Este enorme dólmen fue construido durante el periodo neolítico en Cerdeña. Se llama el Dólmen de Mores, ubicado en el Valle de los Nuraghi y es uno de los más grandes del Mediterráneo. Foto por: Giovanni Seu. CC BY-SA 3.0.
+ Introducción Prehistoria en la península Itálica
+ Pueblos antiguos de Italia
+ Llegada de pueblos Indoeuropeos
+ Geografía de la península.
+ Paleolítico (Ver: Hombres de Grimaldi).
+ Horizontes culturales Europeos
+ Neolítico. Fases.
+ Calcolítico. La cultura Remelledo. La momia de Ötzi.
+ Edad de Bronce. Principales culturas
- C. de Polada
- C. Nurágica
- C. de Castellucio y de Thapsos
- C. Apenítica
- C. de las Terramaras
- C. de los Castellieri
- C. de Canegrate
- C. Protohistóricos-vilanoviana
+ Edad de Hierro
- C. de Villanova
- C. del Lazio
- C. Atestina
- C. de Golasecca
- Camuni
- Etruscos
- Celtas e Ilirios
- Magna Grecia
+ Orígenes y fundación de Roma
Introducción prehistoria en península Itálica
La prehistoria de la Península Itálica abarca un extenso periodo de tiempo, desde la aparición de los primeros grupos humanos hasta la consolidación de las culturas protohistóricas, marcando un proceso gradual de evolución y adaptación. Su posición geográfica entre el Mediterráneo central y el continente europeo ha hecho de esta región un punto de tránsito y encuentro cultural desde tiempos muy tempranos. Los primeros vestigios humanos en la península, que datan del Paleolítico Inferior, demuestran la presencia de comunidades nómadas de cazadores-recolectores que usaban herramientas líticas rudimentarias.
A medida que se avanza al Paleolítico Medio y Superior, el territorio empieza a mostrar una mayor sofisticación cultural y técnica, especialmente con la llegada de Homo sapiens, que reemplaza gradualmente a los neandertales. Durante el Neolítico, hacia el 6000 a.C., se introducen la agricultura y la ganadería, transformando la economía y el estilo de vida de los habitantes. Este cambio también trajo la cerámica y una mayor complejidad social, junto con las primeras aldeas estables en distintas partes de la península.
La Edad de los Metales, que comprende el Calcolítico (o Edad del Cobre), la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, marcó el surgimiento de culturas propias de la Península Itálica. Durante el Bronce, especialmente en el segundo milenio a.C., florecieron culturas como la Terramara en el norte y la apenínica en el centro, ambas destacadas por sus avanzadas técnicas de metalurgia y su organización social. En la Edad del Hierro, las culturas protourbanas, como los etruscos y los latinos, empezaron a establecerse en aldeas fortificadas, sentando las bases de las ciudades-estado que darían forma a la historia posterior de la península.
La población del territorio italiano sube durante la prehistoria, época de la cual muchos testimonios arqueológicos importantes han sido encontrados. Italia ha sido habitada por lo menos a partir del Paleolítico. Varios yacimientos arqueológicos de esta época, y entre los más importantes al mundo, se sitúan en Italia.
El sitio de Monte Poggiolo, que data del Paleolítico, e Isernia-La Pineta, son unos de los sitios más antiguos donde el hombre utilizó el fuego (quizás los más viejos en absoluto). En las Cuevas de Addaura se encuentran unos complejos vastos y ricos de grabados, datables entre el Paleolítico superior y el Mesolitico, grabados únicos al mundo de hombres y animales. Cuando el hombre se sedentariza y pasa de cazador a pastor y agricultor, deja en Italia unos de los rastros más importante de toda la prehistoria, constituyente el más grande conjunto de petroglifos del mundo, sobre una duración de 8000 años, conocido como Arte rupestre de Val Camonica.
Las primeras culturas más o menos estudiadas en lo que hoy en día es Italia, incluyen a los ligures, un enigmático pueblo que habitaba el noroeste de Italia. Durante la Cultura de la Cerámica Impreso-Cardial crearon las primeras sociedades en Italia, con conocimientos muy adelantados de agricultura y navegación. Se sabe relativamente poco de estos pueblos, presuponiéndolos preindoeuropeos y, por ende, antecedentes a los indoeuropeos, los cuales fueron asimilados pronto por las subsiguientes culturas.
El inicio de la presencia humana en el territorio pueden rastrearse hasta hace 850.000 años; (1) mientras que el final de la prehistoria y el inicio de la protohistoria se produjo en la primera mitad del I milenio a. C., con la colonización griega en la costa sur y el desarrollo en el interior de la civilización etrusca.
A lo largo de este extenso periodo, la Península Itálica fue un mosaico de pueblos y tradiciones que, a pesar de sus diferencias, compartieron una progresiva adaptación a su entorno y un constante intercambio con las civilizaciones mediterráneas. Esta riqueza cultural prehistórica es fundamental para entender la diversidad y complejidad que caracterizarán a las futuras civilizaciones itálicas, especialmente en la etapa de expansión etrusca y la fundación de Roma.
Heredera de múltiples culturas antiguas, como las preindoeuropeas de nuragicos, ligures y etruscos, y la indoeuropea de los itálicos (latinos, sabinos, samnitas, umbros, picenos, etc.); receptora de asentamientos celtas en partes de su norte peninsular, fenicio-púnicos en sus islas mayores, y de antiguos griegos en la llamada Magna Grecia; fue cuna de la civilización romana, que federó y absorbió a los demás pueblos peninsulares bajo un único régimen durante su etapa republicana; y vio posteriormente nacer el Imperio romano, legador de una significativa parte de la cultura occidental y uno de los mayores de la historia, del cual Italia constituyó el centro político, económico y cultural, en el curso de la Antigüedad clásica.
Relieve de la cueva Romito (cerca de Cosenza), que representa un uro. Huston – foto archivio personale. Graffito Bos Primigenius Grotta del Romito (prov. Cosenza). Dominio Público.
Pueblos antiguos de Italia. Migraciones de pueblos Indoeuropeos
Los pueblos antiguos de Italia, llamados genéricamente itálicos, son los diferentes pueblos, tribus y etnias que habitaron, durante la prehistoria y la protohistoria, en la península itálica. Estos pueblos eran en su mayoría de origen indoeuropeo y llegaron a Italia en el curso del II milenio a. C., especialmente en el contexto de la cultura de los campos de urnas, aunque también los había de origen preindoeuropeo, habitantes nativos anteriores a las invasiones de las etnias itálicas.
Ya habitaban pueblos antiguos, los llamados Pueblos Itálicos en la península Itálica desde antiguo, pero es con la Edad de Hierrro cuando llegan a Italia los Pueblos Indoeuropeos principalmente en cuatro grandes migraciones desde el norte.
Una primera oleada migratoria, probablemente indoeuropea, se dio hacia el III milenio a. C. Son características de este periodo las estelas o estatuarias de tipo menhir, que frecuentemente llevaban grabados signos solares, aparentemente signos distintivos indoeuropeos. Una segunda oleada entre el final del III milenio y los inicios del II milenio a. C. llevó a la difusión de poblaciones asociadas a la cultura del vaso campaniforme y del bronce en la llanura padana, en Etruria, y en las zonas costeras de Cerdeña y Sicilia. Hacia la mitad del II milenio a. C., una tercera oleada, conocida como cultura de las Terramaras, junta a pueblos itálicos del grupo latino-falisco, que difunden el uso del hierro y la incineración de los muertos.
Hacia el final del II milenio y la primera mitad del I milenio a. C., se da la cuarta y principal oleada asociada a la Cultura de los campos de urnas, es la de los pueblos osco-umbrios (pertenecientes al mismo grupo itálico de los latino-faliscos), así como de leponcios y de vénetos. Se trata de contemporáneos al florecimiento de la preindoeuropea cultura de Villanova, así llamada por uno de sus principales yacimientos arqueológicos. Se sabe, además, que practicaban la cremación e incineración de sus muertos, caracterizándose sus necrópolis por unas urnas típicas de forma cónica. Hablaban las lenguas itálicas, de origen indoeuropeo. Se asentaron principalmente al norte, junto al Po, en Emilia, y en el centro de la península (Umbría, Lacio y Abruzos). Más al sur, aunque la práctica general era la inhumación, se han encontrado también enterramientos de esta cultura desde Capua, en Campania, hasta Calabria.
De estas culturas provienen la mayoría de los pueblos que habitarían el centro, el norte y el sur de Italia de forma hegemónica desde entonces. Los latinos, cuya principal ciudad era Alba Longa, darían con el tiempo lugar a Roma. Los sabinos, que dieron nombre a la región Sabinia, habitaban cerca, en ciudades cercanas como Reate (Rieti), Interocrea (Antrodoco), Falacrinum (Cittareale), Foruli (Civitatomassa), Amiternum y Nursia (Norcia). Los oscos, que incluyen a los samnitas, se asentaron en Campania y en el resto del sur de Italia, así como a los lucanos, entre otros. Los umbros dan nombre a Umbría y habitaron en el centro de Italia, en ciudades como Perugia, Interamna Nahars (Terni), Fano, Osimo, Fermo y San Severino Marche, entre otras.
Mapa lingüístico de Italia en la Edad de Hierro. El mapa es posterior a la llegada de los pueblos osco-umbrios pero previa a la llegada de los galos. Mapa: User:Ewan ar born. CC BY-SA 3.0.
La Italia antigua estuvo habitada por poblaciones diferenciadas tanto por sus lenguas, usos y costumbres, como por las estructuras socioeconómicas y la expresión religiosa y artística, hasta la unificación política, y posteriormente lingüística y cultural, de la península, llevada a cabo por Roma durante la época republicana.
El nombre de Italia ha sido usado desde la antigüedad, al menos desde el siglo VIII a. C., inicialmente para designar a las regiones del sur, y posteriormente también a las del centro, de la que se conoce como península itálica, haciendo referencia a los pueblos itálicos, hablantes de las lenguas llamadas igualmente.
Hacia el final del II milenio y la primera mitad del I milenio a. C., se da la cuarta y principal oleada asociada a la Cultura de los campos de urnas, es la de los pueblos osco-umbrios (pertenecientes al mismo grupo itálico de los latino-faliscos), así como de leponcios y de vénetos. Se trata de contemporáneos al florecimiento de la preindoeuropea cultura de Villanova, así llamada por uno de sus principales yacimientos arqueológicos. Se sabe, además, que practicaban la cremación e incineración de sus muertos, caracterizándose sus necrópolis por unas urnas típicas de forma cónica. Hablaban las lenguas itálicas, de origen indoeuropeo. Se asentaron principalmente al norte, junto al Po, en Emilia, y en el centro de la península (Umbría, Lacio y Abruzos). Más al sur, aunque la práctica general era la inhumación, se han encontrado también enterramientos de esta cultura desde Capua, en Campania, hasta Calabria.
De estas culturas provienen la mayoría de los pueblos que habitarían el centro, el norte y el sur de Italia de forma hegemónica desde entonces. Los latinos, cuya principal ciudad era Alba Longa, darían con el tiempo lugar a Roma. Los sabinos, que dieron nombre a la región Sabinia, habitaban cerca, en ciudades cercanas como Reate (Rieti), Interocrea (Antrodoco), Falacrinum (Cittareale), Foruli (Civitatomassa), Amiternum y Nursia (Norcia). Los oscos, que incluyen a los samnitas, se asentaron en Campania y en el resto del sur de Italia, así como a los lucanos, entre otros. Los umbros dan nombre a Umbría y habitaron en el centro de Italia, en ciudades como Perugia, Interamna Nahars (Terni), Fano, Osimo, Fermo y San Severino Marche, entre otras.
A partir del siglo XII a. C. se desarrollaron, en Centroeuropa, las culturas de Hallstatt y su sucesora de La Tène, de la que derivan los pueblos celtas que se expandieron por buena parte de Europa. Su expansión hacia el sur los llevó a asentarse en el noroeste de Italia, en la zona entre los Alpes y el llano al norte del río Po, con una constante presión hacia el sur de la península, enfrentados a los pueblos itálicos.
Los taurinos se asentaron en la zona de lo que hoy es Turín, que fue su capital. Una de las ramas de la gran tribu de los boyos llegó hasta a la actual Bolonia, cuyo topónimo es de raíz celta, acompañados por lingones y senones (que dan nombre a Senigallia). La Llanura Padana y la parte norte de la actual región de Marcas serían llamados por ello Ager Gallicus. Otras tribus incluyen a los insubrios, que se asentaron en la parte oeste de Lombardía y a los cenómanos, asentados en la parte oriental de la misma región. En muchos casos se produjo una asimilación o amalgamación entre los celtas y los pueblos ligures preexistentes, dando vida así a una cultura celto-ligur.
De forma similar, los ilirios, empujados por los anteriores, se vieron desplazados hacia el sur, poblando algunas zonas de Véneto (cuyo nombre viene del pueblo itálico de los vénetos), Istria (por los istrios) y las costas meridionales del mar Adriático. Algunos defienden que los mesapios, que ocupaban Apulia, son de origen ilirio, aunque otros les dan un origen helénico o itálico ilirizado.
Geografía de la península Itálica
La Península Itálica se extiende desde el sur de Europa hacia el centro del Mar Mediterráneo. Su forma característica de “bota” permite distinguirla fácilmente en el mapa. Está rodeada por tres mares: el Adriático al este, el Jónico al sur y el Tirreno al oeste.
Sus principales cordilleras son, los Alpes: Forman una barrera natural en el norte, separando la península del resto de Europa. Esta cordillera es la más alta de Europa Occidental y alberga los picos más elevados de Italia.
Los Apeninos: Se extienden a lo largo de la península, de norte a sur, y son conocidos como la «espina dorsal» de Italia. Sus montañas dividen la península en zonas occidentales y orientales. Su monte más alto es el Corno Grande, mientras, uno de sus montes más conocidos, el Vesubio, situado cerca del golfo de Nápoles, es un volcán activo que ha mostrado actividad desde hace milenios, con algunas erupciones célebres como la que afectó a las ciudades de Pompeya, Estabia y Herculano, en el año 79 d. C.
La Llanura Padana (o Valle del Po): Es la mayor llanura de la península, situada en el norte, entre los Alpes y los Apeninos. Rica en recursos agrícolas, es también la región más fértil y productiva.
Llanuras Costeras: Se encuentran alrededor de la costa, como la llanura del Lazio en el centro-oeste, que incluye la ciudad de Roma.
En cuanto a los rios y lagos, el Río Po: Es el más largo de Italia, recorre el norte desde los Alpes occidentales hasta el Mar Adriático.
Ríos Arno y Tíber: Otros ríos importantes que atraviesan el centro, con el Tíber pasando por Roma.
Los lagos Alpinos: Incluyen el Lago de Garda, el Lago de Como y el Lago Maggiore, muy importantes para el turismo y la economía local.
Italia cuenta con aproximadamente 7,600 km de costa, que varían entre acantilados rocosos y playas arenosas.
El clima es predominantemente mediterráneo en la mayor parte de la península, con inviernos suaves y veranos calurosos y secos, aunque en las montañas alpinas y los Apeninos el clima es más frío y nevado.
Las islas principales son Sicilia y Cerdeña: Son las dos islas más grandes, cada una con su geografía única. Sicilia tiene el volcán activo más alto de Europa, el Etna, mientras que Cerdeña destaca por su terreno montañoso y playas espectaculares.
