DOCTRINA ISLAMICA: PRINCIPIOS Y PRÁCTICAS. Los pilares del islam
La Kaaba en primer plano y la ciudad de La Meca, en un grabado de What the world believes, the false and the true (1888).
La práctica religiosa en el Islam se basa en cinco obligaciones ineludibles fundamentales, por eso se las llama arkan al-Islám, «pilares del islam». El primero es la saháda o profesión de fe, la fórmula «No hay dios sino Dios y Mahoma es el enviado de Dios» -símbolo de la unión indisoluble para el musulmán entre la fe en un único Dios y la suprema dignidad de su profeta, testimonio evidente en favor de la unicidad divína basta al que la pronuncia para transformarse inmediatamente en musulmán, participando en adelante de los derechos que le confiere el islam y quedando sujeto a sus obligaciones.
El segundo pilar es la salát u oración ritual, efectuada en lengua árabe cinco veces al día (al alba, a mediodía, a media tarde, cuando se pone el sol y por la noche). El orante debe ponerse antes en estado de pureza legal mediante la ablución, que será mayor o menor según el grado de impureza (estrechar la mano a una mujer que no sea pariente próxima requiere ya una ablución menor y una mayor tras el acto sexual, por ejemplo), a falta de agua puede hacerse con arena. La oración debe hacerse cara a La Meca y cuidando realizarla en un lugar limpio. Salvo el viernes a mediodía la presencia del creyente en la mezquita es puramente facultativa. La oración puede ser invalidada con un gesto, una palabra extraña al ritual o una simple ventosidad, porque con ello se rompe la unión del fiel con Dios. En tal eventualidad, el creyente debe recomenzar el rito.
El tercer pilar es la zakat, el azaque, una especie de diezmo destinado a sostener a pobres y menesterosos, también para rescatar esclavos, para ayudar a los viajeros indigentes, para obras públicas y sufragar la guerra santa. La zakat se pagaba en especie y en metálico y no gravaba los bienes inmuebles, sino solamente los productos de la ganadería, de la agricultura, del comercio y de los capitales y de las ganancias en general. La zakat equivalía a un diezmo, pero esa tasa podía variar. Así los dueños de los rebaños de cualquier especie de ganado estaban sujetos al pago de un número de cabezas proporcional a la importancia de su rebaño (ej. 1 camello por cada 40); generalmente de los campos regados por la lluvia se debía entregar el 10% de las rentas y el 5% si era regado artificialmente. La zakat, caída en desuso en la mayor parte del islam (salvo en países como Arabia Saudí, muy conservadores), es reivindicada hoy por los movimientos funda- mentalistas que aspiran a instaurar la ley musulmana y a aplicarla a todos los efectos.
El cuarto pilar es el sawm o ayuno en el noveno mes del año lunar, o sea, en rama- dán, mes en el que el Profeta recibió la primera revelación coránica. Este ayuno no marca solamente la vida personal del que lo efectúa, sino también la vida pública de las sociedades musulmanas. El creyente debe abstenerse de comer, beber, fumar, perfumarse o mantener relaciones sexuales durante el día. Estas prohiciones legales no conciernen a las noches. Por las noches se pueden realizar sin carácter obligatorio plegarias especiales. El fin del ayuno culmina el Io de sawwál, el décimo mes, en el que se celebra la fiesta de la ruptura del ayuno y en la que se practica la zakat al-fitr, limosna dada a los pobres y necesitados. Este ayuno incumbe a cada creyente, pero guarda un carácter colectivo. El ayuno así entendida es una verdadera profesión de fe. Es un testimonio de solidaridad, mediante el cual el sentimiento de fraternidad de la comunidad musulmana se reaviva año tras año, al ser seguido este rito ampliamente por todo el mundo islámico.
Hoy día este ayuno plantea un verdadero problema, ya que en esas fechas en los países islámicos, en vías de desarrollo é industrialización, disminuye la producción alarmantemente durante todo el mes, y eso, en una economía de mercado, traducido a cifras, es poco menos que ruinoso. Evidentemente esperar una solución rápida y eficaz del problema con el actual recrudecimiento de los fundamentalismos es algo quimérico, ahora bien, si se hallara, ha de tener por fuerza una base religiosa.
El quinto pilar del islam, en fin, es el hayy o la peregrinación, que habrá ser realizada por el musulmán adulto y sano que tenga los medios para realizarla y causas externas a él no se lo impidan (la mujer debe hacerla acompañada). El peregrino vestido del ihiñm (vestimenta arcaica de dos piezas de tela blanca sin costuras) y calzado con sandalias, debe observar unas prohibiciones rituales (no tener relaciones sexuales, no afeitarse, ni cortarse el pelo, ni las uñas, etc.) y participa en unas ceremonias, como son las vueltas a la Ka’ba, la estancia en Mina, el sacrificio de una res, y el apedreamiento de unos pilares que simbolizan el demonio.
La peregrinación, que dura desde el 9 o el 12 (o 13) de dü-l-hiyya, duodécimo mes del calendario musulmán, tiene un valor purificador, borra los pecados y, más quizá que otra práctica ritual, es muestra de la solidaridad de todos los creyentes, sean de la clase o de la raza que sean; los musulmanes en ella se encuentran en perfecta igualdad, participando en un acto de devoción realizado en común, sintiendo al partir a sus respectivos países la sensación de la fuerza y la unidad del islam.Todo peregrino, una vez efectuada la peregrinación es un hayy, es decir, un musulmán que ha realizado la peregrinación, y en adelante puede ostentar ante su nombre ese título a modo de dignidad.
[…]
DOCTRINA ISLAMICA: PRINCIPIOS Y PRÁCTICAS . FELIPE MAÍLLO SALGADO (Universidad de Salamanca).
Fuente para su difusión en internet, Pedro Benito Somalo. (Biblioteca Gonzalo de Berceo).