Cúpula de la Roca. (Jerusalem) marijalovricholenda en Pixabay.
La historia del antiguo Israel es la historia de los israelitas, es decir, los habitantes del Reino de Israel y el Reino de Judá, dos Estados de la Edad de Hierro ubicados en el antiguo Oriente Próximo. Los restos arqueológicos más antiguos de la civilización israelita se fechan entre los siglos XII a. C. y X a. C. y el nombre «Israel» se menciona por primera vez en el 1209 a. C.. (1) En el siglo x a. C., el Reino de Israel se convirtió en una potencia regional hasta su conquista por el Imperio asirio en el 722 a. C. El Reino de Judá, situado al sur de Israel, surgió alrededor del siglo IX a. C. y VIII a. C. y, tras ser un reino independiente, se convirtió en un estado clientelar primero del Imperio asirio y después del Imperio babilónico. Cuando los israelitas se levantaron contra la dominación babilonia, el Imperio babilonio conquistó y destruyó la ciudad de Jerusalén y llevó a los judíos al exilio en lo que se conoce como el Cautiverio de Babilonia.
Se conoce con el nombre de Cautiverio de Babilonia o Cautividad en Babilonia al período en el que parte considerable de los habitantes del reino de Judá estuvieron exiliados en Babilonia. Comenzó la deportación y el exilio de los judíos inmediatamente después de la toma de Jerusalén y la destrucción del templo por Nabucodonosor II, y finalizó con el edicto del rey persa Ciro de 538 a. C., que permitió el regreso de los judíos a sus tierras de origen al año siguiente.
El Imperio babilónico llevó a los judíos al cautiverio en el año 586 a. C. o 597 a. C. (primera deportación), lo cual implicaría una duración de cincuenta años o sesenta años de exilio. Dado que Jeremías indica una duración de setenta años, algunos autores fijan su comienzo en 608 a. C. y otros ven su fin en el año 516 a. C., con la reconstrucción del primer templo de Jerusalén.
- Grabbe, Lester L. (2004). A History of the Jews and Judaism in the Second Temple Period: Yehud: A History of the Persian Province of Judah v. 1. T & T Clark. p. 355. ISBN 978-0-567-08998-4.
- Philip R. Davies (1995). John D Davies (ed.). Words Remembered, Texts Renewed: Essays in Honour of John F.A. Sawyer. Continuum International Publishing Group. p. 219. ISBN 978-1-85075-542-5.
- Simón Dubnow, Manual de la Historia Judía, Buenos Aires: Sigal, 1977, capítulo XIII: «La Cautividad en Babilonia»; Gabrielle Sed-Rajna, L’abecedaire du Judaïsme, Flammarion: París, 2000, p. 116.
- «Babylonian Captivity, Encyclopedia Britannica».
El exilio babilónico: deportación de los hebreos del reino de Judá a Babilonia tras la destrucción del templo de Jerusalén, siglo VI a. C. (Tissot, 1896-1902). Jacques Joseph Tissot. Esta fuente.
Se concentra especialmente en el estudio de los hebreos o israelitas durante este período, y de forma secundaria en los otros pueblos con los que convivieron —como amonitas, amorreos, fenicios, filisteos, hititas, madianitas y moabitas—. Las fuentes sobre este período son principalmente los escritos bíblicos —la Biblia hebrea o Tanaj, conocida por los cristianos como Antiguo Testamento—, el Talmud, el libro etíope Kebra Nagast y los escritos de Nicolás de Damasco, Artapano de Alejandría, Filón de Alejandría y Flavio Josefo. Asimismo, otra fuente principal de información son los descubrimientos arqueológicos en Asiria, Babilonia, Egipto o Moab, así como los vestigios e inscripciones en el propio territorio de estudio de las regiones.
Introducción
La historia de la región ocupada más adelante por los reinos de Israel y Judá ofrece problemas particulares para el historiador moderno. Debido a la asociación de esta área con lo relatado en la Biblia, hay una tendencia a ver la historia del Levante mediterráneo desde una perspectiva casi puramente bíblica, prestando escasa atención al período posbíblico. Los estudios arqueológicos han tendido a verse a través del relato bíblico, haciendo difícil de entender la historia de esta importante zona dentro del contexto arqueológico de la totalidad del Oriente Medio.
(Ver ref: Una inscripción encontrada en Tell Dan fechada en 850-835 a. C. se interpreta que habla de la casa de David (ביתדוד); la estela de Mesha de Moab, parece contener la misma frase; y Kenneth Kitchen ha traducido una inscripción del faraón Sheshonq I de c. 945 a. C. que menciona «las tierras de David»).
Por ello es difícil dar una visión que sea apoyada por la totalidad de los historiadores. Las fechas exactas y las precisiones que pudieran dar están en continuo debate, no hay acontecimientos bíblicos cuyo año exacto se pueda validar por fuentes externas antes del siglo IX a. C. (coronación de Omrí, rey de Israel): todas las fechas anteriores son extrapolaciones. Además, la Biblia no se presta muy fácilmente a estos cálculos, no indica más referencias que la vida de los distintos personajes, y la línea histórica debe ser reconstruida agregando datos, un proceso que introduce errores por redondeo. Las fechas más antiguas utilizan la Biblia como única fuente, una visión llamada maximalista.
Antiguas rutas levantinas, c. 1300 a. C. (Briangotts, rowanwindwhistler). CC BY-SA 4.0.
Los minimalistas discuten que algunos acontecimientos sucedieran, y afirman que las fechas son dudosas: si la misma existencia del Reino unido de Israel está en duda, es insustancial afirmar que se desintegró en 922 a. C. Philip Davies por ejemplo, explica cómo el Canon bíblico puede haberse realizado solamente para gente con una larga tradición en lectura y escritura, que se encuentran solamente en la última época persa o primera helenística, y afirma que los relatos de períodos anteriores son en gran parte reconstrucciones basadas en tradiciones orales. Los minimalistas no discuten que algunos de los acontecimientos posteriores al siglo IX a. C. tengan corroboración, como la estela de Mesha; la discrepancia surge en el período anterior, donde el relato bíblico parece estar en desacuerdo con lo descubierto por la arqueología moderna.
Otro problema es el causado por diferencias sobre terminología de los periodos históricos. Por ejemplo, el período en el final de la Edad Antigua del bronce el principio de la media, es llamado EB-MB por Kathleen Kenyon, MB I por Guillermo Foxwell Albright, cananita medio I por Yohanan Aharoni, y bronce temprano IV por Guillermo Dever y Eliezer Oren.
Ver refs:
- Davies, Philip (1998). Escribas y Escuelas: la canonización de las Escrituras hebreas. (en inglés). Knox Press.
- Kenyon, Kathleen M and Moorey, P.R.S. (1987). La Biblia y la reciente arqueología, pág. 19-26.
- Aharoni, Yohanan. (1978). Arqueología del reino de Israel, pág. 80-89. Philadelphia.
La Torá, también conocida como el Pentateuco, es la parte central de la Biblia hebrea (Tanaj) y está compuesta por los primeros cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Estos libros relatan la creación del mundo, la historia temprana de la humanidad, la formación del pueblo de Israel y su relación con Dios, además de establecer leyes y principios que guían la vida religiosa y moral del pueblo judío.
Periodización de Israel
A. Prehistoria
Excavaciones al sur del lago de Tiberiades y en otras partes del valle del Jordán han permitido sacar a la luz rastros de homínidos que se remontaban al paleolítico inferior, o sea datadas hace más de un millón de años. Otros fósiles descubiertos tienen una edad aproximada de 300 000 años, y el uso de cuevas por el hombre parece comenzar en el Achelense superior. El fósil del hombre de Galilea tiene una antigüedad de cerca de 140 000 años.
Entre el undécimo milenio a. C. y el noveno se desarrolla en Canaán la civilización Natufiense, seguramente nómada, de la que se encuentran algunos vestigios. Esta civilización estaría compuesta por dos grupos de poblaciones ligeramente diferentes, por una parte los antepasados de pueblos del tipo eurafricano (los que serían Canaán, Mesopotamia, Irán y Anatolia en tiempos históricos) y los ancestros de pueblos protomediterráneos, también numerosos en Canaán.
A partir del IX milenio a. C. las tribus neolíticas domesticaron plantas, animales, se sedentarizaron y practicaron la agricultura y la ganadería. Entre los años 10 000 y 8000 a. C., las herramientas de hueso adquieren importancia y los útiles de piedra un desarrollo característico. Durante este período las condiciones climáticas son favorables a los asentamientos humanos, con más precipitaciones y temperaturas suaves.
A partir del séptimo milenio a. C. la ciudad de Er Riha (Jericó) se alza como una de las más antiguas del mundo, es la época en que se constituyen las primeras ciudades. Durante el último cuarto de este milenio aparece la cerámica, así como otras formas de artesanía.
Canaán del VI y de la primera mitad del V milenio a. C. se conoce mal, se suponen desplazamientos de población que pueden ser debidos a variaciones climáticas. Tanto las montañas como la región costera están ocupadas por una civilización de carácter forestal, como da prueba el predominio de instrumentos destinados al trabajo de la madera.
A mediados del quinto milenio a. C. los antiguos asentamientos del valle del Jordán, como Jericó, fueron ocupados de nuevo debido a la mejora de las condiciones climáticas.
Al final del V milenio Canaán alcanzó un nivel de desarrollo económico y cultural que le acercaba al de las civilizaciones del norte de Siria que se habían beneficiado antes de influencias mesopotámicas.
IV milenio a. C.: La civilización cananea se organizó con un sistema de ciudades-Estado, fruto de la fusión entre agricultores sedentarios y pastores seminómadas.
En la primera parte del milenio llegaron desde el norte las técnicas metalúrgicas y el trabajo del marfil. Aparecieron estructuras técnicas y económicas adaptadas a las regiones secas: allí se instalaron pequeñas colectividades que vivían del cultivo de cereales y de la cría de ganado mayor y menor.
En la segunda mitad del IV milenio comienza la influencia egipcia sobre la región.
Hacia el final, la civilización de los agricultores y ganaderos desaparece sin que sea posible establecer vínculos con la formación de la civilización cananea del III milenio a. C. Hasta 2400 a. C. el clima fue un poco más húmedo que hoy día.
El comienzo de intercambios entre Canaán y Egipto gracias al Camino de los Reyes que cruzaba el desierto de Sinaí, hacia el final del IV milenio a. C., es un acontecimiento de primera importancia ya que hasta entonces Canaán había sido un «callejón sin salida» sujeto solamente a influencias asiáticas. Estas relaciones tomaron una amplitud considerable, gracias a la utilización de bueyes como animales de tiro, capaces de cruzar los aproximadamente 200 kilómetros de casi desierto que separan el sur cananeo del delta del Nilo. Por lo tanto, el Levante comienza a desempeñar el papel de zona de paso, donde se cruzaban las influencias, y a menudo las armas, de los grandes imperios de Egipto y el Oriente Próximo asiático.
El III milenio a. C. es el de la civilización cananea que se extiende hasta tiempos históricos. Aunque la escritura no aparezca en la región antes de la segunda mitad del segundo milenio, habida cuenta del estado de superproducción, centralización y redistribución de los excedentes alimentarios, los historiadores consideran que este nuevo orden económico, social y político señala la entrada en la historia en el transcurso del III milenio. Debido a los intercambios con Egipto, la región se desarrolla y se enriquece, especializándose en el comercio de cerámica, mientras numerosas ciudades se desarrollan y consolidan.
B. Periodo Cananeo: del III milenio al siglo XVI a. C.
Los historiadores consideran generalmente que el período cananeo se extiende desde el principio del III milenio a. C. hasta el final del siglo xvi a. C.
Al final del III milenio, las poblaciones seminómadas cruzaron el Jordán y penetraron en Canaán, causando el hundimiento de las estructuras socioeconómicas existentes: se destruyeron y abandonaron las ciudades, y la economía volvió a la ganadería. A partir del siglo xix a. C. comenzó un aumento de los asentamientos permanentes y una disminución del número de tribus, pero permaneciendo aún muy cerca de la organización tribal. Este período durante el cual los desplazamientos entre Asia, desde Mesopotamia, y Egipto eran intensos, corresponde a un momento de agitación interno que sirvió de preludio a la invasión de Egipto por los hicsos (Príncipes de los países extranjeros). Durante este mismo período, las ciudades cananeas comenzaron a rodearse con murallas. La existencia de la ciudad cananea de Ourousalim (Jerusalén) se certifica en escritos que datan del siglo XXI a. C.
Los ataques e infiltraciones repetidos abrieron a los hicsos el camino hacia la parte oriental del delta del Nilo, donde se instalaron e hicieron de Avaris su capital en el siglo XVI a. C. En esta época, Canaán, parte de un imperio colocado bajo la autoridad de Avaris, alcanzó un nivel de civilización notable: potentes fortificaciones rodeaban las residencias de los reyezuelos cananeos, en guerra permanente unos contra otros y que recurrían a los carros de guerra arrastrados por caballos. Las desigualdades sociales se muestran claramente: Se construían espaciosas residencias que contrastaban con los cuchitriles que sus contemporáneos ocupaban. Las tumbas, cavadas en la roca, eran sepulturas generalmente familiares; armas y joyas de buena calidad acompañaban los restos de los difuntos afortunados. En el ámbito de la cerámica, las formas imitan al metal. Se ve extenderse por la región una alfarería hicsa: negra, pulida e incrustada de pasta de caliza blanca, así como trabajos sobre marfil de gran calidad; también son reputados los cananeos del norte (protofenicios) por el tinte en púrpura.
- Hacia 1850 a. C. la ciudad de Ascalón se convirtió en capital de un reino y en puerto muy activo sobre el Mar Mediterráneo, desde donde se exportaban los productos del interior. Rodeada de una muralla de 2 km de circunferencia, la ciudad debía contar con cerca de 15 000 habitantes.
- En esta época comienza la migración de las tribus de Israel hacia Canaán, posiblemente desde el sur de la región caucásica. No existe documentación histórica verificable. Según el Antiguo Testamento, es el periodo correspondiente a Abraham, Isaac y Jacob, que abarcaría hasta 1650 a. C. aproximadamente.
- Completando la liberación nacional emprendida por los faraones de la decimoséptima dinastía, Amosis I se apoderó de Avaris y expulsó a los hicsos hasta Asia. Así pues, hacia mediados del siglo xvi a. C. Egipto conquistó Canaán donde el protectorado egipcio se mantuvo durante tres siglos y medio, durante los cuales la situación internacional sufre numerosas modificaciones: los conflictos con los hititas y las frecuentes rebeliones de los beduinos acampados en el Negev y Sinaí implicaron destrucciones, saqueos, y deportaciones.
