El monasterio de San Millán de la Cogolla es una institución religiosa fundada en el siglo VI d. C. por San Millán, situada en el municipio de San Millán de la Cogolla, en la comunidad autónoma de La Rioja. Está formado por la comunidad de monjes que continúan la tradición iniciada por el eremita Millán. Desde el siglo VI hasta nuestros días se han dado distintos tipos de vida monástica: eremitas, cenobio, monasterio visigodo dúplice con regla hispánica, monasterio mozárabe, monasterio benedictino, y en la actualidad convento de frailes de la Orden de Agustinos Recoletos.
Cronología
Se conoce el documento de consagración del 959 y el de dedicación del 984. Fontaine (1978b: 229) y Puertas (1979: 38) defienden un origen visigodo. Heras y Núñez (1983: 31) opina que las bóvedas esquifadas pertenecerían a la nave de una iglesia visigoda transformada en época mozárabe y los cañones datarían de época de Sancho III, primer tercio del siglo XI. Lampérez (1907: 254) y Gómez Moreno (1919: 305) la consideran obra mozárabe desde su origen. Arbeiter y Noack (1999) aceptan la afiliación visigoda de algunos de los materiales hallados por Castillo (1975) y los vinculan a algunos tramos de sillería del edificio, pero no concretan cuáles. De época mozárabe, entre el 959 y el 984, serían los ámbitos con bóvedas y las dos naves. En el siglo XI, se prolongaría el edificio hacia el oeste.
La lectura de paramentos de la iglesia (Caballero, 2002 y 2005) distingue varias obras, de las que mencionamos las tres primeras etapas:
- Edificio premozárabe de sillería arenisca a soga tallada a cincel y trabada con mortero. Coincide en planta con el espacio norte-este hacia la jamba meridional del vano este del sur. Hacia el oeste, se extendería posiblemente hasta el pilar que marca la desviación de la iglesia hacia el norte. Se relaciona con la primera covacha.
- Fase en la que se diferencian tres momentos: 2.1. Edificio mozárabe de dos espacios orientales cubiertos con bóvedas esquifadas y aula dividida en dos naves por una arquería de dos columnas centrales y dos pilares cruciformes compuestos (pilar y columna) en los extremos. También abiertas a las covachas en la roca. Se constata el adosamiento de unas habitaciones orientales adscritas a este momento. Sillería caliza tallada con azuela. 2.2 Incendio intencionado del edificio. Estratégicamente no contradice su tradicional adscripción a comienzos del siglo XI (Almanzor, 1002) 2.3. Reposición de las columnas de la arquería, apertura de un vano oriental en la cabecera meridional y adición de un pórtico meridional adosado y paralelo al aula.
- Ampliación proto románica hacia el oeste con tres nuevos tramos de aula posiblemente abovedados. Principios del siglo XI. (1)
Enlaces externos
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País | España | |
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Coordenadas | 42°19′33″N 2°51′54″O |
Otros enlaces
BIBLIOTECA GONZALO DE BERCEO
EL MONASTERIO DONDE SE FORMÓ GONZALO DE BERCEO
Para situar el monasterio de San Millán de la Cogolla, lugar en que se forma Berceo y desde donde escribe sus obras, es necesario tener en cuenta que el rey de Navarra, Sancho Garcés, reconquistó Nájera y que en esta ciudad residió habitualmente. Nájera fue sede episcopal y un importante centro de cultura; por otra parte, el rey favoreció de forma especial los monasterios de su área, uno de los más favorecidos fue San Millán, que adquirió una gran riqueza e importancia; de ello nos dan testimonio, en lo cultural, los fondos bibliográficos (6). En lo que respecta a los dominios materiales del monasterio, recordaremos que fueron muy extensos, sobre todo gracias a donaciones reales, en especial las de García Sánchez III, el de Nájera (1035-1054), después de la reconquista de Calahorra (30-abril- 1054). Además de las donaciones, García Sánchez hizo que San Millán pasara a depender de la autoridad castellana y trasladó al monasterio el cuerpo del santo, lo que motiva las peregrinaciones de Castilla (1053) y Alava (1067). El resultado de los favores y donaciones fue que los dominios del monasterio se extendieron desde San Millán hasta Montes de Oca, zona de Obarenes, Valle de Mena, Bureba y Valle del Arlanzón, por un lado, y, por otro, desde la peña de Orduña hasta la sierra de San Antonio y alto curso del río Tirón. Los dominios llegaban hasta la ría de Guernica y el monasterio poseía pesquerías en Bermeo (7).
