Los celtas fueron un conjunto de pueblos indoeuropeos que habitaron amplias regiones de Europa desde la Edad de Hierro hasta la romanización, dejando una profunda huella cultural en el continente. Su origen se remonta a las culturas proto-célticas del centro de Europa, especialmente la cultura de Hallstatt (1200-450 a.C.) y posteriormente la cultura de La Tène (450-50 a.C.), que definió la época de mayor expansión y esplendor celta. Aunque no formaron un estado unificado, los celtas compartían rasgos culturales, lingüísticos y religiosos que los identificaban como una entidad distintiva. Su sociedad estaba organizada en tribus, gobernadas por una aristocracia guerrera y liderada por reyes o caudillos, y la religión desempeñaba un papel crucial en su vida cotidiana, con los druidas como figuras centrales en la mediación espiritual y la conservación del conocimiento.
Los celtas destacaban por su maestría en la metalurgia, especialmente en el trabajo del hierro y el oro, así como por sus complejas expresiones artísticas que incluían intrincados diseños geométricos y motivos naturalistas. Eran también hábiles guerreros, reconocidos por sus espadas, carros de guerra y tácticas de combate, aunque su fama no se limitaba a la guerra, ya que eran grandes agricultores, ganaderos y comerciantes, conectando sus tierras con otras culturas mediterráneas y del norte de Europa.
Sus costumbres estaban impregnadas de mitología y simbolismo, celebraban festividades como Samhain, Beltane o Lughnasadh, que marcaban los ciclos de la naturaleza y el paso del tiempo. Sin embargo, la expansión del Imperio Romano y la presión de otros pueblos fueron reduciendo gradualmente sus territorios y autonomía. A pesar de ello, la influencia celta perduró, especialmente en regiones como Irlanda, Escocia, Gales y Bretaña, donde su idioma, tradiciones y mitos siguen siendo una parte fundamental de la identidad cultural. La historia de los celtas es, por tanto, la de un pueblo diverso y dinámico que supo adaptarse a su entorno y dejar un legado cultural duradero.
Expansión de los pueblos célticos en Europa. Autor: NeroN BG de Wikipedia en inglés. CC BY-SA 3.0.


Celta es el término utilizado por lingüistas e historiadores para referirse, en un sentido amplio, al pueblo o conjunto de pueblos de la Edad de Hierro que hablaban lenguas celtas, una de las ramas de las lenguas indoeuropeas. (1) En este sentido, el término no es por lo tanto étnico ni arqueológico, pues muchos de los pueblos que hablaron lenguas célticas, caso de los Goidelos de Irlanda, nunca llegaron a participar de las corrientes culturales materiales de Hallstatt o La Tène. (2)
Existe, sin embargo, un concepto más restringido del término, referido en este caso a los llamados celtas históricos, entendidos estos tradicionalmente como el grupo de sociedades tribales de Europa, que compartieron una cultura material iniciada en la primera Edad de Hierro (1200-400 a. C.) en torno a los Alpes (periodo Hallstatt) y más tarde en el hierro tardío (periodo La Tène), y que fueron así llamados por los geógrafos griegos y latinos. En este grupo se adscriben los celtas continentales de la Galia, norte de Italia, Alemania y Bohemia, los celtíberos y los celtas hispánicos de Iberia, los gálatas de Anatolia, este y centro de Rumanía y, ya con mayores reticencias por parte de los historiadores británicos e irlandeses, los celtas insulares.
En tiempos antiguos los celtas que llegaron a lo largo del primer milenio, hacia el 1200 a. C. a Europa y según el punto de vista tradicional, hacia el 900 a. C. en la península ibérica, eran un cierto número de pueblos interrelacionados entre ellos que habitaban en Europa Central; todos estos pueblos hablaban lenguas indoeuropeas, indicativo de un origen común. Hoy, el término «celta» se utiliza a menudo para describir a la gente, las culturas y lenguas de muchos grupos étnicos de las islas británicas, Francia, en la región de Bretaña; España, en Galicia, Asturias, Castilla y León y Cantabria; y Portugal, en la región de Minho. Sin embargo, tribus o naciones, como los atrébates, Menapii, y Parisii, desde regiones celtas de tierra firme, incluyendo la Galia y Bélgica, se sabe que se movieron hacia Gran Bretaña e Irlanda y contribuyeron al crecimiento de aquellas poblaciones. El uso del término celta para referirse a gente de Irlanda y Gran Bretaña surge en el siglo XVIII. Vivían en pueblos amurallados llamados castros.
Los griegos los llamaron keltoi o gente oculta, que proviene del griego Hecateo de Mileto del 517 a. C.

Cultura de Hallstatt
La cultura de Hallstatt es una cultura arqueológica perteneciente al Bronce final y la Edad del Hierro. Fue Paul Reinecke quien primero asimiló el yacimiento de Hallstatt con los campos de urnas, creando una periodización que actualizó posteriormente Müller-Karpe. Así, Hallstatt formó parte de los campos de urnas y, a su vez, fue heredera de estos, manteniendo una clara continuidad, sin rupturas. Sin embargo, también recibió influencias diferenciadoras gracias a sus contactos con el norte de Italia (Golasecca), con colonos mediterráneos a través del Adriático y también de los pueblos de las estepas de la Europa Oriental.
Fue una cultura de transición entre la Edad del Bronce y la del Hierro, extendiéndose principalmente por la Europa Central, Francia y los Balcanes. Se suelen distinguir dos grandes etapas (de un total de cuatro):
- Hallstatt A y B (1200-750 a. C.), correspondiente al Bronce Final de los campos de urnas.
- Hallstatt C y D (750-450 a. C.), consolidada como la Primera Edad del Hierro, aunque la C sigue perteneciendo a los campos de urnas.
Esta última fase (Fase D) enlaza con el periodo de La Tène (480-50 a. C.) o Segunda Edad del Hierro.
Representación de las tumbas del cementerio de Hallstatt. Dibujo: Bender235. Proviene de «Zeichnung eines Hallstätter Gräberfeldes von Johann George Ramsauer» (1795-1874). Dibujo de un cementerio de Hallstatt realizado por Johann George Ramsauer» (1795-1874). Dominio público.

Hallstatt es un yacimiento austríaco del lago del mismo nombre. Posee un paisaje glaciar a más de tres mil metros de altura. Especialmente fue un gran cementerio de los mineros de la sal de las montañas glaciales. Acaba dando nombre a una cultura prehistórica, antecesora de la cultura de La Tène.
Periodización
En 1885 Tischler divide el periodo de Hallstatt en dos, y La Téne en tres, sobre la base de la evolución de espadas, puñales y fíbulas. En 1902 Reinecke lleva a cabo una periodización, hoy considerada clásica: sitúa a los grupos transicionales (grupos humanos que introducen la cremación) en la Edad del Bronce, estableciendo cuatro periodos del Hallstatt (A, B, C, D). Los dos primeros corresponden al Bronce Final, el resto a la I Edad del Hierro. Se aprecia esa continuidad en el desarrollo de Hallstatt en esta nueva periodización. El siguiente paso lo da Kimmig que fija su atención en los campos de urnas. Partiendo de Reinecke los diferencia en cuatro periodos:
- I: Final del Bronce (grupos transicionales, 1200-1000).
- II-III: etapa clásica de campos de urnas que corresponde con Hallstatt A y B (1000-800, 800-700).
- IV: es el Hallstatt C y D, llamados campos de urnas tardíos o de la Edad del Hierro (700-500).
Müller-Karpe a través del material del Heládico de CC. UU., subdivide el periodo clásico A I y II y B I, II y III.

Yacimiento
No se sabe su lugar de asentamiento sino como trabajaban y donde se enterraban. No hay rastro de cementerio, establecimiento o explotación de sal antes del Bronce Final, 1000 a. C. A partir del 800 hay testimonio de los cementerios, con más de mil tumbas. Del 1000-800 hay trabajos en la zona norte de la formación montañosa. Luego en Hallstatt C y D en el sector oriental para ya, en la fase de La Tène, explotar el sector más occidental. A finales del hierro las minas se abandonan porque los mineros se trasladan a Dürrnberg.
Minas
Hay escasas pruebas de actividad en esos 200 primeros años, lo que sugiere que se establece una comunidad no permanente. Es un trabajo por parte de individuos con otras labores y, por ello, sólo una vez al año se dedican a la extracción. Las minas nos resaltan los materiales que utilizaron como largos picos de bronce con mangos de madera, mazas de madera y palas. Los terrones de sal eran llevados a la superficie en capazos. Para tanta madera, la obtenían de los bosques de las montañas adyacentes. En las galerías también se han encontrado abrigos de piel, lana o lino. Por último se ven restos de comida que ponen de relevancia la larga estancia de trabajo en las minas.
La tecnología utilizada en el Bronce Final es la misma que la de las minas de cobre de la época. Más tarde del 800 se desarrollan métodos específicos para obtener este material. Se tallan galerías más anchas y horizontales. Los bloques extraídos son más grandes. En total excavaron unos 3750 metros de galerías y, de ellas, obtuvieron 2 millones de metros cúbicos de sal.
Necrópolis y aplicación a la sociedad
Hay más de dos mil sepulturas. En 1846 se empieza a excavar, hasta 1863. Se encuentran, en un principio, novecientas sepulturas. Se ha descubierto que se practicaba tanto la inhumación como la cremación. Es importante la información de esta necrópolis para entender esta sociedad. No todas las tumbas dan la misma información. Solo 1100 enterramientos permiten extraer documentación precisa. Saltan a la vista los ricos enterramientos de los que se ha extraído información sobre la riqueza del lugar y el contacto comercial. Importante vida del cementerio del 800-400 a. C.
Esos 1100 enterramientos han permitido saber que esta comunidad era de 200-400 personas, cifra muy alta para esos tiempos. Los restos óseos y el ajuar hicieron pensar que de esas 200-400 personas, la mayoría sería sobre todo guerreros, mineros y comerciantes. Más tarde permiten reconocer dos grandes tipos de tumbas con una composición social de una comunidad de hombres y mujeres (enterramientos con armas pertenecientes a hombres y los que predominan el adorno de mujeres). Las tumbas de incineración no hacen fácil la identificación de los cadáveres. Gracias a algunos restos se han conocido niños, que vivían y trabajaban en las minas. La extracción de la sal fue una ocupación familiar desempeñada por todos los miembros de la familia.
Objetos en las tumbas y su aplicación en las relaciones comerciales
El aspecto más destacado es la información sobre relaciones comerciales. Las tumbas señalan una comunidad muy rica en la cual, no constan grandes diferencias sociales (no hay unas pocas tumbas ricas sino que la gran mayoría lo son). Gran parte de los objetos son cerámicas decoradas, brazaletes, agujas, armas… de procedencia del norte de Austria o sur de Baviera. Algunas piezas, como las de joyería, proceden de los Alpes eslovacos. En Italia se fabricaron calderos de bronce gran decorados. Del Báltico proceden los restos de ámbar. Unas pocas piezas de marfil dan muestras de la llegada del material africano por Italia.
Se ve un yacimiento con gran variedad de elementos de procedencia foránea. Por tanto, obtenidos por comercio. Espadas de hierro con pomos de marfil o ámbar, cascos y corazas y, se empiezan a encontrar, vajillas de bronce destinadas a la ingesta de bebidas alcohólicas. Hay una mayor frecuencia de todos estos materiales que en ningún otro cementerio de la época. Otros objetos son particulares de Hallstatt. Muchas hachas de bronce decoradas con figuras fundidas de animales o personajes antropomorfos.
La ciudad de los mineros de la sal
Del 1000 al 800 se produce un despegue económico en Hallstatt. Las primeras ciudades comerciales del mediterráneo debieron surgir de forma parecida y en esta época. En Hallstatt debió de haber un aumento de la producción de la sal por el aumento de demanda. Ya se conoce lo relevante de la sal como producto conservante. Gracias a ésta se podían alimentar las gentes de sitios apartados o los que vivían en ciudades trabajando en bienes de consumo estarían relativamente tranquilos ante posibles hambrunas. Como resultado el sistema agrícola es más seguro y hay una posibilidad de producir excedentes, los cuales propician un avance en el comercio.
También en esta fase se da una experimentación en la explotación de la sal, se convierte en una industria. Es difícil de saber a través de la arqueología cómo se inicia este proceso. En las primeras etapas de explotación no sería muy rentable y por eso tendrían otras actividades. Se ha sugerido que unos mineros de cobre a unos 40 km al este de las minas podrían ser los pioneros pues las técnicas son las mismas tanto en la extracción de la sal como en la del cobre.
Esta sal de Hallstatt se comercia con Austria y Baviera, pero teniendo en cuenta los objetos foráneos de las tumbas hay que considerar que los contactos comerciales serían más amplios. En esta fase de comercio precapitalista la finalidad era conseguir importaciones exóticas, permitiendo a sus poseedores hacer ostentación de poder. No se trata de conseguir un beneficio en el sentido capitalista actual.
El aumento de la eficacia de la agricultura en el Bronce Final da excedentes con los que comerciar. Estas mejoras en la agricultura facilita el que haya más gente que se pueda dedicar a actividades no productivas. En Hallstatt crece el número de habitantes, llegando a unos 400-800 habitantes. Deja de crecer, quizás, porque las necesidades de la gente lo frenaron.
Es significativa la falta de ajuares pobres en las tumbas, que hubiera dado a entender la explotación de obreros. Podría indicar, por tanto, el beneficio generalizado de toda la población. En Stigna se dieron cuenta del potencial del metal, induciendo a sus metalúrgicos a aumentar la producción. Para sostenerles podrían haber atraído a los agricultores por las noticias de riqueza. Así que cuanto más producían, había más comercio y con ello crecían las ciudades.
En un período situado a partir de los inicios del primer milenio a. C. se produce el despegue económico en Hallstatt, coincidiendo con el resurgir de las primeras ciudades comerciales del mediterráneo. En Hallstatt debió de haber un aumento de la producción de la sal por un aumento de demanda como producto conservante ante posibles hambrunas. Como resultado de ello, existe la posibilidad de producir un excedente, el cual propicia un progreso del comercio. Aparentemente, en esta fase la explotación de la sal se convierte en una industria, aunque resulta difícil conocer el proceso exacto mediante la investigación arqueológica, aunque las técnicas primitivas de extracción serían las mismas en la extracción de la sal como en la antigua minería del cobre. La producción abriría un primer comercio con el resto de Austria y Baviera, pero los ajuares de los enterramientos reflejan contactos comerciales más amplios, con importaciones exóticas que permitían a sus poseedores manifestar su riqueza.
- WELLS, P.S., Granjas, aldeas y ciudades. Comercio y orígenes del urbanismo en la Protohistoria europea, Ed. Labor, Barcelona, 1988.
- COLLIS, J., La Edad del Hierro en Europa, Ed. Labor, Barcelona, 1989.
- CHAMPION, T. et alii, Prehistoria de Europa, Ed. Crítica, Barcelona, 1988.
Antecedente cultural: Los campos de urnas
Los campos de urnas constituyen un horizonte cultural característico de la Edad de Bronce Final en Europa Central y Occidental, que se desarrolló aproximadamente entre los siglos XIII y VIII a.C. Reciben su nombre debido a la práctica funeraria predominante en esta época, que consistía en la incineración de los cuerpos y el depósito de las cenizas en urnas cerámicas, a menudo enterradas en campos colectivos o necrópolis. Este rito marcó una transición cultural importante en las costumbres funerarias de las sociedades europeas, reemplazando en muchos lugares el enterramiento inhumado que había predominado en periodos anteriores.
Localización geográfica aproximada de la llamada Cultura de los campos de urnas en Europa. (Cronología: 1250-750 a C). Los colores naranja y rojo corresponden respectivamente al área norte y central de los campos de urnas; otras regiones fuertemente influidas fueron la de Lausacia (púrpura), Knoviz (azul central) y el Danubio (marrón). CC BY-SA 3.0. Autor gráfico: DJ Sturm y Dark512.

El horizonte de los campos de urnas se originó en la región de Europa Central, en particular en el área comprendida entre el Danubio y el Rin, y se expandió gradualmente hacia el oeste, el sur y el este, influyendo en amplias áreas de lo que hoy son Alemania, Austria, Suiza, Hungría, Polonia, Francia e incluso la península ibérica e Italia. Este fenómeno cultural no solo implica un cambio en las prácticas funerarias, sino también transformaciones significativas en la organización social, la economía y las creencias religiosas. La expansión de este horizonte se ha interpretado como resultado tanto de migraciones como de contactos culturales, comercio e intercambios entre diferentes grupos.
La economía de los pueblos asociados a los campos de urnas estaba basada en una agricultura y ganadería avanzadas, con un notable desarrollo de la metalurgia del bronce y, en sus fases finales, del hierro. Las comunidades solían estar organizadas en asentamientos permanentes, a menudo fortificados, situados estratégicamente en colinas o junto a ríos, lo que sugiere un alto grado de cohesión social y una capacidad considerable para gestionar recursos. La introducción de nuevas técnicas metalúrgicas permitió la fabricación de herramientas, armas y objetos ornamentales más elaborados, que se distribuían a través de redes comerciales extensas.
Yacimiento de Burgstallkogel en una colina fortificada (cultura de los campos de urnas, Austria). Foto: Hermann A.M. Mucke. El Burgstallkogel (Grillkogel) en el valle de Sulm, el sitio de un asentamiento de la cultura de los campos de urnas y Hallstatt desde 800-600 a.C. CC BY 3.0. Original file (1,024 × 751 pixels, file size: 96 KB).

(Seguimos con la cultura de los campos de urnas, antecesor del periodo propiamente precéltico de Hallstatt y La Téne)
En términos religiosos, los campos de urnas evidencian un sistema de creencias complejo, donde el fuego desempeñaba un papel simbólico fundamental. Se han encontrado ofrendas en los enterramientos, que incluyen objetos personales, armas y herramientas, lo que sugiere una creencia en la vida después de la muerte y un sistema ritual bien establecido. Además, en algunos yacimientos se han documentado depósitos votivos en lugares como ríos, lagos o pantanos, lo que apunta a una religiosidad vinculada a elementos de la naturaleza. Estas prácticas rituales y simbólicas contribuyeron a consolidar la identidad cultural de las comunidades de los campos de urnas.
El final de este horizonte cultural coincidió con la transición a la Edad del Hierro y la aparición de nuevas influencias culturales, como las de los pueblos protoceltas de la cultura de Hallstatt. Sin embargo, su legado perduró en los desarrollos posteriores, ya que muchas de sus innovaciones y prácticas fueron adoptadas por las culturas subsiguientes. Los campos de urnas representan un periodo clave en la prehistoria europea, que sentó las bases para la configuración de sociedades más complejas y estructuradas. Este horizonte no solo marcó un cambio en las costumbres funerarias, sino que reflejó transformaciones más profundas en las estructuras sociales, económicas y simbólicas de las comunidades que habitaron Europa durante este periodo crucial de su historia.
Cronología
En Europa Central los campos de urnas comenzaron a aparecer a partir del 1250 a. C. (Bronce D), extendiéndose hasta el 700-600 a. C. (Hallstatt C), ya en la I Edad del Hierro. Para otras regiones la cronología difiere, apareciendo las primeras evidencias en el nordeste de la península ibérica hacia 1150-950 a. C. con una única necrópolis en estos momentos iniciales peninsulares, la de Can Missert (Tarrasa, Barcelona).
El cambio en el modelo funerario no se produjo de repente ni fue uniforme ni siquiera en Europa Central, sino que fue algo paulatino. Los primeros indicios de una transición entre inhumación e incineración se produjeron entre 1250-1200 a. C. en Alta Baviera (Alemania), donde los grandes túmulos comenzaron a cobijar incineraciones, cambiando también las tipologías de algunos elementos del ajuar, tales como las espadas. Durante un tiempo hubo necrópolis de incineración junto a otras de inhumación, e incluso, necrópolis con ambos rituales coexistiendo juntos. Entre 1200-1100 a. C. se produjo la generalización del ritual de incineración y su expansión, con un claro empobrecimiento de los ajuares funerarios en comparación con épocas anteriores, aunque con marcadas divergencias regionales. En Polonia, por ejemplo, se siguieron realizando inhumaciones, las cuales representan un diez por ciento del total de los enterramientos.
El término «artefactos de la cultura de los campos de urnas de Francia» hace referencia a los objetos y restos materiales relacionados con la cultura de los campos de urnas encontrados en territorio francés. Estos artefactos pertenecen a la Edad del Bronce Final, cuando la cremación de los muertos y el depósito de sus cenizas en urnas se convirtió en una práctica funeraria predominante en varias regiones de Europa, incluida Francia. Estos artefactos pueden incluir urnas funerarias, herramientas de metal (como espadas, cuchillos o hachas), adornos personales y otros objetos que ofrecen información sobre la vida, las costumbres y las creencias de las personas que habitaron estas áreas durante esa época. Foto: Vinkhuijzen, Hendrik Jacobus (Collector). Este enlace. CC0.
A partir del 750 a. C. (Hallstatt C), el ritual funerario volvió a incluir abundantes inhumaciones junto a las cremaciones y los ajuares se enriquecieron espectacularmente. Se volvieron a levantar túmulos y se abandonaron muchos de los asentamientos anteriores, sobre todo los fortificados; aunque posteriormente se volvieron a reocupar muchos, evidenciando una jerarquización del territorio y de la sociedad que fue acusándose cada vez más a lo largo de la II Edad del Hierro.
El número de asentamientos se incrementó notablemente en comparación con los momentos precedentes, aunque pocos han sido excavados adecuadamente. Podían ser núcleos fortificados, a menudo situados en lo alto de colinas o en recodos de ríos, o, también, caseríos en llanura sin defensas, aunque pocos han sido excavados hasta ahora. Estos últimos solían estar formados por tres o cuatro grandes casas aisladas, construidas con postes de madera y paredes formadas habitualmente por armaduras de ramas y barro. Se conocen también fosos en las viviendas que debieron servir como bodegas para conservar el grano. En los lagos del sur de Alemania y Suiza, las viviendas fueron construidas sobre pilares de madera, consistiendo en una simple habitación hecha con ramas y barro o de madera.
Mujer de la fase de Cultura de los campos de urnas. Exposición en el Museo de Historia Natural de Nuremberg – Nuremberg, Alemania. Foto: Daderot. CC0. Original file.
Los poblados en colinas fortificadas se volvieron muy comunes durante el Bronce final para luego hacerse raros en los inicios de la Edad del Hierro. A veces se utilizaba un escarpado espolón rocoso, para evitar así la fortificación de todo el perímetro del asentamiento; otras una colina de altura moderada, un meandro de río o una zona pantanosa. En función de las materias primas locales los muros se construían de piedra seca o bien se levantaban los denominados pfostenschlitzmauer, parrillas de troncos rellenas con tierra o cascotes. Estas fortificaciones han sido consideradas verdaderas obras de ingeniería, que precisaban de una mano de obra ingente, como en Biskupin (Polonia), donde se ha calculado que se necesitaron entre 50 000 y 80 000 horas de trabajo para levantar el poblado. Su forma era circular u oval, y su extensión muy variable, entre 1,8 y 10 hectáreas, aunque algunos llegaban a las 35. En su interior se levantaban viviendas, almacenes y cercados para el ganado. Un caso excepcional es el del fuerte de Hořovice (Bohemia, República Checa) que llegó a ocupar 50 hectáreas.
Uno de los más conocidos yacimientos es el del lago Federsee (Wurtemberg, Alemania), localizado en 1920 en la turbera de una isla, en unas condiciones excelentes de conservación. No solamente se sacaron a la luz sus murallas, sino que además se recuperaron numerosos útiles de bronce tales como hachas, cuchillos o brazaletes, y restos que determinaban el carácter fundamentalmente agrícola del asentamiento.
El trabajo del metal se concentraba en estos fuertes, como lo atestiguan los 25 moldes de piedra encontrados en Runde Berg (sur de Alemania). Son interpretados como lugares centrales de un territorio y algunos investigadores creen que su aumento es una evidencia del incremento de los conflictos. Por lo que se conoce hasta ahora, no había viviendas especiales para posibles clases dirigentes, pero pocos yacimientos han sido excavados en toda su extensión.
Herramientas y armas
Las típicas herramientas de bronce fueron las hachas (de talón, de cubo, etc.), aunque también se utilizaron azuelas, hoces, gubias, cinceles, martillos o navajas de afeitar. Las espadas más comunes, de bronce, tenían forma de hoja, con empuñadura también de bronce, aunque había otras que tenían forma de espiga, con empuñaduras de madera, hueso o asta. Las espadas con reborde en la empuñadura presentaban incrustaciones en esta y aunque eran todavía del tipo denominado de lengüeta, hacia el final del período se comenzaron a fabricar las empuñaduras de antenas que se generalizaron en la Edad del Hierro. Por esta época, los elementos de protección como escudos, corazas, grebas y cascos presentaban ricas decoraciones de carácter geométrico o pájaros-soles.9 El armamento defensivo era bastante raro y pocas veces se lo encuentra en los enterramientos, a pesar de lo cual se conocen algunos escudos de bronce que, se supone, imitan modelos de madera y, en Irlanda, escudos de piel. También hay algunas corazas de bronce y discos del mismo material que debían ir cosidos a corazas de cuero, así como grebas ricamente decoradas con láminas de bronce.
Miniatura de bronce: carro con caldero funerario. User: Mattes. Dominio público. Original file (1,280 × 960 pixels, file size: 507 KB).

Economía en la fase de los campos de urnas
Bóvidos, cerdos, ovejas, cabras, caballos, perros y, posiblemente, gansos, eran criados por el hombre para su sustento o para labores auxiliares. Tanto bóvidos como caballos eran más pequeños que los actuales, alcanzando los primeros una altura de 1,20 m hasta la cruz y los segundos 1,25 de media.
Se cultivaba trigo y cebada, junto a distintos tipos de legumbres y opio, cuyas semillas se utilizaban para elaborar aceite o como droga. Mijo, avena, centeno y lino se cultivaron de manera menos generalizada. Hay constancia del uso de arados tirados por bueyes y abundancia de molinos de piedra, azuelas de bronce y hoces; también está comprobada la existencia de graneros.
Los bosques fueron intensivamente aclarados, creando, tal y como muestran los análisis polínicos, prados abiertos para uso, probablemente, del ganado. Esto condujo al incremento de la erosión y, consecuentemente, de la carga de sedimentos transportada por los ríos.
Al parecer, comenzaron a diversificarse los oficios, dando lugar a una cierta especialización artesanal. Gracias a la mejora de los caminos, «pavimentados» en ciertas zonas con troncos, y de los medios de transporte, con el uso del carro y del caballo como animal de tiro, se intensificaron las relaciones comerciales, que muestran un auge del comercio de la sal. Se inició la producción de vidrio, mientras la cerámica y la orfebrería experimentaron un gran impulso, multiplicándose también los centros metalúrgicos.
Armas de la edad de bronce. Joseph Hampel. Public Domain. Original file (2,550 × 3,300 pixels, file size: 319 KB,).

Enterramientos
Lo común en Centroeuropa fue la incineración, aunque las variantes rituales que se observan en las necrópolis a lo largo del tiempo y entre distintas regiones son muy numerosas. Así, se pueden encontrar tumbas formadas por:
- Un hoyo excavado en la tierra, en el que se deposita la urna cubierta por un plato o piedra.
- Sin urna, directamente en el hoyo.
- Urnas cubiertas por estructuras de madera, círculos de piedras, cistas, etc.
Túmulos no muy grandes señalando la urna.- Inhumaciones con o sin túmulo, con estructuras de madera, etc.
La deposición y orientación de los cuerpos inhumados es también muy variada. Los ajuares eran muy sobrios y homogéneos en comparación con las épocas anteriores y posteriores, consistiendo en cerámicas o metales, que, como mucho, alcanzaban las seis unidades. A veces, una o varias urnas estaban delimitadas por fosos, creando unos recintos de planta circular o cuadrangular que se suponen rituales.
Urnas de una tumba de urnas, 1000-800 B.C., Donk (Bélgica). Museo Galorromano, Tongeren. Fuente este enlace. Dominio público. Tumba de urnas 141 de Donk – Het Groot Veld, 1000 a 800 a.C., lugar de hallazgo: Donk, Het Groot Veld, 1978, tumba 141, colección del Museo Galo-Romano de Tongeren, Donk. Tumba 141. Original file (4,829 × 3,953 pixels, file size: 3.5 MB).

Rituales
Los rituales de esta época debieron estar relacionados con el culto a las fuerzas de la naturaleza, abarcando un amplio espectro que iría desde ritos propiciatorios de la fecundidad de la tierra, a otros dedicados al sol, los astros, el agua o a divinidades animales, lo que confirma su continuidad con tradiciones que emanan del Neolítico. Se han descubierto carros hechos en bronce o de cerámica cuyos animales de tiro son caballos, ciervos o patos, que acarrean un disco solar (Trundholm, Dinamarca), una mujer con un plato de ofrendas (Strettweg, Austria) o una divinidad (Dupljaja, Serbia). También se consideran relacionados con el culto al Sol o, quizás, al fuego, los conos de oro decorados con anillos, discos y otros símbolos solares, de los que conocemos cuatro, tres hallados en Alemania y el cuarto en Francia. En Europa central se cree que había santuarios ubicados en las mismas viviendas, ya que se han encontrado cornamentas y crecientes de arcilla cerca de los hogares o de sitios destacados que podrían ser altares. En los recintos rituales de las necrópolis se han hallado ofrendas consistentes en cerámicas especiales, crecientes o platos con ocre, así como evidencias de fuegos intencionados.
Bibliografía
- WELLS, P.S., Granjas, aldeas y ciudades. Comercio y orígenes del urbanismo en la Protohistoria europea, Ed. Labor, Barcelona, 1988.
- COLLIS, J., La Edad del Hierro en Europa, Ed. Labor, Barcelona, 1989.
- CHAMPION, T. et alii, Prehistoria de Europa, Ed. Crítica, Barcelona, 1988.


(Continuamos cultura de Hallstatt).
Hoy en día, Hallstatt /ˈhalʃtat/ (Alta Austria) es una localidad del distrito montañoso de Salzkammergut, en Austria. Está localizada junto al lago Hallstatt. Etimológicamente el nombre de Hall probablemente proviene del término céltico con el que se denominaba a la sal, abundante en las minas cercanas. La localidad da su nombre a la cultura de la edad de Hierro denominada Cultura de Hallstatt. En 1997, el paisaje cultural de Hallstatt-Dachstein fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Hallstatt (vista general desde el Sur). Foto: Taxiarchos228. FAL (Free Art License 1.3).
El nombre de esta cultura es debido a la Necrópolis de Hallstatt, situada en la localidad de Hallstatt, en Austria, cerca de Salzburgo, donde se han encontrado cerca de 2000 tumbas y más de 6000 objetos. El primero en darle esta nomenclatura fue Hans Hildebrand, y sus siguientes divisiones fueron establecidas primero por Otto Tischler y posteriormente, la que se utiliza en la actualidad, por Reinecke.
El uso del hierro al principio es minoritario. Sin embargo, a partir del VII a. C. se generaliza su uso poco a poco, al igual que su comercialización.
Muchos de sus asentamientos estaban fortificados y dominados por una clase social de guerreros que formaban una especie de aristocracia. Gracias al uso del hierro en vez del bronce obtenían un armamento superior.
Hay cerámicas excisas, pintadas y grafitadas, a veces con incrustaciones, mientras que, en las espadas, hay pomos incrustados en hueso, marfil o ámbar.
Esta cultura mantiene contactos con el Mediterráneo y con las estepas del este europeo. Persiste el comercio del ámbar y del estaño en los intercambios con el mundo mediterráneo.
Con respecto al rito funerario, en los períodos iniciales se impuso la incineración y deposición en una urna, pero a partir de Hallstatt C se produjo un aumento de las inhumaciones, que ya en Hallstatt D fueron predominantes. Hay claras diferencias en las tumbas, por su ajuar y por su estructuras. Los ricos preferían ser depositados en cámaras de madera, bajo túmulo.
En España, una de las muestras del paso de esta cultura se encuentra en Carrascosa del Campo, en la Necrópolis Celtibérica de Las Madrigueras, importante ya que fueron los primeros vestigios encontrados de esta cultura en la península ibérica. Se encontraron diversos tipos de urnas funerarias, lo que demuestra que población de esta cultura habitó en el centro peninsular.
Muchos arqueólogos consideran que tanto por el período histórico como por la coincidencia en el espacio con los primeros pueblos documentados, muy posiblemente la mayor parte de los pueblos que compartían la cultura de Hallstatt habrían hablado una lengua cercana al idioma protocelta.
Collar de ámbar, perteneciente a la cultura de Hallstatt. Foto: Flominator (talk) Sting (modifications). CC BY-SA 3.0. Original file (1,645 × 1,372 pixels, file size: 1.16 MB).
En definitiva, la cultura de Hallstatt es una de las primeras expresiones culturales de la Edad del Hierro en Europa, desarrollándose aproximadamente entre el 800 a.C. y el 450 a.C. en la región que hoy ocupa Austria y partes de Europa central. Se caracteriza por su avanzado trabajo en metales, especialmente en hierro, lo que permitió la creación de herramientas, armas y ornamentos con un alto nivel de sofisticación técnica y estética. La sociedad hallstatt estaba organizada en comunidades tribales que mostraban signos de estratificación social, lo cual se evidencia en las diferencias observadas en los enterramientos, donde se encuentran tanto tumbas colectivas como sepulturas individuales de élite, acompañadas de ricos ajuares funerarios. Este complejo entramado social se complementaba con un comercio activo, que facilitó el intercambio de bienes y conocimientos con otras culturas del Mediterráneo y del interior de Europa, contribuyendo al desarrollo de técnicas metalúrgicas y a la difusión de elementos culturales que posteriormente influirían en las sociedades celtas. Los hallstatt son reconocidos por sus hallazgos arqueológicos, que han permitido reconstruir aspectos de su vida cotidiana, sus creencias y sus prácticas rituales, mostrando una cosmovisión en la que la relación con la naturaleza y el más allá tenía un papel central. Su legado se extiende más allá de su propio tiempo, ya que sentaron las bases para transformaciones culturales y políticas en la Europa prerromana.
Referencias
- Blasco, Mª Concepción (1993). «El Bronce final». Madrid (primera edición) (Editorial Síntesis). pp. 28-31. ISBN 84-7738-195-X.
- «Los Celtas | Contrebia Leucade».
- López Serrano, Alfredo (2003). «Los celtas. Origen y persistencia de una seña de identidad». Documentos para la Docencia: 6. Consultado el 3 de febrero de 2020.
Enlaces externos
- The first Keltoi. Hallstatt Culture
Encyclopedia Britannica: Hallstatt Culture. Un artículo detallado sobre la cultura de Hallstatt, su desarrollo y su importancia en la prehistoria europea.
World History Encyclopedia: Hallstatt Culture. Información sobre la cultura de Hallstatt, su expansión y su legado en la historia europea.
UNESCO: Hallstatt-Dachstein/Salzkammergut Cultural Landscape. Descripción del paisaje cultural de Hallstatt-Dachstein/Salzkammergut, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Museo de Hallstatt. Información sobre el Museo de Hallstatt, que alberga una colección de hallazgos de la cultura de Hallstatt.

Cultura de La Tène
La cultura de La Tène es una cultura perteneciente a la Edad del Hierro, también conocida como Edad del Hierro II.
Es una cultura mayoritariamente celta, cuyo núcleo está en los Alpes, aunque en su apogeo terminará por extenderse por el centro de Europa, Francia, oeste de la península ibérica, islas británicas y parte del este de Europa.
Esta civilización posee dos tipos de asentamientos:
- Fortificados, con un baluarte de piedras, rodeados por un foso. En su interior hay casas de madera, de planta rectangular.
- Hábitat rural: son pequeñas aglomeraciones de viviendas de madera, tanto de planta rectangular como cuadrangular. Son comunes los asentamientos en valles.
En el período final de esta cultura, el hábitat característico será el oppidum, que son auténticas fortalezas, según Julio César. Estos oppida se situaban cerca de yacimientos de materias primas o en vías comerciales, y eran un auténtico centro económico.
Con respecto a las necrópolis, son bastante comunes los enterramientos con carros de dos ruedas, y también los vasos cerámicos de procedencias griega y etrusca. En los ajuares masculinos predominan las armas, mientras que en ajuares femeninos lo normal son adornos y aderezos para el vestido. El rito funerario durante los siglos IV y III a. C. es de inhumación sin túmulo mayoritariamente, mientras que en el siglo II a. C. aumenta el rito de incineración.
Mapa aproximado de las culturas referidas. User: Dbachmann . CC BY-SA 3.0.

Periodización de La Tène
En 1885, el alemán Otto Tischler (1843-1891) ―sobre la base de la evolución de espadas, puñales y fíbulas― divide el período de Hallstatt en 2, y el de La Téne en 3.
En 1902, Paul Reinecke (1872-1958) lleva a cabo una periodización, hoy considerada clásica: sitúa a los grupos transicionales (grupos humanos que introducen la cremación) en la Edad del Bronce, estableciendo 4 períodos del Hallstatt (A, B, C, D). Los dos primeros corresponden al Bronce Final y el resto a la I Edad del Hierro. Se aprecia esa continuidad en el desarrollo de Hallstatt en esta nueva periodización.
El siguiente paso sería La Tène, con el sueco Hans Hildebrand (1842-1913) como protagonista, quien divide La Tène en 3 períodos (hoy en día se dividen en 4).1
La utilización del yacimiento epónimo (La Téne) para extrapolarlo a toda una cultura ocasiona dificultades. De estas 4 fases, en La Téne (el yacimiento epónimo) no existe la fase A, sino en otros.
Finalmente nos encontramos con el estadounidense Peter S. Wells (1948-), que divide La Tène en 4 períodos:
- La Tène A: 475-400 a. C.
- La Tène B: 400-275 a. C.
- La Tène C: 275-130 a. C.
- La Tène D: 130-18 a. C.
Culture of the metal age II. Bibliographisches Institut – Meyers Konversationslexikon. Public Domain. Original file (2,048 × 1,659 pixels, file size: 522 KB).
Historia
La Tène A. 475-400 a. C.Los principados hallstatticos declinan, desaparecen los grandes asentamientos y van apareciendo cada vez menos túmulos principescos. Vuelven las aldeas tradicionales. Estos individuos emprendedores se dedican ahora al pillaje y a la colonización. Al sur de Francia y en la zona entre el Rin y el Mosela se verá surgir un nuevo protagonismo. Aumenta la demografía en el siglo V a. C. Surgen extensas necrópolis, frecuentes elementos de estatus, en especial los vistos en periodos anteriores: carros, juegos de bebida y armas.
Importancia entendida desde distintas visiones. Primero se pensó en el concepto de principados que se extienden a las zonas más occidentales, evolucionando por el contacto. Por otro lado se piensa en el área de La Tène y el contacto mediterráneo, Italia y Grecia. Los productos llegarían con retraso, están más al norte, y por eso evolucionan más tarde. No obstante, parece que las causas han de buscarse en circunstancias internas. En esta zona se ve una concentración en áreas ricas en hierro. Este nuevo metal se aplica a la producción agrícola, aumentando la productividad. La mayor complejidad social llevaría a una concentración de poder.
Lo que más varía en este momento son las tipologías, no tanto los objetos. Aparece un modelo de armas singular, la espada de La Tène. Espada de 70 cm de hoja, propia de combates aislados, ineficaces en la formación cerrada. También se ven puñales de empuñadura antropoide, en tumbas más ricas.

La época de las invasiones. La Tène B (400-275 a. C.) y La Tène C (275-130 a. C.)
En el 400, aparecen las invasiones célticas, el rasgo más definitorio de este período. Son expediciones de indoeuropeos que se dirigen desde el norte hacia el mar Mediterráneo. Son mencionados por escritores clásicos. Llegan a saquear Roma (en la península itálica) y el santuario de Delfos (en Grecia), asentándose algunos en el Reino gálata (en la costa del mar Negro, en la actual Turquía). No hay que pensar siempre en un carácter militar.
En la actualidad se conoce los nombres de los invasores por los textos. También se sabe su origen por su cultura material. Procedían del este de Francia y el sur de Alemania.
No hay unanimidad en cuanto a fechas.
El historiador romano Tito Livio (59 a. C. – 17 d. C.) los ubica en el siglo VI a. C..
El escritor y militar romano Plinio el Viejo (23-79), en su Historia natural, los ubica entre el siglo V y el siglo IV a. C..
Sin embargo, ni la lingüística ni la arqueología corroboran estas fechas, sino que indican que eran más recientes.
Pompeyo Trogo habla de una disensión interna causante de esta migración, calculando en 300 000 los desplazados.
En la primera expedición, en el año 390 a. C., saquean Roma. Después se retiran a Panonia (al sur del río Danubio).
Existen pruebas arqueológicas de su presencia en las necrópolis de la Etruria padana (en el norte de la península italiana) y de los montes Apeninos. La región de Celsina (en la actual Bulgaria) pasa a llamarse Bononia. Más al este están Hungría y Yugoslavia del 400 a. C., sobre todo entre el 300-200 a. C. En el siglo siguiente llegan a Bulgaria y de ahí pasan a Grecia y saquean la ciudad de Delfos. Un año después se instalan en Asia Menor (en la actual Turquía), convirtiéndose en los llamados gálatas.
La disensión, según Pompeyo Trogo se debería a la presión demográfica y el intento de solucionarla a corto plazo. No se intensifica la producción sino que se exporta un excedente de población.
El estadounidense Peter Wells (1948-) ―fijándose en la procedencia de los invasores, con mayor influencia griega en el siglo VI-siglo V a. C.― considera que las incursiones se explican por la interrupción de las relaciones comerciales. A principios del siglo V a. C. el comercio cesa. La causa debió ser, según este, el establecimiento en el 520 de Adria y Spina. Se fundan para abrir las tierras de los Alpes. El valle del Po estaba más cercano que la colonia de Massalia (actual Marsella). El traslado era más barato y rápido. Además son épocas de rivalidades entre etruscos, cartagineses y griegos. Esta interrupción de relaciones debió ser catastrófica para aquellos emprendedores. Pierden su prestigio y poder al no controlar ya el comercio de lujo. Algunos individuos pensaron en organizar bandas de guerreros para, de nuevo, conseguir esos productos mediterráneos.
Las incursiones parecen ser llevadas por hordas guerreras. Las ciudades en la península italiana están prosperando y representan un botín deseable. Es difícil distinguir por la arqueología si fueron hombres armados o grupos inmigrantes. Podrían ser incursiones de guerreros como significado de migración tribal. Se enriquecían y volvían o se asentaban en las nuevas tierras. Algunos al norte de Italia. Las fortunas se hacían mediante incursiones, no comerciando. En la zona de Hungría no puede hablarse de grandes fortunas. Las incursiones en Grecia no dejan muchas huellas tampoco. Sin embargo se establecerían en Panonia (Hungría), Britania (Inglaterra) y Anatolia (Turquía) lo que demuestra que habían alcanzado un excedente poblacional importante para empujar a varios pueblos o nutridos segmentos de estos a buscar nuevos territorios más fértiles, o menos disputados, como lo harían casi mil años después los germanos y eslavos en el llamado período de las grandes migraciones.
Armas y fíbulas de la tumba de un guerrero, c. 350 a.C. Tumba n.º 91, sitio de enterramiento celta, «Rain», Münsingen, Suiza. Own photograph by Sandstein. CC BY 3.0. Original file (3,132 × 1,564 pixels, file size: 672 KB).
Los pueblos celtas, cuyo origen se remonta a las culturas de Hallstatt y La Tène, se expandieron por gran parte de Europa durante varios siglos, principalmente entre el 800 a.C. y el 1 a.C. La cultura de Hallstatt, que se desarrolló alrededor del 800 a.C., es considerada la primera fase de la expansión celta, mientras que la cultura de La Tène, que apareció hacia el 500 a.C., marcó la segunda fase de expansión, siendo más avanzada en términos de arte, tecnología y organización social. Los celtas llegaron a ocupar una gran parte de Europa, desde la actual España e Italia hasta las Islas Británicas, el centro de Europa, los Balcanes y las costas del Mar Negro. A lo largo de este tiempo, los celtas se dividieron en numerosos grupos, muchos de los cuales tienen una gran importancia histórica. Uno de los grupos más conocidos son los celtíberos, que habitaron la península ibérica, particularmente en lo que hoy es España. Los celtíberos fueron famosos por su resistencia frente a las invasiones romanas, aunque finalmente fueron derrotados. Otro grupo céltico destacado son los galos, que ocuparon lo que hoy es Francia, Bélgica, Suiza y partes de Alemania. Los galos fueron conocidos por su organización tribal y su famosa resistencia a la conquista romana, especialmente durante las Guerras de las Galias, donde el líder galo Vercingétorix se levantó contra Julio César. Además de los celtíberos y los galos, hubo otros grandes grupos celtas como los bátavos en lo que hoy es los Países Bajos, los belgas, los geranios y los helvecios en Suiza. En el norte de Europa, los escotos (que ya hemos mencionado) y los pictos también eran pueblos celtas, aunque tenían sus propias particularidades. En el este, los tracios y los mesaps, que habitaron lo que hoy es Bulgaria e Italia, fueron otros ejemplos de la presencia celta en la región. Aunque la expansión celta se vio progresivamente limitada por las conquistas romanas, los celtas dejaron un legado cultural significativo en toda Europa, especialmente en la lengua, las costumbres y las tradiciones que perduraron en muchas de las regiones que habitaron.
Cultura material
Hay cierta uniformidad en cultura material en el continente. Enterramientos y objetos enterrados. Patente en las armas de tumbas masculinas. El hierro es más común. El 75 % de las tumbas incluyen largas espadas y puntas de hierro de lanzas. También restos de escudos e, incluso, cascos. El hierro iba desplazando al bronce, pero sigue empleándose, sobre todo, para objetos de lujo (fíbulas y brazaletes). Poco se sabe de cerámicas porque la mayoría de elementos son metálicos. Sí se conoce que empieza a generalizarse en Europa central el torno de alfarero. Por esto, la calidad de productos, menos los de hierro, declina. Además no existen centros productores o comerciales.
Poblados
Son comunidades autosuficientes a un nivel local. Se aprecian cambios en los modelos de habitación. En el III es en lugares abiertos. Radovesice es el posible modelo en la región de Bohemia. De dos a cuatro aldeas con una población de entre 30 y 80 personas. Paisaje marcado por la proliferación de asentamientos rurales. Clasificación de Waldhausen que distingue granjas agrícolo-pastoriles y aldeas con actividades artesanales y de transformación de alimentos. En la zona norte se ha visto que el artesanado local es bastante frecuente y difícil encontrar sus productos fuera del área local.
Casa celta en Gales. FruitMonkey de Wikipedia en inglés – Transferido desde en.wikipedia a Commons por Dmitri Lytov. Dominio público. Original file (1,137 × 807 pixels, file size: 335 KB).
Dürrnberg es otro posible modelo de comunidad de la época en zona austríaca, bastante peculiar por ser el continuador del hábitat por parte de las gentes del poblado de Hallstatt.
Enterramientos
La distribución de las tumbas es parecida a la de las de fase inicial del hierro. Casi todas contienen pocos objetos. Las tumbas más ricas sólo tenían unas docenas de objetos, pobre en comparación de las del Hallstatt D, y con pocos objetos exclusivos. Las pocas excepciones son de principios de la II Edad del Hierro. La única tumba rica es una en la que encontramos un collar de oro, pareja de brazaletes, una sítula de bronce de Italia y algunos elementos decorativos de bronce de un carro de dos ruedas. Otro lugar nos muestra una tumba excepcional, la 44/2. Sólo tiene dos brazaletes de oro, otros adornos de oro, una espada de hierro, dos puntas de lanza de hierro, una sítula, un casco de bronce, una kilix de cerámica ática y elementos de hierro de un carro.
El incremento de armas puede representar la importancia de la guerra en la sociedad. Pero no hay que olvidar la posibilidad de significados problemáticos. Hay una tendencia a la homogeneidad en la distribución de las tumbas, coincidiendo con un nuevo ritual funerario, las inhumaciones. Estos túmulos son diferentes en tamaño y profundidad. No se genera la misma riqueza y de ahí que no se encuentren tantos metales preciosos. Se han encontrado pocos depósitos metálicos. El más importante es el de Duchou, con un caldero de bronce junto a 200 objetos también de bronce, de finales del IV. Se puede definir esta sociedad como guerrera. Los libres consiguen bienes de las razzias y hay una jerarquía basada en jefaturas locales.
Los cementerios han aportado mucha información sobre la sociedad. Del III al IV en el norte de Bohemia se calculan unos 30 000 hombres. A la cabeza hombres con ajuares guerreros. Sociedad por tanto con aristocracia guerrera sobre una amplia base de civiles.
La Tène D. (130-18 a. C.)
Se producen unos acontecimientos que preludian su entrada en el Imperio romano. La más característica son las primeras ciudades de la Europa Templada o poblados protourbanos (oppida). Por toda la Europa llamada céltica y no solo se desarrollan actividades productivas sino también la manufactura y el artesanado. Se desarrollan amplias actividades comerciales, aparecen elementos característicos de un mundo más civilizado: escritura y moneda entre otros. A finales del II se producen cambios significativos. Del poblamiento disperso de carácter rural se pasa a núcleos fortificados con diseño urbano. Son conocidos como oppida por Julio César en su guerra de las Galias. Oppidum es señalado como esos núcleos conocidos en las Galias entre el 58-50 a. C. Ahora se aplica a todos ellos en general en las centurias inmediatamente posteriores al cambio de era. Va del centro de Francia a Hungría.
De los Hill Forts a los oppida
En algunos casos se ha insistido en que no existe hiato entre los Hill Forts y oppida. Sería entonces un proceso continuo. Wells justifica su aparición en el artesanado y el mercado. Sería un proceso sin fisuras con la etapa anterior. Estas comunidades se forman por la misma razón que las ciudades comerciales antiguas, para aumentar su producción y poder importar. Sus rasgos comunes hacen pensar que recibieron el mismo estímulo y tuvieron las mismas necesidades. Los oppida crecieron y la riqueza atrajo más gente todavía, a cambio de producir muchos objetos para el comercio, las gentes recibirían parte de las importaciones (como son las joyas de bronce o brazaletes de hierro). Cuanta más gente llegaba para desarrollar actividades productivas se necesitaba gente que si se dedicase a la producción alimenticia. Las innovaciones técnicas facilitan las labores, como son la mejor de molienda de trigo por un nuevo molino. Todo ello permite que más gente se alimentase aún con menos productores de alimentos. Wells termina con otro factor, crecimiento de comercio de esclavos con romanos. Impulsaría razzias que darían inseguridad en los territorios, por eso la gente se agregaría a los oppida, abandonando aldeas.
Centralización o urbanización del campo
Otros piensan en un mundo no tan lineal. En grandes áreas el nacimiento de los oppida es una novedad. No todos piensan lo mismo: unos piensan en un proceso de centralización de áreas rurales densamente pobladas en las que se fusionan los núcleos y los que consideran que son nuevas fundaciones, resultado de una acción consciente que quiere urbanizar el campo. Entre los que piensan en la centralización están Collis y Champion. Collis, aún valorando el sinecismo, considera básicos los motivos de defensa que justifican su construcción debido a la inestabilidad social. En algunos grupos la aparición de los oppida es tardía y por eso sería efecto de una debilidad social y económica. Cahmpion piensa que 3 hechos lo fuerzan, presión demográfica, complejidad económica y competencia agresiva.
Otros pensaban que su necesidad es debido a una idea consciente. Para ellos es el nacimiento de las ciudades de Centroeuropa, urbanización del campo. A esta idea oppida=ciudad se niegan muchos al no tratarse de ciudades de modelo mediterráneo.
Una Europa rural
Frente a los oppida mayores esta Europa no era urbana sino preeminentemente rural. Los oppida eran excepcionales. Sólo unos pocos viven en ellos; los mayores, como Manching o Bibracte, tienen unos 2000 o 3000 habitantes. La mayoría viven en granjas y pueblos de menos de 100 personas. Algunos eran simples granjas familiares y otros aldeas pequeñas de unas 20 personas. Generalmente carece de defensas y se dedicaban a producir el sustento cotidiano. La mayoría producen su propia cultura material, sin depender de los oppida. Son materiales parecidos a los de los grandes poblados. También acuñan monedas. Poseen unas viviendas rectangulares de 150 m² con poste central vertical.
Innovaciones
Se producen innovaciones técnicas: introducción de la reja de hierro en el arado, palas de hierro y la guadaña. Contamos con el testimonio de Posidonio sobre los alimentos, habla de la riqueza agrícola y de mucha productividad. Según Estrabón, destacan las piaras de cerdos y el ganado. Producen mucha leche, carne y queso. Ateneo indica que impresiona la cantidad de comida que consumen, señalando el pescado y el vinagre entre otros productos. También junto a Diodoro Sículo nos cuentan la afición por la cerveza y el hidromiel. Los clásicos nos relatan la importancia del comercio del vino, bebida que ya fue importante, la preferida por la élite. A su vez, remarcan la forma incivilizada de beber vino porque lo bebían en abundancia y sin mezclar con agua, pues podía conducir a la locura. Son restos de un etnocentrismo griego. Un gran cambio fue la incorporación de la reja de hierro que permitía profundizar más y arar más tierra. La guadaña se hace común, haciendo más fácil recolectar cereales. Gran papel el que juega el forraje de las bestias. La estabulación de los grandes rebaños puede estar relacionada con esto.
Hierro y cerámica
Los materiales que más información dan son el hierro y la cerámica. En el 200 a. C. hay una gran cantidad de hierro por toda Europa. Empieza a usarse para herramientas e instrumentos especializados. Se utiliza para las más diversas actividades productivas. En este momento hay diversificación y especialización del artesanado. Instrumentos de herreros, carpinteros, trabajo textil, cerámica, agricultura, aseo, cocina, arneses, clavos (para el murus gallicum)… El hierro se trabaja y funde en comunidades grandes y pequeñas. El horno más usual es el redondo, con forma de hoyo excavado con chimenea de cerámica. Puede que algunos metalúrgicos se especializarán en diversos objetos por las grandes diferencias entre los elaborados. Sin embargo, no se confirma, no hay unanimidad y la arqueología no lo respalda. El comercio del hierro se solía hacer con lingotes de doble punta. Se sospecha que pudiesen ser unidades de valor. La distribución no refleja la del hierro, quizás un almacenamiento para más tarde estar disponibles.
La cerámica es otro elemento significativo. Vemos una uniformidad de tipologías en los 4 grupos encontrados en Manching. Está hecha por especialistas para toda la comunidad.
Economía monetaria incipiente
Se introduce una economía monetaria por una posible mayor interacción con Roma y la complejidad de la economía local. No hay fuentes escritas del comienzo de las relaciones con Roma. La arqueología muestra que es en el II a. C. con el dominio romano del norte italiano. Testimonio de ello son: primeras ánforas viniarias de mediados del II. Abundante es en Francia, evidenciando la facilidad del transporte fluvial por el Ródano. Aunque hay menos al Este, no quiere decir que llegue menor vino itálico sino que este camino requiere recipientes más ligeros, mencionados por Estrabón como los pellejos.
Hay muchas vasijas de bronce a principios del siglo I a. C. Distribución más o menos uniforme. En tierras altas de Centroeuropa, el sur de la llanura europea, entre el Sena interior y los Alpes. Cerámicas campanienses del siglo II a. C.. Las principales importaciones serían materiales perecederos. Un ejemplo el vino. Es difícil de rastrear pero más aún lo exportado a Italia. Hay huellas indirectas como en el 120 a. C. en Magdalensberg, que establece un pacto comercial con Roma. Nos encontramos con cientos de inscripciones en yeso en las paredes de las bodegas utilizadas por los mercaderes. Se leen las mercancías (herramientas y vasijas de metal), ciudades (Apuleya, Roma y Bolonia), las cantidades y las fechas de transacciones. Son fechas distintas al año, lo que nos da una visión de un comercio a lo largo del año.
Lo más requerido por los romanos es el hierro. Tienen un ejército que necesita este material para los pertrechos militares. Otros elementos para la construcción en los campamentos castrenses. Importancia de la piel en la confección de uniformes, tiendas, sandalias, correas… Estrabón también nos cuenta de la importancia del esclavismo romano y su compra. Se utilizarán vías fluviales en barcazas a través del Ródano. En cuanto a los Alpes, Estrabón de los mismos transportes y de carros. Diodoro Sículo señala los carros y en sitios impracticables debemos imaginar el uso de bestias de carga.
La moneda se acuñará de forma regular del siglo II al siglo I a. C. Los centroeuropeos la conocen al trabajar como mercenarios. Se dan cuenta de sus ventajas y la acaban adoptando. Como modelo se toma el estatero macedonio. Cuando más circula es del 120 hasta la conquista romana. A diferencia de las acuñaciones celtíberas no lleva una leyenda con el nombre de la ceca por lo que se identifica por la iconografía. Hay que tener en cuenta también su zona de dispersión, en especial con las de menor valor pues las de mayor valor pueden utilizarse para grandes transacciones. Los patrones monetales son al sur el rhode y al norte la dracma. Otra moneda de plata también servirá, el denadiodenario. La moneda es poca y circula poco. No es una economía monetaria en sí, la moneda es una forma de acumular riqueza. Se encuentran muchos depósitos monetales por esta época, planteándonos problemas. Hay diversas interpretaciones, puede ser tomado como objeto votivo o como un enterramiento para guardarlo en épocas de peligro. Hay diferencias con los del bronce final pues hay herramientas de metales preciosos y monedas. De aquí proceden la mayoría de monedas de esta zona. La moneda sustituirá la función del lingote.
Sociedad
Las necrópolis, los textos y los asentamientos nos dan una idea de la organización social. Nos acerca a grupos étnicos definidos. En el s. II a. C. las riquezas materiales se encuentran en tumbas de formas más o menos iguales. Pocas son muy ricas. A partir del II hay cambios en el ritual, la inhumación es sustituida por la cremación. Está hecha en hoyo practicado en el suelo. Pocos objetos son encontrados en las tumbas por eso. En el I las inhumaciones cada vez son más escasas. La mayoría de Europa central no aporta necrópolis sino grupos aislados de tumbas. No hay necrópolis asociadas a yacimientos. Además estas tumbas de cremación son difíciles de detectar. Algunos de los grandes túmulos de Hallstatt A fueron descubiertos recientemente. Es posible que no se encuentren por la difícil tarea que significa. En Renania y cercanías se aprecian necrópolis pequeñas con escasas diferencias de riqueza.
Los textos clásicos hablan de los diferentes grupos étnicos que tienen una jerarquización explícita. Algunos grupos son dependientes de otros mediante tributos o compromisos políticos o militares. En cada grupo hay una jerarquía interna. Era fácil conseguir riqueza. Algunos pueblos presentan reyes y otros una asamblea de ancianos con un individuo que ejerce la autoridad de forma anual. El componente aristocrático de los dirigentes es muy marcado. A esta élite pertenecen los druidas. La aristocracia tiene un carácter guerrero, posee tierras y ganado y campesinos que tributan. Los guerreros eran libres junto a los artesanos. Después habría un grupo esclavo o dependiente.
Rowlands propone que la organización en clases se desarrollaría con la manipulación de relaciones de parentesco resultando mecanismos de diferenciación de estatus como clientelas al margen de las relaciones parentales. Se producen diferencias entre clases y se distancian las élites con el pueblo. Los pobres eran clientes cada vez más dependientes de la élite, que tiene tierras, riqueza, alianzas dinásticas, orden genealógico y conocimiento ritual. Kristiansen lo denominó sociedades estratificadas, con una fuerte diferenciación económica y social con énfasis en el control de la tierra. Nuevas relaciones de poder. Se consolida el pago de tributos, se formaliza la explotación económica y con un poder militar que les apoya. Sociedad que Rowlands ya llama estatales aunque les falta el desarrollo pleno de una burocracia.
Referencias
- Hildebrand, Hans (1876): «Sur les commencements de l’âge du Fer en Europe», artículo publicado en el Congreso Internacional de Antropología y de Arqueología Prehistórica (Estocolmo), págs. 592-601. Estocolmo: Norstedt, 1874. Ficha en el sitio web Google Académico.
Bibliografía
- WELLS, P.S., Granjas, aldeas y ciudades. Comercio y orígenes del urbanismo en la Protohistoria europea, Ed. Labor, Barcelona, 1988.
- COLLIS, J., La Edad del Hierro en Europa, Ed. Labor, Barcelona, 1989.
- CHAMPION, T. et alii, Prehistoria de Europa, Ed. Crítica, Barcelona, 1988.
- KRISTIANSEN, K., Europa antes de la Historia. Los fundamentos prehistóricos de la Europa de la Edad del Bronce y la Primera Edad del Hierro, Ed. Península, Barcelona, 2001.
Anexo: Los Oppida
Los oppida eran grandes asentamientos fortificados que surgieron durante la Edad de Hierro en el contexto europeo prerromano y en la Península Ibérica. Funcionaban como centros políticos, económicos y sociales de las sociedades celtas y de otros grupos indígenas de la región. Estos núcleos urbanos se ubicaban estratégicamente en elevaciones o colinas, lo que les permitía una defensa natural y el control de rutas comerciales y territorios circundantes. En los oppida se concentraban la administración, el comercio, la producción artesanal y, en muchos casos, espacios destinados a la vida ritual y religiosa, reflejando una organización interna compleja y jerarquizada. En la Península Ibérica, estos asentamientos desempeñaron un papel crucial en la resistencia frente a la expansión romana, siendo escenarios de intercambios culturales y de consolidación de identidades propias antes de la romanización. El estudio de los oppida ha permitido a los arqueólogos y a los historiadores reconstruir aspectos fundamentales de la vida en Europa prerromana, evidenciando la importancia de la planificación urbana, la defensa y la organización social en estas comunidades.