C. Dominio egipcio
En el Éxodo se relata cómo algunos de los descendientes de Israel se convirtieron en esclavos egipcios. Se han dado varias explicaciones para relatar las circunstancias bajo las cuales esto ocurrió, algunos historiadores creen que pudo haberse debido al cambio de las condiciones políticas en Egipto: en 1650 a. C. el norte de Egipto fue conquistado por tribus de un pueblo llamado Hicso por los egipcios, al parecer una mezcla de semitas y de hurritas. Los hicsos fueron expulsados por Amosis I (1550-1525 a. C.), el primer faraón de la decimoctava dinastía con la que comienza el Imperio Nuevo. Amosis destruyó la capital de los hicsos en Avaris y sus sucesores conquistaron la ciudad de Saruhen (cerca de Gaza), y destruyeron confederaciones canaanitas en Megido, Hazor y Qadesh. Tutmosis III (1504 a. C. al 1450 a. C.) estableció el imperio de Egipto sobre el occidente del Cercano Oriente, derrotando a la confederación cananea en Megido y tomando la ciudad de Joppa, trasladando la frontera desde el Sinaí a la curva de Éufrates, logrando la máxima extensión territorial en la zona. (No son pocos los eruditos que lo mencionan como el emperador del Éxodo)
Imperio hitita entre 1560 y 1300 a. C. CC BY-SA 3.0 (Crates).
El dominio egipcio se mantuvo en la región de Canaán (zona en la cual debían emerger Israel y Judá) hasta el reinado de Ramsés VI, quien reinó cerca 1150 a. C.
Cronología aproximada:
- 1440 a. C.: reinado de Amenhotep II (circa 1450-1424 a. C.), durante el cual se encuentra en los textos egipcios la primera mención del pueblo Habiru (posiblemente hebreos). La evidencia recientemente descubierta parece indicar que muchos habirus hablaban hurrita; posiblemente era una casta social más que un grupo étnico, e incluso pueden haber estado incorporados en los grupos tribales de los primeros israelitas.
- Circa 1400 a. C.: primera mención a los shasu en expedientes egipcios encontrados en el sur del Mar Muerto. Shasu es un nombre que contiene un grupo yavista, aunque la inscripción egipcia de Amenhotep III, en el templo de Soleb, «Yhw en la tierra del Shasu», no utiliza el determinativo para un dios ni para la gente, sino para el nombre de un lugar.
- 1350-1330 a. C.: la correspondencia de Amarna da cuenta detallada de las cartas intercambiadas durante el período de dominación egipcia en Canaán durante el reinado de Akenatón. Los alcaldes locales, tales como Abdi Khepa de Jerusalén y Labaya de Siquem, eran delegados del faraón, y actuaban en su favor. Akenaton les informa de haber enviado a la región a un regimiento de Medjay (Nubia) para mantener orden. En este período comienza la expansión hitita en el norte de Siria, y se conoce la propagación de una epidemia en la región.
- 1300 a. C.: algunos comentaristas de la Biblia calculan el nacimiento de Moisés alrededor de esta fecha. Pero otros lo colocan antes del 1500 a. C.
- Imperio hitita entre 1560 y 1300 a. C.
- 1292 a. C.: comienza la Dinastía XIX con el reinado de Ramsés I. Ramsés II (1279-1213) firmó un tratado con los hititas después de cederles el norte del Levante. Condujo una campaña a través del territorio que más tarde sería Israel, después de la rebelión de los shasu que siguió a la batalla de Qadesh, estableciendo una guarnición egipcia en Moab.
- Circa 1200 a. C.: el imperio hitita de Anatolia fue conquistado por tribus llegadas del oeste. Los cananeos de la costa norte, (llamados posteriormente «fenicios» por los griegos) pudieron haber sido desplazados temporalmente, pero regresaron tras la marcha de los invasores que no se asentaron en el lugar. (Ver: Abdelnour, Farras. «Ugarit» (en inglés). Archivado desde el original el 30 de mayo de 2012. Consultado el 2007.)
- 1187 a. C.: Invasión de Egipto por los Pueblos del Mar. Entre ellos estaba un grupo llamado P-r-s-t (primero registrado por los egipcios como P-r/l-s-t) identificado generalmente con los filisteos. Aparecen en una inscripción del templo construido por Ramsés III en Medinet Habu, donde describe su victoria contra los pueblos del mar. Los estudiosos de la biblia del siglo xix identificaron la tierra de los filisteos (Filistea o Plesheth, con el significado hebreo de «invasores») con Palastu y Pilista de las inscripciones asirias, según el diccionario de la Biblia de Easton (1897). Otros grupos además de los filisteos eran los tjekker, dananeos y shardana. El contraataque de Ramsés III destruyó la mayoría de los sitios cananeos. El mismo faraón permitió más adelante a los filisteos y tjekker, y posiblemente también a los dananeos, reconstruir las ciudades del camino costero, llamadas en el Éxodo el Camino de los Filisteos, nombre que se utiliza para denotar la región costera habitada por este pueblo. Las cinco ciudades filisteas principales eran Gaza, Ashdod, Ekron, Gath, y Ascalón. La arqueología moderna sugiere intercambios culturales con Micenas. Aunque los filisteos adoptaron la cultura y la lengua local cananea antes de dejar cualquier texto escrito, se achaca un origen indoeuropeo para las pocas palabras filisteas conocidas.
- 1150 a. C.: problemas internos de Egipto conducen a la retirada de las guarniciones egipcias asentadas en Bet She’an, en el valle del Jordán, Megido y Gaza, durante el reinado de Ramsés VI.
Referencias:
- Se menciona a los habiru en las cartas de Amarna, que incluyen muchas de gobernantes cananeos vasallos, escritas en acadio (la lengua diplomática de la época) a los faraones egipcios en el siglo XIV a. C.
- (Se ha encontrado el llamado Prisma de Tikunani, un artefacto de arcilla con una inscripción cuneiforme en acadio, que enumera los nombres de los soldados Habiru del rey Tunip-Teššup de Tikunani (un reino pequeño del norte mesopotámico). Este rey era contemporáneo del hitita Hattusili I (circa 1550 a. C.). Desgraciadamente resultó que la mayoría de los 438 soldados Habiru de Tunip-Tessup tenía nombres hurritas que no se podrían explicar en ninguna lengua cananea (la familia a la cual pertenece el hebreo) o ninguna otra lengua semítica. El resto de los nombres es semítico, excepto uno. Esto también planteó la duda sobre si Habiru no fuese un grupo étnico.
- Finkelstein, Israel y Silberman, Neil Asher (2001). The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel and the Origin of its Sacred Texts. ISBN 0-684-86912-8.
- Mieroop, Marc van (2003). Historia del Oriente Próximo, 3.000-323 a. C. ISBN 0-631-22552-8.
- Redford, Donald (1992). Egipto, Canaan e Israel en los tiempos antiguos. Princeton University Press.
El período entre el final de la decimoctava y principios de la vigésima dinastía fue particularmente confuso. La Biblia especifica que los israelitas salieron de Egipto 480 años antes de que el rey Salomón construyera el Templo (1.º Re 6:1). Esta construcción data aproximadamente del año 970 a. C. por lo que la fecha aproximada para el Éxodo resulta ser 1450 a. C., sugiriendo que Tutmosis III pudo haber sido el faraón relacionado con el Éxodo.
El Éxodo de Egipto de los israelitas y su cronología están en permanente debate. Sin embargo, dado que la Biblia indica que los hebreos partieron de la ciudad llamada Ramesés y a hacia Sucot,23 ciudades que son datadas en el siglo xiii a. C., durante el período en que Ramsés II gobernaba Egipto, en el campo de la investigación se considera el año 1250 a. C.24 H.W.F. Saggs observa en sus escritos académicos que:
La mención de la ciudad de Ramesés en Éxodo 1:11 en tanto que localidad de almacenaje, construida en parte por los esclavos israelitas, ofrece de hecho un indicio cronológico, dado que [hoy] es sabido que Ramsés II construyó una ciudad, Per-Ramsés [i.e., Pi-Ramsés], la cual se corresponde con el nombre proporcionado por la Biblia. Ello tiende a posicionar la esclavitud [de los hebreos] en Egipto y su salida de ese país en el siglo XIII a. C.
Posibles rutas del Éxodo, según el relato bíblico. CC BY 2.5
La mención de la ciudad de Ramesés en Éxodo 1:11 en tanto que localidad de almacenaje, construida en parte por los esclavos israelitas, ofrece de hecho un indicio cronológico, dado que [hoy] es sabido que Ramsés II construyó una ciudad, Per-Ramsés [i.e., Pi-Ramsés], la cual se corresponde con el nombre proporcionado por la Biblia. Ello tiende a posicionar la esclavitud [de los hebreos] en Egipto y su salida de ese país en el siglo XIII a. C.
Evidencia extrabíblica de la presencia israelita en Canaán se encuentra seis años después de la muerte de Ramsés II, en la Estela de Merenptah, en una inscripción realizada por ese faraón sobre su campaña militar en tierras de Canaán hacia 1210-1208 a. C. Además de ello, algunos eruditos sostienen que se ha encontrado otra referencia más antigua a «Israel» en el llamado Relieve de pedestal de Berlín (siglo XIV-XIII a. C.), una inscripción de piedra de origen egipcio, aunque esto es cuestionado por otros.
Referencias:
- H.W.F. Saggs, «Le monde juif avant l’Exil», en: Le monde du Judaïsme (The Jewish World, 1979), ed. Elie Kedourie, Londres y París: Thames & Hudson, 2003, p. 42. Análoga es la posición de Kenneth A. Kitchen (Rehabilitación del Antiguo Testamento, Michigan: William B. Eerdmans, 2003). El texto bíblico narra además que «los hijos de Israel […] edificaron para el faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés» (Éxodo 1:6, 11).
- Zwickel, Wolfgang; van der Veen, Pieter (23 de enero de 2017). «The Earliest Reference to Israel and Its Possible Archaeological and Historical Background». Vetus Testamentum 67 (1): 129-140. ISSN 0042-4935. doi:10.1163/15685330-12341266. Consultado el 9 de octubre de 2021.
- Adrom, Faried (2016). «Israel in Berlin? Identifizierungsvorschläge zur Fremdvölkerliste Berlin 21687». En Meyer-Blanck, Michael, ed. Geschichte und Gott: XV. Europäischer Kongress für Theologie (14.–18. September 2014 in Berlin) (en alemán). Evangelische Verlagsanstalt. pp. 288-301. ISBN 978-3-374-04580-8. Consultado el 27 de julio de 2023.
Dificultades con la cronología bíblica
El total de los reinados de los reyes de Judá entre el cuarto año de reinado de Salomón, cuando se supone que construyó el Templo, y la destrucción de Jerusalén en 586 a. C., da 430 años.
Dado que Salomón reinó aproximadamente desde el año 970 a. C., la edificación del Templo queda fijada alrededor de esa fecha. Esto sugeriría que la edificación del Templo ocurrió cerca del año 967 o 966 a. C.
Según la Biblia (Reyes 6:1), entre esa construcción y el éxodo habían transcurrido un total de 480 años, lo que da la fecha de 1447 a. C. aproximadamente para el éxodo, acercándolo sugestivamente al final del reinado de Tutmosis III. (Redford, Donald (1992). Egipto, Canaan e Israel en los tiempos antiguos. Princeton University Press.)
Según Éxodo 12:40, el destierro en Egipto había durado 430 años, con el resultado que la llegada de los israelitas al Nilo debería haber ocurrido en el reinado de Sesostris I, que comenzó hacia 1920 a. C. Agregando las largas vidas de Abraham, Isaac y Jacob, habría que fechar la llegada de Abraham a Canaán en el 2141 a. C., y la llegada a Egipto en 2116 a. C., durante la décima dinastía cuya capital estaba en Heracleópolis Magna. La «servidumbre» en Egipto habría ocupado el período entre las dinastías XII a la XVIII.
Como en Números 32:13 se asignan 40 años a vagar por el Sinaí, las conquistas de Josué deben haber ocurrido durante el reinado de Amenofis II, cuando todo Canaán estaba en poder de Egipto pero los egipcios “habían conocido el poder del Dios hebreo Yahvé” [“Luego que me cubra de gloria a expensas del faraón y sus guerreros, los egipcios sabrán que soy el Señor” (Éx 14:18)] (por lo que desde el desastre del ejército egipcio ya no los habrían vuelto a perseguir, porque las proezas del Dios de Israel se difundieron profusamente, incluso entre los filisteos (1.º Sam 4:8; 6:6).
Luego de la caída de Jericó (que ocurrió, tal como lo revelaron los trabajos de Kathleen Kenyon, cerca del 1550 a. C., aunque la erosión permite la existencia conjetural de un asentamiento destruido en el siglo XIII a. C.), el período de los Jueces se extendería hasta cerca del 1010 a. C., siendo luego reemplazados por el período monárquico del rey Saúl. Desafortunadamente las fuentes egipcias no dicen nada sobre Israel, Josué o sus sucesores, y la Biblia no dice nada sobre los Amenofis, Tutmosis o Ramsés de este periodo. (Ver: Hawkins, Dr Ralph K. (1 de febrero de 2013). How Israel Became a People (en inglés). Abingdon Press. ISBN 978-1-4267-5543-9. Consultado el 27 de julio de 2023.).
D. La conquista de Canaán
El proceso de la conquista de Canaán por parte de los israelitas, mostrando que, según los estudios modernos, esta conquista fue mucho más complicada de lo que la Biblia presenta.
Infiltración y mezcla de grupos: Aunque la Biblia narra la conquista de Canaán como una serie de batallas lideradas por Josué, la realidad histórica parece haber sido un proceso mucho más gradual. Los estudiosos sugieren que los israelitas no eran un grupo externo que simplemente invadió Canaán, sino que eran en parte pobladores nativos (como pastores cananeos), junto con otros grupos externos como los habiru, los shasu, los hititas y los arameos. Esto implica una mezcla de culturas y pueblos, lo que convierte el surgimiento de Israel en un proceso de infiltración más que de conquista total.
Influencia egipcia: En el momento en que Israel se estaba estableciendo en Canaán, Egipto todavía tenía cierto control sobre la región, aunque quizás de manera más nominal. Esto sugiere que la conquista israelita ocurrió en un contexto en el que otras potencias (como Egipto) también estaban presentes e influían en la región.