A pesar de las ayudas, el rey García, heredero de Sancho el Mayor, provocó recelos en los castellanos, recelos de los que participa el cenobio de San Millán. La causa de esta animosidad contra García es difícil de precisar, quizá los castellanos se consideraran menoscabados en el reparto de los reinos, pues no fueron heredados por el primogénito, sino por un segundón. El caso es que desde fines del XI y tras la ocupación de la Rioja por Alfonso VI, muerto ya Sancho Garcés, se advierte una creciente hostilidad contra Navarra, personificada y concretada en el de Nájera e intensificada tras la incorporación definitiva de la Rioja a Castilla en 1087; es posible que se trate de propaganda política. (Sobre la historia najerense.Nota del editor)-.
Un dato bien significativo a este respecto es la redacción de la Historia Silense: al narrar la muerte del monarca en Atapuerca, la atribuye a las pasiones de envidia y soberbia; explicación moral de la muerte del rey que pasa a la Historia Najerense y, de ésta, a la del Tudense y a la del Toletano, que presentan la oposición entre un Fernando I el Magno (1037-1065), «manso y humano», y el rey Sancho García, «agrio y furioso» .Lo cierto es, sin embargo, que Fernando acude al funeral de su hermano y que se devuelven predios al monasterio de San Millán.
No deja de ser curioso a este respecto que ni Berceo ni su fuente latina -Grimaldo- recojan en la Vida de Santo Domingo un hecho importante: Domingo de Silos, junto con lñiGo, abad de Oña, intervino en la contienda a fin de detener la lucha entre los dos hermanos.
De esta hostilidad contra García se hace cargo J. Mª. Ramos Loscertales (9), que estudia su reflejo en las crónicas medievales «que justifican la pérdida de Castilla, primero, la de las comarcas que en ella había poseído, después, y, finalmente, la vida» (p. 59). La animosidad contra García llega incluso a suponer que este rey había levantado una calumnia de adulterio contra su propia madre (10).
En cualquier caso, cuando escribe Berceo, hacía ya muchos años que San Millán -y Silos, naturalmente- estaban bajo dominio castellano. Ahora, en vida de Berceo, la frontera navarra no rebasa la orilla izquierda del Ebro, llega sólo a la altura de Laguardia. Sin embargo, los problemas del monasterio no acaban ahí, ya que el cenobio de San Millán tuvo un marcado carácter conflictivo durante toda la Edad Media: sus relaciones fueron tensas con Calahorra, con Nájera y con numerosos municipios e iglesias castellanas, fundamentalmente por motivos económicos. De aquí procede la primera falsificación de los votos, estudiada por A. Ubieto (11) y por el P. Luciano Serrano, que explica: «se forjó el documento por fines económicos, o sea, con el propósito de inducir a los pueblos de Castilla a satisfacer determinadas limosnas al santo con carácter obligatorio» (12).
