El libro ilustrado español (I): los manuscritos iluminados. Los primeros pasos de la ilustración.
Escrito por: Antonio Rodríguez Vela
La ilustración de los libros, casi tan antigua como los mismos, nació como un medio para explicar los textos. Ya en el antiguo Egipto, donde se han podido conservar magníficos ejemplares debido a las peculiares condiciones climáticas de la región, se usó la ilustración para enriquecer papiros como el famoso El Libro de los muertos (c. 1400 a. C.). Durante el periodo helenístico se percibe una clara intencionalidad artística en la ornamentación de los libros, aunque son pocos los pergaminos de este periodo que se han conservado.
Con la aparición del códice, que surgió en el siglo II y se consolidó en el siglo IV, se mantuvo la tradición de la ilustración. Además, ofreció más posibilidades técnicas y de conservación. Con el tiempo, aparecieron las ilustraciones a toda página y las iniciales de gran tamaño con intención decorativa. De aquí proviene el término “códices miniados”, debido a la utilización del minio, mineral rojo empleado para resaltar las iniciales ya desde la Antigüedad. De igual manera, los “manuscritos iluminados” hacen referencia a la técnica de “aluminar”, usar el alumbre como fijador (o mordiente) de los pigmentos de la tinta. La decoración incluía la letra capitular, el borde y la ilustración miniada.
El libro ilustrado medieval supuso un cambio conceptual, ya que la profusión de imágenes que acompañaban al texto tenía como finalidad la difusión de la fe entre las clases iletradas, por lo que es comprensible que hasta el siglo XII esta tarea fuera ejecutada exclusivamente por clérigos, quienes en los monasterios disponían de las instalaciones y los materiales necesarios para llevar a cabo su labor.
En términos esquemáticos, la técnica medieval de ilustración consistía en esbozar un dibujo con lápiz de plomo y después aplicar una capa base que daba el tono. Dependiendo de la disponibilidad de los colores, la ilustración adquiría una diversa gama de expresividad, cada vez más desarrollada y que vivió su apogeo durante la época carolingia. Además del oro (a veces líquido o en forma de pan de oro), los colores más habituales eran el azul ultramar (conseguido con lapislázuli) y el rojo brasilium (que dio nombre al país).Se trataba de un trabajo lento y caro, cuyo resultado era un libro para uso particular, normalmente litúrgico. La posesión de estos libros daba prestigio, pero no se utilizaban como medio de ostentación.Los manuscritos altomedievalesEn lo que respecta al libro ilustrado español, en la actualidad tan solo se conservan unos 400 códices altomedievales debido a la desaparición de muchos originales a causa de incendios, destrucción o deterioro irreparable. La mayoría de ellos son beatos o crónicas históricas. Se trata de obras de “amalgama” en los que se detecta la influencia de la cultura clásica, de la tradición germánica y bizantina, además de la huella norteafricana y visigoda. En la última parte de este periodo también se dejó notar el influjo del estilo carolingio.Durante el periodo visigodo (siglos VI y VII) la ornamentación de los libros fue pobre, con motivos genéricos y sin representaciones figurativas. La muestra más antigua que se conserva de una página visigoda con decoración figurativa es el Libellus Orationum, de alrededor del año 700, actualmente conservado en la Biblioteca Capitular de la catedral de Verona, aunque existen otros manuscritos con iniciales iluminadas.A partir de la invasión musulmana en el 711, se realizaron algunos manuscritos asturianos (siglos VIII y IX) en los que sobresalen las letras capitales y las marginalia (elementos que aparecen en los bordes de los manuscritos). Un caso particular es la Biblia de Danila, del siglo IX, en la que ya aparecen las cruces patadas asturianas. Otro punto importante en la evolución de los manuscritos iluminados fue la Crónica de Alfonso III. Una de las versiones de este texto, el Códice de Roda, incluye representaciones de la Adoración de los Reyes Magos, un mapamundi y una recreación de Babilonia.A lo largo del siglo X el centro político se desplazó de Asturias a León y con él la producción de manuscritos, aunque se mantuvieron las mismas características, como se aprecia en la Biblia de León de 