Evidencias genéticas y arqueológicas: Genéticamente, los judíos tienen vínculos con otros pueblos de áreas cercanas, como los kurdos y los grupos del norte de Irak, lo que refuerza la idea de que los ancestros de los israelitas no venían solo de Egipto, sino que eran una mezcla de pueblos que incluía elementos de otras regiones, como los hurritas y los shasu. Las evidencias arqueológicas, como las del período de Khirbet Kerak (Edad del Bronce Media), muestran esta mezcla de influencias culturales.
Conflictos de versiones: El relato bíblico sobre la destrucción de ciudades como Jericó, Ai y Hazor bajo las órdenes de Josué es cuestionado por los registros históricos. Mientras que la Biblia atribuye estas conquistas a los israelitas, el faraón Ramsés II también se atribuyó la destrucción de Jericó y otras ciudades alrededor del 1200 a.C. Sin embargo, investigaciones arqueológicas muestran que algunas de estas ciudades (como Jericó) ya estaban deshabitadas para entonces. Esto sugiere que otros factores, como las guerras entre ciudades-estado, la invasión de los pueblos del mar (incluyendo los filisteos), y las incursiones egipcias, también jugaron un papel importante en la destrucción de estos centros urbanos durante la Edad del Bronce.
En resumen, el proceso de la conquista de Canaán no fue una invasión simple, sino que involucró la interacción de muchos pueblos y culturas en un contexto de conflicto entre varias potencias. La narrativa bíblica, aunque importante desde el punto de vista religioso, se entrelaza con otras explicaciones históricas y arqueológicas más complejas.
Ephraim Moses Lilien, Josué, 1908. E. M. Lilien. Dominio público.
E. Periodo de los Jueces
Si los israelitas regresaron a Canaán hacia el 1400 a. C., ésta era una época en que los grandes poderes de la región estaban concentrados entre Egipto y los ascendentes hititas. Posteriormente, hacia el año 1200 a. C. fue la época de los «pueblos del mar», en la que filisteos, tjekkers y posiblemente dananeos se instalaron a lo largo de la costa desde Gaza en el sur a Joppa en el norte. El Oriente Medio parecía vivir en una edad oscura, de la que tardó siglos en salir. La recuperación parece que comenzó en las ciudades comerciantes del área filistea, siguiendo hacia el norte, a las fenicias antes de avanzar hacia las zonas interiores, las colinas de Judea y Samaria (que recibirían los beneficios del comercio recién a finales del siglo x a. C. ).
Mapa con las doce tribus israelitas, 1200-1050 a. C. Translated by Kordas – This image. CC BY-SA 3.0.
En sus ataques iniciales bajo Josué los hebreos ocuparon la mayoría de Canaán, que repartieron según las líneas familiares tradicionales derivadas de los hijos de Jacob y de José (las tribus de Israel). No había ningún gobierno formal, y el pueblo era guiado por los jueces.
Los Jueces eran los líderes carismáticos de su tiempo, personas inspiradas por el Espíritu Santo (Jue 3:10; 6:34; 11:29; 13:25; 14:6,19; 15:14,19). Eran los pastores del pueblo que generalmente pertenecían a las familias más importantes de sus tribus .(2.ª Sam 7:7)
En este tiempo, el nombre «Israel» se menciona por primera vez (si no antes) en una fuente arqueológica contemporánea, la Estela de Merenptah.
F. Orígenes de la monarquía
Hacia el siglo XI a. C. los hijos de los sacerdotes-Jueces tomaban “lo mejor de las ofrendas para sí mismos”. Se daban a la avaricia, el soborno y pervirtieron el derecho (1.º Sam 2:14; 8:3). Asimismo Trataban con desprecio la ofrenda del Señor (1.º Sam 2:17). La cohesión israelí y la protección que Dios brindaba a esa nación dependía de «seguir el camino del Señor», por lo cual iban camino a la disolución.
Al mismo tiempo la prosperidad volvió a la región al final de la edad de bronce, se recuperó el comercio con Egipto y Mesopotamia, y se abrieron nuevas rutas comerciales, desde Cadesh-Barnea al sur, de Hebrón, Jerusalén y Lakís en Samaria, a Siloé, Siquem y a través de Galilea, a Megido y todo el valle de Jezreel. Esta ruta amenazaba el monopolio comercial de los filisteos, que intentaron dominarla tanto directamente, con una intervención militar contra las tribus de Israel, como indirectamente, promoviendo a mercenarios a posiciones de poder como los Achish de Gath, posteriores aliados de David.
Según lo permitido en el capítulo 7 del Deuteronomio, Israel decidió elegir un rey para luchar con eficacia (I Samuel 8:6, 20) contra la amenaza de sus vecinos. Según los libros de Samuel, el último de los jueces, la nación pidió un rey porque los hijos de Elí (El sumo sacerdote de la época), que habían sido designados como jueces, emplearon mal su cargo. Aunque él intentó disuadirlos, los israelitas estaban resueltos, por lo que Saúl ben Qish, de la tribu de Benjamín, fue ungido como rey por Samuel. Desafortunadamente, no se ha encontrado ninguna evidencia independiente sobre la existencia de Saúl, aunque el primer período de la Edad del Hierro era una fase de expansionismo filisteo, lo que está de acuerdo con el relato bíblico.
Véanse también: Vía Maris y Camino de los Reyes.
G. Reino unido de Israel
La Monarquía Unida (en hebreo: הממלכה המאוחדת), o Reino de Israel (en hebreo: ממלכת יִשְׂרָאֵל, Mamlejet Isra’el) es un reino bíblico. Según el Tanaj (Antiguo Testamento), el primer rey fue Saúl quien unificó las tribus de Israel en un solo estado. Luego fue sucedido por David, que expande el reino significativamente. Su tercer y último monarca fue Salomón, y tras su muerte el reino se divide en norte (Samaria) y sur (Judá).
En la actualidad, varios eruditos sostienen que la Monarquía Unida se trata de una construcción literaria y no una realidad histórica, señalando la falta de evidencia arqueológica. En general, se acepta que existió una «Casa de David», pero muchos creen que David solo pudo haber sido el jefe tribal de Judá, que probablemente era pequeña, y que el reino del norte era un territorio separado.3 Otros, sin embargo, sostienen que la evidencia arqueológica disponible en la actualidad sí favorece la existencia de dicha Monarquía Unida.
En la arqueología, se ha encontrado de la Monarquía Unida una pieza llamada Estela de Tel Dan que la mayoría de los expertos traduce como «Casa de David» indicando una posible dinastía davídica; sin embargo, de los reyes Saúl, Salomón y toda su historia solo se tiene de una única fuente primaria, la Biblia. Los eruditos generalmente están de acuerdo en que probablemente existieron los reyes de la Monarquía Unida, pero que sus relatos contienen exageraciones anacrónicas.
Referencias:
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- Compston, Herbert F. B. (1919). The Inscription on the Stele of Méšaʿ.
- Finkelstein, Israel; Silberman, Neil Asher (10 de junio de 2014). La Biblia desenterrada: Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados. Siglo XXI de España Editores. ISBN 978-84-323-1690-6. Consultado el 20 de agosto de 2021.
- Mazar, Amihai. «Archaeology and the Biblical Narrative: The Case of the United Monarchy». Archaeological and Biblical Perspectives. Consultado el 20 de agosto de 2021.
- Pioske, Daniel D. (2015). David’s Jerusalem: between memory and history. Routledge. p. 180. ISBN 978-1-317-54891-1. OCLC 903488827. Consultado el 9 de octubre de 2021.
- Lipschits, Oded (2014). «The history of Israel in the biblical period». En Berlin, Adele; Brettler, Marc Zvi, eds. The Jewish Study Bible (en inglés) (2nd edición). Oxford University Press. ISBN 978-0-19-997846-5.
- Kuhrt, Amélie (1995). The Ancient Near East, c. 3000-330 BC, Band 1. New York: Routledge. p. 438. ISBN 978-0-41516-762-8.
- Wright, Jacob L. (July 2014). «David, King of Judah (not Israel)». The Bible and Interpretation. Archivado desde el original el 1 de marzo de 2021.
- «Kings of Controversy». Magazine (en inglés). 1 de diciembre de 2010. Consultado el 16 de marzo de 2021.
Reino de Israel (monarquía unida) en tiempos de Saúl y David, 1020-966 a. C. El territorio continuó unido hasta la muerte de Salomón en 928 a. C. Richardprins y rowanwindwhistler. CC BY-SA 3.0
La Biblia relata el poderoso y extenso Reino de Israel (en hebreo: ממלכת יִשְׂרָאֵל, Mamlejet Yisra’el) muy superior a la del actual estado de Israel, ya que abarcaba desde el sur del Líbano a la península del Sinaí y del mar Mediterráneo al río Jordán, según los escritos de Samuel.
Los arqueólogos e historiadores Finkelstein y Silberman; en la época de los reinados de David y Salomón Jerusalén parece estar despoblada o con solo unos cientos de habitantes: insuficientes para gobernar un imperio que abarcase desde el Éufrates a Eilath. Aseguran que la primera referencia independiente para el Reino de Israel es de 890 a. C., mientras que para el de Judá es aproximadamente 750 a. C. Sugieren que, debido a los prejuicios religiosos, los autores bíblicos suprimieron los logros de la dinastía de Omrí (que la Biblia describe como politeístas) achacándolos a una supuesta edad de oro de los gobernantes monoteístas.
1020 a. C.: Israel durante el reinado de Saúl
Artículo principal: SaúlEl reinado de Saúl fue corto, gobernó relativamente pocos años y fue acusado de corrupto, aunque algunos manuscritos antiguos dan la cifra de 40 años (cf. Nuevo Testamento, que le da un reinado de cuarenta años); aunque basándose en el número de las batallas que se le atribuyen, es probable que reinase veintidós años. Murió en batalla contra los filisteos; (combate de Gilboá) batalla en la que David no participa, pues, siendo perseguido, tuvo que refugiarse al lado de un líder filisteo (Aquis).
Según las fuentes, David y Saúl se habían convertido en enemigos, por lo menos desde el punto de vista de Saúl. Las fuentes describen a Jonatán, hijo de Saúl, o bien a Michal, su hija, (fuente antimonárquica y monárquica respectivamente) como quien ayudó a David a escapar de Saúl, aunque asumiendo la reconciliación antes de su muerte.
David ya había sido «ungido» como rey por Samuel (antes de la muerte de Saúl), pero un heredero, Ishbaal ben Saúl, asumió el control de Israel. Este gobernó solamente dos años antes de que lo asesinaran.
1007 a. C.: David reina en Judá
Artículo principal: DavidDavid se convirtió en rey (pero únicamente de la tribu sureña: Judá). Gobernaría desde la ciudad de Hebrón durante siete años, para recién después ser designado rey de toda la nación (Israel y Judá).
Cierto número de críticos y eruditos bíblicos han sugerido que David consiguió esa ansiada unificación de las 12 tribus con base en su carisma, pero lo que realmente parece legitimarlo es su férrea determinación de hacer cumplir la Ley de Yahvé (Jehová). [Los líderes de las tribus le dijeron: “hueso y carne tuya somos” (2.ª Sam 5:1-3)].
El líder judío sería –con su valentía y piedad- el unificador de las tribus israelitas. Consiguió también hacer de Jerusalén la capital de la nación y algo largamente añorado por los fieles: recuperar y traer el Arca de la Alianza (cuyo culto había perdido intensidad en tiempo de los Jueces ) (Jos 7:6; 2.ª Sam 6:2) De acuerdo a las Escrituras, en la segunda mitad de su reinado aparecen desvíos, algunos crímenes y ciertas conjuras que culminan con Absalón, hijo de David, propuesto como nuevo rey. La Biblia entonces describe como un gran sector del pueblo se rebela y asume el control de Judea, forzando a David al exilio al este del Jordán.
Según Samuel, David lanzó un contraataque y triunfó, aunque con la pérdida de Absalón, su hijo. Reconquistada Judea, y afirmado el control sobre Israel, David regresa al oeste del Jordán, aunque continúa sufriendo rebeliones por parte de Israel, superando con éxito cada una.
1000 a. C.: David reina en Jerusalén
Según las escrituras, David emprendió campañas militares contra los enemigos de Judá e Israel, y derrotó a enemigos tales como los filisteos, amonitas y arameos, consiguiendo así que las fronteras permanecieran seguras, aunque sufrió la sublevación de su hijo Absalom, erigido como rey en Hebrón, que fue derrotado y muerto por las tropas de David. Tras arrebatar Jerusalén a los jebuseos, trasladó a esta ciudad fortificada la corte, que estaba en Hebrón, y el Arca de la Alianza, que se encontraba en Quiryat Yearim.
En 2008 se encontraron pruebas de la existencia de un reino fuerte en Khirbet Qeiyafa. Ha sido datado con el carbono-14 por la universidad de Oxford entre 1050 y 970 a. C., la época en que se sitúa el reinado de David. Seymour Gitin, arqueólogo y director del instituto de Albright de Jerusalén (institución americana privada) que ha estudiado los hallazgos de Khirbet Qeiyafa, asegura que los hallazgos de 2008 prueban que «había un centro urbano en el siglo X en las colinas al norte del Valle de Elah»
Bajo su gobierno, Israel pasó de reino a imperio, y su esfera de influencia militar y política en el Oriente Medio se amplió, controlando a estados más débiles como a los filisteos, Moab, Edom, Ammon, y convirtiendo en vasallas a algunas ciudades-estados arameas (Aram-Zobah y Aram-Damasco). Las fronteras iban del mar Mediterráneo al desierto árabe, del mar Rojo al río Éufrates. Algunos arqueólogos modernos, aunque minoritarios, creen que el área bajo control de Judá e Israel en esta época, excluyendo los territorios fenicios en la costa mediterránea, no excedía de 34 000 km²; de ellos, el reino de Israel abarcaba cerca de 24 000 km². (2 Samuel.). (Ver: McKenzie, Steven (2002). King David: A Biography. Oxford University Press. ISBN 978-0-19-513273-1.
Sin embargo, La interpretación de la evidencia arqueológica sobre el alcance y la naturaleza de Judá y Jerusalén en el siglo x antes de Cristo es un tema de intenso debate. Israel Finkelstein y Zeev Herzog de Universidad de Tel Aviv piensan que el registro arqueológico no apoya la opinión de que Israel en ese momento era un estado importante, sino más bien un pequeño reino tribal.