La península itálica, con el nombre de Italia, fue durante siglos cuna y zona central de la República y del Imperio romano y, anteriormente, hogar de Etruria y de la llamada Magna Grecia, constituyendo una pieza clave en la configuración de la cultura occidental. De esta manera, el legado arqueológico y cultural de tipo clásico es notable en esta zona.
Península Itálica (Relieve físico). Foto satelital de Italia del 2003. Jacques Descloitres, MODIS Rapid Response Team, NASA/GSFC – Cropped from original. Dominio Público.
Paleolítico
La geografía de la península itálica era muy diferente a la actual durante las glaciaciones, existiendo istmos que la conectaban con las islas de Sicilia y Elba, y un mar Adriático muy reducido (comenzaba en la actual península de Gargano).
Hay evidencias de presencia de Homo neanderthalensis, desde hace unos 50,000 años, en unos veinte yacimientos, como los de Grotta Guattari y Breuil grotto (ambas en San Felice Circeo, al sur de Roma) y el de Grotta di Fumane (provincia de Verona).
La llegada de la especie humana actual se testimonia con un grupo de fósiles, de los que el denominado Hombre de Grimaldi (2) (Balzi Rossi, Ventimiglia) produjo teorías dispares, a causa de sus diferencias tipológicas con el Hombre de Cromagnon, que actualmente se interpretan como variaciones compatibles con la unidad de especie del Homo sapiens arcaico.
El hombre de Grimaldi es el nombre que se daba antiguamente a dos esqueletos humanos del Paleolítico Superior descubiertos en Italia en 1901. En la actualidad se reconoce que los restos representan a dos individuos, se han datado entre 26.000 y 22.000 años atrás (es decir, entre 24.000 y 20.000 a. C.) y se clasifican como parte de la población más amplia de los primeros humanos modernos de Europa de finales del Auriñaciense a principios del Gravetiense.
Los llamados hombres de Grimaldi son en realidad dos esqueletos hallados juntos en una postura que sugiere cercanía, lo que algunos interpretaron como un abrazo. Estos restos fueron encontrados en una de las cuevas de Grimaldi, y se les ha estudiado con interés por la cercanía en la que fueron enterrados y las características de sus esqueletos. Foto de 1916 por Verneau. Fuente este enlace. Dominio Público. Los restos del Hombre de Grimaldi se refieren a fósiles humanos encontrados en las cuevas de Grimaldi, cerca de la frontera entre Italia y Francia, en un área de la costa de Liguria. Estos hallazgos, realizados en 1901, incluyeron dos esqueletos que se pensó en un inicio que correspondían a una variante de Homo sapiens que habitaba Europa durante el Paleolítico Superior, un periodo en el que ya convivían varios grupos humanos en diferentes partes del continente.
Durante el Paleolítico, se sabe que los primeros homínidos en habitar la región itálica y otras partes de Europa fueron los neandertales (Homo neanderthalensis). Sin embargo, alrededor de hace 40,000 años, los neandertales comenzaron a ser reemplazados por humanos anatómicamente modernos, Homo sapiens, también conocidos como los humanos de Cro-Magnon en la terminología tradicional.
Los restos de Grimaldi se asociaron inicialmente a los humanos de Cro-Magnon, aunque los estudiosos se dieron cuenta de que presentaban algunas características físicas distintas. Hoy, se sabe que estos restos representan una variedad de Homo sapiens de complexión más ligera y algunos rasgos diferentes que los diferenciaban de otros hallazgos contemporáneos de Cro-Magnon en Europa Occidental.
Los restos del Hombre de Grimaldi se han datado aproximadamente en unos 25,000 a 30,000 años de antigüedad, colocándolos en el Paleolítico Superior. Este periodo coincide con la época en la que los Homo sapiens anatómicamente modernos (es decir, similares a los Cro-Magnon) ya habían reemplazado a los neandertales en gran parte de Europa, incluyendo la región itálica.
Los restos de Grimaldi no pertenecen a neandertales, sino a Homo sapiens. Aunque inicialmente se pensó que podrían representar una variedad intermedia o de transición, se ha confirmado que son individuos modernos de la especie Homo sapiens, más cercanos a los humanos de Cro-Magnon, que también habitaban Europa en el mismo periodo. Sin embargo, estos individuos presentaban algunas diferencias físicas con respecto a otros restos de Homo sapiens encontrados en Europa Occidental, lo que sugiere cierta variabilidad regional o de linaje.
Para esta época (hace unos 30,000 años), los neandertales habían desaparecido en la mayor parte del continente europeo. Los neandertales, con una anatomía más robusta y adaptada al clima frío, dejaron de estar presentes en la región itálica y sus alrededores antes de que el Hombre de Grimaldi habitara esta área.
En resumen, el Hombre de Grimaldi no pertenece a una fase evolutiva primitiva como los neandertales, sino que es un representante de Homo sapiens (en la línea de los humanos de Cro-Magnon), correspondiente a los humanos modernos que ya poblaban Europa durante el Paleolítico Superior. Este hallazgo ha sido relevante para estudiar la diversidad dentro de los primeros Homo sapiens en Europa y su expansión tras la extinción de los neandertales.
Grotte dei Balzi Rossi (Rochers Rouges) donde se encontraron los esqueletos de Grimaldi. Imagen de Nouvelle géographie universelle, 1877. Foto: Dessin de Sorrieu, d’après une photographie de M. Rivière – Élisée Reclus, Nouvelle géographie universelle, t.2: La France, 1877, p. 35. Dominio Público. Original file (2,175 × 1,485 pixels, file size: 1.9 MB).
Importancia del Descubrimiento
- Variedad de Homo sapiens: Los restos de Grimaldi son significativos porque ayudaron a los científicos a entender mejor la diversidad dentro de los primeros humanos modernos en Europa. Mostraron que había una variación considerable en la anatomía de los Homo sapiens que poblaban el continente, posiblemente relacionada con adaptaciones a distintos entornos o con diferentes linajes que llegaron a Europa en épocas cercanas.
- Posible Migración desde África: Algunos investigadores interpretaron estos restos como evidencia de una migración temprana de humanos modernos de origen africano, debido a ciertas características físicas que sugerían afinidades con poblaciones subsaharianas. Esto fue importante en su momento para el estudio de las rutas migratorias de los Homo sapiens y cómo se expandieron por Europa, sustituyendo a los neandertales.
- Relación con la Cultura Auriñaciense: Estos fósiles se hallaron junto a herramientas y restos materiales vinculados con la cultura auriñaciense, una de las culturas del Paleolítico Superior. Esto consolidó la idea de que estos humanos modernos no solo reemplazaron a los neandertales, sino que también desarrollaron tecnologías y formas de vida más avanzadas en cuanto a herramientas de piedra, arte rupestre, y otros aspectos culturales.
Diferencias con los Neandertales
En cuanto a los homínidos presentes en Italia antes de la llegada de Homo sapiens, los neandertales fueron los primeros en habitar Europa y coexistieron con los humanos modernos por un tiempo. Los neandertales, de estructura más robusta y adaptados a climas fríos, desaparecieron alrededor de hace 30,000 a 40,000 años, posiblemente debido a la competencia con los Homo sapiens, el cambio climático o, como se considera más recientemente, una mezcla de ambos factores.
El descubrimiento de los restos de Grimaldi proporcionó una visión más matizada de la diversidad dentro de los Homo sapiens en el Paleolítico Superior y contribuyó a esclarecer el proceso de reemplazo de los neandertales por humanos modernos en Europa. Además, sirvió para apoyar teorías sobre las migraciones tempranas de Homo sapiens desde África y la complejidad de las adaptaciones y diferencias regionales dentro de las primeras poblaciones modernas en Europa.
Ver: Paleolítico
Horizontes europeos culturales
Los términos «Campos de Urnas», «Cerámica Cardial» y «Vaso Campaniforme» se refieren a diferentes horizontes culturales de la prehistoria europea, específicamente en el contexto de la Edad del Bronce y la Edad del Neolítico. Cada uno de estos horizontes tiene una cronología distinta y se asocia con diferentes fases del desarrollo cultural en Europa.
Campos de Urnas:
- Cronología: Este horizonte cultural pertenece principalmente a la Edad del Bronce, con una cronología aproximada entre el 2000 a.C. y el 1200 a.C..
- Periodo cronológico: Se encuentra en la fase de la Edad del Bronce, particularmente en su primera fase.
- Descripción: Los Campos de Urnas se caracterizan por la práctica de la incineración de los muertos, cuyas cenizas se depositaban en urnas funerarias. Este fenómeno se desarrolla principalmente en Europa Central, aunque también hay manifestaciones en la península Ibérica. Es un periodo de gran expansión de las prácticas funerarias de incineración y la aparición de urnas de cerámica.
Cerámica Cardial:
- Cronología: Este estilo cerámico corresponde a la fase del Neolítico Antiguo en el contexto europeo, específicamente entre el 5500 a.C. y el 4000 a.C..
- Periodo cronológico: Se asocia con el Neolítico, especialmente con la expansión de las primeras culturas agrícolas en Europa Occidental.
- Descripción: La cerámica cardial recibe su nombre debido a las impresiones hechas con dientes de cardial (una especie de mejillón) en la cerámica, lo que caracteriza a este estilo. Se encuentra principalmente en la región del Mediterráneo occidental, especialmente en el sur de Francia y la península Ibérica. Es una de las primeras evidencias del asentamiento de grupos agrícolas en estas regiones.
Vaso Campaniforme:
- Cronología: El Vaso Campaniforme es característico de la Edad del Bronce Antiguo, con una cronología aproximada entre el 2500 a.C. y el 1800 a.C..
- Periodo cronológico: Se enmarca dentro de la Edad del Bronce, aunque en sus primeras fases, tiene influencias del Neolítico.
- Descripción: El Vaso Campaniforme es una forma cerámica distintiva, generalmente con una base ancha y una boca estrecha que se asemeja a una campana. Este fenómeno cultural tiene una fuerte presencia en Europa Occidental, pero se extiende por gran parte de Europa Central y las Islas Británicas. Se asocia con una sociedad de transición entre el Neolítico y el Bronce, marcada por el desarrollo de nuevas formas de organización social y la expansión de redes comerciales.
Resumen cronológico:
Campos de Urnas: Edad del Bronce (2000-1200 a.C.).
Cerámica Cardial: Neolítico (5500-4000 a.C.).
Vaso Campaniforme: Edad del Bronce Antiguo (2500-1800 a.C.)
Neolítico
El Neolítico en la península itálica (aproximadamente entre 6000 y 3000 a.C.) marcó un periodo de grandes transformaciones culturales y tecnológicas. Fue en esta época cuando las poblaciones de la región adoptaron nuevas prácticas agrícolas, domésticas, y de cerámica, que definieron la transición de sociedades cazadoras-recolectoras a comunidades agrícolas estables. Este proceso llegó a la península gracias a la difusión de innovaciones desde el Oriente Próximo y el Mediterráneo Oriental, extendiéndose desde el sur hacia el norte.
El Neolítico se detecta a través de la aparición de la cerámica cardial (que también se denomina impressa -«impresa»-, al haberse producido con la impresión de otros objetos y no sólo con la concha de Cardium edulis). (5) La cerámica fue un rasgo destacado del Neolítico, y en Italia se produjeron diferentes estilos regionales. Al principio, predominó la cerámica impresa o cardial, en la que las vasijas eran decoradas con impresiones hechas con conchas de berberecho (cardium). Este tipo de cerámica es característico de las primeras fases neolíticas en la región y muestra una continuidad cultural con el Mediterráneo Occidental.
La impressa se halla en toda la península, hasta la costa ligur, diferenciándose de la cardial occidental, que se extiende desde Provenza hasta la península ibérica y el Norte de África. (6)
Desde el Neolítico final se desarrolla el megalitismo (un fenómeno cultural común a Europa Occidental) en el valle de Aosta y la isla de Cerdeña. Ya en la Edad del Bronce, estructuras megalíticas se construyeron en el Lazio, Puglia y la isla de Sicilia.
Se desarrolló una Agricultura incipiente y una domesticación de animales: Las primeras comunidades neolíticas en Italia comenzaron a cultivar cereales como el trigo y la cebada, además de legumbres como las habas. También domesticaron animales, especialmente ovejas, cabras y cerdos. La combinación de agricultura y ganadería permitió a estas comunidades asentarse en un lugar fijo, desarrollando aldeas y aumentando su población.
El establecimiento de aldeas permanentes, generalmente en valles fértiles y cerca de cursos de agua, fue una de las características más importantes de este periodo. Las construcciones eran principalmente cabañas de madera y adobe o piedra, y se organizaron de forma sencilla, en grupos pequeños. Algunas de estas aldeas se ubicaron en puntos estratégicos para controlar las rutas comerciales o defenderse de posibles amenazas.
Con la adopción de nuevas técnicas de pulido, las herramientas de piedra adquirieron una durabilidad y precisión superiores. Hachas y azuelas de piedra pulida se usaban para trabajos de tala y construcción, mientras que otros utensilios, como cuchillos y puntas de flecha, se empleaban en la caza y la vida diaria. En cuanto a sus ritos funerarios y creecnias y costumbres de enterramiento, Aunque se sabe poco sobre sus creencias religiosas, en el Neolítico italiano comenzaron a desarrollarse prácticas funerarias más complejas. Se han encontrado tumbas individuales y colectivas, lo cual sugiere la existencia de rituales asociados a la muerte y un incipiente sentido de comunidad y pertenencia. También aparecen figuras antropomorfas y zoomorfas talladas en piedra o hueso, lo que sugiere algún tipo de simbolismo espiritual o culto.
Durante el Neolítico se establecieron redes de intercambio que conectaban a las comunidades italianas con otras del Mediterráneo. Materiales como la obsidiana, especialmente de la isla de Lipari, fueron muy valorados para la producción de herramientas. Este comercio de larga distancia sugiere que existía una comunicación y colaboración entre distintas culturas neolíticas.
Tumbas circulares de Li Muri en Arzachena, uno de los yacimientos megalíticos más antiguos en Italia. Autor: © pjt56. Permisos: CC BY-SA 3.0. Original file (6,922 × 2,624 pixels, file size: 6.98 MB).
Fases del Neolítico en Italia
El Neolítico en la península itálica puede dividirse en varias fases que muestran una progresiva complejidad cultural y tecnológica:
Neolítico Antiguo (6000-5000 a.C.): Es el inicio de la agricultura y de la vida en aldeas estables. En esta fase predominan las comunidades de la costa y el sur de Italia, influenciadas por las culturas mediterráneas orientales.
Neolítico Medio (5000-4500 a.C.): La cerámica impresa da paso a otras técnicas decorativas, y las aldeas crecen en tamaño y organización. Se observa una expansión hacia el norte de la península.
Neolítico Tardío (4500-4000 a.C.): La sociedad se vuelve más compleja. Aparecen nuevas prácticas funerarias y se desarrollan estilos de cerámica y herramientas más variados, lo que indica una mayor diversidad cultural.
Neolítico Final (4000-3000 a.C.): En esta etapa se consolidan las aldeas y el comercio con otras regiones. La metalurgia comienza a aparecer tímidamente, preludiando la Edad del Cobre.
