Pintura situada en el centro de recepción de visitantes de los Millares. Foto: Jose Mª Yuste, de la fotografía (Tuor123). Miguel Salvatierra Cuenca, autor de la ilustración – Own work. ).
A. Introducción a la Edad del Cobre Ibérica
- Calcolítico en la penínsla Ibérica.
- Contextualizando el calcolítico
- Interpretaciones a la edad de cobre ibérica.
- El Sureste: Los Millares
- El Calcolítico en la Tierras del Interior: la Meseta y el norte de Portugal
B. El yacimiento de los Millares
1. Introducción Los Millares
2. Yacimiento arqueológico
- 2.1 Yacimiento
- 2.2 Poblado
- 2.3 Necrópolis
- 2.4 Fortines
- 2.5 Cronología
- 2.6 Paisaje
- 2.7 Sociedad
- 2.8 Economía
- 2.9 Organización política
- 2.10 Territorio durante el IV-III milenio.
3. Interpretaciones Los Millares
- 3.1 Orígenes
- 3.2 Organización social
- 3.3 Medio ambiente.
- Ver también
- Referencias
- Enlaces externos
- Documental 1y 2.
C.Yacimientos de la cultura de Vila Nova
A. Introducción a la Edad de Cobre Ibérica. Calcolítico en la península ibérica
El Calcolítico en la península ibérica singulariza esta fase de la Prehistoria (también denominada Edad del Cobre o Eneolítico) en un ámbito geográfico concreto, el peninsular. Este momento se corresponde con un claro incremento en la complejidad social que mostraba el período precedente, el Neolítico, anunciando los posteriores cambios que se produjeron durante la Edad del Bronce y del Hierro. Hay investigadores que lo subdividen en Calcolítico Inicial, Pleno y Final.
Los grupos arqueológicos más significativos fueron los del castro de Leceia, en Barcarena (Oeiras, distrito de Lisboa), de finales del Neolítico hasta la Edad del Cobre, descubierto a finales del XIX por el padre de la estratigrafía y arqueología portuguesa, Carlos Ribeiro, y excavado a principios del siglo XX (1914) por José Leite de Vasconcelos, naturalista y arqueólogo, y el más reciente Vila Nova, en Vila Nova de São Pedro (Azambuja, distrito de Lisboa) (Portugal), y Los Millares, en Almería (España). Durante el III milenio a. C. las tierras peninsulares distaron mucho de mostrarse culturalmente uniformes. Así, se puede dividir la península ibérica en, por lo menos, tres grandes áreas que presentan unas ciertas características propias: sudeste, sudoeste e interior (que incluiría el norte de Portugal). (ver fuente original aquí en Pdf).
Es absolutamente necesario desterrar los tópicos colonialistas a la hora de buscar explicación a los múltiples cambios que se produjeron en este período. Hoy en día, parece claro que estos fueron el resultado de procesos autóctonos, generados a partir del sustrato poblacional neolítico indígena.
Contextualizando el Calcolítico
Aunque el Calcolítico debe su nombre y siempre se ha identificado con el uso de los primeros metales por parte de la humanidad, hay asociados muchos otros procesos de cambio que son incluso más importantes que la propia metalurgia:
- Aumento demográfico y protourbanización de los poblados, que son más amplios y con mejores infraestructuras.
- Crecimiento de la producción de alimentos debido a la intensificación agrícola y a la explotación de los productos derivados de la ganadería.
- Cambios sociales que condujeron a la creación de jerarquías embrionarias que desembocaron en una sociedad de jefaturas (centralización política).
El metal debió ser un elemento más entre las numerosas innovaciones que se produjeron durante el III milenio a. C. en la Península. (ver ref. Delibes, Germán; Fernández-Miranda, Manuel (1993). «Los orígenes de la civilización. El Calcolítico en el Viejo Mundo». Madrid (primera edición) (Editorial Síntesis). p. 156.).
Estas transformaciones se detectan inicialmente en los grupos del mediodía peninsular, pero es difícil establecer un orden de prioridad sobre dónde aparecieron por primera vez. Posteriormente, estas comunidades incorporaron el vaso campaniforme, que, tradicionalmente, ha sido utilizado para marcar un antes y un después en las periodizaciones (por ejemplo, en el sudeste: Precampaniforme o Millares I y Campaniforme o Millares II). Actualmente, y sin negar la importancia del campaniforme como fósil director del Calcolítico final, algunos investigadores muestran reticencias a la hora de establecer esta diferenciación en dos momentos entre los que no se observa ninguna ruptura. Por ello, se empieza a prescindir de esta secuenciación y a considerar el campaniforme como una simple adición artefactual, una moda.
Interpretaciones al calcolítico ibérico
Inicialmente, todos estos elementos fueron atribuidos por los investigadores a la influencia de unos supuestos colonizadores procedentes del Mediterráneo oriental. Así, Luis Siret creyó que eran consecuencia de la llegada de navegantes fenicios introduciendo por primera vez el término colonia para designar los asentamientos del sudeste español. (ver ref. Hernando Gonzalo, Almudena (1987-88). «Interpretaciones culturales del Calcolítico del sureste español. Estudio de las bases teóricas». Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada). Pere Bosch i Gimpera utilizó la teoría de los círculos culturales para explicarlo, asociando el despliegue cultural peninsular a la interrelación y subsiguiente evolución local de unos supuestos grupos norteafricanos que habrían cruzado el Mediterráneo durante el Neolítico; asimismo, consideraba íntimamente relacionados los complejos de Los Millares y Vila Nova. Georg y Vera Leisner criticaron esta argumentación, reformulando la idea de la llegada de colonos orientales.
Años después, tras la reexcavación de Los Millares y de otros poblados amurallados del área de Vila Nova, Sangmeister, Schubart y Blanco los atribuyeron a navegantes cicládicos, debido a su distribución relativamente cercana a la costa y a los parecidos arquitectónicos con las fortificaciones cicládicas. Incluso para los tholoi millarenses se hablaba de su relación con los cretenses de Plátano, en la llanura de Messara, correspondientes al Minoico antiguo y cuyo modelo habría sido importado por prospectores de metal.
Hoy en día, las tesis orientalistas han sido prácticamente abandonadas debido a que, en primer lugar, las dataciones hechas mediante carbono-14 han establecido la mayor antigüedad de los asentamientos occidentales y a que, en segundo, no hay objetos de procedencia oriental que revelen una interacción entre ambos extremos del Mediterráneo. Los primeros materiales de Oriente constatados en la península ibérica son las cerámicas micénicas encontradas en Llanote de los Moros, en Montoro (Córdoba), cuya datación es muy posterior, hacia el 1300 a. C.3 o el 1500 a. C.6 (las dataciones calibradas de Carbono 14 sitúan cronológicamente Vila Nova y Los Millares entre 3100-2200 a. C.). Por otro lado, los ídolos oculados, la cerámica acanalada o pintada y las coladas de cobre del sudeste peninsular tienen características propias, diferentes de los supuestos modelos orientales.3 Sí que han sido hallados objetos de procedencia norteafricana que evidencian la existencia de redes comerciales que se extendían al noroeste de África. (ver ref.Fullola, Josep Mª; Nadal, Jordi (2005). «Introducción a la prehistoria. La evolución de la cultura humana». Barcelona (primera edición) (Ed. UOC). p. 181.
El Sureste: Los Millares
A partir del 3500 a. C. y hasta el 2250 a. C., según unos, o entre el 3100 a. C. y el 2200 a. C. aproximadamente, según otros, en el sudeste peninsular se desarrolló una gran complejidad cultural cuyo exponente principal fue el poblado de Los Millares. (ver ref.Gilman Guillén, Antonio. Veinte años de Prehistoria funcionalista en el sureste de España. p. 75.). La mayoría de los yacimientos relacionados con este grupo se distribuyen por la provincia de Almería y el sector oriental de la de Granada, llegando hasta Murcia (Cabezo del Plomo en Mazarrón) y el sur de la provincia de Alicante (Les Moreres en Crevillente). Esta zona resulta ser la más árida de Europa, aunque la desertización bien puede tener a la población humana de aquella época como factor importante, ya que recientes estudios faunísticos y palinológicos indican que el medio ambiente del III milenio a. C. era bastante más fértil que el actual.
El poblamiento
Frente a un poblamiento muy disperso y de débil densidad demográfica de la etapa anterior, se implantó un modelo polarizado en torno a yacimientos de entidad y con cierto grado de urbanización, desde los que se vertebraba la explotación de sus respectivos territorios. Como ejemplos se pueden mencionar: los Millares, en el valle del Andarax; Almizaraque, en el bajo Almanzora; Terrera Ventura, en el área de Tabernas; el Tarajal, en el campo de Níjar; el Malagón, en el altiplano de Chirivel.
