La conclusión final de esta filosofía es que el bien y el mal se relacionan exclusivamente con nuestra prohairesis, es decir: con nuestro libre albedrío, por lo que no dependen de las cosas externas o circunstanciales. En otras palabras, somos nuestro propio bien y nuestro propio mal, más allá de las circunstancias, puesto que la facultad de elegir en nuestro libre albedrío. Somos nosotros los que elegimos. Tenemos la facultad de elegir entre el bien y el mal y, por lo tanto, somos responsables por nuestro propio Destino ya que el mismo está en nuestras propias manos. No así la Fatalidad, que es lo que «nos sucede» y que responde a causas externas fuera de nuestro control, mientras que al Destino lo vamos construyendo con las cosas que hacemos suceder porque las elegimos.
[Prólogo de Denes Martos]“ . EPICTETO