Un oppidum (plural en latín: oppida) es un término genérico en latín que designa un lugar elevado, una colina o meseta, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del ser humano. Los oppida se establecían, generalmente, para el dominio de tierras aptas para el cultivo o como refugio fortificado que podía tener partes habitables.
Los oppida son conocidos gracias a las descripciones hechas por Julio César en De Bello Gallico. Sus muros son de tierra y piedra, reforzados con unas traviesas de madera unidas perpendicularmente por unas largas clavijas de hierro (20 a 30 cm). Este tipo de muro característico de los oppida galos se denomina murus gallicus.
El nombre de oppidum se utiliza, genéricamente, para designar lugares de diferente amplitud, que pueden ir desde 1 o 2 hasta varias centenas de hectáreas: el recinto del oppidum de Manching, cercano a Ingolstadt en Baviera (Alemania) abarca hasta 350 hectáreas. Los lugares conocidos con este nombre pudieron ser utilizados desde principios de la primera Edad de Hierro hasta el siglo I.
En la península ibérica, los oppida presentan algunas diferencias con los de la Europa central y también se los conoce como castros o citanias. El término equivalente en lengua íbera sería «iltir» y en celta ibérico «-briga».
Función de los oppida
En el continente y, particularmente, en Galia, algunos oppida pueden ser considerados como las primeras formas de «aldeas» o como centros «proto-urbanos» de la Europa bárbara, dando lugar a la denominación de civilización de los oppida, para designar la realidad socioeconómica que predominaba antes de la guerra de las Galias. Las dificultades para conocer su función son varias: en primer lugar no se conocen las infraestructuras de todos los oppida existentes, sólo la de aquellos que la arqueología nos permite entrever. Por otra parte, la opinión de los arqueólogos también es divergente en cuanto a la importancia exacta que esos lugares pudieron tener durante la civilización céltica y, particularmente, en la civilización gala que precedió a la conquista romana.
Como lo demuestran los documentos acerca de los lugares de Manching acerca de los oppida que se hallan sobre un monte de Luxemburgo (Tielberg), o en Bibracte (en el monte Beuvray de Francia) se sabe que los oppida más importantes, repartidos regularmente y en gran número, fueron construidos, lo más tarde, a partir del siglo II antes de la era cristiana.
La organización de algunos oppida durante el período final de La Téne pudo aproximarse, en cierta medida, al modelo de las ciudades arcaicas del mundo clásico. Parece que, en su origen, el desarrollo particular de alguno de estos lugares pudo estar ligado a la existencia de un lugar de culto importante (Entremont, en el norte de Aix-en-Provence) o la Alesia de los mandubios.
Según Stéphane Fichtl (Les peuples gaulois, París, 2004) el término de civitas utilizado por Julio César en sus Commentarios, pudo corresponder, en determinados casos, a una realidad política en el centro de la cual el oppidum, verdadera capital, pudo concentrar el poder político de un pueblo o de una federación de pueblos sobre sus clientes y dentro de un territorio delimitado: la mejor ilustración de esta hipótesis es el ejemplo de los eduos cuya magistratura suprema, los vergobretos, se ejercía en el interior de este territorio.
Las concentraciones de importaciones mediterráneas descubiertas en muchos oppida han revelado la importancia que algunas de estas plazas fuertes tuvieron en las redes comerciales que unían el mundo bárbaro con el mundo mediterráneo, mucho antes del período lateniano.
Algunos de estos oppida pudieron jugar, efectivamente, un mayor papel político en la época de los principados celtas del principio de la Edad de Hierro, permitiendo a una aristocracia local el control de las fronteras y ejercer su poder sobre un territorio que podía abarcar hasta 80 km de diámetro (como en el caso de Hohenasperg, en Alemania, cf. Patrice Brun, Princes et princesses de la Celtique, París, 2000).
El oppidum de Mont Lassois, en Côte-d’Or y que fue descubierto al mismo tiempo que se descubrió la principesca Tumba de Vix, es un ejemplo de estas fortalezas construidas a finales del período de Hallstatt.
Sobre el oppidum de Mont Lassois, ubicado en Côte-d’Or, Francia, es un sitio arqueológico clave de la Edad del Hierro asociado con la cultura de Hallstatt. Este asentamiento fortificado destaca por su ubicación estratégica en una colina que domina el río Sena, lo que facilitaba el control de rutas comerciales importantes en Europa durante el primer milenio a.C. El oppidum se caracteriza por sus murallas de tierra y madera, así como por la presencia de viviendas y talleres. Es especialmente conocido por el hallazgo de la tumba de Vix, una tumba principesca que contenía el famoso Cráter de Vix, una pieza excepcional de bronce utilizada para mezclas ceremoniales de vino. Estos descubrimientos reflejan la riqueza, el poder y las conexiones comerciales de las élites locales con el mundo mediterráneo, especialmente con las culturas griega y etrusca. Mont Lassois es un ejemplo notable de la complejidad social y la organización política de las comunidades celtas durante este período.
Tumba de Vix es una sepultura principesca de las llamadas de carro que apareció al excavar la necrópolis de un oppidum hallstático situado junto a la ciudad francesa de Vix, en el norte de Borgoña, Francia. Forma parte de un importante complejo prehistórico de los períodos célticos Hallstatt y La Téne, que comprende un asentamiento fortificado importante y varios túmulos funerarios. Ha llegado intacta hasta nuestros días, y entre el ajuar funerario, destaca una gigantesca crátera de bronce de origen griego, lo que confirma la existencia de relaciones económicas entre el Mediterráneo y el centro de Europa ya en el siglo VI a. C.
Historia del hallazgo
En enero de 1953, en el promontorio del Mont Lassois, vecino al pueblecito de Vix, un equipo de arqueólogos que había reemprendido las excavaciones efectuadas antes de la II Guerra Mundial por Jean Lagorgette, descubre la tumba de una princesa, una dama de 1,60 de estatura, fallecida a los 40 años y que sufría de tortícolis y reumatismo. Forma parte de un importante complejo prehistórico de los períodos célticos Hallstatt y La Téne, que comprende un asentamiento fortificado importante y varios túmulos funerarios. (ref. El País. Este enlace)
Esa mujer vivió hace 25 siglos y desde lo alto de la colina -306 metros- controlaba las caravanas de comerciantes que, procedentes del Báltico o de las islas británicas, se dirigían hacia el Mediterráneo asegurando el comercio de estaño, ámbar y vino, del que ella y los suyos sacaban gran provecho.
La princesa de Vix fue enterrada con el mayor vaso de bronce conocido del siglo VI antes de Cristo, un recipiente de 208 kilos de peso y 1,64 metros de alto.
Este hallazgo permitió dibujar los contornos de una civilización celta, una civilización que coexiste con la de los griegos y la de los etruscos, que ocupaban un territorio que iba entonces desde lo que hoy es Hungría hasta el Atlántico, que tenían en común tradiciones funerarias, artísticas y ciertas características idiomáticas.
Vix se situaba no sólo en un cruce de dos grandes rutas, sino también en el límite de navegabilidad del Sena. El estaño, procedente de lo que hoy son las islas británicas, viajaba hacia Etruria y Grecia para que los artesanos pudieran elaborar el bronce indispensable para sus armas y estatuas. O para vasos gigantes como el que acompañaba a la princesa en su viaje al más allá, probablemente fundido en Sybaris.
El esqueleto fue hallado entre los restos de un carruaje del que ahora se proponen diversas hipótesis de reconstrucción. Ese carro, de ruedas de 74,5 centímetros de diámetro, con la rodadura recubierta de hierro y la rueda a radios, incluía numerosos detalles decorativos que debían confirmar el estatus del personaje que viajaba en él.
Si en la costa norte del Mediterráneo predominan las formas figurativas, entre los celtas la preferencia es por la abstracción y la simbólica geometría. En las alhajas, los motivos decorativos son casi siempre de esa naturaleza, pero la princesa de Vix aprovechó el carácter de encrucijada de caminos de su pequeña fortaleza para hacerse con un ajuar de origen diverso que incluye un formidable collar de oro con un caballo alado como tema.
Crátera de Vix, de origen griego (creada en 510 aC), en estilo griego-arcaico, en bronce. Dimensiones 164 cms. Excepcional por su tamaño y su artesanía, el Cráter de Vix está compuesto de varias piezas y pesa un total de 208,6 kg. El jarrón está hecho de una única lámina de bronce martillado y pesa alrededor de 60 kg. La base es redonda, con un diámetro máximo de 1,27 m, y tiene una capacidad de 1100 litros. El grosor de los laterales varía entre 1 y 1,3 mm, sin evidencias de soldadura. El pie, que es fundido, tiene un diámetro de 74 cm y pesa 20,2 kg; está decorado con motivos clásicos y vegetación estilizada. Los mangos, también fundidos en bronce, pesan alrededor de 46 kg. Los volutas, las formas espirales en la parte superior de los mangos, miden 55 cm de alto y están ricamente decorados con gorgonas haciendo muecas. El cuello del recipiente exhibe imágenes en relieve de soldados, donde ocho carros, conducidos por aurigas, son seguidos por un hoplita armado a pie cada uno. La tapa, elaborada a partir de una lámina de bronce martillado que pesa 13,8 kg, presenta en su centro una estatuilla de una mujer de 18 cm de alto. Desconocido – Peter Northover. Permission granted, and email forwarded to permissions@wikipedia.org photograph. CC BY-SA 2.5.

La cámara funeraria de Vix, de apenas nueve metros cuadrados, permaneció olvidada durante 2.500 años, sin duda porque el progreso del lugar debió desaparecer con la princesa, hundiéndose en la noche de los siglos. Hubo que esperar a que un profesor de filosofía de la vecina localidad de Châtillon, René Joffroy, desafiase a la nieve de 1953 para que el esqueleto de la princesa y los objetos que la rodeaban volviesen a salir a la luz.
Vix supuso un modelo de organización sociopolítico de tipo preurbano, un entramado de ciudades principescas, con una notable estratificación social en su interior, más compleja que la simple aristocracia de los guerreros. (ref. Canal UNED. Este enlace).
Bibliografía sobre «La tumba de Vix»
René Joffroy : Le Trésor de Vix (Côte d’Or). Presses Universitaires de France, Paris 1954.
René Joffroy: Das Oppidum Mont Lassois, Gemeinde Vix, Dép Côte-d’Or. In: Germania 32, 1954, pp. 59-65.
René Joffroy: L’Oppidum de Vix et la civilisation Hallstattienne finale dans l’Est de la France. Paris 1960.
René Joffroy: Le Trésor de Vix. Histoire et portée d’une grande découverte. Fayard, Paris 1962.
René Joffroy: Vix et ses trésors. Tallandier, Paris 1979.
Franz Fischer: Frühkeltische Fürstengräber in Mitteleuropa. Antike Welt 13, Sondernummer. Raggi-Verl., Feldmeilen/Freiburg. 1982.
Bruno Chaume: Vix et son territoire à l’Age du fer: fouilles du mont Lassois et environnement du site princier. Montagnac, 2001, ISBN 2-907303-47-3.
Bruno Chaume, Walter Reinhard: Fürstensitze westlich des Rheins, en: Archäologie in Deutschland 1, 2002, pp. 9–14.
Claude Rolley (ed.): La tombe princière de Vix, París, 2003, ISBN 2-7084-0697-3.
Vix, le cinquantenaire d’une découverte. Dossier d’Archéologie N.º 284, junio de 2003.
Bruno Chaume/Tamara Grübel et al.: Vix/Le mont Lassois. Recherches récentes sur le complexe aristocratique. In: Bourgogne, du Paléolithique au Moyen Âge, Dossiers d’Archéologie N° Hors Série 11, Dijon 2004, pp. 30-37.
Tipología
Existen muchas formas de murallas oppida, pero predominan dos grandes categorías: los “espolones cerrados” y las murallas o recintos cerrados.
Los espolones cerrados pueden ser de diferentes tipos:
- los meandros barrados (ex. Besançon), o el meandro de una costa, de un río… cerrados por una presa. Durante la Tena Final, un embalse se construía alrededor del oppidum (esto revela una utilidad puramente simbólica, la separación pueblo/campo, en ningún caso militar).
- las confluencias cerradas, en las que el pueblo se sitúa entre las dos corrientes de agua que se unen; el embalse protege la abertura del oppidum.
- los bordes de un acantilado, el embalse protege, de la misma manera que en las anteriores, la abertura del pueblo. Sin embargo, siempre durante la Tena Final, se observa, asimismo, un foso que rodea este tipo de murallas. Estas tienen, todavía, una función simbólica.
Los fosos (ejem. Mont Beuvray, o Bibracte, del tiempo de Julio César), no tienen formas diferentes. Una muralla rodea la aldea, situada sobre un monte o una colina, la construcción de la misma no tiene en cuenta la topografía del terreno (ejem. Donneberg).
Se puede deducir, por tanto, que los oppida tienen dos grandes tipos de murallas. Lo que distingue los oppida de la Téne Final de aquellos otros que datan de uno o dos siglos anteriores es que las murallas son perpendiculares a las curvas del terreno y que aparecen los fosos. El objetivo no es crear un espacio militar, sino un espacio urbano.
Ejemplos
- Opidum de Monte Bernorio, Pomar de Valdivia, Palencia, España
- Opidum de Iruña-Veleia, Álava, España
- Oppidum de Begastri, Cehegín, Murcia, España
- Oppidum de Los Villaricos, Caravaca de la Cruz, Murcia, España1
- Castro de los Rodiles, Cubillejo de la Sierra, Guadalajara, España
- Cástulo, Linares, Jaén, España
- Cerro de la Plaza de Armas de Puente Tablas, Jaén, España
- Oppidum Noega, Gijón, España
- Urcesa, Alcaraz, España
- Mesa de Miranda, Ávila, España
- Castro de Ulaca, Ávila, España
- Castro de las Cogotas, Ávila, España
- Contrebia Leucade, La Rioja, España
- Bibracte (Mont Beuvray), Francia
- Salon-de-Provence, Francia
- Oppidum d’Ensérune, Francia
- Manching, Alemania
- Alcimoennis, Alemania
- Stradonice, Bohemia
- Óbidos, Portugal
- Basel-Münsterhügel, Suiza
- Traprain Law, Escocia
El oppidum en época romana
La administración romana siguió utilizando el término oppidum para referirse a ciudades. El oppidum, que en tiempos originalmente fue una fortaleza, comúnmente con vistas a la llanura (ob pedum), que sirvió de refugio en tiempos de peligro, para los habitantes del distrito circundante. (La derivación de opus, sugerida por Mommsen, H. R. 1.39, E. T., es imposible, y ha sido abandonada por él en ediciones posteriores). En época romana no se diferenciara esencialmente de urbs. Pero mientras que esta última palabra se utilizaba sobre todo para Roma, oppidum se convirtió en el nombre general de las ciudades rurales, incluyendo municipia, praefecturae y coloniae. El término también se utilizaba comúnmente para las ciudades que poseían derechos latinos (oppida latina). Conocemos la organización de éstas, principalmente gracias a las Leges Salpensana et Malacitana, ambas ciudades de la provincia Betica, en C. I. L. II. pp. 253 y ss.
Referencias
Castro (fortificación)
Otro nombre con el que se conoce a los castros es oppidum (en plural oppida), en particular cuando son de gran tamaño.
Un castro es un poblado fortificado, por lo general prerromano, aunque existen ejemplos posteriores que perduraron hasta la Edad Media en Europa y propios de finales de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro. Se encuentran con frecuencia en la península ibérica, en particular en el noroeste con la cultura castreña y en la meseta con la cultura de las cogotas.
La palabra castro proviene del latín castrum, que significa «fortificación militar» (de ahí viene la palabra española castrense, «relativo a lo militar»).
El castro es un poblado fortificado que se empezó a habitar desde el siglo VI a. C., carente de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran mayormente de paja-barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje y barro y después de varas largas. Fundamentalmente, eran estancias únicas. Se sitúan en lugares protegidos naturalmente (alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas), cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.
Véase también: Cultura castreña
Fotografía aérea del Castro de Viladonga, en Galicia, España. Autor foto: Desconocido. Original file(1,678 × 727 pixels, file size: 444 KB).
Los castros estaban protegidos por uno o más fosos, parapetos y murallas que bordeaban el recinto habitado, pudiendo tener en sus accesos un torreón que controlaba las vías de entrada al mismo o en otro lugar estratégico.
En tiempo de conflictos, las gentes que vivían en campo abierto se trasladaban a estas construcciones, situadas en lugares estratégicos con el fin de garantizar su seguridad. Asimismo podían tener otras finalidades como la de control del territorio, vigilancia de sembrados, etc.
Su situación en el territorio respecto a otros castros hace pensar que existía una estrategia definida a la hora de elegir su localización, permitiendo la comunicación por señales entre ellos a modo de red defensiva.
La época de máximo florecimiento está entre los siglos IV-II a. C. y demuestran mayor contacto comercial con el exterior los del sur que los del norte, y los costeros que los del interior. El historiador Ferreira de Almeida sostiene que en la primera mitad del siglo I a. C. parece haber una multiplicación de los castros (bien por aumento demográfico, bien por otras razones). Al final de ese siglo y coincidiendo con la fase final de la conquista romana, algunos presentan indicios de destrucción de las murallas y en algunos casos de inmediata reocupación.
Reconstrucción de poblado castreño en Vigo, (España). Davisuke2010 – Pazos Reconstruídos (2) Uploaded by foconorte. Recreación de unidad familiar castrexa del siglo I d.C.: de izquierda a derecha: vivienda/taller, almacén, y vivienda. CC BY-SA 2.0. Original file (1,024 × 768 pixels, file size: 681 KB).
Véase también
- Castros de Asturias
- Castros de Ávila
- Castros de Soria
- Castros en Cantabria
- Castros en el País Vasco
- Castros de Galicia
- Oppidum
- Gaztelu Zahar
Referencias
- Collis, John (2000), «’Celtic’ Oppida», in Hansen, Mogens Herman, A Comparative Study of Thirty City-state Cultures, Det Kongelige Danske Videnskabernes Selskab, pp. 229–240, ISBN 87-7876-177-8
Enlaces externos
- Página web oficial del Castro y el Museo del Chao Samartín. El castro y su museo. Una mirada sobre la Cultura Castreña en el occidente de Asturias y las investigaciones arqueológicas en marcha
- Catálogo de castros de Ferrol, Narón y Valdoviño.
- Territorio Veton. Necrópolis de La Osera, Castro de la Mesa de Miranda, Chamartín de la Sierra (Ávila)
- La prehistoria reciente en Asturias
- Castros y castra en Cantabria. Fortificaciones desde los orígenes de la Edad del Hierro a las guerras con Roma. Catálogo, revisión y puesta al día.
Lo celta: creación de un término ambiguo
El término ‘celtas’ se usa en diferentes sentidos, por lo que resulta multívoco y ambiguo. Solo con cautela puede usarse para referirse a entidades étnicas anteriores al siglo V a. C., momento en que Heródoto se refiere explícitamente a estos grupos. Antes de esa fecha es incierto hasta qué punto pudo existir una etnicidad celta identificable. Aunque claramente el proto-celta sería más antiguo que Heródoto, es complicado saber si los pueblos de la Edad del Hierro (lo que podría asimilarse con Hallstatt) hablaban o no lenguas celtas. Aunque existen argumentos para suponer que en esa cultura se encontrarían antecesores de los celtas, la identificación con pueblos propiamente celtas es muy insegura.
Actualmente ‘celta’ es esencialmente un concepto lingüístico, pero su uso exige precaución. Gonzalo Ruiz Zapatero ha llamado la atención sobre el intento de la precisión del término que en realidad es algo más engañoso, complejo y amplio. Hubo muchos pueblos celtas diferentes; salvo por el parentesco filogenético de sus lenguas es difícil señalar con certeza factores comunes específicamente celtas. Aunque algunos autores hablan de los celtas como un pueblo homogéneo y bien definido, la realidad material de los hablantes de lenguas descendientes del proto-celta, muy probablemente, era más compleja, no existiendo quizá la homogeneidad que algunos autores les atribuyen.
Saint-Jean-Trolimon: objetos arqueológicos encontrados en la necrópolis gala de Kerviltré (dibujos de Paul du Chatellier). Paul du Chatellier (1833-1911) – Bulletins et mémoires / Société d’émulation des Côtes-du-Nord, année 1877. Este enlace. Public Domain.

Evolución del término celta
Este concepto se ha ido creando poco a poco a lo largo del tiempo y la historia con diferentes fines, por ello es tan multívoco. Este proceso tiene tres fases muy importantes.
El término «celta» ha experimentado una evolución significativa desde su creación, convirtiéndose en un concepto ambiguo que abarca aspectos culturales, lingüísticos y arqueológicos. Originalmente, los griegos utilizaron el término «Keltoi» para referirse a grupos de pueblos que habitaban regiones de Europa occidental y central durante la antigüedad. Más tarde, los romanos adoptaron esta denominación y la ampliaron, asociándola con los galos y otros pueblos que habitaban fuera del dominio directo romano.
En el contexto moderno, «celta» se emplea para designar una serie de culturas arqueológicas identificadas principalmente por sus características artísticas, prácticas funerarias y hallazgos materiales, como las culturas de Hallstatt y La Tène. También se relaciona con las lenguas celtas, una rama de la familia indoeuropea que incluye idiomas como el gaélico, el galés y el bretón.
Sin embargo, el uso contemporáneo del término ha generado debates entre académicos debido a su generalización. A menudo se utiliza para unificar diversos pueblos con características culturales y lingüísticas similares, aunque históricamente no constituyeron una única entidad política ni cultural homogénea. Esta ambigüedad refleja tanto la complejidad de las identidades prehistóricas como las interpretaciones modernas de los registros históricos y arqueológicos.
Es posible asociar a los pueblos celtas con los «bárbaros» mencionados por griegos y romanos, aunque el término «bárbaro» tenía un significado más amplio. Para los griegos, «bárbaro» era un término que designaba a cualquier pueblo que no hablara griego, mientras que los romanos lo emplearon para referirse a pueblos ajenos a su cultura y sistema político, especialmente aquellos considerados menos «civilizados». En este sentido, los celtas, que habitaban gran parte de Europa occidental y central, eran vistos como bárbaros tanto por griegos como por romanos debido a sus costumbres, lengua y modos de vida, diferentes de los del mundo mediterráneo.
Sin embargo, es importante destacar que el término «bárbaro» no se limitaba a los celtas. También incluía a otros grupos, como los germanos, escitas y partos, entre otros. Los romanos interactuaron con los celtas de manera específica, enfrentándolos en conflictos como la invasión gala de Roma en el siglo IV a.C. o la conquista de la Galia por Julio César. Estas experiencias moldearon una percepción romana de los celtas como guerreros feroces y organizados en tribus, pero también como portadores de una rica tradición cultural y artística.
En resumen, aunque los celtas pueden asociarse con la noción de «bárbaros» desde la perspectiva griega y romana, este término englobaba a muchos más pueblos y no refleja con precisión la diversidad cultural e histórica de aquellos a quienes se aplicaba.
Precedentes
El historiador latino Avieno recoge en su Ora Maritima un texto en torno al 520 a. C.Heródoto y Hecateo de Mileto, también hablan sobre ello por el 500 a. C. En torno a esa fecha se sitúa a la Céltica en la zona alpina y el norte. El término keltoi es un nombre que los griegos conocieron oralmente de los indígenas, una transcripción fonética. Este término junto a keltiké nos da una ambigua referencia geográfica. Hay que tomarlo simplemente como un nombre dado a los habitantes al norte de los Alpes. Vemos la información geográfica aportada por Heródoto aquí:
«Empieza el Iustro en la ciudad de Pireno desde los Celtas, los que están más allá de las columnas de Hércules, confinantes con los cinesios, último pueblo de la Europa, situado hacia el Ocaso, y después de atravesar toda aquella parte del mundo, desagua en el Ponto Euxino, junto a los istrienos, colonos de los milesios.»
Heródoto, Historia, II. XXXIII.
Más tarde, con César, Posidonio y demás, se convierte esta información geográfica en una de ámbito etnográfico. Sin embargo, es una información limitada que no se puede extender ni geográfica ni cronológicamente. Una de las fuentes historiográficas puede ser la lingüística, para la cual las lenguas célticas son una rama de la familia indoeuropea. Gracias a este concepto lingüístico podemos trazar ciertos límites.
En cuanto a la celtomanía, los druidas siempre fueron un tema de interés y fascinación, pero de los druidas históricos apenas se conoce nada. Muchos monumentos megalíticos de la prehistoria se han intentado relacionar con estos personajes y la cultura céltica, lo cual resulta muy dudoso y aventurado. Un punto importante, y de cambio, supondrá el hallazgo de La Tène. La cultura celta irá unida a una cultura material específica de este yacimiento.
Pueblos Celtas. Foto: P.gzlezjim. CC BY-SA 4.0.

Consolidación de la identidad celta. Cultura de La Tène
En esta etapa el término tiene una aplicación más clara. Los autores van aceptando las periodizaciones de La Tène en sus territorios de estudio. El camino para consolidarlo es el filológico. En última instancia, aún no se ha conseguido delimitar un territorio. En cuanto a la península ibérica, los primeros intentos de identificación celta corrieron a cargo de Rubio de la Serna. Ciertas zonas peninsulares, como la gallega, han intentado identificarse con lo celta para reforzar su identidad nacional. Algo ciertamente lógico debido al tangible patrimonio heredado a través de los siglos que no solo se restringe a una presencia arqueológica ingente —la más extensa de toda Europa— sino a una verdadera inercia cultural que pervive actualmente con vigor y que no solo busca en lo celta un signo de diferenciación. A pesar de ello hubo que esperar a Martín Almagro Basch y Pedro Bosch Gimpera para que se aclarase la presencia celta en España.
Es posible que grupos celtas estuviesen presentes en territorios peninsulares, a partir de la II Edad del Hierro. Colin Renfrew, en Arqueología y Lenguaje, ha resumido ocho puntos que podrían configurar lo céltico. Estos puntos han dado paso a un nuevo momento sobre la concepción de lo celta.
Los ocho puntos de Renfrew
Como se ha mencionado anteriormente, Renfrew elabora una lista que podría configurar el concepto de celta. Estos ocho puntos son formulados en el libro Arqueología y Lenguaje de Renfrew y han tenido mucha influencia en el mundo académico.
I. Pueblos denominados así por foráneos
Hecateo de Mileto los sitúa cerca de Massalia, Heródoto desde el nacimiento del Rin hasta las Columnas de Hércules y Rufo Festo Avieno en costa atlántica. De ello sacamos que la keltiké estaría al norte de Alpes y al Occidente del continente y que keltoi es un nombre que reciben los griegos de forma oral.
II. Pueblos autodenominados así
Hay que entender primero que es un ethnos, una autoconciencia de lo que es un grupo y que se da un nombre (etnónimo). Según César, se emplea galli y keltoi indistintamente en la Galia y solo celtae es registrado en la tercera parte de Francia. Sugiere que no hay una sola etnicidad. Estrabón nos habla de la falta de evidencias de que se llamen en Gran Bretaña e Irlanda celtas o galos a sí mismos. También habla de los keltiberi en la península ibérica. En consecuencia, el término tiene un carácter más restrictivo que en textos anteriores, en relación con el avance del conocimiento.
III. Grupo lingüístico
Gente que habla lengua celta y por ello han quedado fijados como grupo lingüístico por investigadores modernos. En un principio, en el siglo XVII, se estudia la variabilidad de lenguas mundiales y al siglo siguiente se ve la relación de la lengua celta y gala en la época clásica. Más tarde se establece su dependencia con el indoeuropeo. Se puede clasificar como dos tipos de lengua, la celta Q y la P, en función del tratamiento de las labiovelares oclusivas. También se distinguirán por su situación, continentales (Europa continental en la antigüedad) e insulares (islas británicas en la Edad Media).
Estatuilla de bronce romana de un galo (Celta) cautivo, II d. C. Autor: Ancient to Medieval (And Slightly Later) History Artifacts, Castles, Coins, Ruins & Megaliths – An all-original, photo-rich Tumblr. Ancient to Medieval (And Slightly Later) History Artifacts, Castles, Coins, Ruins & Megaliths – An all-original, photo-rich Tumblr. CC BY-SA 4.0.

Galo: es la mejor conocida documentalmente. Se poseen escritos del siglo III a. C. Está en alfabeto griego y posteriormente en latino. Es famoso el Calendario de Coligny.
Lepóntico: en la Galia Cisalpina. Inscripciones funerarias y grafitos en vasos y otros objetos cotidianos. Signario etrusco. Importancia de la Estela de Mesocco en el II a. C.
Celtibérico: conocido por topónimos (-seg, -samo, -briga). Conocido por epigrafía en alfabetos ibérico y latino. En leyendas monetales, grafitos e inscripciones funerarias. Gómez Moreno identifica las vocales y consonantes con cada signo. Se encuentran muchas téseras de hospitalidad con inscripciones en celtibérico. También hay inscripciones rupestres en lo que podrían ser santuarios. Por último, hay documentos con textos largos como el de Contrebia.
Gaélico: hablado en Irlanda y Escocia. Se conoce por inscripciones funerarias en piedra con alfabeto ogámico. Se escribe en vertical u horizontal. En el siglo V llega la cristianización y el alfabeto latino. Dentro se distinguen el irlandés, el manés y el gaélico escocés.
Britónico: en el sur de Gran Bretaña hasta el VI d. C. Se divide en periodo prerromano (325 a. C.-43 d. C.), romano y post-romano temprano (43-450) y post-romano final (450-550). En los primeros periodos bebe de fuentes griegas y romanas, que influyeron mucho en su historia, especialmente los romanos. Son inscripciones latinas y grafitos con textos breves. Entre ellos están el galés, el córnico y el bretón.
IV. Complejo arqueológico de la II E. Hierro: Cultura de La Tène
Augustus Wollaston Franks en 1863 acuña el término late celtic, atribuyendo el material del hierro tardío a celtas históricos, esbozando el contenido étnico de La Tène. En 1872 Hans Hildebrand subdivide la Edad del Hierro en Hallstatt y La Tène, estableciendo celtas = cultura de La Tène. En 1885 Otto Tischler subdivide Hallstatt en 2 y La Téne en 3. Paul Reinecke añade una fase inicial a La Téne. En 1913 Joseph Dechelette define el concepto laténico superponiendo conceptos cronológicos, tipológicos y culturales.
Poco a poco se va a reconocer una cuna céltica en Centroeuropa. Se crean dos tradiciones, la francesa o tradicional que se refiere a celtas centroeuropeos y la anglosajona que engloba a los insulares.
V. Estilo artístico de la II Edad del Hierro
El arte laténico se identifica con el céltico por la fórmula celtas = La Téne. Destacan los torques y los cascos. Queda reflejado ese estilo también en las monedas. Controvertido es el caso del caldero de Gundestrup, parecido al arte celta, pero que parece pertenecer a tracios o dacios. Tampoco todas las regiones de habla celta coinciden su arte con el laténico.
VI. Espíritu celta
Atribución de ciertas virtudes y características a los celtas como es la independencia, el heroísmo, la arrogancia… Los clásicos les darán estas virtudes características a través de sus textos. Estrabón y Diodoro Sículo remarcan este espíritu, resaltando sus particularidades. Otro texto de Flavio Arriano sobre una reunión entre Alejandro Magno y galos también lo pone de relieve, así como Polibio en la batalla de Telamón. Aquí nos sirve el fragmento de Polibio sobre dicha batalla para poner de relieve ese espíritu:
Infundía también terror la vista y movimiento de los que se hallaban desnudos en la vanguardia, ya que sobresalían en robustez y bella disposición. Todos los que ocupaban las primeras cohortes estaban adornados de collares de oro y manillas; a cuya vista los romanos, ya se sobrecogían, ya estimulados con la esperanza de rico botín, concebían doblado espíritu para el combate. Después que los flecheros romanos avanzaron al frente, según costumbre, para disparar espesas y bien dirigidas saetas, a los galos de la segunda línea les sirvieron de mucho alivio sus sayos y calzones; pero a los desnudos de la vanguardia, como sucedía el lance al revés de lo que esperaban, este hecho los colocó en grande aprieto y quebranto. Porque como el escudo galo no puede cubrir a un hombre, cuanto mayores eran los cuerpos, y éstos desnudos, tanto más se aprovechaban los tiros. Finalmente, imposibilitados de vengarse contra los que disparaban, por la distancia y número de flechas que sobre ellos caía, postrados y deshechos con el contratiempo, unos furiosos y desesperados se arrojaron temerariamente al enemigo y buscaron la muerte por su mano, otros se refugiaron a los suyos, hicieron público su temor y desordenaron a los que estaban a la espalda. De esta forma fue derrotada la altivez de los «Gesatos» por los flecheros romanos. Lo mismo fue retirarse los flecheros y salir al frente las cohortes, que venir a las manos los insubrios, boios y tauriscos, y hacer una vigorosa resistencia. Cubiertos como estaban de heridas, mantenía a cada uno el espíritu en su puesto. Sólo había la diferencia que eran inferiores, tanto en general como en particular, en la estructura de las armas.
Polibio, Historias, I, II, VIII
VII. Arte irlandés del I milenio d. C.
Se llama celta a este arte como también se habla de la Iglesia celta. Los modelos estéticos celtas perviven. El cristianismo llega en el siglo V con Patricio. Gracias al latín se aprende la cultura antigua. En las recopilaciones de textos se aprecia el arte celta en sus miniaturas, como en los libros de Durrow y de Kells. Hoy en día esta cultura pervive. En cuanto a la literatura, se conservarán algunos ciclos como el de Úlster y el de Finn.
VIII. Valores heredados de los celtas
En el siglo XVI algunos eruditos ingleses y franceses se vanagloriaban de descender de los celtas, en particular de los druidas. Se empiezan a atribuir los monumentos megalíticos al celtismo, iniciándose una celtomanía. Se va sobreponiendo una visión romántica a la que contribuye un texto de Plinio el Viejo sobre los druidas. Aquí está el texto que ha ido desdibujando la forma originaria de los druidas en una más romántica:
Los druidas (porque así se llaman estos magos) no tienen nada más de sagrado que el muérdago y el árbol que lo soporta, siempre suponiendo que el árbol sea un roble (…) pero ellos sólo eligen arboledas compuestas de robles para buscar el árbol, y nunca realizan ninguno de sus ritos excepto en la presencia de una rama de él (…) De hecho creen que todo lo que crece sobre él ha sido enviado desde el cielo y es una prueba de que el árbol fue elegido por el dios mismo. Sin embargo, el muérdago se encuentra rara vez sobre el roble, y, cuando se encuentra, se recoge con la debida ceremonia religiosa, si es posible en el sexto día de la Luna (…) ellos llaman al muérdago por un nombre significativo, en su lengua, el que todo lo cura. Habiendo hecho los preparativos para el sacrificio y un banquete debajo de los árboles, ellos traen allí dos toros blancos, cuyos cuernos atan entonces por primera vez. Vestidos con ropas blancas, los sacerdotes ascienden al árbol y cortan el muérdago con una hoz de oro y lo reciben otros con una capa blanca. Luego matan a las víctimas, rogando a dios que otorgue este don propicio a aquellos a los que él ha admitido. Ellos creen que el muérdago, tomado como bebida, imparte fecundidad a los animales estériles y que es un antídoto para todos los venenos. Tales son los sentimientos religiosos que han mantenido muchas personas respecto a cosas sin importancia.
Plinio el Viejo, Historia Natural, XVI, 249
Hoy en día, cierta retórica que apela a lo céltico se utiliza con fines políticos, también para reforzar las identidades nacionales. Se ve con Boudica en Inglaterra, Vercingetórix en Francia, Viriato en Portugal, Breogán y Numancia en España. En especial invenciones como es el «espíritu celta» o la «herencia celta». Por tanto, según Ruiz Zapatero lo celta es en gran parte, lo que ha sido inventado a partir de la información arqueológica y los datos de fuentes clásicas y medievales, sumando representaciones imaginarias.
Prehistoria e historia de los pueblos celtas
El término celta (keltoi) es de origen griego, quienes pudieron haberlo tomado prestado de iberos o ligures. Los celtas probablemente se llamaban a sí mismos *gal-,[cita requerida] o sea: galos (derivados: gálata).
No se ha logrado discernir etnias propiamente celtas entre los primeros grupos de indoeuropeos que penetraron en la Europa central. Según el punto de vista tradicional, solo hasta el siglo V a. C. con el surgimiento de la cultura de La Tène es razonablemente seguro identificar a los portadores de esa cultura como hablantes de lenguas celtas. Desde un punto de vista igualmente tradicional, los primeros pobladores indoeuropeos podrían haber sido los portadores de la cultura de los campos de urnas que se propagaron rápida y extensamente por Europa hacia el siglo XIII a. C. Los portadores de esta cultura se expandieron descendiendo por la margen derecha del Ródano ocupando Languedoc, Cataluña y el bajo valle del Ebro. Otra línea de expansión les llevó a Bélgica y el sureste británico.
Guerrero celta representado en la Fíbula de Braganza, arte helenístico 250-200 a. C. Fondo: British museum. Este enlace. CC BY-SA 4.0.
La fíbula de Braganza es un broche o imperdible de oro, del tipo «de largo travesaño» (perdido) utilizado para unir la vestimenta. No pudiéndose demostrar que sea obra de orfebres ibéricos, antes al contrario, la pieza parece, ser obra de un buen artista griego.Confeccionada, seguramente, por encargo de un príncipe celta, pues no hay en ella ninguna concesión a lo clásico, al arte griego y, por el contrario, en la fíbula, todo, menos el programa iconográfico, es intencionadamente celta, como se deduce de la disposición plástica y narrativa de los elementos conservados.
Todo en la magnífica fíbula aparece representado pars pro toto, ex more céltico, el jabalí, las ondas del mar, el lomo del perro erizado de serpientes, el lazo infinito, etc.
Proviniendo la pieza de Portugal, y siendo por sus características una fíbula de largo travesaño, esta debe ser en atención al principio de su procedencia y sobre todo por la temática representada, sin duda el tema de Hércules muy popular en el ámbito de Gallaecia y del suroeste, restringida al ámbito galaico o lusitano.
El programa iconográfico seguramente representa los trabajos de Hércules (Pena Graña), ex more céltica, pars pro toto, como ya hemos dicho. No todo se conserva y parte del programa iconográfico original -posiblemente los trabajos representados en el largo travesaño-, se pudo haber perdido. El broche en base, entre otras cosas a la decoración lateniana de la vaina de la larga espada celta – no es ni puede ser la vaina de una falcata ibérica-, ha sido datado por los expertos en el siglo III a. C.
Sin embargo, recientemente se ha asociado a los celtas o sus precursores inmediatos con la cultura del vaso campaniforme, (4) que en el Neolítico medio se habría expandido desde la península ibérica, difundiéndose por el frente Atlántico hasta el centro de Europa (zona media del Elba). (5) Al confluir así con la cultura de la cerámica cordada se habría constituido el primer horizonte cultural Paneuropeo, que algo más tarde desembocaría en la cultura del bronce en Unetice, cerca de Praga. El estudio aún más reciente de la distribución del haplotipo mitocondrial H, no solo es consistente con estas hipótesis, sino concluye que esta difusión, que parte del SO de Europa, habría supuesto un importante movimiento de población, y no solo la transmisión de un «paquete cultural». (6)-.
A partir del siglo VIII a. C., otros pueblos presuntamente indoeuropeos fueron los portadores de la cultura de Hallstatt (Hierro I), extendiéndose en esta fase por el interior de la península ibérica (siglo VII a. C.) En el siglo VI a. C. los pueblos presuntamente indoeuropeos fueron desplazados del noreste ibérico a manos de los iberos, quedando así los celtas de Iberia aislados del resto de pueblos celtas continentales.
Desde el siglo IV a. C., los celtas continentales inauguran la cultura de La Tène, específicamente celta (Hierro II). En esta fase, los celtas acabaron de ocupar el norte y centro de Francia (la Galia), el norte de Italia, así como la mayor parte de las islas británicas. También se extendieron por los Balcanes, alcanzando incluso una comarca de Asia Menor, que será conocida como Galatia. En esta época se construyen importantes villas fortificadas (lat. oppida), que sirven de centros comerciales y políticos. Es también en este período cuando el druidismo se extiende entre los celtas. Contrariamente a lo que se cree, los druidas no tenían templos de piedra ni arqueológicamente se ha podido enlazar el druidismo celta con Stonehenge, siendo la cultura megalítica anterior en varios milenios a la cultura celta y al fenómero del druidismo. Este error de asociar la cultura megalítica atlántica (presente en las islas británicas, Francia y España) con Stonehenge está muy extendido entre la gente por ser un invento del romanticismo del siglo XVIII. Como ejemplo: los celtas ibéricos no conocieron el fenómeno druídico, pero en España hay muchos restos megalíticos.
Una de las primeras menciones de los celtas, es la de los galos senones cisalpinos liderados por su rey Breno, que llegaron a invadir Roma en el 390 a. C. Posteriormente la república romana primero y el imperio romano después combatirían exitosamente a los galos cisalpinos y transalpinos. Julio César ya había luchado contra ellos durante su conquista de la Galia y, con el tiempo, los romanos les arrebataron también sus dominios británicos e ibéricos. A finales del Imperio romano (476), los celtas tan solo ocupaban partes del noroeste de Francia, Irlanda, Gales y algunas zonas de Escocia. Durante el transcurso de la Edad Media, reforzaron su control de Escocia e hicieron varios intentos de ampliar su territorio en Inglaterra. A partir del siglo II a. C., los celtas acusan la creciente presión militar de los germanos por el norte y, algo después, la de los romanos por el sur. En pocas décadas toda la Galia está ocupada por los romanos. La presencia romana en Gran Bretaña fue de escasa duración, lo que permitió a las lenguas celtas de esta isla (galés) sobrevivir y, más tarde, regresar al continente (Bretaña francesa).
Todavía en el siglo VII los celtas llevaron a cabo su quizá última expansión: los escotos irlandeses invadieron Caledonia, región que pasó a ser llamada Escocia.
Entre los restos arqueológicos celtas destacan los castros y los petroglifos (nota: muchos petroglifos son mil años anteriores a la cultura celta, aunque se seguirán haciendo durante el periodo celta), que se encuentran con frecuencia en el noroeste de la península ibérica.
Los pueblos y cultura célticas tuvieron una fuerte presencia en el sudoeste de la península, documentada por Plinio el Viejo y otras fuentes. Según historiadores como Adolf Schulten el norte de la Península estaba habitado no por pueblos celtas sino por ligures.
Lenguas celtas
Lenguas celtas o célticas es el nombre por el que se conoce a un grupo de idiomas pertenecientes a la familia indoeuropea, entre los que se incluyen:
- el bretón, en Francia
- el córnico, en Reino Unido
- el gaélico escocés, en Reino Unido
- el galés, en Reino Unido
- el irlandés, en Irlanda y Reino Unido
- el manés, en Reino Unido
- y todas aquellas lenguas muertas de esta familia que en un tiempo hablaron los pueblos celtas en Europa Central y en las penínsulas ibérica y de Anatolia.
Aspectos históricos, sociales y culturales. Orígenes
Las lenguas celtas derivan de un conjunto de dialectos del indoeuropeo que históricamente ocupan una posición intermedia dentro de la familia indoeuropea, pues hicieron su aparición después de las lenguas anatolias (2000 a. C.), el griego (1400 a. C.), las lenguas índicas (1000 a. C.), las lenguas iranias (700 a. C.) y las lenguas itálicas (600 a. C.), pero antes de las lenguas germanas (siglo I d. C.), las lenguas eslavas (siglo IV), el armenio (siglo V), el tocario (siglo VII), las lenguas bálticas (siglo XV) y el idioma albanés (siglo XVI).
Sus hablantes eran los pueblos celtas, una serie de tribus y clanes de la Europa Central y Occidental que compartían unas características culturales similares: creencias religiosas, estructura social, estilos artísticos, sistemas de producción, y sobre todo una lengua común, o más bien una serie de dialectos inteligibles entre sí. Utilizaron diversos nombres para denominarse a sí mismos:
- keltikoi ‘los elevados’ o ‘los luchadores’: (Célticos de la Beturia). Fue el nombre adoptado por los geógrafos griegos en la primera mitad del I milenio a. C. para referirse a estos pueblos (keltoi), término que resultó después latinizado como celtae, para dar origen al actual celtas. El nombre se construye sobre la raíz PIE *kel-t- ‘elevarse, alzarse’: lituano kélti ‘alzarse’, o bien sobre la raíz *kel-t ‘golpear’: antiguo sajón hild ‘luchar, golpear’
- galloi ‘gallardos, valientes’ (Gálatae o Gálatai, gálatas de la provincia romana del centro de la actual Turquía llamada Galatia). Fue el nombre adoptado por los romanos para referirse a los pueblos galos de la Gallia, región que comprendía básicamente Francia y Bélgica). Galloi se forma desde la raíz PIE *gelH- en su grado-cero *glH-n > gall-, mientras que gálatai procede de un grado pleno *gelH-tai > gélatai > gálatai. Gaelige (celtas de Irlanda).
- wedeloi ‘salvajes, del bosque, cazadores’. Nombre utilizado por los galeses para referirse a los irlandeses (goidelos < galés gwyddel iirlandés’). Desde la raíz PIE *weid- ‘bosque’, a través del céltico *wēdu ‘selvático, salvaje’ > *wēdelo.
Aunque se encuentran esparcidas diversas alusiones a los celtas en Hecateo de Mileto, Heródoto y Aristóteles, la primera referencia a este pueblo se halla en la Ora Maritima de Avieno, procónsul en África en el 336 d. C., quien se basó en un original griego del siglo VI a. C. Los romanos los llamaban galli (pronunciado gal-li).
Existen varias hipótesis respecto a la aparición de las lenguas celtas, de las cuales varias son mutuamente excluyentes. Estas hipótesis han afectado a la clasificación filogenética de las lenguas celtas: algunos autores clasifican las lenguas célticas insulares como una unidad frente a las lenguas célticas continentales. Otra clasificación propugna la existencia de una relación galo-britónica de un origen más arcaico, frente al goidélico, el idioma celtíbero y el idioma lepóntico.
Nota: Ōra marītĭma (en latín, también conocida en castellano como Las costas marítimas) es un importante texto sobre geografía descriptiva de la Hispania prerromana. Fue escrita en verso, en el siglo IV d. C., por el poeta latino Rufo Festo Avieno, y dedicada a su amigo Probo, basándose en textos más antiguos, probablemente del siglo VI a. C.
Esta obra es de gran relevancia por ofrecernos la más antigua información de la península ibérica de un milenio atrás, momento sobre el que se carece de fuentes –información posiblemente obtenida del viaje de un marino de Marsella mil años antes (530 a. C.). Avieno expone, al principio de su narración, que utilizó textos de Hecateo de Mileto, Helánico de Lesbos, Fileo de Atenas, Escílax de Carianda, Pausímaco de Samos, Damastes de Sigeo, Bacoris de Rodas, Euctemón de Atenas, Cleón de Sicilia, Heródoto y Tucídides.
Es la primera vez que se dan tantos datos de Iberia al hablar, tanto de pueblos como de accidentes geográficos, ciudades, divinidades y otros aspectos culturales. Sin embargo, no solo se centra en la Hispania prerromana, también ofrece un recorrido por las costas europeas pasando de la Britania hasta el Ponto Euxino. Sólo se conservan algunos fragmentos de esta obra.
Fue utilizada como fuente de estudio por estudiosos como Adolf Schulten, que empleó esta obra para teorizar acerca de la posible ubicación de Tartessos.
Prehistoria de los pueblos celtas
El término celta (keltoi) es de origen griego; estos pudieron haberlo tomado prestado de íberos o ligures. Los celtas probablemente se llamaban a sí mismos *gal-, o sea: galos (derivados: gálata).
No parece posible discernir etnias propiamente celtas entre los primeros grupos de indoeuropeos que penetraron en la Europa central. Sólo hasta el siglo V a. C., con el surgimiento de la cultura de La Tène es razonablemente seguro identificar a los portadores de esa cultura como hablantes de lenguas celtas. Los primeros pobladores indoeuropeos podrían haber sido los portadores de la cultura de los campos de urnas, que se expandieron rápida y extensamente por Europa hacia el siglo XIII a. C. Los miembros de esta cultura se expandieron descendiendo por la margen derecha del Ródano, ocupando Languedoc, Cataluña y el bajo valle del Ebro. Otra línea de expansión les llevó a Bélgica y el sureste británico. A partir del siglo VIII a. C., otros pueblos presuntamente indoeuropeos (tal vez pre-celtas y pre-ilirios) fueron los portadores de la cultura de Hallstatt (Hierro-I), extendiéndose en esta fase por el interior de la península ibérica (s. VII). En el siglo VI a. C., los pueblos presuntamente indoeuropeos fueron desplazados del noreste ibérico a manos de los íberos, quedando así los celtas de Iberia ( Vasco) aislados del resto de pueblos celtas continentales por los íberos al este y los aquitanos al oeste de los Pirineos.
Desde el siglo IV a. C., los celtas continentales inauguran la cultura de La Tène, específicamente celta (Hierro II). En esta fase, los celtas acabaron de ocupar el norte y centro de Francia (la Galia), así como la mayor parte de las islas británicas. También se extendieron por los Balcanes, alcanzando incluso una comarca de Asia Menor, que será conocida como Galatia. En esta época se construyen importantes villas fortificadas llamadas oppidum (en plural, oppida), que funcionan como centros comerciales y políticos.
Historia y referencias clásicas
A partir de los siglos II y III a. C. algunos autores clásicos ofrecen datos concretos sobre la historia de los pueblos celtas. Los romanos usaron el término galli para referirse a varios pueblos celtas, entre los cuales estarían los galos, los gálatas, o regiones como la Galia. Sin embargo, aunque los romanos se refirieran a las tribus por sus nombres individuales (aedui, belgae, helvetti, boii…), sí reconocen ciertas características culturales comunes entre estas. La unidad lingüística de estos pueblos es puesta de manifiesto por Tácito al percibir la similitud entre las lenguas britónicas y las galas. San Jerónimo dejó constancia en sus escritos de que la lengua de los gálatas le resultaba parecida al dialecto galo de Tréveris.
Los pueblos celtas se expandieron entre los siglos siglo VIII a. C. y siglo V a. C. desde su núcleo original centroeuropeo hacia otras regiones, ocupando el norte y centro de Francia (la Galia), el valle del Po en el norte de Italia, la península ibérica, así como la mayor parte de las islas británicas. También se extendieron por los Balcanes, alcanzando incluso una comarca de Asia Menor, que será conocida como Galatia.
En todas estas migraciones su lengua les acompañó allá donde fueran; en el siglo I a. C. se extendían por gran parte de Europa, desde la actual Turquía (Galacia) hasta Portugal. Sin embargo, las lenguas célticas encontraron refugio a la romanización en el extremo noroccidental de Europa, en las islas británicas. A partir del siglo II a. C., los celtas acusan la creciente presión militar de los germanos por el norte y, algo después, la de los romanos por el sur. En pocas décadas «toda la Galia está ocupada», excepto Irlanda. De todas formas, la presencia romana en Gran Bretaña fue también de escasa duración, lo que permitió a las lenguas celtas de esta isla (galés) sobrevivir y, más tarde, regresar al continente (Bretaña francesa). Todavía en el siglo VII, los celtas llevaron a cabo su quizá última expansión: los escotos irlandeses invadieron Caledonia y le cambiaron el nombre por el de Escocia.
En la península itálica, es probable que la tecnología del hierro fuera introducida por primera vez por la cultura de Villanova, aunque esta era propiamente una cultura de la Edad del Bronce. La Edad del Hierro propiamente dicha comienza con la civilización de los etruscos, que acabó abruptamente con la conquista de su última ciudad, Volsinii, por parte de la naciente República romana en el año 265 a. C.
En la península ibérica encontramos la cultura de Tartessos, que arranca ya en torno al 1200 a. C., como así lo demuestran yacimientos como Setefilla, Carmona y La Tablada (Sevilla) o El Berrueco (Cádiz). Estos cogen el testigo de la cultura argárica, desaparecida de manera misteriosa alrededor del 1500 a. C. y que fue el primer protoEstado de la Europa occidental, sitos en una amplia zona en el sureste de la península. Los siguen cronológicamente por los iberos. La influencia de los celtas desplazados en sus migraciones desarrolló en la península una nueva cultura, los celtíberos.
Mientras en la actual Francia aparecerían los pueblos galos.
En las islas británicas, la Edad del Hierro duró desde el siglo V a. C. hasta la conquista romana, y hasta bien entrado el siglo V en las zonas no romanizadas. En ellas se encuentran también restos de clara influencia celta, lo que permite concluir unas raíces culturales comunes de origen celta en todo el oeste de Europa. Las estructuras defensivas fechadas en esa época suelen ser muy impresionantes, como los brochs del norte de Escocia y los castros que salpican el resto de las islas.
Declive
Si bien en la Antigüedad fueron habladas ampliamente en Europa occidental en el primer milenio a. C., las lenguas celtas han experimentado un declive gradual desde los tiempos romanos, bien reemplazadas primero por el latín y luego por las lenguas romances en Francia, Portugal, Italia y España, bien desplazadas y sustituidas por otras ramas como la germana en las islas británicas y Europa Central o la eslava en los Balcanes, o bien por la disipación e integración del pueblo celta y de sus lenguas dentro de nuevas realidades históricas. A pesar de estos hechos, hubo pequeñas islas lingüísticas que sobrevivieron bastante tiempo a este influjo, hallándose testimonios de gálatas hablantes de lengua celta en el siglo IV d. C.
Las lenguas celtas mantuvieron mayor vigor en las islas británicas. Allí las lenguas nativas gaélicas y britónicas mantuvieron su hegemonía hasta la Edad Media, siendo la lengua predominante en el Reino de Escocia y en los condados y reinos irlandeses y galeses. Su declive en Gran Bretaña comenzó con las invasiones anglosajonas, quedando reducida su presencia tras la Muralla de Offa a Gales y al Reino de Escocia. Unos siglos más tarde, también empezaron a perder peso y presencia las lenguas célticas en estas regiones y en Irlanda debido principalmente la pérdida de independencia política y cultural, así como por el aislamiento económico, en detrimento del entonces pujante Reino de Inglaterra en el siglo XVI, si bien este proceso se dio de manera lenta y constante desde siglos atrás. La lengua hablada en la isla de Man se vería muy influenciada por aportes nórdicos, fruto de las sucesivas invasiones vikingas.
El origen del bretón, si bien se podría pensar fácilmente debido a su situación geográfica que es un reducto de la lengua gala hablada en época prerromana en la actual Francia, se remonta a migraciones de británicos (principalmente de las zonas de Cornualles y Gales) en el siglo V d. C. que huían de las invasiones anglosajonas a Gran Bretaña, estableciéndose tras cruzar el canal de la Mancha en la costa de Armórica, la actual Bretaña. Algunos de estos britanos llegaron incluso a la península ibérica, concretamente al norte de la Gallaecia, región histórica que incluía la Galicia actual y buena parte de Asturias y el norte de Portugal, donde fundaron el obispado de Britonia, al frente del cual estaría el célebre obispo Mailoc, mencionado en los concilios galaicos de Lugo y de Braga en el siglo VI de nuestra era.
Pese a su lento declive, hoy día aún sobrevivien cuatro lenguas de la rama céltica, limitadas a pequeñas regiones de Europa: el irlandés o gaélico irlandés en Irlanda, el gaélico escocés en Escocia (nombre que lleva a la confusión con el también llamado escocés, idioma germánico), el galés en Gales y el bretón en Bretaña. Asimismo, hasta el siglo XVIII en Cornualles se hablaba el idioma córnico, de gran semejanza con el bretón y el galés. Hasta principios del siglo XX en la isla de Man se hablaba el idioma manés. También, fruto de la emigración, hay pequeñas colonias de hablantes de lengua celta en la Patagonia argentina y en algunas partes de Canadá.
Sin embargo, en mayor o en menor medida pero en la mayoría de los casos muy reducido, generalmente las lenguas posteriormente habladas en regiones de lengua celta mantienen un sustrato céltico en su vocabulario, como pueden ser el español, el francés, el portugués, el gallego, el asturiano, el inglés o el alemán.
Mitología celta
La mitología celta es conocida por una serie de relatos de la religión de los celtas durante la Edad del Hierro. Al igual que otras culturas indoeuropeas durante este periodo, los primeros celtas mantuvieron una mitología politeísta y una estructura religiosa. Entre el pueblo celta hubo algunas tribus en estrecho contacto con Roma, como los galos y los celtíberos. Esta mitología no sobrevivió al Imperio romano, debido a su subsecuente conversión al cristianismo y a la pérdida de sus idiomas originales. Aunque irónicamente fue a través de fuentes romanas y cristianas, contemporáneas, que se conocen detalles sobre sus creencias.
En contraste, la comunidad celta que mantuvo sus identidades políticas o lingüísticas (tales como las tribus de escotos y bretones de las islas británicas) transmitió por lo menos vestigios remanentes de las mitologías de la Edad de Hierro, las cuales fueron registradas a menudo en forma escrita durante la Edad Media.
El caldero de plata Gundestrup, en Dinamarca, mostrando inscripciones de la mitología celta. Fuente: Nationalmuseet. (Kar from Gundestrup, Ålborg County. Silver with gilding. Votiv / depotfund, mose. Pre-Roman Iron Age.)(Kar de Gundestrup, condado de Ålborg. Plata con dorado. Votivo / fondo de depósito, ciénaga. Edad del Hierro prerromana.). CC BY-SA 3.0. Original file (1,660 × 1,191 pixels, file size: 375 KB).
Fuentes históricas
Debido a la escasez de fuentes sobrevivientes que pongan por escrito el idioma galo, se conjetura que los celtas paganos no eran extensamente alfabetizados. Aunque una forma escrita de la lengua gala – utilizando el alfabeto griego, latino e itálico del Norte – fue trabajada, según lo evidenciado, por los artículos votivos que llevan las inscripciones en lengua gala y el Calendario de Coligny. Julio César da testimonio del alfabetismo de los galos, pero también describe que sus sacerdotes, los druidas, prohibieron utilizar la escritura para registrar ciertos versos de importancia religiosa, haciendo notar también que los Helvecios tenían un censo escrito.
Roma introdujo el hábito más extendido de inscripciones públicas, y debilitó el poder de los druidas en los territorios que conquista. De hecho, la mayor parte de las inscripciones sobre deidades descubierta en Galia (Francia moderna), Britania y en otros lugares que representan territorios celtas posteriores a la conquista romana.
Aunque tempranamente los escotos de Irlanda y partes del moderno Gales usaron la escritura Ogam para registrar inscripciones cortas (en gran parte nombres personales), el alfabetismo más sofisticado no fue introducido a los territorios celtas. Estos no habían sido conquistados por Roma hasta el advenimiento del cristianismo; de hecho, muchos mitos gaélicos primero fueron registrados por monjes cristianos, aunque sin contar con gran parte de sus significados religiosos originales.
Antiguos carros de cuatro ruedas, Ruedas antiguas, Arte celta, Colecciones del Museo de Arqueología Nacional (Saint-Germain-en-Laye), Rouelle. PHGCOM – Own work by uploader, photographed at the Musee d’Archeologie Nationale. Rouelle_votive_wheels. Dominio público.