No fueron grandes focos de población, ya que su extensión normal rondaba la hectárea (excepto en los Millares, con una extensión de 4 a 5 ha de caserío). Es muy importante destacar el carácter permanente de estos poblados, demostrado por la existencia de murallas, las estructuras habitacionales con zócalo de piedra y el binomio necrópolis-poblado.
Las viviendas.
Son de planta circular con zócalo de piedra, carecen de compartimentación interior, tienen hasta 6 metros de diámetro y presentan una dispersión aleatoria. Chapman, tomando como referencia la extensión de Los Millares y el número mínimo de defensores necesarios para rentabilizar sus imponentes fortificaciones, propone la cifra de unos 1000-1500 habitantes, lo que, para él, justifica la adjudicación a este centro del calificativo de “protourbano”. Estos rasgos generales son apreciables en otros yacimientos como el Cerro de la Virgen de Orce, El Malagón, Campos y Almizaraque.
Las necrópolis
Se sitúan indefectiblemente en las inmediaciones de los poblados y están formadas por enterramientos megalíticos colectivos, tipo tholos en las comarcas bajas y cercanas a la costa, así como también cuevas e hipogeos hacia el interior. Suelen tener amplias cámaras circulares de hasta 6 metros de diámetro, pasillos de acceso y cubiertas cupulares. A veces, las cámaras se complementan con camaretas laterales secundarias. Los pasillos suelen aparecer segmentados a base de losas perforadas. Las cubiertas adoptan la forma de falsa cúpula, por aproximación de hiladas, afianzándose su construcción mediante el uso de un pie central.
En los Millares se han descubierto unas 90 tumbas, casi todas de cúpula (tholoi), excepto media docena que presentan cubierta monolítica plana. Los osarios se sitúan en la cámara, en el corredor o incluso en las camaretas. En determinados monumentos pueden llegar a corresponder a un centenar de individuos, aunque en otros no alcancen la decena, situándose la media en torno a 20. Las ofrendas están diseminadas, sin que resulte posible asociarlas a enterramientos concretos. Entre ellas hay cerámica lisa y decorada, herramientas líticas talladas y pulimentadas, piezas de adorno algunas veces sobre materiales exóticos, herramientas y armas de cobre, ídolos de piedra y hueso, etc. Este tipo de enterramientos nos pone de relieve una estructura de comunidad en grupos de parentesco, en que cada linaje o grupo de filiación contaba con un panteón que sería también signo externo de su respectivo grupo familiar.
Útiles
La gran mayoría de los artefactos y adornos hallados en los yacimientos fueron elaborados localmente. Las cerámicas son muy toscas, aunque, a veces, presentan engobes rojos o negros (a la almagra). Normalmente es lisa, salvo en el caso de los llamados vasos simbólicos, decorados con motivos oculados o soliformes.
También existen algunas vasijas pintadas.
Entre los útiles líticos destacan largas láminas de sílex con anverso facetado y, sobre todo, puntas de flecha losángicas, cruciformes con pedúnculo y de profundísima base cóncava. Hay también puñales y alabardas, pero son excepcionales. El pulimento de piedra se reservaba para hachas, azuelas y algunos ídolos (antropomorfos, placa, betilos). Se puede deducir la existencia de unas redes de distribución de materia prima lítica.
En hueso y asta abundan punzones, agujas y espátulas, siendo raros los adornos (como alfileres y botones) y los ídolos, de los que se atestigua, no obstante, un buen lote de tipo oculado en Almizaraque.
La producción de estos bienes era de carácter doméstico: hay constancia de actividades artesanales, como la talla del sílex, en el interior de las viviendas de Almizaraque y los Millares. Sin embargo, ciertos datos sugieren la aparición de especialistas, ya que algunas cerámicas de estos dos poblados, alejados entre sí 80 km, parecen proceder de un mismo taller, según los análisis de pasta.
Metalurgia
La metalurgia pudo ser, en algún caso, exclusiva de unos pocos especialistas y estar relativamente centralizada. Pero la producción de objetos de metal no fue grande, limitándose a fabricar herramientas como hachas planas, cinceles, leznas y sierras, así como algunas armas: puñales triangulares y navajas curvas.
En el caso de El Malagón, los filones de cobre cercanos parecen explicar su emplazamiento. Cabría pensar entonces en la posibilidad de la existencia de poblados mineros especializados en obtener la materia prima, como El Malagón y El Hártela, pero en estos solo hay mínimas trincheras, al contrario de lo que sucede en los Balcanes, donde se atestiguan enormes minas. (ver ref.«El calcolítico en la Península Ibérica (España)». Artehistoria. Archivado desde el original.).
En casi todos los asentamientos hay indicios de actividades metalúrgicas. En Almizaraque se detectan en bastantes cabañas, lo que nos indica el ámbito familiar de tal práctica, pero en Los Millares ha llegado a individualizarse un amplio taller rectangular en el que puede seguirse con detalle todo el proceso de trabajo metalúrgico. Tal vez esto sea indicio de la existencia de especialistas autónomos dedicados a estos menesteres.
La sociedad
A partir del cementerio de los Millares puede afirmarse que la sociedad calcolítica del sureste estaba en proceso de jerarquización. En principio, una necrópolis megalítica se correspondería con una sociedad segmentaria en la que cada tumba es patrimonio de un grupo familiar de entre los varios que, en régimen de igualdad, se aglutinan en una unidad superior. Pero Chapman ha advertido que en Los Millares:
- No todas las tumbas cuentan con la misma riqueza de ajuares, concentrándose en unas pocas los suntuarios: cerámicas simbólicas, elementos importados (ámbar, marfil, cáscara de huevo de avestruz), piezas metálicas, objetos campaniformes, etc.
- En el interior de los sepulcros hay zonas en que se concentran las ofrendas más destacadas, tal vez para individualizar a ciertos individuos de los demás.
- Algunos monumentos denotan mayor complejidad arquitectónica, lo que supone una mayor inversión de trabajo.
- Las tumbas más ricas y complejas están más cerca de la muralla.
Todo ello se podría interpretar como testimonio de la aparición de unas élites en el contexto de una sociedad incipientemente jerarquizada, de la que faltarían otros tipos de evidencias arqueológicas, como serían edificios singulares o viviendas realmente distinguidas por concentraciones excepcionales de riqueza.
Las necrópolis
Como en tierras almerienses, se implanta el binomio poblado-necrópolis. Otra característica es la generalización de los monumentos de cúpula o tholoi, sin embargo, ello no supuso ruptura respecto al pasado, porque muchísimos de los grandes dólmenes anteriores se siguieron usando, tal es el caso de Anta Grande de Olival da Pega, en Reguengos (Portugal). Otros dólmenes, como el de Comenda de Igreja, se vieron sustituidos por los modernos tholoi, pero que se construyeron en el interior de los mismos túmulos, acreditando la persistencia del carácter sagrado de los respectivos lugares.
En la zona del Tajo final también fueron comunes los enterramientos en cuevas artificiales excavadas en la roca, pudiéndose poner de ejemplos los de Alapraia y Palmela. El momento culminante de su utilización debió ser la Edad del Cobre, los ajuares son de esta época y del campaniforme, pero su origen se retrotrae al Neolítico, lo que prueba la continuidad funeraria.
Ritos funerarios
Se trata de sepulturas colectivas, probablemente correspondientes a distintos linajes familiares, lo cual no representa diferencia alguna respecto al ritual megalítico anterior. Sin embargo, hay ciertos cambios, no solo en unos ajuares específicos de esta época, sino también en la subdivisión del espacio interno de las sepulturas mediante camaretas o nichos, respondiendo esto tal vez a una necesidad social de individualizar a ciertos personajes. Un ejemplo en este sentido lo proporciona el sepulcro de cúpula número 3 de Alcalar, en el Algarve. En uno de sus nichos se recuperó un ajuar excepcional, constituido por alabardas, hachas, sierras y otros objetos de cobre.
Permanece la estructura de la sociedad segmentaria anterior, pero la progresiva complejidad económica de los grupos del Cobre estimula la aparición de dirigentes, cuyas tumbas, sin ser individuales, se diferencian del resto.
