con el reinado de Alejandro Magno, llegó a su fin con la muerte de Cleopatra en el año 30 a. C. Michael Grant subraya que los griegos helenísticos eran vistos por sus contemporáneos romanos como decadentes y disminuidos de grandeza desde la era de la Grecia clásica, una actitud que incluso ha continuado en las obras de la historiografía moderna. Con respecto al Egipto helenístico, Grant argumenta: «Cleopatra VII, recordando todo lo que sus antepasados habían hecho durante ese tiempo, no era probable que cometiera el mismo error. Pero ella y sus contemporáneos del siglo I a. C. tenían su propio y peculiar problema. ¿Se podría decir siquiera que existía el “Período helenístico” (que a menudo consideramos que llega a su fin en su tiempo), o cualquier edad griega, ahora que los romanos eran la potencia dominante? Esta fue una pregunta que nunca estuvo lejos de la mente de Cleopatra. Pero es bastante cierto que ella consideró que la época griega de ninguna manera había terminado y tenía la intención de hacer todo lo que estuviera a su alcance para asegurar su perpetuación.»
Aunque su lengua materna era la koiné griega, fue la primera soberana ptolemaica en aprender el idioma egipcio.
ver nota: El rechazo por parte de los gobernantes de la dinastía ptolemaica a hablar el idioma nativo, el egipcio tardío, es la razón por la cual se utilizó el griego antiguo (por ejemplo, el koiné) junto con el egipcio tardío en documentos judiciales oficiales como la piedra de Rosetta.(«Radio 4 Programmes – A History of the World in 100 Objects, Empire Builders (300 BC – 1 AD), Rosetta Stone». BBC. Consultado el 16 de agosto de 2018.).
Ver artículo principal: «Cleopatra».
Escultura romana de Cleopatra con una diadema real, de mediados del siglo I a. C. (época de sus visitas a Roma en 46-44 a. C.) encontrada en una villa italiana en la Vía Apia, actualmente expuesta en el Altes Museum. Louis le Grand – own work / Altes Museum Berlin (Berliner Museumsinsel). Dominio público. Original file (1,149 × 1,523 pixels, file size: 344 KB).
Cleopatra VII fue la última reina de Egipto de la dinastía ptolemaica, conocida tanto por su inteligencia como por su carisma. Fue una líder hábil y políglota, capaz de hablar varios idiomas, lo que le permitió comunicarse directamente con los líderes extranjeros sin necesidad de intérpretes. Aunque a menudo es recordada por sus relaciones con Julio César y Marco Antonio, su vida fue mucho más que estos romances, ya que tuvo un papel estratégico en la política de su tiempo, buscando preservar la independencia de Egipto frente al creciente poder de Roma. Cleopatra fue una figura astuta que usó su imagen y su encanto para fortalecer alianzas, pero también mostró un liderazgo decidido al enfrentarse a desafíos internos y externos. Fue una gobernante comprometida con el bienestar de Egipto, impulsando reformas económicas, fortaleciendo la agricultura y promoviendo el comercio. Además, era profundamente consciente de la importancia de la cultura egipcia y adoptó elementos de su religión y tradiciones para consolidar su autoridad como faraona. Su vida terminó trágicamente tras la derrota en la batalla de Actium y la invasión romana liderada por Octavio, pero su figura ha perdurado como un símbolo de poder, seducción y resistencia en la historia.
El Zodíaco de Dendera
El llamado zodiaco de Dendera es un conocido bajorrelieve del Antiguo Egipto esculpido en el techo de la pronaos (o pórtico) de una cámara dedicada a Osiris en el templo de Hathor de Dendera, en Egipto. Está expuesto en el Museo del Louvre de París y mide 253 por 255 cm.
Contiene imágenes que parecen corresponder a las constelaciones de Tauro y Libra. Esta cámara está datada a finales del periodo ptolemaico y su pronaos fue añadida durante el reinado del emperador Tiberio. Esto llevó a Jean-François Champollion a fechar el relieve en el periodo grecorromano, pero muchos de sus contemporáneos postularon que databa del Imperio Nuevo. La fecha aceptada mayoritariamente en la actualidad es hacia el año 50 a. C., pues muestra estrellas y planetas en las posiciones en que se observarían en esa época. Se ha conjeturado con que el relieve sirviera de base para la confección de sistemas astronómicos posteriores.
Grabado del siglo XIX del Zodíaco de Dendera. Desconocido. Dominio público.