El Neolítico en la península itálica fue clave para la transformación de las comunidades humanas hacia sociedades más organizadas y estructuradas. Este periodo sentó las bases para el desarrollo de civilizaciones posteriores en la región, influyendo profundamente en la estructura social, las prácticas culturales, y las innovaciones tecnológicas que serían características de la Edad del Bronce y del Hierro en Italia.
Calcolítico en la península Itálica
El Calcolítico o Edad del Cobre en la Península Itálica (aproximadamente 3500 a 2300 a.C.) fue un período de transición entre el Neolítico y la Edad del Bronce, marcado por el uso creciente del cobre junto con herramientas de piedra. Este período trajo importantes avances culturales, económicos y sociales en la región.
Las comunidades comenzaron a desarrollar técnicas de fundición y forja de cobre, creando herramientas, armas y adornos. Aunque el cobre es blando en comparación con otros metales, su uso era novedoso y simbolizaba un avance importante en la tecnología de la época.
Se producen cambios en la estructura social: El acceso a metales y la especialización de labores dieron pie a sociedades más estratificadas. Algunos individuos o grupos, como los artesanos y los líderes de comunidades, adquirieron mayor prestigio y poder, reflejado en los enterramientos, donde se hallan ajuares funerarios más ricos en objetos metálicos.
Se observa un avance en las técnicas agrícolas y ganaderas, con el establecimiento de aldeas más estables y poblaciones en crecimiento. También se incrementó el intercambio de productos entre diferentes regiones, facilitado por la aparición de rutas comerciales a través del Mediterráneo.
En algunas regiones de la península, se levantaron estructuras megalíticas y fortificaciones, evidenciando la organización y cooperación en las comunidades. Estas construcciones también sugieren un interés por marcar territorios y proteger los asentamientos.
Durante el Calcolítico, la Península Itálica mantuvo contactos con culturas del Mediterráneo oriental y los Balcanes, lo que impulsó el intercambio cultural y la adopción de nuevos estilos artísticos y tecnologías.
Con los nombres de cultura de Remedello, cultura de Rinaldone y cultura de Gaudo se denomina a las culturas del Neolítico final de las actuales regiones de Lombardía, Toscana, Lazio y Campania. A veces se las califica como eneolíticas, por la aparición de los primeras utensilios de cobre. Culturas eneolíticas son también la cultura Laterza en Puglia y Basilicata, la cultura Abealzu-Filigosa en Cerdeña, la cultura Conelle-Ortucchio en Abruzzo y Marche, la cultura Serraferlicchio en Sicilia y el grupo Spilamberto en Emilia-Romagna.
Los menhires-estatua más antiguos, que incluyen la representación de armas, se levantan durante este periodo en zonas de Italia septentrional, Puglia y Cerdeña (cultura Ozieri). Esta traducción escultórica parece tener sus orígenes en la estepa póntico-caspiana (cultura yamna), (10) y aparece en otras regiones más tarde, en las Edades del Bronce y del Hierro. (11).
La cerámica de bandas marca la transición entre el Eneolítico y la Edad del Bronce.
Ejemplo Arqueológico: La Cultura Remedello
En el norte de Italia, la cultura de Remedello es uno de los ejemplos más significativos de este período. Se caracteriza por su cerámica, sus ajuares funerarios, y el uso temprano de cobre en armas y herramientas. Los enterramientos de Remedello muestran una organización social en desarrollo y la posible existencia de guerreros o líderes destacados en la sociedad.
En resumen, el Calcolítico en la Península Itálica fue un periodo de innovación tecnológica y cambio social, donde el cobre se consolidó como un material clave y las sociedades comenzaron a organizarse de manera más compleja, estableciendo las bases para la futura Edad del Bronce.
Ötzi, Hombre de Similaun y Hombre de Hauslabjoch son los nombres modernos de la momia de un hombre que falleció hacia el 3255 a. C. aproximadamente a los cuarenta y seis años de edad. (Ver ref. Norman Hammond (21 de febrero de 2005), «Iceman was wearing «earliest snowshoes»», The Times.).
La momia fue descubierta en septiembre de 1991 por dos alpinistas alemanes en los Alpes de Ötztal, cerca de Hauslabjoch, en la frontera de Austria e Italia, a una altitud de 3200 m s. n. m. (ver ref. James Neill (last updated 27 October 2004), Otzi, the 5,300 Year Old Iceman from the Alps: Pictures & Information, archivado desde el original el 12 de marzo de 2007, consultado el 8 de marzo de 2007.).
Su apodo proviene de Ötztal (valle de Ötz), el tramo de los Alpes italianos en el que fue descubierto. Es la momia humana natural más antigua de Europa y ha ofrecido una visión sin precedentes de los europeos del Calcolítico (Edad de Cobre). Su cuerpo y pertenencias están expuestos en el Museo de Arqueología del Tirol del Sur de la ciudad de Bolzano, en el Alto Adigio, Italia. La causa de la momificación del cadáver fue el frío extremo y perpetuo de la región donde el individuo falleció.
Reconstruction of Ötzi mummy as shown in Prehistory Museum of Quinson, Alpes-de-Haute-Provence, France. Foto: Wikipedia User 120. CC BY-SA 3.0.
La momia de Ötzi, hallada en los Alpes de Ötztal en 1991, es una de las momias más estudiadas y ha proporcionado una gran cantidad de datos sobre su vida, salud y, potencialmente, sobre las circunstancias de su muerte, ocurrida hace aproximadamente 5,300 años. Este hombre, apodado el «Hombre de Hielo,» fue preservado gracias a una momificación natural causada por el frío extremo y las condiciones secas de la montaña.
Datos Relevantes Extraídos del Análisis de Ötzi
Los estudios realizados en los últimos años han revelado numerosos detalles sobre su dieta, estado de salud y estilo de vida:
Edad y características físicas: Ötzi tenía unos 45 años, una edad avanzada para su época, medía aproximadamente 1.60 m y pesaba alrededor de 50 kg.
Dieta: Restos de comida en su intestino mostraron que consumió carne de ibex (una cabra montesa), cereales, y grasas poco antes de morir. También se encontraron restos de helechos, posiblemente consumidos como medicina o accidentalmente.
Estado de salud: Los análisis de sus huesos y dientes indican que sufría de artritis y otros problemas relacionados con la edad, además de signos de desgaste dental. También se le encontraron parásitos intestinales (lombrices) y evidencia de enfermedad de Lyme. Además, las investigaciones de su ADN muestran que tenía una predisposición genética a las enfermedades cardiovasculares, lo que podría haber afectado su salud general.
Tatuajes: Ötzi presenta múltiples tatuajes hechos mediante incisiones y frotamiento de carbón en la piel. Muchos de estos tatuajes están ubicados en zonas de dolor, como las articulaciones, lo que ha llevado a los investigadores a pensar que podrían haber tenido un propósito terapéutico o de alivio del dolor, similar a la acupuntura.
Reconstrucción del hacha de cobre de Ötzi. Bullenwächter – Trabajo propio modified by User:120. Reconstruction of the copper axe of Ötzi the Iceman. Reconstruction made by ArchäoTechnik Wulf Hein, Dorn-Assenheim, Germany. CC BY 3.0.
La Causa de la Muerte de Ötzi
La causa de la muerte de Ötzi fue un misterio durante mucho tiempo, pero los avances en tecnología han permitido llegar a una conclusión más clara:
Herida por flecha: Ötzi tiene una punta de flecha de pedernal alojada en su hombro izquierdo, lo que sugiere que fue atacado por detrás. La flecha causó una lesión en una arteria importante, lo que habría provocado una rápida pérdida de sangre y, muy posiblemente, la muerte en poco tiempo.
Traumatismos adicionales: Además de la herida de flecha, Ötzi presenta una herida en la cabeza, probablemente provocada al caer después de recibir el disparo. Esto podría haber contribuido a su muerte o haber sido una consecuencia del impacto posterior a la lesión por la flecha.
Contexto de la Muerte
Los elementos que llevaba consigo, como un hacha de cobre, un cuchillo de piedra, un carcaj con flechas, y ropa bien adaptada al clima, sugieren que Ötzi podría haber estado preparado para una travesía difícil, o quizás para un enfrentamiento. Las razones exactas de por qué fue atacado permanecen inciertas, pero su equipo y el análisis de las lesiones han llevado a los científicos a especular que pudo haber sido parte de un conflicto o enfrentamiento personal en su comunidad.
La combinación de una herida mortal por flecha, pérdida significativa de sangre y un posible traumatismo en la cabeza es lo que finalmente llevó a la muerte de Ötzi en las montañas.
Un crimen antiguo
Una exploración por TAC reveló que Ötzi tenía lo que parece ser una punta de flecha alojada en el pulmón izquierdo cuando murió, junto a un rasgón pequeño en la capa. El astil de la flecha había sido quitado, por sí mismo o por otra persona (un compañero o un enemigo). También tenía cortes en el pecho, y en la mano y muñeca derechas, así como contusiones.
Rastros revelados por el análisis del ADN de la sangre que había en los objetos que lo rodeaban, demostraron la presencia de otras cuatro personas:
- Sangre de una persona en su capa.
- Sangre de otra persona en su cuchillo (lo que indicaría que hirió a una persona a cuchilladas).
- Dos tipos de sangre de la misma punta de la flecha (que indicaría que hirió a dos personas distintas a flechazos y extrajo cada vez la valiosa flecha, sin que se saliera la punta de flecha, lo que indica que su tecnología era superior a la de sus atacantes, ya que él recibió un flechazo en el omóplato izquierdo que le alcanzó el pulmón, y al extraerla, quedó la punta de la flecha en su interior).
Se confirmó entonces que Ötzi fue asesinado, sufriendo una muerte lenta y agónica seguramente por asfixia o desangramiento.
(Ver ref: «La autopsia confirma que el «hombre de los hielos» fue asesinado». El País. 29 de enero de 2009.). Ver tamb: Ötzi, el hombre de hielo fue asesinado a traiciónElPais.com («Tatuajes de 5000 años», en el diario El País, 5 de marzo de 2009). Herrero, Amado (16 de agosto de 2023). «Ni pelazo ni piel blanca: Ötzi, el hombre de hielo de Los Alpes, era calvo y tenía la piel muy oscura». EL Mundo. Consultado el 16 de agosto de 2023.
Fuente: Chat Gpt y Wikipedia este enlace
Edad del Bronce en península Itálica
La Edad de Bronce en Italia (aproximadamente 2300-900 a.C.) representó un periodo de grandes transformaciones sociales, tecnológicas y económicas, que consolidaron avances iniciados en la Edad del Cobre y sentaron las bases para el desarrollo de civilizaciones posteriores. Este periodo se caracterizó por la introducción y expansión del bronce, una aleación de cobre y estaño, que permitió la creación de herramientas y armas más resistentes y eficaces, promoviendo el desarrollo agrícola, artesanal y bélico.
Principales Características de la Edad de Bronce en Italia
Metalurgia y Tecnología: La metalurgia del bronce facilitó la producción de herramientas agrícolas más duraderas, lo cual mejoró la productividad de la tierra y, con ello, las prácticas agrícolas y ganaderas. La creación de armas y armaduras de bronce, como espadas, puñales y puntas de lanza, favoreció la defensa de los asentamientos y el surgimiento de conflictos entre comunidades, ya que los recursos, especialmente el metal, se convirtieron en bienes muy valiosos.
Organización Social y Política: Las sociedades de la Edad de Bronce en Italia tendieron hacia una mayor jerarquización. Se observaron diferencias significativas en las tumbas y ajuares funerarios, lo que indica la aparición de élites. Estas élites estaban posiblemente relacionadas con el control de la producción metalúrgica y los intercambios comerciales, lo que les otorgaba un papel central en las decisiones comunitarias.
Asentamientos y Urbanización: Las comunidades comenzaron a agruparse en asentamientos más grandes y organizados, algunos de ellos fortificados, lo que refleja una creciente preocupación por la defensa. Los poblados de esta época solían estar ubicados en lugares estratégicos, como colinas o llanuras fértiles, y muestran una planificación más compleja, con áreas destinadas a actividades productivas, viviendas y espacios de almacenamiento.
Expansión del Comercio: Durante la Edad de Bronce, Italia se integró en redes de intercambio comercial de alcance mediterráneo, comerciando productos como metales, ámbar, cerámica y alimentos. Este comercio trajo consigo influencias culturales y tecnológicas desde Grecia, los Balcanes y el Mediterráneo oriental, enriqueciendo el desarrollo cultural de la región.
Cultura Material y Vida Cotidiana: La producción de cerámica y otros bienes de uso cotidiano se expandió y diversificó. La cerámica, con decoraciones geométricas o grabados, se usaba tanto en la vida cotidiana como en ceremonias y entierros. Además, los adornos personales de bronce, como brazaletes, collares y pendientes, se hicieron cada vez más comunes y son indicativos de una creciente sofisticación en la apariencia y estilo de vida de las personas.
Transición hacia la Edad del Hierro
Al final de la Edad de Bronce, Italia comenzó a experimentar cambios que darían paso a la Edad del Hierro. Esta transición estuvo marcada por la disminución de recursos de cobre y estaño, lo que alentó la búsqueda de nuevas fuentes y técnicas de fundición, así como la exploración de estructuras sociales y políticas más complejas, que anticipaban el surgimiento de las primeras proto-ciudades y la influencia de civilizaciones extranjeras como la griega y la fenicia.
En resumen, la Edad de Bronce en Italia fue un periodo de consolidación de la metalurgia, intensificación de los intercambios comerciales y progresiva organización social, que preparó a la península para transformaciones significativas en las etapas históricas siguientes.
Puñales del comienzo de la Edad del Bronce. Oscar Montelius – Montelius, Oscar (1903): «Die älteren Kulturperioden im Orient und Europa I. Die Methode.» Stockholm.
Puñal triangular de mango macizo típico del Bronce Antiguo (1800 adC-1500 adC), es característico de la Cultura Unetice aunque estos proceden de varios yacimientos italianos. Original file (700 × 700 pixels, file size: 26 KB). Dominio Público.
Principales culturas de la Edad de Bronce en península Italica
1. Cultura de Polada
Cultura de Polada es la denominación historiográfica de una cultura del Bronce Antiguo difundida por la mayor parte de la Italia septentrional (actuales Lombardía, Trentino y Véneto), datable aproximadamente entre el 2200 y el 1600 a. C.)
Se denomina por la localidad de Polada (comune de Lonato del Garda, cerca del lago de Garda, en Brescia), donde se hallaron entre los años 1870 y 1875 los primeros testimonios de esta cultura, como consecuencia de las labores de explotación de una turbera.
Otros yacimientos importantes se encontraron en el área de Mantua, entre los lagos de Garda y lago de Pusiano.
- Encyclopedic Dictionary of Archaeology – Barbara Ann Kipfer pg.446
- Enciclopedia Treccani – Lombardia
- Turismo Lago di Pusiano. Fuente citada en Lago di Pusiano
Cerámica. Jarra. Cuerpo bicónico con borde recto y asa en forma de oreja. Color: gris. Fondo: Museo Archeologico G. Rambotti. CC BY-SA 3.0.
Asentamientos
En la zona palúdica inter-morrénica se construyeron palafitos denominados «bonifiche» («bonifica» es la denominación de un palafito apoyado en troncos clavados en el limo para consolidarlo, y que no sobrepasan el nivel del agua, a diferencia de los verdaderos palafitos «aéreos») de troncos horizontales, dispuestos en una plataforma estratificada o cassonata. Cada aldea tenía una extensión reducida, cerca de una hectárea, y una población entre los 200 y los 300 individuios.
