Tríada de divinidades de Palmira: el dios lunar Aglibol, el dios supremo Baalshamin y el dios solar Malakbel, siglo I. Encontrado cerca de Bir Wereb, Wadi Miyah, Siria, Museo del Louvre. World Imaging. CC BY-SA 3.0. Original file (1,250 × 974 pixels, file size: 1.78 MB).
La mitología árabe comprende las creencias antiguas de los árabes. Antes de la llegada y codificación inicial del islam en la península arábiga —en el año 622 de la era cristiana, año uno del calendario islámico— el centro físico del islam, la Kaaba de la Meca, no solo contenía el único símbolo de «el Dios», como lo hace ahora, sino que estaba cubierta de símbolos que representaban a una miríada de demonios, genios, semidioses y otras criaturas variadas que mostraban el ambiente profundamente politeísta de la Arabia preislámica. Se puede inferir de esta pluralidad un contexto excepcionalmente amplio en el que la mitología pudo haber florecido.
Introducción
El pueblo Arabe. Orígenes
Identidad Arabe
Lengua árabe
Ismael y Agar: Los orígenes del pueblo Árabe según la Bíblia
Principales asentamientos en la actualidad (Países árabes) y diáspora árabe.
Credos profesados por los árabes en la actualidad.
Arabia Preislámica. Introducción
Arabia en la Edad del Bronce.
1. Primeras migraciones semitas
Idioma protosemítico.2. Magan i A’ad.
- Anexo 1: Dhofar.
- Anexo 2: El desierto de Rub al-Jali.
- Anexo 3: Iram la de las columnas o la de los pilares.
3. Arabia meridional en la Edad del Hierro. Historia antigua de Yemen.
3.1 Reino de Ma’in (siglo IX a. C.-siglo I a. C.) Los Mineos
3.2 Reino de Saba (siglo ix a. C.-275 d. C.)
3.3 Reino de Hadramut (s. VIII a. C.-s. III d. C.)
3.4 Reino Himyarita
- 3.5 Reino de Awsan (siglo VIII a. C.-siglo VI a. C.)
Los Nabateos. La ciudad de Palmira
Los pueblos Beduinos
Sistema de parentesco
Religión
Cristianismo y judaísmo
Surgimiento del islam
Documental
Referencias
Pueblo árabe
Un árabe (en árabe: عربي ; transliteración: ʿarabī) también, pero en desuso, en castellano llamado «alarbe» (del árabe andalusí: alʿaráb, y este del árabe clásico: ʿarab, árabes), es originalmente una persona natural de la península arábiga y otros territorios circundantes de lengua árabe, o alguien de este origen.
- RAE-. «árabe | Diccionario de la lengua española». «Diccionario de la lengua española».
- RAE. «árabe | Diccionario panhispánico de dudas». «Diccionario panhispánico de dudas».
Debido a la extensión de la lengua árabe por todo Oriente Medio y el norte de África a partir del siglo VIII, modernamente suelen considerarse árabes las personas que tienen como lengua materna el árabe, sea cual sea su origen o su religión, y por extensión los naturales de los llamados países árabes, aunque varios de estos cuentan con minorías étnicas de lengua no árabe.
Origen
Entre los árabes existe una gran diversidad de orígenes. Según la Biblia (en la Torá) y el Corán, los árabes de la península de Arabia son los descendientes de Noé. La manutención del nombre de pila o el apellido es una parte importante de la cultura árabe y, por lo tanto, algunas líneas genealógicas pueden llegar a reclamar ser descendientes de Noé e incluso Adán.
Los primeros árabes de los que se tiene conocimiento documentado provenían de Petra, la antigua capital nabatea, en la actual Jordania.
Otros árabes, conocidos como árabes arabizados, incluyen a aquellos que viven en partes de la Mesopotamia histórica (conocida en árabe como Bayn Nahrain o “entre dos ríos”), del Oriente (Próximo y Medio), de las tierras bereberes, de las tierras de los moros (la antigua Mauretania), Egipto, Sudán y otras zonas de África.
El origen de los árabes se concentra en dos grandes grupos:
- Los “al-‘Āriba” o de “origen puro”: Son los árabes que tradicionalmente se han considerado como descendientes de Noé a través de su hijo Sem, que engendró a Arfaxad, que engendró a Salaj, que engendró a Heber, que engendró a Joctán (Qahtan). De ahí que reciban el nombre de Joctanitas o Qahtanitas, cuyos ancestros más antiguos, desde el punto de vista histórico, son las tribus de sabeos del Yemen. Las familias nobles de árabes joctanitas pertenecientes a este grupo pueden ser reconocidas en tiempos modernos a través del apellido de su linaje: Alqahtani, Alokbi, Alharbi, Alzahrani, Alghamedey, Alansari o Ansar, Aldosari, Alkhoza’a, Morra, Alojman, Bani Qahtan, Bani Okba, Bani Harb, Bani Zahran, Bani Ghameda, etc. Las genealogías árabes adscriben los orígenes de los joctanitas a los pueblos árabes del sur que levantaron uno de los centros de civilización más antiguos en Oriente Próximo alrededor del 800 a. C. Estos grupos no hablaban ninguna de las formas primitivas del árabe, sino lenguas semíticas del sur tales como el sabeo, el mineo, el qatabánico o el hadramático.
- Los «al-Mustaʻribah» o «árabes arabizados»: El término «árabe arabizado» puede usarse en tres casos diferentes:
- Se usa para definir a los árabes considerados tradicionalmente como descendientes de Abraham a través de su hijo Ismael, y de este, su hijo Adad, por lo que son conocidos como «Adaditas». Define a los árabes que se establecieron en La Meca cuando Abraham tomó a su mujer egipcia Agar y a su hijo Ismael para conducirlos a dicha ciudad. Ismael creció junto a su madre Agar y la noble tribu árabe de «Jurhom», que abandonó Yemen para establecerse en La Meca tras el gran periodo de sequía que padeció Yemen por aquel tiempo. Ismael aprendió la lengua árabe y la habló con fluidez a lo largo de su vida. Esta es la razón principal por la que este grupo árabe es conocido como «arabizado». El profeta del islam, Mahoma, es descendiente de la tribu árabe adadita conocida como «Quraysh». Las familias de árabes adaditas, pertenecientes a este grupo, pueden ser reconocidas en tiempos modernos a través del apellido de su linaje: Alanazi,Altamimi, Almaleek, Bani Khaled, Bani Kolab etc.
- El término «árabe arabizado» es también usado para definir a las tribus árabes que hablaron otros idiomas afro-asiáticos en tiempos primitivos.
- El mismo término «mustaʻriba» o «árabes arabizados» es usado también para definir a los árabes mestizos descendientes de los árabes puros con árabes del sur de Arabia.
Un reciente estudio genético publicado en el European Journal of Human Genetics in Nature (2019) ha demostrado que las poblaciones de Asia occidental (árabes), europeos, africanos del norte, asiáticos del sur (indios) y algunos asiáticos centrales están muy estrechamente relacionados entre sí, y se pueden distinguir de los africanos subsaharianos y de las poblaciones de Asia oriental.
El grupo genético de Eurasia Occidental («West-Eurasians») incluye poblaciones de Europa, Medio Oriente, África del Norte y la mayor parte del sur de Asia. Históricamente, partes de Siberia y Asia Central también fueron habitadas por poblaciones de Eurasia occidental. Fuente: wikimedia
Una imagen de satélite de la Península Arábiga, la patria original de los árabes. Foto: John Nevard. Dominio Público. Original file (2,504 × 2,286 pixels, file size: 867 KB).
La península Arábiga es una vasta región desértica ubicada en el suroeste de Asia. Limita al norte con los desiertos de Siria e Irak, al este con el Golfo Pérsico, al oeste con el Mar Rojo y al sur con el Mar Arábigo. Su geografía se caracteriza por extensas llanuras áridas, cadenas montañosas, mesetas y vastos desiertos como el Rub al-Jali, uno de los más grandes del mundo. En el oeste se encuentra la cordillera de Asir y Hejaz, donde destacan ciudades históricas como La Meca y Medina. La región central está dominada por el desierto de Nafud y una meseta árida conocida como Najd. Hacia el sur se encuentran las montañas Dhofar y el fértil valle de Hadramaut. En la costa oriental, el Golfo de Omán y el Golfo Pérsico albergan importantes ciudades portuarias como Riad y Dammam. A pesar de su clima extremo, la península posee oasis estratégicos y zonas costeras más habitables que permitieron el desarrollo de civilizaciones antiguas y rutas comerciales cruciales.
Los hijos de Noé, de derecha a izquierda: Japheth Abu Al-Rum, Ham Abu Al-Habash y Shem Abu Al-Arab, en un cuadro de James Tissot. Ver enlace. Original file (3,000 × 2,660 pixels, file size: 2.13 MB).
Identidad árabe
La identidad étnica de los árabes no debe confundirse con su adscripción religiosa, y es anterior a la aparición del islam, tal como se demuestra históricamente por la existencia de reinos árabes cristianos y de tribus árabes judías en la antigua Arabia y de Siria. Sin embargo, actualmente la gran mayoría de los árabes son musulmanes, con pequeñas minorías que siguen otras religiones, principalmente el cristianismo.
Por otra parte, los pueblos islamizados pero no arabizados, que constituyen el 80 % de la población musulmana mundial, no forman parte del mundo árabe, pero sí del mundo islámico, que es geográficamente mucho más extenso y diverso.
Familia árabe de Ramala, a principios del siglo XX. Ramala (en árabe: رام الله rāmallāh, ‘Monte de Alá’ o ‘Monte de Dios’, de rām, monte, y Allāh, Dios) es la capital administrativa del Estado de Palestina, situada en Cisjordania, a 15 km al noroeste de Jerusalén.
Como el resto de Cisjordania, Ramala estuvo bajo ocupación jordana desde la guerra árabe-israelí de 1948 hasta la guerra de los Seis Días de 1967, momento en el que fue ocupada por las tropas israelíes, como el resto del territorio al oeste del río Jordán.
American Colony (Jerusalem). Photo Dept., photographer. Image cleaned and cropped by Jaakobou. – Esta imagen está disponible en la División de Impresiones y Fotografías de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. (Dominio Público).
En la actualidad, la definición de quién es o no es árabe debe incluir uno o más de los tres criterios siguientes:
1. Criterio genealógico: los descendientes de las antiguas tribus de Arabia, habitantes iniciales de la península arábiga y de Siria. Esta definición fue muy empleada en la Edad Media, por ejemplo para Ibn Jaldún, que distingue a los Prolegómenos entre los árabes sedentarios que habían sido nómadas en el pasado y los árabes beduinos que todavía eran nómadas en el desierto. Utiliza la expresión «árabes exnómadas» para referirse a los musulmanes sedentarios, pero nombrándolos a continuación según la ciudad o el país donde vivían, es decir, Arabia Saudita, egipcios, hispanos o yemenitas.
Los genealogistas árabes medievales dividían los árabes en tres grupos:
- «Antiguos árabes»: tribus que habían desaparecido o que habían sido deshechas, como los A’ad y Thamud, a menudo citadas en el Corán como ejemplos del poder de Dios para destruir los pueblos impíos.
- «Árabes arabizados» (musta ribah): los del centro y norte de Arabia, descendientes de Ismael, hijo de Abraham. El Libro de los Jubileos explica que los hijos de Ismael se mezclaron con los hijos de Cetura y Abraham, y que sus descendientes se llamaron «árabes» e «ismaelitas».
«Árabes puros»: los del sur de Arabia, especialmente del Yemen, descendientes de Qahtan (muchos de ellos emigrados tras la destrucción de la toma de Marib), y sus rivales del norte, descendientes de Adnan.
El criterio genealógico, sin embargo, fue perdiendo fuerza a medida que pueblos distintos se iban identificando progresivamente como árabes.
Un mapa ilustrativo que muestra la distribución del gen del Haplogrupo J según el linaje. Rafy – Trabajo propio based on File: Haplogroup J (Y-DNA).PNG by Maulucioni. CC BY 3.0.
El haplogrupo J está asociado con la expansión de los primeros agricultores y pastores de la región del Creciente Fértil (Mesopotamia, Siria y Palestina) durante la Edad de Piedra. Se divide en subgrupos, como J1 y J2:
- J1: Común en la península arábiga y entre tribus beduinas, está vinculado con pueblos seminómadas y pastores del desierto.
- J2: Más frecuente en áreas agrícolas como el Mediterráneo y Mesopotamia, asociado con civilizaciones antiguas como los sumerios y los fenicios.
En resumen, el haplogrupo J muestra cómo los humanos migraron y se establecieron, dejando una huella genética que aún se puede rastrear en la actualidad.
2. Criterio lingüístico: los que hablan árabe como lengua materna, incluyendo cualquiera de sus variedades locales. Esta definición incluye a más de 300 millones de personas. Sin embargo, algunos grupos que cumplen este criterio rechazan llamarse árabes sobre la base de que no tienen ancestros árabes.
3. Criterio geopolítico: en el contexto del moderno nacionalismo, cualquier ciudadano de cualquier estado donde el árabe es el idioma oficial o uno de los idiomas oficiales, o que simplemente forma parte de la Liga Árabe (con lo cual el árabe es idioma oficial de ese país, aunque no lo hable la mayoría de la población). Esta definición también incluiría más de 300 millones de personas, pero es la más criticada y la más simplista de las tres. Es un criterio que excluye toda la diáspora árabe fuera del mundo árabe y en cambio incluye no solo a los que se consideran árabes sino también a poblaciones arabizadas que no se consideran árabes ellas mismas, como la mayoría de libaneses y de egipcios, tanto cristianos como musulmanes, y también minorías étnicas no arabizadas que han conservado sus propias lenguas, distintas del árabe, como los bereberes de Marruecos y de Argelia, los kurdos de Irak o los somalís, mayoritarios en Somalia, país no árabe y sin embargo miembro de la Liga Árabe.
Tarjeta postal del Emir Mejhem ibn Meheid, jefe de la tribu Anaza cerca de Alepo con sus hijos después de ser condecorado con la Croix de Légion d’honneur el 20 de septiembre de 1920. Ver enlace. Dominio Público.
La importancia relativa de cada uno de estos tres factores se ve de forma diversa según quien lo formule y a menudo hay discusiones. En general, la mayoría de los que se consideran a sí mismos árabes se basan en una superposición de las definiciones geopolítica y lingüística. Poca gente acepta una definición política de quién es árabe si no se trata al mismo tiempo de hablantes de árabe. Por ejemplo, son pocos los kurdos y los bereberes que se identifican como árabes, aunque algunos bereberes sí lo hacen.
La Liga Árabe estableció en su declaración fundacional, en 1946, que era árabe «una persona que habla árabe, que vive en un país de lengua árabe, que simpatiza con las aspiraciones de los pueblos de lengua árabe,»(una curiosa combinación de definición lingüística y política).
Durante la época de la expansión musulmana, los siglos VII y VIII, los árabes crearon un gran imperio gobernado sucesivamente por los Raixidun, por los Omeyas y por los abasíes, cuyos límites tocaban Francia al oeste, China al este, el Asia Menor al norte, y Sudán al sur. Los árabes expandieron el Islam y su lengua, que es la lengua del Corán, mediante conversiones y asimilación cultural. Muchos grupos fueron conocidos como «árabes» a lo largo de este proceso de arabización, complementario de la conquista militar. Por tanto, con el tiempo, el término «árabe» se fue cargando de un significado más amplio que el de la etnia original: aparece un «árabe cultural» frente al «árabe étnico». El panarabismo proclama que los árabes comparten una misma historia, una misma cultura y una misma lengua. La consecuencia lógica de ello fue la reclamación de un Estado soberano donde quedaran agrupados todos los territorios árabes, pero el panarabismo debe competir a menudo con los nacionalismos locales, especialmente en Líbano, Siria, Irak y Egipto.
En la Edad Media, los cristianos de Italia y los cruzados, en general, preferían la palabra sarracenos para todos los musulmanes, sin distinción. Los cristianos de Hispania los llamaban moros, también sin distinción de origen, incluyendo los que vivían en la península ibérica, aunque este término designaba originariamente los habitantes del Magreb en la antigüedad.
Lengua árabe
La lengua árabe, el principal factor definitorio y unificador de los árabes, es una lengua semítica originaria de Arabia que este pueblo ha logrado expandir enormemente como primera o segunda lengua, y sobre todo como lengua litúrgica de todos los musulmanes, por Asia occidental y África del Norte. Esta expansión a través de tantos pueblos inicialmente no árabes resultó en su aculturación y, en algunos casos, dominación por parte de los árabes. La arabización, un movimiento lingüístico-cultural, ha ido ligado a menudo, pero no siempre, con la islamización, un movimiento religioso.
Con la expansión del islam en el siglo VII, el árabe clásico, la lengua en la que fue escrito el Corán, se convirtió en la lingua franca de toda la cuenca mediterránea. Fue en este periodo que la lengua y la cultura árabes se expandieron extensamente junto a la expansión del islam, tanto por las conquistas como por contacto cultural.
La lengua y la cultura árabes, sin embargo, tuvieron una primera expansión más reducida antes del Renacimiento islámico, desde el siglo II, por el oeste de Asia, con los árabes cristianos (las tribus gasánidas, que emigraron desde el norte de Arabia hacia el desierto de Siria y hacia la costa oriental del Mediterráneo —Palestina y Líbano—). Actualmente, entre un 7,1 % y un 10 % de los árabes son cristianos, junto con otras minorías de la zona.
Dominio lingüístico del árabe.
Ismael y Agar: Los orígenes del pueblo Árabe según las Bíblia
Ismael y Agar, figuras centrales en la tradición islámica, judía y cristiana, son considerados los ancestros del pueblo árabe. Sus historias, aunque varían ligeramente entre las diferentes religiones, convergen en la idea de que fueron los primeros habitantes de la península arábiga y los fundadores de una nación nómada y resistente.
Agar, la Esclava y Madre. Una figura de resiliencia: Agar era la esclava egipcia de Sara, esposa de Abraham. Cuando Sara no podía concebir, ofreció a Agar a Abraham para que tuviera un hijo. El exilio al desierto: Tras el nacimiento de Ismael, las tensiones entre Sara y Agar aumentaron. Ante la insistencia de Sara, Abraham envió a Agar y a Ismael al desierto. La providencia divina: En el desierto, Agar y Ismael casi perecen de sed. Sin embargo, un milagro divino hizo brotar agua de una fuente, salvando sus vidas y asegurando su supervivencia en la árida región.
Ismael, el Primer Árabe
- El hijo de la promesa: Ismael, según la tradición, fue el primer hijo de Abraham. Su nacimiento fue considerado una señal de la promesa divina de descendencia.
- El padre de las tribus árabes: Ismael creció en el desierto y se casó con una mujer egipcia. Se le atribuye la fundación de numerosas tribus árabes, convirtiéndole en el progenitor de una gran nación.
- El idioma árabe: Una creencia arraigada entre los árabes sostiene que Ismael fue el primero en hablar árabe puro. Esta idea lo vincula estrechamente con el origen del idioma y la cultura árabe.
La importancia de Ismael y Agar para el pueblo árabe
- Identidad nacional: Ismael y Agar son considerados los padres fundadores de la nación árabe. Sus historias se utilizan para forjar un sentido de identidad y pertenencia entre los árabes.
- Vínculo con la tierra: El exilio de Ismael y Agar al desierto y su supervivencia en condiciones extremas simbolizan la profunda conexión del pueblo árabe con la península arábiga.
- Legitimidad histórica: La descendencia de los árabes de Ismael les otorga una legitimidad histórica y un lugar especial en las religiones abrahámicas.
Simbolismo y significado
- Resiliencia y supervivencia: La historia de Agar y Ismael es una alegoría de la resiliencia y la capacidad de sobrevivir en condiciones adversas.
- La promesa divina: La vida de Ismael es una manifestación de la promesa divina de una gran nación descendiente de Abraham.
El vínculo con la naturaleza: La vida nómada de Ismael en el desierto lo vincula estrechamente con la naturaleza y los elementos.