Comentarios de Julio César sobre la religión celta y su significado
La fuente clásica sobre los dioses celtas de la Galia es la sección «Commentarii de bello Gallico» de Julio César (52-51 ac; La Guerra de las Galias). En este, él nombra a los cinco dioses principales adorados en la Galia (según la práctica de su tiempo, él nombra a los dioses con el equivalente romano más cercano) y describe sus roles. Mercurio era el más venerado de todas las deidades y numerosas representaciones de él han sido descubiertas.Mercurio es visto como el creador de todas las artes (y a menudo es tomado para referirse a Lugus por esta razón), protector de aventureros y comerciantes y el más poderoso en relación con el comercio y el beneficio. Además los galos reverenciaban a Apolo, Marte, Júpiter, y Minerva. Las divinidades celtas son descritas con opiniones aproximadamente iguales a las de otros pueblos: Apolo disipa la enfermedad, Minerva anima habilidades, Júpiter gobierna los cielos, y Marte influye en la guerra. Además de estos cinco, él menciona que los Galos remontan su linaje a Dis Pater.
El problema con los ‘equivalentes’ dioses romanos de César
Debido a que César no describe a estos dioses por sus nombres celtas, sino por los nombres de las divinidades romanas (con los cuales los comparó), este proceso confunde considerablemente la tarea de identificar a estos dioses galos con sus nombres natales en las mitologías insulares. Además retrata por medio de un esquema ordenado la deidad y su rol en una forma que es bastante desconocida y poco familiar a la literatura coloquial de ese tiempo. De todos modos a pesar de las restricciones, su lista final es una observación provechosa y fundamentalmente exacta.
Equilibrando su descripción con la tradición oral, o incluso con la iconografía gala, se puede recolectar los distintos entornos y los roles de estos dioses. Los comentarios de César y la iconografía aluden a períodos bastante distintos en la historia de la religión gala. La iconografía, en los tiempos romanos, es parte de un ajuste de grandes acontecimientos sociales y políticos, y la religión que esto representa se pudo haber mostrado realmente menos obvia que la mantenida por los druidas (orden sacerdotal) durante el período de la autonomía gala de Roma.
Algunos estudiosos concluyen que las deidades celtas y los cultos relacionados eran locales y tribales y no pan-célticos. Los defensores de esta opinión citan la referencia de Lucan, una divinidad llamada Teutates, que ellos traducen como «espíritu tribal» (teuta se cree, puede ser interpretado como «la tribu» en Proto-celta). Sin embargo, la serie evidente de nombres divinos, puede ser justificada de manera diferente: muchos pueden ser meros epítetos aplicados a dioses clave adorados en cultos pan-celtícos.
Coventina es una diosa celta asociada con las fuentes, los manantiales y el agua en general. Su culto estaba relacionado con la purificación y la fertilidad, y se la veía como una figura protectora de las aguas y la naturaleza. Aunque no es una deidad ampliamente conocida en la mitología celta, se le han dedicado algunos hallazgos arqueológicos, especialmente en la región de lo que hoy es el norte de Inglaterra. En estos lugares se han encontrado ofrendas y dedicaciones a Coventina, como inscripciones en los manantiales y otras fuentes de agua, donde los antiguos celtas realizaban rituales para invocar su favor. Coventina era considerada una diosa de la sanación y la renovación, vinculada a la vida y la vitalidad proporcionada por el agua. Foto: NantonosAedui~commonswiki. Public Domain.

Las ramificaciones de la mitología celta
La mitología celta se encuentra en un número variado, pero relacionado, de subgrupos distintos ampliamente relacionados por las ramificaciones del idioma céltico:
- Religión céltica antigua (conocida básicamente por medio de fuentes arqueológicas más que por fuentes mitológicas escritas).
- Mitología en lengua goidélica,representado principalmente por la mitología irlandesa.
Las lenguas gaélicas o goidélicas son una subfamilia de las lenguas celtas que descienden del protocelta, una de las ramas de las lenguas indoeuropeas. En la subfamilia gaélica se incluyen el irlandés, el gaélico escocés y el manés. Otras lenguas célticas vivas, tales como el galés, el córnico y el bretón no son consideradas gaélicas (rama britónica).
Los idiomas gaélicos han sido históricamente parte de un continuo lingüístico hablado desde el sur de Irlanda a través de la Isla de Man hasta el norte de Escocia. Se le agrega —erróneamente— el «Shelta», que es un dialecto producto de una mezcla entre el irlandés y el inglés, con una sintaxis primariamente inglesa.
Una forma moderna de este grupo, conocida como irlandés moderno temprano o gaélico clásico, fue utilizada como lenguaje literario en Irlanda hasta el siglo XVII y en Escocia hasta el XVIII. Diferencias de ortografía entre estas dos formas se deben a reformas ortográficas más recientes, lo que ha dado como resultado estandarizaciones pluricéntricas complejas.
La ortografía usada en el manés está basada en el inglés y el galés y fue introducida en 1610 por el obispo galés John Phillips.
- Ciclo mitológico: El ciclo mitológico es un conjunto de historias y poemas de la mitología irlandesa que se centran en las antiguas deidades y razas míticas del país, especialmente los Tuatha Dé Danann, un pueblo de dioses y seres sobrenaturales. Este ciclo también incluye relatos sobre otras razas míticas, como los Fomorés y los Fir Bolg. Las historias se centran en las luchas, conquistas y relaciones de estos seres con los humanos y entre sí. Algunos de los relatos más importantes de este ciclo son el Lebor Gabála Érenn (Libro de las invasiones), que narra las llegadas sucesivas de pueblos y dioses a Irlanda; Cath Maige Tuired (Batalla de Moytura), que cuenta una gran batalla entre los Tuatha Dé Danann y los Fomorés; Aided Chlainne Lir (Los hijos de Lir), una historia trágica de transformación y venganza; y Tochmarc Étaíne (El cortejo de Étaín), un relato de amor y celos divinos. Este ciclo es solo una parte de la mitología irlandesa, que también incluye otros ciclos, como el Ciclo Úlster (centrado en héroes como Cú Chulainn) y el Ciclo Feniano (que cuenta las historias de los guerreros de Fionn mac Cumhaill). En resumen, el ciclo mitológico de Irlanda se refiere a las historias que explican el origen y las hazañas de sus dioses y seres sobrenaturales.
Los Tuatha Dé Danann en «Riders of the Sidhe» de John Duncan (1911). Imagen: Sevenseaocean y Jeff G.. Dominio público.
- Ciclo del Ulster: El Ciclo del Úlster (en irlandés an Rúraíocht), conocido anteriormente como Ciclo de la rama roja, es un gran conjunto de escritos en prosa y verso centrados en los héroes tradicionales de los Ulaid, los pobladores del este la provincia irlandesa moderna del Úlster, que toma su nombre de ellos. Este es uno de cuatro grandes ciclos de la mitología irlandesa, juntamente con el Ciclo mitológico, el Ciclo feniano y el Ciclo histórico. Las historias, ambientadas en el siglo I a. C., fueron transmitidas oralmente y puestas por escrito entre los siglos VIII y XI, y están preservadas en los manuscritos del siglo XII El libro de la vaca parda (c. 1100), manuscrito irlandés del siglo XII, el cual es el manuscrito más antiguo escrito en irlandés antiguo, y El libro de Leinster (c. 1160), manuscrito medieval irlandés recopilado hacia el año 1160 y conservado actualmente en el Trinity College (Dublín), y en compilaciones posteriores, tales como El libro amarillo de Lecan (siglo XIV). Elementos mitológicos aparecen libremente entremezclados con elementos legendarios que tienen un aire de autenticidad.
- Ciclo feniano: El Ciclo Feniano es un conjunto de relatos de la mitología irlandesa que se centra en las aventuras de Fionn mac Cumhaill, un héroe legendario, y su grupo de guerreros llamados los Fianna. Estas historias también son conocidas como cuentos finianos o cuentos de los Fian, y giran alrededor de las hazañas, batallas y desafíos que enfrentan Fionn y sus compañeros. El ciclo recibe su nombre de Fionn, pero también se le conoce como el Ciclo Ossiánico porque, según la tradición, su hijo Oisín fue quien escribió muchos de los poemas que forman parte de este ciclo. El Ciclo Feniano también presenta a otros personajes importantes como Caílte, el sobrino de Fionn; Diarmuid Ua Duibhne, un valiente guerrero; Oscar, el hijo de Oisín; y Goll mac Morna, un rival de Fionn. Estos relatos exploran temas como el valor, la amistad, los conflictos y las relaciones familiares, y se desarrollan en un contexto heroico y místico. Este ciclo es uno de los cuatro más importantes de la mitología irlandesa, junto con el Ciclo Mitológico, el Ciclo de Ulster y el Ciclo Histórico.
El sueño de Ossian (1813), de Jean-Auguste-Dominique Ingres, Museo Ingres, Montauban. Didier Descouens y un autor más. Dominio público. Original file (3,667 × 4,785 pixels, file size: 12.69 MB).
- Ciclo histórico: Los ciclos de los reyes, a veces llamados ciclos históricos, son un conjunto de textos literarios irlandeses en irlandés antiguo y medio. Incluyen leyendas sobre reyes históricos y semihistóricos de Irlanda (como Buile Shuibhne, «La locura del rey Suibhne»), historias sobre los orígenes de dinastías y pueblos (como La expulsión de los Déisi), relatos de batallas (como la Batalla de Mag Mucrama), así como anécdotas que explican ritos y costumbres. Es uno de los cuatro grandes ciclos de la antigua literatura irlandesa, junto con el ciclo mitológico, el ciclo de Úlster y el ciclo feniano.
- Mitología en lengua britónica, representado principalmente por la mitología galesa. La mitología galesa, los remanentes de la mitología de los britanos precristianos, ha llegado a nuestros días en diversas formas mediante manuscritos medievales galeses como el Libro Rojo de Hergest, el Libro Blanco de Rhydderch, el Libro de Aneirin y el Libro de Taliesin. Las historias en prosa de los Libros Blanco y Rojo se conocen como Mabinogion, un título dado por su primer traductor Lady Charlotte Guest, y también usado por los siguientes traductores. Los poemas como Cad Goddeu (La Batalla de los Árboles) y listas-textos mnemónicos como Triadas Galesas y Trece Tesoros de la Isla de Gran Bretaña, también albergan material mitológico. Estos textos también contienen las primeras formas de la leyenda de Arturo y la historia tradicional de la Britania Posromana. Entre las fuentes se encuentra la compilación histórica latina del siglo IX Historia Brittonum (La Historia de los Britanos) y la crónica latina del siglo XII de Geoffrey de Monmouth Historia Regum Britanniae (La Historia de los Reyes Británicos), así como la tradición popular posterior como El Libro Galés de las Hadas de W. Jenkyn Thomas (1908).
Cerro de Tara, Inauguraciones, Piedras Míticas. JohnJDuncan. CC BY-SA 4.0. Original file (5,184 × 3,456 pixels, file size: 10.37 MB).
Los dioses de los celtas ancestrales
Artículo principal: Deidades celtas
Aunque el mundo celta en su apogeo abarcara la mayor parte de Europa occidental y central, no estaba políticamente unificada, ni existía alguna fuente central sustancial de influencia cultural, por consiguiente, había mucha variación en las prácticas locales de la religión celta (aunque ciertos motivos, por ejemplo, la adoración al dios Lugh, parecen haberse difundido en todas partes del mundo Celta). Las inscripciones de más de trescientas deidades, que a menudo se comparan con su contraparte romana, han sobrevivido, pero de estas las más representadas parecen ser los genii locorum, dioses locales o tribales, de los cuales solo unos pocos fueron extensamente adorados. Sin embargo, de lo que ha llegado a nuestros días de la mitología celta, es posible distinguir las concordancias que insinúan un panteón más unificado de lo que a menudo se cree.
La naturaleza y las funciones de estos dioses antiguos pueden ser deducidas de sus nombres, de la localización de sus inscripciones, su iconografía y de las deidades romanas con las que han sido comparadas.
Los dioses de Irlanda
Artículos principales: Tuatha Dé Danann y Fomoré.Véanse también: Cath Maige Tuireadh y Leabhar Ghabhála Érenn.El corpus mítico de mayor antigüedad lo encontramos en los manuscritos correspondientes a la Alta Edad Media de Irlanda, los cuales fueron escritos por cristianos, por lo que la naturaleza divina de sus dioses fue modificada. El mito originario parece ser una guerra entre dos razas aparentemente divinas: los Tuatha Dé Danann, literalmente las «Tribus de la diosa Dana» que constituyen lo que se denomina los grandes dioses del panteón irlandés y los Fomoré, pueblo misterioso que aparece constantemente en la tradición irlandesa constituido por gigantes que viven en las islas que rodean Irlanda y que continuamente amenazan con invadirla sin llegar a concretarlo. Estas guerras entre ambas razas representan la base del texto Cath Maige Tuireadh (la Batalla de Mag Tuireadh), así como fragmentos de la gran construcción pseudohistórica Leabhar Ghabhála Érenn (Libro de la Invasión de Irlanda).Los Tuatha Dé Dannan representan las funciones de la sociedad humana como la realeza, artes y guerra, mientras que los Fomoré representan la naturaleza salvaje y las fuerzas oscuras siempre dispuestas a llevar al caos a la sociedad humana y divina.
Dagda, dios supremo del panteón irlandés
El dios supremo del panteón irlandés parece haber sido Dagda. Es Dios-druida y dios de los druidas, señor de los elementos y del conocimiento, jurista y temible guerrero. Durante la segunda batalla de Mag Tured, llevó a los Tuatha Dé Danann a la victoria frente a los Fomoré. Se le denomina Dagda porque es el «dios bueno», no bueno en un sentido moral, sino bueno en todo. Ha sido llamado Eochid («padre de todos»), Lathir («padre poderoso») y Ruadh Rofhessa («rojo de la gran ciencia»). Dagda es una figura-paterna, un protector de la tribu y el dios céltico básico del que otras deidades masculinas eran variantes. Los dioses célticos eran entidades mayormente no especializadas, o más bien cuyos campos de dominio abarcaban varias áreas. Al tratarse de un clan y de estar difundida esta idea ampliamente entre la comunidad como reflejo de la sociedad parece que actuaban como una comunidad humana repartiéndose las tareas. Aunque si se pudo dar el sincretismo romano con sus dioses esto se deba a que en la práctica sus campos de actuación estaban claramente acotados.
Debido al carácter particular de Dagda es una figura de la burla ridícula en la mitología irlandesa, algunos autores concluyen que él fue confiado para ser lo suficientemente benévolo (o ineficaz) para tolerar un chiste a sus expensas.
Escultura de Dagda. (uploaded there by Dbachmann). Dominio público.
Los cuentos irlandeses retratan a Dagda como una figura de poder, fácil de distinguir por su extrema glotonería y desbordante sexualidad. Lleva un caldero cuyo contenido es inagotable, prototipo del Grial, y un arpa mágica que puede tocar, por sí sola, aires de lamento, de sueño, de muerte o de risa. Posee también, una maza; si golpea a alguien con uno de sus extremos, lo mata; si lo hace con el otro, lo resucita. Es, pues, el dios de la vida y de la muerte, absolutamente ambiguo y poseedor de fuerzas temibles que pueden ser buenas o malas. En Dorset existe una silueta famosa de un gigante itifálico conocido como el Gigante de Cerne Abbas mostrando una maza. Aunque este fue realizado en tiempos romanos, durante bastante tiempo se ha pensado que representa a Dagda sin embargo, esto ha sido reconsiderado en el último tiempo, por los recientes estudios que muestran que pudo haber una representación de lo que parece ser una amplio paño que cuelga del brazo horizontal de la figura, llevando a la sospecha de que esta realmente representa a Hércules, (Heracles), con la piel del León de Nemea encima de su brazo y llevando la maza que utilizaba para matar. En Galia, se especula que Dagda se asocia con Sucellos, dios de la agricultura, los bosques y las bebidas alcohólicas, provisto de un martillo y una copa.
En los relatos épicos más recientes, así como en las novelas artúricas, el personaje de Dagda aparece a menudo con la forma de un «Hombre de los Bosques», un patán que lleva una maza y que es señor de los animales salvajes.
Balar
Balar, Balor o Bolar, fue un dios irlandés que pertenecía a la raza de los gigantes Fomoré. Poseía un ojo en la frente y otro en la parte posterior del cráneo, que era maligno y que habitualmente mantenía cerrado. Cuando lo abría, su mirada era mortal para aquel en quien la fijara. Se conoce principalmente por haber matado al rey de los Tuatha Dé Danann, Nuada, motivo por el que su nieto Lug le dio muerte.
Balar o Balor es el nombre irlandés de un personaje de la mitología celta también llamado Rey de los Demonios. Pertenecía a la raza de dioses llamados Fomoré.
Poseía un ojo en la frente y otro maligno en la parte posterior del cráneo que habitualmente mantenía cerrado. Cuando lo abría, su mirada era mortal para aquel en quien la fijara. Esa mirada era el rayo.
Balar fue quien mató al rey de los Tuatha Dé Dannan, Nuada, durante la Segunda Batalla de Magh Tuiredh. Lug, queriendo vengar a Nuada, se aproximó a Balar (cuyo ojo maligno se había vuelto a cerrar después de matar a Nuada). Al darse cuenta de que Lug se le acercaba intentó volverlo a abrir. Pero Lug fue más rápido, le lanzó una piedra con su honda que le dio en el ojo maligno, atravesándole el cráneo. Balar cayó muerto de inmediato.
Balar era abuelo materno de Lug, a pesar de lo cual murió a sus manos.
Mórrigan
Artículo principal: Mórrígan
Véanse también: Badb y Cúchulainn.
Mórrígan, cuyo nombre significa literalmente «La reina de los fantasmas» era una diosa tripartita de la guerra de los celtas irlandeses antiguos que incitaba a los guerreros a combatir.
Colectivamente era conocida como Morrigu, pero sus personalidades también eran llamadas; Nemhain (pánico), cuyo aspecto espantoso adoptaba solo cuando se presentaba ante los que iban a morir; Macha (batalla), que aparece bajo la forma de una hembra de cuervo y Badb, cuyo nombre deriva del protocelta bodbh, «corneja», aspecto con que incitaba a los guerreros a la batalla. Ella es comúnmente conocida por estar involucrada en la Táin Bó Cúailnge, donde es al mismo tiempo una auxiliadora y un estorbo para el héroe Cúchulainn. A menudo se representa como un cuervo o corneja aunque podía adoptar muchas formas distintas (vaca, lobo o anguila).
Lúgh/Lug
Artículo principal: Lug
La difusión extendida del dios Lug (aparentemente relacionado con la figura mitológica Lúgh en irlandés) en la religión céltica se sustenta por el gran número de lugares en los que aparece su nombre, extendiéndose por todo el mundo celta de Irlanda a Galia. Las más famosos de estas son las ciudades de Lugdunum (la ciudad francesa moderna de Lyon), Lugdunum Batavorum (la ciudad moderna de Leiden), Lucus Augusta (la actual ciudad de Lugo) y Lucus Asturum (Lugo de Llanera), además la raíz Lug está presente en todo el cantábrico, como ejemplo tenemos la tribu de los Astures de nombre Lugones (que da nombre a una localidad asturiana), Lugás que es una aldea en el oeste de Asturias o el término lugas que en las tierras interiores de Cantabria se refiere a los rayos de sol que se cuelan entre las nubes.
La lanza de Lug por H. R. Millar, 1905. (Harold Robert Millar –scanned and made available online at sacred-texts.com, uploaded by QuartierLatin1968. Dominio público. Original file (2,721 × 4,393 pixels, file size: 11.8 MB).
Lug es descrito en los mitos célticos como un allegado a la lista de deidades, y normalmente se describe teniendo la apariencia de un hombre joven. Aunque es el dios más importante de la mitología irlandesa, no es el dios supremo, sino el «dios sin función» porque las tiene todas. Lug pertenece a los Tuatha Dé Danann por su padre, pero a los Fomoré por su madre y en la segunda batalla de Mag Tured, se impone como caudillo de los Tuatha dé Danann y los conduce a la victoria, matando a su propio abuelo Balar, el del ojo pernicioso. Su nombre proviene de una palabra indoeuropea que significa «blanco», «luminoso», pero también «cuervo», por lo que este animal parece estar vinculado de alguna forma con él. Posee un aspecto solar, pero no es un dios del sol, pues esta función era femenina entre los celtas. Sus armas eran la jabalina y la honda, y en Irlanda una fiesta, Lughnasa (irlandés moderno lúnasa) se conmemora en su honor.
Otras deidades celtas
Brigid (o Brigit), gran diosa irlandesa del fuego y la poesía. Se la considera hija de Dagda y pertenece a los Tuatha Dé Danann. Su nombre proviene de un radical que significa «altura», «eminencia», lo que señala su preeminencia. Aparece en la tradición irlandesa con distintos nombres, que simbolizan las funciones sociales que se le atribuyen, esquemáticamente ella es triple, pertenece a las tres clases de la sociedad indoeuropea; diosa de la inspiración y de la poesía (clase sacerdotal), protectora de los reyes y guerreros (clase guerrera) y diosa de las técnicas (clase de los artesanos, pastores y labradores).
La diosa Epona representada junto a los caballos. Foto: Rosemania (Flikr.com). CC BY 2.0. Original file (2,239 × 2,360 pixels, file size: 897 KB).
Diosas de la naturaleza como Epona, diosa Gala o Galo-Romana, de los caballos. Se trata de la imagen de una antigua diosa-yegua cuyo nombre proviene del galo («epo» que equivale a caballo, que corresponde al «hippos» griego y al «equus» latino), además de «Tailtiu» y «Macha».
Los dioses masculinos incluyen a Goibniu, el dios herrero de los Tuatha Dé Danann. Es el señor de los artesanos, forja las armas de los guerreros y preside un extraño festín de inmortalidad, en el que los dioses se regeneran comiéndose los «cochinos mágicos» de Manannán mac Lir. El nombre de Goibniu deriva del nombre «herrero» en celta.
Dian Cecht, dios de la medicina en la tradición irlandesa. Participa en la batalla «Mag Tured» y abre una «fuente de salud» en la que mezcla numerosas hierbas que le permiten devolver la vida a los guerreros heridos o muertos
Angus, dios irlandés del amor, de sobrenombre «Mac Oc» (joven hijo). Hijo de Dagda e hijo adoptivo de Manannan. Posee un manto de invisibilidad con el que envuelve a quienes quiere proteger.
Los dioses de Gales
Artículo principal: Mitología galesa
Los dioses de la Britania Prehistórica, también oscurecidos por siglos de cristiandad, llegan a nosotros por los manuscritos de Gales. Aquí existen dos grupos de linajes de dioses; los niños de Dôn y los niños de Llyr, aunque cualquier distinción de función entre los dos grupos no está clara. Dôn, también conocida como Anna, Anu, Ana o Dana es la Diosa-madre de los antiguos celtas. En Irlanda, es la madre de los dioses, los famosos Tuatha Dé Danann. Se trata de una divinidad indoeuropea arcaica, conocida en la India con el nombre de «Anna Purna» (Ana la que provee) y en Roma como «Anna Parenna». Es más que probable que este personaje divino fuera cristianizado bajo la figura de «Santa Ana», madre de la Virgen María. Por otro lado Llyr es padre de un linaje de dioses, entre ellos Manannan, en la tradición irlandesa. Es una divinidad vinculada al mar, pero no es un dios del mar.
Los celtas de la Galia rindieron culto a varias deidades de las que nosotros conocemos poco más que sus nombres. El escritor romano Lucano (siglo I) menciona los dioses Taranis, Teutates y Esus («Dioses de la noche»), pero existe muy poca evidencia de que éstos fueran deidades célticas importantes. Algunas de estos dioses y diosas pueden haber sido variantes de otros; Epona, por ejemplo, puede haberse convertido en la heroína Rhiannon en Gales, y Macha a quien se le rendía culto principalmente en Úlster. Los pueblos politeístas raramente cuidan y mantienen sus panteones en un orden aseado y ordenado en que a los investigadores les gustaría encontrarlos. Algunas de estas son:
Cernunnos
Artículo principal: CernunnosCernunnos (El Astado), es evidentemente de gran antigüedad, pero nosotros conocemos muy poco de él. Probablemente es él quién aparece realzado en el famoso caldero de plata encontrado en Gundestrup, Dinamarca que data de 1 o 2 siglos a. C.. Se cree que es el dios de la abundancia y amo de los animales salvajes. Su naturaleza es esencialmente terrenal. Se le representa mayor, tiene las orejas y los cuernos de un ciervo y lleva un «torque», especie de collar galo. Está a menudo acompañado por una serpiente con cabeza de carnero. Aparece como el amo de los animales salvajes, terrestres y acuáticos. Sin duda manifiesta la fuerza, el poder y la perennidad (simbolizada por el ramaje). Se le representa como el donador de un altar con un cesto de vituallas, pasteles y monedas.Belenus
Artículo principal: BelenusBelenus era una deidad regional a la que se le rendia culto principalmente en el norte de Italia y en la costa de la Galia mediterránea. Él era principalmente un dios de agricultura. Una gran fiesta llamada Beltaine es asociada con él. Algunos todavía debaten si él realmente era en absoluto una deidad. Su nombre significa «luminoso y brillante» y algunos creen que ‘él’ simplemente representa las grandes hogueras de la fiesta de Beltaine. Coincidiendo con esta idea al topónimo asturiano Beleñu proveniente del céltico Belenus, se le añadió el de San Xuan, por ser este el día de la celebración del solsticio de verano en el que se hacen las hogueras coincidente con el día de Beltaine.Teutates
Artículo principal: TeutatesDios guerrero y protector de las tribus. Se le identifica como el Marte romano y Dagda de los irlandeses. Formaba parte de los «dioses de la noche» junto a Esus y Taranis, siendo un dios que recibía muchos sacrificios por parte de los druidas. Se le adoraba sobre todo en la Galia y en la Bretaña romana.Taranis
Artículo principal: Taranis
Dios del trueno, de la tormenta y el cielo. Era un dios temido, cuyo culto se extendía por la Galia y parte de Bretaña. En particular, su adoración era muy parecida a la de Teutates, ya que para aplacar su ira se le dedicaban sacrificios y era miembro de la tríada formada por estos dos más Esus. Se le relaciona con Thor, por su similitud con los poderes del rayo y el trueno, y los romanos le identificaban con Júpiter.
Esus
Artículo principal: Esus
Dios sanguinario, señor de los bosques. Agrupado por Lucano junto a Teutates y Taranis como dioses principales de los galos. Recibía sacrificios debido al temor por ser un dios salvaje y ávido de sangre.
Héroes míticos irlandeses
Manannan
Artículo principal: Manannán mac Lir
Manannan (o Mannawydan) ab Llyr (hijo de Llyr), personaje mitológico irlandés. Es un integrante de los Tuatha Dé Dannann. Es un poderoso mago, dueño de un casco flameante que encandila a sus enemigos, una coraza invulnerable, un manto de invisibilidad, una nave que surca el mar sin remos ni velas y una espada llamada Fragarach que entre sus muchas cualidades es capaz de cortar cualquier armadura y controlar el viento. Nativo de la Isla de Man, que toma su nombre de él; allí aún pueden verse las ruinas de las que se supone su gigantesca tumba, cerca del castillo de Peel.
Ogmios
Artículo principal: OgmiosRepresenta a la elocuencia, es un anciano todo arrugado, vestido con una piel de león; lleva maza, arco y carcaj. Tira de multitudes de hombres atados por las orejas con una cadenilla de oro cuya extremidad pasa por la lengua agujereada del dios. Ogmios es la elocuencia segura de su poder, el dios que, a través de la magia, atrae a sus fieles. Es también símbolo del poder de la palabra ritual que une el mundo de los hombres con el mundo de los dioses. En su nombre se profieren las bendiciones a favor de los amigos y las maldiciones contra los enemigos.En Irlanda le llaman «Ogma». Es el inventor del «ogham», conjunto de signos mágicos cuya fuerza es tan grande que puede paralizar al adversario. También es un guerrero que participa eficazmente en la batalla «Mag Tured».Nuada Airgetlam
Artículo principal: NuadaSu nombre significa «brazo de plata» y pertenece a los Tuatha Dé Danann. En el transcurso de la primera batalla de «Mag Tured», perdió un brazo y no podía reinar, el dios Diancecht le fabrica una mano de plata y así asume nuevamente la función de rey y conduce a los Tuatha Dé Danann en la segunda batalla de «Mag Tured».Rhiannon
Heroína galesa, su nombre proviene de «Brigantina»: la gran reina. Aparece como una amazona y escoge a Pwyll como esposo. Su hijo Preterid le es arrebatado al momento de nacer y es acusada de haber hecho desaparecer al niño, es condenada a llevar sobre su espalda a todos los visitantes que vayan a la fortaleza de su esposo.
Gwyddyon
Artículo principal: GwydionEs uno de los héroes más famosos de la tradición galesa. Es hijo de Dana y padre de Lleu Llaw Gyffes. Posiblemente su nombre puede significar «sabio». Representa el poder mágico heredado de los antiguos druidas.Finn Mac Cumail
Es el guerrero y mago, es el hijo de Cumail y el padre de Ossian. Temible guerrero, venga a su padre muerto en combate y reconstituye la tropa de los «Fiana». Su nombre significa «Blanco, hermoso, rubio y de buena raza». Poeta y mago, conoce los doce libros de poesía y posee el don de la iluminación cuando se mordisquea el pulgar.Cuchulain
Artículo principal: CuchulainEs el personaje más famoso de la epopeya irlandesa. Algunas versiones de su leyenda pretenden que es hijo del propio dios Lug. De verdadero nombre Setanta (donde reconocemos el nombre británico del camino), obtiene su sobrenombre de Cu-Chulainn (perro de Culann) después de matar al perro de los ulates, Culann, y prometer que lo reemplazaría como protector. Su furia guerrera es tal que es capaz de contorsiones inverosímiles, con las cuales deforma completamente su cuerpo, lo que acentúa su aspecto sobrehumano y hace de él un ser ciclópeo. De su cabeza emana la «Luz de Héroe», signo de los semidioses y de personajes inspirados por la divinidad.Cuchulain y su carro en batalla. Autor: Joseph Christian Leyendecker (1874 – 1951). Dominio público. Original file (1,079 × 1,553 pixels, file size: 717 KB).Cuchulainn es un «héroe de luz», un héroe civilizador, personificación de la sociedad a la que pertenece, pero a la que él confiere un carácter divino. Representa, también, una especie de culto solar masculino (no existe un dios solar entre los celtas).
Arturo o Artús
Artículo principal: Rey ArturoArturo o Artú es el persoaje más importante de la tradición celta. Originariamente no era más -históricamente- que un modesto caudillo guerrero, un jefe de jinetes que alquilaban en cierto modo sus servicios a los reyes insulares britones hacia el año 500 de nuestra era, en la lucha desesperada que sostenían contra los invasores sajones.Los britanos o britones fueron los pueblos nativos que habitaron la isla de Gran Bretaña (Albión), los cuales podían ser descritos como celtas insulares antes de que su lengua y cultura fueran reemplazadas por las de los invasores anglosajones, pueblos invasores en los siglos V y VI,
Después de la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C., las legiones romanas se retiraron de la isla, lo que dejó a las tribus britonas sin el apoyo militar del imperio.
En ese momento, las invasiones de los pueblos germánicos, especialmente los anglos, sajones y jutos, comenzaron a tomar fuerza. Los britanos, que hablaban una lengua celta, fueron desplazados gradualmente por estos nuevos grupos, quienes trajeron consigo sus propias lenguas germánicas. Este proceso de sustitución cultural y lingüística se extendió durante varios siglos, con los anglosajones estableciendo su dominio en lo que se conoce como Inglaterra.
El proceso no fue abrupto, y algunas áreas del oeste de Gran Bretaña, como Gales y Cornualles, mantuvieron sus lenguas y culturas celtas durante mucho más tiempo. Sin embargo, en el siglo X, la mayoría de la isla había adoptado las costumbres, la lengua y la estructura política anglosajona, marcando el fin del dominio cultural y lingüístico britano.
El Rey Arturo por Charles Ernest Butler. Dominio público. Original file (3,317 × 5,702 pixels, file size: 4.79 MB).
En cuanto a Arturo, sus éxitos fueron tales, que la leyenda se adueñó del personaje, exagerando notablemente su papel y su poder, y confiriéndole una dimensión mitológica. Así es como Arturo, cuyo nombre (en realidad, sobrenombre) significa “que tiene el aspecto de un oso”, o “hijo del oso guerrero” (del irlandés antiguo Arto, “oso”; rīg, “rey guerrero”, que a su vez podría ser la etimología de la gens romana Arturius), adquirió todas las características de una divinidad de la tradición celta.
Otros mitos, de origen celta, vinieron a añadirse al esquema primitivo, y Arturo se convirtió en el símbolo de un mundo celta ideal que funciona en torno a un eje constituido por el rey. Pero este rey solo tiene poder en la medida en que está presente, aunque sea sin actuar. Arturo y Merlín forman la famosa pareja rey-druida sin la que ninguna sociedad celta puede existir. Su padre fue el rey Uther Pendragon, que con la magia de Merlín engendró un hijo, Arturo, con la esposa del duque de Cornualles. La mujer, que se llamaba Igraine, ya le había dado dos hijas al duque: Morgause, que sería la esposa del rey Lot de Lothian y madre de sir Gawain, y Morgana, que aprendió las artes mágicas de Merlín y fue llamada «Le Fay» o «El Hada». Sucede a su padre al arrancar la espada Excalibur de la roca en la que estaba clavada.En todas las novelas de la Mesa Redonda, Arturo se distingue por cierta pasividad. Son sus caballeros quienes actúan en su nombre, y en el de la reina Ginebra, que es quien ejerce la soberanía. Ginebra ama a Lanzarote del Lago, mejor caballero de Arturo e hijo adoptivo de la Dama del Lago. El reino se divide en dos cuando todos se enteran del adulterio gracias al Hada Morgana. Mordred (hijo incestuoso de Arturo y Morgause) mata a Arturo en una batalla, y Morgana lo lleva a Ávalon para cuidar de él y enterrarlo.Breogán
Breogán fue el rey de los galaicos en la mitología gallega sacado de Lebor Gabála Érenn. Fue responsable de la colonización de Irlanda, habiendo un parentesco genético entre gallegos e irlandeses. Se le atribuye también la construcción de la Torre de Hércules en la actual La Coruña, que actualmente reside una estatua en su honor al lado del monumento.
Merlín
Artículo principal: Merlín
Uno de los personajes más conocidos de la leyenda artúrica. Merlín tuvo una existencia real, setenta años después del Arturo histórico. Fue un reyezuelo de los bretones del norte, en la Baja Escocia, el cual, habiendo perdido el juicio a consecuencia de una batalla, se refugió en un bosque y se puso a profetizar. La leyenda se apoderó del personaje, y diversos elementos mitológicos vinieron a cristalizar sobre el mismo. Se encuentra en él el mito del loco inspirado por la divinidad, el del «hombre salvaje», señor de los animales y equilibrador de la naturaleza, el del niño que acaba de nacer y que revela el porvenir, y el del mago.
Merlín llevándose a Arturo, tal como le hizo prometer al rey Uther. N.C. Wyeth – The Boy’s King Arthur: Sir Thomas Malory’s History of King Arthur and His Knights of the Round Table, Edited for Boys by Sidney Lanier (New York, Charles Scribner’s Sons, 1922). Scanned by Dave Pape. Dominio público. Original file (1,592 × 1,996 pixels, file size: 848 KB).
En la leyenda elaborada, Merlín es hijo de un demonio íncubo llamado Belial el Bestial, lo que explica sus poderes. Se opone al rey usurpador Vortigern, sirve y aconseja a Aurelio Ambrosio (Emrys Gwledig) y se convierte en consejero permanente y mago titular de Uther Péndragon. Hace que este engendre a Arturo, obliga a reconocer a Arturo como rey de los bretones, le aconseja y ayuda en sus empresas, y establece la Mesa Redonda. Acaba sus días en el bosque de Broceliande junto a su amada Nimue, la Dama del Lago.
Minerva celta, estatua galo-romana, procedente de Selongay, Museo Arqueológico de Dijon, Francia. Foto: Siannan. CC BY-SA 3.0. Original file (1,209 × 2,700 pixels, file size: 1.3 MB).
La Minerva céltica no era originalmente una diosa celta, sino una adaptación sincrética de la diosa romana Minerva que los romanos asociaron con ciertas divinidades locales celtas tras la conquista de la Galia y otras regiones celtas. En la religión romana, Minerva era la diosa de la sabiduría, las artes, la estrategia militar y los oficios, y los romanos solían identificar a sus dioses con las divinidades de los pueblos conquistados mediante el proceso conocido como interpretatio romana.
En el caso de Minerva, fue asociada con varias diosas celtas que compartían atributos similares, como la sabiduría, las habilidades artesanales o aspectos protectores. Aunque no existe una diosa específica llamada «Minerva» en el panteón celta preexistente, esta figura sincrética representa una fusión de creencias romanas y celtas. Estas mezclas religiosas eran comunes en las regiones conquistadas, lo que facilitaba la aceptación de las tradiciones romanas al integrarlas con las locales.
Por lo tanto, la «Minerva céltica» es más bien un ejemplo de cómo las culturas romana y celta se influenciaron mutuamente en el ámbito religioso.
El culto céltico
Para los primeros celtas algunos árboles eran considerados sagrados. La importancia de los árboles en la religión celta es mostrada por el hecho de que muchos nombres de la tribu Eburonian contienen alguna referencia al árbol del tejo, mientras que nombres como Mac Cuilinn (hijo del acebo) y Mac Ibar (hijo del tejo) aparecen en los mitos irlandeses.
Los escritores romanos declararon que los celtas practicaron el sacrificio humano en gran escala lo que es apoyado periféricamente por fuentes irlandesas; sin embargo, la mayoría de esta información es de segunda mano y se basa en rumores. Existen muy pocos hallazgos arqueológicos que prueben el proceso sacrificatorio por lo que la mayoría de los historiadores contemporáneos tiende a considerar el sacrificio humano como raro dentro de las culturas célticas.
Existía también un culto al guerrero que se centraba en las cabezas cortadas de sus enemigos. Los celtas proporcionaban a los muertos las armas y otros equipos que indicarían que ellos creían en otra vida posterior a la muerte. Antes del entierro, ellos cortaban también la cabeza de la persona muerta y estrellaban el cráneo, quizás para prevenir que vagara como fantasma.
Los templos celtas
A menudo se dice que los pueblos celtas no construyeron ningún templo, y que solo se rendía culto en el exterior, en los bosquecillos de árboles. La arqueología ha mostrado por un largo tiempo que esto es falso, con el descubrimiento de varias estructuras de templos a lo largo del mundo celta conocido. Con la conquista romana de partes del mundo celta, un tipo distinto de templo celta-romano denominado fanum también se desarrolló.
Es cierto que, tradicionalmente, se ha dicho que los pueblos celtas no construyeron templos formales y que su culto se llevaba a cabo al aire libre, en lugares naturales como bosques, fuentes o montañas. Esta visión estaba basada en la idea de que los celtas tenían una relación más directa y espiritual con la naturaleza, y que sus prácticas religiosas no requerían edificios sagrados como los templos de otras culturas antiguas.
Sin embargo, la arqueología moderna ha demostrado que esta idea no es completamente cierta. A medida que se han realizado excavaciones en territorios celtas, especialmente en Francia, Alemania, y el Reino Unido, se han descubierto estructuras que parecen haber sido utilizadas para fines religiosos, como temple celtas o santuarios. Estas estructuras no son templos grandes y monumentales como los de la Antigua Grecia o Roma, sino más bien lugares más modestos, que reflejan la conexión de los celtas con su entorno natural.
Además, con la conquista romana de parte del mundo celta, se introdujeron nuevas influencias arquitectónicas, incluida la construcción de templos en el estilo romano. Los romanos edificaron en el territorio celta fanum, un tipo de templo que, si bien era similar a los templos romanos, estaba a menudo adaptado a las creencias locales. En muchos casos, los fanum combinaban elementos de las tradiciones romanas y celtas, como el uso de altares al aire libre, en armonía con la naturaleza circundante, o la adoración de dioses locales junto con el panteón romano.
El fanum era típicamente un edificio rectangular con un espacio central abierto o un altar, donde se realizaban sacrificios y otras ceremonias religiosas. Esta fusión de las influencias romanas y celtas es un buen ejemplo de cómo las culturas celtas se adaptaron y transformaron sus tradiciones religiosas bajo el dominio romano, pero manteniendo una conexión con su espiritualidad originaria vinculada a la naturaleza.
En resumen, aunque los pueblos celtas inicialmente preferían rendir culto en la naturaleza, con el tiempo desarrollaron estructuras más definidas para sus prácticas religiosas, y la influencia romana también introdujo el tipo de templo fanum, que combina elementos celtas y romanos.
Los druidas
Artículo principal: Druida
Los druidas eran personas de la clase sacerdotal (aunque no eran necesariamente sacerdotes) en Gran Bretaña, Irlanda, norte de España, la Galia (Francia y norte de Italia), y posiblemente otras partes de la Europa Céltica durante la Edad de Hierro, e incluso antes. Su función podía ser sacerdotal (Irlanda) o profética (Gales), en cuyo caso se decía que estaban imbuidos de la awen (“inspiración”) que también actuaba en los bardos. No hay registros escritos por los propios druidas y la única evidencia de la que se dispone son descripciones breves realizadas por los griegos, romanos y varios autores y artistas dispersos, así como algunas historias creadas posteriormente, en el Medievo, por escritores irlandeses. Se tiene evidencia arqueológica relativa a las prácticas religiosas en la Edad del Hierro, aunque “ningún artefacto o imagen desenterrada se ha podido asociar indudablemente con los antiguos druidas”. Varios temas recurrentes sobre los druidas se presentan en un gran número de registros grecorromanos, incluyendo los sacrificios humanos, su creencia en la reencarnación y su alto estatus social en los pueblos galos. Nada se sabe aún sobre sus prácticas de culto, excepto por el ritual del roble y el muérdago según la descripción de Plinio el Viejo.
La referencia más antigua de la que se tiene conocimiento data del año 200 a. C., aunque la descripción fehaciente más antigua proviene del general y político romano Julio César en su escrito Comentarios sobre la guerra de las Galias (50 a. C.). Escritores grecorromanos posteriores también describieron a los druidas, entre ellos Cicerón, Tácito y Plinio el Viejo. Tras la invasión de la Galia por el Imperio romano, el druidismo fue proscrito por el gobierno romano bajo el mandato de los emperadores romanos Tiberio y Claudio en el siglo I d. C. y acabaría desapareciendo de los registros escritos alrededor del siglo II.
Los druidas, quienes han sido romantizados en la literatura moderna, fueron la gran clase hereditaria de sacerdotes responsables de transmitir y practicar las tradiciones mitológicas y religiosas de los pueblos célticos. El papel del druida puede compararse a la casta hindú de los brahmanes o al mago iraní, y como ellos se especializaron en las prácticas de magia, sacrificio y augurio. Debido a las similitudes entre estas clases y entre las ramas divergentes de descendientes de culturas indoeuropeas, se ha propuesto que los orígenes serían una clase similar entre los proto-indoeuropeos.
Los druidas eran particularmente asociados al roble y al muérdago (hierba parasítica que normalmente crece en estos árboles), y se cree que ellos utilizaban este último para preparar medicinas o pociones alucinógenas. Para ayudar a entender el significado, la palabra druida (galés derwydd ) se cree a menudo que viene de la raíz de la palabra que significa «roble» (galés derw ), aunque probablemente esta raíz proto-indo-europea puede haber tenido el significado general de solidez.
Los bardos, por otro lado, eran aquellos que relataban por medio de cantos las historias que recordaban los hechos de los guerreros tribales famosos así como las genealogías e historias de las familias de los estratos gobernantes entre las sociedades celtas.
La cultura céltica era anterior al contacto con las civilizaciones mediterráneas, por tanto no histórica, por lo que no dejaban su historia por escrito. Sin embargo, los pueblos celtas mantuvieron a menudo una intrincada historia hablada comprometida con la memoria y transmitida por los bardos. Similar a otras culturas pre-instruidas (vea, por ejemplo, los Vedas de India, los cuales fueron transmitidos por siglos solamente por la memorización de un formulario arcaico en Sánscrito que no se había hablado como lengua vernácula por cientos de años), los bardos facilitaron la memorización de tales materiales a través del uso de la métrica y rima poética.
Pudo haber existido además una clase de «videntes» o «profetas», los Strabo, de una palabra celta cuyo significado es «inspirado» o «extático». Es por consiguiente posible que la sociedad celta tuviera, además de la ritualística y taumatúrgica religión de los druidas, un elemento del chamanismo de comunicación extática con el mundo de los muertos.
Significado de las profecías en el ritual druídicoDiodoro comenta sobre la importancia de profetas en el ritual druídico: Estos hombres predicen el futuro observando el vuelo y llamadas de los pájaros y por el sacrificio de animales sagrados: todas las ramas de la sociedad están en su poder, además en materias muy importantes ellos preparan a una víctima humana, a la que le clavan una daga en el pecho; observando la manera en que sus miembros convulsionan cuando él cae y el fluir de su sangre, de esta forma ellos pueden leer el futuro. Estos comentarios greco-romanos se apoyan de alguna manera en las excavaciones arqueológicas. En Ribemont en Picardy, Francia, se encontraron agujeros llenos de huesos humanos y huesos de muslo deliberadamente arreglados en modelos rectangulares. Se cree que esta urna fue llevada a tierra por Julio César mientras estaba dominando la Galia. En un pantano en Lindow, Cheshire, Inglaterra se descubrió un cuerpo que también puede haber sido la víctima de un ritual druídico. El cuerpo está ahora en exposición en el Museo Británico, Londres.
Imagen de dos druidas. Grabado del siglo XIX basado en una ilustración de 1719 de Bernard de Montfaucon. J.R. Planché, «History of British costume» (1836). Dominio público.