Economía
La economía se basaba en la ganadería, la caza, la agricultura, la pesca y la recolección a gran escala de fruta del bosque.
En un yacimiento perteneciente a esta cultura, en las cercanías de Solferino, se han encontrado las evidencias de domesticación del caballo en la península itálica.
(An Early History of Horsemanship pg.129).
Collar. Museo Archeologico G. Rambotti. CC BY-SA 3.0.
Cultura material
Tiene algunos puntos en común con la precedente cultura del vaso campaniforme, como el uso del arco y una cierta maestría en la metalurgia.
Aunque la cerámica es todavía rudimentaria, las demás actividades se desarrollan: industria lítica, tallas en hueso y cuerno, madera y metales. Los instrumentos y las armas de bronce muestran similitudes con los de la cultura de Unetice y otros grupos al norte de los Alpes.
Los poblados de Polada se ubicaban en áreas pantanosas y junto a lagos, con construcciones sobre pilotes. Estas estructuras permitían protegerse de las crecidas de los ríos y del clima húmedo.
La cultura de Polada desarrolló herramientas y armas de bronce y piedra. Se han hallado hachas, cuchillos y otras herramientas de bronce, lo que muestra una transición hacia el uso de este metal. Sin embargo, se combinaban con herramientas de piedra y madera, típicas de culturas anteriores.
La cerámica de Polada es característica y de buena calidad. Muchas de las vasijas tienen formas biconicas, con decoraciones sencillas. Los colores suelen ser oscuros, y su diseño es funcional, adaptado para el almacenamiento y la cocina.
La cultura de Polada estaba conectada con otras culturas contemporáneas de Europa Central y los Alpes, lo cual facilitó el intercambio de bienes y conocimientos, especialmente en metalurgia. La cultura de Polada tiene paralelismos con la cultura de Únětice (en Europa Central) y la cultura del vaso campaniforme, lo cual indica que había rutas comerciales activas y una influencia cultural compartida.
Aunque los restos de enterramientos asociados directamente a Polada son limitados, se han encontrado objetos como adornos y colgantes de hueso, cuarzo y conchas, lo que indica un sentido de estética y probablemente de estatus. Estos objetos también sugieren influencias del mar Mediterráneo.
La cultura de Polada desempeñó un papel clave en el desarrollo de las comunidades del Bronce en el norte de Italia, sentando las bases para las posteriores culturas de la Edad del Bronce en la región, como la cultura de Canegrate y la cultura de Terramara. Sus influencias son visibles en la tecnología, en la organización de asentamientos lacustres y en el desarrollo de rutas comerciales en la cuenca del Po.
2. Cultura nurágica
La cultura nurágica surgió hacia el 1700 a. C. en Cerdeña (en la Edad del Bronce media) y se difundió también por Córcega. Abarca un período que va desde la Edad del Bronce (del 1700 a. C. en adelante) hasta el año 238 a. C., cuando la isla fue conquistada por la República romana.
(Fuente: Fagan, Brian M.; Beck, Charlotte, 1948- (1996). The Oxford companion to archaeology. Oxford University Press. ISBN 0195076184. OCLC 35178577. Consultado el 21 de agosto de 2019.)
Debe su nombre a los nuragas, características torres-fortalezas en las que se aplica el principio de la falsa cúpula, originario del Mediterráneo oriental. Los nuragas son los vestigios más elocuentes y fueron el fruto de la evolución de una cultura megalítica preexistente, constructora de dólmenes y menhires.
Estatuilla de bronce de un jefe nurágico de Uta (Cerdeña). Museo arqueológico nacional de Cagliari. Foto: Shardan. CC BY-SA 3.0. Mayor resolución: Original file (1,224 × 1,873 pixels, file size: 264 KB).
Las torres nurágicas son unánimemente consideradas como los monumentos megalíticos de mayor altura y mejor conservados de Europa. Es discutida cuál sea su función, pues algunos han visto en ellas tumbas monumentales, otros como fortalezas, hornos para la fusión de metales, prisiones o templos de culto al sol. Parece que hay un acuerdo moderno en considerarlas como estructuras defensivas que incluyen graneros y silos. ( Ver referencia: The strict patterning in the landscape of tombs and nuraghi was analyzed by Emma Blake, «Constructing a Nuragic Locale: The Spatial Relationship between Tombs and Towers in Bronze Age Sardinia» American Journal of Archaeology 105.2 (April 2001:145-161).
Pueblo de guerreros y navegantes, los sardos comerciaban con los otros pueblos mediterráneos y su cultura ha producido no solo los característicos complejos nurágicos, sino también la misteriosa aldea de Tiscali, los enigmáticos templos de acqua sacra, las tumbas de los gigantes y las particulares estatuillas de bronce nurágicas.
Durante mucho tiempo su cultura vivió con otras civilizaciones extrañas a la isla, como la fenicia, la púnica y la romana, sin llegar a ser absorbida por ellas.
Construcción lítica o torre nurágica de carácter defensivo. Foto: Cristiano Cani. CC BY-SA 3.0. Original file (3,264 × 2,448 pixels, file size: 2.07 MB).
Los nuragas son torres de piedra de tipo megalítico en forma de cono truncado, construidas con grandes bloques de piedra sin mortero, que se encuentran dispersas por toda la isla. Su función exacta no se comprende completamente, pero se cree que pudieron servir como fortalezas, centros ceremoniales o residencias de élite. Estas estructuras revelan un alto nivel de habilidad en ingeniería y organización, y posiblemente estaban asociadas con la vida social y religiosa de las comunidades.
Los templos de acqua sacra o pozos sagrados son otro tipo distintivo de construcción nurágica. Construidos con gran precisión y orientación astronómica, estos pozos estaban dedicados a la adoración del agua, un recurso fundamental en la isla. Se han encontrado canales y áreas de recolección de agua en estos sitios, lo que indica que el agua era probablemente percibida como una manifestación sagrada y esencial para la vida.
La orientación de muchos pozos sugiere que también se usaban para observar fenómenos celestes, como los solsticios, lo que añade un componente astronómico a su función religiosa. Los templos de agua sagrada probablemente eran sitios de culto relacionados con ritos de fertilidad y purificación.
Reconstrucción de la vestimenta de los diferentes personajes. Foto: Xoil. CC BY-SA 4.0. Original file (3,344 × 1,828 pixels, file size: 3.37 MB).
Las tumbas de los gigantes son monumentales tumbas colectivas que constan de una cámara funeraria larga y estrecha cubierta por grandes losas, flanqueada por una fachada curva en forma de herradura. A menudo están decoradas con grabados de cuernos, representaciones simbólicas de toros que sugieren una conexión con el culto a la fertilidad y la regeneración. Estas tumbas pueden haber simbolizado el renacimiento o el paso al más allá y se consideran lugares donde se rendía homenaje a los antepasados, reafirmando los vínculos entre las comunidades y sus muertos.
Dromos_Garlo_pozo_sacro_interior. Foto: Filipov Ivo. CC BY-SA 4.0. Original file (4,272 × 2,848 pixels, file size: 10.23 MB).
Las estatuillas de bronce de la civilización nurágica son conocidas como bronces figurativos y representan una variedad de formas: guerreros, animales, figuras femeninas, figuras de deidades, y escenas de la vida cotidiana. Estas estatuillas, muchas de las cuales son muy detalladas, eran probablemente ofrendas votivas o representaciones simbólicas que capturaban la vida y las creencias de los nurágicos.
- Guerreros: Las figuras de guerreros, armadas y en posturas de combate, parecen representar a héroes o protectores, reflejando la importancia de la guerra y la defensa en su sociedad.
- Animales y Personajes Rurales: Figuras de bueyes, cabras, y otros animales podrían haber simbolizado la fertilidad, la prosperidad agrícola, y la conexión con la naturaleza.
- Diosas y Figuras Femeninas: Algunas figuras femeninas y deidades son interpretadas como representaciones de un culto a la fertilidad, que tenía gran relevancia en sociedades agrícolas.
- Figuras Divinas y de Ancestros: Muchas de estas estatuillas pueden haber tenido un rol ritual y devocional, como amuletos o representaciones de los dioses y ancestros protectores.
Figurilla de arquero hecha de bronce de la cultura Nurágica. Foto: Silar. Original file (2,689 × 4,146 pixels, file size: 1,020 KB). CC BY-SA 4.0.
Es probable que estas estatuillas sirvieran como símbolos de identidad y vínculos espirituales entre las comunidades nurágicas y sus creencias. A través de ellas, los nurágicos podían haber buscado la protección de sus dioses o la intercesión de figuras míticas o ancestrales. También parece que estos bronces fueran una manera de honrar a ciertos individuos o arquetipos, como los guerreros y figuras femeninas, que representaban valores fundamentales para la sociedad nurágica.
En resumen, los pueblos nurágicos desarrollaron un complejo sistema de creencias y arquitectura sagrada, donde los pozos y tumbas gigantes eran parte de un entorno ritual, y las estatuillas de bronce eran un medio para conectar con su mundo espiritual, honrar a sus dioses y preservar la memoria de sus héroes y ancestros.
Otro ejemplo de figurilla de bronce que parece representar a un jefe tribal, un brujo o similar, sin duda un personaje trascendente en la cultura Nurágica. Foto: Silar. CC BY-SA 4.0. Original file (3,100 × 4,276 pixels, file size: 1.37 MB).
Como ya se ha mencionado eran un pueblo comerciante y establecían rutas de comercio e intercambios con otros pueblos de la época a través de rutas marítimas.
Gráfico por: Aushulz. Este enlace. GFDL. Mayor resolución: 2,560 × 1,536 pixels.
Espadas de bronce. Foto: Silar. CC BY-SA 3.0. Original file (4,928 × 3,264 pixels, file size: 1.61 MB).
Disponemos a día de hoy de muestras de su destreza en la confección de vasijas cerámicas, de las que mostramos algunos ejemplos. Estas son de gran perfección, belleza y ejecución geométrica.
Fotos: Sailko CC BY 3.0. Original file (2,130 × 2,130 pixels, file size: 2.67 MB).
La cultura nurágica. Localizada en Cerdeña y en el sur de Córcega (donde se denomina cultura torreana), la cultura nurágica se desarrolló desde el siglo XVIII a. C. hasta el siglo II a. C., es decir, hasta la romanización. Evolucionó desde la preexistente cultura megalítica (dólmenes y menhires). Toma su nombre de unas características torres denominadas nuraghe, cuyo uso sigue siendo todavía objeto de debate (tumbas monumentales, fortalezas, hornos metalúrgicos, prisiones o templos de culto solar). Los antiguos sardos eran un pueblo marino y guerrero, que comerciaba con otros pueblos mediterráneos, como atestiguan hallazgos exóticos en los nuraghe, como ámbar báltico, estatuillas de bronce que representan animales africanos, armas del Mediterráneo oriental y cerámica micénica. Se ha propuesto identificarlos con los Sherden, uno de los pueblos del mar que desestabilizaron Egipto y otras zonas civilizaciones antiguas hacia el siglo XII a. C.
Otros elementos originales de la civilización sarda son los «pozos sagrados», quizás dedicados al agua sagrada del culto lunar, las «tumbas de gigantes», estructuras similares al megaron helénico y refinadas estatuillas, algunas de las cuales se han encontrado en tumbas etruscas, demostrando la relación existente entre ambos pueblos.
3. Culturas de Castelluccio y de Thapsos
En Sicilia se desarrolló la cultura de Castelluccio, (12) en la que destaca el yacimiento de Tapso o Thapsos (cultura de Thapsos).
Las culturas de Castelluccio y Thapsos fueron dos culturas prehistóricas importantes en Sicilia, activas durante la Edad del Bronce. Estas culturas dejaron huellas en la arqueología de la isla, mostrando un desarrollo distintivo en sus prácticas funerarias, cerámica y vínculos comerciales con otras civilizaciones mediterráneas.
Cultura de Castelluccio (Edad del Bronce Temprano, 2200-1450 a.C.)
La cultura de Castelluccio se desarrolló principalmente en la parte sureste de Sicilia. Esta cultura es conocida por sus características tumbas, cerámica y asentamientos, que muestran una sociedad organizada y con cierta riqueza cultural.
Asentamientos y Arquitectura Funeraria: La cultura de Castelluccio se caracteriza por sus tumbas excavadas en la roca, conocidas como tumbas hipogeas o «a forno». Estas tumbas, que suelen tener una entrada y cámaras interiores, parecen haber sido utilizadas para entierros colectivos, y reflejan un culto a los antepasados. Estas tumbas suelen encontrarse en lugares elevados, lo cual les daba un carácter monumental.
Cerámica: La cerámica de Castelluccio es uno de los elementos más distintivos de esta cultura. La cerámica incluye jarros y jarras de diversas formas, decoradas con motivos geométricos (líneas, puntos y espirales), a menudo en color rojo, marrón o negro sobre un fondo claro. Estos diseños sugieren una influencia de la cultura egea, aunque también presentan rasgos autóctonos únicos de Sicilia.
Intercambio y Comercio: La cultura de Castelluccio tenía contactos comerciales con otras culturas del Mediterráneo, lo que se evidencia por la influencia en su cerámica y algunos objetos que no eran originarios de la isla. Sin embargo, en esta época, Sicilia seguía siendo mayormente autónoma, sin una gran influencia externa.
Puerta de tumba de la cultura de Castelluccio. Foto: Davide Mauro. CC BY-SA 3.0. Original file (2,448 × 3,264 pixels, file size: 2.74 MB).
Cultura de Thapsos (Edad del Bronce Medio, 1450-1200 a.C.)
La cultura de Thapsos sucedió a la de Castelluccio y se desarrolló en el área costera de Sicilia, especialmente alrededor de la península de Thapsos, cerca de Siracusa. Esta cultura refleja una sociedad más compleja y abierta al comercio y a la influencia de otras civilizaciones mediterráneas.
Asentamientos: La cultura de Thapsos se caracterizaba por asentamientos portuarios y de fácil acceso a rutas marítimas, como el importante asentamiento en la península de Thapsos. Los edificios de estos asentamientos eran de forma cuadrada o rectangular, construidos con muros de piedra y organizados en patrones urbanos, lo que sugiere una vida social más estructurada.
Tumbas: La cultura de Thapsos continuó con el uso de tumbas hipogeas, pero desarrollaron también tumbas de cámara y tumbas monumentales más elaboradas, lo cual indica una jerarquía social y un mayor respeto hacia los difuntos de rango elevado. Estas tumbas pueden incluir nichos y espacios decorativos, reflejando un desarrollo en prácticas funerarias.
Cerámica y Comercio: La cerámica de Thapsos es más refinada y sofisticada que la de Castelluccio. Incluye ánforas y vasos de inspiración micénica, y otros recipientes que reflejan un alto grado de destreza en el diseño. Durante esta época, Sicilia experimentó un fuerte intercambio con civilizaciones del Egeo, especialmente la micénica, así como con Cerdeña y el norte de África, lo que trajo influencias culturales y materiales a la isla. La cultura de Thapsos parece haber actuado como un puente comercial entre las rutas marítimas del Mediterráneo oriental y occidental.
Objetos Metálicos: La cultura de Thapsos también dejó evidencia de una mayor producción y uso de objetos de bronce, como armas, herramientas y adornos, lo que indica un avance en la tecnología metalúrgica. La presencia de estos objetos, junto con cerámicas importadas y diseños egeos, indica que la isla estaba integrada en una red de comercio y comunicación.