Los ajuares
Los materiales que se detectan en los enterramientos coinciden con los domésticos, pero se observa cierta especialización. Como en la etapa megalítica anterior, el sílex es importante: las pequeñas puntas de flecha y los microlitos son sustituidos por puntas de base cóncava o recta con retoque invasor. También en sílex se encuentran grandes láminas retocadas y en la Extremadura portuguesa son muy importantes las alabardas de sílex, que se tallan bifacialmente. La cerámica en los tholoi del Algarve y el Guadiana-Guadalquivir se distingue sobre todo por los platos de “borde almendrado”. El motivo decorativo de los ojos comparece en todo tipo de objetos, siendo distintivos de las llamadas “cerámicas simbólicas”. También encontramos hachas y azuelas de piedra pulimentada, piezas de cobre (primero las hachas planas y luego puñales de lengüeta y puntas palmela en la fase campaniforme). Encontramos también adornos como colgantes, cuentas de collar de piedra y, excepcionalmente, de oro y marfil. Sin embargo, las piezas funerarias clave del Suroeste son los ídolos, que son auténticas manifestaciones de religiosidad. Los ídolos tienen rasgos antropomorfos y pueden fabricarse en arcilla, pizarra, hueso e incluso marfil.
Entre los más abundantes se encuentran los ídolos-placa de pizarra con abigarrada decoración, cuyo origen se sitúa en las últimas etapas neolíticas. A partir de la Edad del Cobre se individualizan los hombros y la cabeza, se les dotará de ojos y mantendrán una perforación para colgar. Son uno de los elementos más representativos del Suroeste peninsular.
Otros ídolos en la misma línea decorativa son los báculos o bastones, que tienen forma de maza. Otros ídolos son los betilos, cilíndricos y suelen ser de caliza muy blanca. Muestran en una de sus caras la típica decoración de ojos circulares.
En el caso de los ídolos-falange, los ojos aparecen grabados o pintados. Este modelo es también frecuente en el Sureste.
Los ídolos, en general, aluden mayoritariamente a un mismo símbolo: la “divinidad de los ojos”. ¿Quién era esa divinidad y cuál era su significado? Se trata, por regla general, de un personaje femenino, lo cual ha servido para identificarlo con la diosa Madre o diosa de la Tierra de las comunidades campesinas neolíticas. La diosa, en tal sentido, sería como Ceres o Cibeles, se presenta como garante de riqueza, de fecundidad, de buenas cosechas. Para algunos autores resulta problemático que la mayoría de las estatuillas de esta diosa aparezcan en un panteón funerario, por lo que ven en ellas representaciones de aves nocturnas, como la lechuza (los “tatuajes” de los oculados corresponderían al disco facial de estas rapaces). Childe defiende una postura conciliadora: “parece que la antigua diosa de la fertilidad se hubiera transformado en una diosa de la muerte”, tal vez como una diosa de la resurrección. Por último, los ídolos se esgrimieron como base de los planteamientos orientalistas, porque hay ídolos-placa en Chipre y símbolos oculados en los Balcanes y Chipre, incluso se puede hablar de paralelos intermedios en Sicilia. No obstante, en la actualidad no existe en la Península ni un solo caso de importación oriental. Tal vez, bajo la relativa unidad formal de estos objetos, subyace un mismo simbolismo y contenido religioso en el Mediterráneo.
Ídolo-Placa prehistórico antropomorfo. Piedra arenisca. Sección plana. Calcolítico. Procedente del Dolmen de Garrovillas (Garrovillas de Alconétar, provincia de Cáceres, Extremadura, España). Desconocido – Marbregal, 12-12-2007. CC BY-SA 3.0.
El Calcolítico en la Tierras del Interior: la Meseta y el norte de Portugal
Hace años se hablaba de “vacío cultural” en las tierras del interior. Hoy día la situación es distinta, pudiéndose aludir a la existencia de grandes analogías en cuanto al material arqueológico con el sureste y suroeste. Cabría reconocer, incluso, un grado de complejidad cultural comparable a los focos periféricos de la Península.
Las innovaciones son muy difíciles de valorar, porque se desconoce en buena medida la etapa previa. Esta situación hizo que se recurriera al difusionismo o al colonialismo para explicar la génesis del horizonte del Cobre en la Meseta, de esta manera se justificaba la existencia de materiales arqueológicos parangonables con los de algunas estaciones del sur de Portugal, como los siguientes: platos de borde almendrado de una serie de pequeños poblados de los alrededores de Plasencia (Cáceres), o más al este, en el Castillo de las Herencias (Toledo), cuya distribución no alcanzó a desbordar el sistema Central; en segundo lugar, ciertas “cerámicas simbólicas” de los yacimientos zamoranos de Las Pozas o de los Paradores de Castrogonzalo; en tercer término, ciertas decoraciones cerámicas, como los triángulos punteados; puntas líticas talladas de base recta o cóncava; ciertos ídolos oculados en hueso, procedentes de Las Pozas o de la Cueva de la Vaquera (Segovia), aunque en el caso de estos últimos cabría relacionarlos más bien con piezas del sureste; finalmente, diversas piezas metálicas (puñales triangulares).
Estas analogías se explican hoy como emulación, no como interacción, por mucho que un botón de marfil de Las Pozas pudiera relacionarse con el circuito comercial de manufacturas ebúrneas norteafricanas.
El poblamiento
Véase también: Muralla de Pico de la Mora
B. Yacimiento arqueológico de Los Millares.
El yacimiento arqueológico de Los Millares es un asentamiento prehistórico de la Edad del Cobre (3200-2200 a. C), formado por el poblado fortificado y su necrópolis con una extensión de 6 y 13 hectáreas respectivamente. Investigadores y científicos demostraron en el año 2020 que Los Millares fue la primera ciudad establecida de toda la península ibérica hace más de 5000 años. (1) Además, está considerado por científicos e historiadores como uno de los más importantes asentamientos de esta cultura en Europa y en el mundo. (2) Está situado en el municipio de Santa Fe de Mondújar en la provincia de Almería, España, se localiza sobre un gran espolón amesetado que forman el río Andarax y la rambla de Huéchar, donde se construyó un poblado con cuatro líneas de muralla, una necrópolis formada por unas 80 tumbas colectivas y una doble línea de fortines que controlan visualmente los accesos a todo el conjunto arqueológico.
El predecesor fue la Cultura Almeriense
- Período: La cultura almeriense corresponde al Neolítico, aproximadamente entre el 5500 y el 3200 a.C.
- Características:
- Agricultura y Ganadería: Los almerienses practicaban la agricultura y la ganadería, siendo uno de los primeros grupos en la Península Ibérica en adoptar estas prácticas.
- Asentamientos: Vivían en pequeños poblados en cuevas y abrigos rocosos, así como en cabañas construidas con materiales perecederos.
- Cerámica: La cerámica almeriense es característica por ser decorada con impresiones y motivos geométricos.
- Herramientas: Utilizaban herramientas de piedra pulida y hueso.
- Rituales Funerarios: Enterraban a sus muertos en cuevas y enterramientos colectivos.
1. Introducción Los Millares
El descubrimiento del yacimiento está relacionado con la construcción de la línea férrea Almería-Linares a finales del siglo XIX. El asentamiento fue descubierto e investigado por primera vez por Luis Siret y Pedro Flores. El estudio se centró en la necrópolis, en diversas estructuras del poblado y en el levantamiento de distintas planimetrías del conjunto y de algunos de sus fortines. Tras la publicación de los primeros trabajos, la comunidad científica lo ha considerado como uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Europa para el estudio y la comprensión de la Edad del Cobre por su monumentalidad, complejidad y nivel de investigación. Durante la década de los años 40 Georg y Vera Leisner recopilaron y sistematizaron la información anterior, siendo publicada en el corpus sobre megalitismo en el sur de la península ibérica Die Megalithgräber der Iberischen Halbinsel. Der Süden (1943).
Cuenco con motivos oculados (yacimiento Los Millares (Santa Fe de Mondujar, Almería, España). José-Manuel Benito Álvarez. CC BY-SA 2.5
Macizo | Sierra de Gádor | |
---|---|---|
País | España | |
Comunidad | Andalucía | |
Provincia | Almería | |
Localidad | Santa Fe de Mondújar | |
Coordenadas | 36°57′45″N 2°31′18″O |
Tras décadas de abandono, los profesores Antonio Arribas y Martín Almagro, realizaron otra serie de intervenciones centradas en parte en una extensa área de la necrópolis, reexcavando las tumbas anteriores e iniciándose, por primera vez, la excavación del tramo central de la Línea I de la muralla, que puso al descubierto la verdadera dimensión y complejidad del poblado y sus murallas.
Desde la década de los 80 la Universidad de Granada, bajo la dirección de Antonio Arribas y Fernando Molina, ha desarrollado un proyecto centrado en la investigación sistemática de Los Millares, definiéndose la organización interna del poblado, su secuencia cronológica, el estudio de los fortines, centrados estos últimos fundamentalmente en los Fortines I y V. Asimismo, se han desarrollado numerosos estudios e investigaciones sobre antracología, carpología, arqueozoología y geoarqueología que ofrecen una visión más exacta sobre el paleoambiente, la economía y los modos de vida en el poblado de Los Millares y su entorno.