920, en la que aparecen figuras humanas y animales fantásticos con un estilo plano. Otra importante obra es la Moralia in Job, realizada por el gran artista Florencio, que contiene la primera representación del alfa y el omega y del Cristo en Majestad.En las regiones del país bajo dominio musulmán se impuso el estilo mozárabe (siglo X), en el que se detecta una marcada huella islámica, manifestada en motivos como el arco de herradura, la utilización del dibujo abstracto y un gran colorido. Se conserva el manuscrito de la Biblia hispalense, de finales del siglo X, con decoración mozárabe y que incluye figuras de los profetas. Destaca por su estilizada caligrafía y por la utilización de pájaros y peces en las capitulares.Los beatosSin duda, los beatos son los manuscritos más destacados de la producción documental española de la Alta Edad Media. Se trata de copias del Comentario al Apocalipsis escrito por Beato de Liébana en el 776, elaborados entre los siglos X y XIII y de los que se conservan 24 manuscritos iluminados. Los rasgos comunes de los beatos son un estilo antinaturalista, sin intencionalidad realista, y la profusión de imágenes simbólicas. Los rostros son expresivos, con ojos grandes y similitud entre los diferentes personajes representados. Los colores suelen ser planos, intensos y cálidos.
El Códice de Fernando I y Dña. Sancha es uno de los dos únicos beatos originales que posee la BNE (el otro es el Beati in Apocalipsin libri duodecim). Se trata de un beato escrito por Facundo, especialmente lujoso, con profusión de oro y 98 miniaturas, muchas de ellas a página entera y a doble página, de gran expresión y habilidad técnica, con influencias románicas.
Claricia colgada de la letra Q en el «Salterio de Claricia». Anónimo (Alemania) – Museo Walters: Home page Info about artwork. Dominio Público.
Algunos de los beatos más destacados son el de Valcavado, realizado por el monje Oveco en el año 970 en el monasterio de Nuestra Señora de Valcavado (Palencia), con una elaborada Cruz de Oviedo; el de Tábara (Zamora), elaborado por las mismas fechas por Magio, Emeterio y Ende (la única mujer iluminadora de la época que se conoce), que posee unas ilustraciones magistrales, como la que representa la torre del monasterio, la cual permite hacerse una idea de los scriptoria medievales; y el de Gerona (975), también elaborado en Tábara con la participación Ende y Emeterio, y en el que destaca la ilustración del descenso de Jesucristo a los infiernos.
Aparte de los beatos mozárabes, también hay otras obras destacadas del siglo X que merecen ser citadas. Entre las biblias sobresale la de León del año 960, iluminada por el maestro Florencio y que superpone diversas tradiciones; la Crónica albeldense (976) y el Códice Emilianense del 994 (en el Monasterio de El Escorial), que incluyen miniaturas que sirven como comentario a los textos; y el Antifonario de León (guardado en el Archivo catedralicio de León), que destaca por su notación musical y por sus inusuales ilustraciones en un antifonario (libro de coro).La ilustración románica
Siguiendo La ilustración de los manuscritos, de Ana Domínguez Rodríguez, convencionalmente a partir del año 1000 se empieza a hablar de la ilustración románica, que llegaría hasta 1225. Hasta entonces la ilustración española había seguido su propio camino, pero desde este momento se integró en la corriente europea de iluminación. Durante este periodo, en el que aumenta considerablemente la producción de códices, siguen predominando los temas religiosos, representados con un estilo estático, poca atención al dibujo realista y predilección por la abstracción. A partir del siglo XII se deja notar una fuerte influencia de la iconografía bizantina, llegada a través de la expansión de la orden cluniacense, y un uso más elaborado de los colores.
El primer románico español tiene su centro más importante en Cataluña, en especial en el monasterio de Santa María de Ripoll, gracias a la promoción del abad Oliba. De aquí saldrá la Biblia de Ripoll, actualmente en el Vaticano, y la Biblia de Roda, obra de los mismos artistas desconocidos, para las que se utilizó como soporte la vitela (piel de becerro) y caligrafía carolina, lo que indica el abandono de la tradición mozárabe, sustituida por el estilo llegado desde Francia.