(Ver ref: David y de Salomón: En busca de la Sagrada Biblia, los reyes y las raíces de la tradición occidental p. 20).
Finkelstein dice en La Biblia desenterrada (2001):
«[E]n la base de estudios arqueológicos, Judá se mantuvo relativamente vacía de población permanente, muy aislados y la derecha muy marginal hasta después de la hora prevista para el David y Salomón, sin grandes centros urbanos y sin jerarquía pronunciada de caseríos, aldeas y ciudades».
Ver ref: Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman,La Biblia desenterrada: Nueva visión arqueológica del antiguo Israel y el origen de su Sagrada Textos, p.132. Mas este resumen del libro de Finkelstein y Silberman.
De acuerdo con Zeev Herzog «la monarquía unida de David y Salomón, que es descrito por la Biblia como un poder regional, era a lo sumo un pequeño reino tribal».
Ze’ev Herzog – La deconstrucción de las murallas de Jericó
En el otro lado William Dever, en su ¿Qué hicieron los escritores bíblicos y que sabían?, sostiene que la evidencia arqueológica y antropológica apoya el relato bíblico amplia de un Estado de Judea en el siglo x antes de Cristo, y en esta línea también le apoyan otros arqueólogos.Encuestas de la superficie se encuentra destinada a la localización y cambios en los patrones de asentamiento de población han demostrado que entre los siglos 16 y 8 a. C., período que incluye los reinos bíblicos de David y Salomón, toda la población de la región montañosa de Judá, no era más que unos 5000 personas, la mayoría de ellos pastores errantes, con una zona urbanizada que constaba de una veintena de pequeños pueblos.
965 a. C.: reinado de Salomón
Artículo principal: Salomón
A la muerte de David le sucedió su hijo Salomón, que obtuvo el reino sobre su hermano mayor, Adonías, a quien tuvo que eliminar más adelante. El reinado de Salomón trajo una paz sin precedentes.
Tanto David como Salomón firmaron alianzas con el rey Hiram I de Tiro, y a cambio de la entrega de tierras llegaron en gran número artesanos, trabajadores expertos, dinero, joyas, madera de cedro y otras mercancías. El palacio de David y el templo de Salomón se suponen construidos con la ayuda de recursos tirios y gracias a sus arquitectos, como Hiram.
Salomón reconstruyó gran número de ciudades importantes, como Megido, Hazor, y Gazer (ésta ha sido excavada por arqueólogos, y se han descubierto grandes construcciones, como los establos para los caballos de Salomón, junto con fuentes para abrevaderos).
Emprendió numerosas obras arquitectónicas, entre las que destaca por encima de todas la construcción del Templo de Jerusalén como asiento para el arca de la Alianza; también levantó un palacio y realizó obras públicas como un terraplén que unía el templo con la ciudad de Jerusalén.
Ver nota: Las pruebas históricas sobre el rey Salomón, independientes del relato bíblico, son escasas. Las excavaciones arqueológicas en Hazor, Megiddo, Bethshan y Gézer han descubierto estructuras que los arqueólogos israelíes Ammon Ben-Tor, Amihai Mazar y el norteamericano William G. Dever sostienen que pertenecen a su reino y que todas esas ciudades fueron destruidas por un ataque de Sheshonq I. Finkelstein sostiene que estas estructuras son de un siglo después del reinado de Salomón.
Reinó durante 40 años, durante los cuales pudieron ‘formar un pueblo’, tener prosperidad, y vivir ‘siguiendo los preceptos del Señor’ (1.º Re 3:20, 8:25). Salomón había obtenido Sabiduría –la cual estaba basada en Seguir los mandamientos de Dios- (Sal 119:98,104 –ver 1.º Re 2:2; Job 28:28-). Durante ese período, la seguridad interna y el control de las vías de comunicación facilitaron la expansión del comercio, lo cual incrementaba la prosperidad aunque se acercaba peligrosamente al modo de vida de los cananeos (que la Ley de Yahvé repudiaba) . Mantuvo relaciones con Ofir y Saba.
H. División en dos reinos
La Biblia narra que con la muerte de Salomón en 931 a. C., dejando como heredero a su hijo Roboam, las tensiones entre las diez tribus israelitas del norte y aquellas de Judá y Benjamín en el sur alcanzaron un punto de crisis.
Ver nota: En un estudio llevado a cabo dentro del Programa Científico Israelí y dedicado a la historia del pueblo judío se afirma que el Reino de Judá emergió luego de la muerte de Salomón (The Jewish People, Jerusalén: Keter, 1973, sección 7); reafirmado por Sarah Kochab, Israel, Barcelona: Folio, 2005, p. 26.
Cuando Roboam desoyó las quejas económicas, el territorio de Israel fue dividido en dos entidades hebreas: el Reino de Israel en el norte y el Reino de Judá en el sur. El primero incluyó en su territorio a Siquem y Samaria; el segundo conservó Jerusalén. La mayoría de las demás provincias vasallas no-hebreas se perdieron.
El Reino de Israel se mantuvo independiente desde el año 930 a. C. hasta 722 a. C., cuando fue conquistado por el imperio asirio. El Reino de Judá tuvo una vida más larga que su rival, existiendo hasta 586 a. C., cuando fue conquistado por el imperio babilónico. I Reyes, II Crónicas.
Monarquía dividida: Reino de Judá (sur) y Reino de Israel (norte). El mapa presenta los dos reinos hebreos hacia 830 a. C.. CC BY-SA 3.0
Respecto a la monarquía dividida, la Biblia de los setenta, los masoretas y Flavio Josefo mencionan diferentes figuras. Se desconoce si los dos reinos utilizaron el mismo calendario, además de si los años de los reinados son completos o en parte, y se ignora si hubo corregencias. Isaías expresó que los reinos de «Israel y Judá persiguen solamente el lucro» (Is 9:18-21). Aquellas prácticas corruptas que se encontraban en los pueblos vecinos (ambición, envidia, opresión de los más débiles…) fueron introducidas en Israel contrariando la Ley de Yahvé. La antigua advertencia (vivir aparte… no imitar las costumbres de las demás naciones) (Deuteronomio 12:29,30) se había echado al olvido. Se dejó de lado aquel sentido de ‘pueblo religioso’(Dt 12:5,14) y las tribus se dividieron debido a un problema de índole económico (los tributos) (1.º Re 12:15, 18)
Reino de Israel, 930-722 a. C.
Alrededor del año 930 a. C., Jeroboam lideró la rebelión de las tribus norteñas estableciendo el reino de Israel (I Reyes), con capital en Siquem.
Estudio llevado a cabo dentro del Programa Científico Israelí y dedicado a la historia del pueblo judío (The Jewish People, Jerusalén: Keter, 1973, sección 7); también Sarah Kochab, Israel, Barcelona: Folio, 2005, p. 26.
B. S. J. Isserlin asegura que el reino de Israel era similar a los cananeos de su entorno geográfico, tanto en su política y economía como en los planteamientos urbanos, artísticos e industriales. (ver: Isserlin, B. S. J. The Israelites. Augsburg Fortress Publishers.).
Económicamente el estado de Israel parece haberse desarrollado mejor que su vecino del sur, debido a las mayores precipitaciones y unos sistemas agrícolas más productivos pero sobre todo, debido a su posición estratégica para aprovechar el comercio regional. La Biblia indica que Yahvé estaba «indignado» con las tribus norteñas por el modo de vida ostentoso, desigual y corrupto que practicaban. A su vez, la tribu de Judá se mantenía apenas «un poco menos infiel… reconoce todavía a Dios» (Oseas 4:15; 11:12; Amós 2:4-8).
Antiguo sello israelita. León de Judá y sello israelita con león rugiente e inscripción en hebreo; empleado durante el reinado de Jeroboam, el sello tiene por destinatario a un alto oficial llamado «Shemá».
El León de Judá es el símbolo de la tribu de Judá y tiene su referente en el Libro del Génesis, en la Biblia. Según la tradición hebrea, provenientes de esta tribu eran los ancestros de David, segundo monarca del reino unido de Judá e Israel.
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Según el relato bíblico, que no se puede comprobar por fuentes exteriores, hubo 19 reyes en Israel. Políticamente fue menos estable que Judá, manteniendo una dirección carismática por méritos, y la competencia entre las familias predominantes parece depender mucho más de acuerdos (de trasfondo comercial) con poderes exteriores, como Tiro, Aram o Asiria que en su propia autoridad. Esta necesidad de aplacar a vecinos importantes comenzó ya en el reinado de Jeroboam, cuando, a pesar de las fortalezas de Tirzah, Siquem, y Penuel, Israel fue invadido por el faraón Sheshonq I de la dinastía XXII.
Ver: Nuevas evidencias arqueológicas
El reino de Israel parece haber sido más poderoso en la segunda mitad del siglo ix a. C., cuando Omrí (885-874 a. C.) fundó una nueva dinastía con capital en Samaria, ciudad mejor protegida, con la ayuda de la ciudad fenicia de Tiro, reforzando esta alianza al casar a su hijo y sucesor, Acab (874-853 a. C.), con la hija del gobernante de Tiro Etbaal (llamada Jezabel), y a su hija Atalía con el hijo del rey Josafat de Judá, el futuro rey Joram. Acab formalizó múltiples alianzas entre los pequeños reinos y contribuyó con 2000 carros y 10 000 soldados a la coalición que derrotó a Salmanasar III en Qarqar (853 a. C.).
Relieves del segundo registro del Obelisco negro, en el que aparece un emisario del rey israelita Jehú u Oseas, o acaso uno de ellos, postrándose ante el monarca asirio Salmanasar III. El texto cuneiforme asirio expresa: «El tributo de Oseas, hijo de [la Casa de] Omri», cosa que no implica que la figura postrada sea necesariamente un rey. (Ver: El nombre en cuestión lejos está de haber sido único o extraordinario entre los judíos de la Antigüedad.)
El Obelisco negro de Salmanasar III es un monumento que data del año 827 a. C. y fue erigido en época del Imperio asirio, extendido por Mesopotamia en la zona de los ríos Tigris y Éufrates. Original uploader was Willis. Dominio público.
El texto bíblico narra que estaban imitando «el materialismo de Asiria y naciones vecinas» (2.ª Reyes 17:13-16). Y Dios transmitía: «¡ay de ellos cuando yo llegue a abandonarlos!» (Oseas 9:12; ver Dt 28:36). Fueron advertidos: «Sobre sus riquezas crecerá la hortiga» (Oseas 9:6; Miqueas 2:3); «Haré que seáis deportados…» y «el asirio será su rey…» (Is 7:17-8:4; Amós 5:27; 6:14; Os 11:5).
Doce años más tarde, Jehú, con ayuda del reino de Aram, dio un golpe en el cual Acab y su familia fueron asesinados, y es ungido rey de Israel por el profeta Eliseo. La Biblia no hace ninguna referencia al hecho, pero las fuentes asirias se refieren a Jehu como un monarca de la casa de Omri, lo que puede indicar que este golpe era el resultado de luchas dentro de la misma familia predominante. Hacia el 838 a. C. se aviene a pagar un tributo a Salmanasar III para defenderse de los arameos de Damasco. Jehú se muestra arrodillado ante el monarca asirio en el obelisco negro de Salmanasar, y es el único monarca de cualquiera de ambos estados del que se conserva un retrato.
Como resultado de estos cambios, Israel, al igual que su vecino meridional Judá, cayó dentro de la influencia del reino arameo de Damasco. El rey Hazael guio a los arameos contra Joram de Israel y Ocozías de Judá, derrotándolos en Ramoth-Gilead. Tras esta batalla, Hazael rechazó dos ataques asirios contra los territorios israelitas situados al este del Jordán, y la ciudad filistea de Gath e intentó tomar Jerusalén (II Reyes, 2 12-17). Una inscripción descubierta en Tel Dan se considera erigida por Hazael, después de la batalla de Ramoth-Gilead. (Ver nota: Excavaciones recientes en Gath han revelado la evidencia del sitio y conquista de la ciudad.).
Jeroboam II fue coronado rey de Israel en 787 a. C. Luchó contra Damasco y Moab en un intento de expansión, mientras los asirios amenazaban a los reinos judíos. Jeroboam II murió en el año 747 a. C. en una rebelión popular, y con él acabó la dinastía de Jehú.
De la sangrienta rebelión, Menahem se erigió en rey el 745 a. C., y aceptó pagar tributo a Tiglath-Pileser III. Le sucedió su hijo Pecajías, que perdió el trono ante Pecaj.
Pecaj intentó una coalición con Rasón de Damasco y Ajaz de Judá, para combatir a los asirios. Pero Ajaz apoya a Asiria, lo que llevó a la caída de Israel en poder del rey asirio Sargón II, que lo incorporó a su imperio en el 720 a. C. (II Reyes 17, 3-6) (Se cumplió así la profecía bíblica de Oseas 11:5).
La evidencia arqueológica demuestra que mucha gente huyó al sur, hacia Judá cuya capital (Jerusalén) parece haber crecido cerca del 500% en este tiempo. En esta época muchas tradiciones norteñas comenzaron a seguirse en la región de Judá.
Este período del eclipse de Israel coincidió con la aparición de una línea de profetas independientes, Amós, Joel, Oseas y Elías, Eliseo e Isaías altamente críticos con los monarcas de Israel. La tradición espiritual que más adelante crecería en la historia bíblica, tuvo aquí sus orígenes, según muchos exégetas bíblicos.
Profetas del Reino de Israel:
Reino de Judá, 928-587 a. C.
Cuando en 928 a. C. el reino de Israel fue dividido, las tribus de Judá y Benjamín permanecieron fieles a Roboam, formando el reino de Judá con capital en Jerusalén. Roboam luchó contra el rey de las tribus norteñas (Jeroboam de Israel), guerra que mantuvo su hijo Abías o Abiyam (II Crónicas 12 y 13), acabando con su ejército y tomando Betel.
Le sucedió su hijo Asa, que prohibió el culto a los ídolos, rechazó a los madianitas y a los etíopes que habían invadido Judá, y luchó contra Basa, rey de Israel, con la ayuda de Ben-Hadad, rey de Siria.
La dinastía de Omrí extremó la guerra contra Judá, ayudada por su alianza dinástica con Tiro. El rey Ocozías, hijo de Joram, fue asesinado en el año 846 a. C., su madre Atalía se hizo con el poder e inició en Jerusalén una persecución contra los que se oponían al culto del dios Baal. Seis años después, Atalía fue asesinada.