Con la romanización, los últimos druidas auténticos desaparecieron, y con ellos sus enseñanzas y conocimientos. Aquellos que, siglos más tarde, reivindicaron el título de druida para sí no eran ya más que simples brujos o adivinos. Alrededor del año 750 la palabra “druida” aparece nuevamente en un poema del monje irlandés Blathmac, convertido al cristianismo, quien escribió sobre Jesús diciendo que él fue “…mejor que un profeta, con más conocimientos que cualquier druida, un rey que fue obispo y un completo sabio”. Los druidas también son mencionados en varios cuentos medievales de la Irlanda cristiana tales como Táin Bó Cúailnge, donde se les retrata ampliamente como hechiceros que se oponían a la llegada del cristianismo. En el despertar del Renacimiento céltico, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, grupos fraternales y neopaganos se fundaron basándose en ideas sobre los antiguos druidas en un movimiento que es conocido como neodruidismo.
Bibliografía
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Lenguas Celtas
Lenguas celtas o célticas es el nombre por el que se conoce a un grupo de idiomas pertenecientes a la familia indoeuropea, entre los que se incluyen:
- el bretón, en Francia. El bretón es una lengua céltica insular de la rama britónica, al igual que el galés y el córnico, lenguas con las que está muy relacionada. A lo largo de su historia ha sido muy influido por el francés, en tal modo que parte del léxico proviene de esta lengua romance. El bretón se habla esencialmente en el oeste de Bretaña, pero se está intentando recuperar o implantar en todo el territorio, tanto donde tradicionalmente se habló como donde no se habla desde hace siglos. (Art. principal: Idioma Bretón.)
- el córnico, en Reino Unido. El idioma córnico es una lengua celta de la rama britónica, que históricamente se hablaba en Cornualles, en el suroeste de Inglaterra. Está estrechamente relacionado con el galés y el bretón, siendo parte del grupo de lenguas britónicas insulares. (Art. principal: Idioma Córnico)
- el gaélico escocés, en Reino Unido. El gaélico escocés (Gàidhlig AFI: [ˈkaːlikʲ]) es una lengua indoeuropea de la rama celta, miembro de las lenguas goidélicas, que llegó a Escocia alrededor del siglo V, cuando los escotos de etnia gaélica y provenientes del norte de Irlanda se asentaron en la costa occidental, llevando una variedad del irlandés antiguo que sustituyó a la antigua lengua de los pictos hablada en la zona hasta entonces (de ahí su similitud con el gaélico hablado en Irlanda y la Isla de Man). Más tarde, los préstamos lingüísticos procedentes de los anglos y las invasiones vikingas irían relegando cada vez más el idioma, hasta que alrededor del 1500, durante el reinado de Jacobo IV, se crearon en las islas Hébridas las cortes locales y las escuelas de bardos, que fueron cuna del Sistema de Clanes de las Tierras altas y un refugio para la cultura y el idioma gaélico, fuertemente reprimido durante siglos. (Art. principal: Gaélico escocés.)
- el galés, en Reino Unido. El galés es un idioma perteneciente al grupo britónico de la familia de lenguas celtas. Es hablado en el país de Gales, donde aproximadamente 857 600 personas (el 28 % de la población galesa) lo utilizan como su lengua principal, especialmente en la zona norte del país. El galés es el idioma oficial junto con el inglés. (Art. principal: Idioma galés).
- el irlandés, en Irlanda y Reino Unido. El irlandés o gaélico irlandés moderno (en irlandés: Gaeilge) es un idioma goidélico de la rama celta de la familia de lenguas indoeuropeas originario de la isla de Irlanda y hablado históricamente por los irlandeses. Se estima que el número de personas de la isla que lo hablan como lengua nativa está entre 20 000 y 80 000, predominantemente en las regiones rurales occidentales. El irlandés era la lengua principal de la isla antes de que se produjese la conquista inglesa de Irlanda durante la Edad Media. (Art. principal: el idioma irlandés.)
- el manés, en Reino Unido. El idioma manés o gaélico manés (en manés: Gaelg Vanninagh o Gailck Vanninagh) es una lengua celta hablada en la isla de Man, una pequeña isla del mar de Irlanda que constituye una dependencia autogobernada de la Corona británica que no forma parte del Reino Unido. Aunque se la consideraba una lengua extinta tras la muerte de Ned Maddrell, su último hablante nativo en 1974, en los últimos años las autoridades locales y los propios maneses se han esforzado por revivirlo, promoviendo su utilización en escuelas y demás ámbitos culturales. Este idioma es muy similar al gaélico irlandés y gaélico escocés. Art. principal: Idioma manés.
- y todas aquellas lenguas muertas de esta familia que en un tiempo hablaron los pueblos celtas en Europa Central y en las penínsulas ibérica y de Anatolia.
Aspectos históricos, sociales y culturales
Orígenes
Las lenguas celtas derivan de un conjunto de dialectos del indoeuropeo que históricamente ocupan una posición intermedia dentro de la familia indoeuropea, pues hicieron su aparición después de las lenguas anatolias (2000 a. C.), el griego (1400 a. C.), las lenguas índicas (1000 a. C.), las lenguas iranias (700 a. C.) y las lenguas itálicas (600 a. C.), pero antes de las lenguas germanas (siglo I d. C.), las lenguas eslavas (siglo IV), el armenio (siglo V), el tocario (siglo VII), las lenguas bálticas (siglo XV) y el idioma albanés (siglo XVI).
Sus hablantes eran los pueblos celtas, una serie de tribus y clanes de la Europa Central y Occidental que compartían unas características culturales similares: creencias religiosas, estructura social, estilos artísticos, sistemas de producción, y sobre todo una lengua común, o más bien una serie de dialectos inteligibles entre sí.
Aunque se encuentran esparcidas diversas alusiones a los celtas en Hecateo de Mileto, Heródoto y Aristóteles, la primera referencia a este pueblo se halla en la Ora Maritima de Avieno, procónsul en África en el 336 d. C., quien se basó en un original griego del siglo VI a. C. Los romanos los llamaban galli (pronunciado gal-li).
Existen varias hipótesis respecto a la aparición de las lenguas celtas, de las cuales varias son mutuamente excluyentes. Estas hipótesis han afectado a la clasificación filogenética de las lenguas celtas: algunos autores clasifican las lenguas célticas insulares como una unidad frente a las lenguas célticas continentales. Otra clasificación propugna la existencia de una relación galo-britónica de un origen más arcaico, frente al goidélico, el idioma celtíbero y el idioma lepóntico.
No parece posible discernir etnias propiamente celtas entre los primeros grupos de indoeuropeos que penetraron en la Europa central. Sólo hasta el siglo V a. C., con el surgimiento de la cultura de La Tène es razonablemente seguro identificar a los portadores de esa cultura como hablantes de lenguas celtas. Los primeros pobladores indoeuropeos podrían haber sido los portadores de la cultura de los campos de urnas, que se expandieron rápida y extensamente por Europa hacia el siglo XIII a. C. Los miembros de esta cultura se expandieron descendiendo por la margen derecha del Ródano, ocupando Languedoc, Cataluña y el bajo valle del Ebro. Otra línea de expansión les llevó a Bélgica y el sureste británico. A partir del siglo VIII a. C., otros pueblos presuntamente indoeuropeos (tal vez pre-celtas y pre-ilirios) fueron los portadores de la cultura de Hallstatt (Hierro-I), extendiéndose en esta fase por el interior de la península ibérica (s. VII). En el siglo VI a. C., los pueblos presuntamente indoeuropeos fueron desplazados del noreste ibérico a manos de los íberos, quedando así los celtas de Iberia ( Vasco) aislados del resto de pueblos celtas continentales por los íberos al este y los aquitanos al oeste de los Pirineos.
Desde el siglo IV a. C., los celtas continentales inauguran la cultura de La Tène, específicamente celta (Hierro II). En esta fase, los celtas acabaron de ocupar el norte y centro de Francia (la Galia), así como la mayor parte de las islas británicas. También se extendieron por los Balcanes, alcanzando incluso una comarca de Asia Menor, que será conocida como Galatia. En esta época se construyen importantes villas fortificadas llamadas oppidum (en plural, oppida), que funcionan como centros comerciales y políticos.


Historia y referencias clásicas
A partir de los siglos II y III a. C. algunos autores clásicos ofrecen datos concretos sobre la historia de los pueblos celtas. Los romanos usaron el término galli para referirse a varios pueblos celtas, entre los cuales estarían los galos, los gálatas, o regiones como la Galia. Sin embargo, aunque los romanos se refirieran a las tribus por sus nombres individuales (aedui, belgae, helvetti, boii…), sí reconocen ciertas características culturales comunes entre estas. La unidad lingüística de estos pueblos es puesta de manifiesto por Tácito al percibir la similitud entre las lenguas britónicas y las galas. San Jerónimo dejó constancia en sus escritos de que la lengua de los gálatas le resultaba parecida al dialecto galo de Tréveris.
Los pueblos celtas se expandieron entre los siglos siglo VIII a. C. y siglo V a. C. desde su núcleo original centroeuropeo hacia otras regiones, ocupando el norte y centro de Francia (la Galia), el valle del Po en el norte de Italia, la península ibérica, así como la mayor parte de las islas británicas. También se extendieron por los Balcanes, alcanzando incluso una comarca de Asia Menor, que será conocida como Galatia.
En todas estas migraciones su lengua les acompañó allá donde fueran; en el siglo I a. C. se extendían por gran parte de Europa, desde la actual Turquía (Galacia) hasta Portugal. Sin embargo, las lenguas célticas encontraron refugio a la romanización en el extremo noroccidental de Europa, en las islas británicas. A partir del siglo II a. C., los celtas acusan la creciente presión militar de los germanos por el norte y, algo después, la de los romanos por el sur. En pocas décadas «toda la Galia está ocupada», excepto Irlanda. De todas formas, la presencia romana en Gran Bretaña fue también de escasa duración, lo que permitió a las lenguas celtas de esta isla (galés) sobrevivir y, más tarde, regresar al continente (Bretaña francesa). Todavía en el siglo VII, los celtas llevaron a cabo su quizá última expansión: los escotos irlandeses invadieron Caledonia y le cambiaron el nombre por el de Escocia.
Declive
Si bien en la Antigüedad fueron habladas ampliamente en Europa occidental en el primer milenio a. C., las lenguas celtas han experimentado un declive gradual desde los tiempos romanos, bien reemplazadas primero por el latín y luego por las lenguas romances en Francia, Portugal, Italia y España, bien desplazadas y sustituidas por otras ramas como la germana en las islas británicas y Europa Central o la eslava en los Balcanes, o bien por la disipación e integración del pueblo celta y de sus lenguas dentro de nuevas realidades históricas. A pesar de estos hechos, hubo pequeñas islas lingüísticas que sobrevivieron bastante tiempo a este influjo, hallándose testimonios de gálatas hablantes de lengua celta en el siglo IV d. C.
Las lenguas celtas mantuvieron mayor vigor en las islas británicas. Allí las lenguas nativas gaélicas y britónicas mantuvieron su hegemonía hasta la Edad Media, siendo la lengua predominante en el Reino de Escocia y en los condados y reinos irlandeses y galeses. Su declive en Gran Bretaña comenzó con las invasiones anglosajonas, quedando reducida su presencia tras la Muralla de Offa a Gales y al Reino de Escocia. Unos siglos más tarde, también empezaron a perder peso y presencia las lenguas célticas en estas regiones y en Irlanda debido principalmente la pérdida de independencia política y cultural, así como por el aislamiento económico, en detrimento del entonces pujante Reino de Inglaterra en el siglo XVI, si bien este proceso se dio de manera lenta y constante desde siglos atrás. La lengua hablada en la isla de Man se vería muy influenciada por aportes nórdicos, fruto de las sucesivas invasiones vikingas.
El origen del bretón, si bien se podría pensar fácilmente debido a su situación geográfica que es un reducto de la lengua gala hablada en época prerromana en la actual Francia, se remonta a migraciones de británicos (principalmente de las zonas de Cornualles y Gales) en el siglo V d. C. que huían de las invasiones anglosajonas a Gran Bretaña, estableciéndose tras cruzar el canal de la Mancha en la costa de Armórica, la actual Bretaña. Algunos de estos britanos llegaron incluso a la península ibérica, concretamente al norte de la Gallaecia, región histórica que incluía la Galicia actual y buena parte de Asturias y el norte de Portugal, donde fundaron el obispado de Britonia, al frente del cual estaría el célebre obispo Mailoc, mencionado en los concilios galaicos de Lugo y de Braga en el siglo VI de nuestra era.
Pese a su lento declive, hoy día aún sobrevivien cuatro lenguas de la rama céltica, limitadas a pequeñas regiones de Europa: el irlandés o gaélico irlandés en Irlanda, el gaélico escocés en Escocia (nombre que lleva a la confusión con el también llamado escocés, idioma germánico), el galés en Gales y el bretón en Bretaña. Asimismo, hasta el siglo XVIII en Cornualles se hablaba el idioma córnico, de gran semejanza con el bretón y el galés. Hasta principios del siglo XX en la isla de Man se hablaba el idioma manés. También, fruto de la emigración, hay pequeñas colonias de hablantes de lengua celta en la Patagonia argentina y en algunas partes de Canadá.
Sin embargo, en mayor o en menor medida pero en la mayoría de los casos muy reducido, generalmente las lenguas posteriormente habladas en regiones de lengua celta mantienen un sustrato céltico en su vocabulario, como pueden ser el español, el francés, el portugués, el gallego, el asturiano, el inglés o el alemán.
El idioma inglés es una lengua germánica occidental ( Las lenguas germánicas son un subgrupo de la familia de lenguas indoeuropeas habladas principalmente por los pueblos germánicos. Todas derivan de un antecesor común, tradicionalmente denominado idioma protogermánico. La primera lengua germánica documentada con cierta extensión es el gótico (siglo IV,). El inglés, perteneciente a la familia de lenguas indoeuropeas, que surgió en los reinos anglosajones de Inglaterra. Hoy en día el inglés es tanto el idioma más hablado en el mundo, así como el tercer idioma nativo más hablado, después del chino mandarín y el español.
El idioma inglés actual no es una derivación directa de las lenguas celtas, aunque estas ejercieron una influencia limitada en su desarrollo temprano. Su origen se encuentra en las lenguas germánicas traídas por los anglos, sajones y jutos, tribus que invadieron Gran Bretaña en el siglo V, desplazando en gran medida a las lenguas celtas que se hablaban en la región. Posteriormente, el inglés antiguo evolucionó con aportaciones del nórdico antiguo debido a las invasiones vikingas, lo que simplificó su gramática y enriqueció su vocabulario.
Con la conquista normanda en 1066, el francés se convirtió en la lengua de la corte y la administración, dejando una huella profunda en el inglés medio al incorporar miles de palabras relacionadas con la política, el arte y la religión. Durante el inglés moderno temprano, el Renacimiento y la expansión colonial añadieron vocabulario del latín, griego y lenguas indígenas de otros territorios. La Revolución Industrial y la influencia global del Imperio Británico extendieron el idioma por todo el mundo, mientras que en el siglo XX, la hegemonía cultural y económica de Estados Unidos consolidó el inglés como lengua franca internacional.
El inglés destaca por su flexibilidad gramatical, con una estructura más sencilla que muchas otras lenguas al carecer de géneros gramaticales y declinaciones complejas. Su capacidad para adoptar palabras de otras lenguas ha creado un vocabulario extenso que permite descripciones precisas y variadas. Además, es un idioma en constante evolución, capaz de adaptarse a los cambios tecnológicos y culturales. La facilidad para aprenderlo, en comparación con otros idiomas, y la abundancia de recursos educativos han contribuido a su expansión.
El inglés se convirtió en el idioma más internacional gracias a la combinación de factores históricos y pragmáticos. La expansión del Imperio Británico lo llevó a numerosos rincones del mundo, mientras que la influencia cultural, tecnológica y económica de Estados Unidos lo posicionó como una herramienta esencial en negocios, ciencia y comunicación global. Su adopción por organismos internacionales como la ONU y su papel dominante en internet y los medios lo consolidaron como el idioma universal en el siglo XXI.
El inglés aumentó su importancia mientras las lenguas celtas perdían influencia debido a diversos factores históricos, políticos, económicos y culturales. Tras la llegada de los anglosajones a las Islas Británicas en el siglo V d.C., las lenguas celtas fueron desplazadas hacia regiones periféricas como Gales, Escocia, Irlanda y Cornualles, mientras que el inglés se consolidaba en las zonas centrales de Inglaterra. La centralización del poder político en Inglaterra y la unificación del reino fortalecieron al inglés como lengua de la administración y el comercio, mientras que las lenguas celtas quedaron relegadas a comunidades rurales.
La conquista normanda en 1066 introdujo el francés como lengua de la nobleza, pero el inglés evolucionó al absorber influencias francesas y latinas, enriqueciéndose léxicamente y preparándose para ser una lengua más flexible y adaptable. En contraste, las lenguas celtas fueron asociadas con la pobreza y el aislamiento, y en algunos periodos se desalentó su uso en contextos oficiales y educativos. La expansión del Imperio Británico llevó el inglés a todos los continentes, consolidándolo como una lengua global, mientras las lenguas celtas permanecieron limitadas a regiones pequeñas.
La Revolución Industrial, originada en Inglaterra, reforzó al inglés como idioma del progreso científico, tecnológico y económico. Más tarde, el ascenso de Estados Unidos como potencia mundial en el siglo XX afianzó aún más el inglés como lengua internacional en los negocios, la tecnología y la cultura popular. Aunque en el siglo XX se realizaron esfuerzos para revitalizar las lenguas celtas, su impacto fue limitado debido al predominio del inglés en la educación, los medios y la política. La combinación de poder político, expansión imperial, desarrollo económico y flexibilidad lingüística hizo que el inglés se convirtiera en una lengua global, mientras que las lenguas celtas quedaron marginadas y en gran medida relegadas al ámbito cultural y local.
Principales vías de influencia del latín en el inglés
- Periodo romano en Britania (43-410 d.C.)
Durante la ocupación romana de Britania, el latín era la lengua administrativa y cultural del imperio. Aunque los pueblos celtas no adoptaron completamente el latín, algunas palabras latinas entraron en su vocabulario, y algunas de estas llegaron al inglés a través de préstamos indirectos.- Cristianización de Inglaterra (siglo VI) Cuando los anglosajones fueron cristianizados por misioneros romanos, se introdujo una gran cantidad de vocabulario eclesiástico de origen latino. Palabras relacionadas con la religión como priest (sacerdote), angel (ángel) y monk (monje) provienen de esta época.
- Influencia normanda (1066 en adelante). La conquista normanda de Inglaterra trajo el francés normando como lengua de la nobleza y la administración. El francés, siendo una lengua romance derivada del latín, introdujo un enorme vocabulario de origen latino en el inglés. Palabras relacionadas con la ley, la administración, la cultura y la gastronomía, como court (corte), justice (justicia) y beef (carne de res), provienen de este periodo.
- Renacimiento y erudición (siglos XV-XVII). Durante el Renacimiento, el latín fue la lengua de la erudición y la ciencia. Muchas palabras académicas y técnicas fueron tomadas directamente del latín o adaptadas al inglés, especialmente en campos como la medicina, la filosofía y las ciencias naturales (species, gravity, datum).
Literatura
Sin duda el principal rasgo definitorio de las etnicidades celtas es la lengua. Ya que el resto de aspectos históricos y culturales fueron más cambiantes, en tanto que la lengua es más estable frente al devenir histórico, a pesar de que debido al cambio lingüístico las lenguas celtas fueron diversificándose en un proceso análogo al que llevó del latín a las lenguas románicas.
Las lenguas celtas derivan de un conjunto de dialectos del proto-indoeuropeo, idioma que cronológicamente ocupa una posición intermedia dentro de la familia indoeuropea. A partir de los rasgos comunes a las lenguas celtas mediante los métodos de la lingüística histórica se ha reconstruido del proto-celta que es una aproximación a la lengua madre que dio lugar por diversificación a las lenguas celtas históricamente conocidas.
Bronce II, de Botorrita en el Museo Provincial de Zaragoza. Foto: Ecelan. CC BY 2.5. Original file (1,463 × 679 pixels, file size: 182 KB).
El «Bronce II de Botorrita» es una de las inscripciones más destacadas del mundo prerromano de la península ibérica y se encuentra en el Museo Provincial de Zaragoza. Fue hallado en la localidad de Botorrita, cerca de Zaragoza, y pertenece al conjunto de los llamados «Bronces de Botorrita», un grupo de textos epigráficos que ofrecen valiosa información sobre la sociedad y la lengua de la época.
El Bronce II está escrito en alfabeto latino, pero la lengua utilizada es el celtíbero, una lengua indoeuropea hablada por los pueblos celtíberos en la península ibérica durante el primer milenio a.C. Este idioma es una mezcla de elementos celtas y locales, adaptados a las necesidades lingüísticas de la región. El uso del alfabeto latino refleja la influencia romana en la península, aunque los contenidos muestran una sociedad todavía profundamente enraizada en tradiciones indígenas.
La inscripción es de naturaleza jurídica y contiene un documento que regula aspectos legales, como contratos y acuerdos relacionados con las tierras o propiedades. Este tipo de texto demuestra que los celtíberos poseían una estructura social y administrativa organizada, capaz de utilizar herramientas escritas para la gestión de su comunidad.
El Bronce II de Botorrita es un ejemplo destacado de cómo los pueblos prerromanos adoptaron ciertos elementos de la cultura romana, como la escritura, mientras mantenían vivas sus lenguas y costumbres. Su importancia radica no solo en su contenido, sino también en su capacidad para proporcionar información sobre la lengua celtíbera, una de las pocas lenguas celtas de las que tenemos registros escritos en la península ibérica.
La literatura celta antigua es un fascinante legado cultural que ofrece una ventana al mundo espiritual, social y artístico de los pueblos celtas, que habitaron gran parte de Europa durante la Edad del Hierro y la Edad Media temprana. Aunque los celtas eran principalmente una cultura oral, parte de su rica tradición se preservó en textos escritos por monjes cristianos en épocas posteriores, especialmente en Irlanda y Gales, donde la influencia celta se mantuvo fuerte.
La literatura celta se caracteriza por una profunda conexión con la naturaleza, un marcado simbolismo y una fuerte tradición heroica. Los mitos, leyendas y sagas celtas narran las hazañas de héroes, las genealogías de los dioses y las interacciones entre el mundo humano y el sobrenatural. Entre los textos más importantes de la tradición irlandesa se encuentran el «Ciclo Mitológico», el «Ciclo del Ulster», el «Ciclo Feniano» y el «Ciclo Histórico». El «Ciclo Mitológico» describe los orígenes del pueblo irlandés y las hazañas de los Tuatha Dé Danann, una raza de dioses y seres sobrenaturales. Por su parte, el «Ciclo del Ulster» relata las proezas del héroe Cú Chulainn y su papel en la épica guerra del Táin Bó Cúailnge, centrada en la rivalidad entre los reinos de Ulster y Connacht.
En Gales, la literatura celta está representada por los textos medievales conocidos como los «Mabinogion», una colección de cuentos que combina mitología, folclore y heroísmo. Estos relatos incluyen figuras emblemáticas como el rey Arturo y el mago Merlín, quienes han influido profundamente en la literatura occidental. Aunque el núcleo de estas historias es de origen celta, fueron transformadas con el tiempo por influencias normandas y cristianas.
La poesía ocupa un lugar destacado en la tradición celta, con los bardos desempeñando un papel crucial como guardianes de la memoria histórica y los mitos de su pueblo. Los bardos componían poemas épicos que celebraban las gestas de los héroes y cantaban la belleza del paisaje y la profundidad de los sentimientos humanos. Su arte no solo era una forma de entretenimiento, sino también un medio para transmitir valores sociales, preservar la identidad cultural y rendir homenaje a los dioses.
Un rasgo distintivo de la literatura celta es su visión del tiempo y el espacio como entidades fluidas, donde los límites entre lo humano y lo divino, lo natural y lo sobrenatural, se desdibujan. Esto se refleja en relatos que mezclan lo cotidiano con lo mágico, creando un universo narrativo en el que los personajes interactúan con hadas, druidas y espíritus ancestrales.
Aunque gran parte de la literatura celta original se ha perdido debido a la transmisión oral y las posteriores conquistas romanas y cristianas, los textos que han sobrevivido ofrecen un testimonio invaluable de una cultura rica en imaginación, simbolismo y espiritualidad. La literatura celta antigua no solo ilumina el pasado, sino que también sigue siendo una fuente de inspiración para la literatura moderna y el estudio de las tradiciones europeas.
Los textos de las lenguas célticas continentales no son abundantes y la mayoría son pequeñas inscripciones, monedas, glosas y nombres. Los textos conservados más antiguos (siglo III a. C. al siglo I d. C.,) están escritos en galo y en celtíbero. El texto más extenso escrito en galo es el Calendario de Coligny (del siglo II d. C.), que contiene 60 palabras escritas en caracteres latinos.
Los textos más extensos en celtibérico son los cuatro bronces de Botorrita. En concreto, el bronce III, en escritura celtibérica, es el texto más largo conservado en cualquier lengua celta antigua. Además, se han encontrado numerosas inscripciones en piedra o en bronce, tanto en escritura celtibérica como latina, cuya datación abarca desde el siglo III a. C. hasta el siglo I d. C.. En el norte de Italia han sido encontradas inscripciones anteriores al siglo I en lepóntico, usando una variante del alfabeto etrusco.
Datada a partir del siglo II, las lenguas célticas insulares disponen de una extensa y variada literatura, siendo de las más antiguas de Europa. Escrita originalmente en monumentos pétreos en escritura ogham en Gales y, principalmente, en Irlanda desde el siglo IV hasta el VI d. C., posteriormente se redactaron manuscritos en irlandés durante la Edad Media, como el Ciclo de Ulster o los Anales de los cuatro maestros.
Ya en el siglo XX, se destacan dos escritores en irlandés, Michael Hartnett y el premio Nobel Seamus Heaney. También existe desde la Edad Media literatura en bretón, escocés y en galés, en algunos casos manteniéndose viva hasta hoy en día.
Sobre los pueblos de las islas británicas
La historia de los pueblos que habitaron las islas británicas es compleja y se desarrolla a lo largo de milenios. Comienza con los primeros habitantes prehistóricos durante el Paleolítico y Mesolítico, que dejaron vestigios como Stonehenge y otros monumentos neolíticos. Más tarde, en la Edad del Bronce y del Hierro, se desarrollaron sociedades más estructuradas, entre las cuales sobresalen los celtas, que dominaron cultural y lingüísticamente las islas desde aproximadamente el siglo VIII a.C.
Los celtas, un grupo indoeuropeo que se expandió por gran parte de Europa, trajeron consigo la lengua celta y prácticas culturales comunes. En las islas británicas se dividieron en varias tribus, incluyendo los britanos en Inglaterra y Gales, y los escotos y pictos en Escocia. Los britanos son los responsables del término Britania, usado posteriormente por los romanos. Los pictos, conocidos por sus elaboradas tallas y su resistencia a la conquista romana, habitaron principalmente el norte de Escocia. Los escotos, originalmente un pueblo gaélico de Irlanda, posteriormente emigraron a Escocia, donde influyeron en la formación del reino escocés.
Los escotos y los pictos son pueblos distintos, aunque ambos estuvieron relacionados con la cultura celta, pero no eran exactamente lo mismo. Los escotos fueron un pueblo de origen celta que habitó inicialmente Irlanda y luego se trasladó a Escocia, específicamente al noroeste, estableciendo el reino de Dalriada. Los pictos, en cambio, habitaban principalmente el norte y el este de Escocia y son conocidos por sus enigmáticos símbolos y las pinturas corporales, de ahí su nombre. Aunque se les ha vinculado con los celtas, su origen exacto es incierto, y algunos estudios sugieren que pudieron haber sido un pueblo autóctono de la región, influenciado por los celtas.
En cuanto a los primeros habitantes de Escocia, estos fueron probablemente pueblos pre-célticos, como los mesolíticos y neolíticos, antes de que los celtas llegaran, alrededor del 600 a.C. o 500 a.C., procedentes de Europa continental. La llegada de los celtas a Escocia trajo consigo a los escotos, que se establecieron en el suroeste, y los pictos, que ocuparon el norte y el este del país.
Las diferencias entre los escotos y los pictos radican principalmente en sus orígenes y ubicación geográfica. Los escotos eran más cercanos culturalmente a los irlandeses, ya que llegaron a Escocia desde Irlanda, mientras que los pictos ocuparon regiones más al norte y se destacaron por su simbolismo y sus costumbres guerreras. Además, los escotos desempeñaron un papel importante en la unificación de Escocia, mientras que los pictos fueron gradualmente absorbidos por otros pueblos, como los escotos, hacia el siglo IX.
La llegada de los romanos en el año 43 d.C. marcó un cambio significativo, ya que conquistaron y romanizaron gran parte de lo que hoy es Inglaterra y Gales, aunque no lograron someter a los pictos en el norte. Tras el colapso del Imperio Romano en el siglo V, Britania quedó vulnerable a invasiones y migraciones de nuevos pueblos.
Fue en este contexto que los anglosajones comenzaron a asentarse en las islas. Este grupo germánico, compuesto por anglos, sajones y jutos, se estableció principalmente en Inglaterra, desplazando a muchos britanos hacia el oeste (Gales, Cornualles y Bretaña en Francia). Los anglosajones introdujeron su lengua germánica, que dio origen al inglés antiguo, y establecieron varios reinos, como Wessex, Mercia y Northumbria. Durante este período también coexistieron con los pueblos celtas en las zonas no conquistadas, como Escocia, Gales e Irlanda.
Mientras tanto, en Irlanda, los celtas desarrollaron una cultura distintiva, conocida por su arte y literatura, con obras como el Libro de Kells. Irlanda también fue un importante centro de aprendizaje durante la Alta Edad Media, enviando misioneros a Europa y a las islas británicas para propagar el cristianismo.
En Escocia, los pictos continuaron siendo dominantes hasta su eventual unificación con los escotos en el siglo IX, formando el reino de Alba, precursor de la moderna Escocia. Los vikingos, otro grupo germánico, también tuvieron un impacto significativo a partir del siglo VIII, estableciendo asentamientos en varias partes de las islas, incluidos Dublín, las islas Orcadas y el norte de Inglaterra.
Finalmente, la conquista normanda en 1066 introdujo una nueva era en Inglaterra, marcando el fin del dominio anglosajón y el comienzo de un sistema feudal influido por la cultura normanda, lo que añadió otra capa a la rica historia de las islas británicas.
Los normandos penetraron y dominaron las Islas Británicas en el siglo XI. En 1066, Guillermo el Conquistador, duque de Normandía, derrotó al rey anglosajón Haroldo II en la famosa batalla de Hastings, lo que marcó el fin del dominio anglosajón en Inglaterra y dio inicio a la conquista normanda. A partir de entonces, los normandos consolidaron su control sobre Inglaterra, aunque también tuvieron presencia en otras partes de las Islas Británicas.
El arte hiberno-sajón, también conocido como arte anglosajón o arte insular, se desarrolló en las Islas Británicas durante la Edad Media temprana, particularmente entre los siglos VI y XI. Este arte es una fusión de influencias celtas, germánicas y cristianas que se produjo en las islas tras la llegada del cristianismo y la formación de los reinos anglosajones.
El arte hiberno-sajón tiene dos principales periodos de desarrollo: el periodo hiberno (irlandés) y el sajón. El arte hiberno comenzó en Irlanda a partir del siglo VI, tras la conversión al cristianismo, y se extendió a partes de Escocia y la región de Northumbria (en lo que hoy es el noreste de Inglaterra). Este arte se caracteriza por su estilo ornamentado, con intrincados diseños geométricos, figuras entrelazadas y colores brillantes, reflejando tanto la herencia celta como las influencias cristianas. Ejemplos notables de este estilo incluyen los evangelios de Kells y el libro de Durrow, así como las cruces de piedra ornamentadas.
El arte sajón, por su parte, floreció a partir del siglo VII, con la consolidación de los reinos anglosajones en Inglaterra. Aunque la tradición hiberno-sajona continuó influyendo en las regiones de las Islas Británicas, el arte sajón se caracterizó por un enfoque más estilizado en la representación de escenas religiosas, como se observa en la famosa piedra de Ruthwell o en los relieves y adornos de las iglesias anglosajonas. La influencia celta se mantuvo, pero el arte sajón comenzó a evolucionar hacia una forma más estructurada y monumental a medida que la cristianización avanzaba y se consolidaban las instituciones eclesiásticas.
Por tanto, el arte hiberno-sajón se extiende principalmente desde el siglo VI hasta el siglo XI, y refleja una mezcla única de tradiciones celtas, germánicas y cristianas que fueron clave en la formación cultural de las Islas Británicas antes de la conquista normanda en 1066.
Los normandos no eran pueblos de origen celta. Eran descendientes de los vikingos nórdicos que, en el siglo IX, habían comenzado a asentarse en la región de Normandía (actual Francia) después de las incursiones vikingas. Estos vikingos se habían mezclado con la población local francófona y adoptado la lengua y costumbres de la región, lo que llevó a la formación de una cultura normanda distinta. Aunque los normandos compartían algunos antecedentes vikingos, su identidad y cultura eran diferentes de la de los pueblos célticos que habitaban las Islas Británicas.
Las principales características de los normandos incluyen su habilidad como guerreros, navegantes y estrategas militares, lo que les permitió tener un gran impacto en la historia de Europa. También se destacaron por su sistema feudal y su habilidad para organizar y administrar los territorios que conquistaban. Tras la conquista de Inglaterra, los normandos impusieron su propio sistema de gobierno, introdujeron el feudalismo y dejaron una marca duradera en la lengua, la arquitectura y la cultura inglesa, particularmente a través del francés normando, que influyó fuertemente en el inglés medieval.
Cultura y Arte celta
El término arte celta alude a las expresiones artísticas de los llamados pueblos celtas. Es, sin embargo, una categoría subjetiva y discutida, tanto como el propio concepto de «civilización celta», ya que se aplica a un período de tiempo muy dilatado y a múltiples culturas relacionadas pero diferentes entre sí.
De hecho, la expresión «arte celta» se emplea sobre todo en relación con el arte pagano tardío y cristiano temprano de las islas británicas, cuya más notable expresión son los manuscritos ilustrados altomedievales ricamente ornamentados con elementos estéticos propios del arte nativo insular. Ejemplos son el Libro de Kells, el Libro de Durrow o los Evangelios de Lindisfarne.
También destacan las piedras pictas (escocesas), y los cálices, broches y cruces celtas irlandeses.
El arte celta se asocia con los pueblos conocidos como celtas; aquellos que hablaban las lenguas celtas en Europa desde la prehistoria hasta el periodo moderno, así como el arte de pueblos antiguos cuya lengua es incierta, pero que tienen similitudes culturales y estilísticas con los hablantes de lenguas celtas.
El reverso de un espejo de bronce británico, 50 a.C. – 50 d.C., que muestra el tema decorativo de espiral y trompeta del estilo «Insular» tardío de La Tène. Photo by Fuzzypeg – Photographed in the British Museum.
La parte trasera altamente decorada de un espejo celta de bronce (la parte frontal es la superficie reflectante con pátina verde) de Desborough, Northamptonshire, Inglaterra, muestra el desarrollo del tema decorativo de espirales y trompetas del estilo celta temprano de La Tène en Gran Bretaña. El complejo patrón simétrico en forma de trébol, delineado en forma de lira con espirales laterales, posiblemente se diseñó utilizando un compás o un hilo. Partes de la decoración están grabadas con un patrón de tejido de cesta y texturas rayadas para resaltar el diseño. El espejo está compuesto por tres piezas: un mango fundido, la placa principal del espejo y una tira tubular alrededor del borde.
Comentarios del editor: La placa estaba altamente pulida en un lado para producir una superficie reflectante. Un espejo habría sido un objeto poderoso en un mundo donde las reflexiones solo podían vislumbrarse en el agua. Una persona que utilizaba un espejo podía controlar su apariencia usándolo en combinación con pinzas o tijeras. Los espejos decorados de este tipo son exclusivamente británicos; muy pocos se encuentran en el continente. La mayoría proviene de tumbas que datan entre el 100 a. C. y el 100 d. C. (Joy, J, Iron Age Mirrors: A biographical approach, Oxford, British Archaeological Reports, 2010). Dominio público-.

El arte celta es un término difícil de definir, ya que abarca una enorme extensión de tiempo, geografía y culturas. Se ha defendido la continuidad artística en Europa a partir de la Edad del Bronce y, de hecho, de la anterior Edad Neolítica; sin embargo, los arqueólogos suelen utilizar el término «celta» para referirse a la cultura de la Edad del Hierro europea desde aproximadamente el año 1000 a. C. en adelante, hasta la conquista por parte del Imperio Romano de la mayor parte del territorio en cuestión, y los historiadores del arte suelen empezar a hablar de «arte celta» sólo a partir del periodo de la La Tène (a grandes rasgos, entre el V y el siglo I a. C.). El arte celta temprano es otro término utilizado para este período, que se extiende en Gran Bretaña hasta aproximadamente el año 150 d. C. El arte medieval temprano de Gran Bretaña e Irlanda, que produjo el Libro de Kells y otras obras maestras, y es lo que evoca el «arte celta» para gran parte del público general en el mundo de habla inglesa, se llama arte insular en la historia del arte. Es la parte más conocida, pero no la totalidad, del arte celta de la Alta Edad Media, que también incluye el arte picto de Escocia.
Cruz de Muiredach, Irlanda, principios del siglo X. Foto: Matteo Corti. Foto de la Gran Cruz de Muiredach, ubicada en Monasterboice, Condado de Louth, en la República de Irlanda. CC BY-SA 3.0. Original file (1,024 × 1,489 pixels, file size: 224 KB).
La Cruz de Muiredach es una gran cruz celta del siglo X, o posiblemente del IX, de 5.5 metros de altura situada en Monasterboice en el condado de Louth en la República de Irlanda.
Hay otras dos cruces monumentales en Monasterboice; localmente, a esta cruz se la conoce como la Cruz del sur. La cruz de Muiredach es el ejemplo más impresionante que queda de escultura irlandesa de la Alta Edad Media, y las cruces en Monasterboice se consideran la mayor contribución de Irlanda a la escultura europea. Recientemente, se han suscitado dudas sobre el estado de conservación de la cruz de Muiredach; y se ha sugerido que la cruz posiblemente debería protegerse en algún recinto a cubierto de las inclemencias meteorológicas.
La cruz celta es un icono religioso formado por una cruz cristiana con un círculo rodeando su intersección. Se remonta a los primeros tiempos del cristianismo en Irlanda, donde constituyó el diseño básico de las famosas high crosses: altas cruces monumentales hechas de piedra y ricamente ornamentadas con motivos de arte céltico insular.
Las primeras cruces datan del siglo VII y no son high crosses, sino grabados en grandes piedras planas extendidas en el suelo. Las cruces propiamente dichas fueron erigidas por los monjes irlandeses al menos desde el siglo VIII, primero en Irlanda (donde sobreviven la mayoría) y más tarde en Gran Bretaña (conservándose en Cornualles, Gales, Northumbria, Escocia, archipiélago de las Hébridas e isla de Iona).
Las cruces celtas (anilladas) dejaron de erigirse en el siglo XII y la tradición más amplia de las grandes cruces conmemorativas de piedra se interrumpió definitivamente en el siglo XV.
Las cruces celtas fueron resucitadas mucho más tarde durante el llamado «renacimiento celta» (celtic revival) del siglo XIX, muy influido por el romanticismo y por el nacionalismo irlandés. Desde entonces vuelven a alzarse cruces celtas en Irlanda, sobre todo con propósitos funerarios (reminiscencia de su antiguo uso conmemorativo). El símbolo en sí se ha convertido en un típico emblema irlandés y como tal aparece en joyería, logotipos, etc.
Una leyenda popular en Irlanda afirma que la cruz «celta» fue introducida por San Patricio u otro santo irlandés durante la evangelización de los paganos de la isla, pero no subsiste ninguna cruz procedente de esa temprana época. También se dice que San Patricio unió el símbolo cristiano a una representación circular del sol o de la luna, vinculando así el significado de la cruz a la espiritualidad pagana a fin de transmitir mejor su mensaje. Otros consideran más probable un origen en cruces con coronas de hojas o flores en torno a su intersección.
La explicación aceptada por la mayoría de los historiadores, sin embargo, resulta más prosaica: el anillo habría sido inicialmente un mero recurso de los escultores para asegurar la estabilidad de las cruces, convirtiéndose luego en un elemento decorativo.
Sus funciones eran religiosas y conmemorativas. Se alzaban en el exterior de los monasterios y otros lugares de culto de la religión cristiana, a modo de monumentos identificativos y centros de predicación. Muchas eran asimismo un símbolo de estatus relacionado con determinados personajes ilustres (abades y patrocinadores). Se desconoce cualquier otro uso que pudieran haber tenido.
Antecedentes: cruces monumentales en Irlanda
Las cruces monumentales irlandesas están reconocidas internacionalmente como iconos de la Irlanda altomedieval. Se encuentran habitualmente en antiguos lugares con iglesias y pueden ser lisas o decoradas. Las cruces monumentales sirvieron para una variedad de funciones incluyendo usos litúrgicos, ceremoniales y simbólicos. También eran señales para una zona de santuario alrededor de una iglesia; así como puntos focales para mercados, que crecieron alrededor de los lugares donde estaban las iglesias. Las «más grandes», o «clásicas», de las cruces monumentales irlandesas se puede encontrar en abadía de Durrow, la abadía de Kells, y en Monasterboice. Estas cruces monumentales están decoradas con paneles grabados con temas bíblicos; y se cree que fueron influidos por la antigüedad tardía y la Roma altomedieval. Tales cruces monumentales «clásicas» comprenden el mayor conjunto de escultura bíblica de toda Europa, en el último cuarto del primer milenio d. C. Los paneles esculpidos se cree que originariamente estuvieron pintados, aunque no hay restos de pintura hoy. Sobre tales cruces monumentales, la cara oriental tiende a mostrar escenas del Antiguo Testamento y del Apocalipsis; mientras que la occidental muestra escenas del Nuevo Testamento. Las cruces monumentales pueden datarse a partir de las inscripciones que tienen; y es difícil datar la mayoría de las que están lisas y sin decorar. La más antigua de las cruces monumentales irlandesas, en Kinnity, condado de Offaly, ha sido datada en 846–862 d. C. Tanto la cruz de Muiredach como la Cruz de las Escrituras en Clonmacnoise han sido datadas hacia alrededor de 900–920. Las cruces monumentales se cree que se originaron como versiones en piedra de cruces en madera o metal; y las cruces de piedra que han llegado a la actualidad se considera que son la última fase de desarrollo de la cruz monumental. Se cree que hubo formas tempranas realizadas en madera, con paneles ornamentales de chapa de bronce; ya habrían sido mucho más pequeñas que las grandes cruces monumentales que hoy sobreviven. Se considera que las cruces monumentales irlandesas derivan de cruces de piedra en la isla de Gran Bretaña, donde se hicieron populares en el siglo VIII.
Arruinado Monasterboice hoy. Se ve una torre redonda, las ruinas de la iglesia y una de las tres cruces monumentales altomedievales. Kevin King – originally posted to Flickr as Ireland 2009, high cross and round tower at Monasterboice. CC BY 2.0. Original file (2,950 × 2,285 pixels, file size: 4.43 MB).
Monasterboice es un antiguo asentamiento monástico fundado en el siglo V, probablemente por San Buithe, un discípulo de San Patricio. Está situado en el condado de Louth, Irlanda, y es conocido por sus importantes restos arqueológicos, que incluyen una torre redonda bien conservada, las ruinas de dos iglesias y tres cruces monumentales altomedievales. La torre redonda, que alcanza unos 30 metros de altura, servía como refugio y almacén durante los ataques vikingos. Las cruces son especialmente famosas, destacándose la Gran Cruz de Muiredach, considerada una de las más bellas y mejor conservadas de Irlanda. Esta cruz, tallada en piedra arenisca, está ricamente decorada con escenas bíblicas, como la Crucifixión y el Juicio Final, que servían como herramientas educativas y espirituales para la comunidad. Aunque las iglesias están en ruinas, el sitio sigue siendo un testimonio importante de la vida religiosa y cultural en la Irlanda medieval y es un lugar de interés histórico y turístico.
Ubicación de las cruces monumentales en Irlanda. Dibujo: Brianann MacAmhlaidh. CC BY-SA 3.0.

La cruz monumental de Muiredach es una de las tres que sobreviven en Monasterboice (Gaeilge: Mainistir Bhuithe, «monasterio de Buithe»). El lugar monástico se dice que fue fundado en el siglo VI, por san Buithe. Es famoso por estas cruces de los siglos IX-X, especialmente la Cruz Monumental de Muiredach. Estas cruces están talladas todas en arenisca y se refieren a ellas como la del Norte, Oeste y Sur. No se sabe si están en sus posiciones originales. La Cruz del sur que es a la que se conoce habitualmente como Cruz de Muiredach porque hay una inscripción en la parte inferior de su cara occidental. En la inscripción se lee ÓR DO MUIREDACH LAS NDERNAD IN CHROS, que significa en gaélico «una oración para Muiredach que encargó esta cruz». Se cree que este Muiredach es probablemente Muiredach mac Domhnall (m. 923), quien fue uno de los abades más célebres del monasterio; también fue abad-electo de Armagh y también el steward (lugarteniente) del Uí Néill meridional. Hay, sin embargo, otro abad llamado Muiredach que murió en 844. Otra posibilidad es que Muiredach se refiriera a Muiredach mac Cathail (m. 867); un rey cuyo territorio incluía el lugar del monasterio.
La cruz mide alrededor de 5,8 metros de alto; incluyendo la base, que mide 69 cm. La cruz está realizada en arenisca que es de color amarillo. La parte vertical de la cruz está tallada en un solo bloque de arenisca; la base y el remate en lo alto están tallados con piedras diferentes. La base tiene la forma de una pirámide truncada de cuatro lados. Mide 66 cm en lo alto y 1,45 m abajo; se estrecha desde 1,12 m a 1,02 m en lo alto. La parte vertical es rectangular y mide 1,98 metros de alto; 66 cm por 51 cm en lo bajo estrechándose a 71 cm por 48 cm en lo alto. La piedra que lo remata, está tallada con la forma de una casa, con un tejado inclinado; y tiene un remate en forma de media lugar al final. Se cree que semejantes remates en forma de casas pueden representar relicarios, que, como el relicario Monymusk, adoptaron habitualmente esta forma en el Cristianismo irlandés.
Cada pieza de la cruz está dividida en paneles que están tallados. Se conservan muy bien, aunque originalmente seguro que tenían más detalle. A pesr de todo, detalles sobre la ropa, las armas, y otras coas, aún se pueden distinguir claramente. Los temas bíblicos predominan en los paneles tallados; aunque hay piezas que presentan algunas formas geométricas y ornamentos entrelazados.
El arqueólogo irlandés del siglo XX Robert Alexander Stewart Macalister señaló que hay 124 figuras esculpidas en los paneles de la cruz —119 de los cuales se muestran en algún tipo de vestido. La cruz no se diferencia de otras formas de arte insular donde el artista ha representado a la gente en trajes contemporáneos. Salvo una figura, el resto tiene la cabeza descubierta. La única figura que lleva tocado es Goliat, que luce un yelmo cono. Generalmente el pelo se lleva cortado en una línea recta sobre la frente, aunque en algunos casos se ve claro que está rizado. Muchas de las figuras tienen la cara lampiña, aunque varios llevan bigotes muy largos, cuyas pesadas puntas llegan hasta la barbilla. Hay muy pocas barbas representadas; los personajes barbudos son Adán, Caín, Moisés y Saúl. Macalister considera que el artista destacó en los motivos geométricos y abstractos que aparecen en la cruz. Sobre el anillo que rodea la cabeza de la cruz, hay 17 motivos diferentes. Macalister afirmó que esta ornamentación se puede clasificar en tres categorías: espiral, entrelazado, y motivos geométricos.
Preocupación por la conservación de la Cruz
Se ha suscitado preocupación recientemente sobre la seguridad y la protección de la cruz. En 2004 Barry McGahon, presidente de Monasterboice Tour Guides, afirmó a un periódico irlandés que no estaba bien protegida; y sugirió que una barra alrededor de la cruz mantendría temporalmente a la gente alejada de ella. McGahon afirmó que la cruz había empezado a tardar más en secarse y que parecía como si la lluvia estuviera metiéndose en ella. Añadió que la lluvia ácida y la contaminación atmosférica de la recientemente abierta autopista M1 tendría efectos adversos sobre la cruz. En 2008, Peter Harbison, profesor de arqueología, aconsejó que se llevara a un espacio interior para protegerlas de los elementos. Afirmó que si no se las protegía de esta manera, las cruces continuarían decayendo, pues la arenisca se descompone fácilmente.
Descripción de los paneles
Cara este
- Panel 1. Este panel representa a dos santos ermitaños, los santos Antonio y Pablo de Tebas, sosteniendo una hogaza de pan, con un cuervo sentado en el suelo a su lado. Este panel está relacionado con el panel 1 de la cara norte, que muestra a Antonio y Pablo reuniéndose.
- Panel 6. No se sabe bien lo que representa. J. Romilly Allen sugirió que se trataría de un alma llevada al cielo por dos ángeles. Macalister cree que representa al Recording angel. (?)
- Panel 7. Este panel representa el Juicio final. Contiene más de 45 figuras; en el centro, Jesús está en pie, con un cetro decorado con motivos florales en la mano derecha y la Cruz de la Resurrección en la izquierda. Sobre la cabeza de Cristo hay un pájaro, posiblemente un fénix, el símbolo de la Resurrección. A los pies de Cristo una figura pequeña se arrodilla, con un libro abierto sobre la cabeza.Macalister consideraba que probablemente representa a un ángel con el Libro de la Vida. A la derecha de Cristo está David entronizado, tocando el arpa, sobre el que descansa el Espíritu Santo en forma de paloma; detrás hay un coro de ángeles tocando instrumentos. A la izquierda de Cristo están las Almas Perdidas, conducidas lejos de Cristo por una criatura diabólica que sostiene un tridente.

Ilustración izquierda: Claves del panel de la cara oeste. Brianann MacAmhlaidh. CC BY-SA 3.0. Original file (SVG file, nominally 849 × 1,788 pixels).
Foto derecha: Cara este en realidad. Foto: Sitomon derivative work: Brianann MacAmhlaidh. CC BY-SA 2.0. Original file (1,358 × 3,223 pixels, file size: 3.02 MB).
- Panel 8. Este panel muestra tres figuras: Miguel, el Demonio y un humano. A Miguel se le muestra pesando en una balanza el alma de un humano. La balanza está colgada de una cadena de un larguero que hay arriba. El demonio está postrado debajo, al tiempo que intenta tirar hacia abajo de la escala vacía de la balanza para influir en su favor Miguel también sostiene una vara y la está dirigiendo contra la cabeza del Demonio. Macalister observó que esta escena no está documentada en ninguna otra cruz monumental irlandesa.
- Panel 9. Este panel representa la Adoración de los Reyes Magos. Usualmente, se representan tres Reyes Magos, debido a los tres regalos de oro, incienso y mirra. Sin embargo, a veces, probablemente por razones de simetría, se representan como un grupo de cuatro, como ocurre en este panel, liderados por un san José el Comprometido, con barba larga y viejo. Sobre la cabeza de cristo está la estrella de Belén.
- Panel 10. Este panel representa a Moisés sacando agua de la roca. Representan a Moisés con un báculo, frente a una multitud de israelitas sedientos, mientras el agua mana de un agujero. Las dos filas de israelitas se pretende seguramente que representen a la gente unos junto a otros; y esto es otro ejemplo del problema de perspectiva en semejantes tallas. La escena es elegida por su aplicación tipológica neotestamentaria, pues Cristo es la roca espiritual, la fuente del agua de la vida. La escena aparece en las catacumbas y otros lugares del arte paleocristiano; pero es muy raro en el arte insular.
- Panel 11. Este panel representa la batalla entre David y Goliat. Los dos combatientes se alzan en mitad del panel, y se supone que quiere representárselos como si estuvieran en primer plano; a ambos lados de los combatientes hay figuras que seguramente se pretendía que quedaran en segundo plano. David tiene un cayado de pastor sobre el hombro, y en la otra mano sostiene una honda, colgando abierta para mostrar que la piedra ya ha sido lanzada. Sobre su hombro hay una especie de bolsa donde guarda las piedras. Goliat está de rodillas, con una mano en la frente, para mostrar que ha sido golpeado allí. Luce un yelmo cónico y es el único personaje de la cruz con la cabeza cubierta. Tiene un escudo redondo y una daga corta. A la izquierda de los dos combatientes hay una figura sentada, probablemente el rey Saúl, que también lleva un escudo redondo y una espada corta, y bebe de un cuerno. La cuarta figura, a la derecha de los combatientes, es según Macalister, probablemente Jonatán, aunque esta figura puede representar también al armero de Goliat.
- Panel 12. Este es un panel doble, que contiene dos escenas. La de la izquierda representa a Adán y Eva, de pie junto al árbol prohibido, que está cargado de fruta. Alrededor del árbol está la serpiente, que está susurrando al oído de Eva, quien está entregando la manzana a Adán. Según Macalister, esta es una de las escenas más comunes de las cruces monumentales (sin embargo, no está en la cruz más alta de Monasterboice). Esta escena ofrece una explicación de cómo apareció el pecado en el mundo; la siguiente escena muestra el primer asesinato. La escena de la derecha representa a Caín y Abel. Caín aparece como un hombre de mediana edad con una barba, que agarra a Abel, representado como un joven lampiño, y hunde un cuchillo de carnicero en su cabeza.
- Panel 13. Este panel muestra a dos animales jugando; Macalister cree que pueden ser leones.
Paneles A y B
Estos paneles aparecen en la parte inferior de la cruz.
- Panel B. Está en la parte baja de uno de los brazos de la cruz. Muestra una mano rodeada por nubes de forma convencional. Este panel representa la mano de Dios o Dextra Dei, que se ha usado durante mucho tiempo como un símbolo cristiano. Con pocas excepciones, no fue hasta el siglo XII cuando los artistas se atrevieron a hacer una representación completa de Dios. Antes, la forma habitual de representar a Dios era mostrando una mano que sale de entre las nubes. Según Macalister esta escena no tiene relación con ninguna de las otras esculpidas en la cruz. Consideraba que como aparece debajo, donde los que pasasen por allí podían ver la mano sobre sus cabezas, que la Mano de Dios estaba extendida hacia el transeúnte. La mano roja del Úlster pudo basarse en un motivo mitológico; sin embargo, también pudo basarse en la Dextra Dei.
Cara oeste
- Panel 1a. El panel representa a Moisés en el monte Sinaí, con Aarón y Hur aguantando sus manos.
- Panel 11. Este panel representa la Crucifixión de Cristo. La figura central es Cristo en la cruz. Está totalmente vestido, lo que es normal en las representaciones europeas de la Crucifixión en aquella época. Sus brazos se extienden en horizontal. El que lleva la lanza y el de la esponja están colocados simétricamente a ambos lados de Cristo. MacAlister cree que los dos bultos circulares que aparecen entre ellos y Cristo probablemente representen al sol y la luna, refiriéndose a la oscuridad en la Crucifixión. MacAlister afirmó que es dudoso lo que representa el pájaro a los pies de la cruz; según algunos simboliza la resurrección, y otros creen que es la paloma de la paz. Hay un pájaro similar sobre la Crucifixión en la cruz monumental en Kells. Afuera de los soldados hay dos figuras pequeñas, una mujer y un hombre, sobre una rodilla, probablemente representando a la Virgen María y a Juan.
Diagrama derecho. Clave de los paneles en la cara oeste. Por: Brianann MacAmhlaidh. Original file (SVG file, nominally 849 × 1,788 pixels). CC BY-SA 3.0.
Foto real derecha. Cara Oeste. Por: Brianann MacAmhlaidh. CC BY-SA 2.0. Original file (1,265 × 3,031 pixels, file size: 2.28 MB).

- Panel 13. MacAlister creyó que este panel probablemente representaba la comisión que se marcha de la Cisto ascendiendo a sus apóstoles. La figura central (Cristo) está sentada; un reposapiés con forma de cabeza de animal aparece entre sus pies. Entrega un rollo a la figura de la izquierda y un libro a la de la derecha. MacAlister afirmó que esta figura a la derecha es Juan, pues aparece su símbolo (probablemente un águila) sobre su cabeza.
- Panel 14. Este panel presenta tres figuras. La del medio tiene su mano alzada en forma de bendición. La figura de la izquierda está extendiendo su dedo y tocando el lado de la figura central. MacAlister consideró que este panel representaba la Incredulidad de Tomás, que es lo que ahora todo el mundo acepta; si es así, sería bastante único dentro de las cruces irlandesas, aunque la escena se encuentra a menudo en el arte cristiano altomedieval de otros lugares.
- Panel 15. Este panel muestra a tres hombres; se cree que representa el Prendimiento de Jesús en el jardín de Getsemaní. El panel muestra a Cristo con un báculo y arrestado por dos hombres con equipación militar. Una representación similar a esta escena se encuentra en el Libro de Kells, y también aparece en la Cruz del rey Flann en Clonmacnois.
- Paneles A y B. Véase la sección relativa a la cara este para una descripción detallada.
Cara norte
- Panel 5. No se sabe seguro qué es lo que representa este panel. Muestra a tres ángeles, una figura sentada que tiene algo incomprensible, y otras dos figuras, una de las cuales parece desnuda, sosteniendo varas. MacAlister propuso que este panel podría representar la Flagelación de Cristo, pero no quedó satisfecho con esta hipótesis.
Cara sur
- Panel 1. Este panel muestra a un jinete, y por encima un dibujo dañado por el tiempo de espirales que son difíciles de distinguir. Macalister propuso que este panel representaría uno de los jinetes místicos descritos en el Apocalipsis.
- Panel 5. Este panel representa a Pilatos lavándose las manos. El Evangelio según san Mateo afirma que antes de condenar a Jesús a muerte, Pilatos se lavó las manos con agua enfrente de la multitud, diciendo «Soy inocente de la sangre de este justo; ¡allá vosotros!».
- Panel 9. Este panel muestra una planta retorciéndose; en seis de las espirales hay un animal alzando sus patas traseras. Las patas traseras de los dos animales de en medio se entrelazan para ser parte de un calado en el medio del panel. En lo alto del panel hay dos pájaros comiendo.