La Junta de Andalucía, al mismo tiempo, ha financiado diversos trabajos de conservación del yacimiento arqueológico, que culminaron con una consolidación de todas las estructuras arqueológicas presentes en el poblado —líneas de murallas, cabañas, etc.—, así como diversas intervenciones en los Fortines I y V y la rehabilitación de la Venta de Los Millares-Centro de Recepción, que alberga una exposición permanente sobre la investigación llevada a cabo en el asentamiento. Del mismo modo, durante 2005 también se impulsó un proyecto de difusión como la construcción ex novo de un Espacio Didáctico que recrea un área de la necrópolis, la muralla y diversos espacios dómésticos del yacimiento a escala real. Recientemente se han incorporado las técnicas de realidad aumentada (RA) en la que, mediante el uso de imágenes 3D, los visitantes pueden conocer in situ una reconstrucción integral de diversas tumbas colectivas y la Línea I de la muralla. Las armas eran lanzas, cuchillos, hachas… La cerámica se distinguía por tener vasijas y distintos tipos de platos. Los enterramientos eran sencillos: se enterraba a la persona en un hoyo y se le cubría por tierra.
2. Yacimiento arqueológico de los Millares.
2.1 Yacimientos
Son, en general, asentamientos con una cierta entidad (una hectárea normalmente) y nivel de urbanización, dedicados a la explotación de sus respectivos territorios: Almizaraque (Bajo Almanzora), Terrera Ventura (Tabernas), El Tarajal (Campo de Níjar), El Malagón (Cúllar), Las Angosturas, Cerro de la Virgen, Cabezo del Plomo (Mazarrón), Les Moreres (Crevillente), etc. La excepción es el poblado de Los Millares que llegó a ocupar entre 4 y 5 h, lo que lo convierte en un posible lugar central.
Entre las características comunes a casi todos estos yacimientos destacarían:
- La presencia de fortificaciones, lo que contrasta con las poblaciones neolíticas precedentes, dispersas y con pocas protecciones (una excepción sería Almizaraque, que sólo tenía un débil muro de cierre).
- Viviendas de planta circular de hasta seis metros de diámetro y construidas en piedra.
- Necrópolis en el exterior de los poblados, con abundancia de enterramientos megalíticos colectivos, tipo tholos en las zonas bajas y también cuevas e hipogeos hacia el interior.
- Temprana metalurgia del cobre.
- Auge de los intercambios.
A excepción de Los Millares, el resto de poblados no se diferencia entre sí ni por sus tamaños ni por la monumentalidad; los contrastes sólo aparecen en los ajuares correspondientes a los enterramientos. (ver ref. Gilman Guillén, Antonio. Veinte años de Prehistoria funcionalista en el sureste de España. p. 76). Estos últimos se caracterizan por su gran tamaño: los tholoi suelen estar formados por una cámara circular de hasta seis metros de diámetro cubierta por una falsa cúpula, cámaras laterales secundarias, corredores de acceso divididos en secciones por unas losas perforadas y un túmulo de tierra recubriéndolo todo.
2.2 Poblado
El poblado de Los Millares está formado por cuatro líneas de muralla concéntricas, así como una ciudadela en el espacio más interno protegida por una muralla que la rodea. Situado sobre un espolón amesetado fue elegido por su posición estratégica, que controla el acceso desde el mar y los pasos desde la Sierra de Gádor por la Rambla de Huéchar mediante la construcción de una doble línea de fortines.
El poblado se localiza en el interior de las murallas encontrándose cabañas de planta circular, cuyas dimensiones pueden oscilar entre los 2,5 a los 6,20 metros. Estas se construyeron mediante zócalos de mampostería de piedra trabadas con barro sobre los que alzaban paredes de barro y cañizos. La cubierta, construida a base de ramajes, materias vegetales (espartos, taray, etc.) y barro, se soportaba sobre las paredes y una serie de postes situados en el interior de las cabañas. El interior de las viviendas presenta hogares, bancos adosados a las paredes y pequeños recintos delimitados con lajas de piedra hincadas verticalmente que sirvieron para colocar vasijas de almacenamiento, junto a áreas de molienda de cereal. Asociadas a las cabañas también se han podido documentar fosas de distinto tamaño interpretándose en unos casos como silos y en otros como cisternas.
Cabañas reconstruidas en la zona interpretativa de Los Millares. Foto: Eamand – Trabajo propio. CC BY-SA 4.0. Ver mayor tamaño.
Junto a las viviendas destacan otro tipo de estructuras como diversos talleres metalúrgicos y un edificio singular. El taller metalúrgico mejor conservado se localiza junto a la línea III del poblado, de forma cuadrangular, con unas dimensiones de 8 por 6,50 metros.
En el interior destacan los restos de varias estructuras: una fosa donde se hallaron restos de mineral de cobre, un horno delimitado por un anillo de barro endurecido por el fuego con un hueco mayor en la parte central para introducir el crisol donde la malaquita y la azurita se fundían y una estructura de lajas de piedra, situada junto a una de las esquinas de entrada al edificio.
Por otro lado, destaca el edificio singular, que ocupa la parte central de la explanada más interna en el interior de la Línea III, cuyas dimensiones superan al resto de las estructuras documentadas hasta el momento en el yacimiento. Así, este edificio se ha interpretado como un palacio-almacén, un edificio de carácter religioso o un edificio singular. Asimismo, otras estructuras relevantes son los restos de una antigua conducción de agua o canal que trascurría por la necrópolis hasta llegar a la parte más interior del poblado y varios espacios aún sin excavar que son interpretados como cisternas para el almacenamiento de agua.
La ciudadela corresponde al espacio central del asentamiento. Tiene otra muralla que la rodea, quedando aislada del resto del poblado, según describen las curvas de nivel del terreno. En este lugar se localiza una de las cisternas localizada ya durante las excavaciones de Luis Siret.
Vista aérea de la puerta principal o barbacana. Eamand – Trabajo propio. CC BY-SA 4.0.
Cada uno de los espacios anteriores queda rodeado por una muralla, existiendo hasta cuatro líneas diferentes de cerca (Líneas I, II, III, IV), que corresponderían a sucesivas ampliaciones del poblado. Destacan por su monumentalidad y complejidad la Línea I o Muralla Exterior que presenta varios accesos, destacando la barbacana o puerta central. Construida al comienzo como una simple entrada al poblado abriendo un vano en la muralla, se fue complicando paulatinamente hasta convertirse en una gran puerta monumental formada por dos antenas que se extienden hacia el exterior de la muralla; y la Puerta Sur localizada a unos 100 m de la anterior, formada por otra pequeña barbacana con acceso lateral desde ambos lados.
Reconstrucción virtual de la puerta principal de la Línea I. Eamand – Trabajo propio. CC BY-SA 4.0. Ver mayor tamaño.
2.3 Necrópolis
Está formada por unas 80 tumbas colectivas de grandes dimensiones (tholoi) situadas sobre la parte occidental de la meseta en el exterior del poblado ocupando unas 13 hectáreas. El área de necrópolis fue excavada por Luis Siret y Pedro Flores levantando varios croquis y planimetrías. Durante los últimos años, dada la importancia de la necrópolis hay numerosos investigadores que han realizado distintos trabajos sobre la distribución espacial de las sepulturas, sus ajuares, su tipología constructiva, etc.
Así se pueden diferenciar varios tipos constructivos:
- Sepulturas de mampostería con corredor de acceso y cámara circular cubierta por una falsa cúpula.
- Sepulturas de mampostería con corredor de acceso y cámara circular cubiertas por techumbre plana de materia orgánica.
- Sepulturas con cámara excavada parcial o totalmente en la roca.
- Sepulturas megalíticas ortostáticas (3 sepulturas).
- Varias cistas, aunque a cierta distancia de Los Millares, y pertenecientes al Bronce Final.
Plano general del poblado, la necrópolis y los fortines. Eamand – Trabajo propio. CC BY-SA 4.0. Ver máx. tamaño.
En general la mayoría de las tumbas de Los Millares tienen una cámara circular con un diámetro entre los 3 y 6 m, construidas con mampostería irregular, revestida por un zócalo de esquistos, decorado en ocasiones con pinturas, con una falsa cúpula realizado por aproximación de hiladas de piedra que cierran su techumbre, y que en ocasiones estaba sujeto por una columna central; y un corredor de longitud y anchura variable, que suele estar compartimentado por esquistos perforados a modo de anillos por los que se accede al interior de la cámara, que a veces presentan nichos laterales. El conjunto es antecedido normalmente por un vestíbulo trapezoidal, donde se localizan en ocasiones betilos, o pequeñas piezas cilíndricas que podrían representar a los distintos individuos enterrados en su interior. La cubierta se enterraba con un túmulo de tierra quedando completado por un sistema de anillos concéntricos formado por lajas de piedra.