Quizá el carácter conflictivo del cenobio de San Millán, y la necesidad de defender sus supuestos derechos históricos, sea lo que explique el tema y tratamiento de algunas obras de Berceo: nuestro autor, exceptuados los temas generales o litúrgicos, sólo trata de vidas relacionadas con los monasterios de Silos y de San Millán y ocurridas en el buen tiempo pasado, adoptando un enfoque pasadista y parenético. Por contra, a Berceo no parece interesarle, como tema literario, el tiempo presente, ya que no aparecen, ni aludidos, los grandes acontecimientos de su época: ni el hambre de 1143, ni las guerras de Andalucía, reconquista de Córdoba, batalla de las Navas, etc.. se refleja en su obra. Todo lo que no se relaciona directamente con su rincón, le es ajeno. Estas observaciones, sin embargo, no autorizan a concluir que Berceo se encuentra desligado y alejado de la realidad inmediata, pues su temática literaria, pasadista, está al servicio, no lo olvidemos, del presente: en parte al menos, el elogio nostálgico de esa edad de oro perdida, tan frecuente en todas sus obras, se revela como un medio para prestigiar, con argumentos históricos, la causa que defiende. En consecuencia, formulaciones como estas:
Ennos tiempos derechos que corrié la verdat
Facié Dios por los omnes miraculos cutianoca non querié ninguno mentir a su christianoavién tiempos derechos ivierno e veranosemejava el sieglo qe todo era plano(Mil., 503)
u otras que pudieran ser aducidas en el mismo sentido, no deben ser interpretadas como fruto de un poeta «ingenuo» ; tampoco como intento de crear una (pseudo) realidad escapista.
A propósito de lo que acabo de señalar, parece obligada la referencia a Brian Dutton. Aunque ya Tomás Antonio Sánchez se hizo eco de la opinión de algunos «críticos modernos» que veían en el tributo un engaño, y aunque A. Ubieto ha estudiado magistralmelrte el asunto, es B. Dutton quien ha sistematizado el problema de los votos y lo ha difundido. La opinión del crítico inglés es muy matizada en las conclusiones: «Lejos de sugerir que Berceo carecía de devoción sincera o que no era más que un hábil componedor de anuncios, creo que, en efecto, la Vida de San Millán es producto de una devoción hondamente sentida, pero con todo un producto motivado por consideraciones económicas y condicionado por la sociedad en que vivía, tomando una forma concreta de expresión en las dotes literarias de Berceo. Se escribió la Vida de San Millán porque todos esos factores -problemas económicos, devoción del santo, dotes literarias -estaban presentes a una misma vez. Berceo, muy devoto de su monasterio, juzgó injusta su fortuna decadente y en sus habilidades literarias descubrió una manera de contribuir algo a rectificar la situación» (13).
No obstante, algunos seguidores o intérpretes de Dutton presentan un Berceo encubridor de falsedades, embaucador de pobres gentes mediante la superchería de los votos. También, en mi opinión, este juicio es excesivo; hay que contemplar a Berceo y a su obra con una perspectiva histórica, y ver la relación de Berceo con su monasterio dentro de una situación que, evidentemente, no es la nuestra. En primer lugar recordaremos que con los votos falsificados no se pretende tanto explotar a las ciudades o pueblos señalados en ellos como cambiar el signo de la explotación, canalizando los tributos hacia su monasterio. Por otra parte, el cenobio de San Millán de la Cogolla, como tantos otros monasterios medievales, no es sólo un centro religioso, es un centro religioso y mucho más: es también un centro de cultura (Berceo insiste en los estudios y en los «criados»), de acciones en el plano político, social e institucional; así, cuando Berceo afirma que «es por un monasterio un regno captenido» (SD, 204 a), no parece propaganda ni hipérbole.
>El monasterio es un centro asistencial y al servicio de todos estos fines está su carácter económico. Entre las funciones asistenciales del monasterio habría que señalar, por ejemplo, la traditio corporis et animae, estudiada por el P. Orlandis (14) y de la que hay abundantes testimonios en este y en otros monasterios; esta institución vinculaba bienes y personas al cuidado temporal del monasterio que, a su vez, garantizaba a sus donantes el cuidado material en vida y los auxilios espirituales tras la muerte. No se puede ignorar la existencia de este tipo de prestación a la que Berceo se refiere cuando escribe que Santo Domingo «confessó a su padre fiçolo fradear» (SD, 111 a).