Significado e Influencia
Las culturas de Castelluccio y Thapsos son ejemplos de cómo Sicilia actuó como un cruce de caminos en el Mediterráneo. Mientras que Castelluccio representa una etapa inicial de la Edad de Bronce en la isla, con influencias limitadas, la cultura de Thapsos muestra una integración más profunda en el ámbito mediterráneo. Esto último se ve reflejado en el comercio con los micénicos, los sardos y otras culturas. Además, el cambio en las prácticas funerarias y la sofisticación de la cerámica y el metal indican una sociedad más compleja y estratificada en la época de Thapsos.
Ambas culturas contribuyeron a la formación de la identidad siciliana y establecieron las bases para el desarrollo de las posteriores influencias fenicias y griegas en la isla.
Tumba de Thapsos. Foto: Archeo. CC BY-SA 3.0. Original file (3,872 × 2,592 pixels, file size: 4.55 MB).
4. Cultura apenínica
La cultura apenínica es una cultura prehistórica que se sitúa geográficamente en el centro de la península itálica. Cronológicamente se ubica en la Edad del Bronce, desarrollándose principalmente entre los años 1800 y 1050 a. C.
Sociedad
La gente de la cultura apenínica se dedicaba al pastoreo alpino, llevando a su ganado a los prados y bosques de montaña de las montañas centrales de Italia. Vivían en pequeñas aldeas, situadas en lugares defendibles. Durante el verano, montaban campamentos temporales, o vivían en cuevas y abrigos rocosos, cerca de los pastos. Su entorno no se limitaba necesariamente a la montaña; su cerámica se ha encontrado en la Colina Capitolina de Roma e islas como Lipari e Isquia.
La cerámica está bruñida, incisa con espirales, meandros, y zonas geométricas, llenas de puntos y guiones transversales. En Isquia se ha encontrado una asociación con los períodos heládicos LHII y LHIII, y en Lipari, con LHIIIA, que se remontan a la Edad del Bronce tardía, como la definida en Grecia y en el Egeo.
Referencia: Bury, J. B.; I. E. S. Edwards; C. J. Gadd; John Boardman; N. G. L. Hammond (1975). P. Mack Crew, ed. The Cambridge Ancient History: c. 1800-1380 B.C. II, part 2: c. 1380-1000 B.C. (3, revised edición). Cambridge University Press. p. 720
5. Cultura de las Terramaras
La cultura de las Terramaras es una cultura prehistórica que se sitúa geográficamente en la llanura del río Po, en Emilia-Romaña, al norte de la península itálica. Fue el fenómeno más característico de la península itálica en el panorama arqueológica de la Edad del Bronce, entre el 1500-1100 a.C.
Terramara es un sistema de construcción sobre pilotes que se levanta sobre tierra firme, de forma similar a los palafitos que se levantan sobre el agua (lagos). En estas plataformas se asentaban las cabañas de tribus agrícolas.
Se trata del primer caso seguro de incineración en Italia.
Ejemplos de Palafitos en Lago Inle, Myanmar. Foto: Justin Blethrow. CC BY-SA 3.0.
Etimología
Toma su nombre de los residuos de tierra negra de los montículos de asentamiento. Terramara viene de tierra-marga, siendo la marga un depósito lacustre muy fértil. Puede ser de cualquier color, pero en tierras agrícolas es típicamente negra.
Pearce, Mark (1 de diciembre de 1998). «New research on the terramare of northern Italy». Antiquity.
Es un tipo de asentamiento propio de las regiones de Lombardía y Emilia, situado en un terreno especialmente fértil, lo que es precisamente el motivo de que reciba ese nombre de parte de los campesinos de la región, producido por el detritus que, en efecto, dejaron sus habitantes como consecuencia de la peculiar forma de habitación, elevada para evitar el contacto con terrenos pantanosos y seguramente como consecuencia de la extensión a nuevos territorios secos de las edificaciones conocidas como palafitos, propias de las zonas lacustres de los Alpes.
Cronología
Cronológicamente se ubica en la Edad del Bronce, entre los años 1700-1100 a. C.
Aun así, la cronología y muchos otros aspectos de los restos arqueológicos permanecen sujetos a constantes revisiones. De todos modos puede decirse que el espectro cronológico abarcado es muy amplio, que los restos de Terramara pueden estar situados entre principios del segundo milenio a. C. y la época en torno al año 700 a. C., aproximadamente, cuando se vuelve a estructurar el mapa de la península itálica, en la segunda Edad del Hierro.
Su identificación mecánica con una etapa del desarrollo de cierto pueblo luego trasladado al Tíber queda, por tanto, descartada, pero no, lógicamente, que haya desempeñado un papel en un momento preciso de la indoeuropeización de Italia, coincidente tal vez con la etapa de difusión de los rasgos lingüísticos propios de los pueblos que llegaron a establecerse en el Lacio.
VV. AA. «Terramare culture» [Cultura de las Terramaras]. https://www.britannica.com/ (en inglés). Gran Bretaña. Consultado el 11 de mayo de 2017.
Cerámica de la cultura Terramara. Fuente: Museo Archeologico G. Rambotti. CC BY-SA 3.0.
Organización
La disposición de los poblados destaca por su organización, que supone una cierta estructuración de la colectividad, al parecer igualitaria.
Características generales
- Su economía se basaba en la agricultura.
- Enterraban a sus muertos en recintos comunes.
- Existe cierta organización social y comunitaria.
- Presencia de algunos asentamientos fortificados.
- Su cerámica es de color negro y decorada.
- Historiografía
Su importancia historiográfica estriba en que, durante el siglo XIX a. C. se le atribuyó el carácter de precedente de la ciudad romana y en que, por tanto, se vio en sus habitantes a los primeros representantes de la etnia latina que llegaría posteriormente a fundar la urbe del Tíber.
La cultura de las Terramaras pertenece al Bronce Medio y Final, entre los siglos XVI y XII a. C., y se desarrolló en la actual llanura padana, entre Módena y Bolonia, a lo largo del río Panaro. Se la identifica con la llegada de los primeros pueblos itálicos. (14) Construyó aldeas fortificadas con casas de madera de planta cuadrada, generalmente junto a cursos de agua, con calles trazadas en ángulo recto. Se ha sugerido que los asentamientos terramaras de la región de Emilia actuaron como un centro comercial de una ruta que conectaba el ámbar báltico y el estaño de Erzgebirge, a través de Val Camonica y el río Po, con Grecia y el Mediterráneo Oriental. Hacia el siglo XII a. C. el sistema de las Terramaras decayó, abandonándose los asentamientos. La población se desplazó hacia el sur, donde se mezcló con el de la cultura de los Apeninos. (14)
Puñal de la cultura de las Terramaras. Civico Museo di Castelleone. CC BY-SA 3.0.
6. Cultura de los castellieri
La cultura de los castellieri (15) se desarrolló en Istria en el Bronce Medio, desde el siglo XV a. C., extendiéndose al Friul, Venecia Julia, Dalmacia y zonas vecinas. Se prolongó durante más de un milenio hasta la conquista romana del siglo III a. C. Toma su nombre de los asentamientos la caracterizan (castellieri -cjastelir en la idioma friulano-), fortificados en alturas naturales y con una o varias murallas concéntricas, de forma circular-elíptica (en Istria y Venecia Julia) o cuadrangula (en Friul).
La etnicidad del pueblo portador de esta cultura es incierta, aunque parece que eran pre-indoeuropeos, y que habrían llegado a la zona desde el mar (su posible origen ilírico no está demostrado). Los primeros castellieri se identifican con el megalitismo micénico.
Castelliere de Monkodonja (Croacia). Foto: Orlovic. CC BY-SA 4.0.
La cultura de los castellieri fue una civilización prehistórica que se desarrolló en el noreste de Italia, en regiones como el Friul-Venecia Julia, en partes de Eslovenia y Croacia, especialmente en la península de Istria. Esta cultura prosperó desde la Edad del Bronce (hacia el 1800 a.C.) hasta el comienzo de la Edad del Hierro (alrededor del 200 a.C.). Los castellieri son reconocidos principalmente por sus características fortificaciones en colinas o llanuras, que muestran una organización defensiva y una estructura social compleja.
Características de los Castellieri
El término «castellieri» hace referencia a asentamientos fortificados, construidos generalmente en colinas o promontorios. Estos asentamientos estaban protegidos por murallas de piedra, y su diseño sugiere que la defensa era una prioridad para la población.
Ubicación y Diseño: Los castellieri eran generalmente circulares o elípticos y rodeados de murallas, que podían tener varios metros de altura y, en algunos casos, se construían en varios niveles. Las murallas se construían con piedras secas, y algunas de ellas contaban con bastiones y puertas, lo que indica una avanzada planificación arquitectónica y militar.
Estructuras Interiores: Dentro de los asentamientos, había casas de piedra o adobe con techos de paja. Estas estructuras reflejan una sociedad sedentaria, en la que la vida agrícola y ganadera era central. Los castellieri más grandes incluían áreas específicas para viviendas, almacenamiento de alimentos y espacios comunales, lo que sugiere una organización interna bien estructurada.
Economía y Subsistencia
La economía de la cultura de los castellieri se basaba en una agricultura avanzada y ganadería. Los habitantes cultivaban cereales, como trigo y cebada, y criaban ganado como ovejas, cabras y bueyes. También se dedicaban a la caza y la pesca, complementando su dieta con recursos naturales.
Además, se han encontrado pruebas de que la cultura de los castellieri tenía conocimientos de metalurgia, especialmente en la Edad del Hierro, cuando comenzaron a producir herramientas y armas de bronce y hierro. También comerciaban con otras culturas mediterráneas, lo que se evidencia en objetos importados y estilos de cerámica que muestran influencias externas.
Sociedad y Cultura
La organización social en los castellieri parece haber sido jerarquizada. La presencia de fortificaciones y estructuras comunitarias sugiere que existía una élite o grupo dirigente que organizaba la construcción y mantenía el control del asentamiento.
En términos de prácticas culturales, los hallazgos de cerámica decorada, herramientas de metal y otros objetos sugieren una civilización con habilidades artesanales y una identidad cultural propia. Los objetos encontrados en los asentamientos incluyen joyas, figurillas y elementos de adorno personal, lo que indica que además de ser funcionales, muchos objetos tenían un valor simbólico o decorativo.
Ritos Funerarios
Se sabe relativamente poco sobre las prácticas funerarias de la cultura de los castellieri, ya que no se han encontrado grandes cementerios asociados con estos asentamientos. Sin embargo, algunos hallazgos sugieren que practicaban el entierro como método principal, y que los difuntos podían haber sido sepultados fuera de los muros de los asentamientos, posiblemente en lugares específicos destinados a los entierros.
Contacto y Comercio con Otras Culturas
La cultura de los castellieri mantuvo contactos comerciales y culturales con otras civilizaciones cercanas. Durante la Edad del Hierro, tuvieron intercambios con los etruscos y los venetos, así como con las culturas de la región danubiana y el Mediterráneo. Esto se observa en la influencia de estilos cerámicos y en la presencia de objetos de origen extranjero en los asentamientos, lo que sugiere una sociedad abierta a influencias y bienes externos.
Significado de los Castellieri en el Contexto Histórico
La cultura de los castellieri es importante porque muestra la existencia de una sociedad estructurada, con una organización militar y social avanzada en el noreste de Italia y las regiones adyacentes de los Balcanes. Estos asentamientos fortificados destacan en el contexto de la prehistoria europea y muestran cómo las comunidades locales desarrollaron técnicas arquitectónicas y defensivas para enfrentar los desafíos de la época.
La cultura de los castellieri probablemente influyó en las culturas posteriores de la región, y muchos de estos asentamientos fueron reutilizados y adaptados por culturas posteriores, como los venetos y, finalmente, los romanos. Esta civilización representa, por tanto, una etapa de desarrollo clave en la historia del noreste de Italia y las regiones cercanas del Adriático.
7. Cultura de Canegrate
La cultura de Canegrate (16) se desarrolló desde el Bronce Medio (siglo XIII a. C.) hasta la Edad del Hierro en la llanura padana, al oeste de Lombardía, el este del Piamonte y Ticino. Toma su nombre de la ciudad de Canegrate, donde se hallaron cincuenta tumbas con cerámicas y objetos metálicos. La terracota de Canegrate es muy similar a la que en la misma época se realizaba al norte de los Alpes. El pueblo portador de esta cultura parece ser un pueblo guerrero que descendió a la llanura padana desde los Alpes suizos y el Ticino.
La cultura de Canegrate fue una cultura de la Edad del Bronce Final en el norte de Italia, en la región de Lombardía, aproximadamente entre los siglos XIII y XII a.C. Recibe su nombre del sitio arqueológico de Canegrate, en la provincia de Milán, donde se descubrieron importantes vestigios en la década de 1920 y luego en excavaciones más intensas a mediados del siglo XX. Esta cultura es relevante porque representa una fase temprana de la transición a la Edad del Hierro y está vinculada a la expansión de poblaciones indoeuropeas en la región.
Orígenes y Relaciones Culturales
La cultura de Canegrate es, en parte, un reflejo de movimientos migratorios e influencias externas en el norte de Italia. Se piensa que estuvo compuesta por poblaciones de origen indoeuropeo, probablemente relacionadas con los proto-celtas o los ligures, que habrían emigrado desde el área de los Alpes suizos o del norte hacia la llanura padana.
Asentamientos y Vida Cotidiana
Los sitios de la cultura de Canegrate están ubicados en zonas de fácil acceso a ríos y vías naturales, lo que facilitaba el comercio y las conexiones entre diferentes comunidades. Los asentamientos eran, en su mayoría, aldeas pequeñas, y la economía estaba basada en la agricultura y ganadería, junto con actividades de caza y pesca. A pesar de ser una cultura relativamente pequeña en comparación con otras de la región, su ubicación estratégica le permitía participar en redes de intercambio.
Cerámica y Artefactos
La cerámica de Canegrate es distintiva y uno de los rasgos que identifican a esta cultura. Incluye vasijas de barro sin decorar o con decoraciones incisas muy simples, lo que refleja una cultura más austera en comparación con otras contemporáneas del Mediterráneo. Las formas cerámicas incluyen urnas, jarras y recipientes de uso doméstico, que se utilizaban tanto para el almacenamiento de alimentos como para ritos funerarios.
Se han encontrado también herramientas y armas de bronce, como puntas de lanza, hachas y cuchillos, que muestran una destreza en el trabajo con metales y reflejan el avance en tecnología de la época. Los objetos de bronce sugieren que la cultura de Canegrate tenía cierta conexión con otras culturas metalúrgicas del centro y norte de Europa.
Ritos Funerarios
La cultura de Canegrate es particularmente conocida por sus prácticas funerarias. Las tumbas eran generalmente de incineración, y las cenizas del difunto se depositaban en urnas de cerámica, una práctica que probablemente fue influenciada por culturas de Europa Central y que luego se adoptó en la región de los Apeninos y el área alpina. Las urnas funerarias a menudo se enterraban junto con objetos personales, como armas y herramientas, que reflejaban el estatus del difunto y su rol en la sociedad.