El número de inhumaciones en cada tumba varia desde los 20 a los 100 individuos, por lo que se trata de enterramientos colectivos. Así, en muchas ocasiones el espacio interno puede quedar totalmente ocupado tanto en la cámara, como en sus nichos laterales e incluso en el corredor. Entre los ajuares documentados destacan vasijas cerámicas como las cerámicas simbólicas, campaniformes, y objetos fabricados con materiales exóticos como marfil, huevos de avestruz, elementos de cobre, puntas de flecha y hojas de sílex, hachas e ídolos de hueso. Las tumbas forman distintos grupos distribuidos por distintas zonas de la meseta, formando diferentes agrupaciones que posiblemente reflejen distintas relaciones familiares, sociales, o simbólicas.
Muestra del ajuar sepultura número 7, una de las más completas. Necrópolis de Los Millares. Museo Arqueológico Nacional. ANAGSPC – Trabajo propio. CC BY-SA 4.0. Ver mayor tamaño.
2.4 Fortines
El control territorial es una de las características fundamentales que aparecen a lo largo del III milenio a. C. acentuado en el caso de Los Millares mediante la construcción de una serie de fortines alrededor del poblado. Estos fortines se construyen durante el Cobre Pleno (2500 a. C.). Están defendidos por murallas concéntricas a las que se le adosan bastiones y puertas de entrada protegidas por muros antepuestos, siendo el caso más llamativo por su estructura y complejidad el Fortín I.
Este fortín tiene una doble línea de murallas concéntricas y dos fosos que rodean toda la muralla exterior con una profundidad de hasta 6 metros del foso interno. La muralla interna corresponde al momento más antiguo y la muralla exterior se construye posteriormente, con un diámetro de casi 30 metros, tras el abandono del recinto interno. Estas murallas se completarían con una serie de torres y bastiones que se abren desde las murallas, habiendo dos barbacanas situadas al este y al oeste con entradas en recodo.
Entre ambas murallas quedan distintos espacios abiertos donde se han localizado varias cabañas de planta oval, apareciendo en una de ellas un taller para la producción de puntas de flecha de sílex. Además existen otros espacios abiertos dedicados a actividades como la molienda de cereal y el procesamiento de la sal junto a un área de almacenamiento con grandes vasijas cerámicas. También se ha excavado una cisterna para el almacenamiento de agua. Así, algunas de las interpretaciones que se le han asignado al fortín serían una función estratégica y militar, actividad productiva, actividades de aprendizaje —iniciación en la talla de puntas de flecha,— y actividades rituales o simbólicas.
El Fortín 5, situado sobre la margen derecha de la Rambla de Huéchar, también ha sido excavado sistemáticamente, formado por una muralla de forma más o menos ovalada, a la que se adosan dos bastiones y dos puertas de acceso en su lado norte y sur. Estos vanos quedan flanqueados por sendas barbacanas en un momento posterior. En el interior se documentaron diversas estructuras de molienda y hogares, siendo afectado al igual que en otros fortines por un incendio.
Del resto de los fortines, algunos se encuentran sin excavar y otros tienen una estructura menos compleja formando recintos poligonales (Fortín 4) y en otras ocasiones de planta circular (Fortínes 3 y 6).
2.5 Cronología
La cronología y temporalidad del yacimiento de los Millares se basa en una serie de 44 dataciones radiocarbónicas, de las cuales 20 proceden de la necrópolis, 14 al poblado y 10 a los fortines. El análisis de esta serie permite establecer la siguiente secuencia cronológica. Los Millares fue en primer lugar un lugar funerario. Las primeras sepulturas fueron construidas entre el 3220−3125 a. C. Tras 200 años de uso funerario se documentan las primeras evidencias de asentamiento en torno al 3090−2955 a. C. El ser anterior el uso ritual y funerario de Los Millares sugiere que la localización del asentamiento podría haber estado determinada por el significado simbólico y sagrado del sitio.
En la transición entre el cuarto y el tercer milenio se produciría, por tanto, la fundación del poblado de los Millares junto a la necrópolis. La datación de los diferentes recintos o murallas que delimitan el área habitada sugiere su construcción en un corto intervalo temporal, de forma que a principios del tercer milenio a. C. el asentamiento habría alcanzado su máxima extensión. Durante los siglos posteriores, las actividades funerarias y asociadas al hábitat adquirieron un importante desarrollo. El poblado alcanzó unas dimensiones, concentración poblacional y monumentalidad desconocidas hasta el momento en la península ibérica.
A mediados del tercer milenio (ca. 2500 a. C.) nuevos cambios transformaron el sitio de los Millares. Según las dataciones radiocarbónicas, la mayor parte de poblado fue abandonado en estos momentos, y solo el recinto interior, denominado como ciudadela permaneció ocupado. En esos momentos se construyeron los pequeños asentamientos o “fortines” y se habitaron. Por tanto, la coexistencia entre el poblado y los “fortines” solo se produjo durante un corto periodo de tiempo, no más de un siglo, cuando la mayor parte del poblado ya había sido abandonado. El final tanto de la necrópolis, como del recinto más interno del poblado y de los “fortines” se produciría en torno al ca. 2200 a. C., coincidiendo con los cambios culturales que dieron origen al desarrollo de la Cultura de El Argar.
La cultura argárica es una cultura que se expresó y manifestó en poblados del sudeste de la península ibérica en el Bronce Antiguo, floreciendo entre c. 2200 y 1550 a. C., (ref. Lull, Vicente; R. Micó; Cristina Rihuete Herrada; Roberto Risch (2011). «El Argar and the Beginning of Class Society in the Western Mediterranean») . Formó una de las sociedades de mayor relevancia en la Europa del III y II milenios a. C. y creó la primera sociedad urbana y estatal del Mediterráneo occidental. (ref. David Barreira (24 de febrero de 2021). «Los misterios de la sociedad guerrera que revolucionó la Península Ibérica hace 4.000 años». El Español. Consultado el 5 de febrero de 2021.).
2.6 Paisaje
La aridez actual del Sureste español no corresponde con el clima que existía durante el IV y III milenio a. C. Los datos que ofrecen distintas disciplinas —Antracología, Carpología, Arqueozoología y la Geoarqueología— demuestran la presencia de un medio natural bastante diferente al actual. A pesar de tener una pluviometría bastante parecida a la actual, la presencia de una cobertura vegetal y suelos más profundos garantizaba la conservación de humedad y el cultivo de plantas.
El paisaje circundante de Los Millares pertenecía al piso mesomediterráneo formando una cobertura vegetal compuesta por encinares, pino silvestre, coscojales, lentiscos, acebuches, al que se le unía un sotobosque formado por plantas como el lentisco, el romero, las jaras, los enebros, etc. Además aparecen otras especies como el sauco, el taray, el sauce, el fresno, el álamo, todas especies relacionadas con el curso de los ríos y ramblas cercanas. Ello indicaría la presencia de cursos de agua más continuos que en la actualidad. Las talas de árboles para su empleo en actividades de cocina, construcciones, fundición, terrenos de cultivo, así como un pastoreo intensivo durante más de mil años de ocupación acabaron afectando a la vegetación circundante.
2.7 Sociedad
Gracias al estudio de los restos hallados en las necrópolis (sobre todo de Los Millares) los investigadores han llegado a la conclusión de que ésta era una sociedad en proceso de jerarquización. Según Chapman, aunque las sepulturas son colectivas y, por tanto, representativas de un grupo familiar, entre ellas hay claras diferencias, que se aprecian en su mayor o menor complejidad arquitectónica y en la riqueza de los ajuares que contienen. Además, las tumbas más complejas y ricas se encuentran más cerca de la muralla, en el interior de ellas se ha detectado una cierta compartimentación del espacio y no todos los miembros de la comunidad eran enterrados en ellas (en Los Millares se han hallado unos mil esqueletos). Todo ello lleva a suponer (a falta de pruebas categóricas) que unas incipientes élites comenzaban a diferenciarse del resto de la población.