En 838 a. C. Joás, hijo de Ocozías, fue coronado rey de Judá y en Jerusalén se destruyó el templo de Baal, expulsándose a sus sacerdotes. Se restauró la religión de Yahvé, la misma actitud que toma Yehú en Israel destruyendo el templo de Baal en Samaria. Joás aceptó pagar un tributo a Salmanasar III para defenderse de los arameos de Damasco, y en el 800 a. C. Damasco fue vencida por el rey asirio Adadnarari III, conquistando Joás en el año 802 a. C. las zonas que habían dominado los arameos en Galilea.
Mapa del sur del Levante mediterráneo, ca. 830 a. C. CC BY-SA 3.0
Durante el reinado de Acaz, la población de Jerusalén creció enormemente como resultado de la llegada de muchos refugiados israelitas que huían del norte, pasando de ser un pequeño mercado local a una ciudad importante. Durante el reinado de Ezequías (725-697 a. C.), su hijo, la población había crecido alrededor de un 500%. Ezequías realizó grandes obras, incluyendo la ampliación de las murallas para incluir la nueva población tanto en Jerusalén como en Lakís, construyó la piscina de Siloé para dar a la ciudad una fuente independiente de agua en el interior de la ciudad y también amplió el Templo.
Phillip Davies y otros sugieren que en este tiempo Jerusalén estableció su propia escuela de escribas, reuniendo las fuentes de tradición oral que se conocen como Tradición yavista. (Ver nota: Davies, Phillip R. (1998), «Scribes and Schools: The Canonization of the Hebrew Scriptures» (Westminister John Knox Press). La Biblia también explica que Ezequías emprendió importantes reformas religiosas, procurando sin éxito centralizar las prácticas religiosas en el Templo y erradicar la adoración a la serpiente Nehustan, culto que duraba desde los tiempos de Moisés. Parece haber seguido el camino de Salomón, recopilando la sabiduría (lo cual se basaba en “seguir los mandamientos del Señor” (Dt 4:6; Sal 119:98; Baruc 4:1) atribuida a este monarca.
Quizá incitado por los faraones de la dinastía vigésimo sexta egipcia formó y dirigió una coalición con los filisteos intentando unificar Judá e Israel. Los asirios, que dominaban la zona filistea impusieron el famoso asedio de Laquis y luego de tomar la segundad ciudad más importante del reino judío la pasaron a cenizas. Luego procedieron a cercar los alrededores de Jerusalén. Senaquerib se jactó de haber «encerrado a Ezequías en Jerusalén como a un pájaro en una jaula», pero la Biblia habla del ángel del señor que golpea violentamente a los sitiadores asirios, relato que parece señalar algún tipo de epidemia. Los asirios debieron retirarse, pero pudieron imponer un tributo que empobreció a la población de Judá durante una generación y condujo a la total revocación de las reformas de Ezequías.
Durante el reinado de su hijo Manasés (697-642 a. C.), bajo la más suave dominación de los reyes Asarhaddón y Asurbanipal, se produjo una recuperación económica, aunque en desmedro de la justicia y rectitud. Se sabe que pasó cierto tiempo con Asarhaddón en Babilonia y que acompañó a Asurbanipal en la invasión a Egipto.
El hijo de Manasés, Amón, tuvo un reinado insignificante antes de que fuera asesinado el año 639 y pasara el trono a su hijo Josías, todavía un niño. En 633 a. C. el sacerdote Helcías, padre de Jeremías, encontró un libro de la Torá perdido (II Reyes 22:8) que atribuyó a Moisés, posiblemente el Deuteronomio, lo que condujo a reformas importantes del culto.
(Ver nota: Martin Noth demostró que el Deuteronomio difiere de los otros cuatro libros del Pentateuco, y que fue compuesto en gran parte durante el reinado de Josías convirtiendo al rey en un héroe conectado de cerca con el sacerdocio de Siloé.)
Este reinado vio el eclipse y derrumbamiento del imperio asirio, lo que llevó a Josías a seguir la trayectoria de Ezequías centralizando toda el culto en Jerusalén, e instituyendo el Pésaj. Intentó unificar los reinos judíos y luchó por liberarse de Asiria, y tras la caída de ésta (612 a. C.), por liberarse de Egipto. Murió en batalla, resistiendo el avance del faraón Necao II en 609 a. C. En el 608 a. C. Necao II impuso como rey a Eliaquim, con el nombre de Joaquim. Los egipcios fueron derrotados por los babilonios el 605 a. C. en Karkemish, y Egipto quedó sometido por el rey babilonio Nabucodonosor II, que influenciaba también sobre Judá.
El año 598 a. C. Nabucodonosor II depuso a Joaquim, que se negaba a pagar tributo. Su hijo Joaquín tampoco colaboraba, así que el ejército babilonio encarceló a Joaquín y a toda la aristocracia del reino de Judá.
Nabucodonosor II nombró a Matanías rey de Judá en el año 589 a. C. y, bajo el nombre de Sedecías, fue el último rey judío. El imperio babilónico arrasó Jerusalén, su Templo fue destruido en 587 a. C. y la élite judía fue obligada a vivir en Babilonia.(II Reyes 25:1-9).
Profetas del Reino de Judá
- Joel, 810-750 a. C.
- Isaías, 740-700 a. C.
- Miqueas, 742-687 a. C.
- Sofonías, 640-610 a. C.
- Nahum, 630-612 a. C.
- Hulda (profetisa), 610-605 a. C.
- Habacuc, 605 a. C.
- Jeremías, 626-587 a. C.
- Ezequiel, 593-570 a. C.
The Old Testament, Londres: Hermes, 2002, p. 239: «The Old Testament Prophets».
I. Cautiverio y retorno
Cautiverio asirio de los israelitas del norte
En el año 853 a. C. Salmanasar III de Asiria y posteriormente Sargón II en el 722 a. C. conquistaron las diez tribus norteñas de Israel destruyendo su capital, Samaria, y enviando a la población al exilio y cautiverio. La mayoría de los habitantes, incluyendo la clase dirigente, fue deportada a otras tierras ocupadas por el imperio asirio y se trajo gente de esos lugares a Samaria. Así, dispersados entre otras naciones, asimilados en nuevas culturas, llegaron a perder su identidad original. Nunca volvieron, como pueblo, a la tierra de Israel, se les llamó las diez tribus perdidas.
Deportaciones de judíos hacia el imperio asirio, siglo VIII a. C. (Joelholdsworth y Rowanwindwhistler). CC BY-SA 3.0.
Cautiverio babilónico de los judíos
- 605 a. C.: primera diáspora. La “parte noble” del pueblo judío (entre ellos el profeta Daniel) se ve forzada a vivir en territorio imperial y bajo sus lineamientos.
- 586 a. C.: Babilonia conquista Judá y su capital, Jerusalén. Gran parte de la población, sobre todo la nobleza, fue deportada a Babilonia. A ello se refiere comúnmente la expresión Cautiverio de Babilonia.
Muchos consiguieron huir a Egipto, Siria, Mesopotamia, o Persia. El rey de Judá (ciego y sometido) conservaba su título nominal (Jer 52:31) y los hebreos “valiosos” eran ubicados en cargos importantes de la administración imperial (Dn 1:19; 2:49). No obstante, los judíos se sentían «esclavos» ya que quien impartía los dictámenes en relación con la vida, el ritual y culto era el monarca babilónico (Daniel 3:10; 37). Los judíos estaban cautivados… (Jer 50:33). Ya no podrían regir sus vidas pues las fuerzas imperiales los conducirían hacia la idolatría, forma de vida en la que se priorizaba el materialismo (Je 52:30). En Babilonia, los judíos permanecieron casi 50 años. (Ver referencia; De hecho 49 años, ya que se vieron obligados a permanecer allí entre 586 y 537 a. C.).
El exilio babilónico: deportación de los hebreos del Reino de Judá a Babilonia tras la destrucción del Templo de Jerusalén, siglo VI a. C. James Tissot. Este enlace. Dominio público. Original file (3,000 × 2,048 pixels, file size: 8.36 MB).
Dominio persa
Siete decenios después, Dios transmitía al rey de Babilonia: “Tu imperio… será dado a los persas” (Dn 4:24; 5: 20-28). En el año 559 a. C.: Ciro II el Grande se convirtió en rey de Persia, y conquistó Babilonia en el 539 a. C. El imperio persa gobernó Asia occidental, incluyendo a Israel, hasta 332 a. C.
Como la mayoría de los grandes emperadores de la Antigüedad, Ciro permitió a sus súbditos practicar su propia religión en tanto que incorporasen al monarca y le hiciesen ofrendas. Respecto a los judíos, Ciro tomó la medida de acabar con su estatus de nación esclava, aunque la relación siguió siendo una de dependencia. Estas reformas se reflejan en el cilindro de Ciro y en los libros bíblicos de I Crónicas y de Esdras, que indican que Ciro sacó a los israelitas de la servidumbre en Babilonia y, por decreto, en 537 a. C., les otorgó la permisión para volver a la tierra de Israel y reedificar el Templo de Jerusalén, cosa que parte de ellos llevó a cabo. (ver: Parte considerable del pueblo judío dejó Babilonia, mas otra parte permaneció en ella desde entonces.).
Ciro II el Grande permite el retorno de los hebreos a Tierra Santa. Miniatura francesa de Jean Fouquet c. 1470-75 (ilustración para Flavio Josefo, Antigüedades judías, libro XI). (París, Bibliothèque nationale de France, Jean Fouquet, peintre et enlumineur du XVe siècle, 2003.)
J. Segundo Templo.
Reconstrucción del Templo
Ciro permitió que Sesbasar, príncipe de la tribu de Judá, y Zorobabel llevaran a los judíos de Babilonia a Jerusalén. Se les permitió volver con los objetos del Templo que los babilónicos habían tomado, y comenzaron la construcción del segundo templo (Esdras 1 y ss., (Isaías) 44 y 45), que se concluirá en 525 a. C. bajo la dirección espiritual de los profetas Ageo y Zacarías. En este tiempo Tierra Santa era una satrapía persa conocida como Yehud.
Reconstrucción del Templo de Jerusalén según la concepción de Zorobabel. Dominio público
Los papiros de Elefantina (circa 450 – 419 a. C.) de la colonia militar judía en Egipto demuestran que en este tiempo algunos judíos seguían siendo politeístas, y consideraban que Yahveh tenía como esposa a la diosa Anat.
En 445 a. C. Artajerjes nombró virrey de Judá a Nehemías, que fortificó Jerusalén para defenderse del gobernador de Samaria. Los pocos miles de judíos retornados estaban despojados de las riquezas materiales. La vida se les tornaba difícil bajo el dominio persa. La reformada vida israelí fue conducida por los escribas judíos Nehemías (Nehemías 1-6) y Esdras; este último instituyó la sinagoga y sus servicios de rezos, y coronó la Torá leyéndola en público ante la gran asamblea que instaló en Jerusalén. Comenzaba a renacer el impulso de comunidad religiosa, logrando que Dios volviera a estar en medio de ellos (Ageo 2:5,6,20)
Por su parte los samaritanos construyeron su propio Templo en el monte Garizim en 428 a. C. (II Macabeos 6,2).
Véase también: Anexo:Gobernadores de Judea durante la dominación persa
Óleo por Aert de Gelder, 1675; cuadro preservado y exhibido en el Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires; donación de Mario Hirsch, 1983 (Jorge Glusberg, Obras maestras del Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires: MNBA, 1996, p. 38). El Libro de Ester es la fuente de inspiración literaria de esta pintura: «Escribió Mardoqueo […] y envió cartas a todos los judíos que estaban en todas las provincias del rey Asuero, cercanos y distantes, ordenándoles que celebraran el día decimocuarto del mes de Adar, y el decimoquinto del mismo mes, de cada año, como días en que los judíos estuvieron en paz con sus enemigos, y como el mes en que la tristeza se trocó en alegría, y el luto en festividad; que los convirtieran en días de banquete y de gozo, en día de enviar regalos cada uno a su vecino, y dádivas a los pobres» (Ester 9:20-22). La obra de Aert de Gelder es alternativamente conocida como «Ester y Mardoqueo escribiendo la primera carta del Purim» (MNBA Obra 8643). La información provista por el MNBA indica que Aert de Gelder trató en diversas ocasiones la historia de Ester, siendo ella popular en Holanda durante el siglo XVII, dado que el pueblo holandés parangonaba en ese entonces su propia lucha contra el yugo español con aquella que los judíos de la Antigüedad libraban contra sus enemigos. El Libro de Ester narra cómo una joven judía intercedió ante el rey persa Asuero (Jerjes) a fin de evitar la masacre de su pueblo, decreatada por Aman, quien era enemigo de los judíos. La masacre estaba prevista para un día «tirado a suertes». Mas la intervención de Ester contribuyó al triunfo de los judíos y a partir de ello se estableció la fiesta de Purim, nombre que deriva del persa p[u]r [Libro de Ester: «fue hechada Pur, esto es, la suerte»; Ester 3:7] y que significa «echar suertes». El tema era considerado ejemplificador y a su vez celebratorio del triunfo holandés respecto a su enemigo de entonces, España (Á.M. Navarro y A. Lo Russo; Texto obra MNBA 8643, consultado y adaptado 5 de agosto de 2014). Sin dar referencia ninguna, el sitio del MNBA determina que «Purim» es un «nombre que se deriva del sánscrito par o del persa por» (Obra MNBA 8643, consultado 5 de agosto de 2014); pero ello no es del todo exacto: Purim es ante todo un término del idioma hebreo, cuyo singular es Pur (פור), y que en dicha lengua, tanto la histórica como la moderna, es identificado con ha-goral, vocablo que es entendido en este caso como «la suerte» (פורים); el término es empleado en hebreo probablemente desde el siglo V a. C.; siendo muy posible que el término hebreo provenga a su vez del persa Pur (Agencia Judía: Purim); Ernest Klein sugiere que el término Purim proviene del acadio puru y este a su vez del sumerio bur (A Comprehensive Etymological Dictionary of the English Language, Ámsterdam: Elsevier Scientific Publishing Co., 1971; Douglas Harper, «Purim», Online Etymology Dictionary, 2001-2014). Tanto el Webster’s Revised Unabridged Dictionary como el Chambers’s Twentieth Century Dictionary indican que la etimología de Purim es hebrea (Fine Dictionary: Purim). Con todo, ninguna de las fuentes consultadas sugiere un posible origen sánscrito para el término en cuestión. Consulta realizada 5 de agosto de 2014.Siendo identificados a partir de la cronología de los reyes de Persia, y a través de Jerjes I en particular, Ester y Mardoqueo pertenecen al siglo V a. C.; «Ahasuerus», Jewish Encyclopedia, Nueva York, 1906; Robert J. Littman, «The Religious Policy of Xerxes and the Book of Esther», The Jewish Quarterly Review, 65/3, enero de 1975, pp. 145-148; Simón Dubnow, Historia Judía, Buenos Aires: Sigal, 1977, capítulo XIV; «Ahasuerus», Chabad, accedido 11 de agosto de 2014; atípicamente, han sido propuestos los siglos III-II a. C. (Shaul Shaked, «Book of Esther», Encyclopaedia Iranica, 1998-2012, VIII:6, pp. 655-657; consultado 11 de agosto de 2014).