Descripción del zodiaco
El zodiaco es un planisferio o mapa de las estrellas en un plano de proyección particular, mostrando las 12 constelaciones zodiacales de la banda, que forman 36 «décadas» de diez días cada uno, y los planetas. Estas «décadas» son grupos de estrellas de primera magnitud. Estos se utilizaron en el antiguo calendario egipcio, que se basó en ciclos de 30 días y en el orto helíaco de la estrella Sothis (Sirio).
Su representación del zodiaco en forma circular es único en el arte del Antiguo Egipto, siendo más normales los zodiacos rectangulares, como los que decoran la pronaos del mismo templo o los «techos astronómicos» de las tumbas del Valle de los Reyes.
La bóveda celeste está representada por un círculo sostenido por cuatro pilares del cielo en forma de mujeres, entre las que se insertan seres con cabeza de halcón. En el primer anillo, 36 seres simbolizan los 360 días del año egipcio quedando 5 1/4 días epagomenales sin nombre (funestos).
En el círculo interior, se encuentran distintas constelaciones. Si analizamos su iconografía podemos detectar una herencia tardía de las culturas babilónicas a través de la cultura griega, con una clara representación egipcia.
En el centro se encuentra las constelaciones circumpolares, siendo la Osa Menor un ejemplo de herencia grecolatina. Sin embargo la Osa Mayor tiene una iconografía heredera de la mitología mesopotámica. Draco está representando a la diosa Taweret y aparece representado como un hipopótamo sacando la lengua. Esto se interpreta dando suma importancia a las palabras que usamos al hablar. Esta es una de las enseñanzas más importantes de este zodiaco al igual que lo expresan otras culturas.
En torno a las figuras centrales encontramos las constelaciones zodiacales. Aunque aparecen las 12 constelaciones que han llegado hasta nuestros días, la iconografía de las mismas es variable. Algunas de ellas tienen una clara influencia grecolatina como por ejemplo, Aries, Tauro, Scorpio. En otras, sin embargo, prevalece la corriente artística y mitológica egipcia, como Capricornio o Acuario, que está representado como el dios de las inundaciones Hapy, sosteniendo dos vasos de los que brota agua.
La polémica en torno al zodiaco, llamado el «Asunto de Dendera», incluyó a personas como Joseph Fourier (que calculó su composición en el 2500 a. C.), Thomas Young, Jean-François Champollion y Jean-Baptiste Biot. Johann Karl Burckhardt y Jean-Baptiste Coraboeuf mantuvieron, tras analizar la pieza, que los antiguos egipcios conocían la precesión de los equinoccios. Champollion, entre otros, creyeron que se trataba de un zodiaco religioso y descifró los nombres de los emperadores Tiberio, Claudio, Nerón y Domiciano y fechó el relieve en la época de dominación romana.
Véase también: Calendario egipcio
Referencias
- Christian Décamps (2008). «The Zodiac of Dendera». Museo del Louvre. Department of Egyptian Antiquities: Religious and funerary beliefs. Consultado el 3 de septiembre de 2020.
- Haddon, J. (1825): Zodiac of Dendera, epitome. (Exhib., Leic. square).
- Abigail Harrison Moore, «Voyage: Dominique-Vivant Denon and the Transference of Images of Egypt», Art History 25.4 (2002:531–549).
- «La iconografía del zodíaco de Dendera – El Nocturnario». ISSN: 2794-0489.
- Francis Lister Hawks, The Monuments of Egypt: Or, Egypt a Witness for the Bible. John Murray, 1850. 256 pages. Page 158.
- Biot, Récherches sur plusieurs points de 1’Astronomie Egyptienne, appliquées aux monumens astronomiques trouvés en Egypte. Paris, 1823. 8 Volumes.
- J. G. Honoré Greppo, Essay on the Hieroglyphic System of M. Champollion, Jun., and on the Advantages which it Offers To Sacred Criticism. Saxton & Miles, 1842. 276 pages.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Zodiaco de Dendera.
- El zodiaco de Dendera: esquemas e historia Archivado el 5 de octubre de 2008 en Wayback Machine.
- Fuente del artículo wikipedia: «Zodíaco de Dendera».
La escultura del Zodíaco de Dendera es un relieve ampliamente conocido que fue encontrado en un templo greco-romano. Contiene imágenes de Tauro y Libra. Se hizo un bosquejo de él durante la Campaña Napoleónica en Egipto y en 1820 fue desmontado y actualmente se encuentra en el Museo del Louvre. Los egiptólogos lo datan del primer siglo antes de Cristo.