Influencia y Continuidad
La cultura de Canegrate es vista como el precursor directo de la cultura de Golasecca, que se desarrolló en la misma región en la Edad del Hierro y tuvo un mayor impacto cultural y comercial en el norte de Italia. Golasecca heredó varias prácticas de Canegrate, especialmente en el ámbito funerario y en el trabajo en metal.
Se cree que Canegrate representa una de las primeras fases de la celtización en el norte de Italia, siendo uno de los grupos que, al mezclarse con poblaciones locales y posteriores influencias de otras culturas europeas, contribuiría a la etnogénesis de los pueblos celtas de la región. La continuidad en los patrones de asentamiento, rituales y tecnología sugiere que hubo una evolución más que una ruptura entre Canegrate y las culturas posteriores.
Importancia Arqueológica
La cultura de Canegrate es esencial para entender el desarrollo cultural en el norte de Italia antes de la llegada de los celtas y los etruscos. Los hallazgos en Canegrate han proporcionado valiosa información sobre los orígenes y la vida cotidiana de las comunidades prehistóricas en la región de Lombardía, y sus vínculos con las culturas transalpinas. Además, su presencia destaca el papel del norte de Italia como punto de contacto entre el Mediterráneo y las áreas del centro de Europa, permitiendo comprender mejor los movimientos de población y las redes de intercambio en la Edad del Bronce Final en Europa.
La cultura de Canegrate fue una cultura de la Edad del Bronce Final en el norte de Italia, en la región de Lombardía, aproximadamente entre los siglos XIII y XII a.C. Recibe su nombre del sitio arqueológico de Canegrate, en la provincia de Milán, donde se descubrieron importantes vestigios en la década de 1920 y luego en excavaciones más intensas a mediados del siglo XX. Esta cultura es relevante porque representa una fase temprana de la transición a la Edad del Hierro y está vinculada a la expansión de poblaciones indoeuropeas en la región.
8. Cultura proto-vilanoviana
La cultura proto-vilanoviana fue una fase de transición prehistórica en la Edad del Bronce Final (hacia el siglo XII a.C.) que precedió a la cultura villanoviana propiamente dicha en Italia central, especialmente en regiones como la Toscana, el Lacio y la Emilia-Romaña. Esta cultura es considerada el preludio de la cultura etrusca, que surgiría siglos después. Los proto-vilanovianos son conocidos por sus innovadoras prácticas funerarias, su metalurgia y sus asentamientos bien estructurados, que prefiguran los desarrollos sociales y tecnológicos de las culturas de la Edad del Hierro en Italia.
Orígenes y Relaciones Culturales
La cultura proto-vilanoviana surgió como resultado de influencias culturales de Europa central, especialmente de la cultura de los campos de urnas, que practicaba la incineración de los difuntos. Este contacto cultural y migratorio trajo consigo nuevas prácticas funerarias y avances en la tecnología de los metales, que los proto-vilanovianos adaptaron y desarrollaron en la región italiana.
Características Funerarias
Uno de los aspectos más distintivos de la cultura proto-vilanoviana es su práctica funeraria de incineración, que posteriormente se convirtió en el rasgo más emblemático de la cultura villanoviana. En esta práctica, los restos cremados se colocaban en urnas de cerámica y se enterraban en tumbas. Las urnas proto-vilanovianas son simples, sin las decoraciones elaboradas que se encuentran en las fases posteriores, pero su uso sugiere un cambio significativo en los rituales de la muerte y en las creencias sobre el más allá.
Este rito funerario contrastaba con los enterramientos inhumados de otras culturas contemporáneas en Italia y señala una posible influencia de los pueblos de Europa central, donde el rito de incineración era común.
Metalurgia y Herramientas
La cultura proto-vilanoviana destacó por sus habilidades metalúrgicas, especialmente en la producción de herramientas, armas y adornos de bronce. Los proto-vilanovianos elaboraban hachas, cuchillos, fíbulas (broches), espadas y lanzas de bronce, que muestran un alto nivel de destreza y conocimiento en metalurgia. Estos avances en el trabajo del bronce reflejan el acceso a recursos y el intercambio cultural con otras regiones de Italia y Europa.
La metalurgia proto-vilanoviana fue la base sobre la que más tarde los villanovianos y, eventualmente, los etruscos, desarrollaron una industria metalúrgica compleja y muy apreciada en el Mediterráneo.
Asentamientos y Vida Cotidiana
Aunque se sabe menos sobre los asentamientos proto-vilanovianos en comparación con sus prácticas funerarias, se cree que vivían en pequeñas aldeas o comunidades agrícolas autosuficientes. La evidencia arqueológica sugiere que los proto-vilanovianos practicaban la agricultura y ganadería, además de la caza y la recolección.
Los asentamientos proto-vilanovianos no eran tan extensos ni complejos como los villanovianos posteriores, pero muestran cierta organización, con áreas específicas para viviendas, talleres y espacios de almacenamiento. Estas comunidades ya presentaban un nivel de sedentarismo y autosuficiencia que sentó las bases para las sociedades más estructuradas de la Edad del Hierro.
Arte y Cerámica
La cerámica proto-vilanoviana es relativamente sencilla en comparación con las cerámicas decoradas de fases posteriores. Las urnas y recipientes eran principalmente lisos y funcionales, aunque algunos ejemplares muestran incisiones o patrones geométricos simples. La cerámica se hacía a mano, sin torno, y los diseños eran austeros.
No obstante, en esta etapa se empiezan a ver algunos elementos decorativos que posteriormente caracterizarían el arte villanoviano, como patrones geométricos y formas básicas que se harían más sofisticadas.
Repertorio de cultura material proto-villanoviana de la necrópolis de Bismantova. Iginio Gentile, Serafino Ricci – Trattato di archeologia (Gentile).djvu. Illustrazione da Trattato di archeologia (Gentile).djvu. Dominio público. Original file (1,585 × 1,965 pixels, file size: 1.59 MB).
Importancia y Legado
La cultura proto-vilanoviana fue crucial en el desarrollo de las tradiciones que luego caracterizarían a la cultura villanoviana y, eventualmente, a la civilización etrusca. El uso de la incineración, las habilidades metalúrgicas y la organización de los asentamientos proto-vilanovianos sentaron las bases para las prácticas y estructuras sociales que definieron a estas culturas en la Edad del Hierro.
Además, la cultura proto-vilanoviana muestra cómo la península itálica fue influenciada por migraciones e intercambios culturales con el norte de Europa, lo que enriqueció la cultura local y preparó el terreno para el surgimiento de las civilizaciones complejas que florecerían en Italia en los siglos posteriores. En conjunto, la cultura proto-vilanoviana representa una etapa de transición clave y un puente entre el mundo prehistórico y el desarrollo de una sociedad protohistórica organizada en la península itálica.
Edad del Hierro
La Edad de Hierro en la península Itálica (aproximadamente desde el siglo IX al I a.C.) marca una etapa de transformación y desarrollo cultural, donde distintas civilizaciones y pueblos fueron forjando identidades propias, a menudo influenciadas por contactos externos con el Mediterráneo oriental, Europa central y el norte de África. Durante esta época, el uso del hierro se consolidó, facilitando la creación de herramientas y armas más duraderas y accesibles en comparación con las de bronce, lo cual impulsó cambios económicos, sociales y militares en las distintas comunidades.
La península Itálica se caracterizó en este periodo por su diversidad cultural. Se establecieron numerosos grupos con rasgos específicos, organizados en asentamientos estables y fortificados que dieron lugar a estructuras sociales más complejas y estratificadas. Algunas comunidades comenzaron a formar alianzas o confederaciones y, en algunos casos, lograron crear sistemas protoestatales. Las prácticas funerarias también muestran cambios importantes, reflejando las variaciones culturales y las creencias sobre la vida después de la muerte.
La influencia de pueblos extranjeros fue decisiva para el desarrollo de las culturas itálicas. Fenicios y griegos establecieron colonias en la costa sur y en Sicilia, difundiendo avances en navegación, escritura, religión y comercio. A su vez, los intercambios con Europa central, especialmente con la cultura de los campos de urnas y las influencias celtas, influyeron en las prácticas sociales y tecnológicas de las poblaciones del norte de Italia.
En este contexto, surgieron distintas culturas itálicas que destacaron por su singularidad y que sentaron las bases de la civilización etrusca y, más tarde, de la expansión de Roma. Entre ellas se encuentran culturas que practicaban la incineración de sus muertos, así como otras que mantenían la inhumación; algunas desarrollaron una notable habilidad en la metalurgia, y otras alcanzaron un gran desarrollo en arquitectura y urbanismo.
1. Cultura de Villanova
La cultura de Villanova es una civilización de la Edad del Hierro en el norte de Italia, en la región que enseguida fue la sede de la cultura etrusca. El nombre procede del yacimiento tipo Villanova di Castenaso (cerca de Bolonia).
Debe su nombre a una localidad de la franzione Castenaso de Bolomoa, donde se descubrió una necrópolis por el arqueólogo Giovanni Gozzadini en 1853-1856.
Con gran similitud a los proto-vilanovianos, se caracterizan por las sepulturas de incineración, en la que las cenizas se depositan en urnas bicónicas. Eran inicialmente un pueblo agrícola con un sistema social sencillo. Posteriormente se introdujeron artesanías sofisticadas (metalurgia, cerámica), detectándose la estratificación social y la acumulación de riquezas.
Antecedentes
De otro lado, en la cultura vilanoviana perviven rasgos de los que fueron característicos de Italia del cambio de milenio, llamados por algunos previlanovianos y por otros identificados con las culturas de campos de urnas de la Europa central, resultado, en cierto modo, de los movimientos de pueblos que caracterizaron Europa y el Mediterráneo en torno al año 1200 a. C., donde se inscribirían los pueblos del mar, pero también la guerra de Troya y, tal vez, la invasión de los dorios sobre el Peloponeso, y al mismo tiempo herencia de la llamada cultura apenínica que cubría la mayor parte de Italia al final de la Edad del Bronce.
(Ref. Plácido Suárez, Domingo; Alvar Ezquerra, Jaime; González Wagner, Carlos (1991). «Roma y la península itálica». La formación de los estados en el Mediterráneo occidental. Vallehermoso: Síntesis. p. 13 y 14.).
Mapa de la Cultura de Villanova sobre el 900 aC. Mapa por ZyMOS. CC BY-SA 3.0.
Historia
A finales del II milenio a. C. (1200 a. C.) llegan pueblos indoeuropeos a la península itálica, en conexión con los pueblos del mar, por lo que a comienzos de la Edad de Hierro se van a producir unos cambios que dan lugar a la cultura villanova, llamada así por el primer asentamiento significativo encontrado próximo a Bolonia, Villanova di Castenaso, con un sepulcro de incineración. Fusión de preindoeuropeos con indoeuropeos, como los protoilíricos. Llegan más oleadas de osco-umbros y latino-faliscos.
Asentados en la Toscana sus representantes practican la incineración de sus difuntos, cuyas cenizas depositaban en urnas bicónicas, de manera que recuerda a la cultura de los campos de urnas, lo que ha hecho pensar que llegaron desde el Norte.
Tumba por incineración. Foto: I, Sailko. CC BY 2.5. Museo guarnacci, tomba villanoviana di badia. (Italia). Original file (1,536 × 2,048 pixels, file size: 541 KB).
Descubrimiento
Giovanni Gozzadini (1810-1887), un aristócrata y político italiano descubrió en 1865 en su dominio de Villanova un conjunto de tumbas de cremación, considerado como el mayor descubrimiento de la protohistoria italiana. Las excavaciones fueron entonces dirigidas por la Comisión auxiliar de antigüedades y Bellas Artes, y Gozzadini asumió el costo y el trabajo requerido en la restauración con su esposa, de la cerámica. Sólo en la primera campaña, descubrieron ciento veintidós enterramientos. La publicación en 1855 de Gozzadini de un estudio descriptivo de la excavación fue ampliamente comentada en las grandes instituciones arqueológicas.
Lo más interesante resulta del hecho de que contuviera una serie de aspectos renovadores, pero, de otro lado, también resulta ser la continuidad transformadora de algunos rasgos propios de terramara. Aquí se pone de relieve la incidencia de factores múltiples en la configuración de la realidad histórica, donde invasionismo y transformación se imbrican para formar solo un fenómeno histórico, en que cada uno de los elementos propios sólo pervive en el resultado que, a su vez, puede conservar características propias de cada elemento.
Geografía
La cultura vilanoviana se extiende hasta el Tirreno y el curso alto del Tíber, e incluso al sur del curso bajo deja notar sus influencias, pero al mismo tiempo adopta formas variadas que reflejan las vicisitudes históricas de los pueblos capaces de asumir los rasgos principales de esta cultura.
Arqueología
Como se ve, el estudio del resto arqueológico ha ido desechando la visión de que cada fenómeno puede identificarse con una etnia, pero enriquece el panorama en una lectura en que renovación y continuidad, difusión y evolución, invasionismo y transformación, pueden conjugarse de manera coherente, pero también conflictiva, para llegar a dibujar, sin rasgos netos ni definitivos, una realidad compleja en movimiento.
Cerámica
Fabricaban una cerámica negra de estilo peculiar.
Vivienda
Vivían en aldeas de chozas ovales, menos a menudo cuadrangulares. Desarrollan la metalurgia, en la guerra usaban armas de hierro y cascos de bronce.
Influencias
En los autores clásicos encontramos una tesis referente al origen de los etruscos que defiende un autoctonismo en relación con Villanova. Dionisio de Halicarnaso afirma que la cultura etrusca sería una evolución de Villanova sin influencias foráneas.
Hoy en día domina una postura ecléctica que postula la llegada de gentes asiáticas, posiblemente de Lidia, tras las hambrunas en la zona y que pudieron afectar a los villanovianos, suponiendo un estímulo y posterior evolución.
Plácido Suárez, Domingo; Alvar Ezquerra, Jaime; González Wagner, Carlos (1991). «Roma y la península itálica». La formación de los estados en el Mediterráneo occidental. Vallehermoso: Síntesis.
2. Cultura del Lazio
La Cultura del Lacio fue una de las culturas destacadas de la Edad de Hierro en la península Itálica, desarrollándose principalmente en la región que rodea a la moderna ciudad de Roma. Ubicada estratégicamente entre Etruria, los Apeninos y el Mar Tirreno, la región del Lacio experimentó influencias de las culturas etrusca, villanoviana, y del sur de Italia. Su evolución se da entre el siglo IX y el VIII a.C., con continuidad en períodos posteriores, cuando esta cultura se convierte en parte del contexto que da origen a Roma.
Aquí se describe en detalle el contexto, características, y desarrollo de la Cultura del Lacio en la Edad de Hierro:
Orígenes y Contexto Geográfico
La Cultura del Lacio se desarrolló en el centro-oeste de Italia, una región fértil con acceso al mar y bien conectada con el interior montañoso. Esta ubicación facilitó el comercio y las interacciones culturales con vecinos poderosos como los etruscos al norte, los pueblos de Campania al sur y las comunidades itálicas del interior. Durante la Edad de Hierro, el Lacio fue hogar de pueblos latinos que compartían costumbres similares, aunque con diferencias locales.
Los orígenes de la cultura latina en el Lacio pueden rastrearse hasta la fase final de la Edad del Bronce, con influencia de la cultura proto-vilanoviana. Las interacciones comerciales y culturales con Europa central y la cuenca mediterránea también fueron clave para su desarrollo.