En resumen, Ismael y Agar son figuras fundamentales en la historia y la cultura árabes. Sus historias, cargadas de simbolismo y significado, han sido transmitidas de generación en generación, forjando un sentido de identidad y pertenencia entre los árabes.
Un dibujo imaginativo del año 1820, del profeta Ismael y su madre Agar después de que salieron al desierto. Los árabes y los historiadores antiguos consideran que Ismail fue el primero en hablar árabe puro, cuando alcanzó la madurez. François-Joseph Navez – Trabajo propio, Michel wal, 2010. CC BY-SA 3.0. Original file (2,520 × 3,815 pixels, file size: 2.54 MB):
Principales asentamientos en la actualidad
Países árabes
Diáspora árabe
Credos profesados por los árabes en la actualidad
Los árabes son mayoritariamente musulmanes, con una importante minoría cristiana y algunos árabes judíos. Las principales facciones de árabes musulmanes son: suníes, chiíes, ibadíes, alawitas, ismaelitas o drusos. Los drusos, con frecuencia, están considerados como una religión aparte del Islam. Los árabes cristianos son seguidores, por lo general, de alguna de las iglesias de oriente: coptos, maronitas, siriacos, griegos ortodoxos o griegos católicos.
Antes de la llegada del islam, la mayoría de los árabes profesaban una religión caracterizada por el culto a numerosas deidades, entre las que se encontraban Hubal, Wadd, Al-Lat, Manat y Uzza; mientras algunas tribus se habían convertido al cristianismo o al judaísmo y unos grupos reducidos, los «hanif», habían rechazado el politeísmo en favor de un poco definido monoteísmo. Los reinos árabes cristianos más destacados fueron el gasánida (sur de Siria) y el laquemeda (sur de Irak). Con la conversión de los reinos himyaritas (sur de Arabia) al judaísmo en las postrimerías del siglo IV d. C., la élite del otro reino árabe destacado, los kinditas (Arabia central), se convirtió en vasalla de los primeros, convirtiéndose aparentemente al judaísmo (al menos parcialmente). Con la expansión del islam, la mayoría de árabes se convirtieron rápidamente en musulmanes, y las tradiciones politeístas preislámicas desaparecieron.
Actualmente, la mayoría de los árabes son musulmanes. Los musulmanes suníes dominan en la mayoría de los territorios árabes, y abrumadoramente en el norte de África. Los musulmanes chiíes predominan en Baréin, el sur de Irak y las zonas adyacentes de Arabia Saudí, el sur de Líbano, partes de Siria, el norte del Yemen, el sur de Irán y en la región de Omán llamada al-Batinah. La pequeña comunidad drusa, perteneciente a una rama poco visible del islam, es también árabe.
Las estimaciones más fiables del número de árabes cristianos indican que actualmente, los cristianos suponen el 9,2 % de la población del Próximo Oriente. En Líbano alcanzan el 39 % de la población, en Siria suponen entre un 10 % y un 15 %, en Palestina un 3,8 % y en Israel, los árabes cristianos constituyen el 2,1 % del total (aproximadamente un 10 % de la población árabe israelí). En Egipto, constituyen el 6 % de la población. La mayoría de los árabes de América del Norte, América del Sur y Australia (sobre dos tercios) son árabes cristianos, procedentes particularmente de Siria, Palestina y Líbano.
Los judíos de los países árabes (principalmente mizrahíes y yemenitas) no están considerados actualmente como árabes. El sociólogo Philip Mendes afirma que antes de las acciones antijudías en los años 1930 y 1940, sobre todo los judíos iraquíes «se veían a sí mismos como árabes de fe judía más que como una raza o nacionalidad distinta». Antes de la aparición del término «mizrahí», el término «árabes judíos» (Yehudim ‘Áravim, יהודים ערבים) era a veces usado para describir a los judíos del mundo árabe. Ese término es raramente utilizado en la actualidad. Los pocos judíos que permanecen en los países árabes residen en Marruecos y Túnez. Entre finales de la década de los 40 y principios de la de los 60 del siglo XX, a partir de la creación del Estado de Israel, la mayoría de esos judíos abandonaron o fueron expulsados de sus países de nacimiento y se encuentran actualmente concentrados en Israel. Algunos emigraron también a Francia (donde forman la mayor comunidad judía, siendo superior al número del resto de judíos europeos), Alemania y otros pocos a los Estados Unidos.
Se llama mundo árabe (en árabe: العالم العربي, al-`ālam al-`arabī) o países árabes (البلدان العربية, al-buldān al-`arabiyya) al conjunto de países en los que habita el pueblo árabe o donde el idioma árabe es mayoritario. El mundo árabe está conformado por la mayoría de los países del Oriente Próximo, incluida la totalidad de la península arábiga, y por las naciones del Magreb y el Cuerno de África. Por extensión, se designa con este nombre asimismo a la comunidad mundial de personas que conforman los que tienen el árabe —en sus múltiples variantes— como lengua materna. En este sentido, se suele usar también el término nación árabe (الأمة العربية, al-ummah al-ʿarabīyyah).
El pueblo árabe en la actualidad está compuesto por diversos grupos que abarcan una vasta región geográfica, desde el Magreb en el norte de África hasta la península arábiga y el Levante. A pesar de las diferencias culturales, lingüísticas y religiosas dentro de los países árabes, comparten un fuerte vínculo común a través de la lengua árabe, que es la principal lengua hablada en la mayoría de estos países. La identidad árabe ha estado históricamente ligada a la religión islámica, aunque también existen importantes comunidades cristianas y otras religiones dentro del mundo árabe. En cuanto a la política, la región ha experimentado una serie de conflictos y tensiones internas, como la Primavera Árabe de 2011, que buscó reformas democráticas en varios países, pero también dio lugar a la inestabilidad y el surgimiento de regímenes autoritarios. Algunos países árabes han alcanzado un notable desarrollo económico, especialmente en la península arábiga, donde las riquezas petroleras han impulsado la modernización y la creación de infraestructuras avanzadas. Sin embargo, otros países enfrentan desafíos económicos y sociales, como el desempleo juvenil y la pobreza. Las tradiciones culturales, la poesía, la música, la danza y la gastronomía siguen siendo pilares fundamentales de la identidad árabe, a pesar de la creciente influencia de la globalización. La juventud árabe, que representa una gran parte de la población, está cada vez más conectada a través de las tecnologías de la información, lo que ha permitido una mayor difusión de ideas y ha facilitado el activismo social y político. Sin embargo, la región sigue enfrentando retos significativos, como los conflictos bélicos, la migración, las tensiones sectarias y la lucha por los derechos humanos.
Véase también:
Enlaces externos
- Revista Alif Nûn Publicación virtual gratuita de periodicidad mensual especializada en el mundo árabe e islámico
- Mundo Árabe, Revista de análisis y actualidad
- Iqraa Recursos sobre el mundo araboislámico Sitio web con todo tipo de información y recursos sobre el mundo árabe y el mundo islámico.
Arabia preislámica
La historia de la Arabia preislámica, es decir, la de la península arábiga y el pueblo árabe antes del surgimiento del islam en torno al año 630 no se conoce con gran detalle. La exploración arqueológica de la zona ha sido escasa; las fuentes escritas se limitan a las numerosas inscripciones y monedas de la Arabia meridional. El material existente consiste principalmente en fuentes escritas de otras tradiciones (lo que se denomina protohistoria): egipcias, griegas, romanas, etc; así como de la tradición oral fijada más tarde por escrito por los intelectuales árabes de la época islámica.
El estudio de este periodo es importante para los estudios islámicos y proporciona el contexto del nacimiento y desarrollo del islam. (1)
Hay fuentes epigráficas del árabe meridional antiguo desde el siglo IX a. C. y del árabe septentrional antiguo desde el siglo VI a. C.2 Desde el siglo III a. C. la historia árabe se hace más tangible con el surgimiento del Reino Himyarita, la aparición de los qahtaníes en el Levante y la gradual asimilación de los nabateos por los qahtaníes en los primeros siglos después de Cristo, tendencia a la expansión que culminó finalmente en las explosivas conquistas musulmanas del siglo VII.
Pueblos preislámicos de Arabia y los principales Estados vecinos. Gran cantidad eran cristianos, zoroastrianos o yazdaníes. Rowanwindwhistler. CC0.
Arabia en la Edad del Bronce
Primeras migraciones semitas
Idioma protosemítico.
El protosemítico es la protolengua que constituye una aproximación reconstruida de la lengua madre que habría dado lugar a las lenguas semíticas. Aunque se trata de una lengua no testimoniada, gran parte de su léxico y sus características gramaticales son hipotéticamente reconstruibles sobre la base de las modernas lenguas semíticas.
El protosemítico debería situarse en torno al VIII milenio_a._C.. Un reciente análisis Bayesiano identificó un origen para el protosemítico en el Asia Menor (Siria), no antes del 7400 a. C. y para el semítico hacia 3800 a. C. (1) Los primeros testimonios escritos de las lenguas semíticas están en acadio y datan del siglo XXIII a. C. (ver Sargón de Acad). Las primeras inscripciones en alfabeto preprotocanaanita, usado presumiblemente por hablantes de una lengua semítica datan del siglo XVIII a. C.
Los primeros hechos conocidos de la historia árabe son las migraciones de la península a las zonas vecinas. (3) En el III milenio a. C., pueblos de lengua semita migraron de la península hacia Mesopotamia, se asentaron en Sumeria y con el tiempo crearon el Imperio acadio de Sargón de Acad (c. 2300 a. C.). (4) Los babilonios y asirios se consideran descendientes de los acadios semitas.
El grupo semita oriental se estableció en Ebla. Los amorreos eran semitas occidentales que dejaron Arabia a finales del III milenio a. C. y se asentaron en el Levante mediterráneo. Algunos se convirtieron en los amorreos y cananeos de épocas posteriores. (5) (6)
Magan i A’ad
El pueblo o nación de Ad o A’ad (en árabe, عاد) fue una antigua tribu árabe localizada en la península arábiga (Arabia).
Sus ruinas fueron redescubiertas en 1992 por Ranulph Fiennes, Juris Zarins, Nicholas Clapp y George Hedges. Según los descubrimientos arqueológicos, la ciudad fue destruida por el impacto de meteoritos que causaron tormentas de arena y la enterraron. Este hecho se menciona en el Corán. (Fuente: Ranulph Fiennes, Atlantis of the Sands: The Search for the Lost City of Ubar).
El pueblo de A’ad ocupó parte de lo que ahora es el este de Yemen y el oeste de Omán, en una extensión geográfica que discurre desde el Mar Arábigo por las montañas de Dhofar hasta las afueras del Rub al-Jali (Rub’ al Khali), su capital se llamó Wabar o Ubar o Iram (Erum) de los pilares por tales edificaciones.
Esta ciudad llegó a ser próspera y famosa gracias al comercio de franquíncienso o incienso de Olíbano el cual poseía en abundancia y por sus edificaciones particularmente de pilares. (ver: Nicholas Clapp, The Road to Ubar: Finding the Atlantis of the Sands, Houghton Mifflin (1999) .
El pueblo de A’ad se asentó en la península arábiga al este de las tribus (Al Aribah’) o qahtani, antiguos semitas de Yemen, antepasados de los árabes. Este reino gobernó desde el siglo X a. C. hasta el siglo III. El geógrafo griego Claudio Ptolomeo designaba al pueblo de A’ad como ubaritas (Iobaritae) debido a su capital.
El primer gobernante de A’ad se llamó Ad ibn Kin’ad y vivió entre los siglos XI al X a. C., Aldahn, Khuljan vivió entre los siglos IV al III a. C. y el último de sus líderes fue Shadad, quien vivió entre los siglos IV al VI d. C.
Lenguaje sabeo hermanado con el ubarita. Ramessos. (Sabaeic inscription in Louvre). Dominio público. Original file (3,849 × 3,098 pixels, file size: 8.11 MB).
Anexo 1: Dhofar
La gobernación de Dhofar o Zufar (en árabe: ظفار Ẓufār) –en enciclopedias españolas de fines de s. XIX e inicios de s. XX el nombre de la región aparece transcripto también como Zafar– se encuentra al suroeste de Omán y al noreste de Yemen. A fines de siglo XIX e inicios de siglo XX su población se consideraba por parte de los antropólogos europeos algo diferenciada de la arábiga ya que se la incluía en la etnia Mahra que llegó a dominar el sultanato de Qishn y Socotora. Históricamente ha sido la fuente principal del incienso en el mundo; sin embargo, este incienso hoy (2015) es usado localmente; Somalia es desde la segunda mitad de s. XX el principal exportador. Su capital histórica es la ciudad puerto de Mirbat aunque desde los 1970 la mayor ciudad y capital administrativa del gobierno omaní en la región es la también ciudad puerto de Salalah. El llano de Salalah fue una vez un área cultivada con un sofisticado sistema de irrigación. Durante la Primera Guerra Mundial fue suficientemente fértil para producir comida y granos para suplir una gran parte de las necesidades del ejército británico que peleaba en Mesopotamia.
Es la única parte del sur de Arabia directamente expuesta a los monzones del sudeste desde mediados de agosto hasta finales de septiembre o mediados de octubre; es conocido como el jarif. En consecuencia, hace un buen clima durante la temporada de monzones y un poco después hasta que la vegetación pierde su verdor. El clima húmedo que tiene temporalmente contrasta con los cercanos desiertos de Yemen y el resto de Omán.
Salalah clock tower. Autor: patano. CC BY-SA 3.0
Anexo 2: Rub al-Jali (Rub’ al Khali)
El desierto de Rub al-Jali (en árabe: الربع الخالي, literalmente, «cuadrante vacío») o al Rab al Khali es uno de los mayores desiertos de arena del mundo, formando parte del más amplio desierto de Arabia. Administrativamente, comprende la mayor parte del tercio meridional de la península arábiga, entre Arabia Saudita, Omán, los Emiratos Árabes Unidos y Yemen. Tiene una extensión de unos 650 000 km² (mayor que la península ibérica), y se sitúa entre los 44°30′ y los 56°30′ E de longitud, y entre los 16°30′ y los 23°00′ N de latitud. Es una de las regiones más inhóspitas de la Tierra y está totalmente deshabitada.
- Peter Vincent (2008). Saudi Arabia: an environmental overview (en inglés). Taylor & Francis. p. 141.
- Clark, Arthur (junio de 1989). «Lakes of the Rub’ al-Khali». En Amdt, Robert, ed. Saudi Aramco World (en inglés).
Geológicamente, el Rub al-Jali es uno de los lugares más ricos en petróleo del mundo. Shaybah, en mitad del desierto, es un importante centro de producción de crudo ligero en Arabia Saudita. El Campo Ghawar también se extiende en parte por el extremo septentrional del Rub al-Jali.
En verano, la temperatura puede llegar hasta los 55 °C a mediodía. Las dunas de arena alcanzan alturas de más de 300 metros. Sin embargo, incluso en un lugar así, hay vida, encontrándose algunos arácnidos, roedores y plantas, entre otros. Ecológicamente, el Rub al-Jali se incluye en la ecorregión denominada desierto y monte xerófilo de Arabia y el Sinaí.
La desertificación se ha incrementado a lo largo de los milenios. Hasta el año 300, las caravanas de camellos transportaban el olíbano a través del Rub al-Jali; la ciudad perdida de Ubar dependía de ese comercio. Más recientemente, algunas poblaciones tribales están presentes en ciertos lugares del desierto, sobre todo en la región de Najran. Los asentamientos están unidos por carretera con fuentes de agua y explotaciones petrolíferas.
El desierto Rub al-Jali (Rub’ al Khali). Roke~commonswiki. Dominio Público.
Explorado solo recientemente, ni siquiera los propios beduinos se aventuran hacia su interior. Las primeras exploraciones documentadas por occidentales fueron las de Bertram Thomas en 1931 y St John Philby en 1932. Entre 1946 y 1950 Wilfred Thesiger cruzó la región varias veces y cartografió parcialmente el desierto y las montañas de Omán. Hoy en día hay empresas que ofrecen excursiones guiadas por GPS.
Anexo 3: Ciudad de los pilares
Iram la de las columnas o la de los pilares (árabe: إرَم ذات العماد, Iram ḏāt al-`imād), también conocida como Ubar, Aram, Iram, Irum, Irem, Erum o Wabar, es una ciudad perdida, en la península arábiga, que ocupa en el Corán un papel similar al de Sodoma y Gomorra en el Antiguo Testamento como ciudad maldita por Dios. (Fuente: Glassé, Cyril; Smith, Huston (2001). The new encyclopedia of Islam. Walnut Creek, CA: AltaMira Press. p. 126. ISBN 978-0-7591-0190-6.).
En el Corán
El máximo libro del Islam contiene una mención a esta legendaria ciudad, señalándola como ciudad maldita y castigada por Alá:
Las ruinas del oasis de Ubarite y su pozo hundido. CC BY 2.5
Los probables restos de la ciudad de Ubar fueron descubiertos a principios de la década de 1990 por el arqueólogo aficionado Nicholas Clapp inspirado por el libro «Arabia Félix» publicado en 1932 por el investigador Inglés Bertram Thomas.
Clapp se basó en unos antiguos mapas del conocido geógrafo Claudio Ptolomeo en el 200 d. C. y los comparó con unas rutas reveladas por los satélites de la NASA. Así fue como descubrió qué los senderos mostrados en el mapa se correspondían con los señalados por los beduinos de la zona y con las imágenes de la NASA. Dichos senderos conducían a un amplio solar dónde yacen las ruinas de una antigua ciudad conocida como Ubar.
Existen fuertes evidencias de que Iram de los Pilares forme parte de Ubar, en las excavaciones se encontraron antiguas torres que se corresponden con las descripciones de la ciudad mencionadas en el Corán, aunque esto es aún materia de debate. Su ubicación es en el territorio de la actual Omán.
Al parecer la ciudad encontró su ruina debido a su gran desarrollo, puesto que estaba construida sobre un lago subterráneo que servía para el suministro de agua a la ciudad, y su gran crecimiento conllevó el vaciado del acuífero y la pérdida de la humedad en la arcilla colindante y finalmente su derrumbe, tragándose la mayor parte de la ciudad, aunque se han conservado parte de las grandes torres.
En la cultura. Esta ciudad es mencionada en Las mil y una noches. Esta ciudad es mencionada por Lovecraft en su historia del Necronomicón como uno de los lugares visitados por Abdul Alhazred. También parece que inspira el relato La ciudad sin nombre.
Esta ciudad también está mencionada en el videojuego Uncharted 3: La traición de Drake, en el que se plantea que Sir Francis Drake llegó allí en un desvío mientras navegaba dando la vuelta al mundo, pero escondió las pruebas de su viaje y evidencias que llevaban a la ciudad perdida de Ubar. Esta permanece oculta hasta que el héroe Nathan Drake y una oscura y maligna sociedad secreta la redescubren 500 años más tarde. Además, Nathan descubre que la ciudad no fue destruida por la ira de Dios, sino que sus habitantes enloquecieron al beber de un manantial contaminado con una sustancia alucinógena o por la magia oscura de unos seres de mitología árabe llamados djinn.
Esta ciudad también es mencionada en el libro El séptimo santuario de Daniel Easterman, en este libro se menciona como uno de los santuarios de los asesinos y como la mayor hazaña arqueológica.
Enlaces externos
- Esta obra contiene una traducción parcial derivada de «Iram of the Pillars» de Wikipedia en inglés, concretamente de esta versión, publicada por sus editores bajo la Licencia de documentación libre de GNU y la Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
- Ciudad perdida de Arabia, Nova En línea sobre el descubrimiento de Ubar (en inglés).
- La búsqueda de Ubar: cómo la teledetección ayudó a encontrar una ciudad perdida Archivado el 13 de noviembre de 2004 en Wayback Machine., en la web de la NASA (en inglés).
- La ruta franquicense emerge del desierto, New York Times, 21 de abril de 1992 (en inglés).
- Entrada «Irem» en A Necronomicon Glossary de Dan Clore (en inglés).