- Referencias Cruz de Muiredach
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Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Cruz de Muiredach.
- Detalle de la Cruz de Muiredach, por Mary Sullivan anteriormente de la Universidad de Bluffton
- Detalle de la Cruz de Muiredach Archivado el 8 de octubre de 2010 en Wayback Machine., albergada por ‘Celtic Art and Cultures Web Site’ de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill
- Escultura medieval, problemas modernos, en el IrishTimes
Irlanda y Gran Bretaña
Las altas cruces son las principales obras monumentales sobrevivientes del arte hiberno-sajón, y la mayor cantidad en Gran Bretaña sobrevive de áreas que permanecieron bajo el cristianismo celta hasta relativamente tarde. No han sobrevivido ejemplos o rastros de las supuestas formas anteriores en madera o con accesorios de metal; el repertorio decorativo de las primeras cruces sin duda se inspira en el de la orfebrería, pero lo mismo ocurre con los manuscritos iluminados insulares. San Adomnán, abad de Iona que murió en 704, menciona cruces de madera anilladas independientes similares, luego reemplazadas por versiones de piedra. Quizás las cruces de piedra independientes más antiguas que se conservan se encuentran en Carndonagh, Donegal, que parecen haber sido erigidas por misioneros de Iona . huyendo de los asaltantes vikingos, «dando a Iona un papel fundamental en la formación de cruces anilladas». Las protuberancias redondas que se ven en las primeras cruces probablemente se derivan de piedras pictas. Es posible que existan altas cruces desde el siglo VII en Northumbria, que entonces incluía gran parte del sureste de Escocia e Irlanda, aunque las fechas irlandesas se están moviendo más tarde. Sin embargo, las fechas asignadas a la mayoría de los primeros cruces que sobrevivieron en buenas condiciones, ya sea en Ruthwell y Bewcastle, el grupo Western Ossory en Irlanda, Iona o Kildalton Cross en Islay, han mostrado una tendencia a converger en el período alrededor de o un poco antes de 800, a pesar de las diferencias entre los tipos de Northumbria y celta. La alta cruz se extendió más tarde al resto de las islas británicas, incluidas las áreas celtas de Gales, Devon, Bretaña y Cornualles, donde las inscripciones ogam también indican una presencia irlandesa, y se pueden encontrar algunos ejemplos en Europa continental, particularmente donde el estilo era tomada por misioneros insulares.
Las altas cruces eran símbolos de estatus, ya sea para un monasterio o para un patrón, y posiblemente cruces de predicación, y pueden haber tenido otras funciones. Algunos tienen inscripciones que registran al donante que los encargó, como la de Muiredach y la de Bewcastle. Las primeras cruces irlandesas de los siglos VIII o IX solo tenían adornos, incluidos relieves entrelazados y redondos, pero a partir de los siglos IX y X aparecen imágenes figurativas, a veces solo una figura de Cristo crucificado en el centro, pero en los ejemplos más grandes del siglo X. gran número de figuras en gran parte de la superficie. Algunos ejemplos irlandeses tardíos tienen menos figuras (a menudo Cristo acompañado por un obispo o abad local), que se aproximan al tamaño natural y están talladas en muy alto relieve. La tradición irlandesa se extinguió en gran medida después del siglo XII, hasta el renacimiento celta del siglo XIX, cuando la forma de cruz celta experimentó un renacimiento duradero para lápidas y monumentos conmemorativos, generalmente solo con decoración ornamental e inscripciones.
Ejemplos notables
Entre las más famosos están:
- La Cruz de Muiredach en Monasterboice, Condado de Louth
- Las cruces de Clonmacnoise: la Cruz de las Escrituras (la cruz original del siglo IX se encuentra en un museo, pero una copia se encuentra en el sitio original), y las Cruces del Norte y del Sur.
- The Nether (o Lower) Cross, una cruz de granito del siglo IX con tallas ornamentadas, en el cementerio de la iglesia de San Canice, establecida por San Canice, pueblo de Finglas, Dublín. La Cruz fue sacada de su ubicación original en los terrenos de la Abadía de St. Canice y enterrada para evitar daños por parte de las fuerzas de Cromwell en 1649. Se encontró intacto 160 años después y se trasladó a su ubicación actual.
- La cruz anglosajona de Ruthwell de Escocia, siglo VIII, con figuras relativamente grandes.
- La cruz anglosajona de Bewcastle.
- La cruz anglosajona de Irton, Cumbria, mostrando afinidad con el estilo de Bewcastle
- La cruz de Dupplin (picta / medieval temprana) en Strathearn, Escocia.
- La cruz de Camus (picta/medieval temprana) en Angus, Escocia
- Cruces de Graiguenamanach, Kilkenny, lado este. Foto: Andreas F. Borchert. CC BY-SA 4.0. Original file (1,904 × 1,931 pixels, file size: 495 KB).
- Ejemplos clásicos de losas cruzadas pictas del siglo IX: Aberlemno 2 y 3 en Aberlemno, Angus.
- La cruz de Kildalton del siglo VIII de las islas Hébridas
La abadía de Iona tiene dos cruces, con otras en la isla.- Alta Cruz de Santa Tola. Una cruz del siglo XII en Dysert O’Dea, cerca del castillo de O’Dea, que muestra a Cristo y un obispo tallados en altorrelieve en el lado este, con motivos geométricos y adornos de animales en los otros lados. En el lado oeste de la base se muestra la Tentación, con Adán y Eva debajo del árbol del conocimiento, mientras que en el lado norte hay una ceremonia con varias figuras sosteniendo báculos. Este es un ejemplo particularmente bien conservado del siglo XII, que no utiliza el círculo de la cruz celta.
- Las altas cruces de Ahenny. Las dos cruces de piedra arenisca de Ahenny datan de los siglos VIII y IX y se encuentran entre las primeras cruces altas anilladas. Ahenny, condado de Tipperary, cerca de la frontera de Kilkenny, y el sitio monástico de Kilclispeen, o la iglesia de St. Crispen.
- Alta Cruz de Ardboe, una cruz del siglo X cerca de Cookstown, erosionada, mostrando 22 paneles con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.
- Cruz de San Kevin, Glendalough, una cruz del siglo XII, bien conservada, hecha de granito.
- Cruz del Sur, Kells, la mejor conservada de varias cruces del siglo X en la ciudad.
- Cruz de Doorty, Kilfenora, condado de Clare; data del siglo XII, tiene tallado un obispo y otros dos clérigos.
- Alta cruz de Kilree, cruz del siglo IX que se dice que es el lugar de entierro de Niall Caille, ubicado 4 km al sureste de Kells Priory, Condado de Kilkenny.
Altas cruces de Kilkieran, tres cruces cerca de Ahenny, condado de Tipperary: Plain Cross (sin adornos), West Cross (con mucha ornamentación), Long Shaft Cross (tiene un eje largo con decoración).- Las dos altas cruces de Moone, en el condado de Kildare. Se cree que la gran cruz fue tallada entre el 900 y el 1000 d. C. Está muy decorada y mide 5,33 m de alto.
Anexo: La Introducción del Cristianismo en el mundo Celta
El proceso de introducción y difusión de las creencias cristianas en Inglaterra e Irlanda fue gradual y estuvo influido por diversas condiciones históricas, culturales y políticas. En Inglaterra, el cristianismo comenzó a ganar terreno en el siglo IV, durante el periodo de ocupación romana, cuando la religión ya era reconocida oficialmente en el Imperio Romano. Sin embargo, con la retirada de las legiones romanas en el siglo V y la llegada de los anglos, sajones y jutos, el cristianismo perdió fuerza en gran parte del territorio, dando paso al resurgimiento de creencias paganas germánicas. Fue en el siglo VI cuando la misión enviada por el Papa Gregorio I y encabezada por San Agustín de Canterbury marcó un punto de inflexión. Este grupo misionero, respaldado por el reino de Kent y su rey Etelberto, quien se convirtió al cristianismo, logró reintroducir la fe cristiana y establecer una estructura eclesiástica más formal en el sureste de Inglaterra.
En Irlanda, el proceso fue distinto, pues no estuvo vinculado a la ocupación romana. El cristianismo llegó de forma paulatina a través de contactos comerciales y culturales con Britania y el continente europeo. Sin embargo, la figura central en la cristianización de Irlanda fue San Patricio, quien en el siglo V llevó a cabo una misión de conversión notable. Según la tradición, San Patricio utilizó elementos de la cultura celta, como los símbolos y las festividades, para hacer más accesibles los principios cristianos. La conversión no fue impuesta por una autoridad central, sino que ocurrió en un contexto de tribalismo, donde los reyes y jefes locales adoptaron el cristianismo y promovieron su difusión entre sus clanes.
La transición al cristianismo estuvo facilitada por ciertas similitudes entre las tradiciones celtas y cristianas, como el énfasis en lo espiritual, los ciclos naturales y la veneración de lugares sagrados. Además, el monacato jugó un papel clave, especialmente en Irlanda, donde los monasterios se convirtieron en centros de aprendizaje, espiritualidad y cultura. Estos no solo preservaron y transmitieron la fe cristiana, sino que también contribuyeron al desarrollo de una rica tradición artística y literaria, como los manuscritos iluminados y la escultura monumental en forma de cruces altas. La adaptación de elementos celtas dentro del cristianismo, como la incorporación de símbolos solares en las cruces o la cristianización de festividades paganas, también ayudó a suavizar la transición.
El cristianismo en ambas regiones enfrentó desafíos pero se consolidó gracias al apoyo de líderes locales, el trabajo incansable de los misioneros y la capacidad de integrar elementos culturales previos. Irlanda, en particular, se convirtió en un bastión del cristianismo durante la Alta Edad Media, contribuyendo significativamente a la evangelización de otras regiones de Europa a través de monjes misioneros irlandeses como San Columbano. En Inglaterra, el cristianismo se consolidó gradualmente a través de alianzas políticas, el establecimiento de diócesis y la creación de instituciones religiosas que desempeñaron un papel crucial en la unificación cultural del país.
Una alta cruz o gran cruz (en irlandés: cros ard / ardchros, en gaélico escocés: crois àrd / àrd-chrois, en galés: croes uchel / croes eglwysig) es una cruz cristiana independiente hecha de piedra y, a menudo, ricamente decorada. Había una tradición altomedieval única en Irlanda y Gran Bretaña de erigir grandes cruces de piedra esculpidas, generalmente al aire libre. Estos probablemente se desarrollaron a partir de tradiciones anteriores que usaban madera, quizás con accesorios de metalurgia, y piedras conmemorativas celtas paganas anteriores; las piedras pictas de Escocia también pueden haber influido en la forma. Los primeros ejemplos supervivientes parecen provenir del territorio del reino anglosajón de Northumbria, que había sido convertido al cristianismo por misioneros irlandeses; no está claro si la forma se desarrolló por primera vez en Irlanda o Gran Bretaña.
Su decoración en relieve es una mezcla de figuras religiosas y secciones de decoración como nudos, entrelazados y, en Gran Bretaña, rollos de vid, todos en los estilos que también se encuentran en el arte insular en otros medios, como manuscritos iluminados y orfebrería. Probablemente estaban pintados normalmente, quizás sobre una capa modelada de yeso; con la pérdida de pintura y los efectos de la erosión, los relieves, en particular las escenas llenas de pequeñas figuras, a menudo ahora son bastante indistintos y difíciles de leer.
Las cruces anteriores tenían típicamente hasta dos metros u ocho pies de altura, pero en Irlanda aparecen ejemplos hasta tres veces más altos más tarde, conservando proporciones gruesas y masivas, dando grandes áreas de superficie para tallar. La más alta de las cruces irlandesas es la llamada Cruz Alta en Monasterboice, condado de Louth. Mide siete metros o veintidós pies de altura. Los ejemplares anglosajones en su mayoría permanecieron delgados en comparación, pero podrían ser grandes; excepto en ejemplos anteriores de Northumbria, su decoración es principalmente ornamental en lugar de figuras. Las cruces a menudo, aunque no siempre, presentan un anillo de piedra alrededor de la intersección, formando una cruz celta; esto parece ser una innovación del cristianismo celta, quizás en Iona. Aunque el ejemplo más antiguo de esta forma se ha encontrado en textiles coptos del siglo V.
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(Continuamos Arte Celta)
El arte medieval temprano de Gran Bretaña e Irlanda, que produjo el Libro de Kells y otras obras maestras, y es lo que evoca el «arte celta» para gran parte del público general en el mundo de habla inglesa, se llama arte insular en la historia del arte. Es la parte más conocida, pero no la totalidad, del arte celta de la Alta Edad Media, que también incluye el arte picto de Escocia.
Ambos estilos absorbieron considerables influencias de fuentes no celtas, pero mantuvieron la preferencia por la decoración geométrica sobre los temas figurativos, que a menudo son extremadamente estilizados cuando aparecen; las escenas narrativas sólo aparecen bajo influencia externa. Son características las formas circulares enérgicas, los triskeles y las espirales. Gran parte del material conservado es de metal precioso, lo que sin duda da una imagen muy poco representativa, pero aparte de las piedras pictas y las cruces altas insulares, la gran escultura monumental, incluso con talla decorativa, es muy rara. Posiblemente las pocas figuras masculinas de pie que se han encontrado, como el Guerrero de Hirschlanden y el llamado «Señor de Glauberg», eran originalmente comunes en madera.
También está cubierto por el término el arte visual del Renacimiento Celta (en general más notable para la literatura) desde el siglo XVIII hasta la era moderna, que comenzó como un esfuerzo consciente de los Celtas Modernos, principalmente en las islas británicas, para expresar la autoidentificación y el nacionalismo, y se hizo popular mucho más allá de las naciones celtas, y cuyo estilo sigue siendo actual en varias formas populares, desde la cruz celta monumentos funerarios hasta los tatuajes entrelazados. Coincidiendo con los inicios de una comprensión arqueológica coherente de los periodos anteriores, el estilo utilizaba conscientemente motivos copiados estrechamente de obras de los periodos anteriores, más a menudo del Insular que de la Edad del Hierro. Otra influencia fue la del arte «vegetal» de la Tène tardía sobre el movimiento Art Nouveau.
Por lo general, el arte celta es ornamental, evitando las líneas rectas y utilizando sólo ocasionalmente la simetría, sin la imitación de la naturaleza central en la tradición del clásico, que a menudo implica un complejo simbolismo. El arte celta ha utilizado una variedad de estilos y ha mostrado influencias de otras culturas en su trabajo de nudos, espirales, patrones de llaves, letras, zoomorfos, formas de plantas y figuras humanas. Como dice la arqueóloga Catherine Johns «El arte celta tiene en común, a lo largo de un amplio período cronológico y geográfico, un exquisito sentido del equilibrio en la disposición y el desarrollo de los motivos. Las formas curvilíneas se disponen de manera que las áreas y los espacios positivos y negativos forman un conjunto armonioso. El control y la moderación se ejercen en el uso de la textura y el relieve de la superficie. Se diseñaron patrones curvilíneos muy complejos para cubrir con precisión las superficies más incómodas e irregulares».
El arte celta insular, con sus característicos motivos de lazos y espirales, está estrechamente relacionado con (e influenciado por) el arte ornamental y zoomórfico vikingo, sobre todo el estilo Borre.
Antecedentes
Los antiguos pueblos ahora llamados «celtas» hablaban un grupo de lenguas que tenían un origen común en la lengua indoeuropea conocida como celta común o protocelta. Este origen lingüístico compartido fue en su día ampliamente aceptado por los estudiosos como indicación de pueblos con un origen genético común en el suroeste de Europa, que habían difundido su cultura mediante la emigración y la invasión. Los arqueólogos identificaron varios rasgos culturales de estos pueblos, incluidos los estilos artísticos, y los relacionaron con la anterior cultura de Hallstatt y la cultura de La Tène. Estudios genéticos más recientes han indicado que no todos los grupos celtas tienen una ascendencia compartida, y han sugerido una difusión y propagación de la cultura sin que necesariamente haya habido un movimiento significativo de pueblos. El grado en que la lengua, la cultura y la genética «celtas» coincidieron e interactuaron durante los períodos prehistóricos sigue siendo muy incierto y controvertido.
Guerrero de Vachères, arte galorromano en Francia. Estatua galorromana de un guerrero galo vestido con ropa y armas romanas. Fue hallada alrededor de 1850 en Vachères, Alpes-de-Haute-Provence, Francia. Se encuentra en el Museo Calvet, Aviñón, Francia (Inventario G 136c). Foto: Fabrice Philibert-Caillat (Fphilibert) of the modification : Eric Gaba (Sting). CC BY-SA 3.0.

El arte celta se asocia con los pueblos conocidos como celtas; aquellos que hablaban las lenguas celtas en Europa desde la prehistoria hasta el período moderno, así como el arte de los pueblos antiguos cuya lengua es incierta, pero tienen similitudes culturales y estilísticas con los hablantes de las lenguas celtas.
El término «celta» se utilizaba en la época clásica como sinónimo de los galos (Κελτοι, Celtae). Su forma inglesa es moderna, atestiguada desde 1607. A finales del siglo XVII, el trabajo de eruditos como Edward Lhuyd llamó la atención de los académicos sobre los vínculos históricos entre el galo y los pueblos que hablaban Brythonic y Goidelic, a partir de lo cual el término se aplicó no sólo a los celtas continentales sino también a los de Gran Bretaña e Irlanda. Luego, en el siglo XVIII, el interés por el «primitivismo», que llevó a la idea del «noble salvaje», trajo una ola de entusiasmo por todo lo celta y druida. El «renacimiento irlandés» llegó después de la Emancipación católica Ley de 1829 como un intento consciente de demostrar una identidad nacional irlandesa, y con su contrapartida en otros países se convirtió posteriormente en el «Renacimiento celta».
En otras palabras, El término «celta» se usaba en la época clásica para referirse a los galos, conocido como Κελτοι en griego y Celtae en latín. Su forma en inglés es más reciente y apareció documentada por primera vez en 1607. En el siglo XVII, estudiosos como Edward Lhuyd comenzaron a investigar las conexiones históricas entre el idioma galo y las lenguas britónicas y goidélicas, lo que llevó a que el término «celta» se aplicara no solo a los celtas del continente europeo, sino también a los de las islas británicas e Irlanda. Durante el siglo XVIII, el interés por el «primitivismo», que idealizaba la figura del «noble salvaje», despertó un gran entusiasmo por la cultura celta y las tradiciones druídicas. Más tarde, en el siglo XIX, tras la aprobación de la Ley de Emancipación Católica en 1829, surgió un movimiento conocido como el «Renacimiento irlandés», que buscaba reafirmar la identidad nacional de Irlanda. Este fenómeno también tuvo ecos en otros países y se transformó en el «Renacimiento celta», un esfuerzo cultural para recuperar, reivindicar y celebrar las raíces celtas.
Relación entre pueblos germánicos y pueblos Celtas.
Los pueblos germánicos y los celtas tienen un origen común en términos lingüísticos y culturales, ya que ambos pertenecen a la gran familia de los pueblos indoeuropeos. Esta familia se originó, según las teorías más aceptadas, en las estepas euroasiáticas alrededor del 4000 a.C., desde donde las diferentes ramas se expandieron por Europa y Asia. Sin embargo, pese a compartir esta raíz indoeuropea, los celtas y los germánicos desarrollaron identidades, lenguas y culturas distintas a lo largo de los siglos.
Los celtas fueron una de las primeras ramas en expandirse ampliamente por Europa. Durante la Edad del Hierro, su influencia cultural y lingüística se extendió desde la península ibérica hasta el oeste de Europa central, las islas británicas y partes de Europa oriental. Por su parte, los pueblos germánicos emergieron más tarde, asentándose en el norte de Europa, especialmente en Escandinavia y la región del norte de Alemania, para luego expandirse hacia el sur y el este.
En términos culturales y lingüísticos, los celtas y los germánicos compartían ciertos elementos derivados de su herencia indoeuropea común, como mitologías con dioses relacionados con la naturaleza, jerarquías sociales y estructuras tribales. Sin embargo, también desarrollaron diferencias significativas debido a las influencias locales y las interacciones con otras culturas.
El contacto entre celtas y germánicos fue frecuente, especialmente en las regiones donde sus territorios limitaban, como en Europa central. Esto dio lugar a intercambios culturales, comerciales e incluso conflictos. A lo largo de los siglos, la expansión del Imperio Romano tuvo un impacto significativo en ambos grupos, aunque los celtas fueron más rápidamente absorbidos por la cultura romana, mientras que los germánicos mantuvieron una identidad más diferenciada durante más tiempo.
En resumen, los pueblos germánicos y los celtas comparten un origen indoeuropeo común, pero siguieron caminos de desarrollo distintos, dando lugar a culturas y lenguas propias. Su interacción a lo largo de la historia refleja tanto su parentesco inicial como las influencias mutuas en un contexto de cambios culturales y políticos en Europa.
Los anglosajones fueron un grupo de pueblos germánicos que se asentaron en las islas británicas a partir del siglo V, tras el colapso del dominio romano en Britania. Este término abarca a tres principales tribus germánicas: los anglos, los sajones y los jutos, provenientes de las regiones que hoy corresponden al norte de Alemania, Dinamarca y los Países Bajos. Estos grupos emigraron a Britania, inicialmente como mercenarios para proteger a las comunidades locales de invasiones externas, pero más tarde establecieron sus propios reinos y ocuparon gran parte de la isla.
Los anglosajones marcaron profundamente la cultura, la lengua y la organización política de la región. Su lengua germánica evolucionó para convertirse en el inglés antiguo, que constituye la base del inglés moderno. Establecieron varios reinos independientes, como Wessex, Mercia, Northumbria y Anglia Oriental, los cuales coexistieron y compitieron entre sí. La sociedad anglosajona estaba organizada en torno a una estructura jerárquica con un rey en la cima, seguido de nobles, guerreros y campesinos.
Su religión inicial era pagana, con dioses como Woden y Thor, pero fueron gradualmente cristianizados a partir del siglo VII, influenciados por misioneros irlandeses y romanos. La cristianización ayudó a unificar en cierta medida sus reinos y dejó un legado duradero en la arquitectura religiosa y la literatura, como el poema épico Beowulf. Los anglosajones continuaron siendo una fuerza dominante en Inglaterra hasta la conquista normanda en 1066, cuando su cultura y sistema político se transformaron significativamente bajo el dominio de Guillermo el Conquistador.
Bola de piedra tallada de Towie en Aberdeenshire, datada entre el 3200 y el 2500 a.C. Dominio público.

Características del arte céltico insular
Arte hiberno-sajón (de Hibernia -nombre latino de Irlanda- y pueblo sajón -uno de los pueblos germánicos que invadieron Gran Bretaña-), arte anglo-celta (de los pueblos anglos -compañeros de los sajones- y celtas -término genérico para un conjunto de pueblos prerromanos de Europa occidental-) o arte insular (por las islas británicas) son denominaciones historiográficas para el arte producido en las islas británicas en la Alta Edad Media. Para esa época (siglos V al X), también denominada «época oscura» o periodo de las invasiones, posterior a la caída del Imperio romano de Occidente, la escasa producción artística de Europa occidental se suele englobar en la genérica denominación de «Prerrománico».
Los territorios «insulares» de Irlanda y Gran Bretaña, muy divididos políticamente, tuvieron en esta época una destacable unidad cultural en el predominio artístico, intelectual y socio-religioso del monacato que, sobre la base del cristianismo, fusionó los restos de la herencia clásica grecorromana con aportaciones de los pueblos germánicos y las características locales de los pueblos prerromanos autóctonos, genéricamente clasificados como «celtas» o «gaélicos».
Folio 292r del Libro de Kells, con el comienzo del Evangelio de Juan. Autor: Desconocido. Dominio público. Original file (760 × 1,012 pixels, file size: 239 KB).

Formas y soportes
Los rasgos formales del estilo se originaron a partir de la orfebrería destinada a la élite secular, que hacia comienzos del siglo VII se combinó con el arte celta y el arte anglosajón. Se identifican especialmente con la decoración de entrelazado, como la hallada en Sutton Hoo (que presupone una tradición local bien establecida de la que sólo han sobrevivido pequeñas piezas), y que se aplica en otros ámbitos, como la iluminación de manuscritos, que responden a otro mundo cultural: el del Mediterráneo. Antes del siglo VII es rara la presencia de códices, aunque no así de joyería, sobre todo en Irlanda. Las primeras piedras pictas (pictish stones -véase pictos-) se datan en el siglo V.
Los pictos eran una confederación de tribus celtas que habitaban el norte y centro de Escocia, al norte de los ríos Forth y Clyde, desde al menos los tiempos del Imperio romano hasta el siglo X.
Eran descendientes, o una nueva designación contemporánea, de los caledonios y otras tribus que los historiadores romanos ya nombraron o que aparecían en el mapa de Ptolomeo.
Pictia o Pictavia (Pictland, en inglés) se convirtió en el reino de Alba (Escocia) durante el siglo X, con lo que los pictos se convirtieron a su vez en albannach o escoceses.
Su idioma era el picto.
El nombre por el que los pictos se llamaban a sí mismos es desconocido. La palabra griega Πικτοί (piktoi), picti en latín, aparece por primera vez en un panegírico escrito por Eumenio en 297 y que significa ‘los pintados’ o ‘los tatuados’. Sin embargo, podría deberse a una etimología popular anterior, quizá del celta pihta o peijta, es decir, ‘luchador’.
Picto representado en un libro de historia británico del siglo XIX. Lantresman. Dominio público.
Los escotos y los dalriada de Irlanda los llamaron cruithne (cru(i)then-túath en irlandés antiguo), quizá del protocelta *kwriteno-toutā. También hay cruithne en el Úlster.
Los britanos (antepasados de los galeses) en el sur los conocían por el dialecto celta P como prydyn, de donde provienen los términos «Bretaña» y «britano».
La forma en gaélico escocés moderno pecht procede del inglés antiguo.
La arqueología da algunas aproximaciones sobre la sociedad de los pictos. A pesar de que ha sobrevivido muy poco de su forma de escritura, la historia de este pueblo, a partir del siglo IV en adelante, es conocida por una gran variedad de fuentes, incluyendo hagiografías como la de San Columba de Iona, así como varios anales irlandeses.
Aunque la impresión popular de los pictos puede ser la de un pueblo oscuro y misterioso, no fue así en absoluto. La historia y la sociedad pictas están en consonancia con la de los pueblos de Europa Central, Septentrional u Oriental en la Antigüedad o en la Alta Edad Media cuando se les compara con ellos.
Las fuentes arqueológicas dan evidencia de la cultura material de los pictos, donde se ve una sociedad no muy diferente ni de sus vecinos gaélicos y bretones ni de los anglosajones del sur.
Aunque puede servir de mucho utilizar la analogía y el conocimiento de otras sociedades celtas, estos se extendieron por un área muy grande, por lo que basarse por ejemplo en los galos prerromanos o en la Irlanda del siglo XIII como fuente para estudiar la sociedad picta del siglo IV puede dar como resultado equivocaciones o malas interpretaciones.
Como pasa con la mayoría de los pueblos del norte de Europa en la Antigüedad, los pictos eran granjeros organizados en pequeñas comunidades que vivían de la agricultura y sobre todo de la ganadería: los vacunos y los caballos se consideraban un signo principal de riqueza y prestigio, y había gran cantidad de ovejas y cerdos.
Los topónimos sugieren que la transhumancia era una práctica común.
Los animales en general eran pequeños para los estándares posteriores, pero los mejoraron al contactar con otros pueblos: los caballos de Inglaterra se enviaban a Escocia e Irlanda para cruzarlos con los nativos y acrecentar su tamaño. De fuentes irlandesas nos ha llegado que la élite solía competir en cría de ganado por el tamaño de las reses y no hay razón para no pensar que los pictos hicieran lo mismo. Tallados en madera muestran caza con perros, y también, a diferencia de Irlanda, con halcones.
La economía pastoril de la zona muestra que pieles y cuero había en abundancia. La lana era la principal fuente de fibras para la ropa, y el lino también era común, aunque no está claro si lo cultivaban para las fibras, el aceite, o la comida.
La importancia de los animales domesticados sugiere que la carne y los derivados de la leche fueron una parte importante en la dieta de las personas comunes, a diferencia de la élite, que comía una dieta más rica en carnes provenientes de la caza y el pastoreo.
Yelmo ceremonial de Sutton Hoo. Gernot Keller. Replica of the helmet from the Sutton Hoo ship-burial 1, England. Dominio público.
Sutton Hoo es el emplazamiento de dos cementerios altomedievales que datan de los siglos VI y VII, cerca de Woodbridge, en Suffolk (Inglaterra). Los arqueólogos llevan excavando la zona desde 1938. En uno de los cementerios había un barco funerario intacto con una gran cantidad de objetos anglosajones. La mayoría de estos objetos se encuentran ahora en el Museo Británico. Los estudiosos creen que Redvaldo de Estanglia es la persona con más probabilidad de haber sido enterrada en el barco. El yacimiento es importante para establecer la historia del reino de Estanglia, así como para iluminar el primer periodo anglosajón, que carecía de documentación histórica.
El yacimiento fue excavado por primera vez por Basil Brown bajo los auspicios de la terrateniente Edith Pretty, pero cuando se hizo evidente su importancia, los expertos nacionales tomaron el relevo. Durante las décadas de 1960 y 1980, los arqueólogos exploraron la zona más ampliamente y se descubrieron muchos otros enterramientos individuales. Los artefactos conforman lo que se considera el mayor tesoro jamás descubierto en el Reino Unido. Entre los que se encontraron en la cámara funeraria figuran un conjunto de ajuares de metal en oro y gemas, un yelmo ceremonial, un escudo y una espada, una lira y una placa de plata del Imperio bizantino.
El barco funerario ha suscitado comparaciones con el mundo del poema en inglés antiguo Beowulf. El poema está ambientado en parte en Götaland, en el sur de Suecia, que presenta paralelismos arqueológicos con algunos de los hallazgos de Sutton Hoo.
Los cementerios están situados cerca del estuario del río Deben y de otros yacimientos arqueológicos. Aparecen como un grupo de aproximadamente 20 montículos de tierra que se elevan ligeramente por encima del horizonte del espolón cuando se ven desde la orilla opuesta. El cementerio más reciente está situado en un segundo espolón a unos 500 metros aguas arriba del primero. Se descubrió y exploró parcialmente en el año 2000 durante los trabajos preliminares para la construcción de una sala de exposiciones para turistas. En este lugar también hay enterramientos, pero las cimas de sus túmulos han sido destruidas por la actividad agrícola posterior.
El centro de visitantes cercano contiene artefactos originales, réplicas de hallazgos y una reconstrucción de la cámara funeraria del barco. El yacimiento está a cargo de la National Trust.
Neolítico y Edad del Bronce
Hay pruebas de que Sutton Hoo estuvo ocupado durante el Neolítico, hacia el año 3000 a. C., cuando los agricultores desbrozaron los bosques de la zona. Estos cavaron pequeñas fosas que contenían vasijas de barro templadas con pedernal. Varios pozos se encontraban cerca de huecos donde se habían arrancado grandes árboles: los agricultores neolíticos pudieron haber asociado los huecos con las vasijas.
Durante la Edad del Bronce, cuando las comunidades agrícolas de Gran Bretaña estaban adoptando la nueva tecnología de la metalurgia, se construyeron en Sutton Hoo casas circulares con marcos de madera, paredes de bahareque y techos de paja. El mejor ejemplo que se conserva contenía un anillo de postes verticales de hasta 30 centímetros de diámetro, con un par que sugería una entrada al sureste. En el hogar central se había dejado caer una cuenta de fayenza. Los agricultores que habitaban esta casa utilizaban cerámica decorada al estilo del vaso campaniforme, cultivaban cebada, avena y trigo, y recogían avellanas. Excavaban zanjas que marcaban los pastizales circundantes en secciones, indicando la propiedad de la tierra. El suelo arenoso y ácido acabó lixiviándose y volviéndose infértil, y es probable que por esta razón el asentamiento acabara siendo abandonado, para ser sustituido en la Edad del Bronce Medio (1500-1000 a. C.) por ganado ovino o bovino, que se cercaba con postes de madera.
Edad del Hierro y periodo romano-britano
Durante la Edad del Hierro, el hierro sustituyó al cobre y al bronce como forma dominante de metal utilizado en las islas británicas. En la Edad del Hierro Media (alrededor del año 500 a. C.), los habitantes de la zona de Sutton Hoo comenzaron a cultivar de nuevo, dividiendo la tierra en pequeños recintos que ahora se conocen como campos célticos. El uso de franjas estrechas implica el cultivo de la uva, mientras que en otros lugares, las pequeñas parcelas de tierra oscura indican que pueden haberse cultivado coles. Este cultivo continuó en el periodo romano-britano, desde el año 43 hasta aproximadamente el 410. La vida de los britanos no se vio afectada por la llegada de los romanos. Se han encontrado varios artefactos de la época, incluidos algunos fragmentos de cerámica y una fíbula abandonada. Cuando el Imperio animó a los pueblos de Europa Occidental a maximizar el uso de la tierra para los cultivos, la zona de Sutton Hoo sufrió la degradación y la pérdida de suelo. Con el tiempo, se abandonó y se convirtió en una zona de maleza.
La Batalla de Mons Graupius fue un enfrentamiento que tuvo lugar alrededor del año 83 o 84 d.C., durante la conquista romana de Britania. Según el historiador romano Tácito, fue una batalla entre las fuerzas romanas lideradas por el gobernador Cneo Julio Agrícola y una confederación de tribus caledonias (habitantes de lo que hoy es Escocia) encabezadas por un líder llamado Calgaco. Este evento es conocido principalmente por la narración de Tácito en su obra Agrícola, donde detalla los eventos de la campaña y el discurso atribuido a Calgaco.
Roma: En esta época, Roma buscaba consolidar su control sobre Britania, pero las tribus caledonias ofrecieron una resistencia considerable.
Caledonios: Estaban organizados en tribus independientes y conocidas por su ferocidad en combate. Se unieron temporalmente bajo el liderazgo de Calgaco para enfrentar a los romanos.
- La batalla ocurrió en un lugar incierto, probablemente en la región noreste de Escocia.
- Agrícola desplegó sus tropas, que incluían legionarios romanos bien entrenados y auxiliares de diversas partes del Imperio.
- A pesar de la resistencia inicial, los caledonios fueron derrotados gracias a la superioridad táctica y organizativa romana.
- La victoria permitió a Roma fortalecer su posición en el norte de Britania, aunque nunca logró un control total sobre la región.
- La resistencia de los caledonios y la hostilidad del terreno hicieron que los romanos no establecieran una presencia permanente más allá de los muros de Adriano (construido posteriormente) y Antonino.
El discurso de Calgaco:
Tácito atribuye a Calgaco un discurso lleno de retórica, en el que condena el imperialismo romano y exalta la libertad de los pueblos libres. Aunque se desconoce si este discurso fue real o un recurso literario del historiador, es célebre por frases como: «Hacen un desierto y lo llaman paz.»
La Batalla de Mons Graupius simboliza el choque entre la expansión del Imperio Romano y la resistencia de los pueblos locales frente a la dominación extranjera.
Cementerio anglosajón. Contexto
Véase también: Reino de Estanglia
Tras la retirada de los romanos del sur de Gran Bretaña después del año 410, tribus germánicas como los anglos y los sajones comenzaron a asentarse en la parte sureste de la isla. Muchos estudiosos consideran que Estanglia es una región en la que este asentamiento fue especialmente temprano y denso; el nombre de la zona deriva del de los anglos. Con el tiempo, los restos de la población británica preexistente adoptaron la cultura de los recién llegados.
Durante este periodo, el sur de Gran Bretaña se dividió en una serie de pequeños reinos independientes. Se han encontrado varios cementerios paganos del reino de los anglos orientales, sobre todo en Spong Hill y Snape, donde se halló un gran número de cremaciones e inhumaciones. Muchas de las tumbas estaban acompañadas de ajuares funerarios, que incluían peines, pinzas y broches, así como armas. En las tumbas se habían incluido animales sacrificados.
En la época en la que se utilizaba el cementerio de Sutton Hoo, el río Deben formaba parte de una intensa red de comercio y transporte. A lo largo del río crecieron varios asentamientos, la mayoría de los cuales serían pequeñas granjas, aunque parece probable que también existiera un centro administrativo más grande, donde la aristocracia local tenía su corte. Los arqueólogos han especulado con la posibilidad de que dicho centro existiera en Rendlesham, Melton, Bromeswell o en Sutton Hoo. Se ha sugerido que los túmulos funerarios utilizados por las familias más ricas fueron posteriormente apropiados como emplazamiento de las primeras iglesias. En estos casos, los túmulos habrían sido destruidos antes de que se construyeran las iglesias.
El cementerio de Sutton Hoo contenía una veintena de túmulos; estaba reservado a personas que eran enterradas individualmente con objetos que indicaban que tenían una riqueza o un prestigio excepcionales. Se utilizó de este modo desde el año 575 hasta el 625 aproximadamente y contrasta con el cementerio de Snape, donde el barco funerario y las tumbas se sumaron a un cementerio de vasijas enterradas que contenían cenizas de incineración.
David Mackenzie Wilson ha señalado que las obras de arte en metal encontradas en las tumbas de Sutton Hoo eran «trabajos de la más alta calidad, no solo en términos ingleses sino europeos».
Sutton Hoo es una piedra angular del estudio del arte en Gran Bretaña en los siglos VI al IX. George Henderson ha descrito los tesoros del barco como «el primer invernadero probado para la incubación del estilo insular».Los adornos de oro y granate muestran la fusión creativa de técnicas y motivos anteriores por parte de un maestro orfebre. El arte insular se basó en fuentes artísticas irlandesas, pictas, anglosajonas, britanas y mediterráneas: el Libro de Durrow, del siglo VII, debe tanto a la escultura picta, al millefiori y al esmalte británicos y a la orfebrería cloisonné anglosajona como al arte irlandés. nota Los tesoros de Sutton Hoo representan un continuo desde la acumulación real precristiana de objetos preciosos de diversas fuentes culturales, hasta el arte de los libros evangélicos, los santuarios y los objetos litúrgicos o dinásticos.
(…) Para más información: Sutton Hoo
Características del arte céltico insular
- Abstracción geométrica: se desmaterializa el arte, guardando solo las líneas esenciales de la figura representada o incluso prescindiendo totalmente de ella (espirales, entrelazados, etc.). Las formas se reducen a esquemas geométricos.
- Creatividad: muchas veces la obra solo es un pretexto para dar rienda suelta a la técnica y la imaginación del artista.
- Horror vacui: el llamado horror al vacío, acuñado por los egipcios, también es muy característico del arte celta. No se encuentra prácticamente ningún punto vacío en el espacio dispuesto por el artista.
- Zoomorfismo: los animales, sean una especie existente o bien de carácter fantástico, tienen preferencia a la hora de ser incluidos en la decoración céltica. Probablemente estas figuras tuvieron en su origen un carácter totémico.
- Predominancia de lo ornamental sobre el contenido: el artista celta puede situar una escena en el centro de la obra pero siempre se recreará en los adornos secundarios, que parecen ser lo más atractivo para él y que reflejan mejor su manera de expresarse.
- En resumen, el arte céltico se caracteriza por su simbolismo y gusto por la geometría, produciendo una sensación de «caos ordenado» con sus formas abigarradas pero simétricas. No desconoce cierto naturalismo, pero estiliza lo plasmado huyendo del realismo total.
Anillos celtas, que empleaban como moneda. Knight, Charles – Knight, Charles (1845) Old England: A Pictorial Museum . Dominio público.