En este complejo sistema de vida que es el Monasterio medieval está inmerso Berceo, y parece aceptarlo con entusiasmo y naturalidad, como quien no conoce nada mejor; probablemente tiene razón. Como a cualquier otro autor, a Berceo hay que entenderlo -no se trata de juzgarlo– de acuerdo con los valores y realidades de su tiempo.
(Catedrático de Lengua y Literatura Medieval, Universidad Complutense, Madrid)
A pesar de las ayudas, el rey García, heredero de Sancho el Mayor, provocó recelos en los castellanos, recelos de los que participa el cenobio de San Millán. La causa de esta animosidad contra García es difícil de precisar, quizá los castellanos se consideraran menoscabados en el reparto de los reinos, pues no fueron heredados por el primogénito, sino por un segundón. El caso es que desde fines del XI y tras la ocupación de la Rioja por Alfonso VI, muerto ya Sancho Garcés, se advierte una creciente hostilidad contra Navarra, personificada y concretada en el de Nájera e intensificada tras la incorporación definitiva de la Rioja a Castilla en 1087; es posible que se trate de propaganda política. (Sobre la historia najerense.Nota del editor)
Un dato bien significativo a este respecto es la redacción de la Historia Silense: al narrar la muerte del monarca en Atapuerca, la atribuye a las pasiones de envidia y soberbia; explicación moral de la muerte del rey que pasa a la Historia Najerense y, de ésta, a la del Tudense y a la del Toletano, que presentan la oposición entre un Fernando I el Magno (1037-1065), «manso y humano», y el rey Sancho García, «agrio y furioso» .Lo cierto es, sin embargo, que Fernando acude al funeral de su hermano y que se devuelven predios al monasterio de San Millán (. No deja de ser curioso a este respecto que ni Berceo ni su fuente latina -Grimaldo- recojan en la Vida de Santo Domingo un hecho importante: Domingo de Silos, junto con lñigo, abad de Oña, intervino en la contienda a fin de detener la lucha entre los dos hermanos.
De esta hostilidad contra García se hace cargo J. Mª. Ramos Loscertales (9), que estudia su reflejo en las crónicas medievales «que justifican la pérdida de Castilla, primero, la de las comarcas que en ella había poseído, después, y, finalmente, la vida» (p. 59). La animosidad contra García llega incluso a suponer que este rey había levantado una calumnia de adulterio contra su propia madre.
En cualquier caso, cuando escribe Berceo, hacía ya muchos años que San Millán -y Silos, naturalmente- estaban bajo dominio castellano. Ahora, en vida de Berceo, la frontera navarra no rebasa la orilla izquierda del Ebro, llega sólo a la altura de Laguardia. Sin embargo, los problemas del monasterio no acaban ahí, ya que el cenobio de San Millán tuvo un marcado carácter conflictivo durante toda la Edad Media: sus relaciones fueron tensas con Calahorra, con Nájera y con numerosos municipios e iglesias castellanas, fundamentalmente por motivos económicos. De aquí procede la primera falsificación de los votos, estudiada por A. Ubieto (11) y por el P. Luciano Serrano, que explica: «se forjó el documento por fines económicos, o sea, con el propósito de inducir a los pueblos de Castilla a satisfacer determinadas limosnas al santo con carácter obligatorio» .
Si tenemos en cuenta que el río Carrión limitaba los lugares que tributaban a Santiago de los que lo hacían a San Millán, veremos que si se siguen los lugares enumerados en los Votos apenas se extienden al oriente de San Millán y sí a los situados en el área de las actuales provincias de Alava, Burgos y a los lugares próximos, como Cameros (Camberos), por ejemplo: parece que se trata de un intento de «invasión económica» en territorio controlado por Santiago.