- La tecnología espacial y el descubrimiento de la ciudad perdida de Ubar Archivado el 15 de diciembre de 2011 en Wayback Machine. (en inglés).
- Civilisation Lost (Civilización perdida). Documental de 88 minutos. Emisión en Canal Historia. El primer tema es el yacimiento de Ubar, el segundo el yacimiento de Gobleki Tepe…
Continuamos Magan i A’ad
El pueblo o nación de Ad o A’ad (en árabe, عاد) fue una antigua tribu árabe localizada en la península arábiga (Arabia).
Esta ciudad llegó a ser próspera y famosa gracias al comercio de franquíncienso o incienso de Olíbano el cual poseía en abundancia y por sus edificaciones particularmente de pilares.
Magan y A’ad son dos pueblos mencionados en diversas fuentes antiguas, tanto en textos históricos como en relatos mitológicos, particularmente en la tradición árabe y en el Corán.
Magan: Se cree que Magan era una antigua civilización ubicada en la región del Golfo Pérsico, probablemente en lo que hoy es el sur de Irak, el norte de Omán o los Emiratos Árabes Unidos.
Magan es conocida en las fuentes mesopotámicas, donde se la menciona como una región productora de cobre y como un importante centro comercial, particularmente durante la Edad del Bronce. La civilización de Magan parece haber estado muy conectada con los pueblos de Sumer, y se la describe en las tablillas cuneiformes como un lugar de intercambio comercial, especialmente en lo que respecta al cobre, que era uno de sus productos más destacados. Su conexión con otras culturas mesopotámicas sugiere que Magan tuvo una economía de intercambio y prosperidad.
Magan fue una antigua región mencionada en textos cuneiformes sumerios escritos alrededor del 2300 a. C. el escritor Zecharia Sitchin nombra esta región en su libro «El libro perdido de Enki» donde recopila las historias relatadas en las tablillas sumerias sobre la creación de la humanidad por el dios «Enki» Hijo del dios «Anu» que provenían de una región o planeta llamado nubiru, el fragmento relata que Endubsar el escriba es llevado por dos seres angelicales ante la presencia de Enki el dios creador que habitaba en la tierra de Magan ,en la isla en medio del río magan. Destacaba como fuente de cobre y diorita para Mesopotamia. Con la desaparición del comercio de la región del Indo, el cobre de Magan fue reemplazado tarde por importaciones de cobre de la antigua Chipre.
Modelo de barco en la región. Mohammed90m. CC BY-SA 4.0.
A’ad: A’ad es más conocida en las fuentes islámicas y en la mitología árabe. Según el Corán, A’ad fue una antigua civilización que vivió en el desierto, en una región que se cree correspondía a la actual Arabia. El pueblo de A’ad es famoso por su gran fuerza y prosperidad, pero su arrogancia y su rechazo a los mensajes de los profetas, en particular el profeta Hud, llevaron a su perdición. El Corán describe cómo Dios envió un viento destructivo que arrasó la civilización de A’ad, un relato que se ha interpretado como un castigo divino por su incredulidad y pecado. Aunque la ubicación exacta de A’ad sigue siendo incierta, algunos estudiosos han sugerido que podría haber estado en el sur de Arabia o en la región del desierto de Rub al-Jali.
En términos históricos, no hay evidencia arqueológica concluyente que demuestre la existencia exacta de estas civilizaciones como se describen en los textos antiguos. Sin embargo, las menciones de Magan y A’ad en diversas fuentes proporcionan pistas sobre la riqueza cultural y las interacciones comerciales y religiosas en la región árabe en tiempos antiguos. Estas civilizaciones, aunque envueltas en la leyenda, son parte fundamental de la historia mitológica y cultural del mundo árabe.
El pueblo de A’ad se asentó en la península arábiga al este de las tribus (Al Aribah’) o qahtani, antiguos semitas de Yemen, antepasados de los árabes. Este reino gobernó desde el siglo X a. C. hasta el siglo III. El geógrafo griego Claudio Ptolomeo designaba al pueblo de A’ad como ubaritas (Iobaritae) debido a su capital.
- Nicholas Clapp, The Road to Ubar: Finding the Atlantis of the Sands, Houghton Mifflin (1999)
El primer gobernante de A’ad se llamó Ad ibn Kin’ad y vivió entre los siglos XI al X a. C., Aldahn, Khuljan vivió entre los siglos IV al III a. C. y el último de sus líderes fue Shadad, quien vivió entre los siglos IV al VI d. C.
El ocaso de A’ad
Alrededor de los siglos III al VI de nuestra era, la nación ‘Adita parece haber sido destruida por una catástrofe natural, la cual asoló la mayor parte de su capital Ubar. Los ‘Aditas son mencionados en el Corán cuando el profeta Hud (هود) es mandado por Alá para hacer que retornen a los ‘caminos de justicia’ de la fe, y conforme a la historia del libro, los «Aaditas no escucharon los avisos del profeta y Dios destruyó la ciudad de (Iram) con una gran tormenta». Los Suras que hablan de ello son Surat al-Haaqqa: 6-8, Surah Hud: 50-60, Surat ash-Shuara: 123-140, Surat al-Fajr: 6-8, Surat al-Qamar: 18-20, Surat al-Ahqaf: 24, Surah Fussilat: 15. Entre sus pecados destacaban la soberbia producida por las riquezas y algunas perversiones sexuales, pero sobre todo fue el no querer arrepentirse de sus caminos lo que la destruyó con rayos y truenos.
Hud es, según el Corán, un profeta árabe enviado por Dios a los aditas, tribu que vivía cerca de la Meca. Eran éstos muy orgullosos y estaban poseídos de gran fuerza, pues reunían cincuenta mil guerreros. Hud les dijo: «Pueblo mío: dirígete a Dios y adórale ¿Por qué no le temes?» Pero los aditas contestaron: «¿Hay alguien más poderoso que nosotros, ni fuerza que pueda castigarnos?» Hud continuó amonestando a los aditas y mandándoles que temieran a Dios, en cuya predicación pasó inútilmente cincuenta años, al cabo de los cuales el Señor les envió una gran sequía, pereciendo casi todo el ganado.
Una miniatura que representa a Hud con el pueblo de ‘Ad, de una colección de manuscritos iluminados de Historias de los Profetas. (Islamic miniature artist. – Illuminated Manuscript collection of Stories of the Prophets). Dominio Público-.
Ellos, en vez de escuchar a su profeta, prefirieron enviar víctimas para ser sacrificadas en el altar, idolátrico entonces, de La Meca. De tres emisarios enviados con las ofrendas, dos acabaron por comprender la verdad y convertirse, pero el tercero, llamado Cail, al hacer el sacrificio, vio aparecer tres nubes; una roja, otra negra y otra blanca. Entonces una voz preguntó: «¿Cuál de estas nubes quieres que se encamine hacia tu pueblo?» Cail, señalando a la negra, dijo: «Quiero que sea ésta!. Los aditas creyeron que venía agua y se alegraron, pero Hud se entristeció. En efecto, no fue sino viento, que levantó del suelo a todos los animales y les dejó caer hechos pedazos. No por eso se humillaron los aditas y entonces vino un segundo viento más recio, que los levantó y dejó caer a todos, no salvándose sino Hud.
Según algunos intérpretes del Corán, es el mismo profeta, como patriarca epónimo, de cuyo nombre viene el de los Beni Hud, reyes de Zaragoza, del Oriente de España y de Andalucía, de los que el más famoso es Al-motaguakil Ben Hud, contemporáneo de san Fernando.
Lenguaje del reino de A’ad
Actualmente solo existe una tribu en Arabia Saudita que cree ser descendiente directa de los que lograron sobrevivir a la tormenta que destruyó el reino de A’ad. Esta tribu se nombra a sí misma los shahra. Llaman a su lengua, que difiere del árabe, «el lenguaje de los pájaros» y aún cultivan el franquincienso. Los árabes los denominan al-‘Arab al-ba’ida (los árabes que se perdieron) y los componen las tribus de tamud y gurhum (gurjum).
- Nicholas Clapp, The Road to Ubar: Finding the Atlantis of the Sands, Houghton Mifflin (1999).
En la región del sur de Yemen conocida antiguamente como la «Arabia afortunada», que Ptolomeo llamó Eudaimon Arabia y los romanos Arabia Felix, vivían los pueblos hadramitas, los sabeos, (Sabeus, Sabei), los quatabanes y los mineos. Según Mikail H. Rahman los ubaritas (habitantes de ‘Ad) Fueron los ancestros de los hadramitas que aparecieron 500 años antes de Cristo y desaparecieron alrededor del siglo III d. C., debido más a la similitud de las palabras ‘Ad y Had. Plinio los conoció como Adramitae, un nombre derivado de Adram y este a su vez una corrupción de Ad-i-Iram (como los llama el Corán). Los griegos la llamaron «la estirpe más rica del mundo» en los tiempos de Ptolomeo. Según los que estudian las tribus sobrevivientes (Mahra y Shahra) el lenguaje es parecido al acadio y eblaita (idiomas ahora extintos) al igual que el de los sabeos, himyaritas y la variedad etíope, aunque los shahra se consideran descendientes de los qataníes.
Ejemplo del lenguaje protoárabe de Arabia del Sur, Yemen; siglo III a. C. Gryffindor. Attribution.
Los principales dialectos árabes son cuatro: el árabe del sureste relacionado con la lengua de A’ad, los del suroeste con las lengua derivadas de los quahtaníes, los árabes del noroeste o amoritas, y los árabes del noreste o acadios. (ver ref: Relación de los pueblos semitas).
El lenguajes de los ubaritas se relaciona con el lenguaje de Yemen del oeste o África, y los lenguajes de Mahra y Shahra son hablados en este lugar y en Omán Magan, debido a que el pueblo de A’ad compartió el territorio denominado el lugar vacío de la península arábiga junto con Qahtan, ambos conectados a Sumeria, que finalmente fue conquistada por los acadios. ( Magan ).
En definitiva, Magan i A’ad
Magan es el nombre de uno de los socios comerciales de Sumer. Se suele asumir que estaba localizado en Omán. Los A’adids se establecieron en la Arabia meridional al este de la tribu Qahtan. Fundaron el reino de A’ad hacia el siglo X a. C., que persistió hasta el siglo III.
La nación A’ad era conocida por griegos y egipcios. La Geografía de Ptolomeo (siglo II a. C.) se refiere al lugar con una versión helenizada de los habitantes de su capital, Ubar.
Thamud
Los Thamud (en árabe: ثمود) fueron un pueblo de la Arabia antigua, una tribu o grupo de tribus que crearon un gran reino que floreció del 3000 a. C. al 200 a. C. Trabajos arqueológicos recientes han revelado la existencia de numerosos ejemplos de escritura y pintura thamúdica en roca, no solamente en Yemen, sino en la Arabia central.
Son mencionados en fuentes como el Corán, la poesía árabe antigua, los anales asirios (que los citan como tamudi), la inscripción de un templo griego en el noroeste de Hiyaz (datada el año 169), una fuente bizantina del siglo V y una antigua inscripción árabe en las cercanías de Tayma.
Se mencionan en los anales de la victoria del rey Sargón II (siglo VIII a. C.), que los derrotó en una campaña por la Arabia septentrional. Los griegos se refieren a este pueblo como Tamudaei (esdecir, «Thamud»), en los escritos de Aristóteles, Ptolomeo y Plinio. Desaparecieron antes de Mahoma, entre el siglo V y el siglo VI.
Los Thamud (en árabe: ثمود) fueron un antiguo pueblo árabe que habitó la región de Arabia, especialmente en lo que hoy es el noroeste de Arabia Saudita, el sur de Jordania y el norte de Arabia Occidental. Fueron una civilización que prosperó durante varios siglos, desde aproximadamente el 3000 a.C. hasta el 200 a.C., aunque las primeras referencias a los Thamud datan de tiempos aún más antiguos.
- Orígenes y ubicación: Los Thamud eran conocidos por ser un pueblo nómada y seminómada, pero también desarrollaron centros urbanos. Se asentaron principalmente en las regiones rocosas y montañosas de Arabia, especialmente en el área de Al-Ula, en lo que hoy es Arabia Saudita, donde dejaron numerosos vestigios arqueológicos. La ciudad de Al-Hijr, también conocida como Mada’in Saleh, es uno de los sitios más famosos asociados con los Thamud. Esta antigua ciudad, que contiene tumbas esculpidas en la roca, es considerada una de las maravillas arqueológicas de Arabia y se cree que fue un centro importante de la civilización thamud.
- Cultura y arquitectura: Los Thamud eran conocidos por sus habilidades en la arquitectura y la ingeniería, especialmente en la talla de tumbas y viviendas en la roca. Al igual que los nabateos, los Thamud tallaron sus estructuras en las rocas de la región, creando elaborados templos, tumbas y viviendas. También se dedicaban al comercio, particularmente en la ruta comercial que conectaba Arabia con otras civilizaciones del mundo antiguo, como Mesopotamia, Egipto y el Levante.
- Religión y mitología: En la tradición islámica, los Thamud son conocidos principalmente por su relato en el Corán, donde se mencionan como un pueblo que fue destruido por el castigo divino. Se les describe como un pueblo que vivió en la opulencia y la prosperidad, pero que se volvió arrogante y desobedeció los mensajes de los profetas. El profeta Hud es el principal mensajero que se les envió. A pesar de sus advertencias, los Thamud persistieron en su incredulidad, lo que llevó a su destrucción por un castigo de Dios, que en el Corán se describe como una tormenta de viento devastadora.
- Declive y desaparición: A pesar de su aparente prosperidad, los Thamud cayeron en el olvido alrededor del 200 a.C. Las razones de su desaparición no están completamente claras, pero se cree que el cambio climático, las sequías y la presión de otras tribus rivales pudieron haber contribuido a su declive. Además, el crecimiento del comercio en otras rutas pudo haber desplazado a la región y sus pueblos.
- Arqueología y legado: Los restos de los Thamud han sido estudiados a través de excavaciones arqueológicas, y uno de los hallazgos más importantes fue la ciudad de Mada’in Saleh (Al-Hijr), que contiene inscripciones, tumbas y otras estructuras. Estas inscripciones han proporcionado evidencia valiosa sobre la lengua y la cultura de los Thamud, aunque aún se sabe relativamente poco sobre muchos aspectos de su sociedad.
Los Thamud dejaron un legado cultural que continúa siendo relevante en el estudio de las antiguas civilizaciones árabes. Su historia es un tema central en la literatura islámica, y el sitio de Mada’in Saleh fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008.
Arabia meridional en la Edad del Hierro
Historia antigua de Yemen
Yemen fue uno de los más antiguos centros de civilización en el Oriente Próximo. Su tierra, relativamente fértil, y su clima húmedo permitieron el desarrollo de una población estable. Este hecho fue ya reconocido por el geógrafo griego Claudio Ptolomeo, quien se refirió a Yemen en sus textos como Eudaimon Arabia (término más conocido por su traducción latina, Arabia Felix), la ‘Arabia feliz’.
- (Ver: Arabian Peninsula, 1000 B.C.–1 A.D. Timeline of Art History | The Metropolitan Museum of Art.).
Entre el siglo XII a. C. y el siglo VI d. C., la zona fue dominada por tres civilizaciones sucesivas, que controlaron el lucrativo tráfico de especias: los mineos, los sabeos y los himyaritas.
- (ver: Arabian Peninsula, 2000–1000 B.C. Timeline of Art History | The Metropolitan Museum of Art.)
Antigua inscripción yemení en qatabánico. (Maria Höfner: Altsüdarabische Grammatik (Porta Linguarum orientalium, Band 24) Leipzig, 1943, Tafel 1.2.). Dominio Público.
El qatabánico es una lengua semítica que perteneció a la rama del sureño semítico o árabe del sur y fue hablada en el antiguo reino de Qataban, que se encontraba en el sur de Arabia, en lo que hoy es Yemen. Esta lengua se utilizó principalmente entre los siglos IV a.C. y IV d.C. y tiene una rica tradición literaria que incluye inscripciones en la escritura qatabánica, un alfabeto derivado del sur semítico.
El qatabánico no debe confundirse con el árabe moderno, aunque ambos pertenecen a la misma familia de lenguas semíticas. Era un idioma que se hablaba en una región que estaba influenciada por otros lenguajes de la Península Arábiga, como el sabéico, otro idioma semítico del sur, pero se distinguía por sus características fonéticas y gramaticales propias.
A pesar de que el qatabánico es una lengua extinta, las inscripciones en qatabánico han sido fundamentales para el estudio de las lenguas y culturas antiguas del sur de Arabia. Estas inscripciones fueron encontradas principalmente en la región de Yemen y proporcionan valiosa información sobre la historia, la religión y la organización política de los antiguos reinos árabes del sur.
Historia antigua de Yemen
Hacia el año 5000 a. C., en las montañas del norte de Yemen ya existían asentamientos relativamente grandes para su época. (Ver: McLaughlin, Daniel: Yemen: The Bradt Travel Guide (pág. 4).
El reino de Saba, cuya capital se cree que fue Marib, surgido desde el siglo VIII a. C., (ver: Kitchen, Kenneth Anderson (2003). «On the Reliability of the Old Testament.» Wm. B. Eerdmans Publishing. p. 594), alcanzó un gran poderío por su situación estratégica, entre la India y el Mediterráneo, lo que le permitió monopolizar el tráfico de especias. Según el Antiguo Testamento, Salomón, rey de Israel, recibió en el siglo X a. C. la visita de la opulenta Reina de Saba; el esplendor de su séquito puede ser un eco de la fascinación que las riquezas del reino sabeo produjeron en la época. (ver: Geoffrey W. Bromiley. The International Standard Bible Encyclopedia p. 254.). Hacia el siglo VIII a. C. los sabeos, para mejorar sus regadíos, construyeron una represa, de la que aún existen vestigios. (Ver: Rogers, Jerry R.; Glenn Owen Brown & Jürgen Garbrecht (2004). Water Resources and Environmental History. ASCE Publications. p. 36. ISBN 0784475504.). Parece ser que estuvo en funcionamiento hasta el año 57 d. C., es decir, durante más de un milenio. En Marib todavía pueden verse los restos de un gran templo, que permaneció en pie durante casi catorce siglos.
Quemaperfumes yemení del siglo III a C. Desconocido – Jastrow (2007). Dominio Público. Original file (2,150 × 2,540 pixels, file size: 3.45 MB).
Entre el 700 y el 680 a. C., el reino de Awsan dominó Adén y sus alrededores. El sabeo Mukarrib Karib’il Watar que tenía el título de rey, conquistó todo el reino de Awsan, ampliando el territorio de Saba, al incluir gran parte de Arabia del Sur.
- (ver: Daum, Werner (1987). Yemen: 3000 Years of Art and Civilization in Arabia Felix. Pinguin-Verlag. p. 73.).
- «The kingdoms of ancient South Arabia». British Museum. Archivado desde el original el 3 de diciembre de 2013.
La falta de agua en la península arábiga impidió que los sabeos unificaran toda la península. En lugar de ello, establecieron varias colonias para controlar las rutas comerciales.
- Jawād ʻAlī (1968). الـمـفـصـّل في تـاريـخ العـرب قبـل الإسـلام (en árabe) 2. Dār al-ʻIlm lil-Malāyīn. p. 19.
En el año 24 a. C., los sabeos rechazaron una expedición romana mandada por el procónsul de Egipto, Elio Galo, quien tuvo que desistir de la idea de conquistar la Arabia Felix.
- Hârun Yahya (1999). Perished Nations. Global Yayincilik. p. 115. ISBN 1897940874.
A partir del siglo III d. C., el reino de Saba pasa a ser dominado por una nueva dinastía, la himyarita, por lo que en adelante se habla del reino de Himyar. Los himyaritas habían conquistado Saná en el siglo II y en el año 275 conquistaron Hadramout, Najran y Tihama.
- Dieter Vogel, Susan James (1990). Yemen. APA Publications. p. 34.