Características Funerarias y Ritos
Uno de los rasgos más distintivos de la Cultura del Lacio es su práctica funeraria, que ofrece importantes indicios sobre la organización social y creencias religiosas. En esta cultura predominaba la incineración en lugar de la inhumación, en la que los restos cremados eran colocados en urnas de cerámica. Estos recipientes, conocidos como urnas biconicas, eran enterrados en tumbas poco profundas o colocados en cámaras funerarias, junto con bienes que reflejan el estatus y la ocupación del difunto.
Los hallazgos en sitios como Gabii, Praeneste y la necrópolis de Castel di Decima han revelado urnas funerarias de distintos estilos y decoraciones, además de armas, herramientas y ornamentos metálicos que acompañaban a los muertos. Esta diversidad indica la existencia de jerarquías y especialización social temprana. En algunas tumbas también se han encontrado armas y otros artefactos de lujo, lo que sugiere la existencia de una clase guerrera o noble en la sociedad del Lacio.
Asentamientos y Urbanismo
Los asentamientos de la Cultura del Lacio comenzaron como aldeas dispersas, ubicadas en zonas elevadas para facilitar la defensa, como colinas y mesetas. Con el tiempo, estos asentamientos crecieron en tamaño y complejidad. Los primeros ejemplos de estas aldeas fortificadas se encuentran en lugares como Castel di Decima y Veii, que muestran evidencias de murallas rudimentarias y defensas naturales.
La organización de los asentamientos se volvía cada vez más estructurada, lo que indica una creciente centralización y una jerarquía en la vida comunitaria. Algunas aldeas empezaron a tener áreas reservadas para funciones específicas, como el almacenamiento de granos, talleres y espacios rituales. La aparición de estos espacios especializados sugiere una incipiente urbanización que sería el preludio de las futuras ciudades-estado, como Roma.
Economía y Comercio
La economía de la Cultura del Lacio estaba basada en una combinación de agricultura, ganadería y comercio. Los pueblos latinos cultivaban cereales, legumbres y vid, y criaban ganado, lo cual les proporcionaba alimentos básicos y productos para el intercambio. La metalurgia del hierro, aunque inicialmente importada, se desarrolló en esta región, impulsando la producción local de armas y herramientas.
El Lacio tenía una posición estratégica que facilitaba el comercio con Etruria, Campania y las culturas de Europa central. El hallazgo de objetos exóticos, como joyas, cerámicas y bronces de estilo oriental y griego, indica que la cultura latina participaba en redes comerciales a larga distancia. Estos intercambios no solo introducían bienes, sino también ideas y técnicas que influyeron en el desarrollo cultural de los pueblos latinos.
Metalurgia y Artesanía
La Cultura del Lacio se destacó en la metalurgia, especialmente en la producción de armas, herramientas y adornos de bronce y hierro. Este avance permitió la fabricación de espadas, lanzas, fíbulas y otros artefactos de metal que eran tanto utilitarios como simbólicos. Estos objetos metálicos aparecen frecuentemente en las tumbas, mostrando que se valoraban como signos de estatus y habilidad.
La cerámica también tuvo un papel importante, con el desarrollo de estilos locales como las mencionadas urnas biconicas y recipientes decorados con motivos geométricos. Estas piezas cerámicas eran hechas a mano, pero muestran un nivel de destreza que evolucionaría con la introducción de técnicas avanzadas traídas por los griegos y los etruscos.
Religión y Creencias
La religión de la Cultura del Lacio estaba marcada por rituales comunitarios y una veneración a las fuerzas de la naturaleza y a los antepasados. Los hallazgos de altares y lugares sagrados al aire libre sugieren prácticas de culto relacionadas con la fertilidad, el agua y el ciclo de las estaciones. Las tumbas y las ofrendas funerarias también sugieren una creencia en la vida después de la muerte y en la importancia de los antepasados.
Un elemento peculiar de la religión latina primitiva era el culto a los héroes y figuras míticas, que se originaría en este periodo y se desarrollaría con la llegada de influencias griegas. Estos cultos ayudarían a cimentar un sentido de identidad y pertenencia que más tarde sería clave para la consolidación de Roma.
Contacto e Influencias Externas
La Cultura del Lacio fue profundamente influenciada por sus vecinos más poderosos, los etruscos, así como por los griegos que comenzaron a establecer colonias en el sur de Italia. Estas culturas introdujeron avances en la escritura, la arquitectura y la organización social, que los latinos adaptaron y, eventualmente, integraron en su propio desarrollo.
La escritura alfabética, introducida por los griegos, empezó a ser utilizada en forma de inscripciones y marcas, lo cual permitió la conservación de la identidad y la transmisión de conocimientos. Esta influencia fue crucial para el posterior desarrollo cultural y administrativo de Roma.
Legado e Impacto en el Surgimiento de Roma
La Cultura del Lacio sentó las bases para la fundación y consolidación de Roma. La organización de los asentamientos latinos y sus prácticas sociales, religiosas y económicas crearon un ambiente fértil para el crecimiento de una ciudad-estado poderosa. La continuidad de ciertas tradiciones funerarias y creencias en los primeros tiempos de Roma muestra que la cultura romana mantuvo fuertes vínculos con sus raíces latinas.
En conjunto, la Cultura del Lacio representa una etapa de transición en la que los pueblos latinos comenzaron a formar una identidad propia, mezclando influencias extranjeras con sus propias tradiciones. Este proceso de evolución cultural fue decisivo para el surgimiento de Roma como entidad unificadora, capaz de absorber y transformar las herencias de las distintas culturas de la península itálica.
3. Cultura Atestina
La Cultura Atestina, también conocida como la Cultura de Este, fue una civilización de la Edad de Hierro que se desarrolló en el noreste de Italia, principalmente en la región del Véneto, entre los siglos IX y I a.C. Su centro principal fue la ciudad de Este, situada cerca de los Alpes y los valles del río Po, una ubicación estratégica para el comercio y la comunicación con Europa central. Esta cultura es particularmente interesante porque refleja influencias de diferentes regiones y culturas vecinas, especialmente de los pueblos celtas, etruscos, y de la cuenca danubiana.
Origen y Desarrollo
La Cultura Atestina surgió a partir de la cultura de los Campos de Urnas, que dominó gran parte del centro de Europa en la Edad del Bronce Final. La transición hacia la Edad de Hierro trajo consigo una mayor especialización en la metalurgia y una diversificación en las costumbres funerarias y rituales. Desde el inicio de esta cultura, Atestina mostró una identidad propia, que fue evolucionando con influencias externas debido a su posición entre Europa central y el mundo mediterráneo.
Asentamientos y Organización Social
Los asentamientos atestinos, como la ciudad de Este, eran centros fortificados, ubicados en lugares estratégicos que favorecían tanto la defensa como el comercio. La ciudad de Este se convirtió en un importante centro urbano, con un sistema social jerarquizado y evidencia de diferenciación de estatus entre los habitantes. Algunos arqueólogos sugieren que la Cultura Atestina tenía una estructura tribal, con élites guerreras que destacaban en la sociedad.
La organización social parece haber sido compleja y estratificada, y las evidencias arqueológicas sugieren que las élites desempeñaban roles tanto militares como religiosos. La ciudad de Este contaba con áreas dedicadas a la producción artesanal y comercial, y las rutas comerciales permitían la interacción con otras culturas.
Economía y Comercio
La economía de la Cultura Atestina se basaba en la agricultura, la ganadería y la metalurgia, especialmente en el trabajo del hierro y el bronce, con el que producían herramientas, armas y objetos decorativos. También se desarrolló la artesanía de objetos de cerámica y bronce, algunos de los cuales se exportaban a otras regiones.
El comercio fue una actividad importante para esta cultura, y se han encontrado productos de lujo y materiales exóticos en las tumbas de Este, lo que indica relaciones comerciales con otras regiones del Mediterráneo y con pueblos celtas y del centro de Europa. Los contactos con etruscos y griegos fueron significativos, y es probable que los atestinos adoptaran elementos culturales de estos pueblos, como algunas técnicas de metalurgia y estilos artísticos.
Cultura Material y Arte
La metalurgia era una de las principales habilidades de la Cultura Atestina, y sus artesanos creaban armas, herramientas y, sobre todo, objetos de bronce finamente decorados, como fíbulas (broches) y adornos personales. La cerámica atestina es distintiva, a menudo con decoración incisa o pintada, que muestra patrones geométricos o representaciones de animales. La cerámica y otros objetos rituales reflejan una influencia etrusca, pero también una adaptación local de estos estilos.
Uno de los objetos característicos de la cultura son los situlae (baldes ceremoniales de bronce decorados), que muestran escenas de la vida cotidiana, rituales y actividades guerreras. Estos recipientes ornamentales se utilizaban con fines ceremoniales y reflejan el grado de sofisticación y simbolismo de la cultura atestina. Las situlas decoradas muestran escenas narrativas detalladas, lo que indica que la sociedad atestina tenía una rica vida cultural y religiosa.
Ritos Funerarios y Creencias
La Cultura Atestina practicaba la incineración y la inhumación en sus ritos funerarios, lo cual sugiere una variabilidad en las creencias o quizás una influencia de varias culturas vecinas. Las tumbas a menudo contenían ajuares funerarios ricos en objetos de metal y cerámica, incluyendo armas, adornos y herramientas. Estos ajuares reflejan una jerarquía social y la creencia en la vida después de la muerte, donde los objetos acompañaban al difunto.
Los santuarios y altares descubiertos en Este y otros lugares indican que los atestinos tenían rituales religiosos específicos, probablemente relacionados con la naturaleza, la fertilidad y la guerra. La influencia etrusca en su religiosidad también es notable, y la evidencia sugiere que algunos elementos de los ritos etruscos fueron incorporados en la cultura atestina.
Influencia y Declive
Con el paso del tiempo, la Cultura Atestina fue influenciada por los celtas que migraron hacia el norte de Italia y se asentaron en algunas de las mismas áreas del Véneto. Estos contactos culturales cambiaron en parte la dinámica de la región, introduciendo nuevas prácticas y estilos artísticos. Además, la expansión de Roma en el siglo III a.C. comenzó a poner presión sobre las comunidades itálicas, incluyendo a los atestinos.
Para el final de la Edad de Hierro, la Cultura Atestina comenzó a ser absorbida por la creciente influencia romana, y muchas de sus tradiciones y costumbres fueron incorporadas a la cultura romana. Este proceso de romanización, sin embargo, permitió que algunos aspectos de la identidad atestina sobrevivieran en las tradiciones locales, aunque ya bajo un dominio romano.
Resumen
La Cultura Atestina representa una de las civilizaciones distintivas de la Edad de Hierro en el norte de Italia, marcada por su posición estratégica y su habilidad para integrarse y adaptar influencias de varias culturas. Con su habilidad en la metalurgia y su vida ritual compleja, la Cultura Atestina contribuyó al desarrollo cultural de la región y dejó una herencia que fue absorbida en parte por el mundo romano, influenciando de manera sutil el proceso de romanización en el noreste de Italia.
4. Cultura de Golasecca
La cultura de Golasecca se desarrolló entre el siglo IX y el IV a. C. al norte de la llanura del Po. Toma su nombre de la localidad de Golasecca, donde el abad Giovanni Battista Giani excavó en el siglo XIX los primeros yacimientos (medio centenar de tumbas con cerámica y objetos metálicos). Ocupa un espacio de 20,000 kilómetros cuadrados al sur de los Alpes, entre los ríos Po, Sesia y Serio.
Sus orígenes derivan de la cultura de Canegrate y de la denominada culutra proto-Golasecca (siglos XII al X a. C.) Las recientes excavaciones han demostrado la continuidad de esta colutra tras la invasión de los galos (ca. 390/380 a. C.) El pueblo portador de esta cultura desarrolló comercio con los etruscos y la cultura de Hallstat, incluso alcanzó a comerciar con productos procedentes del espacio griego (aceite, vino, bronce y cerámica) y del norte de Europa (estaño y ámbar).
En una tumba Golasecca hallada en Pombia se ha encontrado la más antigua muestra de cerveza de lúpulo.
Cerámica Golasecca. Pottery from the Golaseca culture (6th century BC) on display in the Museum of Pre-history in the Castello sforzesco in Milan, Italy. Picture by Giovanni Dall’Orto, February 14 2008. Original file (1,434 × 1,005 pixels, file size: 618 KB).
5. Camuni
Los camuni son un antiguo pueblo de incierto origen (euganei según Plinio el Viejo, retios según Estrabón), que vivían en Val Camonica, al norte de Lombardía, zona con presencia de grupos cazadores, ganaderos y agricultores desde el Neolítico hasta la Edad del Hierro. Prueba de su importancia es la existencia de numerosos hornos de hierro en Val Camonica. La importancia histórica de la zona se debe sobre todo a los trescientos mil petroglifos, que se datan desde el Paleolítico hasta la Edad Media.
Petroglifos de Val Camonica. Luca Giarelli. CC BY-SA 3.0.
6. Etruscos
Los etruscos o tirrenos fueron un pueblo de la antigüedad cuyo núcleo geográfico fue la Toscana (Italia), a la cual dieron su nombre. Eran llamados Τυρσηνοί, tyrsenoi, o Τυρρηνοί, tyrrhenoi (Tirrenos), por los griegos; y tusci, o luego etrusci, por los romanos; ellos se denominaban a sí mismos rasenna o rašna (Rasenas).
Los primeros indicios de una cultura identificable como etrusca datan de alrededor del año 900 a. C. Es el periodo de la cultura villanovense de la Edad de Hierro, considerada la fase más temprana de la civilización etrusca, que a su vez se desarrolló a partir de la cultura protovillanovena de finales de la Edad de Bronce en la misma región La civilización etrusca perduró hasta que fue asimilada por la sociedad romana. La asimilación comenzó a finales del siglo IV a. C. como resultado de las guerras romano-etruscas; se aceleró con la concesión de la ciudadanía romana en el 90 a. C., y se completó en el 27 a. C., cuando el territorio de los etruscos se incorporó al recién creado Imperio romano.
Recreación artística de trajes y vestimentas del pueblo Etrusco. by Albert Kretschmer, painters and costumer to the Royal Court Theatre, Berin, and Dr. Carl Rohrbach. – Costumes of All Nations (1882). Dominio Público.
Los etruscos fueron una antigua civilización que floreció en el centro de Italia, en la región de Etruria (actual Toscana, Umbría y Lacio), entre los siglos IX y I a.C., antes de ser absorbidos por Roma. A pesar de sus orígenes misteriosos, los etruscos desarrollaron una cultura rica e influyente, con un sistema político de ciudades-estado y una avanzada organización social.
Destacaron en la metalurgia y la artesanía, especialmente en bronce y oro, y en la arquitectura, construyendo templos, tumbas monumentales y sofisticados sistemas de drenaje. Su arte era vibrante y detallado, conocido por frescos y esculturas funerarias que reflejaban la vida cotidiana y sus creencias en el más allá.
Los etruscos tenían una religión compleja y un sistema de adivinación desarrollado, influyendo fuertemente en las prácticas romanas. Su lengua, aunque aún no completamente descifrada, nos dejó inscripciones que muestran una sociedad alfabetizada y culturalmente avanzada.
A lo largo del tiempo, los etruscos fueron conquistados y asimilados por Roma en un proceso gradual. Sin embargo, dejaron una profunda huella en la cultura romana en aspectos como la religión, el alfabeto y el urbanismo, contribuyendo significativamente al desarrollo de la civilización romana.