Necrópolis y criptas
La necrópolis de Dendera está compuesta por una serie de mastabas y data del Periodo Arcaico, desde el Imperio Antiguo hasta el Primer periodo intermedio de Egipto. La necrópolis se extiende desde el borde oriental de la colina occidental hasta la llanura norte. Las tumbas subterráneas del Templo de Hathor tienen un total de 12 cámaras. Algunos relieves están datados en las postrimerías del reinado de Ptolomeo XII. Las criptas fueron usadas como almacenamiento de vasijas y de iconografías divinas. Una apertura en la «Sala de las Llamas» lleva hasta una angosta cámara con representaciones en los muros de los objetos que se mantenían ahí. En la segunda cámara, un relieve representa a Fios de la VI dinastía.
Lámparas de Dendera
Las lámparas de Dendera es el nombre que reciben, en medios pseudocientíficos, varios relieves de piedra (solos o en doble representación) esculpidos en los muros del templo de Hathor de Dendera, en Egipto, iniciado por Nectanebo I (siglo IV a. C.) y terminado en época romana.
Los bajorrelieves son interpretados por los egiptólogos como una serpiente surgiendo de una flor de loto, un símbolo de carácter mitológico:
«Los espléndidos y enigmáticos relieves de la cripta son cosmogónicos y muestran una serpiente (símbolo del principio dualista subyacente en toda la creación, como en el Génesis la separación del cielo y la tierra) nacida de una flor de loto, símbolo de la creación como una manifestación de la conciencia»
John Anthony West. (Egiptólogo aficionado, 1996).
Harsomtus es la denominación que dieron los griegos al dios egipcio Hor-sema-tauy, «Horus unificador de las Dos Tierras», que adopta diversas formas en las representaciones, y una de ellas es la de serpiente emergiendo de un loto. Dichos lotos cerrados de los que nace Harsumtus, bajo interpretaciones totalmente desconocedoras de la mitología egipcia, son las supuestas bombillas.
Relieve de Harsomtus «Horus unificador de las Dos Tierras», sosteniendo una de las «lámparas», grabadas en el muro de una de las criptas. Es utilizado como ejemplo de pareidolia. Foto: Rowan. (Dentro de la cripta de Dendera, Egipto). Dominio público. Original file (2,048 × 1,536 pixels, file size: 2.03 MB).
La pareidolia es un fenómeno psicológico en el que las personas perciben patrones significativos, como caras u objetos, en imágenes aleatorias o estructuras, incluso cuando no hay intención alguna de que se vean así. Este fenómeno se ha asociado con diversas representaciones visuales, como en el caso de las famosas «lámparas» de Dendera. En los relieves del templo de Dendera, algunas figuras parecen sostener lo que a primera vista podrían interpretarse como lámparas o focos, lo que ha generado muchas teorías sobre su posible significado como tecnologías avanzadas o artefactos antiguos. Sin embargo, los expertos coinciden en que estas representaciones no son lámparas en el sentido moderno, sino símbolos religiosos que se pueden interpretar de diferentes maneras según el contexto cultural y mitológico de la época.
Harsomtus es una de las manifestaciones de Horus en la religión egipcia. Representa al «Horus unificador de las Dos Tierras», una deidad que simboliza la unión del Alto y Bajo Egipto. En este contexto, Harsomtus es una forma de Horus como niño, el cual se asocia con la renovación y el poder protector. La escultura que representa a Harsomtus sosteniendo lo que algunos interpretan como «lámparas» puede ser vista como un símbolo de la luz divina y el poder del dios. Sin embargo, el objeto que sostiene no es necesariamente una lámpara, sino que probablemente sea un símbolo de la vida, la creación o el sol, ya que en el arte egipcio los dioses a menudo portaban elementos que representaban aspectos fundamentales de la vida y el orden cósmico.
En resumen, la escultura de Harsomtus con los objetos en las manos refleja los temas de la mitología egipcia sobre el poder divino y la protección, y las interpretaciones de las «lámparas» de Dendera deben entenderse en su contexto simbólico y no como representaciones de tecnología avanzada. La pareidolia, en este caso, ha generado interpretaciones modernas que alejan estas representaciones de su verdadero significado religioso.
Interpretaciones no científicas
En contraste con la interpretación científica, algunos investigadores plantean la hipótesis de que los relieves representan el uso de la tecnología eléctrica en el Antiguo Egipto, comparando los objetos centrales de los relieves con otros dispositivos similares más modernos (como los tubos de Geissler, tubos de Crookes, y lámparas de arco eléctrico). Esta hipótesis parece obvia para el ufólogo Erich Von Däniken, más aún al encontrarse en una cripta secreta. Däniken ignora u omite que también existen representaciones similares en la planta baja y en otras zonas del templo.
