MUERTE Y MODELOS DE MUERTE EN LA EDAD MEDIA CLÁSICA (I)
[…] MORIR DE LA «PROPIA ENFERMEDAD»: LO FÍSICO Y LO TRASCENDENTE DE LAS LIMITACIONES HUMANAS
Aunque las enfermedades tengan una historia , no resulta fácil saber cuáles eran aquellas de las que moría el hombre de a pie (el adulto, se entiende) en la Edad Media. Los textos narrativos son extraordinariamente vagos, incluso cuando se refieren a personajes tan de élite como los monarcas. Dirán, así: «murió de su propia muerte», «murió de su propia enfermedad», «le salió el alma del cuerpo», «había cumplido el tiempo de su vida», «ingresó en el destino universal de la carne», etc…
Las enfermedades mejor documentadas son las más impactantes por su carácter epidémico, su letalidad o la especial repugnancia que producen. Serán distintas clases de fiebres, fundamentalmente las de carácter palŭdico. Aunque no mortales por si mismas constituyen una verdadera tortura que hacen que el cuerpo sea extremadamente vulnerable frente a otras contrariedades. Será la tisis o languidez, considerada por alg ŭn autor como auténtica «gran peste blanca».
Será el ergotismo conocido como «mal de los ardientes», «fuego de San Antonio», «fuego de San Andrés» o «fuego del infierno». Se trata de un fiagelo asociado a otro de los grandes riesgos de la época: la ingestión de alimentos en malas condiciones; en este caso, pan cuya harina de centeno había sido contaminada por el cornezuelo30 . Será la lepra, con especial incidencia en los siglos XII y XIII, que convierte al enfermo en una especie de muerto en vida y en objeto de un estricto aislamiento. será la peste negra, con dos brotes especialmente generalizados: el de mediados del siglo VI y el bien documentado de mediados del siglo XIV . En este ŭltimo momento, se calcula que la epidemia se cobraría un tercio de la población europea. En tales términos se expresan distintos testimonios: desde las grandes crónicas de Jean Froissart a otros escritos mucho más modestos. Uno referido a la Escocia del momento dice que la pestilencia «atacó a todos los habitantes/de forma que mató a un tercio de los vivos/tanto hombres como mujeres y nirios»
Al margen de las consideraciones técnicas hechas en los tratados de medicina , la enferrnedad tiene en el Medievo un valor instrumental y moral de primer orden. Valor no exento de ambigriedad.
La enfermedad es la potenciadora del milagro que es la mejor prueba de santidad . Los distintos males acaban tomando el nombre de los santos a los que se invoca para la curación : la gota será el «mal de San Mauro»; la peste el «mal de San Roque»; la epilepsia el «mal de San Juan»… Las escrófulas serán el «mal del Rey» dada la creencia en los poderes curativos poseidos por algunos monarcas, especialmente los de Francia e Inglaterra, tal y como magistralmente estudió en su momento Marc Bloch.
La enfermedad sirve también para medir la fortaleza de ánimo de personajes de excepción. Hildegarda de Bingen, la gran visionaria del Rin, padeció «desde su misma infancia casi de modo constante dolorosas enfermedades… Cuantas más fuerzas del hombre exterior le faltaban, tanto más accedía al interior a través del espíritu de la sabiduría y de la fortaleza. Mientras languidecía el cuerpo, crecía y crecía de un modo asombroso el ardor de espíritu» . Y por seguir con personajes de las élites sociales: las enfermedades padecidas por algunos monarcas pueden servir para resaltar la entereza de su carácter: la lepra de Balduino IV de Jerusalén; las fiebres periódicas de Luis IX de Francia; la parálisis que postró a Carlos V de Francia buena parte de su vida; o esas enfermedades difusas que minaron la salud del rey castellano Enrique III «El Doliente» pero que no mermaron su ánimo para preparar, en los ŭltimos días de su vida, una camparia contra el reino musulmán de Granada . Una enfermedad tan terrible como la lepra puede gozar de alguna que otra una visión compensatoria: «iRecuerda que estás muerto al mundo, pero volverás a vivir en Dios, por lo cual, ten paciencia!» se dice en los estatutos del leproso de la ciudad de Bayeux.
Como contrapartida, la enfermedad —al igual que cualquier otra limitación del hombre— es expresión del castigo divino en el sentido más estricto. Castigo que se da a nivel personal pero también colectivo tal y como se manifestará ante las grandes mortandades. El cronista florentino Juan Villani, ante la epidemia de 1348, hablará de conjunción de planetas, de efluvios venenosos surgidos del seno de la tierra tras conmociones sismicas… pero, a la postre, acabará remitiéndose al juicio de Dios como causa del terrible mal.
Por una especie de deslizamiento semántico, la enfermedad —consecuencia del pecado— se convierte en metáfora del pecado mismo. Asi, bajo la palabra lepra se designará al paganismo de Constantino o Clodoveo antes de su conversión al cristianismo. Y en el siglo XII, Eckberto de Schtinau, uno de los grandes debeladores del catarismo, definirá la herejia como «lepra volatilis». Una expresión a la que se sumarán otras que, igualmente, identifican heterodoxia con enfermedad: ceguera, cáncer, peste, etc. La identificación de la herejia con la locura no es tanto en los términos actuales de enfermedad, sino más bien de necedad, de estulticia.
Las metáforas en torno a la enfermedad tienen su equivalente en otras que acaban rodeando el discurso sobre la muerte. En el léxico utilizado se conjugarán elementos biblicos, patristicos y de la Antigtiedad clásica (ideas estoicas, neoplatónicas, etc.). Estamos ante una filosofia que fragua en los tiempos del «clasicismo medieval» —siglos XII-XII1 fundamentalmente—, se plasma en las grandes sumas y, con distintas alternativas, se transmite mas allá de los estrictos limites de la Edad Media.
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- MUERTE Y MODELOS DE MUERTE EN LA EDAD MEDIA CLÁSICA
- EMILIO MITRE FERNÁNDEZ Universidad Complutense
- EDAD MEDIA. Revista de Historia. 6 (2003-2004) pp. 11-31
Título : La danse macabre des femmes
Editor : Guyot Marchant (Paris)
Datos de edición : 1491
Registro : http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb33336626q
Registro de la obra : http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb12395233j
Lengua : Francés medio
Formato : 14 ff. non ch., sign. a-b : car. goth., fig. ; fol.
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Descripción : [Danse macabre des femmes (français moyen). 1491]
Identificador : ark:/12148/bpt6k3143810
Fuente/signatura : Bibliothèque nationale de France, département Réserve des livres rares, RES-YE-86
Sitio de consulta : Bibliothèque nationale de France
Fecha de puesta en línea : 25/07/2016