La herencia de Alejandro Magno
Los persas fueron derrotados por Alejandro Magno, en el 331 a. C., en cuyo imperio estaba incluido Israel. Se dice que no atacó Jerusalén después que una delegación de judíos lo convencieran de su lealtad, mostrándole las profecías contenidas en las escrituras que esto debía ocurrir.
En el 323 a. C. moría Alejandro, y en la lucha por el poder Israel cambió de manos por lo menos cinco veces en apenas veinte años. Babilonia y Siria fueron gobernadas por los seléucidas, y Egipto por los ptolomeos. Durante el reinado de Ptolomeo II (281-246 a. C.) se tradujo la Septuaginta en Alejandría. En esta época comenzaron a tomar importancia algunas sectas, como los fariseos, saduceos y esenios.
El rey seléucida Antíoco IV Epífanes atacó y venció a los ptolomeos y conquistó su imperio, saqueando Jerusalén para usar los fondos del Templo. Entre 174-163 a. C. promulgó varias ordenanzas para conseguir la helenización de los judíos: trató de suprimir el culto a Yahveh, prohibió el judaísmo suspendiendo toda clase de manifestación religiosa y trató de establecer el culto a los dioses griegos. Las imposición de ideas griegas hacía sentir ‘esclavizados’ a los judíos (1.º Mac 8:18).
“…los sacerdotes ya no mostraban celo por el servicio del altar; sino que …descuidando los sacrificios, …eran invitados a lanzar el disco”(2.ª Macabeos 4:14,15). Pero el sacerdote judío Matatías y sus dos hijos (los Macabeos) consiguieron levantar a los «judíos piadosos» (jasidim) en su contra y lo expulsaron. La fiesta judía de Jánuca conmemora este hecho (I Macabeos).
Reino asmoneo (104 a. C. – 37 a. C.)
Judas Macabeo recuperó Jerusalén en 164 a. C., purificando el Templo, reanudando los sacrificios; en 150 a. C. se expulsó a los sirios de Jerusalén, formándose Judá como Estado judío independiente. Comenzaba el reinado de los Asmoneos, apoyado por los fariseos (168-142 a. C.). cuando el imperio seléucida cayó en 129 a. C., el estado judío adquirió plena autonomía.
Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo y sumo sacerdote, gobernó desde Jerusalén entre 134 y 104 a. C., pero no fue reconocido como rey al no ser descendiente de David. Se anexionó Jordania, Samaria, Galilea e Idumea, con el apoyo de Roma. Los idumeos fueron forzados a convertirse al judaísmo.
En 105 a. C. el nuevo rey y sumo sacerdote de Judá, Alejandro Janneo, cambió el apoyo de los fariseos por el de los saduceos.
Reino asmoneo durante el reinado de Aristóbulo II. Machaerus y rowanwindwhistler .CC BY-SA 3.0.
K. Ocupación romana
En el año 63 a. C. Pompeyo conquistó la región, convirtiéndola en reino tributario de Roma, y entre 57 y 55 a. C. Aulo Gabinio, procónsul de Siria, repartió el reino asmoneo en Galilea, Samaria y Judea, con 5 distritos bajo la jurisdicción del Sanedrín. Reprimió una revuelta popular y restituyó a Juan Hircano II como sumo sacerdote. Durante su campaña en Egipto, Alejandro, hijo de Aristóbulo II, arrebató a Hircano II el título de sumo sacerdote, pero en el año 54 a. C. Gabinio restableció el orden.
En 40 a. C. Herodes el Grande fue designado rey de los judíos por el Senado romano, lo que no indicaba independencia pero sí una cierta autonomía, y una total exención de impuestos. Durante su reinado nacieron Jesús de Nazareth y Juan Bautista. Le sucedió Herodes Antipas, nombrado tetrarca de Galilea y Perea el año 4 a. C.
En el año 6, Arquelao, etnarca de Samaria, Judea e Idumea fue depuesto por Augusto, y el territorio se anexionó a Siria como Provincia de Judea, con capital en Cesárea, bajo gobierno directo de Roma. Quirino, legado de Siria, organizó el primer censo de Judea al que se oponían los zelotes dirigidos por Judas el Galileo.
Ver: Josefo en Antigüedades judías, libro XVIII.
Reino de Herodes el Grande, 40 a. C.-4 a. C. CC BY-SA 4.0
Siguió un breve periodo de paz en Judá y Galilea durante los años 7-26, durante los cuales murió (el año 9) Hillel, presidente del Sanedrín y opuesto a la rigidez religiosa de Shammai, y el año 18 el prefecto Valerio Grato nombró sumo sacerdote a Caifás, que sería depuesto en el 36 por el legado sirio Vitelio.
El año 26 Poncio Pilatos fue nombrado gobernador de Judea. Durante su mandato (26 – 36) fue decapitado Juan Bautista y crucificado Jesús. También fue depuesto por Vitelo.
Tras la muerte de Herodes Antipas el año 39, Claudio designa como rey de los judíos a Herodes Agripa I (41-44), a Herodes de Calcis y posteriormente a Herodes Agripa II, (48-100), séptimo y último rey de la familia Herodes.
Segundo Templo de Jerusalén, con de las mejoras llevadas a cabo por Herodes, siglo I d.C.Modelo desarrollado por Michael Avi-Yonah y preservado en el Museo de Israel, Jerusalén (Second Temple Model Archivado el 6 de octubre de 2015 en Wayback Machine., accedido 12 de junio de 2014).
Primera guerra judío-romana
Comenzó en el año 66, cuando Eleazar ben Ananías, cesó los rezos y los sacrificios en el Templo en honor al emperador romano y mandó atacar a la guarnición de Jerusalén, todo ello debido al robo del tesoro del Templo. Herodes Agripa II huyó y los judíos consiguieron hacer frente al legado de Siria hasta la llegada del general Vespasiano en el año 67, que logró conquistar el norte. En el 69 fue nombrado emperador, dejando a su hijo Tito el encargo de tomar Jerusalén.
Sitio y destrucción de Jerusalén por los romanos bajo las órdenes de Tito, 70 d. C. (Óleo del pintor escocés David Roberts, realizado en 1850.). Este enlace. Dominio Público. Original file (5,906 × 3,921 pixels)
Destrucción de Jerusalén
Tito logró tomar la ciudad y arrasar con la población en el año 70, destruyendo el segundo Templo, del cual solo se mantuvo parcialmente en pie la pared occidental, conocida actualmente como el «muro de los lamentos». La última fortaleza rebelde, Masada, cayó el año 73. A continuación, los romanos sustituyeron la figura del procurador por un pretor, y estacionaron de forma permanente la X Legión.
El rabino Yochanan ben Zakai, huido de Jerusalén, obtuvo el permiso del general romano para establecer un centro de aprendizaje judío y formar el Sanedrín en la ciudad de Yavne, lo que se considera el comienzo del judaísmo rabínico, cuando se recopiló la Halajá.
Ver: Enciclopedia Judía, Yochanan ben Zakai
El Sanedrín se convirtió en el cuerpo religioso, político y judicial supremo para los judíos por todo el mundo hasta el 425, cuando fue disuelto por el emperador Marciano.
Antiguo shéquel de plata de Israel, con cáliz de kidush y tres granadas simbólicas de Judea, Samaria y Galilea, forjado en el segundo año de la primera guerra judeo-romana, 66-73
Segunda guerra judío-romana
Llamada guerra de Kitos, comenzó en el 113 debida a las medidas de Trajano contra los judíos: prohibición del estudio de la Torá y la observancia del Shabat, medidas tomadas para asegurarse la retaguardia mientras luchaba contra el Imperio Parto. La revuelta se produjo en varios lugares debido a la diáspora: en Cirene, desde donde se extendió a Alejandría, en Chipre, y en Mesopotamia, siendo duramente reprimida por los romanos. En el 118 fue nombrado emperador Adriano, que prometió autorizar la reconstrucción del Templo, lo que trajo la paz a la región.
Tercera guerra judío-romana
En 132 estalló la rebelión de Bar Kojba, debida a varias razones, pero sobre todo a los decretos dictados por Adriano que prohibían el Brit Milá, la celebración del Shabat, y las leyes de pureza en la familia, así como por las noticias de que pretendía levantar un templo en honor de Júpiter sobre las ruinas del de Jerusalén.
Akiva ben Iosef, que presidía el Sanedrín, convenció al resto de sus miembros de nombrar nasí (príncipe) a Simón bar Kojba, que declaró la independencia frente al Imperio romano, manteniendo a Israel durante tres años como estado independiente y llegando a emitir su propia moneda. Los romanos enviaron nueve legiones para reconquistar Israel, adoptando una estrategia de tierra quemada: según Dión Casio, murieron 580.000 personas y se arrasaron 50 pueblos fortificados y 985 aldeas. Bar Kojba se refugió en la fortaleza de Betar, donde fue capturado y muerto por los romanos en el 135.
Jerusalén también fue arrasada, y para evitar el retorno de los judíos se construyó una ciudad romana, Aelia Capitolina, y se aposentó una guarnición en el lugar donde se había levantado el Templo. Para completar la humillación, se llamó desde entonces a la región Provincia de Palestina, eligiendo el nombre de los filisteos a quienes Roma identificó como enemigos de los judíos. La mayoría de la población judía fue asesinada, esclavizada o exiliada y la religión judía prohibida, con lo que el centro de la vida religiosa judía pasó a Babilonia. En el siglo iv, Constantino I el Grande permitió a los judíos regresar a Jerusalén a lamentar su derrota una vez al año, el 9 de Av, en el Muro de las Lamentaciones.
Hebreos
Los hebreos (del latín Hebraei y del griego antiguo Hebraioi [Ἑβραῖοι], y ambos a su vez del hebreo ‘Ivrīm [עברים]) son un antiguo pueblo semita del Levante mediterráneo (Cercano Oriente) establecidos en el año 616 a. C., conocidos también como pueblo judío. (Ver nota).
La tradicional fuente de referencia para los hebreos es la Biblia, cuyo contenido también se encuentra en las escrituras hebreas de la Torá. Según estas fuentes, los hebreos constituyen el grupo monoteísta inicial, que es descendiente de los patriarcas posdiluvianos Abraham, Isaac y Jacob.
Según la Biblia y las tradiciones hebraicas (orales y escritas), los hebreos fueron originarios de Mesopotamia. Eran nómadas, vivían en tiendas, poseían rebaños de cabras y ovejas, utilizando asnos, mulas y camellos como portadores. Siguiendo a Abraham, los hebreos emigraron hacia Canaán, la tierra prometida por Dios a los descendientes del primer patriarca. Varias tablillas descubiertas en Mari certifican frecuentes migraciones a través del Creciente Fértil.
Ver nota:
Ello se desprende de los textos bíblicos que, para judíos y cristianos «contienen la palabra de Dios»; dichos textos son la Torá y la Biblia. En su etimología de hebreo, el DRAE, 22.ª ed., incluye un «quizá del acadio ẖapiru[m], [acaso significando] paria». Posiblemente ello se deba a que existen algunas teorías que buscan conectar los «habiru» —a los que también se conoce como apiru— con los hebreos bíblicos. Sin embargo, lo cierto es tales intentos de relacionar al grupo de los apiru (Habiru) con el gentilicio «ivrim» carecen por el momento de pruebas concluyentes para sustentar tamaña idea. Escritos tales como los de Juan de la Torre Suárez no solo son incompatibles con el texto bíblico sino que además proclaman abiertamente su propia «egiptomanía». Rainey explica que la supuesta relación entre habiru y los hebreos no es más que una expresión de deseo. Véase Anson F. Rainey, Unruly Elements in Late Bronze Canaanite Society, en Pomegranates and Golden Bells, ed. David Pearson Wright, David Noel Freedman, Avi Hurvitz, Eisenbrauns, 1995, p. 483. Para una discusión, ver O. Loretz, Habiru-Hebräer, Berlín, 1984; N. Na’aman, «Habiru and Hebrews: The Transfer of a Social Term to the Literary Sphere», JNES, 45, 1986, pp. 271-88; y A. F. Rainey, Habiru-Hebräer, 1987. «Habiru» no designa ninguna agrupación étnica y es un término empleado en la Antigüedad para referirse tanto a grupos semitas como para otros que no lo son: «la conexión [entre habiru y los hebreos], si es que hay alguna, permanece oscura» (J. D. Douglas, The Zondervan Illustrated Bible Dictionary, 2011, p. 557). Por otra parte, el sentido dado a «hapiru» en la etimología propuesta por el DRAE carece de referencia o sustento científico y por ello no es más que una hipótesis. Inesperadamente, el Diccionario acadio-españolara el [http://lacasaeuropa.blogspot.com.br/2010/08/diccionario-sumerio-acadio-d.html Diccionario sumerio-acadio de Casa Europa (ambos accedidos 12 de julio de 2013).
Abraham es considerado el primer hebreo por dejar su Caldea natal, y haber atravesado «del otro lado del río» Éufrates. El patriarca y los suyos se asientan en Canaán: en Siquem (actual Nablus), Beerseba o Hebrón. Poco a poco, se mezclan con los pobladores locales y se convierten en agricultores sedentarios. El pueblo de Israel era vecino de otros, como los edomitas, moabitas, amonitas e ismaelitas. El rasgo distintivo de los hebreos fue su convicción en la existencia de un único Dios (Yavé o Jehová). Según los textos del Tanaj, el pueblo de Israel es elegido por Dios para la revelación de principios fundamentales (tales como los Diez Mandamientos contenidos en la Torá) y es con el primer patriarca del pueblo hebreo que Dios establece su Alianza o Pacto, también conocido como Convenio Abrahámico: Génesis 12:1-3 –
E.M. Lilien, Abraham contempla las estrellas, estampa, 1908. (Imagen incluida en la edición alemana de Los Libros de la Biblia.). Dominio público.