Peter Krassa y Reinhard Habeck han ideado una teoría básica de la operación del dispositivo como lámpara eléctrica, aunque sus conclusiones no han sido aceptadas por la egiptología.
En la época en que se grabaron varias de tales supuestas «lámparas», ya existía la Biblioteca de Alejandría, donde muy probablemente acudirían los mejores pensadores del mundo helénico (Arquímedes, por ejemplo), pero ningún autor de aquellos tiempos -de acuerdo a los escritos que íntegra o parcialmente han llegado hasta nuestros días- dejó constancia de la existencia de lámparas egipcias que funcionaran con alguna forma de energía similar a la eléctrica.
Las «Lámparas de Dendera» es el nombre dado en medios pseudocientíficos a varios relieves ubicados en el Templo de Hathor en Dendera, localizado en Egipto, por su aspecto parecido.
Los egiptólogos afirman que los relieves son una representación del dios egipcio Hor sematauy «Horus unificador de las Dos Tierras» Harsomtus en griego, que adopta diversas formas, y una de ellas es la de serpiente emergiendo de un loto.
Referencias
- West, John Anthony (1996). The Traveler’s Key to Ancient Egypt. Revised: A Guide to the Sacred Places of Ancient Egypt. Quest Books. p. 402. ISBN 0835607240.
- Juan de la Torre Suárez ¿Electricidad en el Antiguo Egipto?.
- Childress, D. H. (2000). Technology of the gods: the incredible sciences of the ancients. Kempton, Ill: Adventures Unlimited Press. ISBN 0-932813-73-9
- Electricity in ancient times. WUFOC and NÄRKONTAKT.
- Von Däniken, Erich (1996). The Eyes of the Sphinx. Berkley Trade. pp. 278 págs. ISBN 0425151301.
- Imagen
- Krassa, P., and R. Habeck, «Das Licht der Pharaonen.». ISBN 3-548-35657-5.
- Fuente original del texto: Artículo Wikipedia: «Las lamparas de Dendera». El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons. Atribución-Compartir_Igual 4.0.
Enlaces externos
- Teorías científicas
- ¿Electricidad en el Antiguo Egipto?, en egiptomania
- Conocimientos tecnológicos en la antigüedad, en El escéptico digital
- Teorías alternativas
- La droga en el Antiguo Egipto, en institutoestudiosantiguoegipto
- Misterios, fraudes y malinterpretaciones, en fraudesparanormales (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
- Enigmas: Electricidad en el Antiguo Egipto, en formarse
- Teorías pseudocientíficas
Turismo
El Templo de Dendera es uno de los lugares del Antiguo Egipto más accesibles para los turistas. Es posible visitar prácticamente cada parte del complejo, desde las tumbas y al menos una cripta oculta, hasta el tejado. La posibilidad de subir al tejado y la calidad de lo conservado en el mismo, hacen del Templo de Hathor único en sus características.
Véase también:
- Mitología egipcia
- Ciudades del Antiguo Egipto
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El templo de Junum en Esna
La ciudad de Esna (إسنا) se encuentra en la ribera del Nilo, unos 55 km al sur de Luxor, en la gobernación de Qena, en Egipto. Era la antigua Iunyt, la capital del nomo III del Alto Egipto, después de Hieracómpolis y Eileithyaspolis.
Nombre egipcio: Iunyt, Ta Senet. Nombre griego: Latópolis (Λατόπολις). Nombre árabe: Esna (إسنا).
La esclusa del río Nilo, situada junto a la ciudad, es paso obligado para salvar un desnivel de unos diez metros, siendo parada obligatoria para todos los cruceros que navegan por el río.
Esna es una ciudad situada en el sur de Egipto, a orillas del Nilo, que en la antigüedad fue conocida como Latopolis. En tiempos del Antiguo Egipto, Esna era una ciudad importante dentro de la región del Alto Egipto, famosa por su templo dedicado a Khnum, el dios creador de la vida, que es representado con cabeza de carnero. La ciudad se desarrolló principalmente durante el periodo faraónico, especialmente en las dinastías ptolemaicas y romanas. El Templo de Esna, que se ha preservado en un notable estado de conservación, es un ejemplo destacado de la arquitectura religiosa de la época y se erige sobre el sitio de un templo más antiguo. Este templo de Khnum es conocido por sus intrincados relieves, que representan escenas mitológicas y rituales relacionados con la creación y el ciclo del agua, elementos fundamentales en la cosmovisión egipcia. En la actualidad, Esna es una ciudad más pequeña y menos conocida que en tiempos antiguos, pero sigue siendo un punto de interés debido a su patrimonio arqueológico y su cercanía al Nilo. Aunque la ciudad moderna ha crecido y ha perdido gran parte de su esplendor faraónico, el Templo de Esna sigue siendo un vínculo directo con su glorioso pasado, y las excavaciones continúan revelando más sobre la historia de la ciudad y su importancia en el contexto del Antiguo Egipto.