Cáliz de Ardagh
El cáliz de Ardagh es un cáliz fabricado en el siglo VIII d. C. durante la Alta Edad Media irlandesa, considerado una obra maestra del arte hiberno-sajón y una pieza icónica del arte medieval irlandés.
Historia
El cáliz fue hallado por dos jóvenes llamados Jim Quinn y Paddy Flanagan en el año 1868, junto una taza de bronce y cuatro fíbulas ornamentales, mientras cavaban en un campo de patatas cercano al rath, (muro de piedra de una fortificación) llamado Reerasta, en la localidad de Ardagh, en el Condado de Limerick, Irlanda.
El cáliz y las otras piezas halladas estaban ocultadas únicamente por una losa de piedra, por lo que todo parece indicar que la persona que los enterró allí quería recuperarlas poco tiempo después de que hubieran sido enterradas.
Características
- Técnicas: Martillado, grabado, filigrana, fundición a la cera perdida e incrustación.
- Materiales: malaquita, plata, oro, bronce dorado, cristal, latón, estaño y esmalte.
- Altura: 17,8 centímetros.
- Diámetro: 19,5 centímetros.
Conservación. Dicha joya celta se encuentra expuesta de forma permanente en el Museo Nacional de Irlanda de Dublín.
Imagen del cáliz de Ardagh, Edad Media, Museo Nacional de Irlanda de Dublín. Foto: Kglavin. CC BY-SA 3.0. Original file (1,058 × 852 pixels, file size: 609 KB).
La arquitectura anglosajona de la época utilizaba por lo general materiales efímeros que no han permitido su conservación. Incluso los monasterios e iglesias levantados en piedra están en su mayor parte destruidos o muy alterados, siendo sólo posible su reconstrucción arqueológica.
En la arquitectura irlandesa del periodo destacan las llamadas round towers o torres irlandesas (de las que hay también ejemplos en Escocia y en la isla de Man).
Los monasterios, autosuficientes, se dotaban de scriptorium y de talleres metalúrgicos para satisfacer sus necesidades litúrgicas.
La arquitectura sajona en Inglaterra o anglosajona se refiere a un período en la historia de la arquitectura en Inglaterra, y en una parte del País de Gales, que se extiende desde la segunda mitad del siglo V hasta la conquista normanda (1066).
Si los edificios profanos anglosajones estaban generalmente hechos de una simple carpintería y cubiertos con paja (no subsiste ningún ejemplo unánimemente aceptado), los muchos vestigios de iglesias del período sajón indicarían que fueron construidas con más frecuencia en piedra (con la excepción de la iglesia de madera de Greensted). Al menos cincuenta iglesias de la época tienen motivos indudablemente anglosajones, aunque en algunos casos esos motivos sean de importancia menor en vista del tamaño del edificio, y que además han llegado muy alterados. A veces revelan indicios de reutilización de edificaciones de la época romana.
La arquitectura de los edificios religiosos anglosajones, inicialmente de inspiración céltica, luego influenciada por las basílicas paleocristianas, termina caracterizándose por sus pilastras con bandas, arcadas ciegas, sus balaustres y sus huecos con arcos apuntados triangulares. Durante las últimas décadas del reino anglosajón, un estilo románico proveniente del continente le dio una mayor unidad: se ven vestigios en las portadas de la abadía de Westminster construidas después de 1050, donde ya se muestra la influencia normanda. En décadas recientes, los historiadores de la arquitectura han cuestionado la conexión de los motivos románicos no documentados con el período normando. A pesar del uso antiguo, ya no se recomienda llamar «sajones» a los artefactos o edificios anglosajones posteriores a la colonización inicial de Gran Bretaña.
Las primeras construcciones anglosajonas de Gran Bretaña estaban generalmente desnudas, hechas de una carpinría con techo de paja. Desdeñando las antiguas ciudades romanas, los anglosajones establecieron aldeas de granjas, cerca de los vados fluviales o en puertos fluviales. En cada aldea, una sala común provista de una chimenea, ocupaba el centro de la aglomeración.
La arquitectura anglosajona se desarrolló entre los siglos V y XI, durante el periodo que abarcó desde la llegada de los anglosajones a las islas británicas tras la retirada romana hasta la conquista normanda en 1066. Aunque mucho de lo que existió ha desaparecido debido al uso de materiales perecederos y a las transformaciones posteriores, se conservan algunos ejemplos significativos, especialmente de arquitectura religiosa.
Los anglosajones construyeron principalmente en madera, lo que explica la escasez de restos originales. Sus viviendas eran sencillas, con estructuras rectangulares de una sola planta, techos a dos aguas y paredes hechas con postes de madera entretejidos con ramas y recubiertos de arcilla o barro. Estas casas generalmente no tenían divisiones internas y estaban diseñadas para albergar a familias y actividades cotidianas. Los edificios comunales, como las grandes salas o halls, eran más amplios y servían como centros de reunión y administración.
En cuanto a la arquitectura religiosa, se destacan las iglesias de piedra que comenzaron a construirse a partir del siglo VII, gracias a la influencia del cristianismo introducido por misioneros como Agustín de Canterbury. Estas iglesias suelen ser de tamaño modesto y presentan características como torres cuadradas, ábsides semicirculares y naves estrechas. Su diseño es funcional y austero, con decoraciones limitadas. Ejemplos notables incluyen la iglesia de San Pedro en Bradford-on-Avon y la iglesia de Escomb, que muestran el uso de sillares de piedra reciclados de edificaciones romanas, conocidos como spolia.
Otro rasgo distintivo de la arquitectura anglosajona son los crypts, pequeñas criptas subterráneas usadas como espacios funerarios o de culto, y las elaboradas tallas en piedra, que incluyen motivos geométricos y entrelazados influenciados por el arte celta.
La arquitectura anglosajona marcó un puente entre la tradición romana tardía y la arquitectura medieval normanda, contribuyendo a la evolución de las formas constructivas y a la herencia cultural de las islas británicas. Su simplicidad y funcionalidad reflejan la vida y las prioridades de la sociedad anglosajona de la época.
Artículo principal: Arquitectura anglosajona
Arte de los períodos pre-célticos
La primera cultura arqueológica que se denomina convencionalmente celta, la cultura de Hallstatt (a partir de «Hallstatt C»), procede de la primera Edad de Hierro europea, c. 800-450 a. C. No obstante, el arte de este período y de los posteriores refleja una considerable continuidad, y algunas correspondencias a largo plazo, con el arte anterior de las mismas regiones, lo que puede reflejar el énfasis de los estudios recientes en la «celtización» por aculturación entre una población relativamente estática, en contraposición a las antiguas teorías de las migraciones e invasiones. El arte megalítico en gran parte del mundo utiliza un misterioso vocabulario similar de círculos, espirales y otras formas curvas, pero es llamativo que los restos más numerosos en Europa sean los grandes monumentos, con muchos dibujos en roca dejados por la cultura del Valle del Boyne en Irlanda durante el Neolítico, a pocos kilómetros de los centros de arte insular altomedieval, unos 4.000 años después. Otros centros, como Bretaña, se encuentran también en zonas que siguen definiéndose como celtas en la actualidad. Otras correspondencias se dan entre las lúnulas de oro y los grandes collares de la Edad del Bronce Irlanda y Europa y los torcs de los celtas de la Edad de Hierro, todos ellos ornamentos elaborados que se llevan alrededor del cuello. Las terminaciones en forma de trompeta de varios tipos de joyas irlandesas de la Edad del Bronce también recuerdan a los motivos populares de la decoración celta posterior.
«Iron Age goods, Britain» significa «Bienes de la Edad del Hierro, Gran Bretaña». Se refiere a los objetos, herramientas, armas y artefactos producidos durante la Edad del Hierro en la región de Gran Bretaña. Este periodo histórico abarca aproximadamente desde el 800 a.C. hasta la conquista romana en el siglo I d.C., caracterizándose por el uso generalizado del hierro para fabricar herramientas y armas, lo que marcó un avance significativo en la tecnología y la cultura material de la época.
Los bienes de la Edad del Hierro incluyen:
- Herramientas agrícolas como hoces y arados.
- Armas como espadas, lanzas y escudos.
- Joyas y adornos, muchas veces decorados con estilos celtas.
- Cerámica, recipientes y utensilios para uso doméstico.
- Restos arquitectónicos y materiales relacionados con asentamientos fortificados conocidos como hillforts.
Estos bienes reflejan aspectos de la vida cotidiana, las creencias religiosas y la organización social de las comunidades de la Edad del Hierro en Gran Bretaña.
Foto: Ario1234 – Own work. CC BY-SA 4.0. Original file (4,080 × 3,060 pixels, file size: 12.12 MB).
Edad del Hierro; Arte Celta Temprano
A diferencia de la cultura rural de los habitantes de la Edad de Hierro de las modernas «naciones celtas», la cultura celta continental de la Edad de Hierro presentaba muchos grandes asentamientos fortificados, algunos muy grandes, para los que ahora se utiliza la palabra romana para «ciudad», oppidum. Las élites de estas sociedades poseían una riqueza considerable, e importaban objetos grandes y costosos, a veces francamente llamativos, de las culturas vecinas, algunos de los cuales han sido recuperados de tumbas. La obra del alemán emigrado a Oxford, Paul Jacobsthal, sigue siendo la base del estudio del arte de la época, especialmente su Early Celtic Art de 1944.
La cultura de Halstatt produjo arte con ornamento geométrico, pero marcado por patrones de líneas rectas y rectángulos en lugar de curvas; el patrón es a menudo intrincado, y llena todo el espacio disponible, y al menos en este aspecto se parece a los estilos celtas posteriores. Los lingüistas suelen estar convencidos de que la cultura de Halstatt se originó entre personas que hablaban lenguas celtas, pero los historiadores del arte suelen evitar describir el arte de Halstatt como «celta».
Cabeza de piedra de Mšecké Žehrovice, República Checa, con un torc, cultura de La Tène tardía. Foto: CeStu. CC BY 3.0. Original file (3,744 × 4,663 pixels, file size: 4.03 MB).
La cabeza de piedra de Mšecké Žehrovice, que data de la cultura de La Tène tardía (aproximadamente entre los siglos III y I a.C.), es una de las obras más destacadas de la arqueología céltica de la región central de Europa. Fue encontrada en 1933 en un yacimiento cercano a la localidad de Mšecké Žehrovice, en la República Checa, y se considera un excelente ejemplo del arte y las creencias de la cultura celta en esa época.
Esta escultura, que representa una cabeza humana, es notable por varios motivos. Uno de los aspectos más importantes es que la figura lleva un torc, que es una pieza de joyería de metal que era muy apreciada por los celtas y que se usaba como símbolo de estatus y poder. El torc, generalmente hecho de oro o bronce, era una especie de collar rígido, y su presencia en la escultura sugiere que la cabeza representa a una figura de alto rango o un líder, tal vez un guerrero o un noble céltico.
La cabeza de Mšecké Žehrovice es esculpida en piedra, un material que no era tan común para la escultura céltica en comparación con otros materiales como la madera o el metal. La escultura muestra una estilización de las características humanas, con detalles que reflejan una mezcla entre lo abstracto y lo realista, característica del arte celta de la época. Además, la pieza tiene una gran carga simbólica, ya que la escultura en piedra es un medio poco frecuente en la tradición céltica, lo que indica que la cabeza podría haber tenido un propósito ceremonial o ritual.
Este tipo de obras, aunque raras, reflejan las creencias y la importancia del liderazgo, el poder y la religión dentro de las sociedades celtas de la Tène tardía. La presencia del torc en la escultura también señala la posible conexión entre la figura representada y los valores guerreros, sociales y espirituales de la época. Si bien no se sabe exactamente para qué se usaba la cabeza de piedra, podría haber sido parte de un monumento funerario, un símbolo de poder de un líder local o incluso un objeto de culto.
Reconstrucción de una casa circular de la Edad del Hierro británica, Whithorn, Reino Unido. (British Iron Age roundhouse reconstruction, Whithorn UK). Foto: Billy McCrorie. CC BY-SA 2.0. Original file (2,898 × 1,906 pixels, file size: 1.48 MB).
A medida que la sociedad de Halstatt se fue enriqueciendo y, a pesar de no tener salida al mar en su zona principal, se vinculó mediante el comercio con otras culturas, especialmente del Mediterráneo, comienzan a aparecer objetos importados de estilos radicalmente diferentes, incluso sedas chinas. Un ejemplo famoso es el krater griego de la Tumba de Vix en el Burgoña, que fue fabricado en la Magna Graecia (el sur griego de Italia) hacia el año 530 a. C., unas décadas antes de ser depositado. Se trata de un enorme recipiente de bronce para mezclar vino, con una capacidad de 1.100 litros. Otra enorme vasija griega en la tumba del príncipe de Hochdorf está decorada con tres leones recostados en el borde, uno de los cuales es una sustitución de un artista celta que apenas intenta copiar el estilo griego de los otros. Las formas características de la cultura de Hallstatt pueden encontrarse tan lejos de la zona principal de Europa Central de la cultura como Irlanda, pero mezcladas con tipos y estilos locales.
Escultura de Roquepertuse, incluyendo «cráneo-nichos» y figuras sentadas.Collar de oro de Hallstatt tardío de Austria, c. 550 a.C. Foto: Wolfgang Sauber. CC BY-SA 3.0.
Aparecen figuras de animales y humanos, sobre todo en obras con un elemento religioso. Entre los objetos más espectaculares se encuentran los «carros de culto» de bronce, que son grandes carros con ruedas que contienen grupos apiñados de figuras de pie, a veces con un gran cuenco montado en un eje en el centro de la plataforma, probablemente para las ofrendas a los dioses; se han encontrado algunos ejemplos en tumbas. Las figuras están modeladas de forma relativamente sencilla, sin mucho éxito en el naturalismo anatómico detallado en comparación con las culturas más al sur, pero logrando a menudo un efecto impresionante. También hay una serie de figuras de piedra solas, a menudo con una «corona de hojas» – dos proyecciones redondeadas y planas, «que se asemejan a un par de comas hinchadas», que se elevan detrás y al lado de la cabeza, probablemente un signo de divinidad.
Las cabezas humanas solas, sin cuerpo, son mucho más comunes, apareciendo frecuentemente en relieve en todo tipo de objetos. En el periodo de La Tène las caras surgen a menudo (junto con las cabezas de pájaros) de una decoración que al principio parece abstracta, o de origen vegetal. Se realizan juegos con rostros que cambian al ser vistos desde diferentes direcciones. En las figuras que muestran el cuerpo entero, la cabeza suele ser excesivamente grande. Hay pruebas de que la cabeza humana tenía una importancia especial en las creencias religiosas celtas.
Los conjuntos más elaborados de escultura en piedra, incluyendo relieves, proceden del sur de Francia, en Roquepertuse y Entremont, cerca de las zonas colonizadas por los griegos. Es posible que grupos similares en madera estuvieran muy extendidos. Roquepertuse parece haber sido un santuario religioso, cuyo trabajo en piedra incluye lo que se cree que eran nichos donde se colocaban las cabezas o cráneos de los enemigos. Están datados en el siglo III a. C., o a veces antes.
En general, el número de hallazgos de alta calidad no es grande, sobre todo si se compara con el número de supervivencias de las culturas mediterráneas contemporáneas, y hay una división muy clara entre los objetos de élite y los bienes mucho más sencillos utilizados por la mayoría del pueblo. Hay muchas torcas y espadas (el yacimiento de La Tène produjo más de 3.000 espadas, aparentemente ofrendas votivas), pero los hallazgos más conocidos, como la cabeza checa de arriba, las placas de zapatos de Hochdorf y el Casco de Waterloo, no suelen tener otros hallazgos similares para comparar. Es evidente que el contenido religioso en el arte es raro, pero se sabe poco sobre el significado que la mayor parte de la decoración de los objetos prácticos tenía para sus creadores, y el tema y el significado de los pocos objetos sin función práctica es igualmente poco claro.
Placas de oro para zapatos de la tumba del príncipe de Hochdorf, Alemania, c. 530 a.C. Foto: Rosemania. (Flikr.com/photos). CC BY 2.0. Original file (2,363 × 1,960 pixels, file size: 417 KB).
Las placas de oro encontradas en la tumba del príncipe de Hochdorf, en Alemania, datan aproximadamente de 530 a.C. y pertenecen a la cultura celta de la Edad del Hierro. Este descubrimiento es uno de los más significativos de la arqueología europea, ya que proporciona información sobre las costumbres funerarias y la vida de los pueblos celtas de esa época.
La tumba fue descubierta en 1978 en Hochdorf, cerca de Stuttgart, y contenía una serie de objetos impresionantes, incluido un carro ritual, un banquete funerario y varias joyas y adornos de oro. Las placas de oro específicamente eran parte de un conjunto de adornos para zapatos del príncipe, lo que sugiere que él ocupaba una posición de gran importancia y riqueza. El hecho de que se usaran adornos tan elaborados para los zapatos refleja el simbolismo del poder y el estatus social en la cultura celta.
Además de su valor ornamental, las placas de oro y otros elementos de la tumba del príncipe de Hochdorf también han proporcionado información sobre las habilidades artesanales de los celtas, que ya dominaban técnicas avanzadas de orfebrería en esta época.
Cerámicas. Terraza de Heuneburg, Alemania. Photo: Andreas Praefcke. Vasos encontrados en el túmulo céltico «Hohmichele» del periodo Hallstatt en Altheim (cerca de Riedlingen). Museo Estatal de Wurtemberg en Stuttgart. Dominio público. Original file (3,264 × 2,448 pixels, file size: 2.63 MB).
Música celta
Música celta es el término utilizado para describir un amplio grupo de géneros musicales que parten de la tradición musical popular de los pueblos considerados de tradición celta de Europa Occidental. Como tal, no existe un cuerpo musical real que pueda ser descrito como celta, pero el término sirve para unificar tanto músicas estrictamente tradicionales de determinadas regiones geográficas, como un tipo de música contemporánea de raíz folclórica con un mismo origen etnológico y musical.
El término significa principalmente dos cosas: en primer lugar es la música de los pueblos que se autodenominan celtas, a diferencia de la música francesa o la música inglesa, definidas por existir dentro de unas fronteras políticas claras. En segundo lugar, se refiere a las características que serían exclusivas de la música de las llamadas naciones celtas. Algunos, como Geoff Wallis y Sue Wilson en su obra The Rough Guide to Irish Music, insisten en que muchas de las tradiciones agrupadas en la etiqueta «celta» son ostensiblemente diferentes entre sí (por ejemplo, la gaélica y la bretona) y en realidad tienen nada o poco en común. Otros, sobre todo músicos como Alan Stivell, dicen que sí lo tienen, en concordancia con estudios más antiguos.
The Wobbly Toms en el Festiva de Música y Herencia Celta de San Agustín (Florida). Reviewer32086 . CC BY-SA 3.0.
A menudo, por su amplia difusión, el término «música celta» se aplica a la música de Irlanda y Escocia ya que ambos lugares han producido estilos bien conocidos que comparten muchos y evidentes rasgos comunes, tanto en lo musical como en lo lingüístico (cultura gaélica). Sin embargo, es notable que los músicos tradicionales irlandeses y escoceses evitan el término música celta, excepto cuando se ven obligados a ello por las necesidades del mercado, y cuando se producen en festivales de música celta fuera de sus fronteras. La definición se complica aún más por el hecho de que la independencia permitió a Irlanda promocionar la música celta como un producto específicamente irlandés, quedando así difuminados sus lazos musicales con la vecina Escocia (lazos que han sido en gran parte restablecidos por los músicos modernos). Escoceses e irlandeses, aunque distintos y separados en lo político, comparten una misma ascendencia cultural y, por consiguiente, puede hablarse de un patrimonio musical celta (o gaélico) común a ambos.
Estos estilos gaélicos gozan de renombre internacional debido a la influencia de irlandeses y escoceses en el mundo de habla inglesa, especialmente en Estados Unidos, donde tuvieron un profundo impacto en músicas estadounidenses como el bluegrass y el country.
La música de Gales, Cornualles, la isla de Man, Bretaña, Galicia, Asturias, y algunas zonas de Cantabria, León y Portugal son a menudo etiquetadas también como «música celta». El movimiento musical celta, de carácter romántico y vinculado a veces a reivindicaciones de minorías culturales y nacionales, es particularmente fuerte en Bretaña, donde diversos festivales de música celta tienen lugar a lo largo del año, en paralelo y concordancia con otras celebraciones tradicionales (fiestas locales y festoù-noz) en las que la música bretona tiene un lugar destacado y que acogen bandas y músicos de otros países de tradición celta. Del mismo modo, Gales mantiene sus antiguas celebraciones, como el Eisteddfod. Existe además una dinámica escena musical en el seno de las comunidades extranjeras de origen irlandés y escocés, especialmente en Canadá, donde se unen grupos de tradición bretona, y en los Estados Unidos.
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Referencias Música Celta
- Corbes, H.: «Historia abreviada de la música bretona», artículo publicado en la revista Gwalarn, n.º 104-105, julio-agosto de 1937. Traducción al francés en línea. Consultado el 10 de noviembre de 2010.
- Bill Troxler. Chincoteague Cultural Alliance. «From Heather to High Lonesome» (en inglés). Archivado desde el original el 4 de noviembre de 2009. Consultado el 15 de junio de 2010.
- Skinner Sawyers, June (2001). Celtic Music: A Complete Guide (en inglés). Da Capo Press. pp. 384. ISBN 0306810077.
- Bruce Elder. Answers.com. «Renaissance of the Celtic Harp» (en inglés). Consultado el 15 de junio de 2010.
- Koch, J.T. (2006). Celtic Culture. A Historical Encyclopaedia (en inglés). ABC-CLIO. pp. 1627-1628. ISBN 1851094407.
- standingstones.com. «The origins of Irish traditional music» (en inglés). Archivado desde el original el 15 de febrero de 2010. Consultado el 15 de junio de 2010.
- Online Etymology Dictionary. «Polka» (en inglés). Consultado el 15 de junio de 2010.
- Craig Cockburn. siliconglen.com. «Traditional Gaelic song and singing sean-nós» (en inglés). Consultado el 15 de junio de 2010.
- Harper, Colin (2005). Irish Folk, Trad and Blues: A Secret History (en inglés). Cherry Red Books. p. 432. ISBN 1901447405
Enlaces externos
- Celta Digital
- The Flow, Blog de música tradicional irlandesa en Castellano
- Festival Intercéltico de Lorient Archivado el 9 de mayo de 2008 en Wayback Machine.
- Festival Intercéltico de Costa Rica
- Festival Internacional del Mundo Celta de Ortigueira
- Festival Intercéltico de Avilés
- Folkomillas Festival
- Celtic Colours International Festival
- Celtic Connections
- Hebridean Celtic Festival
- Guinness Irish Festival
- Festival Intercéltico de Sendim
Esta obra contiene una traducción derivada de «Celtic music» de Wikipedia en inglés, publicada por sus editores bajo la Licencia de documentación libre de GNU y la Licencia Creative Commons Atribución-Compartir-Igual 4.0 Internacional.
Caldero de Gundestrup
El Caldero de Gundestrup (en danés, Gundestrupkarret) es un recipiente ritual ricamente decorado realizado en plata, que se cree que data de entre el año 200 a. C. y el 300 d. C., o más concretamente entre el 150 y el a. C. Esto lo coloca dentro del período La Tène tardío o principios de la Edad de Hierro romana. El caldero es el ejemplo más grande conocido de platería de la Edad de Hierro europea (diámetro: 69 cm (27,2 plg); altura: 42 cm (16,5 plg). Fue hallado cerca de la aldea de Gundestrup en la parroquia de Aars de Himmerland, Dinamarca (56°49′N 9°33′E) en 1891, bajo el lecho seco de una turbera, desmontado con las otras piezas apiladas dentro de la base, en cinco piezas rectangulares y largas, siete más cortas y una redonda. Sophius Muller reconstruyó las piezas para lograr el caldero tal como se ve en la actualidad. Cada placa rectangular estaba realizada en plata casi pura (97%) y repujada con variados motivos animales, vegetales y antropomórficos.
Se encuentra depositado en el Museo Nacional de Dinamarca, en Copenhague, la capital de Dinamarca, siendo una de las más célebres piezas arqueológicas depositadas en dicho Museo. Existen al menos tres reproducciones del caldero en distintos museos franceses; el galorromano de Fourvière en Lyon, el de la civilización céltica de Bibracte (Saona y Loira) y en el Arqueológico de Dijon. En la temporada 2015–16 estuvo en el Reino Unido, en una exposición itinerante llamada The Celts («Los celtas»).
El caldero de Gundestrup; placas exteriores, b, g, e. Gundestrup, Dinamarca. 150-0 a.C. Este caldero está hecho de 13 placas de plata. Las placas martilladas y doradas pesan casi 9 kg. En el exterior, grandes deidades están acompañadas por pequeños humanos, animales y criaturas míticas en pares. El interior muestra escenas pobladas por numerosas figuras, tanto humanas como animales. Una de ellas representa un desfile de guerreros portando un carnyx, una trompeta celta. Kunst der Kelten, Museo Histórico de Berna. Arte de los Celtas, Museo Histórico de Berna. Foto: Rosemania (flikr.com/photos). CC BY 2.0. Original file (3,642 × 2,376 pixels, file size: 1.21 MB).
El caldero no está completo, y hoy está formado por un fondo en forma de copa, redondeado, que forma la parte inferior del caldero, usualmente llamado el plato o placa base, sobre el cual hay cinco placas interiores y siete exteriores; habría faltado una octava placa, hoy perdida, para completar el caldero, y solo se conservan dos secciones de un borde redondeado en lo alto del caldero. La placa base es suave y sin decorar, en el interior y fuera, aparte de un medallón redondo decorado en el centro del interior. Todas las otras placas están muy decoradas con repujada, martilleada desde abajo para sacar afuera la plata. Se usaron otras técnicas para añadir detalle, y hay amplio dorado y cierto uso de piezas incrustadas de vidrio para los ojos de las figuras. Se encontraron otras piezas de ajuste. En conjunto pesa poco menos de nueve kilos.
Otra vista; placas exteriores d, e, c, f. Nationalmuseet. Recipiente de Gundestrup, votivo/repositorio de la Edad del Hierro prerromana, parroquia de Års, distrito de Års Herred, condado de Aalborg. CC BY-SA 3.0. Original file (1,422 × 1,056 pixels, file size: 206 KB).
A pesar del hecho de que este objeto se encontró en Dinamarca, probablemente no se hizo allí, ni cerca; incluye elementos de artesanía gala y tracia, en su metalurgia e imaginería. Las técnicas y elementos del estilo de los paneles se relacionas estrechamente con otras piezas de plata de Tracia, mientras que gran parte de lo representado, en particular las figuras humanas, se relacionan con los celtas, aunque los intentos de relacionar las escenas estrechamente con la mitología celta siguen siendo controvertidos. Otros aspectos de la iconografía derivan de Oriente próximo.
La hospitalidad a gran escala fue probablemente una obligación para las élites celtas, y aunque los calderos eran por lo tanto importantes objetos de metalurgia de prestigio, usualmente eran más sencillos y pequeños que este. Este es excepcionalmente grande y elaborado sin ningún paralelo cercano, excepto un gran fragmento de un caldero de bronce que también se encontró en Dinamarca, en Rynkeby; sin embargo, los excepcionales depósitos de humedales en Escandinavia han producido una serie de objetos de tipos que fueron probablemente en el pasado comunes, pero de los que no han sobrevivido más ejemplos. Se ha discutido mucho, por los estudiosos, y representa una demostración fascinantemente compleja de muchas de las corrientes cruzadas el arte europeo, así como un inusual grado de narrativa para el arte celta, aunque no es probable que lleguemos alguna vez a entender por completo su significado original.
El caldero de Gundestrup es un recipiente de plata ricamente decorado, que se cree data del siglo I a.C., ubicándolo en el periodo tardío de La Tène. Fue encontrado en 1891 en una turbera cerca de la aldea de Gundestrup, en la parroquia de Aars, en Himmerland, Dinamarca. Otra vista; desde la izquierda, placas exteriores b, f, a. User: Knud Winckelmann. CC BY-SA 3.0. Original file (2,992 × 1,960 pixels, file size: 3.13 MB).
Descubrimiento
El caldero de Gundestrup fue descubierto por cortadores de turba en una pequeña turbera llamada Rævemose (cerca del cenagal, más grande, de Borremose) el 28 de mayo de 1891. El gobierno danés pagó un gran rescate a los que lo encontraron, quienes posteriormente disputaron entre sí amargamente para dividirse el premio. Investigaciones paleobotánicas de la turbera en la época del descubrimiento mostraron que la tierra había estado seca cuando se depositó el caldero, y la ciénaga poco a poco creció por encima. La forma de almacenaje sugiere un intento de hacer que el caldero pasara inadvertido y bien escondido. Se emprendió en 2002 otra investigación de Rævemose, que concluyó que la turbera podría haber existido al tiempo del enterramiento del caldero.
El caldero se encontró desmontado con cinco placas rectangulares largas, siete cortas, una redonda (normalmente llamada «placa base»), y dos fragmentos de tubo apilados dentro de la base curvada. Además, hay una pieza de hierro de un anillo que originalmente estaba colocado dentro de los tubos de plata a lo largo del borde del caldero. Se cree que hay una ocatava placa desaparecida, porque la circunferencia de las otras siete placas externas es más pequeña que la circunferencia de las cinco placas interiores.
Se han realizado un conjunto de réplicas, cuidadosamente elaboradas. Una está en el Museo Nacional de Irlanda en Dublín, y varias en Francia, incluyendo el Museo galorromano de Fourvière en Lyon y el Museo Arqueológico Nacional en Saint-Germain-en-Laye.
El medallón central de la base, en una réplica. Claude Valette. CC BY-SA 3.0. Original file (1,477 × 1,034 pixels, file size: 1.36 MB).
Metalurgia
El caldero de Gundestrup está compuesto casi enteramente de plata, pero hay también una cantidad significativa de oro para el dorado, estaño para la soldadura y vidrio en los ojos de las figuras. Según evidencia experimental, los materiales para el recipiente no fueron añadidos al mismo tiempo, de manera que el caldero puede considerarse como la obra de artesanos a lo largo de varios siglos. La calidad de las reparaciones que le hicieron al caldero, y hubo unas cuantas, es inferior a la destreza original.
Panel interior A con la famosa figura con cuernos. Foto: Malene. CC BY-SA 3.0. Original file (1,216 × 700 pixels, file size: 1.21 MB).
La plata no era un material usual en el arte celta, y desde luego no a esta escala. Excepto a veces para pequeñas piezas de joyería, lo más habitual era el oro o el bronce para la metalistería de prestigio. En la época en que se creó el caldero de Gundestrup, la plata se obtenía gracias al horno de copela de mineral de plata/plomo. Al comparar la concentración de isótopos de plomo con la platería de otras culturas, se ha sugerido que la plata procedía de múltiples depósitos del mineral, principalmente de la Francia septentrional celta y Alemania occidental en el período prerromano. Los estudios con isótopos de plomo también indican que la plata para la elaboración de las platas se preparó fundiendo repetidamente lingotes o restos de plata. De tres a seis lotes diferentes de plata reciclada pudieron usarse para hacer el recipiente. Específicamente, el «plato base» circular pudo haberse originado como una falera, y se cree, en general, que estuvo colocado en la parte baja del bol como un añadido tardío, soldado para reparar un agujero. Según una teoría alternativa, esta falera no era inicialmente parte del bol, y en su lugar forman parte de la decoración de una cubierta de madera.
El oro puede dividirse en dos grupos tomando como referencia la pureza y separados por la concentración de plata y cobre. El dorado menos puro, que es más grueso, puede considerarse una reparación posterior, mientras que la más delgada, pura incrustación se adhiere mejor a la plata. La adherencia del oro en conjunto es bastante pobre. La falta de mercurio en el análisis de oro sugiere que no se usó la técnica de dorado al fuego en el caldero de Gundestrup. El dorado parece que se hizo, en lugar de ello, por medios mecánicos, lo que explicaría la función de las marcas de perforaciones o golpes en las zonas doradas.
Panel interior D con matanza del toro, en una réplica. Foto: Claude Valette. CC BY-SA 3.0. Original file (1,546 × 856 pixels, file size: 1.1 MB).
Un examen de los isótopos de plomo similar al que se usó sobre la plata se empleó para el estaño. Todas las muestras de soldadura de estaño son coherentes en la composición de plomo con lingotes de Cornualles en la Gran Bretaña occidental. El estaño usado para soldadura en las placas y el bol juntos, así como los ojos de vidrio, es muy uniforme en su alta pureza.
Finalmente, Se ha determinado, a través del uso de radiación fluorescente de rayos X, que las incrustaciones de vidrio del caldero de Gundestrup son de una composición tipo cal sodada. El vidrio contenía elementos que pueden atribuirse a arena calcárea y sodio mineral, típico de la costa este de la región mediterránea. Los análisis también concretaron el tiempo de producción del vidrio a entre el siglo II a. C. y el primero d. C.
El proceso de trabajo de la elaboración del caldero consistió en unos pocos pasos que requerían una gran cantidad de habilidad. Lotes de plata se fundieron en crisoles con la adición de cobre para una aleación más sutil. La plata fundida se fundía en lingotes planos y martilleadas en placas intermedias. Para el trabajo en relieve, la hoja de plata se recocía para permitir que se golpeara creando formas en alto repoussé; estas formas en bruto se llenaban entonces lanzando desde la parte posterior para que fuera suficientemente firme como para conseguir detalles adicionales con punzones y marcadores. El campo se funde, se doraban determinadas zonas de estampado, y se incrustaba vidrio en los ojos de las figuras grandes. Las placas probablemente se trabajaron en forma plana y más tarde curvadas para soldarlas juntas.
Está generalmente aceptado que el caldero de Gundestrup fue la obra de diversos plateros. Usando microscopía electrónica de escáner, Benner Larson ha identificado 15 punciones diferentes usados en las placas, correspondientes a tres conjuntos distintos de herramientas. Ninguna placa individual tiene marcas de más de uno de estos grupos, y esto encaja con los intentos anteriores en la atribución estilística, que identificaba al menos tres plateros diferentes. Múltiples artesanos explicarían también la muy diversa pureza y grosor de la plata.
Placa exterior d. Ktp72. CC BY-SA 3.0. Original file (2,592 × 1,944 pixels, file size: 1.55 MB).
Placa exterior f, con una cabeza que luce un torque. Foto: Kim Bach. CC BY-SA 3.0. Original file (4,032 × 3,024 pixels, file size: 2.47 MB).
Orígenes
Las técnicas de platería usadas en el caldero eran desconocidas en el mundo celta, pero son coherentes con la célebre tradición de láminas de plata de Tracia. Las escenas representadas no son característicamente tracias, pero ciertos elementos de la composición, motivos decorativos, y objetos ilustrados (como los cordones de la figura con cuernos) la identifican como una obra tracia.
Taylor y Bergquist han defendido que la tribu celta conocida como los escordiscos encargaron el caldero a plateros tracios nativos. Según los historiadores clásicos, los cimbrios, una tribu teutónica, marchó al sur desde la región del bajo Elba y atacó a los escordiscos en el año 118 a. C. Después de soportar varias derrotas a manos de los romanos, los cimbrios se retiraron hacia el norte, posiblemente tomando con ellos este caldero para asentarse en Himmerland, donde se encontró esta vasija.
Nielsen cree que es equivocado preguntarse por su origen, y puede llevar a resultados equívocos. Debido a la amplia migración de numerosos grupos étnicos como los pueblos celtas y teutónicos y acontecimientos como la expansión romana y posterior romanización, es muy improbable que un solo grupo étnico fuera responsable del desarrollo del caldero de Gundestrup. En lugar de ello, puede pensarse en la elaboración y el arte del caldero como el producto de una fusión de culturas, cada una inspirando y extendiéndose a otras. Al final, Nielsen concluye que, basándose en las dataciones por acelerador de cera de abejas que se encontró en la parte trasera de las placas, la vasija se creó dentro de la Edad de Hierro romana en algún lugar del centro de Europa.
Placa interior B, en una réplica. Foto: Claude Valette. CC BY-SA 3.0. Original file (1,546 × 856 pixels, file size: 1.2 MB).
Cáliz de Derrynaflan
El cáliz de Derrynaflan es una pieza excepcional de la orfebrería celta perteneciente al periodo del cristianismo primitivo en Irlanda. Fue descubierto en 1980 como parte de un tesoro en la isla de Derrynaflan, en el condado de Tipperary. Este cáliz, que data del siglo VIII o IX, es un ejemplo destacado del arte insular irlandés, caracterizado por su complejidad técnica y rica decoración.
El cáliz está fabricado principalmente de plata dorada, con aplicaciones de bronce, oro y esmalte, y decorado con intrincados diseños de filigrana, incrustaciones y motivos entrelazados. Su estructura se inspira en los cálices de la liturgia cristiana, utilizados durante la eucaristía, y representa la fusión de la tradición artesanal celta con las influencias del cristianismo.
El hallazgo del cáliz, junto con otros objetos del tesoro como un patena y un soporte para campana, refuerza la importancia de los monasterios irlandeses como centros de espiritualidad y arte en la Alta Edad Media. Actualmente, el cáliz de Derrynaflan se encuentra en el Museo Nacional de Irlanda, donde se exhibe como uno de los tesoros nacionales más preciados.
El cáliz fue hallado por Michael Webb y su hijo Michael en el año 1980, junto a un colador-cuchara y una patena, (denominados Tesoro de Derrynaflan), mientras hacían una búsqueda de objetos con un detector de metales, a 20 metros de una abadía en ruinas situada en la isla de Derrynaflan, a 6 kilómetros del pequeño pueblo de Killenaule, perteneciente al Condado de Tipperary, Irlanda.
Características
- Material: Bronce, yeso.
- Altura: 19,2 centímetros.
- Diámetro: 21 centímetros.
Imagen del Cáliz de Derrynaflan. Original file (1,236 × 1,098 pixels, file size: 885 KB,). Autor: Kglavin~commonswiki. CC BY-SA 3.0.

Evangelios de Lindisfarne
Los Evangelios de Lindisfarne son un manuscrito iluminado en latín que contiene los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
El manuscrito se creó en Lindisfarne, en el condado de Northumberland en Inglaterra, alrededor de los años 650 y 750. Está considerado uno de los mejores ejemplos del arte religioso en Inglaterra, un estilo que combina características del arte anglosajón y del celta.
Los Evangelios de Lindisfarne son un manuscrito iluminado de extraordinaria belleza y uno de los tesoros más importantes del arte insular celta. Este libro data de finales del siglo VII o principios del siglo VIII y se atribuye al monasterio de Lindisfarne, ubicado en una isla frente a la costa de Northumbria, Inglaterra. Se cree que fue creado en honor a San Cutberto, el santo patrón de Lindisfarne, como un tributo religioso y artístico.
El manuscrito contiene los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento escritos en latín, acompañados de decoraciones exquisitas que combinan la tradición cristiana con elementos de la iconografía celta. Las páginas iluminadas están adornadas con intrincados motivos geométricos, entrelazados, animales estilizados y cruces ornamentales. Destaca especialmente la página del tapiz de la Cruz y las iniciales decoradas que abren cada Evangelio, las cuales son ejemplos sublimes del estilo insular.
Además de su valor artístico, los Evangelios de Lindisfarne tienen una importancia lingüística. En el siglo X, un monje llamado Aldred añadió una glosa en inglés antiguo entre las líneas del texto en latín, convirtiéndose en la traducción más antigua conocida de los Evangelios al inglés.
Actualmente, el manuscrito se conserva en la Biblioteca Británica de Londres. Es un testimonio del esplendor cultural y espiritual de los monasterios celtas y anglosajones durante la Alta Edad Media, así como de la capacidad de estos centros religiosos para producir obras que fusionan arte, fe y erudición.
Folio 27r de los Evangelios de Lindisfarne con el incipit del Evangelio de Mateo. Eadfrith of Lindisfarne (presumed). Dominio público. Original file (1,266 × 1,797 pixels, file size: 539 KB).
Descripción. Están escritos en caligrafía insular y ricamente ilustrados. La cubierta original era de piel muy fina y estaba decorada con joyas y metales. La cubierta se realizó en el siglo VIII. Durante los ataques vikingos a Lindisfarne se perdió y fue reemplazada en 1852.
Historia. Se cree que son obra de un monje de nombre Eadfrith, que llegó a ser obispo de Lindisfarne en el año 698 y que murió el 721. Los estudios actuales indican que se escribieron alrededor del año 715, en honor de San Cuthbert. En el siglo XVII, el anticuario Sir Robert Cotton compró los evangelios a Sir Robert Bowyer. La Biblioteca Cotton se trasladó al Museo Británico en el siglo XVIII y de ahí pasó a la Biblioteca británica en Londres.
San Cutberto de Lindisfarne (c. 634-20 de marzo de 687), monje y obispo anglosajón, uno de los más importantes santos de la Inglaterra medieval y santo patrón de Northumbria. Su fiesta se celebra el 20 de marzo.
Era originario de Northumbria, probablemente de Dunbar, hoy en Escocia. Aunque era joven pastor, tuvo una visión una noche del alma de Aidan de Lindisfarne, un misionero cristiano que reavivó el cristianismo en Northumbria, conducido al cielo por unos ángeles. Se convirtió en monje en el monasterio de Melrose en 651, y poco después fue soldado unos años.
Northumbria fue uno de los reinos anglosajones más importantes en la Inglaterra de la Alta Edad Media. Se formó en el siglo VII a partir de la unión de dos reinos menores: Bernicia al norte y Deira al sur. Su territorio abarcaba gran parte del noreste de la actual Inglaterra y el sureste de Escocia, con una influencia que se extendía desde el río Humber hasta el río Forth.
Northumbria fue un centro destacado de la cultura, la religión y el aprendizaje durante la época anglosajona. Monasterios como Lindisfarne y Wearmouth-Jarrow se convirtieron en lugares clave para la producción de manuscritos iluminados, como los Evangelios de Lindisfarne, y en centros de preservación y difusión del conocimiento cristiano. También es conocida por figuras emblemáticas como San Cutberto y Beda el Venerable, quien escribió la Historia eclesiástica del pueblo inglés, una obra fundamental para comprender la historia de la época.
A nivel político, Northumbria alcanzó su apogeo en los siglos VII y VIII, cuando sus reyes como Edwin, Oswald y Oswiu lograron unificar y fortalecer el reino. Sin embargo, a partir del siglo IX, Northumbria sufrió invasiones vikingas, lo que debilitó su poder y lo llevó a ser absorbido gradualmente por el reino de Inglaterra. A pesar de su declive político, su legado cultural y religioso dejó una huella profunda en la historia de las islas británicas.
A su retorno al monasterio, su reputación de piadoso, su diligencia y su obediencia agradaron sumamente. Alchfrith, rey de Deira, fundó un nuevo monasterio en Ripon y Cutberto fue nombrado praepositus hospitum o encargado de su hospicio. Sin embargo, Alchfrith adoptó las costumbres de la Iglesia católica y en 661 los monjes que seguían las tradiciones celtas volvieron a Melrose. Cuando la enfermedad golpeó el convento en 664, el prior murió y Cutberto fue elegido prior en su lugar.
Una campaña en el noroeste de Inglaterra reclama que los Evangelios de Lindisfarne sean retornados a su lugar de origen.45 Se han propuesto varias posibles ubicaciones, incluyendo la Catedral de Durham, el mismo Lindisfarne o uno de los museos de Newcastle upon Tyne o Sunderland.
Cutberto de Lindisfarne, fresco medieval en la catedral de Durham. Autor: Chris Furkert~commonswiki. Dominio público.

San Mateo en los Evangelios de Lindisfarne. Unknown author. Public Domain.

Retrato del evangelista Marcos. San Marcos [folio completo] San Marcos, sentado, con su símbolo: un león alado tocando una trompeta y llevando un libro. Esta imagen ha sido proporcionada por la Biblioteca Británica, proveniente de sus colecciones digitales. Catálogo: Cotton MS Nero D IV – Visor online (Info). Este archivo está disponible bajo la licencia Creative Commons. (CC0).

Este texto es de los Evangelios de Lindisfarne, escritos alrededor del año 700 d.C. por el monje Eadfrith de Lindisfarne. El texto pertenece al prefacio de Jerónimo al Nuevo Testamento, dirigido al Papa Dámaso I, y dice:
«…reliquorum quę aliis propria sunt inveniantur Cum itaq; canones legeris qui subiecti sunt confussionis errore sublato & similia omnium scies & singulis sua quaeq; restitues,»
lo que significa:
«…de los demás, que son específicos de los otros, se encontrarán. Y así, cuando hayas leído los catálogos que están indicados a continuación, con el error de confusión eliminado, sabrás tanto los [pasajes] similares para todos como los singulares, según a cuales te dirijas.»
Las pequeñas interlineaciones son una glosa palabra por palabra en inglés antiguo añadida por Aldred el Escriba a finales del siglo X. Texto en latín compuesto por San Jerónimo y escrito por Eadfrith de Lindisfarne; interlineaciones en inglés antiguo escritas por Aldred el Escriba: el prefacio de Jerónimo al Nuevo Testamento de la Vulgata, en los Evangelios de Lindisfarne.
Public Domain. Foto: LaetusStudiis.

Evangelios de Lindisfarne.—aproximadamente año 700 d.C. (Museo Británico. Manuscrito Cotton, Nero D. iv. f. 211). Anonymous – 1911 Encyclopædia Britannica volume 14, «Illuminated MSS.» article, pages 312–317. Public Domain. Original file (858 × 1,120 pixels). Autor: DivermanAU.

Folio 209v de los Evangelios de Lindisfarne que muestra a Juan el Evangelista. Unknown but associated with Eadfrith of Lindisfarne – Public Domain. User: Angusmclellan.

Folio 27r de los Evangelios de Lindisfarne, inicio del Evangelio de Mateo. El texto principal contiene la primera frase del Evangelio según San Mateo: «Liber generationis Iesu Christi filii David filii Abraham» («El libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham»). La primera línea contiene la palabra «liber» («el libro») con letras iluminadas en mayúsculas insulares; las primeras tres letras («lib») son mucho más ornamentadas que las dos últimas («er») en blanco.
Las siguientes dos líneas están en mayúsculas rúnicas (es decir, letras latinas en un estilo inspirado en las runas, como también se ve en el Libro de Nunnaminster, por ejemplo): la primera de estas líneas contiene parcialmente la palabra «generationis» («generación» en caso genitivo), ya que «-onis» aparece en la siguiente línea, seguido por la forma contraída de «Iesu», a saber, «Ihu» con una tilde sobre la «h». Este tipo de contracción se llama nomen sacrum.
La última línea está en mayúsculas insulares y comienza con otro nomen sacrum, la contracción «χρi» con una tilde, que significa «Christi». Esto es seguido por una serie más comprimida de palabras. La primera es «filii» («hijo», genitivo) con una ligadura «fi» y una letra «l» con dos letras «i» apiladas en su trazo inferior. Luego aparece «David», que está formado por una letra «d» con una «a» apilada sobre una «v» en su parte interna, seguida de «id». Después de esto, «filii» está presente de nuevo, aunque esta vez la ligadura «fi» es reemplazada por la letra griega phi (φ) debido a su similitud fonética. La última palabra es «Abraham», que está dividida en dos líneas.
Eadfrith of Lindisfarne (presumed) – Public Domain.

Libro de Kells
El Libro de Kells (en inglés, Book of Kells; en irlandés, Leabhar Cheanannais) es un manuscrito iluminado que data aproximadamente del año 800 d. C., creado por monjes celtas en Kells, un pueblo de Irlanda. También es conocido como el Gran Evangeliario de San Columba. Este manuscrito es considerado una de las obras más significativas del cristianismo celta y del arte hiberno-sajón. A pesar de estar inconcluso, se destaca como uno de los manuscritos iluminados más suntuosos que han perdurado desde la Edad Media. Su belleza y la calidad técnica de su elaboración han llevado a numerosos especialistas a considerarlo uno de los vestigios más importantes del arte religioso medieval.
El Libro de Kells está escrito en latín y contiene los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, así como notas preliminares y explicativas, acompañadas de numerosas ilustraciones y miniaturas coloreadas. Actualmente, el manuscrito se encuentra expuesto permanentemente en la biblioteca del Trinity College de Dublín, Irlanda, bajo la referencia MS 58.
Facsímil del libro de Kells. Manchot sanguinaire~commonswiki. Dominio público.

Historia. Orígenes
El Libro de Kells fue creado por los monjes de la orden de San Columba en Iona, Escocia, aunque el lugar exacto de su elaboración sigue siendo objeto de debate. Las teorías sobre su origen abarcan desde su producción en la isla de Iona hasta Kells, en Irlanda, y Lindisfarne, en Gran Bretaña. Es probable que el manuscrito se iniciara en Iona y luego se trasladara a Kells para protegerlo de los ataques vikingos, que asaltaron Iona por primera vez en el año 795 d. C., poco después de atacar el Priorato de Lindisfarne.
Una incursión vikinga en el 806 d. C. resultó en la muerte de 68 monjes en Iona, lo que llevó a los supervivientes a abandonar la abadía y trasladarse a Kells. Se considera que el Libro de Kells pudo haber acompañado a estos monjes durante su traslado y que su finalización tuvo lugar en Irlanda. La afirmación común de que San Columba (521-597 d. C.) fue el autor o poseedor del libro es insostenible, dado que el manuscrito no fue creado antes del año 800 d. C.; sin embargo, es indudable que fue producido por miembros posteriores de su orden.
La determinación exacta del lugar y de la fecha de realización del manuscrito se ha prestado a multitud de debates. Según la tradición, el libro habría sido redactado en la época de San Columba, quizá incluso por él mismo. Sin embargo, estudios paleográficos han demostrado la falsedad de esta hipótesis, puesto que el estilo caligráfico usado en el Libro de Kells se desarrolló con posterioridad a la muerte de Columba.
Se cuenta con al menos cinco teorías diferentes acerca del origen geográfico del manuscrito. En primer lugar, el libro podría haber sido escrito en Iona y trasladado urgentemente a Kells, lo que explicaría que nunca hubiera sido terminado. Por el contrario, su redacción podría haberse iniciado en Iona antes de ser continuada en Kells, donde habría sido interrumpida por alguna razón desconocida. Otros investigadores aventuran que el manuscrito bien podría haber sido totalmente escrito en el scriptorium de Kells. Una cuarta hipótesis sitúa la creación original de la obra en el norte de Inglaterra, posiblemente en Lindisfarne, antes de su traslado a Iona y luego a Kells. El Libro de Kells, finalmente, podría haber sido la realización de un monasterio indeterminado en Escocia. Aunque esta cuestión probablemente no llegue a resolverse nunca de manera satisfactoria, la segunda teoría basada en el doble origen de Kells e Iona es generalmente la más aceptada. Por otra parte, más allá de determinar la hipótesis correcta, está firmemente establecido que el Libro de Kells fue realizado por monjes pertenecientes a una de las comunidades de San Columba, que mantenía estrechas relaciones, si no más, con la Abadía de Iona.
La Old Library del Trinity College de Dublín, lugar donde se conserva el Libro de Kells. Foto:Patrick Theiner. CC BY-SA 3.0. El Edificio de la Antigua Biblioteca en el Trinity College de Dublín con la «Long Room», que alberga manuscritos antiguos, incluyendo el Libro de Kells. Original file (3,845 × 2,016 pixels, file size: 4.06 MB).
El Libro de Kells tiene unas dimensiones de 33 x 25 cm (13 x 10 pulgadas) y está compuesto por páginas de vitela adornadas con imágenes pintadas, acompañadas de texto en latín escrito en letra insular con tintas de diversos colores. Contiene los evangelios completos de Mateo, Marcos y Lucas, así como una parte del evangelio de Juan, además de índices, referencias cruzadas, resúmenes y comentarios. Originalmente, el manuscrito estaba encuadernado con una cubierta de oro y joyas, la cual se perdió tras el robo del libro en el año 1007. La encuadernación decorativa, tanto en la parte delantera como en la trasera, fue arrancada por los ladrones, lo que resultó en la pérdida de algunos folios en los extremos. Es posible que durante este incidente se extraviara también la última parte del Evangelio de Juan. El estilo plenamente conseguido de las coloraciones sitúa el Libro de Kells entre las obras más tardías de esta serie, hacia finales del siglo VIII o principios del IX, o sea en la misma época que el Libro de Armagh. La obra respeta la mayoría de las normas iconográficas y estilísticas presentes en estos escritos más antiguos: por ejemplo, la forma de las letras decoradas que inician cada uno de los cuatro Evangelios es asombrosamente regular entre todos los manuscritos de las islas británicas compuestos en esta época. Para convencerse de ello, basta con examinar las páginas introductorias al Evangelio de Mateo en los Evangelios de Lindisfarne (aquí) y compararlas con las del Libro de Kells.
Los monjes produjeron manuscritos ilustrados entre los siglos V y XIII d. C. Con el tiempo, a partir del siglo XIII, surgieron libreros profesionales para satisfacer la creciente demanda de obras literarias. La vida monástica llevó a que los monjes fueran los primeros copistas y creadores de libros, y cada monasterio debía poseer una biblioteca, según las reglas de San Benito del siglo VI. Si bien algunos monjes llegaron con sus propios libros, muchos otros fueron prestados y copiados.
Los monjes participaban en todos los aspectos de la fabricación de libros, desde la cría de animales para obtener las pieles hasta el proceso de encuadernación. Los scriptores trabajaban en espacios llamados scriptorium, donde se sentaban en mesas inclinadas para escribir. No se permitía el uso de velas o lámparas por razones de seguridad. Una vez procesada la vitela, se cortaban las hojas a medida y se trazaban líneas para guiar el texto, dejando espacios para ilustraciones. Un monje escribía el texto en tinta negra, que luego era corregido por otro que añadía títulos en tinta azul o roja antes de pasar la página al ilustrador, quien incorporaba imágenes y detalles en oro o plata. Los monjes utilizaban plumas y fabricaban tinta negra hirviendo hierro y corteza de árbol, mientras que otros colores se obtenían de plantas y sustancias naturales.
Es posible que el Evangelio de Juan nunca haya sido copiado en su totalidad. Existen evidencias que sugieren que el Libro de Kells es un manuscrito inacabado, ya que presenta páginas en blanco y faltan algunas ilustraciones, las cuales podrían haberse perdido. Este trabajo fue realizado por tres escribas anónimos, identificados actualmente como Mano A, Mano B y Mano C. Era común que varios escribas colaboraran en un mismo manuscrito, incluso en una única página, para revisar y corregir los errores de otros o para ilustrar textos ya copiados.
El Libro de Kells debe su nombre a la abadía, situada en Kells, en el condado de Meath de Irlanda. La abadía, donde se conservó el manuscrito por un largo periodo de la Edad Media, fue fundada a principios del siglo IX, en la época de las invasiones vikingas. Los monjes procedían del monasterio de Iona, una isla de las Hébridas situada frente a la costa oeste de Escocia. Iona albergaba una de las comunidades monásticas más importantes de la región desde que San Columba, el gran evangelizador de Escocia, la hubiera designado su principal centro de irradiación en el siglo VI. Cuando la isla Iona se tornó demasiado peligrosa debido a la multiplicación de incursiones vikingas, la mayoría de los monjes partieron hacia Kells, que se convirtió, así, en el nuevo centro de las comunidades fundadas por Columba.
El Libro de Kells es el más ilustre representante de un grupo de manuscritos realizados entre finales del siglo VI y principios del IX, en monasterios de Irlanda, Escocia y el norte de Inglaterra. Se cuenta entre ellos el Cathach de San Columba, la Ambrosiana Orosius o el Libro de Durrow, pertenecientes todos al siglo VII. A principios del siglo VIII se realizan los Evangelios de Durham, los Evangelios de Echternach, los Evangelios de Lindisfarne y los Evangelios de Lichfield. Todos estos manuscritos presentan similitudes desde el punto de vista del estilo artístico, de la escritura y de las tradiciones escritas, lo cual ha permitido reagruparlos en la misma familia.
Libro de Kells, Folio 114v, Arresto de Cristo. Desconocido – Scanned from Treasures of Irish Art, 1500 B.C. to 1500 a.D. : From the Collections of the National Museum of Ireland, Royal Irish Academy, & Trinity College, Dublin, Metropolitan Museum of Art & Alfred A. Knopf, New York, 1977. Dominio público. Original file (1,500 × 1,952 pixels, file size: 4.74 MB).
Época medieval. Fuera cual fuera el lugar en que fue redactado, los historiadores están totalmente seguros de la presencia del Libro de Kells en la abadía del mismo nombre como mínimo a partir del siglo XII, o incluso a principios del siglo XI. Un pasaje de los Anales de Ulster, sobre el año 1006, informa en efecto que «el gran Evangelio de Columcille [i.e Columba], principal reliquia del mundo occidental, fue sustraído subrepticiamente en plena noche de una sacristía de la gran iglesia de piedra de Cenannas [i.e Kells] debido a su precioso estuche». El manuscrito fue encontrado meses más tarde «bajo un montón de tierra», aligerado de su cobertura decorada con oro y piedras preciosas. Si se asume, como generalmente se hace, que el manuscrito en cuestión es el Libro de Kells, se trata entonces de la primera fecha en la que se puede ubicar con certeza la obra en Kells.
El arranque violento de la cobertura explicaría, además, la pérdida de algunas hojas del principio y el final de la obra.
En el siglo XII, se copiaron ciertos documentos referentes a tierras propiedad de la abadía de Kells sobre algunas hojas en blanco del Libro de Kells, lo que proporciona una nueva confirmación de la presencia de la obra en este establecimiento monástico. Debido a la escasez de papel en la Edad Media, la copia de documentos en obras tan importantes como el Libro de Kells era una práctica habitual.
El folio 27º contiene los cuatro símbolos evangélicos. Book of Kells, un libro de 1200 años de antigüedad. Escaneado de: Meehan, Bernard; The Book of Kells: una introducción ilustrada al manuscrito en el Trinity College de Dublín. Londres: Thames and Hudson, 1994. p. 8. Dominio público. Original file (1,391 × 1,836 pixels, file size: 299 KB).
Un escritor del siglo XII, Giraldus Cambrensis (Gerardo de Gales), describe en un célebre pasaje de su Topographia Hibernica un gran libro evangélico que habría admirado en Kildare, cerca de Kells, y que se supone sería el Libro de Kells. La descripción, en todo caso, parece concordar:
«Este libro contiene la armonía de los cuatro evangelistas buscada por Jerónimo, con diferentes ilustraciones casi en cada página que se distinguen por variados colores. Aquí podéis ver el rostro de majestad, divinamente dibujado, aquí los símbolos místicos de los evangelistas, cada uno con sus alas, a veces seis, a veces cuatro, a veces dos; aquí el águila, allí el toro, allá el hombre y acullá el león, y otras formas casi infinitas. Observadlas superficialmente con una mirada ordinaria, y pensaréis que no son más que esbozos, y no un trabajo cuidadoso. La más refinada habilidad está toda ella alrededor vuestro, pero podríais no percibirla. Mirad con más atención y penetraréis en el corazón mismo del arte. Discerniréis complejidades tan delicadas y sutiles, tan llenas de nudos y de vínculos, con colores tan frescos y vivaces, que podríais deducir que todo esto es obra de un ángel, y no de un hombre.»
Dado que Gerardo informa haber visto este libro en Kildare, podría ser que se tratara de otra obra igual en calidad pero hoy perdida. Más probablemente, Gerardo podría simplemente haber confundido Kells y Kildare.
La abadía de Kells fue disuelta tras las reformas eclesiásticas del siglo XII. La iglesia de la abadía fue transformada entonces en iglesia parroquial, aunque conservó el Libro de Kells.
KellsFol202v. Tentación de Cristo. El folio 202v del Libro de Kells, que representa la Tentación de Cristo, es una ilustración que hace referencia a un pasaje del Evangelio según San Mateo (4:1-11) y San Lucas (4:1-13), en el que Cristo, después de ser bautizado, se retira al desierto para ayunar durante 40 días. Durante este tiempo, Satanás lo tienta en tres ocasiones, ofreciéndole poder y riquezas a cambio de que adore al diablo. La imagen en el Libro de Kells visualiza este momento de prueba espiritual. El autor de la ilustración utiliza un estilo altamente decorativo y simbólico propio del arte celta, con figuras y patrones que evocan la lucha entre el bien y el mal. El uso de colores vibrantes y la estilización de las figuras reflejan tanto la importancia religiosa del evento como el contexto cultural del manuscrito, que era producido en un monasterio celta en Irlanda. La tentación de Cristo se presenta no solo como un episodio narrativo, sino también como un símbolo de la victoria del bien sobre las fuerzas del mal.
Autor foto: Dsmdgold. Dominio público.

Época moderna. El Libro de Kells permaneció en Kells hasta 1654. Ese año, la caballería de Oliver Cromwell estableció una guarnición en la iglesia local, y el gobernador de la villa envió el manuscrito a Dublín para mayor seguridad. El libro fue presentado a los universitarios del Trinity College en 1661 por un tal Henry Jones, quien se convertiría en obispo de Meath bajo el reinado de Carlos II. Salvo contadas ocasiones como exposiciones temporales, el Libro de Kells nunca más ha abandonado el Trinity College. Desde el siglo XIX es objeto de una exposición permanente y abierta al público en la Vieja Biblioteca (Old Library) de la universidad.
En el siglo XVI, los números de capítulo de los Evangelios, establecidos oficialmente en el siglo XIII por el Arzobispo de Canterbury, Stephen Langton, fueron añadidos en los márgenes de las páginas en números romanos. En 1621, las hojas fueron numeradas por el obispo de Meath, James Ussher. En 1849, la reina Victoria y el príncipe Alberto fueron invitados a firmar el libro: en realidad firmaron sobre una hoja añadida posteriormente, y que se creía auténtica. Esta hoja fue retirada cuando se reencuadernó el libro en 1953.
El manuscrito se ha reencuadernado varias veces a lo largo de los siglos. En una de estas ocasiones, en el siglo XVIII, las páginas fueron mutiladas sin consideración, comportando la pérdida de una pequeña parte de las ilustraciones. En 1895 se realizó una nueva encuadernación, pero se deterioró muy rápidamente. Sobre el final de los años 1920, se conservaban separadas del manuscrito varias hojas sueltas. Finalmente, en 1953, la obra fue reencuadernada en cuatro volúmenes por Roger Powell, quien se ocupó asimismo de alisar con delicadeza algunas páginas que se habían deformado.
En el año 2000, el volumen que contiene el Evangelio según Marcos fue enviado a Canberra, en Australia, para una exposición dedicada a los manuscritos iluminados. Era la cuarta vez que el Libro de Kells viajaba al extranjero para ser expuesto. Desgraciadamente, durante el viaje, el volumen sufrió «desperfectos menores» en su pigmentación. Se supone que las vibraciones producidas por los motores del avión podrían haber sido la causa.
La biblioteca del Trinity College de Dublín, la más antigua de Irlanda, cerrará a finales de 2025 para llevar a cabo una profunda remodelación destinada a proteger sus más de 200,000 volúmenes, entre los cuales se encuentra el famoso Libro de Kells. Una vez completado el vaciado de la Old Library, este manuscrito medieval será trasladado a un edificio restaurado del siglo XVIII. Mientras tanto, se ha inaugurado una instalación temporal en el campus universitario conocida como el Pabellón Rojo, que alberga The Book of Kells Experience, una experiencia multimedia que permite a los visitantes explorar la historia de las colecciones más destacadas de la biblioteca, incluyendo obras de autores como William Shakespeare y Jonathan Swift. Esta construcción temporal permanecerá en el Trinity College hasta 2029, momento en el cual se prevé que inicie una gira por universidades de todo el mundo
El folio 2º contiene una de las tablas canónicas de Eusebio de Cesárea. User: Dsmdgold. Scanned from Meehan, Bernard; »The Book of Kells’: an illustrated introduction to the manuscript in Trinity College Dublin». London: Thames and Hudson, 1994, p. 5. Dominio público.
Las tablas canónicas de Eusebio de Cesárea, incluidas en el Libro de Kells en el folio 2º, son un conjunto de tablas que Eusebio de Cesárea, un historiador y teólogo cristiano del siglo IV, creó para ayudar a organizar y comparar los evangelios. Estas tablas proporcionan un esquema para que los lectores pudieran ver las coincidencias y diferencias entre los relatos de los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) sobre los mismos eventos en la vida de Jesús. Eusebio dividió los evangelios en secciones, asignando a cada una un número específico, de modo que se pudieran identificar fácilmente las paralelismos y discrepancias entre los textos. Las tablas canónicas fueron una herramienta útil para los estudiosos del cristianismo primitivo, ya que permitían una lectura comparativa y armonizadora de los evangelios, que en ocasiones tienen relatos similares pero con variaciones en los detalles.
El 5º folio es una de las páginas dedicadas a las tablas canónicas de Eusebio de Cesarea. User: Dsmdgold. Dominio público.

Descripción. El Libro de Kells contiene los cuatro Evangelios constitutivos del cristianismo, precedidos de prólogos, resúmenes y transiciones entre ciertos pasajes. Está redactado en mayúsculas con un estilo caligráfico típicamente insular, con tinta negra, roja, malva y amarilla. El manuscrito consta actualmente de 340 hojas en pergamino, llamadas folios. La mayoría de estos folios eran en realidad parte de hojas más grandes, los bifolios, que se doblaron en dos para formar dos folios. Varios de estos bifolios fueron agrupados y cosidos para obtener los cuadernos. Puede suceder que un folio no forme parte de un bifolio y sea una simple hoja suelta insertada en un cuaderno.
Se estima que se han perdido una treintena de páginas: desde 1621, el examen de la obra que realizó James Ussher contabilizaba solo 344 páginas. Las hojas existentes están agrupadas en treinta y ocho cuadernos, cada uno de ellos contienen de cuatro a doce hojas (es decir, de dos a seis bifolios); lo más habitual es encontrar cuadernos de diez hojas. Las páginas más decoradas se corresponden a menudo con hojas sueltas. Por otra parte, parece que se habían trazado líneas sobre los folios, a veces por los dos lados, para facilitar el trabajo de escritura de los monjes: los orificios de aguja y los trazos pueden aún apreciarse en ciertos lugares. El pergamino es de gran calidad, aunque está trabajado de manera desigual: algunas hojas tienen un espesor parecido al del cuero, mientras que otras son de una delgadéz casi translúcida. El manuscrito tiene 33 cm de largo por 25 cm de ancho, siendo este un tamaño estándar, aunque estas dimensiones no se alcanzaron hasta el siglo XVIII, época en la cual se recortaron un poco las hojas. La zona de texto cubre aproximadamente 25 cm de largo por 17 de ancho, y cada página de texto contiene entre dieciséis y dieciocho líneas. Sin embargo, el libro parece inconcluso, en la medida en que algunas ilustraciones parecen simples esbozos.
En el folio 34º aparece el célebre monograma de la Encarnación, compuesto por las letras Xi (Χ) y Ro (Ρ), que son las dos primeras letras de la palabra Cristo en griego (ΧΡΙΣΤΟΣ). User: Hohum y Soerfm. Original file (1,123 × 1,558 pixels, file size: 467 KB).
Contenido. En su estado actual, el Libro de Kells ofrece, después de algunos escritos introductorios, el texto integral de los Evangelios según Mateo, según Marcos y según Lucas. El Evangelio según Juan está reproducido hasta el versículo 17:13. El resto de este Evangelio, así como una parte de escritos preliminares, son imposibles de encontrar; probablemente se perdieron a causa del robo del manuscrito en el siglo IX. Lo que queda de los escritos preliminares consta de dos fragmentos de listas de nombres hebreos contenidos en los Evangelios, los Breves causae y los Argumenta de los cuatro Evangelios y, finalmente, las tablas canónicas de Eusebio de Cesarea. Es bastante probable, como en el caso de los Evangelios de Lindisfarne o del Libro de Durrow, que una parte de los textos perdidos incluyera la carta de San Jerónimo al papa Dámaso I, llamada Novum opus, en la que Jerónimo justificaba la traducción de la Biblia al latín. Puede suponerse también, aunque con mucha más cautela, que los textos contenían la carta de Eusebio llamada Plures fuisse, donde el teólogo enseña el uso correcto de las tablas canónicas.
Se cuenta entonces con dos fragmentos de listas conteniendo nombres hebreos: uno se encuentra en el anverso del primer folio, y el otro, en el folio 26, está de momento al final de los textos de introducción al Evangelio de Juan. El primer fragmento contiene el final de la lista destinada al Evangelio según Mateo, habida cuenta de que el principio de la lista debía ocupar otras dos hojas, hoy perdidas. El segundo fragmento muestra la cuarta parte de la lista para el Evangelio de Lucas; seguramente las tres cuartas partes restantes debían ocupar otras tres hojas. Ahora bien, la estructura del cuaderno en cuestión hace altamente improbable la idea de que puedan faltar tres hojas entre los folios 26 y 27, lo que induce a pensar que el segundo fragmento no está en su sitio original. No queda ningún rastro de las listas de los Evangelios de Marcos y Juan.
Al primer fragmento de lista le siguen las tablas canónicas de Eusebio de Cesarea. Estas tablas, anteriores a la traducción de la Biblia en lengua latina (la Vulgata), se crearon para comparar y cruzar los cuatro Evangelios. Eusebio procedió a la división de los Evangelios en capítulos y creó las tablas, que debían permitir al lector situar un episodio dado de la vida de Cristo en cada uno de los cuatro textos. Se extendió la costumbre de incluir las tablas canónicas en los textos preliminares de la mayoría de las copias medievales de la Vulgata. Sin embargo, las tablas del Libro de Kells se revelan inútiles puesto que el amanuense las condensó hasta el punto de hacer un amasijo confuso. Además, los números de los capítulos nunca se consignaron en los márgenes del texto, lo que vuelve imposible encontrar las secciones a las cuales las tablas hacen referencia. Los motivos de este olvido permanecen oscuros: puede ser que los monjes hubieran decidido no insertar los números hasta que las ilustraciones estuvieran terminadas, con lo cual la no finalización del manuscrito tuvo como consecuencia posponer sine die esta operación. La omisión bien pudiera haber sido deliberada, a fin de no alterar la belleza de la obra.
Las Breves causae y los Argumenta pertenecen a una tradición manuscrita anterior a la Vulgata. Las Breves causae son, de hecho, resúmenes de antiguas traducciones de los Evangelios en latín, y se dividen en capítulos numerados. Esta numeración, como en el caso de las tablas canónicas, no se usa en el cuerpo del manuscrito. Se trata esta vez de una elección muy comprensible, en la medida en que los números de los capítulos correspondientes a viejas traducciones hubieran sido difíciles de armonizar con el texto de la Vulgata. En cuanto a los Argumenta, son colecciones de leyendas dedicadas a los cuatro Evangelistas. El conjunto de estos escritos está dispuesto en un orden extraño: en primer lugar se encuentran las Breves causae y los Argumenta sobre Mateo, seguidos de los de Marcos. Llegan entonces, de manera bastante inesperada, los Argumenta de Lucas y Juan, seguidos a continuación de las Breves causae de estos dos apóstoles. Este inhabitual orden es el mismo que el adoptado en el Libro de Durrow. En otros manuscritos insulares, como los Evangelios de Lindisfarne, el Libro de Armagh o los Evangelios de Echternach, cada Evangelio se trata separadamente y se precede de todos sus escritos introductorios. Esta repetición fiel del esquema del Libro de Durrow ha llevado al investigador T. K. Abbot a concluir que el amanuense de Kells debía tener entre las manos el manuscrito en cuestión o, al menos, un esquema común.
El folio 30º alberga el incipit del Evangelio según Marcos. User: Dsmdgold. Dominio público. Original file (729 × 1,023 pixels, file size: 143 KB,).
Texto y escritura. El Libro de Kells contiene el texto de los cuatro Evangelios en latín según la Vulgata, sin ser una copia exacta de esta última: se encuentran numerosas variantes con respecto a la Vulgata, principalmente cuando se usan traducciones latinas más antiguas en vez del texto de San Jerónimo. Estas variantes se encuentran sistemáticamente en todos los manuscritos medievales de Gran Bretaña, y presentan diferencias de una obra a otra. En efecto, los monjes, a falta de un ejemplar preexistente, debían trabajar sin duda de memoria.
El manuscrito está escrito en letras mayúsculas, excepto algunas minúsculas, mayoritariamente las c o las s. La historiadora de arte Françoise Henry ha identificado como mínimo tres amanuenses que contribuyeron a la obra, a los que ha llamado «Mano A», «Mano B» y «Mano C».
- La Mano A habría realizado principalmente los folios 1º a 19º y 276º a 289º, antes de retomar su trabajo desde el folio 307º hasta el fin del manuscrito. El amanuense Mano A utiliza a menudo una tinta de color marrón bastante habitual en Europa, y escribe entre dieciocho y diecinueve líneas por página.
- La Mano B se reconoce desde el folio 19º al 26º y del 124º hasta el 128º; tiende a utilizar letras minúsculas, prefiere una tinta roja, malva o negra y escribe un número más variable de líneas en cada página.
- A la Mano C, finalmente, se le atribuye el resto del manuscrito y ha contribuido a la obra de una manera bastante dispersa: tiene tendencia a usar más minúsculas que Mano A; sin embargo, usa la misma tinta marrón y escribe casi siempre diecisiete líneas por página.
Errores. Existen varias diferencias entre el texto del Libro de Kells y el normalmente aceptado por los Evangelios, por ejemplo:
- En la genealogía de Jesús, que empieza en Lucas 3, 23, Kells nombra erróneamente un antepasado adicional.
- En Mateo 10, 34b, debería leerse «non veni pacem mittere, sed gladium» (no he venido a traer la paz, sino la espada). Sin embargo, en vez de «gladium» («espada»), en el manuscrito de Kells se ha escrito «gaudium» («alegría»); así, la traducción queda no he venido a traer la paz, sino la alegría. Probable distracción del copista.
Decoración. El manuscrito contiene páginas totalmente llenas de motivos ornamentales de una complejidad extraordinaria, así como pequeñas ilustraciones que acompañan a las páginas de texto. El Libro de Kells utiliza una rica paleta de colores, con malva, rojo, rosa, verde y amarillo entre los más usados. A título comparativo, las ilustraciones del Libro de Durrow están realizadas sólo con cuatro colores. De forma totalmente sorprendente, y a pesar del prestigio con el cual los monjes han querido rodear la obra, no hicieron uso de pan de oro o plata para adornar el manuscrito. Los pigmentos necesarios para las ilustraciones fueron importados de todos los rincones de Europa, y fueron objeto de profundos estudios: el negro se obtuvo de las velas, el rojo brillante del rejalgar, el amarillo del oropimente y el verde esmeralda de la malaquita pulverizada. El costosísimo lapislázuli, de coloración azul, procede del noreste de Afganistán.
Las miniaturas son más ricas y numerosas que en cualquier otro manuscrito bíblico de Gran Bretaña. Se cuentan diez páginas llenas de miniaturas que han sobrevivido a la prueba del tiempo, además de dos retratos de evangelistas, tres representaciones de los cuatro símbolos de los evangelistas, una página cuyos motivos recuerdan un tapiz, una miniatura de la Virgen y el Niño, otra miniatura de Cristo en el trono y, finalmente, dos últimas miniaturas dedicadas al juicio y a la tentación de Jesús. Por otro lado, existen otras trece páginas repletas de miniaturas acompañadas en esta ocasión por un breve texto: en particular, es el caso del inicio de cada Evangelio. Ocho de las diez páginas dedicadas a las tablas canónicas de Eusebio de Cesárea están también ricamente ilustradas. Además de todas estas páginas, se contabiliza en el conjunto de la obra un gran número de decoraciones más pequeñas o de iniciales iluminadas.
El manuscrito, en su estado actual, empieza con un fragmento de la lista de nombres hebreos, que ocupa la primera columna del anverso del folio 1. La otra columna de este folio está ocupada por una miniatura de los cuatro símbolos de los evangelistas, hoy levemente borrada. La miniatura está orientada de tal manera que el libro debe girarse 90 grados para examinarla. El tema de los cuatro símbolos de los evangelistas está presente del inicio al fin de la obra: casi siempre se los representa juntos, con el objetivo de subrayar y afirmar la unidad del mensaje de los cuatro evangelios.
La unidad de los Evangelios se ve más reforzada si cabe por la decoración de las tablas canónicas de Eusebio de Cesárea. Estas tablas fueron concebidas para establecer la unidad de los cuatro textos, permitiendo al lector identificar los pasajes equivalentes en cada Evangelio, y normalmente ocupan doce páginas. Los copistas del Libro de Kells ya habían reservado doce páginas con este fin (folios 1º a 7º) pero, por motivos desconocidos, acabaron por condensar las tablas en diez páginas solamente, dejando así dos páginas en blanco (los folios 6º y 7º). Este reajuste convirtió las tablas en confusas e inutilizables. La decoración de las ocho primeras páginas de las tablas canónicas parece fuertemente influenciada por manuscritos más antiguos de la región mediterránea, donde la costumbre era insertar las tablas en el dibujo de un arco. Los monjes que trabajaron en el Libro de Kells emplearon este estilo, pero aportando su propia idiosincrasia: los arcos no están tratados como elementos arquitectónicos sino como motivos geométricos, decorados con motivos ornamentales típicamente insulares. Los cuatro símbolos de los evangelistas ocupan el espacio existente arriba y abajo de los arcos. Las dos últimas páginas representan las tablas en una verja, lo cual es más conforme a la tradición de los manuscritos insulares, como en el Libro de Durrow.
Folio 129v, Símbolos de los 4 Evangelistas. (Libro de Kells). User: Dsmdgold.