- En la Biblia, Israel es el nombre nacional de los hebreos. Inicialmente y en su condición tribal, los hebreos no poseían un nombre que los distinguiese históricamente como grupo. El cambio del nombre del tercer patriarca, quien de «Jacob» pasa a llamarse «Israel» (Génesis 32:24 y 32:28) es reflejo el hecho histórico conocido como unión de las tribus hebreas iniciales y de su triunfo sobre los cananeos. O, dicho de otro modo, «hebreos» eran antes de la conquista de la tierra de Canaán e «israelitas» se les llamará a partir de dicho acontecimiento (siglo vi a. C.).
En la actualidad, «hebreo» se emplea para designar a todo aquel que sea miembro o descendiente del pueblo de Abraham, Isaac, y Jacob. Hebreo es hoy además sinónimo de israelita y judío.
En algunos idiomas modernos, entre ellos el griego, italiano, rumano y muchas lenguas eslavas, «hebreos» es empleado como etnónimo estándar de los judíos.
Ver referencias bibliográficas:
- HebrewsJewish Encyclopedia, versión sin editar 1906; accedida 17 de julio de 2013
- «Hebrew (people)»Encyclopædia Britannica, 2008, Encyclopædia Britannica Online, accedida 20 de diciembre de 2008 y 17 de julio de 2013: «Hebrew, any member of an ancient northern Semitic people that were the ancestors of the Jews. Biblical scholars use the term Hebrews to designate the descendants of the patriarchs of the Hebrew Bible (Old Testament)—i.e., Abraham, Isaac, and Jacob (also called Israel [Genesis 33:28])—from that period until their conquest of Canaan (Palestine) in the late 2nd millennium bce. Thenceforth these people are referred to as Israelites until their return from the Babylonian Exile in the late 6th century bce, from which time on they became known as Jews.»
- Hebrewsthefreedictionary.com, accedido 17 de julio de 2013
- Alboukrek, Aarón y Gloria Fuentes Sáenz, Diccionario de sinónimos y antónimos, Larousse-La Nación, 2005, p. 139: «hebreo».
- «Génesis 15:5, Biblia Paralela, accedida 18 de julio de 2013»
La dispersión de los hijos de Noé después del Diluvio. El área ocupada por Sem y su descendencia, el Creciente Fértil, está marcado en rojo. C. V. Monin, Géographie des Hébreux et Tableau de la dispersión des peuples après le déluge, 1838-39. El propósito de este mapa era establecer el origen geográfico de los hebreos, de ahí la expresión «Geografía de los hebreos» en su título. Mapa: Charles V. Monin. Dominio público. Original file (3,500 × 2,673 pixels, file size: 2.71 M).
La dispersión de los hijos de Noé y la genealogía que conduce hasta Abraham es un relato crucial en la narrativa bíblica, especialmente en el Libro de Génesis. Después del diluvio, Noé y su familia repoblaron la tierra, y sus tres hijos, Sem, Cam y Jafet, se dispersaron por diferentes áreas geográficas, dando origen a las principales naciones del mundo antiguo.
1. Los hijos de Noé y la dispersión (Génesis 9-10)
- Sem, el hijo mayor de Noé, es considerado el ancestro de los pueblos semitas, incluidos los hebreos, árabes, asirios y arameos. Según la Biblia, la tierra ocupada por los descendientes de Sem cubría desde la región de Mesopotamia (el Creciente Fértil) hasta las tierras cercanas al Este.
- Cam es el antepasado de los pueblos de África y Canaán. Entre sus descendientes están los cananeos, que ocupaban la región donde posteriormente se establecerían los israelitas.
- Jafet es el progenitor de los pueblos del norte, que habitaban en las regiones de Europa y partes de Asia. Sus descendientes se dispersaron hacia el noreste.
2. El área de Sem y el Creciente Fértil
El área que se identifica como habitada por los descendientes de Sem es el Creciente Fértil, una región de gran riqueza agrícola que abarca los valles del Tigris y el Éufrates, desde la antigua Mesopotamia (actual Irak) hasta las tierras de Siria y Palestina. Esta zona es central en la historia bíblica, ya que fue el escenario de muchos eventos clave, incluyendo la vida de los patriarcas hebreos.
Los descendientes de Sem incluyen figuras importantes como Eber, de donde proviene el término «hebreo», y otros personajes bíblicos significativos.
3. Abraham y la descendencia de Sem
Abraham, uno de los descendientes directos de Sem, es la figura central en el relato bíblico de la elección divina de los patriarcas hebreos. Según Génesis 11, Abraham vivía en la ciudad de Ur de los Caldeos, en Mesopotamia (parte del Creciente Fértil), cuando Dios lo llamó a salir de su tierra natal hacia una tierra que Él le mostraría, prometiéndole que de él surgiría una gran nación.
Este viaje lo llevó a Canaán, que sería la tierra prometida para sus descendientes. Abraham es considerado el padre del pueblo de Israel a través de su hijo Isaac y el nieto de Abraham, Jacob, cuyo nombre fue cambiado a Israel. Sin embargo, también es ancestro de otros pueblos semitas a través de su otro hijo Ismael, quien es considerado el progenitor de muchas tribus árabes.
4. Relación entre Sem, Abraham y los pueblos semitas
- Sem es visto como el patriarca ancestral de los pueblos semitas, y de su linaje surge Abraham.
- Abraham marca el punto crucial donde las promesas de Dios a Noé se concentran en un solo hombre y su descendencia, prometiéndole tierras y descendencia numerosa (Génesis 12:1-3).
- Esta genealogía conecta a Abraham no solo con los hebreos, sino también con otros pueblos semitas, creando una interrelación compleja en la región del Creciente Fértil, donde habitan los descendientes de Sem.
5. Conclusión
En resumen, el relato bíblico conecta la dispersión de los hijos de Noé con el establecimiento de los principales grupos étnicos de la antigüedad. Sem y su descendencia jugaron un papel crucial en la fundación de las naciones del Creciente Fértil y de ahí surgió Abraham, quien es visto como el antepasado de los israelitas y otros pueblos semitas. La narrativa bíblica teje una red entre la dispersión de la humanidad después del diluvio y el surgimiento del pueblo elegido de Dios, con Abraham como figura central en esta historia.
Referencia: Open Ai (2024). Chat GPT. (Gran Modelo de Lenguaje). https://chatgpt.com/chat.
Hebreos y tradición judeocristiana
Según la historia y las tradiciones judías y cristianas, la formación del pueblo hebreo tiene lugar durante el segundo milenio antes de la era común, posiblemente alrededor de 1800 a. C. Si bien existen ciertas dificultades para determinar la ubicación precisa de los primeros hebreos en la historia, ello se debe en gran parte a que la tradición de ese grupo humano fue ante todo oral y no escrita. Y no solo fue la tradición oral en sus inicios sino que además lo fue durante muchos siglos. El que las tradiciones y cultura de los hebreos, así como también sus conocimientos y percepción del mundo, hayan sido inicialmente transmitidas de modo verbal y de generación en generación ha dado lugar a lo que hoy pueden parecernos ser inconsistencias en la subsecuente tradición escrita. Los parámetros del mundo antiguo no eran precisamente los mismos que los del mundo de hoy. Así, por ejemplo, la concepción del mundo, la noción del tiempo e incluso el ritmo de vida eran sin duda diferentes a los nuestros.
Al considerar al grupo étnico de los hebreos es necesario recordar que la Biblia no fue concebida para ser un mero texto de historia con presunciones científicas sino un testimonio colectivo trascendental en el cual los creyentes, tanto judíos como cristianos, atesoran desde hace ya más de dos milenios lo que consideran ser revelación y palabra de su Dios.
En lo que a los «hebreos» concierne, las principales fuentes de conocimiento son tanto la tradición oral como la escrita, siendo el texto bíblico fuente de información y también fuente de inspiración, desde hace —como mínimo— veinticuatro siglos.
- Josy Eisenberg, Histoire des Juifs, París, 1970, primera parte. Pero Shlomo Sand propone el empleo el término «mito-historia» (Comment le peuple juif fut inventé?, 2011). El problema es que el prisma a través del cual Sand observa aquello que él denominamito-historia poco o nada tiene que ver con la historia en sí misma sino con su propia agenda personal que es político-ideológica. Es indudable que el mito juega en el caso del origen de los hebreos un papel tan importante como que el que juega en el caso del origen de cualquier otro pueblo y en lo que concierne a su propia identidad. Acerca de las primeras civilizaciones del Creciente Fértil, véase el Atlas of World History, Londres, 2004, pp. 26-27, 30-31.
- Para el judaísmo, por ejemplo, la tradición oral es sagrada y continúa viva incluso en la actualidad. Al menos en teoría, la tradición oral es tan sagrada para esa religión como lo es el texto escrito de la Torá.
- Acerca de las transformaciones del hebreo escrito en la literatura religiosa, véase María Martha Fernández, «Hebreo», Transoxiana, 2005
- Por ello no es una fuente fiable de sucesos ocurridos en la vida real sino en realidad una recopilacion de cuentos y leyendas propias de culturas posteriores. Aquello que Clive Lawton, judío ortodoxo, explica acerca de los Evangelios es también aplicable a todos los textos bíblicos como su conjunto: «el punto [fundamental del texto bíblico] no es la precisión histórica, sino el ser un comentario didáctico e incluso [a veces hasta] polémico de la historia«; Jesus through Jewish Eyes, BBC, 23 de junio de 2009 (accedido 21 de julio de 2013). A través de ese artículo titulado «Jesús visto por ojos judíos», Lawton reconoce además que la estructura de pensamiento de los cuatro Evangelistas le resulta verdaderamente familiar, dado que ella, según él, presenta varios puntos en común con las escuelas de pensamiento hebreo (a las que él conoce perfectamente).
- Saggs, H. W. F. «Le monde juif d’avant l’Exil» (1979), en: Le monde du judaïsme, ed. E. Kedourie, París, 2003, pp. 37ff.
- Tradición escrita: documentos históricos
Inspiración bíblica en el arte. Julius Schnorr von Carolsfeld, Dios le muestra a Abraham las estrellas, grabado, 1860. La palabra de Dios es fuente de esperanza para Abraham y fuente de inspiración en el arte: «Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: Así será tu descendencia.» —Génesis 15:5. «Génesis 15:5, Biblia Paralela, accedida 18 de julio de 2013». Julius Schnorr von Carolsfeld – Der Literarische Satanist 1860. Dominio público.
Creencias, ritos y ética
Monoteísmo
Los hebreos creen en un Dios exclusivamente. En la Antigüedad, el mundo que rodeaba a los hebreos era politeísta, fetichista e idólatra. La tradición —en este caso hebrea e islámica—, ha preservado una significativa leyenda acerca del rechazo de Abraham respecto a los ídolos (aniconismo), cosa que lo condujo a una eventual destrucción de los mismos.
Cuando era joven y vivía aún en Caldea, Abraham cierto día destruyó todos los ídolos domésticos de barro de la tienda que poseía su padre en Ur Kasdim; todos menos uno. Su padre no había estado presente durante la destrucción de los ídolos y, al regresar a la tienda, le preguntó a Abraham que había sucedido. Abraham, sin inquietarse, le respondió que súbitamente hubo una lucha feroz entre los ídolos y que el figurín que aún permanecía entero en la tienda de hecho era el que había ganado esa terrible lucha. Proveniente de la tradición oral post-bíblica, este episodio aniconista se encuentra hoy registrado tanto en el Midrash (Midrash Bereishit Rabbah 38:13) como en el Corán (Qur’an 21:51-70). Para el punto de vista hebreo, véase Shraga Simmons, Abraham breaking Idols Archivado el 5 de marzo de 2016 en Wayback Machine., Ask the Rabbi en About.com, consultado 15 de enero de 2012. Para un estudio de la relación que exsiste entre las fuentes hebreas e islámicas, véase M.S.M. Saifullah, The Story of Abraham and [the] Idols in the Qur’an and Midrash Genesis Rabbah, Islamic Awareness, 2002-6, consultado 15 de enero de 2012. El episodio narrado tendrá más tarde influencia en la iconoclasia de David y de Mahoma respecto a la idolatría pagana. Ello puede observarse en ejemplos tales como La lucha de las tropas de David contra los filisteos y destrucción de los ídolos de estos últimos en Baal-Perazim y Asa quema los ídolos paganos (Rudolf von Ems, Weltchronik, Praga, siglo XIV, folios 265r. y 325r.; Landesbibliothek, Fulda), además de La entrada de Mahoma a Meca acompañada de la destrucción de los ídolos paganos, donde el profeta islámico es retratado como una llama de fuego (Bâzil, Hamla-i haydarî, Cashemira, 1808; Biblioteca Nacional de Francia, París).
Los hebreos creen en Yahvé (o Jehová). Por respeto, evitan deliberadamente mencionar o por lo general escribir su nombre propio. Suelen referirse a Dios como Ha-Shem («El Nombre» [de Dios]) o Barúj Ha-Shem (Bendito [es/sea] el Nombre [de Dios]). Los hebreos emplean además expresiones tales como Elohím (literalmente «Dioses», pero significando «Dios de Dioses»), El-Elión («Dios Supremo» o «El Altísimo»), El-Shadái (Dios Todopoderoso) y El Ha-Rajamím (Dios Misericordioso). Le asignan también muchos otros nombres y, entre ellos, frecuente es el uso de Adón («Señor»), Adonái («Mi Señor») así mismo como Eli («Mi Dios») y Eloheinu («Nuestro Dios»).
El Tetragramatón hebreo se lee de derecha a izquierda. Los cuatro caracteres hebreos (יהוה) son cuatro consonantes, «YHVH». User:Mormegil . Dominio público.
En la escritura, el nombre propio de Dios (Yahvé o Jehová) es expresado a través de cuatro letras hebreas (יהוה «YHVH») a las que los hebreos, por respeto al «Creador del Mundo» (Boré Ha-Olám) y «Rey del Universo» (Mélej Ha-Olám), se abstienen de pronunciar. Por estar en hebreo compuesta de cuatro letras, la palabra en cuestión es denominada «Tetragrámaton».
Para una discusión acerca de Yahvé, sus atributos y el tetragrámaton, véase Yahveh.