Ennos tiempos derechos que corrié la verdat
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vedién a sus trasnietos en la séptima edat
(Mil., 502 ad)
Facié Dios por los omnes miraculos cutiano
ca non querié ninguno mentir a su christiano
avién tiempos derechos ivierno e verano
semejava el sieglo qe todo era plano
(Mil., 503)
u otras que pudieran ser aducidas en el mismo sentido, no deben ser interpretadas como fruto de un poeta «ingenuo» ; tampoco como intento de crear una (pseudo) realidad escapista.
A propósito de lo que acabo de señalar, parece obligada la referencia a Brian Dutton. Aunque ya Tomás Antonio Sánchez se hizo eco de la opinión de algunos «críticos modernos» que veían en el tributo un engaño, y aunque A. Ubieto ha estudiado magistralmelrte el asunto, es B. Dutton quien ha sistematizado el problema de los votos y lo ha difundido. La opinión del crítico inglés es muy matizada en las conclusiones: «Lejos de sugerir que Berceo carecía de devoción sincera o que no era más que un hábil componedor de anuncios, creo que, en efecto, la Vida de San Millán es producto de una devoción hondamente sentida, pero con todo un producto motivado por consideraciones económicas y condicionado por la sociedad en que vivía, tomando una forma concreta de expresión en las dotes literarias de Berceo. Se escribió la Vida de San Millán porque todos esos factores -problemas económicos, devoción del santo, dotes literarias -estaban presentes a una misma vez. Berceo, muy devoto de su monasterio, juzgó injusta su fortuna decadente y en sus habilidades literarias descubrió una manera de contribuir algo a rectificar la situación».
No obstante, algunos seguidores o intérpretes de Dutton presentan un Berceo encubridor de falsedades, embaucador de pobres gentes mediante la superchería de los votos. También, en mi opinión, este juicio es excesivo; hay que contemplar a Berceo y a su obra con una perspectiva histórica, y ver la relación de Berceo con su monasterio dentro de una situación que, evidentemente, no es la nuestra. En primer lugar recordaremos que con los votos falsificados no se pretende tanto explotar a las ciudades o pueblos señalados en ellos como cambiar el signo de la explotación, canalizando los tributos hacia su monasterio. Por otra parte, el cenobio de San Millán de la Cogolla, como tantos otros monasterios medievales, no es sólo un centro religioso, es un centro religioso y mucho más: es también un centro de cultura (Berceo insiste en los estudios y en los «criados»), de acciones en el plano político, social e institucional; así, cuando Berceo afirma que «es por un monasterio un regno captenido» (SD, 204 a), no parece propaganda ni hipérbole. El monasterio es un centro asistencial y al servicio de todos estos fines está su carácter económico. Entre las funciones asistenciales del monasterio habría que señalar, por ejemplo, la traditio corporis et animae, estudiada por el P. Orlandis (14) y de la que hay abundantes testimonios en este y en otros monasterios; esta institución vinculaba bienes y personas al cuidado temporal del monasterio que, a su vez, garantizaba a sus donantes el cuidado material en vida y los auxilios espirituales tras la muerte. No se puede ignorar la existencia de este tipo de prestación a la que Berceo se refiere cuando escribe que Santo Domingo «confessó a su padre fiçolo fradear» (SD, 111 a).
En este complejo sistema de vida que es el Monasterio medieval está inmerso Berceo, y parece aceptarlo con entusiasmo y naturalidad, como quien no conoce nada mejor; probablemente tiene razón. Como a cualquier otro autor, a Berceo hay que entenderlo -no se trata de juzgarlo– de acuerdo con los valores y realidades de su tiempo.
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ALGUNAS NOTAS SOBRE GONZALO DE BERCEO Y SU OBRA
Domingo Ynduráin
(Catedrático de Lengua y Literatura Medieval, Universidad Complutense, Madrid)