- Klaus Schippmann (2001). Ancient South Arabia: from the Queen of Sheba to the advent of Islam. Markus Wiener Publishers. pp. 52-53. ISBN 1558762361.
La capital del nuevo reino fue trasladada en el siglo V a Dhafar (ahora un pequeño pueblo, en la región de Ibb). También comerciantes, los himyaritas fueron sin embargo culturalmente inferiores a los sabeos. Dhu Nuwas, Rey de Himyar, adoptó el judaísmo como religión del estado, y persiguió a los cristianos, lo que ocasionó una guerra con el cristiano reino de Aksum, en la actual Etiopía. Himyar fue invadido y conquistado por Aksum en el año 533. Cuarenta años después (572), el reino fue anexionado por la Persia sasánida.
- Phillipson, D.W. (2012). Foundations of an African Civilisation: Aksum and the Northern Horn, 1000 BC – AD 1300. Boydell & Brewer Ltd. p. 204. ISBN 1847010415.
- Scott Johnson (2012). The Oxford Handbook of Late Antiquity. Oxford University Press. p. 298.
Un rey himyarita. Retlaw Snellac – Flickr. A bronze statue of Dhamar Ali Yahbur II, a Himyarite king who probably reigned in late 3rd or early 4th century AD. Displayed in the Sana’a National Museum. CC BY 2.0.
Ya en la Edad Media, el Islam llegó a Yemen alrededor del año 630, en vida del profeta Mahoma.Tras la conversión del gobernador persa, Badhan, muchos de los jeques y sus tribus abrazaron también el islam. A partir de entonces, Yemen pasó a formar parte del califato árabe, de los que no era más que una provincia remota.
Reino de Ma’in (siglo IX a. C.-siglo I a. C.)
Los mineos fueron un antiguo pueblo árabe de la Arabia Meridional, habitantes del reino de Ma’in (en lengua sudarábica antigua mʿn, que se vocaliza Maʿīn, en árabe moderno معين, Maʿīn), en la zona nororiental del actual Yemen, que vivieron en el I milenio a. C.
Se extendía a lo largo de la franja desértica denominada por los geógrafos árabes medievales, Sayhad, lo que ahora es conocida como Ramlat Dehem. Su capital era Qarnawu (también conocida como Qarnau o Karna).
Historia
Los mineos constituían uno de los cuatro antiguos pueblos de la zona mencionados por Eratóstenes. Los otros eran los sabeos, los hadramitas y los qatabanes. Cada uno con sus reinos regionales, con los mineos al noroeste (en Uadi al-Yauf), los sabeos al sureste de los mineos, los qatabanes al sureste de los sabeos y los hadramitas al este de los anteriores. Los mineos vivieron en lo que hoy es la Gobernación de Yauf del Yemen. Una mayoría de la tribu de Dhu Hussayn se consideran a sí mismos los nietos de los mineos junto con su tribu hermana de Dhu Mohamed.
Cuando los cuatro pueblos se habían organizado en reinos regionales, los mineos tuvieron una posición dominante entre el 1200 a. C. y el 650 a. C., en el comienzo de la expansión del comercio en la ruta terrestre del incienso. El reino mineo, al igual que los otros reinos de la península arábiga, estuvo muy involucrado en las rutas comerciales transarábigas, especialmente en el lucrativo comercio de especias, incienso y mirra. Esta ruta caravanera le permitió, junto con el cultivo intensivo mediante canales de irrigación, conseguir una hegemonía que luego pasaría al reino de Saba hasta que su predominio pasara al reino de Himyar.
- Drew Walker. «Yemeni americans: History».
Reinos en Arabia Meridional en el 100 a. C. En amarillo oscuro, el reino de Ma’in y su capital, Qarnawu. Original file (SVG file, nominally 1,600 × 1,493 pixels). Autor: Rowanwindwhistler. CC BY-SA 4.0.
Los mineos fueron una antigua civilización del sur de Arabia, específicamente de la región que corresponde hoy al Yemen. Su civilización floreció entre los siglos VIII a.C. y I d.C., y su capital estaba situada en el reino de Ma’in. Este reino formaba parte de una serie de estados árabes del sur, como Saba, Qataban y Himyar, que compartían características culturales y lingüísticas, pero con sus propias identidades y tradiciones.
Orígenes y ubicación
El pueblo mineo habitaba en el norte de Yemen, en las regiones montañosas que permitían una vida relativamente aislada, pero también facilitaban el comercio. Ma’in, la principal ciudad de los mineos, estaba situada en una ubicación estratégica, cerca de la famosa ruta comercial que conectaba el sur de Arabia con otras partes del mundo antiguo, como Mesopotamia, Egipto, y el Levante.
La ciudad de Ma’in fue un importante centro comercial que destacó por su participación en el comercio de incienso, mirra y otros productos valiosos de la región. Además, los mineos fueron conocidos por su habilidad en la minería, particularmente en la extracción de metales, lo que les permitió prosperar económicamente.
Cultura y economía
Los mineos eran conocidos por su habilidad en la ingeniería hidráulica, lo que les permitió construir complejos sistemas de canales y embalses para aprovechar las lluvias escasas y regar los campos en un entorno árido. También fueron conocidos por sus avances en la arquitectura, como lo demuestran las ruinas de sus templos y otras estructuras.
El comercio fue una de las principales fuentes de riqueza para los mineos. Estaban involucrados en el comercio de bienes como el incienso, la mirra, especias y metales, productos muy demandados por otras civilizaciones antiguas, como Egipto y Mesopotamia. Además, la producción de metales, especialmente el cobre y el hierro, fue una parte esencial de su economía.
Religión y sociedad
La religión de los mineos era politeísta, como la de otras culturas de la región. Adoraban a una serie de deidades locales, y sus templos eran centros importantes de la vida religiosa. El sistema de creencias mineo parece haber compartido similitudes con el de otros pueblos del sur de Arabia, especialmente con los sabéos.
En términos sociales, la sociedad minea estaba estructurada jerárquicamente, con una clase gobernante que probablemente estaba asociada con la élite religiosa y comercial, mientras que los campesinos y artesanos formaban la base de la pirámide social.
Declive y legado
El reino de Ma’in comenzó a declinar a partir del siglo I a.C., debido en parte a las tensiones internas y a la competencia con otros reinos, como el sabéico. Además, la creciente influencia de las potencias extranjeras, como Roma y el Imperio Parto, afectó el comercio de la región. Eventualmente, Ma’in fue absorbido por el reino de Saba, que se convirtió en la potencia dominante del sur de Arabia.
Aunque el reino mineo desapareció como entidad política, su legado perduró a través de las inscripciones y monumentos que dejaron atrás. Los estudios arqueológicos y las inscripciones en su lengua, que era una variante del árabe del sur, han proporcionado valiosa información sobre su historia, lengua y cultura. Estas inscripciones están principalmente en el alfabeto sudarábico, que se usaba en toda la región del sur de Arabia.
En resumen, los mineos fueron una civilización próspera y avanzada en el sur de Arabia que dejó una huella significativa en la historia de la región, particularmente en términos de su economía comercial, su ingeniería hidráulica y su influencia en las culturas vecinas.
El reino de Ma’in resurgió en el siglo VI a. C. pero se encontró posteriormente bajo el imperio de Saba. Sólo alrededor de 400 a. C. los mineos lograron aliarse con Hadramaut y liberarse de Saba. En el siglo IV a. C. tanto Ma’in como Hadramaut fueron gobernados por la misma familia, una estrecha relación que se rompió de nuevo, probablemente en la segunda mitad de ese siglo. La capital del reino fue Yathill (la moderna Baraqish) y más tarde, Qarnawu (cerca de la moderna Ma’in). El reino conoció su edad de oro en el siglo III a. C., cuando extendió su influencia a lo largo de la ruta del incienso debido al conquistar Najrán, Asir y Hiyaz.
Los mineos llegaron hasta Dedán y su comercio de larga distancia muestra la presencia de sus comerciantes en el Egeo implicándose también en el comercio marítimo. A finales del siglo II a. C., Ma’in se encontraba bajo el dominio de Qataban, pero después del colapso del imperio qatabaneo, el reino mineo cayó también. La zona estuvo bajo el dominio de Saba, hasta el momento en que el general romano Elio Galo emprendió una campaña militar en la zona en 25 a. C. -24 a. C.
Bajo el poder de los mineos, la capital estaba en Karna (ahora conocida como Sadah). La otra ciudad importante era Yathill (ahora conocida como Baraqish). El reino mineo se centraba en el noroeste del Yemen, con la mayor parte de sus ciudades a lo largo del wadi Madhab. Las inscripciones mineicas se han encontrado muy lejos del reino de Ma’in, como en al-`Ula, al noroeste de Arabia Saudí e incluso en la isla de Delos y en Egipto. Fue el primero de los reinos árabes meridionales en desaparecer, y la lengua mineica se extinguió en torno al año 100. (7)
Reino de Saba (siglo IX a. C.-275 d. C.)
Los sabeos (en árabe: سبئيون, Saba’iyyūn) fueron una de las civilizaciones más importantes y destacadas del sur de Arabia, que floreció en lo que hoy es el Yemen y las regiones circundantes. Fueron conocidos por su habilidad en el comercio, la agricultura, la arquitectura y su sistema de escritura, y su reino, Saba, tuvo un papel fundamental en la historia de la Arabia antigua. Su civilización alcanzó su apogeo entre el siglo IX a.C. y el siglo IV d.C.
Ubicación y capital
El reino de Saba estaba ubicado en el sur de la Península Arábiga, en la región montañosa y árida que hoy corresponde al Yemen. Su capital era Marib, una ciudad famosa por sus enormes presas y canales que permitían la irrigación de la tierra en una zona árida. Marib se convirtió en un centro próspero de comercio e innovación tecnológica debido a estos avanzados sistemas hidráulicos. El reino de Saba estaba en una posición estratégica, lo que le permitió controlar rutas comerciales que conectaban el sur de Arabia con el Levante, Mesopotamia, Egipto y otras civilizaciones.
Comercio y economía
La economía sabéica se basaba principalmente en el comercio de incienso, mirra, especias y otros productos aromáticos muy apreciados en el mundo antiguo. Además, el comercio de metales preciosos como el oro y la plata también jugó un papel importante en su prosperidad. Los sabéos controlaban rutas comerciales cruciales, y su capacidad para producir y comerciar estos productos les permitió alcanzar gran riqueza y estabilidad.
El comercio no solo involucraba productos de lujo, sino también materias primas como el cobre y el hierro, que fueron extraídos de las minas de la región. En este sentido, los sabéos fueron una de las primeras civilizaciones en tener un papel activo en el comercio intercontinental, estableciendo redes comerciales con otras grandes civilizaciones de la época, como los fenicios, los egipcios y los mesopotámicos.
Inscripción sabea (siglo VII a. C.) dirigida al dios sol Almaqah, mencionando cinco dioses del Sur de Arabia, dos soberanos reinantes y dos gobernadores. Jastrow (2007). Votive stele with Sabaean inscription adressed to the moon-god Almaqah, mentioning five South Arabian gods, two reigning sovereigns and two governors: “Ammî’amar son of Ma’dîkarib dedicated to Almaqah Ra’suhumû. With ‘Athtar, with Almaqah, with dhât-Himyam, with dhât-Ba’dân, with Waddum, with Karib’îl, with Sumhu’alî, with ‘Ammîrayam and with Yadhrahmalik.” Alabaster, ca. 700 BC, Yemen, area of Ma’rib (?). Dominio Público. Original file (2,230 × 3,400 pixels, file size: 3.85 MB,).
Agricultura e ingeniería hidráulica
Una de las características más notables de los sabéos fue su habilidad en la ingeniería hidráulica. En la región árida de la Península Arábiga, los sabéos construyeron impresionantes presas, canales y embalses para aprovechar las lluvias y asegurar el suministro de agua para la agricultura. La más famosa de estas obras hidráulicas fue la presa de Marib, una estructura masiva que permitió transformar la región en un centro agrícola floreciente. Los sabéos cultivaban una variedad de productos agrícolas, incluidos cereales, frutas y especias, y mantenían una próspera ganadería.
Religión y cultura
La religión sabéica era politeísta, y adoraban a varias deidades locales, siendo el principal dios Almaqah, dios lunar y protector de la cosecha. Además de las prácticas religiosas, la sociedad sabéica estaba fuertemente estructurada, con una élite gobernante y una clase sacerdotal que jugaba un papel central en la vida pública. La religión estaba íntimamente vinculada con las prácticas comerciales y la prosperidad del reino, y los templos dedicados a sus deidades se encontraban en todo el territorio.
En cuanto a la cultura, los sabéos dejaron un importante legado escrito, utilizando el alfabeto sudarábico, que fue utilizado por varias civilizaciones del sur de Arabia. Las inscripciones sabéicas proporcionan información sobre la historia, la religión y la organización política de su sociedad. También realizaron importantes avances en la arquitectura, construyendo templos y palacios monumentales que muestran una gran sofisticación en su diseño.
Declive del reino de Saba
A pesar de su prosperidad, el reino de Saba comenzó a declinar hacia el siglo IV d.C., debido a una combinación de factores, como guerras internas, invasiones externas (especialmente de las tribus himyaritas) y el agotamiento de sus recursos naturales. El colapso de la presa de Marib, posiblemente debido a la acumulación de sedimentos y las lluvias incontrolables, también jugó un papel crucial en su declive, ya que afectó gravemente la agricultura de la región.
A partir del siglo IV d.C., el reino de Saba fue absorbido por otros reinos y tribus, especialmente los himyaritas, que emergieron como la nueva potencia dominante en el sur de Arabia.
Legado
A pesar de su desaparición, la civilización sabéica dejó un gran legado cultural y arqueológico. Las ruinas de Marib, junto con las inscripciones sabéicas, han permitido a los arqueólogos y lingüistas estudiar su historia, religión y organización social. El reino de Saba también es mencionado en varias tradiciones literarias y religiosas, como la Biblia y el Corán, donde se les conoce como los reyes de Saba.
En la tradición islámica, la reina de Saba (Bilqís) es una figura central, especialmente en la historia de su encuentro con el profeta Salomón (Suleimán). La reina de Saba es famosa por su sabiduría y su visita a Salomón para probar su conocimiento y sabiduría.
En resumen, los sabéos fueron una de las civilizaciones más avanzadas y poderosas de la Arabia antigua, conocidos por su control del comercio de incienso, su ingeniería hidráulica, y su influencia cultural en la región. Aunque su reino cayó con el tiempo, su legado sigue siendo una parte importante de la historia de Arabia y su influencia perdura a través de los vestigios arqueológicos y las tradiciones religiosas.
Los sabeos (en color caqui) durante el siglo III. Map of Aksum and South Arabia ca. 230 AD.jpg: Yom derivative work: Rowanwindwhistler – Axum y el sur de Arabia hacia el 320. CC BY-SA 4.0.
Los sabeos o sabeanos (en árabe: السبأيون as-saba’iyūn) fueron un antiguo pueblo que hablaba una antigua lengua sudarábiga, que vivieron en la tierra bíblica de Saba, hoy Yemen, en el suroeste de la península arábiga.
- Stuart Munro-Hay, Aksum: An African Civilization of Late Antiquity, 1991.
Fundaron el reino de Sabaʾ (en árabe: سَبَأ), que se creía que era la tierra bíblica de Saba y «el más antiguo e importante de los reinos de Arabia Meridional».
Ver:
- Corán 27: 6-93
- Corán 34:15-18
- Burrowes, Robert D. (2010). Diccionario histórico del Yemen. Rowman & Littlefield. p. 319. ISBN 978-0810855281.
- St. John Simpson (2002). Reina de Saba: tesoros del antiguo Yemen. British Museum Press. p. 8. ISBN 0714111511.
- Kitchen, Kenneth Anderson (2003). Sobre la fiabilidad del Antiguo Testamento. Wm. B. Eerdmans Publishing. p. 116. ISBN 0802849601.
- «Los reinos de la antigua Arabia Meridional». British Museum. Archivado desde el original.
- Kenneth A. Kitchen The World of «Ancient Arabia» Series. Documentación para la antigua Arabia. Parte I. Marco cronológico y fuentes históricas p.110
La fecha exacta de la fundación de Sabaʾ es un punto de desacuerdo entre los estudiosos. Kenneth Kitchen data el reino entre 1200 a. C. y 275 d. C., con capital en Maʾrib, en lo que hoy es Yemen. Por otra parte, Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman opinan que «el reino de Sabae sólo comenzó a florecer a partir del siglo VIII a. C.» y que la historia de Salomón y la reina de Saba es «una anacrónica pieza del siglo VII. » El reino cayó tras una larga pero esporádica guerra civil entre varias dinastías yemeníes que reclamaban la realeza; de esto, el último Reino Himyarita surgió como vencedor.
- Finkelstein, Israel; Silberman, Neil Asher, David y Salomón: en busca de los reyes sagrados de la Biblia y las raíces de la tradición occidental, p. 171.
- Muller, D. H. (1893), Himyarische Inschriften [Inscripciones himyaritas] (en alemán), Mordtmann, p. 53.
- Javad Ali, El articulado en la historia de los árabes antes del Islam, Volumen 2, p. 420
- Wheeler, Brannon M. (2002). Profetas en el Corán: Una introducción al Corán y a la exégesis musulmana
Los sabeos se mencionan varias veces en la Biblia hebrea. En el Corán, se describen como Sabaʾ (سَبَأ, que no debe confundirse con Ṣābiʾ, صَابِئ), o como Qawm Tubbaʿ (en árabe: قَوْم تُبَّع, lit. ‘Gente de Tubbaʿ’).
- [Corán 27:6]
- Corán 44:37
- Corán 50:12
Historia
Los sabeos eran un pueblo semítico que, en fecha desconocida, entraron a Arabia septentrional desde el norte, marcharon al sur y fundaron el Reino de Saba, en territorio del actual Yemen, unos 370 kilómetros al noroeste de Aden. La civilización sabea comenzó entre los siglos XII y X a. C. y sus gobernantes son mencionados en las crónicas asirias de finales del siglo VIII a. C. y principios del siglo VII a. C.
- Nebes, 2023, pp. 330–332.
- Nebes, 2023, pp. 308–309.
El antiguo Reino de Saba estableció su poder a principios del primer milenio a. C. En el siglo I a. C. fue conquistada por los himiaritas, pero después de la desintegración del primer imperio himiarita de los reyes de Saba y de Dhu-Raydan, reapareció el Reino Medio Sabeo a principios del siglo II. Fue finalmente conquistada por los himiaritas a finales del siglo III. Su capital fue Ma’rib. El reino se localizaba a lo largo de la franja de desierto, llamado Sayhad por los geógrafos árabes medievales, y ahora se denomina Ramlat al-Sab`atayn.
En la Arabia meridional se establecieron varios reinos en el antiguo Yemen, con los mineos al norte en Uadi al-Jawf, los sabeos en la franja suroccidental que se extiende desde la sierra hasta el mar, los qatabanos al este y los hadramitas el este de ellos.
Los sabeos, al igual que los otros reinos yemenitas de la misma época, estaban involucrados en el lucrativo comercio de especias, sobre todo el incienso y la mirra.
Los sabeos han dejado una gran cantidad de inscripciones con el monumental alfabeto musnad (Abecedario árabe meridional) y documentos en escritura zabur, que abarcan alrededor de 1300 años de historia y que terminaron con la extinción del reino en el siglo VI.
Foto: Ruinas de la presa histórica de la antigua capital sabea de Ma’rib, en medio de las Montañas Sarat del actual Yemen. H. Grobe – Trabajo propio. CC BY-SA 3.0. Original file (3,833 × 1,835 pixels, file size: 1.51 MB).
La presa de Ma’rib (en árabe: سد مأرب, Sad Ma’rib) es una de las construcciones hidráulicas más impresionantes de la antigua Arabia y una de las obras de ingeniería más destacadas de la civilización sabéica. Se encuentra en la región montañosa de Sarat, en el actual Yemen, cerca de la antigua capital Ma’rib, que fue el corazón del reino de Saba. La presa fue crucial para la prosperidad del reino, ya que permitió transformar la región árida en una zona fértil y productiva.