El resto del libro, aparte de las tablas canónicas, se divide en secciones, estando cada inicio de sección indicado por miniaturas y páginas llenas de texto decorado. En particular, cada uno de los Evangelios es introducido con miniaturas meticulosamente preparadas. Los textos preliminares están tratados como una sección de pleno derecho, recibiendo entonces una decoración suntuosa. Además de los Evangelios y los textos preliminares, el «segundo inicio» del Evangelio según Mateo tiene derecho él mismo a su propia decoración introductoria.
Los textos preliminares están introducidos por una imagen en icono de la Virgen y el Niño (folio 7º). Esta miniatura es la representación más antigua de la Virgen de entre todos los manuscritos del mundo occidental. María aparece en una rara mezcla entre una pose de frente y de tres cuartos. El estilo iconográfico de la miniatura podría proceder de un modelo ortodoxo o copto.
La miniatura de la Virgen y el Niño está en la primera página de texto, y resulta un preliminar apropiado para el inicio de las Breves causae de Mateo, que empieza por un Nativitas Christi in Bethlem (« el nacimiento de Cristo en Belén »). La primera página de las Breves causae está decorada y rodeada de un elegante marco. La combinación entre la miniatura a la izquierda y el texto a la derecha constituye asimismo una introducción muy viva y colorista a los textos preliminares. Las primeras líneas de las otras secciones de los textos preliminares fueron igualmente objeto de cuidados particulares, pero sin alcanzar el mismo nivel que el inicio de las Breves causae de Mateo.
El Libro de Kells fue concebido para que cada Evangelio dispusiera de decoraciones introductorias altamente elaboradas. Originalmente, cada uno de los cuatro textos estaba precedido de una miniatura a toda página que contenía los cuatro símbolos de los evangelistas, seguida de una página en blanco. Acto seguido aparece, frente a las primeras líneas ricamente decoradas del texto, el retrato del evangelista correspondiente. El Evangelio según Mateo ha conservado el retrato de su evangelista y su página de símbolos evangélicos (véase más arriba el folio 27º). En el Evangelio según Marcos falta el retrato del evangelista, pero su página de símbolos ha perdurado hasta nuestros días. Desafortunadamente, el Evangelio según Lucas no ha conservado ninguno de los dos. Finalmente, el Evangelio según Juan, como el de Mateo, ha conservado a la vez el retrato de Juan (véase aquí al lado el folio 291º) y su página de símbolos. Probablemente, las páginas que faltan existieron pero se han perdido. En cualquier caso, el uso sistemático de todos los símbolos de los evangelistas al principio de cada Evangelio es tremendamente sorprendente, haciendo un fuerte hincapié en la unidad del mensaje evangélico.
Libro de Kells. Retrato de Mateo. Folio 28. Original file (760 × 1,006 pixels, file size: 145 KB). User: Dsmdgold.

La decoración de las primeras palabras de cada Evangelio está primorosamente trabajada. Las páginas correspondientes, de hecho, parecen tapices: las ilustraciones son tan elaboradas que el texto se torna ilegible. La página de inicio del Evangelio según Mateo (véase arriba el folio 29º), es un ejemplo: sólo tiene dos palabras, «Liber generationis» («el libro de la generación»). El lib de Liber se ha desarrollado en un monograma gigante que domina toda la página. El er de Liber está representado por un entrelazado de ornamentos con la b del monograma lib. La palabra Generationis se extiende por tres líneas diferentes insertándose en un marco sofisticado a la derecha inferior de la página. Todo el conjunto está agrupado por un elegante ribete. Este ribete y las mismas letras están además decoradas con espirales y nudos, a menudo zoomorfos. Las primeras palabras del Evangelio de Marcos, Initium evangelii («Principio del Evangelio», véase al lado) y del de Juan, «» («En el principio era el Verbo»), fueron objeto de tratamientos similares. Estas ornamentaciones, aunque particularmente trabajadas en el Libro de Kells, se encuentran sin embargo en todos los evangeliarios de las islas británicas.
El Evangelio según Mateo, como marca la norma, empieza con una genealogía de Jesús: el relato propiamente dicho de la vida de Cristo no empieza hasta el versículo 1:18, que se lo considera por este motivo como el «segundo inicio» de este Evangelio. El Libro de Kells trata este segundo inicio con un énfasis digno de un texto aparte. Esta parte del Evangelio de Mateo empieza por la palabra «Cristo», que los manuscritos medievales tenían por costumbre abreviar con las letras griegas Xi y Ro.
Este «monograma Xi Ro», más conocido como «monograma de la Encarnación», fue objeto de un cuidado especial en el Libro de Kells, hasta invadir el folio 34º en su totalidad. La letra Xi domina la página, con uno de sus brazos extendiéndose por una gran superficie de la hoja. La letra Ro está acurrucada bajo las formas de Xi. Ambas letras están divididas en compartimentos lujosamente decorados con entrelazados y otros motivos. Incluso el fondo del diseño está desbordado de ilustraciones entrelazadas unas con otras. Entre esta masa de ornamentos se ocultan toda clase de animales, incluyendo insectos. Finalmente, de uno de los brazos de Xi surgen tres ángeles. Esta miniatura, en el cenit de una tradición iniciada con el Libro de Durrow, se muestra como la más formidable y más cuidada de los monogramas de la Encarnación de entre todos los manuscritos bíblicos de las islas británicas. Según Claude Médiavilla, especialista en caligrafía, el monograma de la Encarnación sería probablemente «la pieza de iluminación más compleja nunca realizada […] Ha debido exigir muchas semanas, quizá meses, de un trabajo arduo para el cuerpo y la vista». El libro de Kells contiene otras dos miniaturas de página entera, que ilustran episodios de la Pasión de Cristo. La primera () está dedicada a su detención: Jesús, inmovilizado por dos personajes claramente más pequeños que él, está representado bajo un arco estilizado. La segunda miniatura () está consagrada a la Tentación de Cristo: Jesús, de quien no se ve más que el busto, está en la cúspide del Templo, con una muchedumbre a su derecha que posiblemente representa a sus discípulos. Debajo de él se adivina la figura tenebrosa de Satanás, mientras que dos ángeles vuelan por el cielo. La decoración de la obra no se limita a los pasajes principales. Todas las páginas, a excepción de dos de ellas, contienen en efecto un mínimo de ornamentos. A lo largo de todo el manuscrito encontramos aquí y allá iniciales decoradas, así como pequeños personajes humanos o zoomorfos, a menudo enredados en complicados nudos. Es el arte de los entrelazos, de figuras animales y de laberintos microscópicos que se inspira entre otros en la tradición celta. El texto de las Beatitudes en el Evangelio de Mateo, por ejemplo, () se acompaña por todo lo largo del margen de una gran miniatura, en la que las letras B que empiezan cada línea se entrelazan mediante una cadena. De la misma manera, la genealogía de Cristo en el Evangelio de Lucas () aprovecha la repetición de la palabra Quien al inicio de cada línea para dibujar una cadena. A la derecha de las páginas se representan pequeños animales para colmar los vacíos ocasionados por las líneas que se desvían de su trayectoria, o simplemente para ocupar el espacio a la derecha de las líneas. No hay un motivo idéntico a otro, y ningún manuscrito anterior puede rivalizar con tal profusión de ornamentos.
Todas las ilustraciones son de gran calidad, y su complejidad sigue siendo objeto de fascinación. El examen de una de ellas, que no ocupa más que unos 2,5 cm², ha permitido contabilizar no menos de 158 entrelazos de cintas blancas ribeteadas de negro por cada lado. La sutilidad de algunas filigranas no puede apreciarse sin la ayuda de cristales de aumento, y esto teniendo en cuenta que no se ha podido disponer de los cristales de la potencia necesaria hasta varios siglos después de la realización de la obra. Estas complicadas operaciones de entrelazado fueron realizadas asimismo en el mismo periodo sobre metal o piedra, y han conocido una notable longevidad: muchos de estos motivos se usan en la actualidad, por ejemplo en joyas o en tatuajes.
En la cultura popular. En 2009 fue estrenada la película de animación The Secret of Kells (El secreto del libro de Kells), de Tomm Moore, cuyo tema central trata la historia del libro en una coproducción de 75 minutos de duración, rodada entre Irlanda, Canadá y Bélgica. También es mencionado en Las partículas elementales, libro de 1998 del autor Michael Houellebecq.
Más imágenes
El folio 291º contiene un retrato de Juan. User: Dsmdgold. Dominio público.

El folio 7º está ilustrado con una imagen de la Virgen y el Niño. Se trata de la más antigua representación existente de la Virgen María en un manuscrito occidental. Dominio público.

El folio 285º, llamado Una autem sabbati valde, fue redactado por un amanuense llamado «Mano A». User: Dsmdgold.
El folio 285º del Libro de Kells, titulado Una autem sabbati valde, contiene un pasaje del Evangelio según San Mateo (28:1), que narra la visita de las mujeres al sepulcro de Jesús al amanecer del primer día de la semana. Este texto introduce la escena de la resurrección de Cristo.
El término «Mano A» se refiere a uno de los escribas responsables de redactar y decorar el Libro de Kells. En los estudios paleográficos y de manuscritos antiguos, los eruditos suelen identificar diferentes estilos de escritura y ornamentación en un manuscrito, asignándolos a escribas específicos. Cuando no se conocen sus nombres reales, se utilizan designaciones como «Mano A», «Mano B», etc., para diferenciarlos.
«Mano A» sería, en este caso, el nombre que los estudiosos dieron al escriba cuya caligrafía y estilo decorativo se reconocen en el folio 285º y en otras partes del manuscrito. Este escriba destaca por su habilidad artística y por el uso de elaborados diseños celtas que adornan las letras iniciales y márgenes del texto.

El folio 19 contiene el inicio de las Breves causae del Evangelio según Lucas. Dsmdgold. Dominio Público.
El folio 19 del Libro de Kells, que contiene el inicio de las Breves causae del Evangelio según Lucas, se refiere a una introducción o resumen del contenido del evangelio. Las Breves causae eran un tipo de prólogo común en los manuscritos medievales, destinado a proporcionar una guía temática sobre los capítulos o secciones de un evangelio específico.
En el caso del Evangelio según Lucas, las Breves causae ofrecen un esquema breve y ordenado de los eventos y enseñanzas que se desarrollan en el texto, facilitando a los lectores o estudiosos una visión general del contenido antes de adentrarse en la lectura completa. Este tipo de introducción tenía un propósito práctico y pedagógico, especialmente en comunidades monásticas, donde los manuscritos eran utilizados para la enseñanza y el estudio de las Escrituras.
En el Libro de Kells, el folio 19 probablemente presenta estas Breves causae con una rica ornamentación característica del manuscrito, utilizando letras iniciales decoradas y un diseño artístico que realza la importancia del texto tanto como objeto de devoción como de aprendizaje.

El folio 29 contiene el íncipit del Evangelio de Mateo, llamado Liber generationis. Compárese esta imagen con la página correspondiente de los Evangelios de Lindisfarne, en particular la forma del monograma Lib. User: Dsmdgold. Dominio público.

Esta página (folio 292) contiene el texto ricamente decorado de introducción al Evangelio de Juan. In principio erat verbum. Desconocido. Dominio público.

Referencias Libro de Kells
- Mark, Joshua J. «El Libro de Kells». Enciclopedia de la Historia del Mundo.
- Sienra, Regina (2 de abril de 2019). «Libro de Kells: el manuscrito medieval ilustrado más famoso del mundo ya está disponible en línea». My Modern Met en Español.
- «Book of Kells is damaged». The Guardian (en inglés británico). 15 de abril de 2000. ISSN 0261-3077.
- Infobae, Por Newsroom (16 de febrero de 2024). «El Trinity College de Dublín reforma su vieja biblioteca y el valioso ‘Libro de Kells’». infobae.
- «Una de las bibliotecas más bonitas y antiguas del mundo cerrará sus puertas durante tres años». La Vanguardia. 25 de abril de 2023.
- «El libro de Kells, una joya del arte medieval». Muy Interesante. 4 de marzo de 2020.
- IMDb.com, Inc., ed. (2009). «The Secret of Kells» (ficha) (en inglés).
Bibliografía
- Bernard Meehan, Le Livre de Kells, Thames & Hudson, 1995, ISBN 2-87811-090-0
- René Fédou, Lexique historique du Moyen Âge, Armand Collin, 1999, ISBN 220021622X
- Peter Harbinson, L’art médiéval en Irlande, Zodiaque, 1998, ISBN 2-7369-0244-0
- Francoise Henry, L’art irlandais, vol. 2, Zodiaque, 1991, ISBN 2-7369-0070-7
- Livre de Kells, Faksimile Verlag Luzern, Lucerna, 1990, ISBN 3-85672-031-6
- Calkins, Robert G. Illuminated Books of the Middle Ages. Ithaca, New York: Cornell University Press, 1983, ISBN 0-500-23375-6
- Henderson, George.From Durrow to Kells : the Insular Gospel-books, 650-800. New York: Thames and Hudson, 1987, ISBN 0-500-23474-4
- Henry, Francoise. The Book of Kells. New York: Alfred A Knopf, 1974, ISBN 0-500-23213-X
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La Abadía de Iona es uno de los centros religiosos más antiguos y significativos de la Europa Occidental, ya que está considerado como el punto desde el que Columba de Iona comenzó la expansión del cristianismo por Escocia. Se encuentra en las Hébridas, concretamente en la isla de Iona, en la costa oeste de Escocia.
En el año 563, Columba llegó a Iona desde Irlanda, donde fundó un monasterio que pronto se convirtió en uno de los centros religiosos y culturales más importantes de Europa en aquella época. Monjes de Iona establecieron otros centros similares en lugares tan lejanos como Suiza. El Libro de Kells, un famoso manuscrito ilustrado, fue producido por los monjes de Iona en los últimos años del siglo VIII, al igual que la Crónica de Irlanda, que también fue compuesta aquí hacia el año 740.
La Abadía de Iona (Iona Abbey). Foto: John Naisbitt. CC BY-SA 2.0.
La Abadía sufrió un saqueo a comienzos del siglo IX, en 806, cuando todos los monjes fueron encontrados muertos. Este saqueo ha sido atribuido a los vikingos, al igual que otros tres ataques similares producidos en menos de once años desde esa fecha.
Al comenzar el siglo XIII, Iona se había convertido en un monasterio de Benedictinos, quienes también fundaron otra institución, conocida como Iona Nunnery («Convento de monjas de Iona»). Con la llegada de la Reforma Protestante, Iona, junto con muchas otras abadías a lo largo y ancho de Escocia, Inglaterra e Irlanda, fue cerrada y sus edificios demolidos.
En el siglo XIX, Iona fue adjudicada a la Iglesia de Escocia, que llevó a cabo una restauración extensiva del lugar. En 1938, el reverendo George MacLeod dirigió al grupo que reconstruyó la abadía y fundó la Comunidad de Iona, una comunidad ecuménica cristiana que todavía sigue existiendo en Iona.
Aspectos de interés
Muchos de los jefes y reyes de Escocia, así como de Irlanda, Noruega y Francia están enterrados en el cementerio de la abadía, hasta un total, según se cree, de 48 tumbas de monarcas. Entre los más importantes se encuentran Duncan I de Escocia (asesinado por Macbeth de Escocia en 1040). La abadía de Iona era muy admirada por el político John Smith, líder del Partido Laborista, de modo que a su muerte en 1994 fue enterrado en la abadía.
Mapa de ubicación de Escocia, Reino Unido. Eric Gaba, NordNordWest. CC BY-SA 3.0.
En la isla de Iona pueden verse junto a la abadía numerosas altas cruces celtas. La Cruz de San Martín (datada en el siglo VIII todavía se yergue junto al camino. Una réplica de la Cruz de San Juan se halla asimismo junto a la entrada de la abadía, mientras que el original, restaurado, se encuentra en el museo en el interior.
El escultor contemporáneo Christopher Hall trabajó durante muchos años con tallas en el claustro de la abadía, que representan animales, pájaros o plantas. Más recientemente, Christopher Hall fue el encargado de esculpir la tumba del político John Smith.
Iona Abbey in July 2011. Foto: Akela NDE. CC BY-SA 2.0 fr. Original file (3,072 × 2,304 pixels, file size: 3.16 MB).
La abadía de Iona, situada en la isla de Iona en la costa oeste de Escocia, fue uno de los centros religiosos y culturales más importantes de la Edad Media en las Islas Británicas. Fundada en 563 d.C. por San Columba, un monje irlandés, la abadía de Iona se convirtió en un centro crucial para la difusión del cristianismo en Escocia y en gran parte del mundo celta. San Columba y sus seguidores establecieron un monasterio que no solo se dedicaba a la oración, sino también a la educación y la producción de manuscritos, entre los cuales destaca el famoso Libro de Kells, aunque se cree que fue creado en otro monasterio celta, Iona fue un lugar clave en la tradición de la iluminación de manuscritos. Iona también desempeñó un papel fundamental en la conversión de los pueblos paganos de Escocia y otras regiones circundantes, como el norte de Inglaterra y partes de Gales, al cristianismo.
Claustro de la Abadía de Iona. Foto: D Johnston. CC BY-SA 2.0.
Durante siglos, la abadía de Iona fue el principal centro de evangelización de los celtas, con una gran influencia sobre las prácticas religiosas y la cultura celta. En el siglo IX, Iona sufrió varios ataques vikingos, lo que llevó a la destrucción parcial de la abadía y a la dispersión de sus monjes. Sin embargo, Iona siguió siendo un lugar de peregrinación y de gran significado religioso. A lo largo de los siglos, la abadía fue restaurada y reconstruida en varias ocasiones, y hoy en día sigue siendo un importante sitio de peregrinaje y un símbolo de la historia cristiana en Escocia. Su importancia histórica y religiosa perdura, y se considera un lugar de espiritualidad profunda.
Enlaces externos
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- Página de la Comunidad de Iona
- Página de la Abadía de Iona
Los mártires de Iona eran un grupo de 68 monjes del cristianismo celta que vivían en la abadía de Iona (en la isla de Iona, Escocia) y fueron masacrados allí a principios del siglo IX. Las incursiones vikingas en las costas británicas e irlandesas comenzaron en el año 793 d. C., cuando los vikingos llevaron a cabo un sangriento ataque contra el monasterio de Lindisfarne, en la costa inglesa; así comenzó la Era Vikinga de conquista. La propia Iona sufrió numerosos ataques, que comenzaron en 795 d. C. y continuaron en 802, 806 y 825. La masacre de los mártires de Iona fue el resultado de la incursión del año 806 d. C., en la que flotas de vikingos asaltaron la abadía, la saquearon en busca de riquezas y mataron a los monjes, que en su mayoría carecían de armas y, por tanto, estaban indefensos. Este fue el primer caso de «martirio rojo» en Iona, o la concesión del martirio como resultado de una muerte violenta por persecución religiosa.
Los monasterios y abadías medievales fueron con frecuencia blanco de las incursiones vikingas porque eran ricos terratenientes, y almacenaban grandes cantidades de oro y otros materiales preciosos. Los vikingos saqueaban las abadías, como la de Iona, en busca de riquezas, alimentos e incluso sus textos sagrados, que en aquella época solían estar inscritos con pan de oro. La isla de Iona era especialmente vulnerable porque era fácilmente accesible a los barcos vikingos y difícil de reforzar desde tierra firme.
Los monjes de la abadía de Iona eran conocidos sobre todo por su trabajo en el Libro de Kells, un manuscrito latino iluminado del Evangelio. Se acepta mayoritariamente que, tras la masacre del 806, los supervivientes huyeron a la Abadía de Kells en Irlanda, donde continuaron trabajando en el libro.
Sesenta y ocho monjes fueron masacrados en el curso de la incursión de 806, y la Bahía de Columba en Iona (originalmente llamado así por san Columba, fundador de la abadía en 563 AD) ha pasado a llamarse Martyr’s Bay en su honor.
Referencias
- Fuente: «Márires de Iona». Wikipedia.
- «Iona: Una historia de la isla». electricscotland.com.
- «Monasterios medievales». History Learning Site (en inglés británico).
- «La isla de Iona: Cuna del cristianismo escocés». classroom.ricksteves.com (en inglés).
- «Santos y Piedras: St.Columba’s Bay». saintsandstones.net.
- Forte, Angelo; Oram, Richard; Pedersen, Frederik (2005). Imperios vikingos. Cambridge: Cambridge University Press. pp. 55-58. ISBN 978-0-521-82992-2.
Interior de la Abadía. Foto: Dirk Grützmacher. CC BY 2.5. Original file (2,560 × 1,920 pixels, file size: 1.88 MB).

Libro de Durrow
El Libro de Durrow (Book of Durrow en inglés) es un manuscrito iluminado del siglo VII. Pudo ser realizado en Northumbria (norte de Inglaterra), o en la abadía de Durrow cerca de Durrow, en el condado de Laois, en Irlanda. Los investigadores tienden a decantarse por la segunda hipótesis.
Descripción. El Libro de Durrow es un evangeliario, y constituye quizá el Evangelio iluminado más antiguo de Gran Bretaña e Irlanda. El texto comprende los Evangelios según Mateo, según Marcos, según Lucas y según Juan, además de bastantes textos introductorios. Los símbolos de los evangelistas aparecen según la tradición de San Ireneo, en el que el león representa a San Juan y el águila a San Marcos, al contrario de la más moderna tradición de San Ezequiel (s. VIII), siendo el águila San Juan y el león San Marcos.
La obra mide 247 mm por 228, y consta de 248 hojas de pergamino. Está ricamente decorada y contiene, entre otras, seis páginas con motivos de tapiz, una miniatura de los cuatro símbolos de los evangelistas, otras cuatro miniaturas a página entera, todas ellas con cada uno de los símbolos, y finalmente seis páginas con el texto decorado con ornamentos.
Hoy en día el manuscrito se encuentra en la biblioteca del Trinity College de Dublín, en Irlanda, bajo la referencia MS 57.
Libro de Durrow. The original uploader was Dsmdgold de Wikipedia en inglés. Imagen de una página del Libro de Durrow del siglo VII, perteneciente al Evangelio de Marcos. El libro, conservado en el Trinity College de Dublín, es presentado por la Universidad Católica con fines educativos como parte de su biblioteca de imágenes públicas. Dominio público.

Galería de imágenes
Book of Durrow – TCL Ms57 (Ox). Anonymous – studyblue. Public Domain.

Symbols of Evangelists. Libro Durrow. Anonymous – finds.org.uk. Public Domain.

Folio 192v of the Book of Durrow-. Unknown author.Public Domain.

Meister des Book of Durrow – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202.

Celtic spirals from the book Celtic art in pagan and Christian times (1904), by Allen, J. Romilly (John Romilly), 1847-1907. Art Book. Public Domain.

Qué diferencias y similitudes hay entre el libro de Kells y el libro de Durrow?
El Libro de Kells y el Libro de Durrow son dos de los manuscritos iluminados más importantes del arte insular, ambos creados en los monasterios celtas en Irlanda y Gran Bretaña durante la Alta Edad Media. Aunque comparten ciertas características debido a su contexto cultural y artístico, presentan diferencias significativas en estilo, detalle y propósito. Entre las similitudes, ambos libros son ejemplos de manuscritos religiosos destinados a glorificar los Evangelios. Su ornamentación refleja la combinación de influencias celtas y cristianas, con intrincados diseños geométricos, motivos zoomorfos y símbolos cristianos. Utilizan letras decorativas de gran tamaño para marcar el inicio de los textos y presentan un enfoque en la espiritualidad y la belleza visual para impactar a los lectores y espectadores.
En cuanto a las diferencias, el Libro de Durrow es más antiguo, datado aproximadamente en el siglo VII, mientras que el Libro de Kells se creó hacia el siglo IX. El Libro de Durrow es más simple en su ornamentación, con un diseño más geométrico y austero, y se enfoca en patrones repetitivos. En contraste, el Libro de Kells es mucho más elaborado, con ilustraciones más detalladas, figuras humanas y animales más realistas y colores más vivos y variados. Además, el Libro de Kells incluye escenas narrativas, como la Tentación de Cristo y el Arresto de Cristo, que están ausentes en el Libro de Durrow. También hay una diferencia en el tamaño y formato; el Libro de Kells es más grande y se diseñó para ser exhibido en ceremonias, mientras que el Libro de Durrow es más pequeño y se usaba probablemente para lecturas más privadas. Ambas obras son testimonios del genio artístico de la cultura insular y han influido profundamente en la historia del arte medieval.
El Libro de Durrow marca el inicio de la tradición insular con su estilo más simple y simbólico, mientras que el Libro de Kells representa la culminación de esta tradición, con una decoración exuberante y técnica refinada. Ambos son hitos del arte medieval y del cristianismo celta, reflejando tanto la devoción como la creatividad de las comunidades monásticas de la época.
Evangeliario de Echternach
El Evangeliario de Echternach es una obra excepcional de la tradición del arte insular, representativa del estilo que floreció en los monasterios de Irlanda y Northumbria durante la Alta Edad Media. Fue elaborado hacia finales del siglo VII, probablemente bajo la influencia del cristianismo misionero que buscaba consolidarse en Europa continental. (Año 690). Este manuscrito iluminado contiene los Evangelios del Nuevo Testamento y se caracteriza por su ornamentación intrincada, típica del arte insular, que incluye diseños geométricos, entrelazados y motivos zoomorfos.
Se asocia con San Willibrord, un misionero anglosajón que llevó a cabo su labor evangelizadora en los Países Bajos y fundó la abadía de Echternach, en la actual Luxemburgo. Es posible que el manuscrito fuera llevado a Echternach como parte del legado cultural y espiritual de la misión de Willibrord.
Actualmente, el Evangeliario se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia, donde se conserva como un importante ejemplo de la fusión entre el arte cristiano y las tradiciones celtas y germánicas. Este manuscrito es un testimonio de la vitalidad cultural y religiosa de los monasterios insulares y su impacto en la Europa medieval.
Meister des Evangeliars von Echternach – The Yorck Project (2002) 10.000 Meisterwerke der Malerei (DVD-ROM), distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH. ISBN: 3936122202. Dominio público.

Contexto histórico. El manuscrito probablemente fue entregado a San Willibrordo alrededor del año 690 antes de que partiera hacia Frisia para evangelizar a los paganos allí. Probablemente fue encargado por su padre espiritual, Egberto, un misionero de Northumbria que entonces se encontraba refugiado en Irlanda.
Algunos estudiosos creen que se hizo en el monasterio de Rathmelsigi, en Irlanda. Otros se inclinan más hacia un origen norumbriano, basándose en la escritura, muy cercana es cierto a la del Evangeliario de Durham. Este manuscrito también podría explicarse por el origen de Egberto en Northumbria. Escrito y decorado rápidamente, es un manuscrito de pequeñas dimensiones para ser transportado, en minúsculas, con muy pocas iniciales y sin página tapiz. Posteriormente, Willibrordo logró difundir la fe cristiana en Frisia, se convirtió en obispo de Utrecht y fundó la abadía de Echternach, actualmente situada en Luxemburgo.
El manuscrito estuvo conservado durante varios siglos en la abadía hasta la Revolución Francesa. En 1802, tras la transformación de la región en departamento francés, el bibliófilo lorenés Jean-Baptiste Maugérard fue enviado allí y en nombre del Estado francés incautó varios manuscritos, entre ellos el Evangeliario. Desde entonces, el manuscrito se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia, provisto de una encuadernación más moderna (1806) con las armas del emperador.
Nota: Vilibrordo de Utrecht (o de Echternacht, en neerlandés: Willibrord) (Northumbria, 658 – Echternach, Luxemburgo, 7 de noviembre de 739) fue un misionero cristiano britano, primer obispo de Utrecht y miembro de la llamada misión anglosajona.
Considerado el «apóstol de Frisia y los Países Bajos históricos» (con Flandes y Luxemburgo), es venerado como santo por diversas confesiones cristianas.
Willibrord de Utrecht (658-739) fue un misionero anglosajón, conocido como el «Apóstol de los frisones», y el primer obispo de Utrecht. Nació en Northumbria y fue educado en la abadía de Ripon bajo San Wilfrido. Más tarde, estudió en Irlanda, en el monasterio de Rathmelsigi, donde se formó en la tradición monástica irlandesa.
En el año 690, fue enviado por el rey Pipino de Heristal y el papa Sergio I a evangelizar a los frisones en los territorios del norte de los Países Bajos. Fundó la diócesis de Utrecht y estableció la abadía de Echternach, que se convirtió en un importante centro religioso y cultural. En 695, el papa lo consagró arzobispo de los frisones.
Willibrord jugó un papel clave en la expansión del cristianismo en Europa y en la integración cultural entre los anglosajones, celtas y francos. Es venerado como santo tanto en la Iglesia católica como en la ortodoxa, y su fiesta se celebra el 7 de noviembre. Su legado incluye el fortalecimiento del cristianismo en el norte de Europa y la fundación de instituciones monásticas influyentes.
San Willibrord. Iluminación de manuscrito, Tréveris alrededor del año 1000. Hoja individual. (París, Biblioteca Nacional, Lat. 10510). Dominio público. Original file (2,495 × 3,485 pixels, file size: 6.25 MB).
Descripción
El colofón del folio 222v, sin duda copiado por el escriba del manuscrito que le sirvió de modelo, indica que el texto fue corregido en 558 por Eugipio, abad de un monasterio situado cerca de Nápoles, a partir de otro manuscrito propiedad de San Jerónimo. Sin embargo, el texto, alejado de la Vulgata, se aproxima a los producidos por el scriptorium irlandés de la misma época, con un resumen idéntico al Libro de Durrow o al de Kells. También es muy cercano al texto de los Evangelios de Mac Durnan o de los Evangelios de Máel Brigte.
El manuscrito, a diferencia de los evangeliarios de la época, contiene 4 miniaturas de página completa, que representan los símbolos de los evangelistas
El hombre: símbolo de Mateo
San Mateo está simbolizado por la figura del hombre, «IMAGO HOMINIS» como está escrito a cada lado de su cabeza. El personaje sostiene en sus manos un libro abierto que contiene las primeras palabras del evangelio: «Liber generacionis Ihesu Christi».
Las primeras palabras del Evangelio según Mateo, «Liber generationis Iesu Christi», significan «Libro de la genealogía de Jesucristo». Estas palabras introducen el linaje de Jesús, trazando su ascendencia desde Abraham y David para destacar su cumplimiento de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento.
Simbolizan la conexión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, estableciendo a Jesús como el heredero legítimo de las promesas hechas a los patriarcas y a la casa de David. También reflejan la humanidad de Cristo al enraizarlo en una genealogía histórica, al tiempo que afirman su misión divina como el Mesías prometido. Este inicio subraya la continuidad de la historia de la salvación y la centralidad de Jesús en ella.
Entrecierra los ojos y los baja hacia el libro como para leerlo. Lleva una tonsura al estilo romano, no a la irlandesa, a diferencia del Libro de Durrow. Egberto, el probable patrocinador, era un monje de Northumbria que ayudó a propagar esta costumbre del monacato romano en oposición al monacato irlandés. La posición del personaje, sentado en un trono y en postura de lector, le identifican con el propio San Mateo. Por la posición de su cuerpo y la del marco entrelazado, toma la forma de una cruz estilizada.
El hombre, símbolo de Mateo-. James Steakley; artwork: unknown. Jean Hubert et al., Europe in the Dark Ages (London: Thames & Hudson, 1969), p. 163. Echternach Gospels: The Man, symbol of St. Matthew. Dominio público. Original file (2,117 × 3,009 pixels, file size: 4.97 MB).
El león: símbolo de san Marcos
Una de las miniaturas más célebres de la iluminación insular, el león, símbolo del san Marcos Evangelista, está representado saltando y dinámico, contrastando con el marco rectilíneo del fondo. Esta representación del león es similar a ciertos modelos de inspiración picta.
El león es el símbolo de San Marcos Evangelista debido a su asociación con el Evangelio que lleva su nombre. En la iconografía cristiana, los cuatro Evangelistas se representan con símbolos basados en las criaturas mencionadas en la visión de Ezequiel y el Apocalipsis de San Juan. El león se asocia con San Marcos por varias razones. En primer lugar, el Evangelio de Marcos destaca el poder, la majestad y la realeza de Jesús, lo que se vincula con el león, considerado el rey de los animales. Además, el Evangelio de Marcos comienza con la figura de Juan el Bautista predicando en el desierto, un lugar salvaje y relacionado con el león. El león simboliza también la valentía y el coraje, cualidades que reflejan la misión evangelizadora de San Marcos en lugares como Alejandría, Egipto. Así, el león no solo representa la fuerza, sino también el mensaje de San Marcos sobre el Cristo poderoso y majestuoso.
El águila: símbolo de san Juan
También en este caso, la miniatura juega con el contraste entre las líneas curvas del águila, símbolo de san Juan Evangelista, en parte dibujada con un compás, con el marco rectilíneo que la encierra casi como en una jaula.
Águila de San Juan. Anónimo-. Este archivo procede de la biblioteca digital Gallica. Dominio público. Original file (3,248 × 4,152 pixels, file size: 1.35 MB).
El toro: símbolo de san Lucas
El dibujo del toro es de gran finura, como se puede comprobar en el detalle ampliado. El toro es el símbolo de San Lucas Evangelista debido a su conexión con el tema del sacrificio y la pureza, que son características asociadas al Evangelio de Lucas. Esta asociación se origina en la visión de Ezequiel y el Apocalipsis, donde los cuatro seres vivientes se representan con animales simbólicos que corresponden a los Evangelistas. El toro simboliza a San Lucas debido a su énfasis en el sacrificio y la misericordia de Jesús, temas que aparecen con fuerza en su Evangelio. En particular, Lucas resalta la humanidad de Cristo y su dedicación al bienestar de los más necesitados, lo que se vincula con el sacrificio del toro, un animal que en la tradición bíblica es utilizado en sacrificios en el templo, un acto de purificación. Además, el toro simboliza la fuerza y la resistencia, cualidades que se asocian con la figura de San Lucas, quien predicó con firmeza el mensaje de Cristo.
El toro de San Lucas. Desconocido – BnF Gallica. CC BY-SA 4.0. Original file (853 × 1,124 pixels, file size: 326 KB).
Evangelios de Echternach fol. 115v: toro de San Lucas (detalle). Desconocido – BnF Gallica. CC BY-SA 4.0. Original file (1,241 × 820 pixels, file size: 142 KB). CC BY-SA 4.0.
Referencias
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- Visual-arts-cork.com
- Manuscrits Irlandais et Anglo-Saxons, p. 49
- Jean-Claude MULLER, « Faites-moi grâce de ne pas dédaigner mon envoi : Réquisitions de manuscrits et trafic d’incunables à Metz, à Luxembourg et au pas de Trèves par Jean-Baptiste Maugérard sous le Consulat », Hémecht, 52/1 (2000), p. 5-80
- Manuscrits Irlandais et Anglo-Saxons, p. 53
- Manuscrits Irlandais et Anglo-Saxons, p. 52
Bibliografía
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- Laffitte, M-P. (2007). Trésors carolingiens. Livres manuscrits de Charlemagne à Charles le Chauve (en francés). notice 2. París: Bibliothèque nationale de France,.
- Nordenfalk, Carl (1977). Manuscrits irlandais et anglo-saxons (en francés). París: éditions du Chêne. pp. 48-55. ISBN 2-85108-116-0.
Enlaces externos
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Categorías:
Decorados en forma de gato estirado de los Evangelios de Lindisfarne, fol. 139r. Eadfrith – Lindisfarne evangeliarium. Dominio público.

Evangelios de Lichfield
Los Evangelios de Lichfield o Evangelario de Lichfield (también conocidos como los Evangelios de Chad, el Libro de Chad, los Evangelios de San Chad, los Evangelios de San Teilo o los Evangelios de Llandeilo) es un evangeliario insular, escrito en latín, del siglo VIII conservado actualmente en la catedral de Lichfield.
Han sobrevivido 236 folios, ocho de los cuales están iluminados. Otros cuatro contienen texto enmarcado. Dan la sensación de que el texto se convierte en mero pretexto para la creación de una obra de arte. Las páginas miden 30,8 cm por 23,5 cm. El manuscrito es también importante porque incluye, como marginalia (glosas), alguno de los primeros ejemplos conocidos del galés escrito. Peter Lord data el manuscrito hacia el año 730, situándolo cronológicamente antes del Libro de Kells, pero después de los Evangelios de Lindisfarne.
El manuscrito fue vuelto a encuadernar en 1962 por Roger Powell. En ese momento se descubrió que en la encuadernación de 1862 el manuscrito había sido cortado en hojas individuales y que en la reencuadernación de 1701, las páginas había sido recortadas.
Texto y escritura. El manuscrito contiene los evangelios de Mateo y Marcos y la primera parte del Evangelio de Lucas. Un segundo volumen desapareció durante la Guerra Civil inglesa. El texto está escrito en una sola columna y está basado en la Vulgata, aunque tiene cerca de 2000 variaciones sobre ella, casi un tercio compartidas con los Evangelios de Hereford. Tiene menos variaciones en el texto con los Evangelios de Macregal o el Libro de Armagh, 370 están de acuerdo con el Libro de Kells y 62 con los Evangelios de Lindisfarne.
La escritura es predominantemente insular mayúscula, pero tiene algunas características unciales por lo que se la denomina semi-uncial. Los evangelios fueron escritos por un solo escriba. La forma de la caligrafía tiene fuertes vínculos con manuscritos de Northumbria, Iona y otros manuscritos irlandeses.
Decoración. El manuscrito tiene dos retratos de los evangelistas San Marcos y San Lucas, una página tapiz, las páginas iniciales de Mateo (Lib), Marcos (initium) y Lucas (Quoniam), una página con el monograma de Cristo ☧ (Chi-Rho) y una página con los símbolos de los cuatro evangelistas. La genealogía de Cristo está enmarcada (3 páginas) y la última página también.
Evangeliario de Lichfield. Biblioteca de la catedral de Lichfield. Desconocido – en wikipedia. Lichfield Gospels (Lichfield, Cathedral Library). Dominio público.

Marginalia. Existen ocho inscripciones marginales escritas en latín y galés antiguo, que son de los primeros escritos en galés. En los primeros registros, en latín, un hombre llamado Gelhi dona el manuscrito «a Dios en el altar de San Teilo» por el que, según la inscripción, lo había comprado por el precio de su mejor caballo de Cingal. El «altar de San Teilo» en el pasado, ha sido asociado con el monasterio de Llandaff. Sin embargo, se ha determinado que las inscripciones marginales tercera, cuarta y sexta se refieren a tierras comprendidas dentro de un radio de quince millas de Llandeilo Fawr. Por lo tanto, actualmente, se piensa que el manuscrito no se le dio a Llandaff, sino a la iglesia de Llandeilo. La segunda inscripción marginal tiene cierto interés, ya que contiene un ejemplo único de la antigua prosa galesa, detallando la resolución de una disputa de tierras. Las primeras dos inscripciones han sido fechadas a mediados del siglo IX. Las inscripciones tercera a octava se datan en los siglos IX y X. Los marginalia en latín y galés fueron editados por J. Gwenogvryn Evans, con John Rhys en la edición de 1893 del «Libro de Llan Dav».
Procedencia. El origen del manuscrito es controvertido. No se sabe quién lo escribió, para quién fue escrito o dónde se escribió. Existen similitudes paleográficas y estilísticas que lo enlazan con Northumbria o Iona. Las relaciones con los Evangelios de Hereford pueden sugerir un origen mercio. Se ha argumentado también que el manuscrito fue escrito en Gales, en particular debido a las glosas en idioma galés; y si fuese así, lo convertiría en el único evangeliario de Gales que hubiera sobrevivido. Otros han argumentado que fue escrito en Lichfield. Todo, excepto una línea, procede de una única mano.
Aunque se desconoce cómo llegó a Lichfield, pudo haber estado allí desde finales del siglo X y con toda seguridad, en el siglo XI. El folio primero contiene una firma desdibujada donde puede leerse Wynsige presul que probablemente se refiera a Wynsige, obispo de Lichfield de alrededor de 963 a 972-5. El folio cuarto contiene una referencia a Leofric, obispo desde 1020 hasta 1026.
Suponiendo la hipótesis de la similitud con las técnicas pintóricas de los Evangelios de Lindisfarne y el Libro de Kells, podría pensarse en que fue creado entre el 698 y 800. También es interesante señalar que los patrones de aves entrelazadas de la página tapiz de cruz en la página 216 del evangeliario tiene un notable parecido con el ornamento de cruz de Aberlady, Lothian, en Northumbria, de mediados del siglo VIII. Esto sugiere que el autor/artista del manuscrito y el escultor de la ornamentación de la cruz, disponían de una fuente similar para sus diseños.
En cualquier caso, según lo conocido, siempre ha estado en Lichfield desde el siglo XI, a excepción de un breve período durante la Guerra Civil inglesa. En 1646, durante la Guerra Civil, la Catedral de Lichfield fue saqueada y robada la biblioteca. Probablemente, sería entonces cuando se perdiera el segundo volumen de los Evangelios. Al maestro de capilla Walter Higgins se le atribuye haber salvado el otro volumen. El manuscrito lo pasó a Frances, duquesa de Somerset, que lo devolvió en 1672 o 1673. Ha permanecido en la catedral desde entonces. Fueron expuestos públicamente en 1982 y pueden contemplarse actualmente en su sala capitular desde Semana Santa hasta Navidad. Los obispos de Lichfield todavía juran lealtad a la corona sobre los Evangelios de Lichfield.
Otros manuscritos insulares iluminados, de posible origen galés, incluyen el Salterio de Ricemarch y los Evangelios de Hereford.
- Medieval Vision: The Visual Culture of Wales. University of Wales Press, Cardiff, 2003, pg. 25.
- Peter Lord, pg. 26; y Dafydd Jenkins y Morfydd E. Owen, «The Welsh Marginalia in the Lichfield Gospels, Part I,» Cambridge Medieval Studies, 5 (Summer 1983), 37-66.
Esta obra contiene una traducción derivada de «Lichfield Gospels» de Wikipedia en inglés, publicada por sus editores bajo la Licencia de documentación libre de GNU y la Licencia Creative Commons Atribución-Compartir- Igual 4.0 Internacional.
Iluminación insular. Arte hiberno-sajón, arte anglo-celta o arte insular
La iluminación insular se refiere al estilo artístico reflejado en la producción de manuscritos iluminados en centros monásticos de las islas de Irlanda y Gran Bretaña entre el siglo VI y principios del siglo IX, así como en otros monasterios establecidos en el continente pero bajo influencia insular. Se caracterizan por decoraciones fuertemente influenciadas por el arte de la orfebrería, el uso constante del entrelazado, así como por la importancia otorgada a la caligrafía. Los libros más famosos de esta producción son principalmente de evangeliarios. Se contabilizan en la actualidad unos sesenta manuscritos de este período.
El arte hiberno-sajón (o insular), que se desarrolló entre los siglos V y X, es un estilo único que combina influencias tanto celtas como anglosajonas, pero efectivamente, los anglosajones no pueden considerarse celtas. Este arte se vincula más estrechamente con Gran Bretaña e Irlanda debido a su contexto geográfico y cultural, pero tiene raíces en las tradiciones tanto de los pueblos indígenas celtas como de los invasores germánicos.
Contexto histórico. Los anglosajones llegaron a Gran Bretaña desde el continente europeo alrededor del siglo V, tras la retirada romana, y rápidamente desplazaron o asimilaron a las poblaciones britanas celtas. Estos últimos se replegaron principalmente hacia Gales, Cornualles y Escocia.
Sin embargo, el arte hiberno-sajón tiene una fuerte influencia celta, especialmente a través de las tradiciones irlandesas y britanas previas a la llegada de los anglosajones. Elementos como los complejos patrones entrelazados, los motivos zoomorfos y las decoraciones abstractas derivan claramente de las tradiciones celtas insulares.
Los anglosajones aportaron su propia estética, derivada de las tradiciones germánicas, incluyendo la metalurgia y ciertos estilos de decoración. Su influencia en el arte insular es evidente en la combinación de estas tradiciones con los estilos celtas ya existentes.
Culminación y continuidad
El periodo más destacado del estilo llegó a su fin con la destrucción de los centros monásticos y de la vida aristocrática que trajeron consigo las incursiones vikingas de finales del siglo VIII, como se comprueba por la interrupción de los trabajos del Libro de Kells. No volvieron a producirse evangeliarios tan profusamente iluminados como los de la época precedente.
A partir del siglo X, la historiografía prefiere el uso de la etiqueta «arte anglosajón» para Inglaterra, mientras que para Irlanda se mantienen el uso de las etiquetas «insular» o «hiberno-sajón», al continuar las características del estilo hasta el siglo XII, ya en el contexto del románico.
En Europa continental, especialmente en el reino franco, los centros monásticos fundados por los monjes misioneros irlandeses y escoceses extendieron una influencia estética de este estilo, que se reconoce en elementos decorativos de manuscritos carolingios, románicos e incluso góticos.
El arte hiberno-sajón, anglo-celta o insular se refiere a la producción artística de las islas británicas durante la Alta Edad Media, específicamente entre los siglos V y X. Este periodo se caracteriza por la escasez de grandes obras artísticas debido a la inestabilidad política y social tras la caída del Imperio romano de Occidente, y a menudo se conoce como la «época oscura» o el periodo de las invasiones.
A pesar de las circunstancias, las comunidades en las islas británicas desarrollaron un estilo artístico único, que mezcla influencias de los pueblos celtas, anglos y sajones. Este arte se distingue por su detallada ornamentación, especialmente en manuscritos, como el famoso Libro de Kells, y en la metalurgia, como las cruces y objetos religiosos.
El término «Prerrománico» abarca en general toda la producción artística de Europa occidental de esta época, que se distingue de los estilos clásicos romanos y post-romanos por su singularidad regional y su evolución hacia nuevas formas de expresión medieval.
Iglesia de San Pedro de Barton-upon-Humber.
La iglesia de San Pedro de Barton-upon-Humber es un claro ejemplo de la arquitectura medieval en Inglaterra, especialmente representativa de los primeros tiempos del cristianismo en las islas británicas. Situada en el norte de Inglaterra, en la localidad de Barton-upon-Humber, esta iglesia tiene una historia que se remonta a tiempos tempranos, con su origen en el periodo anglosajón. Su torre, una de las partes más destacadas de la iglesia, data de aproximadamente el siglo XI, lo que la convierte en una de las estructuras más antiguas de la región.
La iglesia de San Pedro fue probablemente construida como una iglesia monástica durante la expansión del cristianismo en las islas británicas, un proceso que comenzó con la llegada de misioneros romanos y celtas que trajeron la fe cristiana después de la caída del Imperio Romano de Occidente. Durante los siglos V al VII, muchas iglesias y monasterios se fundaron en el Reino de Inglaterra, y esta iglesia de San Pedro de Barton-upon-Humber puede considerarse parte de ese movimiento de establecimiento y expansión cristiana en las islas.
Torre de la iglesia de San Pedro de Barton-upon-Humber. Foto: Keith Havercroft. Dominio público. Original file (600 × 800 pixels, file size: 147 KB).
El estilo arquitectónico de la iglesia se enmarca dentro del arte prerrománico o anglosajón, caracterizado por un uso limitado de la piedra y una estructura simple pero funcional. La torre, con su construcción robusta y su estilo románico primitivo, muestra las influencias de la transición entre las tradiciones anglosajonas y las primeras formas de arquitectura románica que llegaron a las islas desde el continente europeo.
A lo largo de los siglos, la iglesia ha sido objeto de diversas modificaciones y ampliaciones. Sin embargo, su estructura original de la torre permanece como testimonio de la rica historia cristiana temprana en la región. De hecho, la iglesia de San Pedro refleja de manera clara la incipiente aplicación del cristianismo en las islas británicas, especialmente en las áreas que antes habían sido dominadas por prácticas religiosas paganas, como es el caso de Barton-upon-Humber. En este sentido, la iglesia no solo es un edificio de culto, sino también un símbolo del avance de la cristianización en las islas.
Por tanto, la iglesia de San Pedro de Barton-upon-Humber no solo pertenece al periodo cronológico del incipiente cristianismo, sino que también encarna el estilo artístico prerrománico, siendo un ejemplo del arte anglosajón que surgió como parte de la expansión del cristianismo en las islas.
Contexto histórico. El llamado arte insular encuentra su origen en la evangelización de Irlanda en los siglos IV y V bajo la influencia de San Patricio. Las nuevas instituciones religiosas del cristianismo celta, organizadas principalmente en torno a establecimientos monásticos, encargaron numerosas obras de arte mueble (orfebrería, vestimentas y objetos litúrgicos), incluyendo también de forma especial manuscritos.
Se producen principalmente dos tipos de manuscritos:
- Evangelios de pequeño formato, destinados tanto a la predicación y a los misioneros como a la devoción privada, con obras de ejemplo como el Libro de Dimma o el Libro de Mulling.
- Obras de gran formato, reservadas a los oficios litúrgicos de los monasterios, como el Libro de Kells.
Dos serán los estilos de arte miniado que confluirán en las islas:
- Los monjes irlandeses contribuyeron a la evangelización de Escocia y el norte de Gran Bretaña fundando nuevos monasterios como el de Iona en Escocia por Colomba de Iona en 563, o el de Lindisfarne en 635 por Aidan de Lindisfarne, Northumbria. Los misioneros irlandeses traen consigo también su arte a estas regiones donde predican.
- Al mismo tiempo, el sur de Gran Bretaña sufrió una influencia directa del cristianismo continental y en particular del italiano durante los siglos VI y VII, especialmente a consecuencia de la misión gregoriana. Como en el caso anterior, los misioneros traen consigo manuscritos italianos y bizantinos llegando así a la isla por esta vía y ejerciendo su influencia en la producción de iluminaciones insulares.
Paulatinamente, los mayores centros de producción se concentraron primero en Northumbria y luego en el sur de Inglaterra, en Kent, durante los siglos VII y VIII. Los monasterios se beneficiaron allí de condiciones materiales más favorables que en Irlanda, así como de la protección (incluso el patrocinio) de los reyes anglosajones. Los scriptoria de Lindisfarne e Iona son desde finales del siglo VII los más prolíficos.
A finales del siglo VI, varios misioneros irlandeses del entorno de San Columbano de Luxeuil desembarcaron en el continente y contribuyeron a la creación de varios monasterios en Francia, Suiza y el norte de Italia. Su discípulo San Galo de Arbona contribuye a la fundación del centro monacal en Suiza y San Quiliano de Herbipoli viaja por su parte al sur de Alemania. Todos estos establecimientos contribuyeron a difundir la caligrafía insular y las técnicas decorativas en los manuscritos continentales producidos en la época. Los manuscritos en el norte de Francia durante en la época carolingia y que presentan una influencia insular directa se califican como procedentes de la «escuela francosajona».
(…)
Temas: Artículo principal: Iluminación insular.
Manuscritos iluminados; Evangelización de Irlanda; San Patricio; Cristianismo celta; Colomba de Iona (563); Lindisfarne; Aidan de Lindisfarne; Northumbria; Misión gregoriana; San Columbano de Luxeuil, San Galo de Arbona; San Quiliano de Herbipoli; «Escuela francosajona«.
Muro norte y parte del muro occidental de la nave de la iglesia de Greensted. Un pequeño vano a baja altura podría ser, bien un espacio para situar la pila del agua bendita, bien un leper’s squint («hagioscopio de los leprosos»). La imagen muestra la pared norte (izquierda) y parte de la pared oeste de la iglesia de madera del siglo IX en Greensted-juxta-Ongar, Essex. Las paredes están hechas de secciones verticales de troncos de árboles colocados lado a lado. Hay una pequeña ventana cortada como una muesca en uno de los troncos de la pared norte. Esta es una versión ligeramente editada de mi propia fotografía digital. Foto: SiGarb. Dominio público.

