En conclusión, diremos que la Ciencia de los cálculos, la geometría y todas las disciplinas propedéuticas que deben proceder a la dialéctica [ filosofía ], necesitan ser enseñadas desde una edad muy tierna sin tener que fijarlas en un esquema rígido que es obligatorio.
¿Y por qué no?
Porque un hombre libre nunca tendrá que aprender una ciencia como si fuera un esclavo. De hecho, si las luchas sufridas por la fuerza del cuerpo no lo empeoran, ningún razonamiento que se imponga a la fuerza al alma puede ser estable.
Es verdad, dijo.
Y agrego: Mi querido amigo, no tendrás que entrenar a jóvenes con restricciones, sino con juego, para que tú también puedas distinguir cuáles son las condiciones naturales de cada uno.
La República, VII,.Platón
“El alma, cuando contempla la verdad y lo que realmente es, se ilumina y se llena de inteligencia; pero cuando se vuelve hacia lo que cambia y perece, se oscurece y confunde, creyendo saber sin saber realmente nada.”
— Platón, La República, Libro VII.
De la verdad y el conocimiento
(De “La República”, Libro VII — Alegoría de la cueva)
“Imagina hombres que viven en una caverna subterránea, con una abertura a lo largo de toda su extensión hacia la luz. Desde niños tienen las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer quietos y mirar solo hacia adelante. […] Si uno de ellos fuera liberado y obligado a levantarse, volver el cuello, caminar y mirar hacia la luz, sufriría y quedaría deslumbrado. […] Poco a poco comprendería que lo que veía antes eran solo sombras de las cosas verdaderas.”
(Síntesis del pensamiento platónico: el paso de la ignorancia a la verdad como un proceso doloroso pero liberador.)
El alma y su destino
(De “Fedro”)
“El alma del hombre es inmortal; pues lo que siempre se mueve por sí mismo es inmortal. Todo lo que recibe el movimiento de otra cosa, al cesar de moverse, cesa también de vivir; pero lo que se mueve a sí mismo nunca deja de moverse, porque es su propia fuente de movimiento y vida.”
(Visión del alma como principio eterno, fuente del movimiento y de la existencia misma.)
En torno a la belleza y el amor
(De “El Banquete”)
“El amor es deseo de la belleza y de la inmortalidad. […] El que se eleva desde las bellezas de la tierra hasta aquella belleza que no tiene forma corporal, sino que es eterna y pura, engendra en el alma la verdadera virtud y se hace amigo de los dioses, inmortal, si a los dioses es dado concederlo.”
(Una de las cumbres poéticas del pensamiento platónico: el amor como ascensión hacia lo divino y lo eterno.)
Sobre la justicia y el orden interior
(De “La República”, Libro IV)
“La justicia no consiste en otra cosa que en que cada uno haga lo suyo, y no se entrometa en los asuntos de los demás. Así también en el alma, cada parte cumple su función: la razón gobierna, el valor defiende y el deseo obedece.”
(La armonía del alma como espejo del orden justo de la ciudad.)
El pensamiento filosófico
(De “Apología de Sócrates”)
“Una vida sin examen no merece ser vivida por el hombre.”
(Una frase esencial del espíritu socrático-platónico: la búsqueda constante de la verdad como razón de vivir.)
Imagen modificada: Platón y Diógenes por Mattia Preti (1649). . D. Público. Original file (3,750 × 2,512 pixels, file size: 3.81 MB).
La escena muestra a dos filósofos de la Antigüedad en un diálogo visual intenso:
A la izquierda, Platón, vestido con una túnica roja de piel y un gorro de terciopelo oscuro, sostiene un libro abierto. Su gesto sereno y su mirada concentrada reflejan la sabiduría reflexiva, el pensamiento ordenado y la búsqueda de la verdad a través de las ideas.
A la derecha, Diógenes de Sínope, vestido con un abrigo tosco y sosteniendo una lámpara encendida, símbolo de su búsqueda de un “hombre honesto”, responde con una actitud más desafiante e irónica, propia del cinismo filosófico.
💡 Simbolismo
El contraste entre ambos personajes es el corazón de la pintura:
Platón representa el idealismo, el pensamiento abstracto y la confianza en la razón y las formas puras. Su gesto es medido y su entorno iluminado sugiere claridad intelectual.
Diógenes, en cambio, encarna la crítica mordaz a la hipocresía y las convenciones sociales. La lámpara que porta —su atributo más famoso— alude a su célebre frase: «Busco un hombre honesto», que según la tradición decía mientras caminaba con una lámpara encendida a plena luz del día.
Esa dualidad —la luz del intelecto platónico frente a la luz irónica del cínico— crea una tensión filosófica y estética de enorme potencia.