Mercado de Esna en la actualidad. Autor: Hajor. CC BY-SA 3.0.

Templo de Jnum
Un santuario dedicado al culto de Jnum, en Esna, fue iniciado durante los reinados de Tutmosis III (siglo XV a. C.), y Amenhotep II, de la dinastía XVIII. Posteriormente, en época saíta, sobre sus cimientos fue edificado el templo dedicado la triada de Esna: Jnum, Anuket y su hija Seshat, amp Ptolomeo VI, Filometor Ptolomeo VIII Evergetes II y los gobernantes romanos.
La sala hipóstila
Solo se ha conservado completa la sala hipóstila, comenzada bajo Tiberio, continuada por Claudio y Vespasiano, con decoración de época de Domiciano, Trajano y Adriano. Veinticuatro columnas de más de trece metros de altura, con bellos capiteles compuestos, soportan las grandes losas del techo arquitrabado. Los bajorrelieves contienen escenas de los dioses, de la caza del faraón, textos con himnos a Jnum, un calendario de fiestas, escenas astronómicas y signos zodiacales.
Templo de Jnum en Esna (sala hipóstila). Foto: Steve F-E-Cameron (Merlin-UK). Templo de Khnum en Esna, Egipto. Como se puede ver, el templo está mucho más abajo que el nivel del pueblo, esta foto fue tomada desde la carretera. CC BY-SA 3.0. Original file (2,496 × 1,664 pixels, file size: 582 KB).
Restos arqueológicos
- Restos del templo greco-romano de Jnum.
- Necrópolis del Imperio Medio.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Esna.
- Esna, en institutoestudiosantiguoegipto.com
- Imágenes del templo, en egiptomania.com
- Esna revisited, Artículo de Al-Ahram Weekly (inglés): revisión histórica de la ciudad, por Giovanna Montalbetti, con fotografías de Sherif Sonbol
Época romana (30 a.C.–395 d.C.)
- Adaptación de templos egipcios al culto romano.
- Decoración de templos como Dendera con influencias romanas.
Otros templos no menos importantes
Reino Antiguo (2686-2181 aC)
- Templo funerario de Userkaf
- Templo funerario de Sahura
- Templo funerario de Neferirkara
Reino Medio (2055–1650 a.C.)
- Templo funerario de Mentuhotep II en Deir el-Bahari
Imperio Nuevo: Necrópolis tebana. El valle de los reyes y reinas (1550–1070 a.C.)
Mapa de las distintas necrópolis tebanas. El valle que se ve arriba a la derecha, alejado del río, es el de los Reyes. Original file (1,749 × 1,232 pixels, file size: 690 KB). Autor gráfico: Luna92. CC BY-SA 3.0.
Tebas Oeste. El color verde indica la tierra cultivada y el amarillo, el comienzo de la zona desértica, donde se situaban los templos funerarios que se relacionaban con sus tumbas del Valle de los Reyes.
En el oeste de Tebas:
- Templo funerario de Ramsés III
- Templo funerario de Ay-Horemheb
- Templo funerario de Tutmosis II
- Templo funerario de Amenhotep III
- Templo funerario de Amenhotep, hijo de Hapu
- Templo funerario de Merenptah
- Templo funerario de Tausert
- Templo funerario de Tutmosis IV
- Templo funerario de Ramsés II (Ramesseum)
- Templo funerario de Amenhotep II
- Templo funerario de Siptah
- Templo funerario de Tutmosis III
- Templo funerario de Seti I
En la zona de Deir el-Bahari:
- Templo funerario de Tutmosis III (Deir el-Bahari)
- Templo funerario de Hatshepsut
En Abidos:
- Templo funerario de Seti I (Abidos). IMPORTANTE
- En la zona de El-Lahun:
- Templo funerario de Sesostris II
Los templos de los ramésidas repiten este modelo (Ramesseum, templo de Khonsu en Karnak, templo de Amón en Luxor, templo de Ptah en Menfis, templo de los millones de años en Medinet Habu, templo de Bastet en Bubastis, templo de Toth en Hermópolis). A finales de la Baja Época el modelo se abandona, pero las salas hipóstilas siguen apareciendo en edificios ptolemaicos y romanos (templo de Hathor en Dendera, templo de Khnum en Esna, templo de Horus en Edfu, templo de Kom Ombo).