2.8 Economía
La base de la economía de Los Millares era el ganado, aprovechando no solo la carne y los productos secundarios —leche, queso, etc.— sino su utilización como tracción animal, siendo también una forma para la acumulación de la riqueza. Así, según los estudios faunísticos, especies como la cabra y la oveja representan un 37,5 % del total, con un dominio de las hembras adultas relacionado con la obtención de productos como la leche y la lana. Los bóvidos representan otro 37,7 %, aunque con diferencias entre el poblado y en los fortines, en estos últimos con escasa presencia. En cuanto a los cerdos, ocupan un 22,8 % y eran sacrificados para su consumo. Además aparecen representados especies silvestres como el conejo, el ciervo, la cabra pirenaica, el jabalí, así como otras menos frecuentes como el zorro, el tejón, el lince, el urogallo, la rata de agua y el ánade real, etc.
Mientras que los poblados de las zonas cercanas al mar controlaban las vegas más fértiles, lo que indicaría una clara dedicación a la agricultura, los de las tierras altas estaban situados en pasos naturales y áreas de pastos, ideales para dominar el comercio y la ganadería. Entre los cultivos preponderantes se encontraban los cereales (trigo y cebada) y las leguminosas (haba y lenteja). Además de los cultivos de secano, hay indicios de que se practicaba también una agricultura de regadío (en las excavaciones del Cerro de la Virgen apareció una acequia claramente calcolítica). La cabaña ganadera estaba constituida por cabras, ovejas, bóvidos y équidos, de los cuales no solo se extraerían carne y pieles, sino que se obtendrían numerosos recursos secundarios, como son la leche (y su derivado el queso), el estiércol, la tracción y la carga. Asimismo, la caza (ciervos, jabalíes, uros, etc) tendría un peso sustancial en la dieta de estas poblaciones, aportando hasta una quinta parte de la carne consumida.
Aunque la mayoría de las actividades artesanales se realizaban en los entornos domésticos, la producción de algunos bienes hubo de requerir la presencia de especialistas; este sería el caso de algunas cerámicas muy homogéneas y la razón de la existencia del taller metalúrgico de Los Millares. Las redes comerciales debieron unir todo el sudeste peninsular, llegando a alcanzar el Atlántico y Norte de África, hecho constatado por la presencia en los enterramientos de campaniformes marítimos, marfil y huevos de avestruz.
En los ajuares funerarios aparecen ya artefactos de cobre fundido como hachas planas, cinceles o puñales triangulares, pero la mayor parte de los útiles encontrados estaban fabricados en piedra tallada (puntas de flecha bifaciales o alabardas) o pulida (hachas, azuelas e ídolos). También se utilizaban el hueso y el asta para realizar punzones, agujas o botones. La cerámica es habitualmente tosca y lisa, abarcando básicamente cuencos, platos y cubiletes, aunque también se encuentran vasos simbólicos (con oculados y soliformes) y campaniformes.
Edificio de planta cuadrada de Los Millares identificado como taller metalúrgico. Foto: Yuntero – Trabajo propio. CC BY-SA 3.0.
Mientras que los poblados de las zonas cercanas al mar controlaban las vegas más fértiles, lo que indicaría una clara dedicación a la agricultura, los de las tierras altas estaban situados en pasos naturales y áreas de pastos, ideales para dominar el comercio y la ganadería. Entre los cultivos preponderantes se encontraban los cereales (trigo y cebada) y las leguminosas (haba y lenteja). Además de los cultivos de secano, hay indicios de que se practicaba también una agricultura de regadío (en las excavaciones del Cerro de la Virgen apareció una acequia claramente calcolítica). La cabaña ganadera estaba constituida por cabras, ovejas, bóvidos y équidos, de los cuales no solo se extraerían carne y pieles, sino que se obtendrían numerosos recursos secundarios, como son la leche (y su derivado el queso), el estiércol, la tracción y la carga. Asimismo, la caza (ciervos, jabalíes, uros, etc) tendría un peso sustancial en la dieta de estas poblaciones, aportando hasta una quinta parte de la carne consumida.
Aunque la mayoría de las actividades artesanales se realizaban en los entornos domésticos, la producción de algunos bienes hubo de requerir la presencia de especialistas; este sería el caso de algunas cerámicas muy homogéneas y la razón de la existencia del taller metalúrgico de Los Millares. Las redes comerciales debieron unir todo el sudeste peninsular, llegando a alcanzar el Atlántico y Norte de África, hecho constatado por la presencia en los enterramientos de campaniformes marítimos, marfil y huevos de avestruz.
En los ajuares funerarios aparecen ya artefactos de cobre fundido como hachas planas, cinceles o puñales triangulares, pero la mayor parte de los útiles encontrados estaban fabricados en piedra tallada (puntas de flecha bifaciales o alabardas) o pulida (hachas, azuelas e ídolos). También se utilizaban el hueso y el asta para realizar punzones, agujas o botones. La cerámica es habitualmente tosca y lisa, abarcando básicamente cuencos, platos y cubiletes, aunque también se encuentran vasos simbólicos (con oculados y soliformes) y campaniformes. (ver ref. Delibes, Germán; Fernández-Miranda, Manuel. Los orígenes de la civilización. El Calcolítico en el Viejo Mundo. pp. 166-167.).
El consumo de plantas en Los Millares está representado en su gran mayoría por la cebada, el trigo, el haba y el guisante. La escasez de elementos de hoz hace pensar que los habitantes del poblado no cultivarían directamente el trigo y la cebada, sino que más probablemente llegarían como alimentos ya procesado -siega y trilla- listos para su molienda. Además han aparecido otros restos de semillas como aceitunas, uvas y bellotas. Asimismo, el esparto sería fundamental para la elaboración de elementos de cestería, utensilios, contenedores, cuerdas, alpargatas, etc.
Las actividades artesanales también están presentes en el yacimiento destacando la metalurgia; la industria lítica tallada, y más concretamente la producción de puntas de flecha; la fabricación de herramientas de piedra pulimentada -martillos, molinos, hachas y azuelas-; la producción de cerámica a mano, de tipo doméstico de pasta naranja en la que se producen platos, fuentes y cazuelas, así como cerámicas simbólicas con decoraciones pintadas o incisas en las que se representan cérvidos, ojos-soles, zig-zag, triángulos, etc.; y en momentos avanzados hacia 2500 a. C. aparece la alfarería campaniforme con diseños en bandas y metopas con incisiones o impresiones sobre la pasta cerámica. Los análisis de pastas indican la circulación a grandes distancias de ciertos elementos de prestigio como la cerámica campaniforme, que en los casos más antiguos proceden de la zona portuguesa como la desembocadura del Tajo.
Algunas de estas actividades solo las realizaban algunos artesanos, lo que implica la presencia de una especialización para la manufactura y fabricación de ciertos productos como la metalurgia o la talla de puntas de flecha. Así, la aparición de un taller metalúrgico localizado en el interior de la Línea III indica un alto nivel de especialización en dichas producciones, existiendo artesanos que elaboran útiles domésticos, armas, hachas, escoplos y sierras, etc. La producción metalúrgica en Los Millares debió de ser importante, considerándose para algunos investigadores el motor del cambio social.
2.9 Organización política
Desde finales del siglo XIX hasta mediados de los años 70 la investigación sobre los yacimientos calcolíticos en la Península estuvo centrada en una pugna entre dos concepciones idealistas: orientalismo y occidentalismo. La inmensa mayoría de los investigadores hasta ese momento, como Luis Siret y los Leisner mantenían que el desarrollo de estas poblaciones estaba relacionada con la llegada de colonos del Mediterráneo Oriental, excepto algunas excepciones como Bosch Gimpera que defendía un autoctonismo.
Estos planteamientos comienzan a cambiar o a suavizarse tras la aparición de las primeras dataciones de Carbono 14, que demostraron que las sepulturas colectivas y las fortificaciones de la península ibérica eran más antiguas que las del Mediterráneo Oriental. Los trabajos y publicaciones realizadas por Antonio Arribas y Martín Almagro durante los años 50 plantean un origen autóctono de esta cultura.
A partir de la década de los 70 se comienzan a desarrollar teorías sobre los cambios sociales producidos durante el IV-III milenio en el S.E peninsular, haciendo hincapié unos investigadores en el crecimiento demográfico, las condiciones climáticas, la especialización de los artesanos, la introducción de técnicas de irrigación, o la acumulación de riqueza a través del control de los distintos sistemas de producción.
Enterramiento tipo tholos de Los Millares. Jose Mª Yuste (Tuor123). CC BY-SA 3.0. ver pantalla completa.