Complejo monástico de Glendalough.
El complejo monástico de Glendalough, situado en el condado de Wicklow, Irlanda, es uno de los conjuntos monásticos más importantes y conocidos de la Edad Media temprana en las islas británicas. Fundado en el siglo VI por San Kevin, un monje irlandés, Glendalough se encuentra en un hermoso valle rodeado por montañas, lo que le confiere un carácter aislado y sereno, ideal para la vida monástica y la meditación. La ubicación del monasterio en este entorno natural, junto a dos lagos, refuerza la conexión entre el arte de vivir monástico y la naturaleza, un tema recurrente en la espiritualidad medieval irlandesa.
Glendalough fue un importante centro religioso, cultural y de aprendizaje durante la Alta Edad Media, funcionando no solo como lugar de retiro y oración, sino también como centro de peregrinación y educación. A lo largo de los siglos, el monasterio creció y se convirtió en una comunidad vibrante que atrajo a muchos discípulos, y su influencia se extendió por toda Irlanda y más allá. Durante su apogeo, Glendalough albergó a varios monjes y fue conocido por su biblioteca, que contenía manuscritos y textos sagrados, algunos de los cuales se han perdido con el paso del tiempo.
Complejo monástico de Glendalough. (Irlanda). Ramón – Flickr. CC BY-SA 2.0. Original file (3,456 × 2,304 pixels, file size: 4.19 MB).
En cuanto al estilo arquitectónico del complejo, el monasterio de Glendalough pertenece al estilo de la arquitectura monástica temprana irlandesa, que está fuertemente influenciado por las tradiciones celtas y la falta de influencias del arte romano. Las construcciones monásticas en Irlanda durante esta época eran generalmente sencillas, pero funcionales. Entre las estructuras más representativas del monasterio se encuentran las iglesias de piedra, las celdas monásticas, la famosa torre redonda y los cruces celtas. La torre redonda, una estructura de varios pisos que se eleva hacia el cielo, se utilizaba tanto para la defensa como para el refugio durante los ataques vikingos, y también servía como lugar de almacenamiento. Esta torre es uno de los elementos más distintivos y característicos del estilo monástico irlandés.
Además de las iglesias y la torre redonda, el complejo incluye varios otros edificios monásticos, como una iglesia de San Kevin, que se cree que fue el lugar donde San Kevin pasó sus últimos días, y una serie de cruces celtas, que eran elementos comunes en las comunidades monásticas irlandesas y que servían como símbolos de la fe cristiana.
El estilo arquitectónico de Glendalough refleja una mezcla de influencias celtas y cristianas, con una fuerte conexión con la tradición celta de la vida ermitaña y el retiro espiritual en la naturaleza. Las construcciones monásticas eran funcionales y orientadas hacia la meditación y la oración, con una clara relación entre la espiritualidad y el entorno natural. El arte celta, caracterizado por intrincados patrones geométricos y simbolismos cristianos, también se refleja en los detalles artísticos de las cruces y otros elementos del complejo.
La situación de Glendalough, en un valle apartado, no solo tenía un propósito religioso, sino también práctico, ya que su ubicación aislada protegía el monasterio de invasiones y ofrecía un espacio ideal para la vida contemplativa. Aunque el monasterio sufrió ataques vikingos en el siglo IX, continuó siendo un importante centro religioso hasta su declive en el siglo XIII, cuando la peste y las invasiones de los normandos afectaron su desarrollo.
Hoy en día, el complejo de Glendalough es un importante sitio arqueológico y un destino turístico, atrayendo a visitantes de todo el mundo interesados en la historia del cristianismo temprano en Irlanda y la belleza natural de la zona. Sus ruinas siguen siendo testimonio de la fe y la vida monástica que floreció en la Irlanda medieval, y el sitio continúa siendo un lugar de reflexión y espiritualidad para los visitantes modernos.
Algunos pueblos celtas
Britanos
Los britanos o britones fueron los pueblos nativos que habitaron la isla de Gran Bretaña (Albión), los cuales podían ser descritos como celtas insulares antes de que su lengua y cultura fueran reemplazadas por las de los invasores anglosajones.
Estos pueblos hablaban lenguas britónicas y compartían tradiciones culturales comunes. En términos de lengua y cultura, gran parte de todo el oeste de Europa fue principalmente céltica durante este periodo, aunque la isla de Gran Bretaña y la Bretaña continental estuvieron habitadas por celtas britanos. Los habitantes de Irlanda, la Isla de Man y Dalriada eran escotos o celtas gaélicos, hablantes de lenguas goidélicas.
Parte de los eruditos en la materia argumentan que el desconocido idioma picto era de origen britano, si bien en la Britania prerromana los pictos se distinguían como un grupo separado, del mismo modo que los escotos de Dalriada. En cualquier caso, el término britano se refiere tradicionalmente a los habitantes de la antigua Britania excluyendo a los pictos, ya que muchos de los rasgos culturales pictos (como por ejemplo, su escultura, alfarería y monumentos) diferían de los de los britanos.
La invasión romana de Britania (efímera con Julio César y definitiva con Claudio) y la consiguiente romanización a partir del siglo I supuso la adopción del latín y la civilización romana por los britanos del sur de la isla de Gran Bretaña, incluido el cristianismo a partir del siglo IV. La anarquía propia del final del Imperio romano de Occidente tuvo graves consecuencias para estas comunidades, que fueron expulsadas de la isla en el siglo V y sustituidas por los paganos del norte (pictos y escotos) y por los también paganos invasores germánicos (anglos, sajones y jutos). Los britanos emigraron por vía marítima a la península de Bretaña y algunos pocos hasta lugares como Asturias y Galicia, donde fundaron la diócesis de Britonia.


Idioma
Los britanos hablaban lenguas britónicas, una rama insular de las lenguas celtas. La otra rama de lenguas celtas insulares que coexistían con las britónicas eran las goidélicas (de la que procede el idioma gaélico). Se cree que las lenguas britónicas eran habladas en toda la isla de Gran Bretaña, incluso tan al norte como en el Fiordo de Forth. Más allá se encontraba el territorio de los pictos y de los escotos. Sin embargo, los britanos emigraron posteriormente a la Bretaña continental, donde se desarrolló el idioma bretón.
Se cree que las lenguas británicas evolucionaron a partir del protocéltico, tras haber sido este introducido en las islas británicas desde el Continente. La primera forma de lengua británica fue posiblemente la britana. Después de la conquista romana de Britania, la lengua britana adoptó algunas palabras del latín; de ahí que la lengua se denomine britano-romano en este periodo.
La lengua britana se dividió entonces en tres dialectos: Oriental, Occidental y Suroccidental. El dialecto oriental fue reemplazado de forma más acusada durante las invasiones anglosajonas por el lenguaje de estos. La occidental y suroccidental derivaron en el cúmbrico, galés, córnico y bretón. Mientras el galés, córnico y bretón aún sobreviven como lenguas vivas, el cúmbrico se extinguió en el siglo XII, aunque se están desarrollando intentos por reconstruir este idioma.
Relieve de una mujer romano-britana. Linda Spashett Storye book. Gritstone bas-relief of Romano-British woman, in Manor House Museum, Ilkley, West Yorkshire. CC BY 3.0. Original file (2,584 × 3,644 pixels, file size: 2.22 MB).
Historia
A lo largo de su existencia, el territorio habitado por los britanos se compuso de numerosas áreas, siempre cambiantes, controladas por tribus. La extensión de su territorio antes y durante el periodo romano no está clara, pero generalmente se cree que incluía la totalidad de la isla de Gran Bretaña hasta el istmo de Clyde Forth, al norte del cual habitaban los pictos. Parte de este territorio picto fue absorbido por el reino gaélico de Dalriata. La isla de Man estuvo originalmente habitada por britanos, aunque también pasó a ser territorio gaélico. Así mismo, se cree que la isla de Irlanda fue totalmente gaélica durante este periodo.
El Imperio romano invadió Britania en el año 43. Las tribus britanas se opusieron continuamente a las legiones romanas, aunque para el año 84 los romanos habían conquistado todo el territorio hasta el istmo Clyde-Forth. En el año 115, los nativos se sublevaron contra sus conquistadores y aniquilaron a las guarniciones romanas de Eburacum (York). Como resultado, el emperador romano Adriano visitó Britania en 122 y comenzó la construcción de una muralla de 117 km conocida como muralla de Adriano a la altura del golfo de Solway, como límite norte del dominio de Roma. Años más tarde, su sucesor, Antonio Pío, mandó levantar otra 50 km al norte. Sin embargo, estas nuevas posiciones defensivas fueron abandonadas tras su muerte en 161, pasando a ser de nuevo la muralla de Adriano la frontera romana durante los siguientes doscientos años, un periodo de paz relativa. Aunque las tribus nativas britanas permanecieron mayoritariamente en sus tierras, quedaron sujetas al mandato de los gobernadores romanos. El Imperio romano retuvo el control de Britania hasta su retirada alrededor del año 400, cuando se iniciaron las invasiones bárbaras de Europa.
Migraciones de los britanos durante la invasión de los anglosajones en Britania. Mapa: Rubén Tarrío. Dominio público. Original file (1,670 × 2,928 pixels, file size: 542 KB).
En los tiempos de la retirada romana, los pueblos germánicos anglosajones iniciaron sus migraciones hacia la costa oriental de Gran Bretaña, donde establecieron reinos. De esta forma, las lenguas y culturas britanas fueron reemplazadas por las de los anglosajones. Al mismo tiempo, algunas tribus britanas migraron a través del canal de la Mancha a lo que hoy se conoce como Bretaña, o al norte de la península ibérica, así como a tierras yermas como Cornualles y el noroeste de Inglaterra, donde se establecieron reinos como Rheged o Dumnonia. En estos reinos se desarrolló el idioma bretón. A finales del primer milenio, los anglosajones habían conquistado la mayor parte del territorio de Gran Bretaña, extinguiendo el idioma y la cultura de los nativos britanos, que permaneció sólo de forma residual en la península suroccidental, en las regiones montañosas de los Peninos y Gales.
Britanos famosos
- Arturo – Líder guerrero romano-britano de dudosa autenticidad histórica.
- Boudica – Reina de los icenos, que dirigió la rebelión contra la ocupación romana en el año 60.
- Carataco – Jefe de la defensa contra la conquista romana de Britania.
- Cartimandua – Reina de los brigantes durante y tras la invasión romana.
- Casivelono – Acaudilló la defensa contra la segunda expedición de Julio César a Britania en el 54.
- Cogidubno – Rey britano cliente de Roma, posteriormente ciudadano romano y premiado con el palacio romano de Fishbourne.
- Comio – Rey histórico de la nación belga de los atrébates; inicialmente en la Galia y luego en Britania, durante el siglo I a. C.
- Cunedda – Rey del periodo postromano y creador del reino de Gwynedd.
- Cunobelino – Rey histórico del sur de Britania entre la primera y la segunda invasión romana. Inspiración para el Cimbelino de Shakespeare.
- Mailoc – Obispo de Britonia (Galicia) en el siglo VI.
- Pelagio – Influyente monje y teólogo cristiano, tildado como herético.
- Prasutago – Esposo de Boudica.
- Togodumno – Líder de la defensa contra la conquista romana de Britania.
- Urien Rheged – Rey de Rheged (moderna Lancashire y Cumbria).
- Vortigern – Señor de la guerra y rey en el siglo V. Conocido por haber invitado a los jutos para establecerse en Kent.
Pueblo bretón
Los bretones forman un grupo étnico situado en la región de Bretaña, Francia. Trazan su ascendencia hasta los grupos de britanos de habla celta que emigraron desde el suroeste de Gran Bretaña, incluyendo Cornualles, en diversas oleadas entre los siglos III y IX, especialmente en el periodo entre 450 y 600, hacia la península de Armórica, a la que posteriormente dieron su nombre.
La lengua tradicional de Bretaña es el bretón (Brezhoneg), hablado en la Bretaña inferior (el oeste de la península). En la actualidad, el bretón lo hablan aproximadamente 365 000 personas, de las que 240 000 lo hablan fluidamente. Otro idioma minoritario en la zona es el galó, hablado exclusivamente en la Bretaña Superior, donde el bretón nunca llegó a consolidarse plenamente. Como lengua celta, el bretón está fuertemente emparentado con el córnico y, de manera más lejana, con el galés. Por otra parte, el galó es una lengua romance perteneciente al grupo de las lenguas de oïl. El idioma nativo de la mayor parte de los bretones en la actualidad es el francés.
Bretones famosos: Dzlinker. CC BY-SA 3.0. Original file (1,785 × 3,192 pixels, file size: 1.14 MB).
Primera línea: Nominoe: Primer Duque, Tad ar Vro, St Yves: Erwann, patrón de Bretaña
Segunda línea: René Laennec, Jacques Cartier, Anne of Brittany
Tercera línea: François-René de Chateaubriand, Robert Surcouf, Jules Verne
Cuarta línea: J. M. G. Le Clézio, Alan Stivell, Eric TabarlyBretaña está considerada como una de las seis naciones celtas. Étnicamente, junto con los córnicos y galeses, los bretones son los últimos vestigios de los antiguos britanos. La cifra actual de bretones en Bretaña y Francia es difícil de estimar, debido a que el gobierno francés no realiza estadísticas sobre identidad étnica. La población de Bretaña a enero de 2007 era de 4.365.500 habitantes.
Se dice que en torno a 1914 un millón de personas hablaban bretón al este de la frontera entre las zonas de habla bretón y galó – en torno al 90 % de la población de la mitad occidental de Bretaña. En 1945 el porcentaje había caído hasta el 75 %, y hoy en día, las estadísticas más optimistas apuntan a que solo un 20 % de los bretones puede hablar bretón.
La población de Bretaña se estima en torno a los 4 millones, incluyendo el departamento de Loira Atlántico, que fue separado de Bretaña por el Gobierno de Vichy en 1941. Tres cuartas partes de las 200 000-250 000 personas que utilizan el bretón como lengua cotidiana tienen más de 65 años.
Una fuerte emigración histórica ha dado lugar a una diáspora bretona dentro de las fronteras francesas y en los Departamentos de ultramar. Se asentaron principalmente en el área de París, donde más de un millón de personas afirman tener ascendencia bretona. Muchas familias han emigrado igualmente a América, sobre todo a Canadá (especialmente en Quebec y las provincias marítimas) y a los Estados Unidos. Además, los primeros colonos franceses en las Antillas francesas procedían de Bretaña.
Orígenes históricos de los bretones
Los bretones son un pueblo celta originario de la región de Bretaña, situada en el noroeste de Francia. Son descendientes de los antiguos celtas que habitaban la zona conocida como Armórica durante la Edad del Hierro y de los migrantes provenientes de las Islas Británicas en los siglos V y VI d.C. Estos últimos llegaron huyendo de las invasiones anglosajonas en Britania y llevaron consigo su lengua, costumbres y tradiciones, reforzando la identidad celta de Bretaña.
El idioma bretón, una lengua celta del grupo britónico, está estrechamente relacionado con el galés y el córnico. Aunque ha sido desplazado en gran parte por el francés, sigue siendo hablado en ciertas áreas de Bretaña y es objeto de iniciativas de revitalización. Culturalmente, los bretones tienen un fuerte vínculo con la música, las leyendas celtas y la tradición oral, además de mantener vivas antiguas costumbres en festivales y celebraciones. Durante la época precristiana, su religión era druídica, con una conexión profunda con la naturaleza, aunque posteriormente adoptaron el cristianismo con influencias locales.
A finales del siglo IV, gran cantidad de tropas auxiliares britanas del ejército romano se estacionaron en Armórica. La Historia Brittonum, escrita por Nennius en el siglo IX afirma que el emperador Magnus Maximus, que dio orden de retirar las tropas romanas de Britania, asentó sus tropas en Bretaña. Tanto Nennius como Gildas mencionan una segunda oleada de britanos asentándose en Armórica en el siglo siguiente, escapando de la invasión anglosajona y del acoso de los escotos. La arqueología moderna también apoya la existencia de una migración en dos oleadas.
Está generalmente aceptado que los britanos parlantes que llegaron a Bretaña dieron a la zona su nombre y trajeron consigo el idioma bretón, Brezhoneg, idioma emparentado con el galés y el córnico.
Hay numerosos registros de misioneros cristianos llegados desde Gran Bretaña durante la segunda oleada de colonización, especialmente el legendario Gildas. Al igual que en Cornualles, muchas poblaciones bretonas llevan el nombre de los siete santos fundadores de la iglesia británica. El irlandés Columbano de Luxeuil también desarrolló actividades en Bretaña y es recordado en Saint-Colomban (Carnac).
A principios de la Edad Media, Bretaña estaba dividida en tres reinos: Domnonia, Cornualles (Kernev) y Bro Waroc’h (Broërec). Estos tres reinos pasados los años llegarían a formar parte del Ducado de la Bretaña. Los nombres de los primeros dos reinos parece ser que derivan de las tierras de procedencia de las tribus britanas que los colonizaron: Cornualles (Kernow) y Devon (Dumnonia). Bro Waroc’h («Tierra de Waroch») deriva del nombre de uno de los primeros líderes bretones conocido, el cual dominó sobre la región de Vannes (Gwened).
Los líderes de Domnonia, tales como Conomor, buscaron expandir su territorio, autoproclamándose señores de todos los bretones, aunque había una tensión constante entre todos los señores locales. Los bretones fueron una de las fuerzas más prominentes dentro de las fuerzas no normandas que formaron parte de la invasión de Inglaterra. Un cierto número de familias bretonas pertenecían a la clase alta dentro de la nueva sociedad y se encontraban unidas a los normandos mediante lazos de matrimonio.
El clan escocés Stewart y la casa real de los Estuardo tienen orígenes bretones. Alan de Penthièvre, también conocido como Alan el Rojo, fue primo y a la vez caballero del séquito de Guillermo el Conquistador. Tras su intervención en la Batalla de Hastings, su primo le concedió tierras en Yorkshire. En el momento de su muerte, era el noble más rico de toda Inglaterra. Su castillo en Richmond aseguraba una presencia bretona en el norte de Inglaterra. El título de «Earl de Richmond» pasaría a formar parte de los títulos otorgados a los Duques de Bretaña.
Comunidad de habla britana en torno al siglo VI. El mar era un medio de comunicación más que una barrera. Mapa: Rubén Tarrío. Dominio público. Original file (1,670 × 2,928 pixels, file size: 542 KB).
Pueblos celtas y Celtíberos en la península Ibérica
Los pueblos celtas en la península ibérica son aquellos que llegaron en oleadas migratorias desde Europa central, comenzando en el siglo IX a.C. y consolidándose durante la Primera Edad del Hierro, hacia el siglo VIII a.C. Estos pueblos se asentaron principalmente en el noroeste, la Meseta y el occidente peninsular. En el noroeste, encontramos a los galaicos, astures y cántabros, mientras que en el centro y occidente destacan los vetones y los lusitanos, aunque estos últimos se consideran más bien celtizados. Los celtíberos, por su parte, surgieron del contacto cultural entre los celtas y los íberos, dando lugar a una identidad propia en la región oriental de la Meseta y el Sistema Ibérico. Entre los principales pueblos celtíberos están los arévacos, los pelendones, los belos, los titos y los lobetanos. Los celtas trajeron consigo su lengua indoeuropea, sus creencias religiosas y su organización social basada en clanes, mientras que los celtíberos adoptaron elementos de la cultura íbera, como la escritura y algunas prácticas comerciales, pero mantuvieron muchas tradiciones celtas. La llegada de estos pueblos se produjo en diferentes momentos durante el primer milenio a.C., como parte de la expansión celta desde Europa central, impulsada por las culturas de Hallstatt y La Tène.
Etnográfico y Lingüístico mapa de la Península Ibérica sobre el 200 AC. Mapa por: The Ogre. CC BY-SA 4.0.

El término celtíberos agrupa a una serie de pueblos prerromanos celtas o celtizados que habitaban desde finales de la Edad del Bronce (aprox. siglo XIII a. C.), hasta la romanización de Hispania (siglos II-I a. C.), la zona de la península ibérica llamada Celtiberia por las fuentes clásicas. Resulta difícil asignar territorios y fronteras concretas a esta amalgama de pueblos debido a la escasa documentación histórica existente y a la cantidad de hipótesis sugeridas por los restos arqueológicos encontrados. La definición de celtíbero ha cambiado a lo largo de la historia, pero en la actualidad son habitualmente considerados celtíberos los arévacos, titos, bellos, lusones y pelendones, y más ocasionalmente vacceos, carpetanos, olcades y lobetanos.
Es difícil precisar cómo llegaron las influencias celtas a los indígenas durante la Edad del Bronce. La cultura material resultante es claramente distinguible de los modelos celtas centroeuropeos (Cultura de Hallstatt y La Tène). Hacia el siglo III a. C., comienza un proceso de formación de núcleos urbanos más grandes, en detrimento de los pequeños asentamientos fortificados que los celtíberos habitaban hasta entonces. Poco después, adoptan el silabario íbero, dejando en escritura celtibérica inscripciones en monedas y documentos. Tanto las inscripciones encontradas en escritura celtibérica y escritura latina, documentan la lengua celtibérica como lengua celta.
A comienzos del siglo II a. C. entraron en contacto con las potencias mediterráneas, y fueron descritos por historiadores como Ptolomeo, Estrabón, Marcial o Tito Livio entre otros. Los romanos los consideraban una mezcla de celtas e íberos, diferenciándose así de sus vecinos, tanto de los celtas de la meseta como de los íberos de la costa. Plinio el Viejo afirma que los celtas de Iberia han emigrado desde el territorio de Celtici Lusitania, que él parece considerar como el asiento original de toda la población celta de la península ibérica que incluye los celtíberos, en el terreno de la identidad de los ritos sagrados, el lenguaje y los nombres de las ciudades.
Tras organizar una dura resistencia (guerras celtíberas), los pueblos celtíberos fueron romanizados durante el siglo II y el siglo I a. C. En el marco de las Guerras Sertorianas ocurrieron los últimos episodios formales de rebelión.
Los celtas no practicaban la escritura. Los celtíberos sí, utilizando el alfabeto de los iberos. Sus creencias religiosas estaban vinculadas con las divinidades y los rituales funerarios celtas, como los enterramientos en necrópolis de incineración.
Artículos principales: Prohistoria de la península Ibérica. Pueblos Prerromanos de la península Ibérica. Historia antigua de la península ibérica
Pueblos galos
La expresión pueblos galos designa a los pueblos protohistóricos de celtas que residían en la Galia (Gallia en latín), es decir, aproximadamente en los territorios de las actuales Francia, Bélgica, Suiza y en partes del norte de Italia, probablemente a partir de la primera Edad del Bronce (segundo milenio a. C.).
Los galos estaban divididos en muchos pueblos o tribus que se comprendían entre ellos, que pensaban que descendían todos de una misma cepa y que conocían su genealogía. A estos vínculos de afiliación, reales o míticos, que les creaban obligaciones de solidaridad, se añadían además alianzas que suscribían algunos para ser considerados en la clientela de otros y formar federaciones como las de los arvernos y heduos. Cada uno de estos pueblos se dividía en «civitas» identificadas por un jefe del lugar y un territorio llamado en latín «pagus», que a su vez se subdividía en «vicus», más o menos equivalente a los cantones actuales.
Las civilizaciones galas se asocian en arqueología a la civilización celta de La Tène (nombre de un yacimiento descubierto en el borde del lago de Neuchâtel, Suiza). La civilización de La Tène floreció en el continente en la segunda Edad del Hierro y desapareció en Irlanda durante la Alta Edad Media.
La Galia y los pueblos galos. Feitscherg. CC BY-SA 3.0. Original file (SVG file, nominally 1,450 × 1,460 pixels, file size: 2.37 MB)-.

Etimología. El nombre latino de Galli —plural de Gallus—, habitantes de la Gallia, se asoció en el Renacimiento con su homófono galus ‘gallo’, convertido así en el animal emblemático de Francia.
Los antiguos griegos llamaban a los galos Keltoi (Κελτοι) (lat. Celtae, según Julio César) o también Galátai (Γαλάται), plural de Galátēs (Γαλάτης).
Los pueblos germanos llamaban a los celtas *Walhaz, con el significado posterior de ‘romano, latinohablante’, convertido en alemán moderno en Welsch, un término a menudo peyorativo con el que los alemanes designan hoy a los pueblos de lengua romance.
Los orígenes
Los galos son los primeros celtas que poblaron la Europa central, después de que hubieran comenzado a emigrar hacia 1500 a. C. al norte-oeste. Esto explica el porqué de que en otras zonas de Europa se utilicen palabras directamente relacionadas con los celtas o pueblos galos, por poner un ejemplo la Galizia ucraniana, y tiene alguna relación con los vikingos que supuestamente fundaron la ciudad de Kiev navegando por ríos, de igual forma que la mayor parte de los asentamientos celtas, keltas, keltiae, son con acceso por navegación: Porto Gal, Wales (Gales), Galway, etc. Existe relación celta con los vikingos, teniendo en cuenta que en la protohistoria todos estos pueblos indoeuropeos estaban emparentados, teniendo como posible origen, los celtas, la Galacia turca hacia el norte por Ucrania y Grecia, llegando desde Ucrania a Polonia y los países bálticos a Escandinavia, y desde Grecia hasta Irlanda y Portugal.
Basta recordar la familia de lenguas uraloaltaicas: finohungúricos también llamadas lenguas ugrofinesas (finlandés y húngaro), estonio, carelio, turco y mansi para suponer que los indicios no son desdeñables, para constituir una parte importante de la población de diferentes regiones de la Galia. Los celtas, que habitualmente no utilizaban la escritura, aparecen, por tanto, en el período conocido como protohistoria, en la Edad del Bronce y la Edad del Hierro.
Los inicios de la época gala son difíciles de fechar y varían entre regiones. Como demostró Henri Hubert, el proceso habría durado varios siglos, durante los cuales varios pueblos habrían coexistido. No habrían llegado de repente por una especie de guerra de invasión general, ni en masa por la migración de una multitud de individuos aislados, sino por la llegada de grupos organizados en tribus poco numerosas, que se establecieron en medio de otros pueblos que les acogieron con hospitalidad, derechos definidos por tratados y un territorio.
Es comúnmente admitido que la civilización céltica floreció en la Galia en el periodo de La Tène, es decir, en la segunda Edad del Hierro, a partir del siglo V a. C. La ciudad de Marsella, colonia de la ciudad griega de Focea, fue fundada en torno a 600 a. C. en el territorio de los segobriges.
Fuente: Wikipedia Los Pueblos Galos
Extensión europea de los pueblos galos. User: Castagna. Dominio público.

Testimonios arqueológicos e históricos
Algunos arqueólogos, sin embargo, remontan la civilización gala al siglo VIII a. C. o al siglo VII a. C. (época de la Civilización celta de Hallstatt): las fuentes arqueológicas de esa época, como la tumba de la princesa en Vix (Cote d’Or), datada a principios del siglo V a. C.), dan fe de la existencia de príncipes que ya hacían uso de la espada larga.
En las fuentes griegas, en particular de la época macedonia, hay numerosas menciones de los celtas -entonces llamados «gálatas»-, que formaban parte de contingentes mercenarios y se refieren principalmente a su coraje y a su valor guerrero. Se corresponderían con el período de mayor expansión celta (siglo IV a. C. – siglo III a. C.).
En las fuentes latinas, algo posteriores, los galos del siglo II y del siglo I a. C.. son claramente distinguidos de cimbrios, teutones (tribus germano-celtas), britones y helvecios (tribus celtas de Gran Bretaña y Suiza).
El fin de la independencia
El conjunto de la Galia está dividido en tres partes: una está habitada por los belgas, otra por los aquitanos, la tercera por el pueblo que, en su propia lengua, se llama celta, y en el nuestro, galo. Todo estos pueblos se diferencian entre sí por el lenguaje, las costumbres, las leyes. Los galos están separados de los aquitanos por el Garona, de los belgas por el Sena y el Marne.
Julio César, Comentarios sobre la guerra de las Galias.
Independiente sin estar por ello unificada, la Galia se incorporó militarmente a la República romana en dos etapas: la Galia meridional, más allá de los Alpes (Gallia bracata, expresión latina que se refería a Galia «con pantalones») fue conquistada desde finales del siglo II a. C. y romanizada, al parecer, en menos de un siglo. Se convirtió, cronológicamente, en la octava provincia romana (es decir, territorio bajo dominio romano situado fuera de la Italia peninsular, la cual no era una provincia, sino el territorio metropolitano de la misma Roma) en ser instituida, tras las de Sicilia (241 a.C.), Sardinia et Corsica (229 a.C.), Hispania Ulterior e Hispania Citerior (ambas en 197 a.C.), Macedonia (148 a.C.), África (146 a.C.) y Asia (129 a.C.): la Gallia Narbonensis ( instituida en el 123 a.C.), y contó con la primera ciudad de derecho romano fuera de Italia (Narbona).
La Galia septentrional (llamada Gallia comata, es decir, la «Galia chevelue» o «Galia Cabelluda» por Julio César) fue sometida entre el 58 y el 51 a. C. por las legiones de este último. Esta «Guerra de las Galias» culminó con la derrota de una coalición gala dirigida por el arverno Vercingétorix, en la Batalla de Alesia, 52 a. C. La historiografía romana, sin embargo, no establece el final de la pacificación hasta el 51 a. C., a raíz de una victoria final sobre los restos de la coalición que se habían reunido bajo las órdenes del jefe Lucterio. La presencia de muchos lugares llamados «camps de César» (campamentos de César) en Francia no debe engañar: la mayoría de ellos son asentamientos posteriores, que datan a veces de la época medieval. Sin embargo, es probable que la pacificación fuera más larga que lo que se creyó durante mucho tiempo y durara al menos hasta el imperium de Augusto.
Los galos del Imperio
Los términos galos y Galia, así como la mayor parte de los nombres de los pueblos y tribus de la Galia protohistórica, se mantuvieron en uso para describir a los pueblos y territorios de ultramar. Posteriormente, estas circunscripciones y sus nombres se asociaron a las diócesis para llegar hasta nuestros días, como por ejemplo en Périgueux, ciudad de los petrocorios, o en Vannes, ciudad de los vénetos.
En arqueología e historia, desde hace mucho tiempo se ha designado a los galos romanizados con el término «galorromanos», aunque este término nunca se ha utilizado en las fuentes.
El legado que los galos transmitieron al resto del mundo antiguo, concierne principalmente a los ámbitos de la artesanía —ebanistería, forja (el barril, en particular, es un invento galo), artes culinarias, artes militares (la cota de mallas celta, sin duda, fue el modelo utilizado por los romanos y su uso se extendió a Europa a principios de la Edad Media)— y sobrevivió a través de la cultura romana durante la Alta Edad Media.
Con el objetivo de fomentar el espíritu nacional, la ideología de la escuela de Jules Michelet, especialmente al principio del siglo XX, en un contexto de oposición a Alemania, ha extendido una visión etnocéntrica del pueblo francés, prefiriendo unos galos indígenas en comparación con los elementos romanos, germánicos y posteriores romances. De hecho, el siglo XIX Napoleón III, autor de una biografía de Julio César, contribuyó mucho a dar a los galos un papel moderno, por su participación en las excavaciones que pretendían exhumar los lugares de la guerra de las Galias.
Se conoce muy mal la lengua gala (unos cientos de palabras aisladas) y nada de su gramática y pronunciación. Por ello es casi imposible saber cuál fue su verdadera contribución, en relación con las lenguas latinas y germánicas, en la constitución de la lengua francesa; incluso, si se hubiera convertido en una lengua romance, muchas palabras como «roi» (rey) se han asociado a una etimología latina «rex» aunque «rix» existe en galo. En realidad, así como los galos cisalpinos y transalpinos tenían el mismo sustrato étnico, sus lenguas también estarían sin duda más próximas de lo que se supone.
El Gálata moribundo, una copia romana en mármol de una obra helenística del siglo III a. C. Jean-Pol GRANDMONT y un autor más – CC BY-SA 3.0. Original file (3,888 × 2,592 pixels, file size: 3.42 MB).
Los galos usaban el alfabeto griego y como moneda las divisiones de la moneda griega statere. Puede que emplearan (los testimonios no son directos y sí poco seguros) el sistema de numeración vigesimal (base 20). Hay alguna presencia residual de ello en el idioma francés, por ejemplo, 80 se dice quatre-vingts (cuatro-veinte) y no octante como en latín, etc., y probablemente es debido a su legado.
Rasgo notable, en la Turquía actual, la Galacia es un lejano testimonio de la presencia de galos (gálatas) que habrían servido a Alejandro Magno como mercenarios antes de establecerse en esta región de Asia Menor. También les habría sido reservado un barrio en Estambul, que lleva su nombre, Galatasaray, «palacio de Gálatas», donde habrían residido los mercenarios contratados por el poder bizantino. Es al menos uno de los posibles orígenes de este nombre. De creer a San Jerónimo, en su comentario de la ‘’Epístola a los gálatas, estos últimos todavía hablaban, en el siglo IV d. C., el mismo idioma que los tréveros. Se debe de suponer, por tanto, que en esa época el galo aún no había desaparecido de Asia Menor, ni de los alrededores de la región de Tréveris.
Personajes galos célebres:
- Vercingétorix, rey arverno de la coalición gala que se opuso a la conquista romana y a los heduos.
- Lucterio (en griego, Lucterios), último jefe galo que resistió a Julio César en el sitio de Uxeloduno.
- Diviciaco, vergobreto heduo, druida, amigo de Cicerón.
- Ambíorix, rey de los eburones, líder de la revuelta del año 54 a. C. Logró escapar de César.
Helvecios
Los helvecios (Helvetii en latín) eran una confederación de tribus celtas, que vivían en la zona comprendida entre el alto Rin, el Jura suizo, el lago de Ginebra y los Alpes. A fines del siglo II a. C. dominaban el territorio que se extendía desde el alto Rin y la Selva Negra hasta el Meno. Julio César describió su confrontación con los helvecios en su obra: De Bello Gallico.
Al estar bajo presión de las tribus germanas en su tierra natal, los helvecios cruzaron la Galia y buscaron una nueva patria al norte del río Garona, con la tribu entera bajo el mando de Orgétorix. Julio César fue llamado por los habitantes de la provincia romana de la Galia Narbonense para que los defendiera de los helvecios.
Julio César entonces mandó seis legiones que comprendían casi 29 000 hombres. Los helvecios, de acuerdo con Julio César, tenían cerca de 370 000 personas (incluyendo mujeres y niños), pero solo 110 000 hombres capaces de luchar. Julio César rápidamente reclutó dos legiones más descansadas.
Cuando la tribu inició su marcha, Orgétorix había muerto. Antes de la partida, los helvecios quemaron sus villas y destruyeron las plantaciones y otras mercancías que no podían llevar, para forzarse a no retroceder.
Atraídos por una posición desvantajosa con los romanos ocupando el terreno elevado próximo a Bibracte, los helvecios fueron atacados por las fuerzas superiores romanas, que consiguieron matar aproximadamente un 60 % de la tribu y capturar a otro 20 % como esclavos. Lo que quedó de los helvecios fue empujado de vuelta a sus antiguas tierras de Helvecia.
En el 52 a. C., 10 000 helvecios se unieron a las fuerzas de Vercingétorix en su tentativa de liberar la Galia de los romanos.
Referencias
- Freeman, Philip. John T. Koch, ed. Celtic Culture: A Historical Encyclopedia I. ABC-CLIO, 2006. p. 901. ISBN 1-85109-440-7.
- Libro I, capítulos 2-29 en, por ejemplo, César, Cayo Julio. Guerra de las Galias. Obra completa. Traducción a cargo de Valentín García Yebra, 3 volúmenes bilingüe Latín. Madrid: Editorial Gredos., Volumen I: Libros I-II-III. 2.ª ed. revisada. 2ª Reimpresión, 1996. ISBN 978-84-249-3547-4.
Los helvecios eran un pueblo celta que habitaba la región que corresponde aproximadamente a la Suiza actual durante la Edad del Hierro y el período de la expansión celta. Se les menciona principalmente en fuentes romanas, como en los escritos de Julio César durante la Guerra de las Galias (58-51 a.C.), donde se describe su intento de migrar hacia la Galia occidental. Este movimiento migratorio fue una de las causas que llevó al enfrentamiento entre los helvecios y los romanos.
Origen y características de los helvecios
Los helvecios formaban parte de la amplia cultura celta que se desarrolló en Europa central, especialmente en el marco de la cultura de La Tène, que floreció en los siglos V al I a.C. Habitaban el área comprendida entre el río Rin, el lago Lemán y los Alpes. Vivían en una sociedad organizada en tribus y clanes, con una economía basada en la agricultura, la ganadería y el comercio.
Relación con Roma
En el año 58 a.C., los helvecios, presionados por otros pueblos y en busca de mejores tierras, intentaron migrar hacia el oeste, atravesando territorios galos. Este movimiento fue percibido como una amenaza por los romanos. Julio César les enfrentó en la batalla de Bibracte, derrotándolos y obligándolos a regresar a su territorio de origen. Este evento marcó el inicio de la campaña de César en la Galia y consolidó la influencia romana en la región.
Relación con los suizos actuales
Aunque los helvecios son considerados los ancestros celtas de los suizos actuales, Suiza también tiene influencias culturales y étnicas de otras poblaciones, como los romanos, germanos y burgundios, que llegaron después de la romanización. El nombre de los helvecios perdura en la actualidad como símbolo de identidad, ya que «Helvetia» es un término utilizado en Suiza para referirse al país, apareciendo en monedas, sellos y documentos oficiales. Sin embargo, los suizos modernos no descienden exclusivamente de los helvecios, sino de una mezcla de estos y otros grupos que habitaron la región a lo largo de los siglos.
Pueblo irlandés
Los irlandeses son un pueblo con profundas raíces en la cultura celta, cuyo legado se encuentra entre los más ricos y mejor preservados de todas las tradiciones celtas de Europa. La historia de los irlandeses y su relación con los celtas se remonta a la Edad del Hierro, cuando la isla de Irlanda fue habitada por grupos que compartían la lengua, las costumbres y las creencias de la cultura celta. Estos celtas eran parte de un vasto movimiento de pueblos indoeuropeos que se extendieron por gran parte de Europa occidental y central desde el segundo milenio a.C.
En Irlanda, los celtas llegaron probablemente en diferentes oleadas, desde aproximadamente el siglo VIII a.C., como parte de la expansión de la cultura de Hallstatt, y más tarde bajo la influencia de la cultura de La Tène. Al asentarse en la isla, los celtas trajeron su idioma, conocido como goidélico o gaélico, sus prácticas religiosas basadas en la naturaleza y el ciclo de las estaciones, y su organización social estructurada en clanes y tribus liderados por reyes locales llamados «rí».
La mitología irlandesa, que sobrevive en manuscritos medievales como el Libro de las Invasiones (Lebor Gabála Érenn), describe la llegada de varios grupos al país, culminando con los Milesianos, considerados los ancestros de los celtas irlandeses. Aunque estas narraciones son más legendarias que históricas, reflejan la importancia de la tradición oral y la conexión de los irlandeses con sus raíces celtas. Una parte esencial de esta mitología son los Tuatha Dé Danann, un pueblo semidivino que se asocia con los antiguos dioses celtas y que, según la tradición, fue derrotado por los Milesianos pero permaneció en Irlanda como guardianes espirituales en forma de hadas o espíritus de la naturaleza.
La sociedad celta en Irlanda estaba organizada en clanes o grupos familiares extensos que habitaban fortalezas y aldeas dispersas. Tenían un sistema de leyes muy desarrollado conocido como Brehon Laws, que regulaba desde las relaciones personales hasta los derechos de propiedad y la distribución de los recursos. Estas leyes destacan por su carácter equitativo y el lugar prominente que otorgaban a las mujeres, quienes podían desempeñar roles importantes tanto en la política como en la economía y la religión.
En el ámbito religioso, los druidas desempeñaban un papel central. Eran sacerdotes, consejeros, jueces y guardianes de la tradición oral. Su religión, basada en el politeísmo y en la veneración de la naturaleza, incluía dioses relacionados con el sol, los ríos, la guerra y la fertilidad, además de prácticas como el sacrificio ritual y la celebración de festivales estacionales, entre los cuales destacan Samhain (el origen de Halloween), Imbolc, Beltane y Lughnasa.
La llegada del cristianismo en el siglo V d.C., impulsada por figuras como San Patricio, marcó un cambio profundo en Irlanda. Aunque el cristianismo reemplazó gradualmente a la religión celta, muchos aspectos de la cultura y la tradición se integraron en la nueva fe. Los monjes irlandeses desempeñaron un papel fundamental en la preservación del conocimiento clásico y celta durante la Alta Edad Media, escribiendo manuscritos como el Book of Kells y el Book of Armagh, que mezclan arte celta con contenido cristiano.
A pesar de la influencia cristiana y más tarde de la dominación inglesa, los irlandeses han mantenido una conexión única con su pasado celta. La lengua gaélica irlandesa, aunque menos hablada hoy en día, sigue siendo un pilar de su identidad cultural, y su mitología, música, danza y literatura continúan siendo fuentes de orgullo nacional. La cultura celta de Irlanda se celebra en festivales como el St. Patrick’s Day, pero también en eventos dedicados al patrimonio celta, como los Juegos Gaélicos y el renacimiento de la música tradicional irlandesa.
En resumen, los irlandeses son herederos directos de una rica tradición celta que ha dejado una huella indeleble en su idioma, cultura y mitología. Aunque han experimentado siglos de cambios culturales, sociales y políticos, su identidad sigue profundamente ligada a sus raíces celtas, lo que los convierte en uno de los ejemplos más vibrantes y visibles de esta antigua cultura en la actualidad.
Pictos
Los pictos eran una confederación de tribus celtas que habitaban el norte y centro de Escocia, al norte de los ríos Forth y Clyde, desde al menos los tiempos del Imperio romano hasta el siglo X.
Eran descendientes, o una nueva designación contemporánea, de los caledonios y otras tribus que los historiadores romanos ya nombraron o que aparecían en el mapa de Ptolomeo.
Pictia o Pictavia (Pictland, en inglés) se convirtió en el reino de Alba (Escocia) durante el siglo X, con lo que los pictos se convirtieron a su vez en albannach o escoceses.
Su idioma era el picto.
El nombre por el que los pictos se llamaban a sí mismos es desconocido. La palabra griega Πικτοί (piktoi), picti en latín, aparece por primera vez en un panegírico escrito por Eumenio en 297 y que significa ‘los pintados’ o ‘los tatuados’. Sin embargo, podría deberse a una etimología popular anterior, quizá del celta pihta o peijta, es decir, ‘luchador’.
Los escotos y los dalriada de Irlanda los llamaron cruithne (cru(i)then-túath en irlandés antiguo), quizá del protocelta *kwriteno-toutā. También hay cruithne en el Úlster.
Los britanos (antepasados de los galeses) en el sur los conocían por el dialecto celta P como prydyn, de donde provienen los términos «Bretaña» y «britano».
La forma en gaélico escocés moderno pecht procede del inglés antiguo.
La arqueología da algunas aproximaciones sobre la sociedad de los pictos. A pesar de que ha sobrevivido muy poco de su forma de escritura, la historia de este pueblo, a partir del siglo IV en adelante, es conocida por una gran variedad de fuentes, incluyendo hagiografías como la de San Columba de Iona, así como varios anales irlandeses.
Aunque la impresión popular de los pictos puede ser la de un pueblo oscuro y misterioso, no fue así en absoluto. La historia y la sociedad pictas están en consonancia con la de los pueblos de Europa Central, Septentrional u Oriental en la Antigüedad o en la Alta Edad Media cuando se les compara con ellos.
Sociedad
Las fuentes arqueológicas dan evidencia de la cultura material de los pictos, donde se ve una sociedad no muy diferente ni de sus vecinos gaélicos y bretones ni de los anglosajones del sur.
Aunque puede servir de mucho utilizar la analogía y el conocimiento de otras sociedades celtas, estos se extendieron por un área muy grande, por lo que basarse por ejemplo en los galos prerromanos o en la Irlanda del siglo XIII como fuente para estudiar la sociedad picta del siglo IV puede dar como resultado equivocaciones o malas interpretaciones.
Como pasa con la mayoría de los pueblos del norte de Europa en la Antigüedad, los pictos eran granjeros organizados en pequeñas comunidades que vivían de la agricultura y sobre todo de la ganadería: los vacunos y los caballos se consideraban un signo principal de riqueza y prestigio, y había gran cantidad de ovejas y cerdos.
Los topónimos sugieren que la transhumancia era una práctica común.
Los animales en general eran pequeños para los estándares posteriores, pero los mejoraron al contactar con otros pueblos: los caballos de Inglaterra se enviaban a Escocia e Irlanda para cruzarlos con los nativos y acrecentar su tamaño. De fuentes irlandesas nos ha llegado que la élite solía competir en cría de ganado por el tamaño de las reses y no hay razón para no pensar que los pictos hicieran lo mismo. Tallados en madera muestran caza con perros, y también, a diferencia de Irlanda, con halcones.
La economía pastoril de la zona muestra que pieles y cuero había en abundancia. La lana era la principal fuente de fibras para la ropa, y el lino también era común, aunque no está claro si lo cultivaban para las fibras, el aceite, o la comida.
La importancia de los animales domesticados sugiere que la carne y los derivados de la leche fueron una parte importante en la dieta de las personas comunes, a diferencia de la élite, que comía una dieta más rica en carnes provenientes de la caza y el pastoreo.
Picto representado en un libro de historia británico del s.XIX. Iantresman at en.wikipedia. Pict (or Caledonian), who lived in northeastern Scotland in Late Iron Age / Early Medieval times. As represented in a 19th century book. Dominio público.

Lusitanos
Se entiende por lusitanos al colectivo de diversos pueblos prerromanos de origen indoeuropeo, cultural y étnicamente afines, que habitaron el oeste de la península ibérica, en torno al distrito portugués de Castelo Branco y extendiéndose hacia el norte hasta las riberas del río Duero (donde hacían frontera con los galaicos), al este hasta la actual frontera portuguesa con Extremadura, y por el sur hasta el norte del Alto Alentejo. Persiste la controversia entre los investigadores a respecto de su celticidad, o si eran un pueblo nativo influido por corrientes centroeuropeas. No parece que sus territorios alcanzasen la costa atlántica, donde fuentes y epigrafía sitúan a los célticos túrdulos. El nombre de su territorio serviría para denominar la provincia romana de Lusitania.
Guerrero Lusitano. Se encontró en 1785 en el castro de Lesenho, en Vila Real, Portugal. Datado en el siglo I es una estatua de más de 2 m tallada en granito que representa un guerrero con escudo y puñal, además de torque y brazaletes. Cedido por el Museo Arqueológico Nacional de Portugal, se muestra como parte de una exposición temporal en el MAN, Madrid. (foto: Ángel M. Felicísimo from Mérida, España). CC BY 2.0.
Origen de los lusitanos
Generalmente se considera que la palabra lusitano procedería de la raíz, presumiblemente celta, Lus o Lusis, y del sufijo gentilicio -tanus, que con las variantes -itanus y -etanus se repite en múltiples lugares del Mediterráneo occidental (gaditanus, malacitanus, ilicitanus, turdetanus, etc). Esto ha llevado a pensar que puede ser un sufijo de origen mediterráneo, e incluso ibérico, o tal vez una latinización del sufijo griego -etes, -ites, -otes: por ejemplo, un habitante de la Massalia griega era un massaliotes, mientras que otro de la Massilia romana era un massilitanus. El por qué un pueblo como el lusitano, que no era de origen íbero, recibió este sufijo, tal vez se debería a analogía, ya que los romanos los conocieron en la misma época en que trabaron contacto con los pueblos íberos, a los que los griegos habían aplicado el sufijo -etes’’. Su origen es controvertido: unos científicos le asignan un origen celta o «céltico», postulando que habrían llegado a la región en el siglo VI a. C., mientras otros historiadores, arqueólogos y lingüistas le asignan un origen étnico proto-celta, itálico, o simplemente indoeuropeo.
Los pocos escritos conservados en lengua lusitana, encontrados en territorio portugués y español, mantienen también la controversia entre historiadores a respecto de si sería una lengua céltica o proto-celta, o bien itálica, o bien simplemente indoeuropea. El origen itálico es sostenido por Francisco Villar, Rosa Pedrero, Joaquín Gorrochategui y Blanca María Prósper. Algunos relacionan la cultura lusitana con la llegada de la cultura campaniforme (quizás indoeuropea). Posteriormente, con la llegada de la cultura de los campos de urnas, este sustrato indoeuropeo se vería influido por una cultura ya plenamente céltica, y de esta mezcla, junto a influencias atlánticas y mediterráneas, sería de donde surgió la cultura lusitana.
Lúnula lusitana de Chao de Lamas, del siglo II a. C. hallada en Chão de Lamas (Portugal). Autor: Ángel M. Felicísimo from Mérida. CC BY 2.0. Original file (2,561 × 2,500 pixels, file size: 1.4 MB).
Entre las numerosas tribus que habitaban la península ibérica cuando llegaron los romanos, se encontraba, en la parte occidental, la de los lusitani, considerada por los romanos como la tribu hispánica más peligrosa y la que más esfuerzo les costó doblegar. No se sabe con exactitud cuál es su origen. Algunos autores también incluyen en los lusitanos, los galaicos, que por su parte, tenían por vecinos en el oriente a los astures y los celtíberos. Los galaicos aparecen documentados por vez primera formando parte del ejército del caudillo lusitano Viriato como mercenarios de guerra pero los galaicos (castreños) al norte del Duero posteriormente serían administrados por Roma como provincia autónoma en la Gallaecia al margen de la Lusitania y de la Hispania Tarraconense tras ser conquistados por Décimo Junio Bruto el Galaico.
Tito Livio, escritor del siglo I a. C., los menciona incorporados como mercenarios hispanos en el ejército de Aníbal, atravesando los Pirineos camino a Italia después de la destrucción de Sagunto. Participaron en la batalla del Trebia y en escaramuzas posteriores como caballería, generalmente al lado de celtíberos, y ayudaron a la caballería númida de Aníbal en terrenos escabrosos por los que ésta no podía transitar fácilmente. Probablemente formaron parte también de la caballería pesada hispana y gala comandada por Asdrúbal en la batalla de Cannae.
Los lusitanos fueron considerados por los historiadores como hábiles en la lucha de guerrillas, como lo probaron cuando capitaneados por Viriato se libraron del cerco de Cayo Vetilio y lo persiguieron hasta al desfiladero cerca de Ronda, donde desbarataron las tropas romanas. Se dice también que se lavaban al estilo espartano, usando untos de aceite y baños de vapor (lanzando agua sobre piedras calientes) seguidos de un baño frío, y que realizaban solo una comida principal por día. Practicaban sacrificios humanos, y cuando el sacerdote hería el prisionero en el vientre hacían vaticinios según la manera como la víctima se caía. Sacrificaban no solo prisioneros, sino también caballos y chivos. Practicaban ejercicios de gimnasia como el pugilato y las carreras, simulacros de combates a pie o a caballo; bailaban en danzas que exigían una gran agilidad de miembros para saltar y agacharse, y cada uno tenía solo una mujer. Usaban barcos hechos de cuero encerado, o de un tronco de árbol.
Las luchas de los lusitanos contra los romanos comenzaron el 193 a. C. En el año 150 a. C. el pretor Servio Sulpicio Galba, después de haber infligido a los lusitanos grandes derrotas aceptó la paz con la condición de que entregaran las armas,con lo que después que los vio desarmados los rodeó con todo su ejército y ordenó atacarlos; unos 9000 fueron acuchillados y más de 20 000 prisioneros fueron vendidos como esclavos en las Galias (150 a. C.). Esto hizo aumentar aún más la revuelta y durante ocho años los romanos sufrieron duras bajas. Esta lucha solo acabó con el asesinato a traición de Viriato por tres compañeros sobornados por el oro romano. Pero la lucha no paró y para intentar acabar con ella Roma mandó a Hispania al cónsul Décimo Junio Bruto, que fortificó Olissipo (Lisboa), estableció la base de operaciones en Meron próximo a Santarém, y marchó hacia el Norte, matando y destruyendo todo lo que encontró hasta la margen del río Limia. Pero ni aun así Roma consiguió la sumisión total y el dominio del norte de la Lusitania solo fue conseguido con la toma de Numancia, en la Celtiberia que apoyaba los castros del Noroeste.
Durante los años 61 a 60 a. C. el propretor Cayo Julio César con un ejército de 20 cohortes (unos 10 000 hombres) y 5000 auxiliares locales sometió definitivamente a los lusitanos.
- Pérez Vilatela, Luciano: Lusitania: historia y etnología, Real Academia de la Historia, Madrid, España, 2000. ISBN 84-89512-68-X.
Pueblo galés
El pueblo galés es uno de los pueblos celtas originarios de las Islas Británicas, cuya identidad cultural se ha preservado a lo largo de los siglos a pesar de influencias externas. Los galeses descienden principalmente de los britones, un grupo celta que habitaba Gran Bretaña durante la Edad del Hierro. Tras la invasión romana en el siglo I d.C., la región que ahora conocemos como Gales quedó parcialmente romanizada, aunque su carácter celta se mantuvo en gran medida, especialmente en las áreas rurales y montañosas.
El idioma galés, o «cymraeg», pertenece a la rama britónica de las lenguas celtas y es una de las lenguas más antiguas de Europa que todavía se habla. Aunque su uso disminuyó durante los siglos XIX y XX debido a la dominación cultural del inglés, ha experimentado un renacimiento en las últimas décadas gracias a los esfuerzos de preservación y enseñanza en Gales. El idioma sigue siendo un pilar fundamental de la identidad galesa.
La sociedad galesa temprana estaba organizada en clanes y pequeños reinos, gobernados por reyes locales. Estos reinos mantenían una estructura social jerárquica que incluía guerreros, agricultores y bardos, quienes desempeñaban un papel crucial como poetas e historiadores orales, preservando las tradiciones y la historia del pueblo galés. La música y la poesía eran elementos centrales de la cultura, y festivales como el Eisteddfod, que todavía se celebra hoy en día, tienen raíces en estas antiguas tradiciones.
Religiosamente, los galeses en la época prerromana practicaban un sistema de creencias politeístas centrado en la naturaleza, con druidas como líderes espirituales. Con la llegada del cristianismo, Gales se convirtió en un importante centro de aprendizaje y espiritualidad, destacándose por sus monasterios y figuras religiosas como San David, el patrón de Gales. Aunque el cristianismo reemplazó a la religión celta, muchas prácticas y creencias precristianas se integraron en las tradiciones locales.
El paisaje montañoso y costero de Gales también ha influido profundamente en su cultura y forma de vida. Los galeses históricamente han dependido de la agricultura, la ganadería y la minería, especialmente del carbón en épocas más recientes. Las tradiciones agrícolas y comunitarias, junto con un fuerte sentido de pertenencia a la tierra, han moldeado su identidad cultural.
Hoy en día, Gales se caracteriza por su orgullo cultural, su música tradicional y su rica literatura, que incluye tanto obras en galés como en inglés. El pueblo galés ha mantenido un fuerte sentido de comunidad y ha sabido combinar sus tradiciones ancestrales con la modernidad. Además, su bandera, que presenta un dragón rojo sobre un fondo blanco y verde, es un poderoso símbolo de su historia y herencia única.
Documentales y conferencias
Los Celtas (Documental Completo – Español)
Celtas, un pueblo de hierro (I): poblamiento y cultura · La March
Fundación Juan March. 516 K suscriptores. 81.214 mar 2024
En la primera conferencia del ciclo «Celtas: Pueblo de Hierro», el catedrático Gonzalo Ruiz Zapatero de la Universidad Complutense de Madrid ofrece una visión histórica y arqueológica del universo celta. Describe los diversos asentamientos, organizaciones internas y tipos de viviendas que desarrollaron los celtas durante su expansión por Europa.
Celtas, un pueblo de hierro (II): la historia genética · La March
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En la segunda conferencia del ciclo «Celtas: Un Pueblo de Hierro», Carles Lalueza-Fox, director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona e investigador del CSIC, examina el impacto genético de las migraciones ligadas a la agricultura y la Edad de Bronce en la península ibérica. Estudios de secuenciación genómica han revelado cambios en poblaciones del norte de los Pirineos previos a la llegada de los romanos.
Celtas, un pueblo de hierro (III): las lenguas de los celtas · La March
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39.947 visualizaciones 8 abr 2024
En la tercera conferencia del ciclo “Celtas: Un pueblo de hierro”, el catedrático de Lingüística indoeuropea Carlos Jordán Cólera explora la familia lingüística celta, desde su origen en la macro-familia indoeuropea hasta las lenguas de los antiguos celtas, analizando documentos escritos en la lengua lepóntica de los galos y los celtíberos desde el siglo VII a. C. hasta el VII d. C.