Yahvé no posee forma humana ni tampoco es la Naturaleza, sino su creador. Es espíritu y posee además atributos que le son propios (es eterno, todopoderoso, etc.). Pero los hebreos siguen el camino del aniconismo y evitan por lo tanto representarlo en términos visuales.
Pacto y Alianza
Yahvé realiza su Pacto con Abraham, quien actúa en representación del pueblo hebreo. Dios se compromete a brindarle protección y ayuda constantes, una descendencia muy numerosa y la tierra prometida (Canaán). El pueblo hebreo se compromete por su parte a ser incondicionalmente fiel a Yahvé y a la aceptación de su voluntad divina.
La prueba o demostración del acuerdo entre Dios y Abraham se da a través del rito de la circuncisión, por medio del cual se selló el pacto. Ella constituirá además una señal de la sumisión y fidelidad de los hebreos para con Dios. Los hebreos son a partir de ese entonces los «Hijos del Pacto» (Bnei Brit). Una vez practicada, la circuncisión por otra parte constituye de por sí una característica que les otorga a los descendientes de Abraham identidad, pertenencia para con el grupo inicial e identificación para con lo pactado por el primer patriarca hebreo. Todo varón de la casa de Abraham o descendiente del mismo era circuncidado a los ocho días de nacer y recibía entonces su nombre. La alianza entre Dios y el pueblo hebreo es posteriormente ratificada en el Monte Sinaí, al recibir Moisés las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos.
Escrito está en la Biblia:
Dios le dijo a Abraham:—Éste es el pacto que establezco contigo: Tú serás el padre de una multitud de naciones. Ya no te llamarás Abram, sino que de ahora en adelante tu nombre será Abraham, porque te he confirmado como padre de una multitud de naciones. Te haré tan fecundo que de ti saldrán reyes y naciones. Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes. A ti y a tu descendencia les daré, en posesión perpetua, toda la tierra de Canaán, donde ahora andan peregrinando. Y yo seré su Dios.
—Cumple con mi pacto, tú y toda tu descendencia, por todas las generaciones. Y éste es el pacto que establezco contigo y con tu descendencia, y que todos deberán cumplir: Todos los varones entre ustedes deberán ser circuncidados.
Dios también le dijo a Abraham:Génesis 17, 4-10
El Decálogo o Ley mosaica.
Los Diez Mandamientos, también conocidos como el Decálogo, o el Decálogo’ (en latín: decalogus, del griego antiguo: δέκα λόγοι, romanizado: dekálogos (déka lógoi), de las palabras griegas δέκα (diez) y λόγοι [logoí] (palabras/principios), en hebreo: עֲשֶׂרֶת הַדְּבָרִים, romanizado: ʿĂsereṯ haDəḇārīm, lit. ‘Las diez palabras’ o ‘Los diez enunciados’, cf. hebreo mishnaico עֲשֶׂרֶת הַדִּבְּרוֹת, ʿĂseret haDībbərōt, lit. Las diez palabras), son un conjunto de principios éticos y de adoración, que juegan un papel importante en el judaísmo y el cristianismo. Incluyen instrucciones de como adorar solo a un Dios y guardar el día de reposo, así como también prohibiciones en contra de la idolatría, asesinato, robo, deshonestidad y adulterio. Diferentes grupos religiosos siguen distintas tradiciones en cuanto a la manera de interpretarlos y enumerarlos.
Decálogo. Las Tablas de la Ley Mosaica y el comienzo de cada uno de los Diez Mandamientos en hebreo. Vitral decimonónico de la Sinagoga y Museo Alsaciano de Estrasburgo, Francia. Ji-Elle – Trabajo propio. CC BY-SA 3.0
Los Diez Mandamientos aparecen dos veces en la Biblia hebrea: en los libros de Éxodo y Deuteronomio. De acuerdo a la historia narrada en el libro de Éxodo, Dios escribió estos mandatos en dos tablas de piedra, las que dio a Moisés en el Monte Sinaí; según el relato, cuando bajaba del monte, vio al pueblo que estaba adorando un becerro de oro y enfurecido las rompió. Posteriormente, pidió a Dios que perdonase al pueblo y sellase con él un «convenio» (pacto o alianza); entonces, el Señor ordenó a Moisés que tomara dos lajas de piedra y en ellas quedaron escritos los Diez Mandamientos del pacto, reconviniéndole que «no deben tolerar la desobediencia».
Los pasajes de Éxodo y Deuteronomio
Las Mitzvot (mandamientos divinos) contenidos en la Torá (Pentateuco) son muy numerosos, 613 de acuerdo con el cómputo judío, pero se le ha dado una significación especial a los que constituyen el tratado que Dios selló con el pueblo elegido en el curso del éxodo, escribiéndolos en tablas de piedra que entregó a Moisés en el monte Sinaí. El contenido de esos mandatos divinos se encuentra en varios pasajes del Pentateuco.
Las dos fuentes principales son Éxodo, 20: 2-17 y Deuteronomio, 5: 6-21. En el Libro del Éxodo (34:10-28) aparece otro texto muy antiguo, considerado por los antiguos rabinos israelitas como uno de los que mejor expresaban las ordenanzas del Dios Yahveh al celebrarse la Alianza.
El libro del Éxodo contiene la siguiente narración:
1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
2 Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
4 No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
5 No te inclinarás ante ninguna imagen, ni las honrarás; porque yo soy Yahveh tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano; porque no dará por inocente Yahveh al que tomare su nombre en vano.
8 Acuérdate del día del sábado para santificarlo
9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra,
10 mas el séptimo día es reposo para Yahveh tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
11 Porque en seis días hizo Yahveh los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Yahveh bendijo el día de reposo y lo santificó.
12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yahveh tu Dios te da.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No hurtarás.
16 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
Moisés con los Diez Mandamientos, gouache, c. 1896-1902. Jewish Museum, Nueva York. James Tissot. Este enlace. Dominio público
El libro del Deuteronomio, cuyo nombre griego alude a que repite en buena medida el contenido de los anteriores, ofrece una enumeración muy semejante a la de Éxodo 20:
6 Yo soy Yahvéh tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre y te di de comer toda tu vida.
7 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
8 No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
9 No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Yahveh tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
10 y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
11 No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano; porque Yahveh no dará por inocente al que tome su nombre en vano.
12 Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Yahveh tu Dios te ha mandado.
13 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;
14 mas el séptimo día es reposo a Yahveh tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú.
15 Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Yahvé tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Yahvé tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.
16 Honra a tu padre y a tu madre, como Yahvé tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Yahvé tu Dios te da.
17 No matarás.
18 No cometerás adulterio.
19 No hurtarás.
20 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
21 No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
Ver artículo completo. «Los 10 mandamientos»
El Decálogo en la Iglesia católica
Los Diez Mandamientos de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, analizados individualmente, son: Ver ref: Los Diez Mandamientos
- «Yo, el Señor, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto» (Ex 20, 2-5). Artículo 1: El primer mandamiento (2084-2141)
- «No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios» (Ex 20, 7; Dt 5, 11). Artículo 1: El primer mandamiento (2084-2141)
- «Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo» (Ex 20, 8-10; cf Dt 5, 12-15). Artículo 3: El tercer mandamiento (2168-2195)
- «Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar» (Ex 20, 12). Artículo 4: El cuarto mandamiento (2197-2257)
- «No matarás» (Ex 20, 13). Artículo 5: El quinto mandamiento (2258-2330)
- «No cometerás adulterio» (Ex 20, 14; Dt 5, 17). Artículo 6: El sexto mandamiento (2331-2400)
- «No robarás» (Ex 20, 15; Dt 5,19). Artículo 7: El séptimo mandamiento (2401-2463)
- «No darás testimonio falso contra tu prójimo» (Ex 20, 16). Artículo 8: El octavo mandamiento (2464-2513)
- «No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva» (Ex 20, 17). Artículo 9: El noveno mandamiento (2514-2533)
- «No codiciarás […] nada que […] sea de tu prójimo» (Ex 20, 17). «No desearás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo» (Dt 5, 21). Artículo 10: El décimo mandamiento (2534-2557)
Para enseñar los Diez Mandamientos de una manera más sencilla es usada la fórmula catequética del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, y son:
- Amarás a Dios sobre todas las cosas.
- No tomarás el nombre de Dios en vano.
- Santificarás las fiestas.
- Honrarás a tu padre y a tu madre.
- No matarás.
- No cometerás actos impuros.
- No robarás.
- No darás falsos testimonios ni mentirás.
- No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
- No codiciarás los bienes ajenos.
El catecismo católico, citando el Evangelio de Mateo (Mt 22;37-40) añade: «Estos Diez Mandamientos se encierran en dos; amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».
El Decálogo y la ley natural
Para la tradición católica, los Diez Mandamientos, aunque fueron revelados, son accesibles a la razón humana de modo natural. Además, ofrecen a todos los hombres un compendio de la ley natural:Mesianismo
Los hebreos creen en la llegada futura de un Mesías y en el papel protagónico del pueblo hebreo en ello, ya que según las Escrituras es precisamente de ese pueblo que surgirá el Mesías.
En el judaísmo, el Rey Mesías es el ungido de la Casa de David (Maljut Beit David) (del hebreo: משיח [mâshı̂yach] ‘ungido’), el judaísmo tradicionalmente hace referencia a un futuro líder judío, un rey judío del linaje de la Casa de David, un descendiente directo del Rey David de la Biblia (David HaMelej) que será el ungido del Reino de Israel, y será investido para gobernar al pueblo judío, al resto del Mundo y a toda la humanidad.
El Mesías en cuestión será conocido como «Mashíaj Ben David», el rey será el segundo y último de los dos mesías esperados por el judaísmo. El primero, «Mashíaj Ben Yosef», junto con el segundo «Mashíaj Ben David», estarán involucrados en la liberación del pueblo judío del exilio y la diáspora judía, y ello dará paso al advenimiento de la tan esperada Era mesiánica, donde todas las naciones de la Tierra reconocerán al Dios de Israel como soberano y Señor, y reinarán la paz y la justicia.
El origen del término משיח [mâshı̂yach] proviene de la raíz מָשַׁח [mâshach], que significa «ungir». En el Tanaj, משיח [mâshı̂yach] no solo se utiliza para referirse al Mesías, también aparece como referencia al Sumo sacerdote de Israel (Levítico 4:3,5,16; Levítico 6:15; Salmos 84:10), al Rey de Israel y a la dinastía davídica (1 Samuel 24:7; 2 Samuel 1:14; Lamentaciones 4:20; Salmos 20:7; Habacuc 3:13; 2 Crónicas 6:42, etc.), a Ciro II el Grande (Isaías 45:1) y a los patriarcas de la Biblia (Salmos 105:15; 1 Crónicas 16:22).,
En el caso del judaísmo la fuente principal es la Torá (Biblia hebraica); el cristianismo posee su sustento profético en dicha fuente, denominándola Antiguo Testamento.
La figura del Mesías en la tradición judía se refiere a un «ungido» (del hebreo mashíaj), que vendría de la casa de David para restaurar el reino de Israel, establecer justicia y traer paz. En el judaísmo, el Mesías es esperado como un líder humano (no divino), que gobernará Israel, reconstruirá el Templo de Jerusalén, y restaurará la observancia plena de la Torá.
Para los cristianos, este Mesías esperado se identifica con Jesucristo, ya que creen que cumplió las profecías del Antiguo Testamento acerca del Salvador prometido. Los evangelios del Nuevo Testamento presentan a Jesús como descendiente de David (cumpliendo las expectativas mesiánicas) y como el Mesías que trajo la redención espiritual y la promesa de vida eterna.
Sin embargo, en el judaísmo, Jesús no es reconocido como el Mesías, ya que las expectativas mesiánicas no se han cumplido según su perspectiva: el reino de Israel no fue restaurado físicamente, el Templo no fue reconstruido, y la paz mundial aún no se ha alcanzado.
Por lo tanto, aunque los cristianos creen que el Mesías de la casa de David es Jesucristo, para el judaísmo la llegada del verdadero Mesías sigue siendo un acontecimiento futuro.
Jesus enseña sus parábolas (Juergen Striewski en Pixabay)
Ética
Una característica importante de la religión hebrea es la moral. Según la alianza o pacto, Yahvé tiene derechos sobre el hombre porque lo creó, por lo tanto le determina prohibiciones y limitaciones, pero también le marca el camino para que alcance su plenitud y felicidad. Yahvé establece los Diez Mandamientos, que se resumen del siguiente modo: se prohíbe el politeísmo y la idolatría; la vana invocación del nombre de Dios así como el juramento en falso; se prohíbe matar; el adulterio; robar; mentir; codiciar bienes ajenos; se ordena el honrar a los padres y la observancia del día de descanso.
Respecto al día de descanso y basado en las tradiciones hebreas, el judaísmo celebrará el shabat desde la aparición de la primera estrella el día viernes hasta su reaparición al día siguiente; el cristianismo tomará el día domingo como día de descanso.
Las escrituras de los hebreos reflejan sus costumbres y pensamientos morales. La gran diferencia del pueblo hebreo respecto a los demás pueblos antiguos es que los hebreos son monoteístas. Creen en un único Dios bueno y justo, pero también sumamente celoso y exigente en lo que respecta la fidelidad que el pueblo le debe en virtud del convenio sellado con Abraham y sus descendientes.
Egipto y el Éxodo
En el siglo xiv a. C. parte de los hebreos establecidos en Canaán emigraron a Egipto debido a una hambruna que asoló la región. Allí fueron recibidos y trabajaron para los egipcios. Inicialmente realizaron diversos trabajos, luego posiblemente de formar parte del sistema de corvea, mediante el cual quienes no podían pagar los tributos con la cosecha debían hacerlo con su trabajo, por lo cual debían trabajar para el faraón. La deuda de corvea era heredada por los descendientes, con lo cual siempre había algún miembro de la familia dentro del sistema de corvea. Según la tradición oral y escrita terminaron siendo esclavos. Hacia el siglo xiii a. C. se rebelaron y regresaron a Canaán, bajo la guía de Moisés. Su salida de Egipto y posterior travesía por el desierto se conocen como el Éxodo del pueblo hebreo. En el monte Sinaí, Moisés recibió de Dios el Decálogo y lo transmitió al pueblo hebreo. Sin embargo, la menor de las dos estelas de Beit-Sh’ean testifica sobre la presencia en Palestina de los Hebreos, que la estela llama los Apirus, bajo el reinado de Seti I, lo que es de acuerdo con la Biblia.23