También a León llegaron las nuevas corrientes estilísticas influenciadas por el renacimiento carolingio, las cuales se manifestaron por ejemplo en el Libro de Horas de Fernando I y Sancha de 1055, que supone la entrada del manuscrito iluminado español en el estilo europeo. El diseño elegante del manuscrito lleva la firma del escriba Petrus y del artista Fructuoso.A partir del 1075 se entró en el románico pleno, que precisamente vive su auge en Castilla y León. Aquí se elaboró el Beato de Osma (1086), una obra maestra de la iluminación medieval, con un hábil uso de los dibujos y colores, que además incluye un mapamundi. Otro beato destacado es el de Silos (1109), con iluminaciones del monje Pedro, en el que todavía es patente la transición entre el estilo mozárabe y el románico. Actualmente se encuentra en la Biblioteca Británica.En Galicia se realizó el famoso Tumbo “A” de Santiago de Compostela, donde los reyes y la nobleza están representados a página completa, siguiendo la tradición bizantina. Fue realizado por varios artistas durante diversos periodos de tiempo. También en la ciudad compostelana se elaboró el Codex Calixtinus (c. 1160), un manuscrito de devoción a Santiago en el que destacan las iniciales y sus piezas musicales. En Cataluña cabe mencionar el Beato de Turín, que muestra la vigencia de la tradición de los beatos iniciada dos siglos antes.
Durante el románico tardío (1150-1225) se crearon algunos de los ejemplares más virtuosos de la iluminación medieval. Un manuscrito magistral es el Beato de San Pedro de Cardeña, conservado en el Museo Arqueológico Nacional. También destaca la Biblia románica de Burgos (c. 1175), que contiene dos de las mejores miniaturas del románico, representando a Adán y Eva y a los reyes magos. La Biblia de Ávila, de la escuela romana y llegada a España a finales del siglo XII, sobresale por su expresionismo y por sus extraordinarias iniciales.
Un monje celador catando vino de un barril mientras llena una jarra. De Li Livres dou Santé por Aldobrandino de Siena (Francia, fines del Siglo XIII). Desconocido – Scanned from Den medeltida kokboken, Swedish translation of The Medieval Cookbook by Maggie Black. ISBN 91-7712-380-8. Dominio Público.
El Libro de los Testamentos de la catedral de Oviedo contiene algunas de las más bellas páginas del románico español, obra de Pelagius, quien supo plasmar un dibujo original, lleno de imaginación y colorido. Por su parte, el Libro de las Estampas de la catedral de León contiene unos retratos de reyes que destacan por su realismo. Vida y obras de San Ildefonso, muestra del arte toledano de principios del S.XIII y conservado en la BNE, tiene 14 preciosas miniaturas a página completa, en oro y colores, además de iniciales muy adornadas.
En los reinos orientales de la península destacan el Beato de Navarra, de procedencia incierta, y la Biblia de Pamplona, encargada por el rey Sancho. En la corona de Aragón la obra cumbre es la Biblia de Lérida (archivo capitular de Lérida), probablemente iluminada en Calahorra, que contiene capitales con hombres, animales y seres imaginarios. La Ciudad de Dios conservada en el archivo catedralicio de Tortosa contiene dibujos a pluma de intención simbólica. Pero lo más destacado de la producción catalana se encuentra en los cartularios, como el Liber Deudorum Maior, original en su uso de elementos arquitectónicos, y el Liber Feudorum Ceritaniae, singular por la variedad de los vestidos recreados.La ilustración gótica
El siglo XIII supuso un cambio de paradigma en el arte europeo con el inicio del estilo gótico, el cual llegaría hasta el final de la Edad Media. En este momento perdieron protagonismo los monjes y aparecieron los artistas laicos. Los dibujos son más realistas y detallados, y a partir del siglo XIV se incluyen temas ajenos a la religión, principalmente relacionados con la monarquía y la nobleza. Por su parte, era frecuente representar a personajes bíblicos o de la Antigüedad con ropajes y escenarios contemporáneos. También empezó a experimentarse con la perspectiva y la luz. Una de sus características es el florón, decoración en forma de flor en las iniciales.