Construcción y propósito
La presa original de Ma’rib fue construida alrededor del siglo VIII a.C., durante el reinado de los sabéos. Su construcción se atribuye al rey Shammar Yuhdhib o, según algunas fuentes, a su sucesor, el rey Karib’il Watar. Esta monumental estructura tenía como propósito principal almacenar agua y regular las inundaciones, lo que permitió la irrigación de los campos en una región naturalmente árida y semidesértica.
La presa original se construyó utilizando bloques de piedra y ladrillos, y contaba con una longitud de unos 600 metros y una altura de aproximadamente 15 metros, lo que la convertía en una de las presas más grandes de la antigüedad. Además, la presa estaba equipada con un sistema de canales y embalses que distribuían el agua hacia la tierra agrícola circundante, permitiendo a los sabéos cultivar una variedad de productos, como cereales, frutas y especias.
Importancia para el reino de Saba
La presa de Ma’rib fue vital para la economía sabéica, ya que no solo permitía la agricultura en una región seca, sino que también facilitaba la producción de incienso, un producto muy demandado en el comercio internacional. La irrigación proporcionada por la presa permitió que la región prosperara, produciendo excedentes agrícolas que eran comercializados a través de las rutas comerciales que conectaban el sur de Arabia con el resto del mundo antiguo, incluyendo Mesopotamia, Egipto, y el Levante.
La presa también fue esencial para el abastecimiento de agua a la ciudad de Ma’rib, que fue el centro político y religioso del reino de Saba. La ciudad estaba situada estratégicamente en una ruta comercial importante y se benefició enormemente de los recursos hídricos proporcionados por la presa.
Declive y colapso de la presa
El colapso de la presa de Ma’rib, ocurrido alrededor del siglo VI d.C., se considera uno de los factores que contribuyó al declive del reino de Saba. A pesar de ser una obra de ingeniería impresionante, la presa sufrió daños severos a lo largo de los siglos, debido a la acumulación de sedimentos y las fuertes lluvias, lo que provocó que los canales de agua se obstruyeran y la estructura no pudiera mantenerse. Algunos relatos históricos y tradiciones islámicas mencionan que la presa colapsó parcialmente debido a un gran desastre natural, lo que llevó a una crisis agrícola y a la eventual caída del reino sabéico.
El colapso de la presa también alteró las dinámicas sociales y económicas en la región, y se cree que provocó el desplazamiento de muchas personas, que buscaron refugio en otros reinos del sur de Arabia, como Himyar.
Restos arqueológicos y descubrimientos
Hoy en día, los restos de la presa de Ma’rib siguen siendo una de las principales atracciones arqueológicas del Yemen. Se han realizado excavaciones que han revelado grandes fragmentos de la presa original, incluidos bloques de piedra y canales de irrigación que aún son visibles en la región. Estos vestigios son testimonio de la avanzada ingeniería de los sabéos y de la importancia de la presa para su civilización.
Los estudios arqueológicos y las investigaciones sobre la presa continúan, ya que se siguen descubriendo nuevos detalles sobre su construcción y funcionamiento. La presa de Ma’rib es un símbolo de la ingeniería hidráulica antigua y del ingenio de los sabéos para adaptar su entorno a sus necesidades agrícolas y comerciales.
Significado cultural y religioso
Además de su función práctica, la presa de Ma’rib también tiene un significado cultural y religioso en la historia del pueblo sabéico. La religión sabéica estaba vinculada con la naturaleza y los elementos, y el control del agua a través de la presa era visto como un acto sagrado, relacionado con las deidades protectoras de la agricultura y el agua. Esto se refleja en las inscripciones que los sabéos dejaron en los muros de la presa y en los templos cercanos.
Mención en fuentes históricas y religiosas
La presa de Ma’rib y el reino de Saba son mencionados en varias fuentes históricas y religiosas, incluyendo el Corán. En el capítulo 34, se hace referencia a la Reina de Saba (Bilqís) y su visita al rey Salomón, lo que refleja la fama que tenía Saba y su infraestructura, incluida la presa, en el mundo antiguo. También hay relatos en la tradición islámica que mencionan la destrucción de la presa, lo que se considera un signo de la pérdida de la bendición divina debido al abandono de la justicia y la piedad en la sociedad sabéica.
Conclusión
La presa de Ma’rib es una de las maravillas de la ingeniería antigua y un testimonio de la sofisticación de la civilización sabéica. Su construcción permitió el florecimiento agrícola y comercial de Saba, pero su colapso también marcó el principio del fin de esta poderosa civilización. Hoy en día, sus restos siguen siendo un importante símbolo del ingenio y la capacidad de adaptación de los antiguos pueblos de Arabia, y continúan siendo un sitio de interés arqueológico y cultural.
Menciones en diversos escritos
La Visita de la Reina de Saba a Salomón que aparece en el Primer Libro de los Reyes 10:1:
«Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Yahveh, vino a probarle con preguntas difíciles.»
Aparecen mencionados en el Libro de Job 1:14-15:
«Vino un mensajero donde Job y le dijo: Tus bueyes estaban arando y las asnas pastando cerca de ellos; de pronto, irrumpieron los sabeos y se los llevaron, y a los criados los pasaron a cuchillo.»
En el Libro de Isaías 45:14:
«Así dice Yahveh: El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y los sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán con grillos; te harán reverencia y te suplicarán diciendo: Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro fuera de Dios.»
En el Libro de Ezequiel 23:42:
«Y se oyó en ella voz de compañía que se solazaba con ella; y con los varones de la gente común fueron traídos los sabeos del desierto, y pusieron pulseras en sus manos, y bellas coronas sobre sus cabezas.»
En el Libro de Joel 3:8:
«y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, nación lejana; porque Yahveh ha hablado.»
Y también en la Res Gestae Divi Augusti, donde Augusto dice:
«En Arabia, el ejército penetró hasta el territorio de los sabeos y a la ciudad de Mariba.»
Corán
El nombre de Saba’ se menciona en el Corán en la surah al-Maeeda 5:69, an-Naml 27:15-44 y Sabaʾ. 34:15-17. Su mención en la surah al-Naml se refiere a la zona en el contexto de Salomón y la reina de Saba, mientras que su mención en la surah Sabaʾ se refiere a la Inundación de la presa, en la que la histórica presa quedó arruinada por las inundaciones. En cuanto a la frase Qawm Tubbaʿ Pueblo de Tubbaʿ, que aparece en la surah ad-Dukhan 44:37 y Qaf 50:12-14, Tubbaʿ era un título para los reyes de Saba’, como para los himyaritas.
- Wheeler, Brannon M. (2002). Profetas en el Corán: Una introducción al Corán y a la exégesis musulmana. Continuum International Publishing Group. p. 166. ISBN 0-8264-4956-5 – via Google Books.
Prácticas religiosas
El escritor musulmán Muhammad Shukri al-Alusi compara sus prácticas religiosas con el Islam en su Bulugh al-‘Arab fi Ahwal al-‘Arab:
«Los árabes durante el período preislámico solían practicar ciertas cosas que se incluyeron en la sharia islámica. Por ejemplo, no se casaban ni con la madre ni con la hija. Consideraban que casarse simultáneamente con dos hermanas era el crimen más atroz. También censuraban a quien se casara con su madrastra, y lo llamaban dhaizan. Hacían la peregrinación mayor hajj y la menor umra a la Kaaba, realizaban la circunvalación alrededor de la Kaaba tawaf, corrían siete veces entre los montes Safa y Marwa sa’y, arrojaban piedras y se lavaban después de mantener relaciones sexuales. También hacían gárgaras, se aspiraban agua hasta la nariz, se cortaban las uñas, se quitaban el vello púbico y practicaban la circuncisión ritual. Asimismo, cortaban la mano derecha a los ladrones y apedreaban a los adúlteros.»
Según el heresiógrafo Shahrastain, los sabeos aceptan tanto el mundo sensible como el inteligible, pero no siguen leyes religiosas, sino que centran su culto en entidades espirituales.
- al-Alusi, Muhammad Shukri. Bulugh al-‘Arab fi Ahwal al-‘Arab, Vol. 2. p. 122.
- Walbridge, John. «La explicación de los dioses griegos en el Islam». Journal of the History of Ideas, vol. 59, no. 3, 1998, pp.
Inscripción que muestra la práctica religiosa durante la peregrinación. CC0. Corpus inscriptionum semiticarum (CIS).Original file (1,016 × 1,500 pixels, file size: 311 KB).
Durante el poder sabeo, el comercio y la agricultura florecieron, generando gran riqueza y prosperidad. El reino sabeo se localizaba en lo que ahora es la región de Aseer del Yemen suroccidental, y su capital, Ma’rib, cerca de la moderna capital del Yemen, Saná. (8) De acuerdo con la tradición árabe meridional, fue fundada por Sem, el hijo mayor de Noé. Los romanos quedaron tan impresionados por la región, que la denominaron Arabia Felix. Augusto envió una expedición de conquista bajo las órdenes de Aelius Gallus. Tras un fracasado sitio de Ma’rib, el general romano se retiró a Egipto, mientras su flota destruía el puerto de Adén para garantizar la ruta comercial hacia la India. El éxito del reino se basaba en el cultivo y comercio de especias y perfumes, incluyendo el incienso y la mirra. Se exportaban hacia el Mediterráneo, la India y Abisinia, donde eran muy apreciados, por tierra mediante el uso de camellos (hacia Arabia) y por mar (hacia la India).
Durante los siglos VIII-VII a. C. hubo un estrecho contacto cultural entre los reinos de Dʿmt, en el norte de Etiopía, y Eritrea y Saba. Aunque la civilización era indígena y las inscripciones reales estaban escritas en un lenguaje protoetiosemítico, también había en el reino algunos inmigrantes sabeos, como lo evidencian algunas de las inscripciones de Dʿmt. (9) (10)
La agricultura en Yemen floreció durante este período gracias a un avanzado sistema de irrigación, consistente en grandes túneles que acumulaban agua en las montañas y en pantanos. La más impresionante de estas presas, conocida como la presa de Ma’rib, fue construida hacia el año 700 a. C., y proporcionaba agua a unos 100 km² de tierra de regadío (11) y que permaneció en pie durante un milenio hasta que, finalmente, se colapsó en el año 570 d. C. tras siglos de abandono.
Grifo del palacio real de Shabwa, capital de Hadhramaut. The original uploader was Jidan de Wikipedia en inglés. Copyrighted free use.
Reino de Hadramut (s. VIII a. C.-s. III d. C.)
«El Reino de Hadramaut fue una de las civilizaciones más importantes del sur de Arabia, con una historia que se extiende desde el siglo VIII a.C. hasta el siglo III d.C.. Su territorio se encontraba en lo que hoy es el sureste de Yemen y parte de Omán, siendo conocido por su gran riqueza comercial, gracias a su ubicación estratégica en la Ruta del Incienso, que conectaba Arabia con Egipto, Mesopotamia, Persia y el Mediterráneo.»
Origen y Fundación
Hadramaut es mencionado en fuentes históricas como la Biblia y antiguas inscripciones del sur de Arabia. El nombre puede tener un origen semítico y se asocia con «Hadhram», un legendario fundador del reino según la tradición local. La región de Hadramaut incluye el Valle de Hadramaut, un extenso oasis que fue clave para la supervivencia de sus habitantes.
El reino surgió como una potencia independiente alrededor del siglo VIII a.C., rivalizando con otros reinos de Arabia del Sur como Saba, Qataban y Main.
Capitales y Ciudades Importantes
La capital histórica de Hadramaut fue Shabwa, situada cerca del desierto de Rub al-Jali. Shabwa era un centro administrativo, político y religioso, con impresionantes palacios, templos y almacenes. La ciudad controlaba la producción y distribución de incienso y mirra, los principales productos de exportación del reino.
Otra ciudad destacada fue Raybún, considerada un importante asentamiento comercial.
Economía y Comercio
La economía de Hadramaut se basaba en el comercio de incienso, mirra, especias, metales preciosos y piedras preciosas. El incienso y la mirra eran esenciales para los rituales religiosos en Egipto, Mesopotamia y el Imperio Romano, lo que aseguraba una demanda constante y generaba gran riqueza para el reino.
Las caravanas de Hadramaut transportaban estos productos a lo largo de rutas comerciales que atravesaban el Desierto de Arabia y conectaban con los grandes puertos de la Península Arábiga, como Aden y Qana. También mantenían vínculos marítimos con India, África Oriental y Persia.
Religión y Cultura
El pueblo hadramí practicaba una religión politeísta similar a la de otros reinos árabes antiguos. Sin, el dios lunar, era la deidad principal, acompañado por otras divinidades como Shams (diosa solar) y Athtar (dios de la fertilidad y la guerra). Se han encontrado templos y altares dedicados a estas deidades en diversas excavaciones.
El arte y la arquitectura de Hadramaut destacaban por sus templos monumentales, murallas fortificadas y edificaciones de adobe decoradas con relieves y inscripciones en la lengua sabea.
Gobierno y Política
Hadramaut fue gobernado por una monarquía hereditaria. Los reyes llevaban títulos como Mukarrib (sacerdote-rey) o simplemente «rey de Hadramaut». A menudo se mencionan en inscripciones que documentan campañas militares, alianzas y tratados comerciales.
Conflictos y Caída
El siglo I d.C. marcó el inicio de una serie de conflictos con el reino de Saba, su principal rival. Aunque Hadramaut logró mantener su independencia durante siglos, hacia el siglo III d.C., fue invadido y anexado por el Reino de Himyar, otra potencia emergente del sur de Arabia.
Factores como las guerras constantes, la competencia comercial y el colapso de la Ruta del Incienso debido al auge del comercio marítimo en el Mar Rojo y el Océano Índico contribuyeron a la desaparición del reino.
Legado y Descubrimientos Arqueológicos
Hoy en día, los restos de Hadramaut son considerados uno de los mayores legados arqueológicos de la Península Arábiga. Las ruinas de Shabwa, Raybún y otros sitios han sido exploradas por arqueólogos que han descubierto inscripciones, templos, murallas y tumbas monumentales.
El legado cultural de Hadramaut aún se refleja en las tradiciones y la arquitectura de las ciudades modernas de Yemen, como Mukalla y Seiyun, que conservan influencias de aquella época gloriosa.
Reino de Hadramaut (en violeta) durante el siglo III. Mapa: Rowanwindwhistler. CC BY-SA 4.0.
Hadramaut, Hadramut, Hadhramaut o Ḥaḍramūt (en árabe: حضرموت Ḥaḍramawt) es el antiguo estado y sultanato independiente de Quaiti que abarca una región histórica del sur de la península arábiga en el golfo de Adén y mar Arábigo, fronteriza con el desierto de Rub al-Jali, que se extiende hacia el este del Yemen y hacia los bordes de la región de Dhofar en Omán. El nombre de la región está actualmente contenido en la gobernación de Hadramaut de la República de Yemen. A los naturales de Hadramaut se les llama hadramíes y hablaban el idioma hadramita, del grupo de lenguas sudarábigas.
- Richard N. Schofield, Gerald Henry Blake, Arabian Boundaries: Primary Documents, 1853-1957 Volume 22, Archive Editions, 1988-.
Etimología
El origen del nombre no se conoce con exactitud. Hay varias teorías. Una teoría es que la región lleva el nombre de un apodo de Amar bin Qahtan (عمرو بن قحطان), que significa «la muerte ha llegado», que viene de /ḥaḍara/ (en árabe «ha llegado») y /maut/ («muerte»). Se llamaba así, porque cada vez que participaba en una batalla, siempre había muchas personas muertas. Otra hipótesis es que después de la destrucción de los tamudeos, el mismo profeta islámico Saleh reubicó a unos 4000 de sus seguidores en la zona conocida como Hadramaut, que fue donde murió y por tanto, la región fue llamada «la muerte ha llegado».
Otra teoría supone que el nombre estaría vinculado a Jasarmávet en el libro del Génesis 10:26 y en el libro Primero de las Crónicas 1:20. En ellos, Jasarmávet es uno de los hijos de Yoqtán, uno de los descendientes de Sem, hijo de Noé (Génesis 10:1), es decir, los fundadores de naciones vecinas como Saba, también hijo de Yoqtán. Como el sur de Arabia ha sido y es uno de los lugares de la subfamilia de lenguas semíticas meridionales el origen semita del nombre es muy probable. Si el nombre reflejase una convención bíblica o prebíblica en el Próximo Oriente, esto significaría que su antigüedad es anterior a las civilizaciones greco romanas y al Islam.
Una última teoría es que el nombre deriva del griego υδρευματα (hydreumata), refiriéndose a las estaciones de riego amuralladas (fortificadas con frecuencia) en los uadis. Un hydreuma (en singular), es un pozo de agua, habitado, cuidado y fortificado a lo largo de un itinerario caravanero que hacían principalmente la ruta del incienso. Era la manera de defender el aprovisionamiento de agua frente a las incursiones de las tribus beduinas. En los alrededores, a unos 10 km de distancia, se formaban pequeños pueblos que servían de campamentos para las caravanas de camellos. Un paralelo interesante con este modelo se encuentra en los pozos de agua fortificados en el desierto oriental de Egipto Romano: hydreumata.
Se están investigando arqueológicamente diferentes ciudades perdidas a lo largo de esa ruta como Ubar en Omán o Shisur y se han encontrado huellas de desarrollo urbano en el centro de Madhab, cerca de la actual Ḥurayḍa. La principal ciudad del antiguo reino de Hadramaut, Shabwa parece particularmente prometedora con los restos encontrados.
El primer dirigente de la región tenía por nombre Yur’ish Shamir, de acuerdo a dos marcas epigráficas encontradas «yhr’šisSMR».
El reino hadramí hizo frente a una larga serie de guerras, especialmente con el reino de Saba, al oeste, que le impidió su expansión por lo que tuvo que dedicarse principalmente a la pesca, la navegación y el comercio, especialmente del incienso. Como navegantes, los hadramíes utilizaban con habilidad los vientos monzones, pero prefirieron la vía terrestre con más frecuencia, lo mismo que los sabeos, los qatabanes, los mineos y los ausanes.
Árbol del incienso (Dhofar, Omán). Eckhard Pecher – Trabajo propio. CC BY 2.5.
Reino de Hadramaut (siglo VIII a. C.-siglo III)
Las primeras referencias al reino de Hadramaut en Arabia del Sur son inscripciones del siglo VIII a. C. Se mencionan en una inscripción de Karab’il Watar en sabeo de principios del siglo VII a. C., en la que el rey de Hadramaut, Yada`’il, es mencionado como uno de sus aliados.
Cuando los mineos se hicieron con el control de las rutas caravaneras en el siglo IV a. C., Hadramaut se unió a su confederación, posiblemente por intereses comerciales. Más tarde se independizó y hacia finales del siglo I a. C. fue invadido por el expansivo reino de Himyar pero pudo rechazarlo. Hadramaut se anexionó Qataban en la segunda mitad del siglo II, alcanzando su máxima expansión territorial. Finalmente el reino de Hadramaut fue conquistado alrededor del año 300 por el rey himiarita Shammar Yuhar, que unificó todos los reinos de Arabia meridional.
- Müller, Walter W. «Ḥaḍramawt», Encyclopaedia: D-Ha, pp.965–6.
Religión
Los primeros sentimientos religiosos del sur de la península arábiga, es un contexto principalmente politeísta de dioses, que giran en torno a una divinidad «dionisíaca de la vegetación», con alguna aproximación al Heracles griego para evolucionar, en los siglos anteriores a la aparición de la fe islámica, hacia formas de culto monoteísta con una deidad llamada Rahman o Rahmanan (literalmente, «misericordioso»), a la que adoraban, nombre que en el islam, probablemente no sea coincidencia, será indicado por Dios como su propio nombre, junto con el más conocido de Alá:
» Invócalo como Alá o invócalo como Rahmán…»
(Cor. XVII: 1104)
En una inscripción (100 a. C. 100) recuperada en hadramítico, se recuerda la reconstrucción del santuario dedicado a la diosa solar «DTZHRN» por el rey de Hadramaut.