Más información: Los Etruscos.
Los etruscos fueron un pueblo de lengua preindoeuropea cuyo núcleo histórico fue la Toscana, a la cual dieron su nombre (eran llamados Τυρσηνοί (tyrsenoi) o Τυρρηνοί (tyrrhenoi) por los griegos y tuscii y luego etruscii por los romanos; ellos se denominaban a sí mismos rasena o rašna).
Por mucho tiempo los orígenes de los etruscos se creían desconocidos, debido a ello surgieron tres teorías que trataban de explicar dicha problemática:
- La teoría orientalista, propuesta por Heródoto, que cree que los etruscos llegaron desde Lidia hacia el siglo XIII a. C. Para demostrarlo se basa en las supuestas características orientales de su religión y costumbres, así como en que se trataba de una civilización muy original y evolucionada, comparada con sus vecinos.
- La teoría autóctona, propuesta por Dionisio de Halicarnaso, que consideraba a los etruscos como oriundos de la península itálica. Para argumentarlo, esta teoría explica que no hay indicios de que se haya desarrollado la civilización etrusca en otros lugares y que el estrato lingüístico es mediterráneo y no oriental.
- Teoría de un origen «nórdico», defendida por muchos a finales del siglo XIX y primera mitad del XX; se basaba solo en la similitud de su autodenominación (rasena) con la denominación que los romanos dieron a ciertos pueblos celtas que habitaban al norte de los Alpes, en lo que actualmente es el Este de Suiza y Oeste de Austria: los ræthii o réticos, tal origen supuesto solo en parofonías está ya descartado.
Sin embargo, las modernas investigaciones sobre el origen de los etruscos, llevadas a cabo por un grupo de genetistas y coordinadas por Guido Barbujani, miembro del departamento de Biología y Evolución de la Universidad de Ferrara (Italia), llegaron a la conclusión que, genéticamente, el origen de los etruscos corresponde a la segunda teoría, es decir, la de Dionisio de Halicarnaso, confirmando así el origen autóctono de la península itálica de este pueblo.
Etruria, territorio de los etruscos en Italia. NormanEinstein derivative work: rowanwindwhistler. Expansión etrusca entre el 750 y el 500 a. de C., las ciudades de la Liga etrusca y otras notables fundadas por los etruscos. CC BY-SA 3.0.
Desde la Toscana se extendieron por el sur, hacia el Lacio y la parte septentrional de Campania, en donde chocaron con las polis griegas de la Magna Grecia (sur de Italia); hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del valle del río Po, hasta el sur de la actual región de Lombardía. Llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo Occidental, lo cual les permitió establecer factorías en Cerdeña y Córcega. Sin embargo, hacia el siglo V a. C. comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida al tener que afrontar, casi al mismo tiempo, las invasiones de los celtas, desde el norte, y la competencia de los cartagineses para los comercios marítimos, desde el sur.
Su derrota definitiva, por los romanos, se vio facilitada por tales enfrentamientos y por el hecho de que, los rasena (o etruscos), nunca formaron un Estado sólidamente unificado, sino una especie de débil confederación de ciudades de mediano tamaño. Algunas de sus principales ciudades fueron: Veyes, Chiusi, Tarquinia, Caere, Valathri, Felsina (Bolonia), Aritim (Arezzo), Volsinios (Orvieto) y Vetulonia, entre otras.
Sarcófago de los esposos (Sarcofago degli Sposi), ejemplo de arte funerario etrusco del 600 a. C.
Gerard M – File:EtruskischPaar1.jpg
Sarcophagus of the Spouses, sixth century BC; National Etruscan Museum, Villa Giulia, Rome. CC BY-SA 3.0
El Sarcófago de los esposos (en italiano Sarcofago degli Sposi), de finales del siglo VI a. C.; es una urna cineraria etrusca antropoide, de 1,14 metros de alto por 1,9 de ancho, hecha de terracota pintada. Muestra una pareja casada reclinándose en un banquete en la otra vida (en una escena similar a las de las vasijas griegas contemporáneas). Fue hallada en unas excavaciones del siglo XIX en la necrópolis de la Banditaccia de Cerveteri (la antigua Caere).
A partir del siglo IV a. C., Etruria (nombre del territorio de los etruscos), fue gradualmente conquistada y absorbida por la República romana y, los etruscos, al igual de los demás itálicos, federados por los romanos, volviéndose así parte integrante de la Italia romana.
En cierto modo predecesores de Roma y herederos del mundo helénico, su cultura (fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales) y técnicas militares superiores, hicieron de este pueblo el dueño del norte y centro de la península itálica, desde el siglo VIII a. C. hasta la llegada de Roma. El arte etrusco, influenciado por el griego, marcaría el posterior arte romano. Son exponentes del mismo: el Apolo de Veyes, el Marte de Todi, la Quimera de Arezzo o el Frontón de Talamone, entre otros. A tal punto llegó su influencia que los primeros reyes de Roma fueron etruscos.
7. Celtas e ilirios
A partir del siglo XII a. C. se desarrollaron, en Centroeuropa, las culturas de Hallstatt y su sucesora de La Tène, de la que derivan los pueblos celtas que se expandieron por buena parte de Europa. Su expansión hacia el sur los llevó a asentarse en el noroeste de Italia, en la zona entre los Alpes y el llano al norte del río Po, con una constante presión hacia el sur de la península, enfrentados a los pueblos itálicos.
Los taurinos se asentaron en la zona de lo que hoy es Turín, que fue su capital. Una de las ramas de la gran tribu de los boyos llegó hasta a la actual Bolonia, cuyo topónimo es de raíz celta, acompañados por lingones y senones (que dan nombre a Senigallia). La Llanura Padana y la parte norte de la actual región de Marcas serían llamados por ello Ager Gallicus. Otras tribus incluyen a los insubrios, que se asentaron en la parte oeste de Lombardía y a los cenómanos, asentados en la parte oriental de la misma región. En muchos casos se produjo una asimilación o amalgamación entre los celtas y los pueblos ligures preexistentes, dando vida así a una cultura celto-ligur.
De forma similar, los ilirios, empujados por los anteriores, se vieron desplazados hacia el sur, poblando algunas zonas de Véneto (cuyo nombre viene del pueblo itálico de los vénetos), Istria (por los istrios) y las costas meridionales del mar Adriático. Algunos defienden que los mesapios, que ocupaban Apulia, son de origen ilirio, aunque otros les dan un origen helénico o itálico ilirizado.
8. Magna Grecia
Artículos principales: Magna Grecia e Italiotas.Magna Grecia (en griego clásico: Μεɣάλη Ἑλλάς [Mĕgálē Hĕllás]; en neogriego: Μεɣάλη Ελλάδα; en latín: Magna Graecia; en italiano: Magna Grecia) es el nombre dado en la Antigüedad clásica al territorio ocupado por los colonos griegos en el sur de la península itálica y en Sicilia, donde fundaron numerosas polis que comerciaban tanto entre ellas como con la Hélade propiamente dicha.
Originalmente, Magna Graecia fue el nombre usado por los romanos para describir la región entre el golfo de Nápoles al oeste y el golfo de Tarento al este, de forma que el área entera de la colonización griega en la península itálica (e incluyendo en sentido más amplio también a la isla de Sicilia) fue conocida por este nombre, hasta su incorporación en la Italia romana. De hecho, las voces Grecia y greco, en español y en muchos otros idiomas, vienen del término latino.
Los habitantes peninsulares de la Magna Grecia, es decir, los itálicos de lengua y cultura griega, eran conocidos como italiotas, mientras que, a los habitantes magno-griegos de la isla de Sicilia se les conocía como siciliotas.
Desde el siglo VIII a. C. la zona sur de la península itálica recibió una fuerte influencia griega. El descontento con la clase dirigente, el aumento demográfico, la falta de tierras y el deseo de crear nuevas factorías comerciales, llevó a los antiguos griegos a crear numerosas colonias en el extranjero. Su cercanía, así como su relativa poca resistencia a este fenómeno, hizo del sur de Italia una de las principales zonas de asentamiento griegas.
Esta colonización supuso el primer contacto de los pueblos itálicos con la cultura clásica griega. Las colonias no fueron meros enclaves comerciales, sino que también fueron hitos de la naciente civilización helénica: Pitágoras residió en Crotona, Arquímedes y Teócrito eran nativos de Siracusa, Parménides era natural de Elea… No en vano, los griegos conocían a la región como Magna Grecia. Supusieron además las primeras democracias de Italia. El contraste con las poblaciones locales favoreció en muchos casos una aculturación de los itálicos cercanos a las colonias.
La colonización griega llegó a sus límites en los territorios insulares que rodean la península. En el caso de Sicilia, los griegos se asentaron en la zona norte, cerca del Estrecho de Mesina, y en la costa oriental, donde ciudades como Siracusa tuvieron un papel importante en el mundo griego. Chocó ahí, sin embargo, con el imperialismo cartaginés. Las Guerras Sicilianas entre griegos y púnicos no tuvieron un vencedor, aunque la isla terminó dividida en dos esferas de influencia:
La zona oriental, con Siracusa, Agrigento, Mesina… quedó bajo control griego.
La zona occidental, donde destacaba la colonia cartaginesa de Panormos (Palermo)… quedó bajo control púnico.
Algo parecido ocurrió con los intentos griegos de establecer colonias frente al mar Tirreno. Aunque los comienzos en Córcega y Cerdeña fueron prometedores, con la fundación de Alalia y el establecimiento de una base en Olbia (Cerdeña), la derrota frente a etruscos y púnicos en la batalla de Alalia dejó Córcega y Cerdeña en manos cartaginesas. Los nuevos amos del Mediterráneo occidental se concentraron en el sur de Cerdeña, naciendo las colonias púnicas de Cagliari, Nora, Sulcis y Tharros.
Las nuevas colonias griegas importaron el gobierno de polis (ciudades-Estado), muchas veces compitiendo o aún enfrentándose entre sí. Así la rica Síbari fue derrotada por Tarento, que se convirtió en una de las potencias de la península. No era infrecuente que se pidiera ayuda a las demás potencias griegas para combatir a colonias enemigas o a los pueblos itálicos, destacando campañas como las de Arquidamo II o la de Alejandro de Epiro. Pero la mayor colonia griega sería Siracusa, que gobernada bajo una serie de tiranos como Dionisio I, se convirtió en el gran poder de Sicilia, rechazando una expedición ateniense en el 415 a. C., a pesar de estar Atenas en el cénit de su poder y encabezando la lucha con los púnicos.
A partir del siglo IV a. C., de la misma manera que los etruscos, los italiotas de la Magna Grecia, al igual que todos los pueblos itálicos del sur de Italia, fueron gradualmente conquistados, absorbidos y federados por la República romana, volviéndose así parte integrante de la Italia romana.
Posteriormente, este movimiento de población desde Grecia a Italia se repetiría en otros momentos de la historia, dada la cercanía entre ambos países. En la Edad Media, durante los siglos de dominio bizantino y las posteriores emigraciones griegas debidas a la conquista otomana de los Balcanes, llegaron nuevas olas de griegos que encontraron en el Sur de Italia un pueblo hermano de raíces comunes y, a veces, grecoparlante (ver: grikos del sur de Italia). Nápoles, especialmente, sería durante siglos uno de los mayores puertos del Mediterráneo y un foco de cultura griega.
Orígenes y fundación de Roma
Artículos principales: Latinos y Fundación de Roma.
En el 753 a. C. se fundó, a orillas del río Tíber, en la parte central de la región de Lacio, en el centro de Italia, una ciudad clave para la historia de la humanidad: Roma.
En base exclusivamente a su origen legendario: la mitología romana vincula el origen de Roma, y de su institución monárquica, al héroe troyano Eneas, quien, huyendo de la destrucción de su ciudad, navegó hacia el Mediterráneo occidental hasta llegar a Italia, tras un largo periplo. Allí, tras casarse con la hija del rey de los latinos, pueblo del centro de Italia, fundó la ciudad de Lavinium.
Federico Barocci: Eneas escapa de Troya (1598), Galería Bourgeois, Roma. User:Wetman.. Dominio Público.
Posteriormente, su hijo Iulo, fundaría Alba Longa, ciudad de cuya familia real descenderían los gemelos Rómulo y Remo, hijos de Rea Silvia y del dios Marte, los cuales, después de haber sido abandonados en el río Tíber por su madre, salvados y amamantados por una loba llamada Luperca, y criados por los pastores Fáustulo y Acca Larentia, se asentaron entre las colinas del Palatino y del Aventino, donde tuvieron una violenta discusión y, tras el asesinado de Remo por manos de su hermano Romulo, este último, en el día 21 de abril del año 753 a. C, fundó Roma. Es decir, según la leyenda, Roma fue fundada en el año 753 a.C. por Rómulo y Remo, quienes, de acuerdo con la tradición, eran descendientes de Eneas, un príncipe troyano que llegó al Lacio después de la Guerra de Troya. Esta leyenda conecta a los fundadores de Roma con los dioses y héroes de la mitología griega y subraya el vínculo de los romanos con una herencia cultural y divina.
En cuanto a los hechos históricos, es probable que la ciudad de Roma comenzara como un pequeño asentamiento latino cerca del río Tíber, en una posición estratégica que facilitaba el comercio y las comunicaciones en el centro de Italia. Este asentamiento creció y se desarrolló al unirse con otros poblados cercanos. Los latinos formaron el núcleo original de la población romana, y sus instituciones y costumbres influyeron en la estructura social, política y religiosa de la Roma temprana.
Según la historiografía y la arqueología contemporánea, el origen real de Roma, se debe a unos asentamientos de tribus itálicas de latinos, sabinos (de ahí el legendario episodio del rapto de las sabinas) y etruscos, que, entre los siglos X y VIII a. C., se establecieron en el punto del Latium Vetus que se convertiría en Roma, entre las siete colinas y la confluencia entre el río Tíber y la Vía Salaria, a 28 km del mar Tirreno. En este lugar el Tíber tiene una isla donde el río puede ser atravesado. Debido a la proximidad del río y del vado, Roma estaba en una encrucijada de tráfico y comercio. Alrededor del siglo VIII a. C. los asentamientos se unificaron en la que se conoce como Roma Quadrata.
Además de la influencia latina, Roma fue profundamente influida por los etruscos, que dominaban el norte de Italia y tuvieron un impacto considerable en la religión, el arte y el urbanismo romanos. Los etruscos también gobernaron Roma durante un tiempo, bajo una serie de reyes etruscos que introdujeron prácticas como la adivinación y el uso del arco en la arquitectura.
A lo largo de los siglos, Roma se consolidó como una ciudad-estado independiente y comenzó a expandirse, dominando primero a sus vecinos latinos y luego a otras regiones de Italia. La alianza de Roma con otras ciudades latinas en la Liga Latina y su posición dominante en esta confederación ayudaron a consolidar su influencia y a formar una identidad romana que, aunque basada en la cultura latina, absorbió elementos de muchas culturas itálicas.
Notas y referencias
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- Raffaele de Marinis, Liguri e Celto-Liguri in Italia. Omniun terrarum alumna, Garzanti-Scheiwiller, 1988. Fuente citada en cultura di Canegrate
- Le grandi avventure dell’archeologia , VOL 5 : Europa e Italia protostorica – Curcio editore. Fuente citada en cultura protovillanoviana