De esto modo, Robert Chapman analiza la necrópolis de Los Millares y rechaza la clasificación tipológica/cronológica realizada por anteriores investigadores como los Leisner, proponiendo que las diferencias presentes en los ajuares, en los tipos de tumbas y su localización dentro de la necrópolis representan enterramientos de distintos grupos sociales. C. Mathers defiende una combinación de varios factores como la presencia de una variabilidad de ecosistemas locales, estrategias económicas intensivas, la posibilidad de diversificar los asentamientos, el uso de la tierra y una progresiva centralización, fueron las causas que hicieron surgir la aparición de élites sociales. Desde la perspectiva del materialismo cultural, Antonio Ramos explica el cambio social como una transformación debida a la presión demográfica y la necesidad de una mayor energía alimentaria. Por otro lado, investigadores como Fernando Molina y Juan Antonio Cámara defienden la presencia de desigualdades sociales y un acceso restringido a las élites del poder y la riqueza como consecuencia de la aparición de centros especializados en determinados recursos como la metalurgia, el control de los bienes de prestigio y la aparición de poblados agrícolas dependientes y tributarios.
2.10 Territorio durante el IV-III milenio
Diversas investigaciones llevadas a cabo por distintas universidades han centrado sus estudios tanto en la excavación sistemática de algunos yacimientos pertenecientes a esta época como en la prospección arqueológica, ofreciendo una visión más completa de los territorios que ocupaba la cultura de “Los Millares” durante el IV y III milenio a. C. Esta ocuparía las provincias actuales de Almería, Murcia, Granada y parte de Alicante.
Así, algunos investigadores como Fernando Molina plantean la presencia de cuatro grupos comarcales: el Grupo del Andarax, el Grupo Almanzora, el Grupo de Lorca y el Grupo de Huéscar-Chirivel. El territorio quedaría estructurado en torno a un gran poblado central, como Los Millares para el Andarax, Almizaraque para el Almanzora, Cabezo del Plomo en Lorca o Cerro de la Virgen para el Altiplano de Granada-Pasillo de Chirivel.
En el caso de Los Millares este poblado ejercía un control territorial del valle del Andarax y áreas próximas como el Pasillo de Tabernas, Campo de Níjar y el área del Cabo de Gata en los que aparecen poblados como el Terrera Ventura en Tabernas, Ciavieja en el Ejido, o el Barranquete en Níjar. Diversos investigadores como Francisco Carrión plantean la circulación de algunos productos entre Los Millares y áreas colindantes como son la sal, el mineral de cobre, las rocas silíceas o las rocas volcánicas. Asimismo otros investigadores como G. Martínez indican la presencia de circulación de productos a grandes distancias a nivel regional en el caso de las industrias líticas talladas, y con el Norte de África, como prueba la presencia de productos exóticos elaborados con marfil o los huevos de avestruz.
Las investigaciones del asentamiento de Los Millares nos revelan su complejidad, monumentalidad e importancia, constituyendo uno de los poblados de referencia del sur de la península ibérica y de Europa durante la Edad del Cobre. Las evidencias científicas ponen de manifiesto los cambios ambientales que se ha producido hasta la actualidad, así como la conexión y el intercambio de productos entre ambas orillas del Mediterráneo durante el IV-III milenio a. C.
3. Interpretaciones
3.1 Orígenes.
A grandes rasgos, dos han sido las líneas de interpretación mediante las cuales se ha querido explicar el aumento de la complejidad cultural durante el Calcolítico en el sudeste ibérico:
- la tesis difusionista u orientalista;
- la explicación evolucionista o autoctonista.
Los hermanos Siret fueron los primeros que introdujeron el término colonia para designar los asentamientos del sudeste español. Posteriormente, Bosch Gimpera los relacionó con unos supuestos grupos norteafricanos que habrían llegado durante el Neolítico a la región. Georg y Vera Leisner retornaron a la idea de que la llegada de colonos orientales estuvo en el origen de la complejidad cultural en la región. (3)
Pero los materiales de importación oriental más antiguos encontrados en España son unas cerámicas micénicas halladas en Córdoba y datadas hacia el 1300 a. C. (las dataciones calibradas de Carbono 14 sitúan Los Millares entre 3100-2200 a. C.). Por otro lado, los ídolos oculados, la cerámica acanalada o pintada y las coladas de cobre del sudeste peninsular tienen características propias, diferentes de los supuestos modelos orientales. (4)
Así que los investigadores no han tenido más remedio que reformular sus teorías y, actualmente, la mayoría de los estudiosos opinan que los cambios culturales y sociales que se dieron en el área de Los Millares durante la Edad del Cobre fueron consecuencia de una evolución autóctona. El problema está en la falta de datos arqueológicos que, por ahora, impiden ofrecer una imagen más completa del alcance de esta evolución. (4)
Cuenco de Los Millares decorado con ciervos (M.A.N., Madrid). Foto: Luis García. CC BY-SA 3.0.
3.2 Organización social.
Agotado el debate cronogeográfico, los investigadores se volcaron en el ámbito de la reconstrucción social calcolítica y, para ello, dos han sido los principales modelos utilizados:
- el funcionalista, basado en el análisis de los servicios prestados dentro de las comunidades y las respuestas adaptativas a unas realidades cambiantes;
- el materialismo histórico, fundamentado en los factores socioeconómicos.
Siguiendo los modelos funcionalistas de Renfrew, R.W. Chapman y C. Mathers consideran que las necrópolis millarenses reflejan una incipiente jerarquización social y explican su origen en la necesidad de garantizar el suministro regular del agua para una agricultura progresivamente intensificada, servicio gestionado por unos dirigentes que actuaban como redistribuidores. Éstos, para diferenciarse, crearon una economía de bienes de prestigio cuyos exponentes principales serían los objetos realizados en cobre.
- Almudena, Hernando Gonzalo. pp. 59-62.
- Gilman Guillén, Antonio. Veinte años de Prehistoria funcionalista en el sureste de España. p. 85.
Desde la óptica del materialismo, A. Ramos Millán cree que el aumento demográfico provocó una intensificación y expansión territorial que desembocó en la competencia entre las comunidades, rompiéndose los lazos de parentesco tradicionales, aumentando la conflictividad y diferenciándose unos grandes hombres que fueron los que controlaron este proceso. Para A. Gilman Guillén la coacción ligada al progresivo militarismo (constatado en el aumento de las fortificaciones y armas) sería la clave de la estratificación social, desencadenada gracias a la intensificación agraria conseguida mediante la irrigación y el policultivo mediterráneo (olivo y vid). Mientras, la metalurgia jugaba un papel secundario, sirviendo para acumular y ostentar la riqueza conseguida gracias a la coacción.
Gran hombre es el término usado en Antropología para referirse a aquellos individuos que poseen una especial influencia dentro de sus tribus pero que no tienen capacidad para imponer su voluntad. El gran hombre no tiene una autoridad formal otorgada por la tribu (obtenida gracias a sus posesiones materiales o por derechos de herencia) sino que consigue mantener su posición gracias a su capacidad de persuasión y a su sabiduría. Tiene un amplio grupo de seguidores que pertenecen tanto a su clan como a otros clanes y a todos ellos les proporciona protección y asistencia económica. A cambio, utiliza sus apoyos para incrementar su propio rango. Ha sido utilizado en Prehistoria para definir el liderazgo de las sociedades segmentarias.
Ídolo oculado calcolítico. Ídolo cilíndrico oculado en alabastro. Altura:19 cm; diámetro máximo:7 cm; diámetro base: 5 cm. Probablemente proceda del sur del valle del Guadalquivir. Museo Arqueológico Nacional de España, Madrid. Ángel M. Felicísimo from Mérida, España. CC BY-SA 2.0.
Un ídolo oculado es un tipo de ídolo con rasgos antropomorfos muy esquemáticos, y que se caracteriza sobre todo por la presencia de ojos. Se trata de manifestaciones simbólicas propias de las comunidades agrícolas y ganaderas de la mitad meridional de la Península ibérica prehistórica durante el neolítico y el calcolítico. La decoración oculada se plasma sobre diversos materiales, entre los que destacan, en territorio valenciano, los huesos largos.
- Museu de Prehistòria de València, ed. (Del 6 de març al 20 de maig de 2012). «La mirada de l’ídol: exposició» (en catalán).
- Pascual Benito, Josep Lluís (2012). La mirada de l’ídol: tresors del Museu de Prehistòria (en catalán y español). Museu de Prehistòria de València. p. 36.
- Ballester Tormo, Isidro (1946). «Ídolos oculados valencianos». Archivo de Prehistoria Levantina II: 115-142.
Se han interpretado los oculados de diversas formas. Por una parte, una hipótesis, mayoritaria, considera a los oculados como representaciones de carácter simbólico-religioso de divinidades, concretamente se trataría de una madre de origen neolítico. El hecho de que se hayan encontrado en tumbas indicaría, además, un carácter de divinidad funeraria, protectora de las sepulturas.
Por otra parte, hay quien ve una representación simbólica de las personas presentes en las sepulturas en las que se han encontrado. Los oculados cumplirían una función heráldica, representando la filiación genealógica y el linaje de individuos de la élite.