Según fuentes islámicas, Hadramaut fue la región de la que provenía la tribu de Banu Kinda, conocida por haber creado una efímera confederación tribal que lideraron (entre ellos se recuerda el padre del famoso poeta preislámico Imru l-Qays), y que sirvieron de referencia a la Umma islámica por primera vez.
Las primeras referencias al reino de Hadramut o Hadramaut son inscripciones del siglo VIII a. C. Se mencionan en una inscripción de Karab’il Watar en sabeo de principios del siglo VII a. C., en la que el rey de Hadramut, Yada`’il, es mencionado como uno de sus aliados. Cuando los mineos llegaron a dominar las rutas caravaneras en el siglo IV a. C. Hadramut se unió a su confederación, posiblemente por intereses comerciales. Más tarde se independizó y hacia finales del siglo I a. C. fue invadido por el expansivo reino de Himyar, pero pudo rechazar la invasión. Hadramut se anexionó Qataban en la segunda mitad del siglo II, alcanzando su máxima expansión territorial. Finalmente el reino de Hadramut fue conquistado por el rey himiarita Shammar Yuhar alrededor del año 300, que unificó todos los reinos de la Arabia meridional. (12)
Reino de Awsan (siglo VIII a. C.-siglo VI a. C.)
El antiguo reino de Awsan en la Arabia meridional (actual Yemen), con capital en Hagar Yahirr en el wadi Markha, al sur del wadi Bayhan, está marcado por un tell o montículo artificial, que es conocido localmente como Hagar Asfal.
Awsān fue un antiguo reino de la Arabia antigua, en el actual Yemen; entre el siglo VIII a. C. y el siglo VII a. C.
La historia de Awsan está marcada por conflictos continuos con el Reino de Saba. Las inscripciones sabeas documentan la destrucción de Awsan por parte de Karib’il Watar, rey de Saba, quien lanzó una campaña militar devastadora contra el reino alrededor del siglo VII a.C.. Según estas inscripciones, Hagar Yahirr fue arrasada, y sus habitantes fueron deportados o esclavizados.
Se cree que después de esta conquista, Awsan nunca recuperó su antigua gloria y quedó bajo el control de Saba, aunque algunos asentamientos menores continuaron existiendo en la región durante siglos.
El legado de Awsan es conocido principalmente gracias a las inscripciones sabeas y a los restos arqueológicos encontrados en Hagar Asfal, donde los arqueólogos han desenterrado restos de templos, edificios públicos, murallas y esculturas. Entre los hallazgos más importantes se encuentran estatuas de piedra y relieves que muestran influencias tanto locales como extranjeras.
Los estudios arqueológicos continúan revelando más sobre la cultura material y la vida cotidiana de esta antigua civilización, que fue un rival efímero pero poderoso de los grandes reinos de Arabia del Sur.
Reino Himyarita
Himyar o reino himyarita fue un antiguo Estado de la parte meridional de la península arábiga, que data del 110 a. C.
En árabe se llamaba مملكة حِمير, y los griegos y romanos lo conocían antiguamente como reino homerita.
Conquistó al vecino reino de Saba (Sheba) aproximadamente en el 25 a. C., Qataban hacia el 200 d. C., y Hadramaut hacia el 300 d. C. Su suerte política con respecto a Saba cambió frecuentemente hasta que finalmente conquistó el reino de Saba alrededor del 280 d. C.
- M. ‛A. Bafaqīh: L’unification du Yémen antique. La lutte entre Saba, Himyar et le Hadramawt de Ier au IIIème siècle de l’ère chrétienne. París: Bibliothèque de Raydan, 1990.
Historia
Himyar fue el Estado dominante en Arabia hasta el año 525 d. C.
Los himyaritas eran, originalmente, una tribu de la montaña en lo que ahora es Yemen, que conquistaron los otros reinos del sur de Arabia, incluida el de Saba en 115 a. C., y que eran ricos en el comercio de incienso. Los himyaritas fueron constructores de castillos, consideraron necesario levantar ciudadelas para protegerse contra los ataques de los beduinos. El reino de Aksum, en Etiopía, gobernó sobre Saba de 340 a 378 d. C., pero el área fue reconquistada por las fuerzas de Himyar en 525. La caída de la nación fue un lento proceso que involucra los Estados cristianos de Aksum y el Imperio bizantino de un lado, el Imperio sasánida de Persia por el otro, y varias facciones al sur de Arabia que se escindieron. El país pasó de régimen de Aksum a sasánida en 575 y en 628, el quinto sátrapa sasánida de «Al-Yaman», se convirtió al islam y el sur de Arabia fue incorporado al nuevo imperio musulmán en expansión.
Su economía estaba basada en la agricultura. El comercio exterior se fundaba en la exportación de olíbano y mirra. Por muchos años, fue también el mayor intermediario que enlazaba el este de África con el mundo mediterráneo. En su mayoría, este comercio consistía en exportar marfil de África para ser vendida en el Imperio romano. Los barcos de Himyar viajaban regularmente a la costa de África del Este y el Estado también ejercido una considerable dosis de control político de las ciudades mercantiles de África del Este.
El Periplo por la Mar Eritrea describe el imperio comercial de Himyar y a su gobernante Charibael (Karab Il Watar Yuhan’em II), de quien se dice mantuvo relaciones amistosas con Roma.
- Fordham.edu (traducción al inglés del Periplo por la Mar Eritrea, párrafo 23).
Periplo del mar Eritreo
El Periplo del mar Eritreo (Περίπλους τῆς Ἐρυθρᾶς Θαλάσσης; Periplus Maris Erythraei) es un periplo griego que describe la navegación y las oportunidades de comercio desde puertos egipcio-romanos como Berenice, a lo largo de la costa del mar Rojo y África Oriental, hasta la India. El texto ha sido datado entre los siglos I y III, aunque la fecha más aceptada es de mediados del siglo I. Tras haber sido atribuido mucho tiempo al geógrafo Flavio Arriano (Flavius Arrianus Alexandrinus), la crítica filológica convino en que la identidad del autor es desconocida.
Parece ser la descripción de primera mano de un comerciante egipcio que escribe en griego. Este texto es único por las descripciones precisas de la zona. Aunque «Mar Eritreo» se refiere generalmente al mar Rojo, nombre que es su traducción exacta, para los antiguos griegos la definición incluía el golfo Pérsico y el océano Índico.
La obra, toda en griego, consta de 66 capítulos, la mayoría de un párrafo de longitud. En muchos casos la descripción de los lugares es lo suficientemente precisa como para identificar inequívocamente las localizaciones actuales; en otros no lo es tanto. Por ejemplo se menciona Rhapta como el mercado más importante en la costa africana de Azania, pero hay al menos cinco localidades que se ajustan a la descripción, desde el sur de Tanga hasta el delta del río Rufiji. La descripción de la costa india menciona explícitamente el río Ganges, pero China es confusamente descrita como la gran ciudad interior Thina, productora de seda.
Mercancías y comercio de esclavos
Otra característica interesante del Periplo es que algunas palabras que describen mercancías objeto de comercio no se conocen en ninguna otra obra literaria, con lo que su significado real solo es una elucubración. Por otro lado, el Periplo describe ampliamente algunos de los mejores emporios para la compraventa de esclavos. Por ejemplo, el capítulo 8 reza:
«Desde Malao (Berbera) está a dos rumbos del mercado de Moundou, donde los barcos anclan con más seguridad por una isla que está muy cerca de la tierra. Las importaciones a éste son como se ha dicho [el capítulo 8 menciona hierro, oro, plata, vasos, etc.], y de él igualmente se exportan las mismas mercancías [el capítulo 8 menciona mirra, douaka, makeir, y esclavos], y goma fragante llamada mokrotou. Los habitantes que comercian aquí son más obstinados.» Huntingford, 1980, p. 24.
Plantea el Periplo en su capítulo décimo tercero que Opone fue sitio excelente para la compra de los mejores esclavos:
«Y luego, después de navegar cuatrocientos stadia a lo largo de un promontorio, hacia cuyo lugar la corriente también te arrastra, hay otra ciudad-mercado llamada Opone, en la que se importan las mismas cosas que las ya mencionadas, y en ella se produce la mayor cantidad de canela, (el arebo y la moto), y esclavos de la mejor clase, que se llevan a Egipto en número creciente; y una gran cantidad de carey, mejor que el que se encuentra en otros lugares.» Periplo, §132
También explica el Periplo que hay sitios en la costa africana donde no siempre hay disponibilidad de esclavos:
«Después de Avalites hay otra ciudad-mercado, mejor que ésta, llamada Malao, distante a vela unos ochocientos estadios. El fondeadero es una rada abierta, protegida por un espigón que sale del este. Aquí los nativos son más pacíficos. Se importan a este lugar las cosas ya mencionadas, y muchas túnicas, mantos de Arsinoe, vestidos y teñidos; tazas para beber, láminas de cobre blando en pequeña cantidad, hierro, y moneda de oro y plata, no mucha. Se exporta de estos lugares mirra, un poco de incienso, (el conocido como far-side), la canela más dura, duaca, copal indio y macir, que se importan a Arabia; y esclavos, pero raramente. Periplo, §83
El periplo describe también cómo Hípalo fue el primero en descubrir la ruta directa desde el mar Rojo hasta el sur de India.
En el texto Periplo por la Mar Eritrea (del siglo I d. C.) se describe un reino «homerita» en la costa sur de la península arábiga (actual Yemen). I, PHGCOM.
Los Nabateos
Los nabateos constituyen un antiguo pueblo árabe,(«Nabataeans». livius.org.) cuya actividad se desarrolló especialmente al sur y al este de la región israelí (actualmente en Israel y Jordania). La capital, la mayor parte del tiempo, fue Petra, cuyos famosos restos se sitúan a 80 km al sudeste del mar Muerto. Su época de mayor esplendor abarca del siglo IV a. C. al I d. C. El casco urbano de Petra se repartía entre las dos riberas del río Uadi Musa, un valle encajonado entre altas rocas. Ciudad almacén de las mercancías que procedentes de Arabia, India y del mar Rojo, eran trasladadas en largas caravanas por las rutas comerciales de la época. La posesión de los principales enclaves por donde esas rutas pasaban era uno de los objetivos de los nabateos. Palmira, al norte, gobernó los territorios del antiguo reino nabateo bajo el efímero reinado de la famosa reina Zenobia, entre los años 266 y 272 d. C. Otra de sus ciudades en el centro de la ruta comercial fue la ciudad de Bosra.
La mayoría de los historiadores identifican a los nabateos con la tribu de Nebayot. Por eso se les relaciona con Ismael de quien aquel era hijo (véase Génesis 25.13, 28.9 y 36.3; y 1 Par 1.29). También se presume que eran árabes de Qahtán. Pertenecían al grupo de los arameos contra quienes combatió Tiglatpileser III (745-727 a. C.).
Asurbanipal también luchó contra ellos en el año 640 a. C. aproximadamente. Unidos a la gente de Qedar resistieron, mandados por el jefe árabe Uabé, hijo del anciano Házá’il. En este tiempo eran eminentemente nómadas y la ley vigente entre ellos les prohibía sembrar trigo, plantar árboles o construir casas. Así mantenían el espíritu trashumante que les era propio.
Hacia el 312 a. C., Antígono ―soberano de Siria y Fenicia―, emprendió una campaña contra los nabateos, que se refugiaron en Petra. Allí gozaron de independencia, sobre todo en la época de mayor debilidad de los seléucidas. La ciudad comercial más importante estaba en Hegra (hoy Madain Saleh), lugar en que se cruzan las rutas del golfo Pérsico ―por Hái’l y Teima―, del Yemen ―por Yatrib―, del mar Rojo ―por Leuke Kome, en la desembocadura de Uadi el-Harud―.
Los nabateos eran originalmente nómadas beduinos que se establecieron en el desierto de Arabia, en la región conocida como Edóm (actual Jordania). Aprovecharon su conocimiento de las rutas desérticas y se convirtieron en expertos comerciantes y guías de caravanas, conectando Arabia, Egipto, Mesopotamia y el Mediterráneo.
Su auge comenzó alrededor del siglo IV a.C., cuando empezaron a controlar rutas comerciales clave, especialmente las que transportaban incienso, mirra, especias, metales preciosos y telas de lujo. Pronto, su influencia se expandió desde el Negev hasta el Haurán, cubriendo partes de Siria, Jordania, Arabia Saudita y Palestina.
El Tesoro, Petra Jordania. Diego Delso. CC BY-SA 3.0. Original file (2,256 × 3,726 pixels, file size: 5.13 MB).
Petra
Petra (en griego antiguo, Πέτρα, en árabe, البتراء, al-Batrā´) es un importante enclave arqueológico en Jordania y la capital del antiguo reino nabateo, cuyos pobladores la llamaban Raqmu (en árabe nabateo: الرقيم).1 El nombre de Petra proviene del griego πέτρα, que significa piedra.
El asentamiento de Petra se localiza en un valle angosto, al este del valle de Arabá que se extiende desde el mar Muerto hasta el golfo de Áqaba. Los restos más célebres de Petra son sin duda sus construcciones labradas en la misma roca del valle (hemispeos), en particular, los edificios conocidos como el Khazneh (‘el Tesoro’) y el Deir (‘el Monasterio’).
Fundada a finales del siglo VIII a. C. por los edomitas, fue ocupada en el siglo VI a. C. por los nabateos que la hicieron prosperar gracias a su situación en la ruta de las caravanas que llevaban el incienso, las especias y otros productos de lujo entre Egipto, Siria, Arabia y el sur del Mediterráneo.
Hacia el siglo VI d. C., el cambio de las rutas comerciales y los terremotos sufridos condujeron al abandono de la ciudad por sus habitantes. Cayó en el olvido hasta que en 1812 el lugar fue redescubierto para el mundo occidental por el explorador suizo Jean Louis Burckhardt (1784-1817).
Numerosos edificios, cuyas fachadas están directamente esculpidas en la roca, forman un conjunto monumental único que, a partir del 6 de diciembre de 1985, está inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. La zona que rodea el lugar es también, desde 1993, parque nacional arqueológico.
Desde el 7 de julio de 2007, Petra forma parte de las nuevas siete maravillas del mundo moderno.
Geografía
Petra se encuentra a mitad de camino entre el golfo de Áqaba y el mar Muerto a una altitud de 800 a 1396 m s. n. m. (metros sobre el nivel del mar) en un valle de la región montañosa de Edom, al este del valle de Arabá. Hoy, Petra está alrededor de 200 km (kilómetros) al suroeste de la capital jordana Amán, aproximadamente a 3 horas en automóvil.
La situación de Petra, construida en gran parte en la misma roca, como si de una escultura se tratase, está por eso mismo embutida entre rocas abruptas y empinadas, entre los pasadizos o pequeños cañones excavados por la erosión del agua a través de miles de años. Dispone de un suministro seguro de agua, lo que hace que sea un lugar propicio para el desarrollo de una próspera ciudad. El lugar es accesible solo por un estrecho sendero de montaña por el noroeste, o al este a través de un cañón de aproximadamente 1,5 km de longitud y hasta 200 m (metros) de altura, el Siq, el acceso principal, que en su lugar más estrecho mide apenas dos metros de ancho.
La presencia de agua y la seguridad proporcionada por el emplazamiento de Petra hizo de ella una parada natural en la intersección de varias rutas de caravanas que conectaban Egipto, Siria y Arabia con el sur del mar Mediterráneo, cargadas sobre todo con productos de lujo (especias y seda de la India, de marfil de África, perlas del mar Rojo e incienso del sur de Arabia). La resina de árbol del incienso (Boswellia) era codiciada en todo el mundo antiguo como una ofrenda religiosa especialmente valiosa, y también como medicamento.
La actividad comercial generada por las caravanas y las tasas percibidas producían importantes beneficios para los nabateos. Como resultado, la ciudad albergó desde el siglo V a. C. un importante mercado hasta el siglo III.
Tumbas Reales. Berthold Werner . (Petra, King’s Wall). CC BY-SA 3.0. Original file (3,872 × 2,592 pixels, file size: 3.36 MB).
Los descubrimientos en el sitio de Beidha, a pocos kilómetros de Petra, han demostrado la existencia de instalaciones sedentarias que datan de un período estimado entre los años 11 000 y 6000 a. C. El establecimiento más antiguo encontrado en Petra data de la Edad de Hierro.
El lugar era un santuario religioso, político y cultural.
La historia de Petra es larga, su valle era muy estimado por su fácil defensa. Sin embargo, sus primeros habitantes fueron nómadas, no hay huellas físicas de las viviendas más que a partir de la época nabatea, ya que esta civilización construyó y vivió allí durante mucho tiempo. Tras el período bizantino, el lugar está prácticamente en abandono, por lo que hay pocas fuentes que evoquen ese momento, lo que hace difícil reconstruir la historia de la ciudad durante un largo período. Tras el redescubrimiento de la ciudad por Jean Louis Burckhardt en 1812, se ha encontrado en los escritos de la antigüedad muchas fuentes que evocan la historia de Petra.
La región sufrió numerosas incursiones por parte de las tribus israelitas, pero permaneció bajo el control de los edomitas al menos hasta la anexión del territorio edomita al Imperio persa.
Según el Libro del Éxodo (de la Biblia), los edomitas ―como descendientes de Esaú y enemigos de los hebreos― se opusieron al paso de Moisés. En un esfuerzo por localizar los sitios mencionados en el Libro del Éxodo, Léon de Laborde y otros exploradores occidentales dieron nombres bíblicos a cada lugares, por ejemplo, Wadi Moussa (‘el arroyo de Moisés’) o Al-Khazne Firaun (‘el tesoro del Faraón’). Petra, como Bosra no se conocerá hasta el siglo XX, como la ciudad mencionada en la Biblia (II Reyes, XIV, 7; Isaías, XVI, 1) con el nombre de Sela (en hebreo פטרה sela, «roquedal»), la capital de los edomitas, antes de que las investigaciones arqueológicas demostraran que se trataba de dos ciudades diferentes. Sela están más al norte.
De acuerdo con León de Laborde, (ver: Laborde, Léon de (1830). Voyage de l’Arabie Pétrée. París: Giard.), las primeras huellas de las instalaciones sedentarias edomitas en el sitio de Petra se remontan al final del siglo VIII a. C. Este pueblo dominaba entonces toda la región. Los edomitas optaron por instalarse en Umm al-Beira, las colinas cercanas a Petra, ya que se han encontrado varios emplazamientos en las cumbres. El mismo lugar ocupado más tarde por los nabateos, pobres constructores, pero muy reputados por la cerámica.
Las rutas comerciales terrestres de los nabateos hicieron de Petra un centro de comercio importante para su época. Like tears in rain (Contact me for suggestions/corrections) – Own work (using different GFDL maps so it may be not exactly right) and the book : Christian Augé et Jean-Marie Dentzer, Pétra, la cité des caravanes, Gallimard, coll. « Découvertes Gallimard / Archéologie », Paris, avril 1999 (réimpr. 2001, 2004, 2006), 96 p. (ISBN 2-07-053428-6). CC BY-SA 3.0.
Hacia el final de siglo IV a. C. y principios del III, los nabateos parecen totalmente independientes, a pesar del dominio regional de la dinastía tolemaica; y al fin del siglo III a. C., los nabateos apoyan a Antioco III, que expulsa a los tolomeos hacia el sur.
Entre el año 93 a. C. y el 90 a. C., el rey nabateo Obodas I derrotó a Alejandro Janneo en los Altos del Golán, Poniendo fin a la expansión de los Hasmoneos en Petra y su reino. Conquistó los países de Moab y Gilead, al este de Jordania que volverá a perder después, a pesar de su nueva victoria sobre Jannée en el año 82.
En el año 85 Obodas I derrotó al seléucida Antíoco XII que murió en combate. A su muerte, Obodas fue deificado por los nabateos que organizaron su culto y construyeron el Deir en su honor.
El rey Aretas III, hijo de Obodas I extiende el reino de los nabateos hasta Damasco. La ciudad se desarrolla gracias al comercio de la ruta del incienso. Esta histórica ruta terrestre comenzaba en Yemen a lo largo de la costa oeste de Arabia y se dividía en Petra en dos ramas: una hacia el noroeste que llevaba a Gaza, y otra al noreste en dirección a Damasco. El agua y la seguridad hicieron de Petra un oasis para las caravanas del sur de Arabia, cargadas sobre todo de productos de lujo especias y seda de la India, de marfil de África, perla s del mar Rojo e incienso del sur de Arabia, entre otros productos muy codiciados). La resina de Boswellia (el «árbol del incienso») fue codiciada en el mundo antiguo como ofrenda religiosa, especialmente valiosa, y también como medicina. La intermediación comercial y los aranceles producían importantes beneficios para los nabateos, que daba a las caravana agua y vivienda para pasar la noche, a cambio de un pago.
La fachada del Deir o «Monasterio», de 45 m de altura. Diego Delso. CC BY-SA 3.0. Original file (3,142 × 2,075 pixels, file size: 1.82 MB).
El rey nabateo Malichos I y Obodas III hicieron fracasar muchas expediciones romanas en Arabia incluido en los años 25 y 24 a. C., el prefecto de Egipto Elio Galo. Los romanos trataron de encontrar el origen de las especias y los perfumes con los que comerciaban los nabateos para no pagar su intermediación.
La ciudad alcanzó su apogeo en el año 50. Contaba con 20 000 habitantes, pero las fuentes difieren mucho de este número: otras estimaciones van desde 30 000 a 40 000 habitantes.
Durante el reinado del rey nabateo Obodas III el reino experimentó un importante desarrollo cultural. En esa época se construyen la mayoría de las tumbas y los templos.
Los nabateos adoraban a los dioses y diosas árabes de la época preislamica, así como a algunos de sus reyes deificados. Dushara es el principal dios masculino, con su trinidad femenina: Uzza, Allat, y Manat. Muchas estatuas talladas en la roca muestran a estos dioses y diosas.
Diodoro de Sicilia y Estrabón son los únicos escritores conocidos de este período que dejaron testimonio escrito de Petra. Estos textos dan cuenta de las riquezas de este pueblo árabe, provenientes del comercio de las caravanas entre Asia y Europa, pero no están de acuerdo en su forma de vida: eran sedentarios o nómadas, campesinos o urbanos. El nombre semítico de Petra también se menciona en los Manuscritos de Qumrán.
Período romano
La provincia romana de Arabia Pétrea.
Plinio el Viejo la localiza perfectamente y nos otorga muchas notas de su economía. ( Plinio el viejo Historia Natural libro V-87 y 89, el VI-144, y siguientes, XXXVII-121, y + ). Una confederación compuesta por diez Estados Ciudades situada no muy lejos de Petra llamada Decápolis hizo su aparición en la época de los romanos. Será sometida por Roma el año 63 a. C.
Entre los años 64 y 63 a. C., los territorios nabateos fueron conquistados por el general Pompeyo y anexados al Imperio romano, en su campaña para reconquistar las ciudades tomadas por los hebreos. Sin embargo, después de la victoria, el imperio otorgó a Petra y a los nabateos una relativa autonomía, con la obligación principal de pagar impuestos y de proteger las fronteras de las tribus del desierto. Para esta época se comienzan a construir edificios al modo griego y se realizan las conocidas fachadas que evocan templos helénicos (como la que se aprecia en la primera fotografía de esta página).
En el año 106, probablemente después de la muerte del último rey nabateo, Rabbel II Soter —ya que al parecer no hubo ninguna batalla— el reino fue anexionado por orden del emperador romano Trajano, acción que fue llevada a cabo por Cornelio Palma, gobernador de Siria, una vez dominada se dejó acuartelada una legión en el lugar. Esto hizo de Bosra, que se convertirá rápidamente en la segunda ciudad más grande del reino nabateo, la capital de la nueva provincia romana de Arabia (provencia Arabia). El emperador Trajano renombró a Bosra (llamada entonces Bostra) como Nea Traiane Bostra, o Nueva Bostra de Trajano, y Petra recibe el título honorario de metrópoli (metrópoli). Un poco más tarde, en el año 114, Petra se convertirá en la base para los ataques contra el Imperio de los Partos en Irán.
La apertura de las rutas marítimas en la época romana dio un golpe fatal a Petra y a los nabateos al desviar las corrientes comerciales de la ciudad. Desde la ocupación romana, algunas caravanas siguen parando en Petra, pero se vuelven cada menos frecuentes con el tiempo a pesar de la construcción de una vía romana de 400 km, que conecta Bosra, Petra y el golfo de Áqaba. El emperador Adriano fue a la ciudad en el año 131 y le dio su nombre: Petra Hadriana.
El aumento en la construcción revela que la ciudad conoció, a pesar de todo, un período próspero durante la «Pax Romana». Con la reorganización del imperio, iniciada por el emperador Diocleciano, se convirtió en la capital de la Palaestina taertia o Palaestina salutaris. Los romanos encauzaron un río, el uadi, por un túnel debajo de Petra, reconstruyeron la calle mayor y levantaron el templo Qar el-Bint.
- Millar, Fergus (1992). El Imperio Romano y sus pueblos limítrofes. Siglo Veintiuno Editores.
Según la tradición árabe, Petra es el lugar donde Moisés en el Éxodo del pueblo de Israel desde Egipto, hizo que brotase una fuente de la piedra, al golpearla con su bastón. La aldea cerca de Wadi Moussa y algunos otros lugares, todavía recuerdan a Moisés. Myriam, la hermana de Moisés, tiene una tumba allí.
Detalle de un mosaico bizantino de la iglesia de Petra. Original file (2,000 × 3,008 pixels, file size: 1.96 MB). Hendrik Dacquin from Gent, Belgium – tette! . CC BY 2.0.
Período bizantino
En el año 325 ―casi 500 años después de la creación de Petra como centro comercial— el cristianismo se convirtió en una de las religiones estatales del imperio, lo que influyó también en la provincia y en Petra. En el 330, el emperador Constantino I el Grande creó el Imperio romano de oriente, con su capital en Constantinopla. Petra y su provincia pasaron a ser parte de dicho imperio.
Petra era entonces parte del Imperio bizantino, y el imperio alentó —como en todo su territorio— la difusión de la fe cristiana mediante la construcción de iglesias. Los habitantes de la ciudad siguieron siendo fundamentalmente fieles a sus creencias, pero en el año 350 fue nombrado en Petra un obispo, y un siglo más tarde se construyeron en la ciudad grandes iglesias. Atanasio de Alejandría se refiere a un obispo de Petra llamado Asterius. El Deir fue incluso utilizado como iglesia durante este período, y durante las excavaciones se descubrieron una cruz pintada en sus paredes, y otras tres iglesias. La gran Tumba de las urnas de la época nabatea, que corresponde a la tumba de Malichos II o Aretas IV Philopatris, se convirtió en una especie de catedral en el año 446. Al norte de Petra hay varias tumbas con una cruz tallada, lo que indica que los cristianos enterraron allí a sus muertos.
En el año 363 un fuerte terremoto ocasionó daños en los monumentos, incluido el teatro, y en los acueductos. En su descripción del terremoto y su poderosa réplica, Cirilo, obispo de Jerusalén, afirma que casi la mitad de la ciudad fue destruida cuando sucedió el terremoto, a la tercera hora, y en particular a la novena hora de la noche.
La ciudad se encontraba ya debilitada desde el comienzo de la dominación romana por el descenso de sus actividades comerciales; no fue reconstruida y se fue vaciando lentamente de sus habitantes.
Fortaleza en las ruinas de Al-Karak, a medio camino entre Amán y Petra. Original file (2,560 × 1,920 pixels, file size: 2.59 MB). Alexander – Flickr. CC BY-SA 2.0.
La fortaleza de Al-Karak, también conocida como Castillo de Karak, es una de las más impresionantes fortalezas medievales del Levante. Se encuentra en la actual Jordania, al este del Mar Muerto, sobre una colina que domina el valle de Wadi Karak. Fue un bastión estratégico durante las Cruzadas y un centro clave de poder en diversas épocas históricas.
Historia y Construcción
La fortaleza fue construida en 1142 por Payen le Bouteiller, un caballero cruzado del Reino de Jerusalén. Su ubicación estratégica permitía controlar la Ruta de los Reyes, una importante vía comercial que conectaba Egipto con Siria. El castillo fue diseñado en el estilo cruzado con grandes muros defensivos, torres y un sistema de fortificación en terrazas.
Estructura y Arquitectura
El castillo combina arquitectura cruzada, islámica y mameluco, lo que refleja su historia compleja. La fortaleza está construida en una meseta rocosa de unos 1.000 metros sobre el nivel del mar, lo que la hacía casi impenetrable.
Entre sus características destacan:
- Murallas macizas de piedra caliza.
- Torres semicirculares y rectangulares.
- Pasadizos subterráneos y almacenes.
- Salas de reuniones y capillas, que más tarde se convirtieron en mezquitas.
- Puertas fortificadas y bastiones defensivos.
Guerras y Sitios Históricos
Al-Karak fue escenario de numerosos conflictos. Durante las Cruzadas, estuvo bajo el mando del infame Reinaldo de Châtillon, conocido por sus actos de piratería en el Mar Rojo y ataques a caravanas musulmanas, lo que provocó la ira de Salah ad-Din (Saladino). En 1183, Saladino sitió la fortaleza, pero no logró capturarla en ese momento. Sin embargo, en 1189, tras una larga campaña, el castillo cayó en manos musulmanas.
Posteriormente, los ayubíes, los mamelucos y los otomanos lo utilizaron como un puesto militar clave, realizando reformas arquitectónicas significativas para reforzar sus defensas.
Época Moderna y Conservación
Con el tiempo, la fortaleza de Al-Karak perdió su importancia militar, pero se mantuvo en pie debido a su sólida construcción. Hoy en día, es una de las atracciones turísticas más importantes de Jordania y un sitio arqueológico de gran relevancia.
Legado Histórico y Cultural
El castillo de Al-Karak es un símbolo de resistencia y poder medieval en Oriente Medio. Representa la lucha entre cruzados y musulmanes y es un ejemplo emblemático de arquitectura militar de la Edad Media. Sus impresionantes ruinas aún evocan su pasado glorioso y atraen a visitantes y arqueólogos de todo el mundo.
Edad Media
La conquista islámica de la región en los años 629-632 parece no haberse interesado por Petra. La última mención de Petra se encuentra en un texto escrito por Anthenogenes, obispo de la ciudad, hacia el final del siglo V o el comienzo del VI.
Conquistada por los árabes, cuya actuación sobre la ciudad no se conoce, Petra, que gradualmente se había vaciado de sus habitantes y se había convertido en una simple aldea en el año 700, es ocupada en última instancia por los cruzados antes de ser completamente olvidada.
Durante la Primera cruzada, la ciudad fue ocupada por Balduino de Boulogne del Reino de Jerusalén y forma el segundo vasallaje de la baronía de Al-Karak en el Señorío de Transjordania.
Durante la dominación franca, se construyeron varias fortificaciones cruzadas en las fortalezas de Al-Wu’ayrah y Al-Habis.
La ciudad sigue en manos de los cruzados hasta el año 1187, cuando Saladino los derrotó en la batalla de Hattin y Al-Karak tomando posesión de la región.
Un peregrino alemán llamado Thetmar dijo haber pasado cerca de Petra en 1217 y el Sultán az-Zâhir Rukn ad-Din Baybars al-Bunduqdari cruzó la ciudad en 1276.
Las ruinas de Petra fueron objeto de curiosidad durante la Edad Media, atrayendo algunos visitantes que dejaron constancia de su visita, como los sultanes Bibares de Egipto a principios el siglo XIII.
Camels running back in the Siq. Disdero. CC BY-SA 2.5. Original file (2,560 × 1,920 pixels, file size: 2.92 MB).
Economía y Comercio
El éxito económico de los nabateos se debió a su dominio de las rutas comerciales y su habilidad para gestionar el agua en una región árida. Crearon un sistema de cisternas, canales y embalses que les permitía almacenar agua y abastecer a sus caravanas y asentamientos.
Petra se convirtió en un emporio comercial, un punto central para los intercambios de mercancías entre el Mediterráneo y el este de Arabia. La riqueza generada por el comercio permitió a los nabateos construir una de las ciudades más espectaculares del mundo antiguo.
Cultura y Arquitectura
La cultura nabatea fue un sincretismo entre influencias árabes, egipcias, griegas, romanas y mesopotámicas. Su arquitectura monumental se destacó especialmente en Petra, donde sus ingenieros tallaron templos, tumbas y fachadas directamente en los acantilados de arenisca.
El Tesoro de Petra (Al-Khazneh) es su estructura más icónica, pero también son notables la Tumba del Palacio, el Monasterio (Ad-Deir) y el Teatro Nabateo. Estos edificios muestran elementos helenísticos mezclados con motivos orientales únicos.
Los nabateos también dejaron inscripciones en arameo y nabateo, que con el tiempo evolucionaron hacia lo que sería el árabe clásico.
Petra (‘piedra’), la capital nabatea esculpida en la roca. Foto: Berthold Werner. CC BY-SA 3.0. Original file (2,516 × 3,836 pixels, file size: 4.05 MB).
Religión
Los nabateos no se encuentran entre las tribus mencionadas en las genealogías árabes porque el reino nabateo desapareció mucho antes de la llegada del islam. Estaban asentados al este de la depresión sirio-africana entre el mar Muerto y el mar Rojo, es decir, la tierra que había sido conocida como Edom. Aunque las primeras fuentes fiables datan del 312 a. C., es posible que estuvieran asentados allí desde mucho antes.
Petra (del latín petra, piedra) está en un gran valle al este del wadi Araba en Jordania, a unos 80 km al sur del mar Muerto. Adquirió importancia y notoriedad a finales del siglo I a. C. gracias al comercio de especias. Petra era la principal ciudad de la antigua Nabatea y era famosa sobre todo por sus sistemas de ingeniería hidráulica. Fue independiente hasta el reinado de Trajano, y después floreció bajo el dominio romano. La ciudad creció alrededor de su calle columnada en el siglo I de nuestra era y hacia mitades de ese siglo había alcanzado un notable grado de urbanización. Fue probablemente en este período en el que se abrieron las canteras, y la construcción continuó durante los siglos I y II d. C.
La religión nabatea era politeísta. Sus principales deidades incluían:
- Dushara, el dios supremo, asociado con la fertilidad y la protección.
- Al-Uzza, diosa del amor y la guerra, identificada con Venus.
- Manat y Allat, otras deidades femeninas. Tenían templos y altares dedicados a estos dioses, y realizaban rituales en sus santuarios tanto en Petra como en otras ciudades importantes.
Declive y Legado
El declive del Reino Nabateo comenzó en el siglo I d.C., cuando el Imperio Romano se expandió hacia el este. En el año 106 d.C., el emperador Trajano anexó el territorio nabateo y lo convirtió en la provincia romana de Arabia Petraea. A partir de entonces, los nabateos fueron asimilados en la cultura romana y su identidad como un pueblo independiente desapareció. A pesar de su caída, su legado arquitectónico, especialmente en Petra, sigue siendo uno de los mayores tesoros arqueológicos del mundo. Las técnicas de gestión del agua y comercio desarrolladas por los nabateos también dejaron una huella duradera en la historia de la región.
Bibliografía sobre los Nabateos y su ciudad de Petra:
- Petra: La Ciudad de los Nabateos. Autora: Carmen Blánquez Pérez. Este libro ofrece un recorrido detallado por la historia de Petra, desde sus orígenes hasta su apogeo bajo los nabateos, destacando su arquitectura y relevancia cultural.(Amazon).
- Petra y el Reino Nabateo
Autora: Carmen Blánquez Pérez. Considerado el primer libro publicado en España sobre Nabatea, profundiza en la civilización nabatea y su capital, Petra, resaltando su importancia en el Próximo Oriente.(Marcial Pons). - Petra, la Perla del Desierto. Historia y Cultura de los Nabateos. Este libro, editado en gran formato, combina información histórica con una rica parte gráfica, explorando la cultura nabatea y la majestuosidad de Petra. (Naos Libros).
- Petra. Publicado por National Geographic, este libro presenta una visión detallada de las tumbas y estructuras esculpidas en la roca de Petra, destacando su relevancia como enclave nabateo y su papel en las rutas comerciales de la antigüedad.
- La Menorah de Petra. Autor: Carlos Díaz Domínguez. Aunque es una novela de ficción, ofrece una narrativa ambientada en Petra, proporcionando contexto histórico y cultural sobre la ciudad y los nabateos
Palmira
( Siria.) Palmira (en palmireno: ; en árabe: تدمر Tadmor o Tadmir) fue una antigua ciudad ubicada en el desierto de Siria, en la actual provincia de Homs a 3 km de la moderna ciudad de Tedmor o Tadmir (versión árabe de la misma palabra aramea «palmira», que significa «ciudad de los árboles de dátil»). En la actualidad solo persisten sus amplias ruinas que son foco de una abundante actividad turística internacional. La antigua Palmira fue la capital del Imperio de Palmira bajo el efímero reinado de la reina Zenobia, entre los años 268-272.
- «Tadmor: Siria (sitio arqueológico), Nombre Completo, división administrativa, coordenadas geográficas y mapa». Nombres Geográficos. Consultado el 12 de mayo de 2012.
- «Tedmor: Siria (lugar poblado), Nombre Completo, división administrativa, coordenadas geográficas y mapa». Nombres Geográficos. Consultado el 12 de mayo de 2012.
- Unesco (20 de junio de 2013). «Los seis sitios del Patrimonio Mundial de Siria ingresan en la Lista del Patrimonio en Peligro». Unesco.org.
Palmira fue declarada como Patrimonio de la Humanidad en 1980. El 20 de junio de 2013, la Unesco incluyó a todos los sitios sirios en la lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro para alertar sobre los riesgos a los que están expuestos debido a la Guerra Civil Siria. Las construcciones históricas que permanecían en pie fueron dinamitadas por las milicias fundamentalistas islámicas de la oposición siria en 2015.
Ruinas monumentales como se veían hasta 2015, cuando fueron dinamitadas. Aotearoa de Wikipedia en polaco. CC BY-SA 3.0.
Historia de Palmira
En la vecindad del oasis de Afqa se produjeron los primeros asentamientos de los que se conoce su existencia de los archivos de Mari. En la Biblia se menciona con los nombres de Tadmor y Tamar (aunque hay cierta confusión con otra ciudad cerca del Mar Muerto). Durante el predominio de los seléucidas en Siria, Palmira consiguió su independencia.
Palmira, una rica y elegante ciudad caravanera, se incluyó en la provincia romana de Siria bajo Tiberio (14-37). Adquirió importancia como escala en la ruta comercial que unía Persia, India, China y el Imperio romano (hacia la ciudad de Roma por los puertos de Siria y Fenicia). En 129 Adriano visitó la ciudad y quedó tan impactado por ella que la proclamó ciudad libre y la redenominó Palmyra Hadriana. Sus habitantes árabes fueron adoptando las costumbres y vestidos de influencia grecorromana, pero también de los partos.
En el 41 a. C. los habitantes de Palmira huyeron de las tropas de Marco Antonio al otro lado del Éufrates. En el siglo I a. C. Siria se había convertido en provincia romana y la ciudad prosperó enormemente con el comercio de caravanas al estar situada en la ruta de la seda. «Independiente entre dos Imperios», la define Plinio el Viejo. (Ver: Plinio el viejo Historia Natural libro V-88.)
Tras una visita, el emperador Adriano otorgó a Palmira los derechos de ciudad libre y cambió el nombre a Palmyra Hadriana.