3.3 Medio ambiente
Casi todos estos autores coinciden en que las condiciones ambientales durante el Calcolítico del sudeste español eran similares a las actuales, algo en lo que no está de acuerdo A. Hernando Gonzalo, quien, basándose en los datos paleobotánicos y faunísticos de que disponemos, cree que ha habido un significativo cambio ecológico debido a razones antrópicas.
El impacto ambiental, (ver fuente: «Impacto ambiental».) también conocido como impacto antrópico o impacto antropogénico, es la alteración o modificación que causa una acción humana sobre el medio ambiente. (ver ref. «Significado de impacto ambiental»). Debido a que todas las acciones del ser humano repercuten de alguna manera sobre el medio ambiente, un impacto ambiental se diferencia de un simple efecto en el medio ambiente mediante una valoración que permita determinar si la acción efectuada (por ejemplo un proyecto) es capaz de cambiar la calidad ambiental y así justificar la denominación de impacto ambiental.(ver ref. Garmendia Salvador, Alfonso; Salvador Alcaide, Adela; Crespo Sánchez, Cristina; Garmendia Salvador, Luis (2005). Evaluación de impacto ambiental. Madrid:).
Ver: Impacto ambiental en wikipedia para más datos.
Referencias los Millares
- «Investigadores demuestran que la primera ciudad de la península ibérica se estableció hace 5.000 años en Almería.».
- «El Parlamento apoya por unanimidad que se declare al yacimiento de Los Millares Patrimonio Mundial».
- Hernando Gonzalo, Almudena (1987-88). «Interpretaciones culturales del Calcolítico del sureste español. Estudio de las bases teóricas». Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada (12-13): 41-51.
- Delibes, Germán; Fernández-Miranda, Manuel. Los orígenes de la civilización. El Calcolítico en el Viejo Mundo. pp. 169-171.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Los Millares.
- Yacimiento de los Millares en OpenStreetMap
- Los Millares. El yacimiento arqueológico. Puesta en valor. Utilidad educativa: http://www.losmillares.info Archivado el 15 de marzo de 2009 en Wayback Machine.
- Antes que los egipcios: la olvidada civilización de Los Millares
- Aldea rural.com: Los Millares
- Los Millares en Google Earth
- Asentamientos Milláricos en el Campo de Nijar
- Los Millares en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico
C. Cultura arqueológica de Vila Nova
La cultura arqueológica de Vila Nova de São Pedro o del Tajo se desarrolló durante el Calcolítico de Portugal, a la vez que la de Los Millares en el sudeste peninsular. Se caracteriza por la construcción de fortalezas de piedra en áreas sin riquezas económicas concretas, lo que ha llevado a interpretarlas como lugares centrales de las redes comerciales. Localizada en la región en torno a la desembocadura del Tajo, floreció entre aproximadamente 2700 y 1500 a. C. según unos autores o entre 3100 y 2200 a. C. según otros. Ver refs. Eiroa García, Jorge Juan (2010). «Prehistoria del mundo». Barcelona (primera edición) (Sello Editorial SL). pp. 648-652.) Una serie de rasgos culturales específicos la diferencian de su entorno: lúnulas, copas rituales, placas de pizarra con aparente significado astronómico, etc.
(Ver refs. Fullola, Josep Mª; Nadal, Jordi (2005). «Introducción a la prehistoria. La evolución de la cultura humana.». Barcelona (primera edición) (Ed. UOC). pp. 181-182).
Periodización de Vila Nova
Se suelen distinguir dos periodos:
- Vila Nova I: durante toda esta etapa y el inicio de la siguiente aparece muy vinculada a la cultura de Los Millares. El comercio o intercambio con África septentrional (marfil, cáscaras de huevo de avestruz), ya existente desde siglos atrás, prosigue durante esta época.
- Vila Nova II: caracterizada por la presencia del vaso campaniforme. A finales del periodo, mientras los grupos de Los Millares eran sustituidos por los de El Argar en el sudeste español, los poblados del Tajo entraron en una lenta decadencia. Mientras que aquellos incorporaron la técnica del bronce, estos permanecieron estancados en el Calcolítico hasta su disolución en la cultura de la cerámica bruñida, integrada en el Bronce atlántico.(ver Edad de Bronce).
Aunque también se han llegado a diferenciar tres horizontes cronológicos:
- Inicial o de los copos canelados, entre 2700-2300 a. C.
- Medio o de la cerámica con decoración foliácea, entre 2300-2000 a. C.
- Final o campaniforme, hasta 1500 a. C.
Bruñido (cerámica) es una técnica decorativa que en alfarería consiste en frotar la superficie arcillosa de una pieza cerámica hasta conseguir una apariencia pulida y brillante, y cierta suavidad táctil. (El Diccionario de la Real Academia Española tiene una definición para bruñido.).
Usado desde el Bronce Final como técnica de acabado, puede encontrarse en muy diferentes culturas de la Antigüedad.
Herramientas o bruñidores. Las herramientas para frotar la superficie de una pieza cerámica son muy variadas: el dedo del alfarero, un palo de madera, piedras, semillas, objetos de plástico, huesos… y se pueden alternar o intercambiar a lo largo del proceso de bruñido hasta lograr el efecto deseado. También pueden usarse como bruñidores recursos como «media caña, badanas o pellejas, una bola de cristal o metal… pero siempre sin angulaciones ni resaltes».( Ver ref. Caro Bellido, 2008, p. 56.).
Técnica. El bruñido puede iniciarse cuando la pieza está húmeda, en estado de dureza de cuero, o cuando ya está seca. Algunos artesanos consideran que el efecto del pulido se logra más en la segunda opción por varias razones:
Cuando la pieza está recién hecha puede ser deformada por la presión ejercida o la simple manipulación.
Cuando la pieza está totalmente seca es propensa a quebrarse con la presión de las herramientas, en especial si sus paredes son finas.
El estado ideal para el bruñido de la pieza es el llamado «momento de dureza de cuero», cuando el barro o arcilla no están tan blandos como para ser deformados pero no son tan frágiles como para quebrarse en su proceso.
Cerámica tartesia del periodo denominado de ‘retícula bruñida’, anterior a la colonización fenicia, en el Museo Arqueológico Nacional de España. Miguel Hermoso Cuesta. CC BY-SA 4.0. Ver mayor tamaño.
Yacimientos de la cultura de Vila Nova
Los principales asentamientos son el poblado fortificado epónimo de Vila Nova de São Pedro y Zambujal. El primero presenta una muralla exterior que protege unas viviendas de planta circular y una fortaleza interior cuadrangular. El segundo tiene un importante complejo defensivo formado por muros de hasta ocho metros de anchura, una barbacana con aspilleras, torres y múltiples recintos. En ambos se han documentado restos relacionados con la metalurgia tales como escorias, lingotes de cobre o artefactos fabricados con este metal. También en ambos, como en Los Millares, se identifican dos fases relacionadas con los ajuares funerarios, que incluyen en el segundo periodo el vaso campaniforme y sus elementos asociados. Otros asentamientos son Pedra de Ouro, Rotura o Penedo. En la zona de Zambujal hay unos diez poblados relacionados, algunos de los cuales no presentan ningún tipo de fortificación, lo cual se ha interpretado como un indicio de la existencia de una jerarquía de asentamientos. Los enterramientos eran colectivos y se realizaban en megalitos, cuevas artificiales y tholoi.
(Ver ref. Eiroa García, Jorge Juan (2010). «Prehistoria del mundo». Barcelona (primera edición) (Sello Editorial SL). pp. 648-652.).
Hay asentamientos fortificados similares en el Algarve y Alentejo, así como otros con características distintas en Extremadura y Andalucía occidental. Pero todos ellos tienen en común su situación en lugares estratégicos, el dominio sobre el medio circundante y una economía agropecuaria.
Economía
Las tierras del estuario del Tajo son de las más fértiles de la península ibérica. En época calcolítica se produjo una intensificación agrícola que provocó la aparición de excedentes, transformados por las élites dominantes en productos de lujo y prestigio, que en muchos casos eran objetos de metal. Este proceso estuvo basado en el cultivo de trigo, cebada, habas, lino, olivos y, quizás vid, que se complementó con una ganadería de bóvidos, cerdos, ovicápridos y caballos. Se cree que ya se utilizaba el arado tirado por bueyes. Aunque se constata un considerable crecimiento demográfico en comparación con la anterior etapa neolítica, con el comienzo de la Edad del Bronce se produjo una involución, se abandonaron los poblados y la zona quedó al margen de las redes de intercambio.
3 comentarios
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