Tras la captura en el año 260 del emperador romano Valeriano en la guerra contra los sasánidas, Palmira defendió las fronteras bajo el mando del gobernador Septimio Odenato. Tras su asesinato en 267, su viuda Zenobia en nombre de su hijo Vabalato, estableció en Palmira la capital de un reino que extendió por Siria y el Líbano. Mantuvo su independencia durante cuatro años frente al acoso de Roma, consiguiendo extender su área de influencia hasta Egipto. En 272 fue derrotada y llevada cautiva por el emperador romano Aureliano quien la hizo tirar de un carro encadenada con cadenas de oro durante su marcha triunfal. Luego Aureliano la perdonó y le permitió retirarse a una villa en Tibur donde podría seguir practicando la filosofía. Tras una segunda revuelta de sus habitantes, Palmira fue arrasada en el 273.
Diocleciano reconstruyó luego Palmira aunque la nueva ciudad era más pequeña y estableció un campamento en sus cercanías como defensa contra los sasánidas. En el año 634 fue tomada por los musulmanes y en el 1089 fue completamente destruida por un terremoto.
Tras el dominio turco, pasó junto el resto de Siria bajo control francés como parte del Mandato impuesto por la Sociedad de Naciones. El 2 de julio de 1941 las tropas francesas, fieles a Vichy, capitularon ante las tropas británicas que habían invadido desde Irak tras lo cual alcanzó con el resto de territorio la independencia.
Vista panorámica del templo de Bel de Palmira en 2008. Dinamitado en 2015. Yvonnefm – Trabajo propio. CC BY-SA 3.0. Original file (5,000 × 961 pixels, file size: 3.51 MB).
Tribus beduinas
Los beduinos son árabes nómadas que habitan los desiertos de Oriente Próximo, la península arábiga (de donde son originarios) y el norte de África, por donde se expandieron durante las conquistas árabes del siglo VII, cubriendo prácticamente todos los países de la costa mediterránea, desde Egipto hasta Marruecos. Los beduinos actuales están organizados en tribus que hablan el badawi, y se consideran descendientes del pueblo árabe.
La palabra castellana «beduino» proviene del francés bédouin, que a su vez deriva del idioma árabe, bedaui o badawi en lengua coloquial, que significa ‘morador del desierto’.
Los beduinos de la península arábiga, en tiempos de Mahoma, constituían un grupo social de unos tres mil miembros; dicho grupo estaba a su vez dividido en familias pero unido por vínculos de sangre, que se transmitían por vía materna. La relación entre las distintas tribus fue siempre difícil e inestable. Las características de las tribus de beduinos eran, además de los vínculos de sangre, el sentido de la hospitalidad, tener siempre presente el honor y el valor guerrero, y el aprecio a la poesía y a la elocuencia, facultades que sirvieron para preservar la «memoria colectiva» del pueblo árabe.
Estas tribus nómadas adoraban piedras, árboles, astros y demonios, así como ciertos dioses o ídolos venerados en La Meca. Eran muy religiosos y no monoteístas, pero aceptaron enseguida las enseñanzas de Mahoma convirtiéndose en musulmanes con más intensidad y fervor que el resto de los árabes.
Muy importante y definitivo en las conquistas que promovió el islam fue el aporte humano de los beduinos. Su fuerza, agresividad, y tácticas de combate fueron, en gran medida, eficaces para que esta religión triunfase sobre los grandes imperios sedentarios vecinos. Los beduinos llevaron de generación en generación el recuerdo de sus orígenes, que mitificaron como una idílica época primitiva.
Obra de Carl Haag (1859) que representa a una familia de beduinos en el desierto sirio. Carl Haag. Dominio Público.
Los beduinos de la península arábiga, en tiempos de Mahoma, constituían un grupo social de unos tres mil miembros; dicho grupo estaba a su vez dividido en familias pero unido por vínculos de sangre, que se transmitían por vía materna. La relación entre las distintas tribus fue siempre difícil e inestable. Las características de las tribus de beduinos eran, además de los vínculos de sangre, el sentido de la hospitalidad, tener siempre presente el honor y el valor guerrero, y el aprecio a la poesía y a la elocuencia, facultades que sirvieron para preservar la «memoria colectiva» del pueblo árabe.
Estas tribus nómadas adoraban piedras, árboles, astros y demonios, así como ciertos dioses o ídolos venerados en La Meca. Eran muy religiosos y no monoteístas, pero aceptaron enseguida las enseñanzas de Mahoma convirtiéndose en musulmanes con más intensidad y fervor que el resto de los árabes.
Muy importante y definitivo en las conquistas que promovió el islam fue el aporte humano de los beduinos. Su fuerza, agresividad, y tácticas de combate fueron, en gran medida, eficaces para que esta religión triunfase sobre los grandes imperios sedentarios vecinos. Los beduinos llevaron de generación en generación el recuerdo de sus orígenes, que mitificaron como una idílica época primitiva.
Bedouin family-Wahiba Sands. Tanenhaus from Brooklyn – Bedouin family, Wahiba Sands. CC BY 2.0.
Su economía se fundamenta en la cría de ganado, actividad alrededor de la que organizan su vida. Se desplazan constantemente en busca de agua y pastos. Se alimentan principalmente de leche y derivados, como un tipo de manteca que llaman ghee. Comen también pan ácimo de trigo, de forma redondeada, dátiles y otros frutos que obtienen en los oasis de los desiertos.
Vida y costumbres
Existen tres clases bien diferenciadas entre los beduinos: los «verdaderos beduinos» son pastores nómadas y son famosos por sus caravanas cruzando los desiertos. Se dedican al comercio. Los fellahin son agricultores y se han hecho sedentarios; viven al borde del desierto. Ha aparecido una tercera clase de beduinos, semi-nómadas, que emigran con sus animales y que además se ocupan de una agricultura estable.
Su hogar son las tiendas bajas, de forma rectangular, hechas con pelo de camello o de cabra. Se enrollan por los lados para que pueda circular el aire, y cuando llueve o hay tormentas de arena, se cierran herméticamente. Una parte de la tienda es para los hombres y los invitados, la otra es para las mujeres y niños.
Los beduinos usan ropa ligera para soportar el calor. Llevan túnicas que cubren el cuerpo entero, salvo la cara, manos y pies. El vestido de los hombres se llama thawb y es de algodón negro. A veces llevan encima mantos de seda o chaquetas de algodón que se llaman kibrs, sujetos con cinturones de cuero.
Se organizan por grupos de parentesco. La unidad más pequeña es la familia, después sigue el clan y por último, la tribu.
Los niños pequeños se quedan al cuidado de sus madres hasta que cumplen los siete años, en que ya acompañan al padre en su tarea. Las mujeres preparan las comidas, cosen, tejen, cargan las tiendas, recogen leña y se ocupan de los niños y de los ancianos. También se dice que son trashumantes, otra de sus características, como se ve al inicio del Neolítico.
La mayoría de los beduinos son musulmanes sunníes. Siguen manteniendo creencias ancestrales en espíritus o genios. Algunos beduinos han adoptado el sufismo. Los sufíes son musulmanes místicos que tratan de alcanzar un grado superior de conciencia para así obtener una relación más íntima con Dios.
Un beduino, en el desierto sirio. Ed Brambley from Cambridge, UK – The Shepherd. CC BY-SA 2.0.
Los beduinos, para soportar el calor extremo del desierto, utilizan ropa ligera, túnicas que permiten la circulación del aire y libertad de movimiento, proporcionando protección contra el sol y la arena. Sus vestidos se diseñan para cubrir el cuerpo entero salvo la cara, manos y pies.
El vestido principal para los hombres es el thawb de algodón blanco o la túnica gris. Encima de la túnica, los hombres llevan mantos de seda larga o chaquetas de algodón llamadas kirbs. Las chaquetas están abiertas por delante y llevan broches de cuero.
Al ser el desierto un ambiente hostil, la vestimenta funciona como protección ante el sol y la arena, a costa de un aumento en la temperatura corporal. De todos modos, al llevar ropa aumenta la retención de los líquidos corporales (dificultando la evaporación del sudor, que queda retenido con la ayuda de las prendas) y al funcionar como aislante interponiéndose entre el calor del ambiente y el cuerpo mismo. Paradójicamente, al caer la noche en el desierto, la temperatura desciende de manera abrupta, demostrando que la cantidad de ropa extra es también un beneficio.
Por otra parte, la ropa blanca, como las túnicas de los beduinos, refleja más radiación, y si va mejor, en lugares con temperaturas tan elevadas. Todos los pueblos que viven en el desierto deberían llevar ropa de color blanco. Los tuaregs, otro pueblo del desierto, van vestidos de color azul (se les conoce como hombres azules), por lo que el color parece no ser tan importante.
Sistema de parentesco
Para comprender el sistema de organización social tribal de Arabia en la época preislámica, ha sido crucial el estudio de los vínculos de parentesco. Los lazos de parentesco, que se establecían por diversas formas de alianza y no solamente por la vía de la consanguinidad, constituían los fundamentos de la estructura tribal.
Tres unidades principales formaban el marco social del árabe preislámico, lo que significa que su vida se desarrollaba en tres niveles, no aislados sino integrados. El grupo más grande era la tribu, por lo general llamada qabîla. La tribu estaba dividida en un número variable de clanes llamados por lo general ḥayy o baṭn y el clan estaba a su vez compuesto de un número variable de familias, ‘a’ila, ahl, bayt, que era la unidad más pequeña. (15)
Para mantener esta forma de organización social, era importante que el vínculo de los individuos con su tribu tuviera una fuerza particular que se concentra en el concepto de aṣabīyah, que Toshihiko Izutsu define como el espíritu de solidaridad tribal, (16) según el cual los individuos vivían y morían para defender el honor de su tribu.
Cabe aclarar que esto no quiere decir que los principios de la solidaridad tribal fueran simples o carecieran de excepciones. El lazo de parentesco ciertamente era el principal factor de cohesión, pero hay que destacar dos características importantes del sistema de parentesco de la Arabia preislámica: el primero es que los lazos de parentesco no eran indisolubles y el segundo es que había más mecanismos para establecer una relación de parentesco que el matrimonio y la consanguinidad. Un ejemplo del primer caso es la institución de tabarru’ o expulsión de un miembro de la tribu. (17) Los individuos que eran expulsados de su tribu se llamaban ṣa‘ālīk.
Así como era posible expulsar a un individuo de la tribu, también era común la separación o la unión de un colectivo (normalmente un clan o una tribu más pequeña).
La integración y adopción dentro de otra tribu, generalmente más poderosa, se hacía de distintas maneras. El adoptado (mawlâ, pl. mawâlî) podía ser una sola persona, un grupo más o menos grande o aun toda una tribu, y podía manifestarse de tres modos distintos: primero, podía tratarse de una protección temporal (ŷâr, pl. ŷîrân = protegido, hoy ṭanîb o qaṣîr); segundo, podía ser una agregación o confederación duradera (ḥilf); siendo una de las características usuales de estas confederaciones, especialmente las más grandes, la de reunirse alrededor de un santuario o territorio sagrado (ḥaram como el de La Meca, o el del Profeta en Medina), con lo que se hacía hincapié en su tinte religioso; y tercero, una afiliación plena y permanente en que se adoptaban todos los derechos y obligaciones de la otra tribu e inclusive se tomaba su nombre. Esta última se acompañaba siempre de ritos especiales, como la mezcla de sangres, los juramentos y la ceremonia de rociar el fuego con sal y líquidos perfumados. (15).
Existía una distinción entre los miembros por descendencia (ḥamûla) y los miembros por integración (‘ašîra), pero sabemos, por las fórmulas empleadas durante los rituales de integración, (18) que la alianza por adopción implicaba un acuerdo tan firme que no se puede disminuir o soslayar el espíritu de la solidaridad tribal en estos casos.
Religión
Los árabes anteriores al islam creían en numerosos dioses y espíritus, adivinándose una raíz totémica en el culto a ciertos árboles y, sobre todo, fuentes y piedras. Respetaban a ciertos animales considerados benefactores (león, toro, águila y halcón) y temían a los yinn o espíritus malignos. Como descubrieron la arqueología y la epigrafía, fueron elaborando lentamente un panteón influido por las tradiciones sirio-cananeas y la cosmogonía mesopotámica. En Palmira se mezclaban las divinidades babilonias y romanas: Nergal-Hércules y Nebo-Apolo, con otras feniciocananeas: Baalshamin, dios celeste; Astarté, Atargatis y Malakbel, con las propiamente árabes: Bel, el Amo del universo, Yaribol, dios del sol, la justicia y las fuentes; Aglibol, dios de la luna; Al-lat o Alilat, diosa de vida y Al-Uzza, personificación del lucero del alba.
El panteón nabateo, sin embargo, era puramente árabe. Lo encabezaban Dusares, rey de los dioses, y Al-lat o Alilat, para ellos, diosa del sol, cuyo símbolo, el león, puede verse grabado en sus rocas. Le seguían Wadd, dios de la luna, etc. Los templos palmiranos y nabateos seguían el modelo grecorromano, guardándose en su celda la estatua de la divinidad. Las ceremonias y los sacrificios eran llevados a cabo por sacerdotes divididos en varias categorías. Una procesión alrededor del templo precedía a las ceremonias.
En Palmira se llevaba la estatua del dios o diosa en unas angarillas o a lomos de un dromedario y luego se sacrificaba ante ella. Celebraban también banquetes funerarios y en honor de los diversos dioses.
En la Arabia del Sur predominaban las deidades astrales y celestes, que dominaban la naturaleza y el Destino. Una tríada reinaba sobre el panteón: Atar, dios de las estrellas, simbolizado por el planeta Venus; su padre el dios de la luna, Qamar o Sin, también llamado al-Maqah por los sabeos y Wadd por los mineos; y su madre Sams, la diosa del sol. A esta tríada familiar solo podían ofrecerle los reyes-sacerdotes. Otros dioses eran Warafu, señor de las delimitaciones del terreno; Mundihay, patrón de la irrigación; Tálab, dios de la lluvia, y los dioses protectores de cada clan. Los templos eran de grandes dimensiones en el Yemen y el Hiyaz, con grandes patios porticados, una alberca para las abluciones rituales y, al fondo, la celda donde se guardaba la estatua divina. La peregrinación a los más importantes santuarios era uno de los principales rituales, acompañándose de ayunos, abstenciones y pureza ritual.
Estos santuarios (haram) solían estar acompañados de un bosquecillo sagrado (hima), donde estaba prohibido matar a los animales que en él morasen. En el Hiyaz los dioses principales eran Al-lat o Alilat, diosa solar cuyo símbolo era el león, que tenía en La Meca un haram y un hima; Al-Uzza, el lucero del alba o planeta Venus matutino, que era la diosa suprema de los Coreschitas, la tribu gobernante en La Meca antes del islam, ciudad donde contaba también con su santuario e hima, y que solían ir acompañadas de Manat o Hubal. Hubal era el dios de la fertilidad, la primavera y la agricultura, siendo muy parecido a los otros dioses semitas Baal, Adonis y Tammuz. Manat era una diosa muy antigua, señora de la justicia, la muerte y el Destino.
Las tribus adoraban también a numerosos dioses menores, locales y tribales. En los templos se desarrollaban las ceremonias y sacrificios y los kahin («adivinos» en árabe, voz próxima a la hebrea cohens) practicaban la magia y la adivinación. Asimismo contaban con servidores laicos. El islam será una reacción sin concesiones contra el paganismo relativamente poco estructurado de la Arabia Antigua, algunos de cuyos rasgos, islamizados, perdurarán.
Cristianismo y judaísmo
No eran religiones desconocidas por los árabes y Mahoma, ya que desde el siglo III d. C. había conversos a ellas. El cristianismo de la región era en su gran mayoría nestoriano y jacobita. Lo eran los gasaníes y lajmíes de las fronteras siriomesopotámicas y en la propia Arabia hubo desde entonces tribus cristianizadas, así como comunidades urbanas de cristianos en el oasis de Nayran (sur del Hiyaz), Saná en Yemen y la isla de Socotora. No debe olvidarse la cercanía de Etiopía, cristiana al igual que el Imperio bizantino, así como el Imperio persa sasánida que, aunque de religión zoroástrica, protegía a la importante iglesia nestoriana de Persia. Comerciantes judíos se habían instalado desde finales del siglo III d. C. en el Yemen.
En el siglo VI, un rey convertido al judaísmo, Du Nuwas, ocupó el trono de Himyar y trató de implantar su fe como religión oficial.
Numerosos judíos, comerciantes y campesinos, vivían por entonces en el Hiyaz. Algunos eran emigrantes, pero otros eran conversos autóctonos. Por ello, el judaísmo influyó en la fase de creación del islam, en especial en Medina, ciudad en que la mitad de sus habitantes eran judíos a la llegada de Mahoma. El profeta procuró dejar clara la descendencia de los árabes de Abraham a través de su hijo Ismael, igual que los judíos por Isaac. En la doctrina de Mahoma, los personajes bíblicos fueron tomando importancia, aunque en el Corán el Antiguo y Nuevo Testamento se citen de oídas o a través de textos apócrifos distorsionados.
De la Biblia tomó el monoteísmo más riguroso y Jerusalén señaló la dirección de la oración (alquibla) hasta el enfrentamiento y ruptura con la población judía de Medina. El Corán mantiene ciertas doctrinas —resurrección final, prescripciones alimentarias, aspectos del Derecho— presentes igualmente en el judaísmo.
La distinción judía entre la Torá —la Biblia— y el Talmud —sus comentarios— existe también en el islam con el Corán —el libro sagrado— y los hadices —tradiciones posteriores—. La sharia musulmana, igual que la halaká judía, es una ley divina que reglamenta directa y minuciosamente todos los aspectos de la vida de los fieles. El Derecho y las escuelas jurídicas están considerados, tanto en el islam como en el judaísmo tradicionales, partes inseparables de la religión. Tales semejanzas se deben probablemente a la influencia que tuvieron los judíos recién convertidos al islam. Además, los hadices se desarrollaron principalmente en Irak, donde se encontraban los grandes centros rabínicos del Talmud babilonio. (19)
Surgimiento del islam
Referencias
- Cahen, 1985, p. 2.
- Cahen, 1985, p. 4.
- Philip Khuri Hitti (2002), History of the Arabs, Revised: 10th Edition
- Akkadians Study, Washington State University
- http://concise.britannica.com/ebc/article-9007224/Amorites The Amorites migration from Arabia
- http://www.britannica.com/eb/article-9007224/Amorite The Amorites origin – Britannica
- Nebes, Norbert. «Epigraphic South Arabian», Encyclopaedia: D-Happ.334.
- «arab terrorists car rentals israel at iraqandiraqis.com». Archivado desde el original el 12 de noviembre de 2007. Consultado el 2009.
- Sima, Alexander. «Dʿmt» in Siegbert von Uhlig, ed., Encyclopaedia Aethiopica: D-Ha (Wiesbaden:Harrassowitz Verlag, 2005), pag. 185.
- Munro-Hay, Stuart. Aksum: A Civilization of Late Antiquity, (Edinburgh: University Press, 1991), pag. 58.
- «Culture of Yemen-History and ethnic relations, Urbanism, architecture, and the use of space».
- Müller, Walter W. «Ḥaḍramawt», Encyclopaedia: D-Ha, pp.965–6.
- «Arabia». Archivado desde el original el 1 de septiembre de 2013. Consultado el 24 de marzo de 2008.
- «Encyclopaedia Iranica». Archivado desde el original el 12 de noviembre de 2007.
- Ruiz Figueroa, Manuel, Mercaderes, dioses y beduinos (El sistema de autoridad en arabia preislámica), El Colegio de México, México, 1975, p. 23-24.
- Izutsu, Toshihiko, Ethico-Religious Concepts in the Qur’ān, McGill University Press, Montreal, 1966, p. 62
- Izutsu, Toshihiko, Ethico-Religious Concepts in the Qur’ān, McGill University Press, Montreal, 1966, p. 56
- Landau-Tasseron, Ella, “The Status of Allies in Pre-Islamic and Early Islamic Arabian Society” en Islamic Law and Society, Vol. 13, No. 1, Brill, 2006, p. 7
- Diccionario de la civilización musulmana. Larousse. 1995.
La Arabia Preislámica (Documental Historia)
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