«Photo qui provient d’un livre» («Foto que proviene de un libro» en español. Indica que la imagen fue tomada de una publicación impresa.). CC BY-SA 4.0.
Durante el siglo XIII en la península ibérica floreció la miniatura alfonsí, vinculada a Alfonso X el Sabio (1221-1284). Estos libros aunaban un gran valor formal y de contenido, produciéndose una fructífera síntesis entre las influencias musulmanas y francesas sobre la tradición hispánica. La obra más importante del gótico español es Cantigas de Santa María, cuyas miniaturas (2.400 en el Códice Rico), que ofrecen una concepción muy moderna, están pensadas para ser exhibidas, frente a las ilustraciones de intención privada de épocas anteriores. Otras destacadas producciones alfonsíes son el Lapidario, que tiene un diseño muy cuidado y que recoge una iconografía astrológica; el Códice de los músicos, con una variada muestra de instrumentos musicales; y el Libro de los Juegos de Ajedrez, Dados y Tablas, de gran creatividad y detallismo.
En la Corona de Aragón durante el siglo XIII se impuso un estilo francogótico, cuya mejor representación es el Vidal Mayor, compilación del Fuero de Aragón encargada por Jaime I el Conquistador, que contiene imágenes de su corte y escenas burlescas que ocupan los bordes.A lo largo del siglo XIV el estilo gótico se dividió en varias corrientes con sus características propias. El gótico lineal se implantó en Castilla, aunque no propició obras notables, con excepción de la Crónica Troyana (concluida en 1350, actualmente en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial), que contiene espectaculares imágenes de batallas. Por su parte, el estilo italogótico tuvo una mayor incidencia en Cataluña, como se puede comprobar en la obra del Maestro de los Privilegios, ilustrador del Libro de los privilegios (en el Archivo Histórico de Palma de Mallorca), en el que se representa a sí mismo entregando el códice a Jaime I de Mallorca.Otro artista importante fue el también pintor Ferrer Bassa, autor del magistral Libro de Horas de la reina María de Navarra, en el que se percibe un equilibrado uso del color y que contiene abundantes e imaginativas marginalia. Un libro muy popular en la época fue Le breviari d’amor. Uno de los ejemplares se conserva en la BNE, con una espléndida ilustración de Juicio Final.Un caso especial es el de la iluminación de las obras dirigidas a los judíos españoles. Es característica la Biblia procedente de Perpiñán (1299), en la que se utilizó mucho pan de oro y la típica letra roja sefardí. También es famosa la Biblia de Kennicott, con peculiares dibujos en los bordes. Otro tipo de textos popular es el Hagadá, que se ocupa de la Pascua judía y que cuenta con ejemplares tan brillantes como la Hagadá Dorada, con bellas decoraciones.El gótico internacionalEl estilo gótico internacional arraigó con especial fuerza en la Corona de Aragón. Aunque su máximo esplendor se aprecia en la pintura sobre tabla, también hay algunas bellas muestras de manuscritos iluminados. Tal es el caso de El breviario de Martín de Aragón, que contiene 12 pinturas de gran tamaño, y del Misal de Santa Eulalia, el mejor ejemplo del gótico catalán, obra de Rafael Destorrents, de nuevo con una magnífica miniatura del Juicio Final. Dentro de esta corriente, tuvieron especial relevancia el monasterio de San Cugat del Vallés, de donde salieron varios misales valiosos; y el artista Bernat Martorell, ilustrador (él o su taller) del Comentario de los Usatges (conservado en el Archivo Municipal de Barcelona) y de un delicado Libro de Horas de Santa Clara, expuesto en el Museo de Historia de Barcelona.Si Mallorca ganó fama por sus mapas y portulanos, como el espléndido Atlas Catalán (c. 1375), en Valencia destacó el taller de la familia Crespí, de donde salió el Salterio y Libro de horas de Alfonso V el Magnánimo (1442, actualmente en la British Library), de enorme variedad, originalidad y calidad de detalle.
En Castilla el gótico internacional tuvo un cariz más cercano al estilo italiano que al del norte de Europa, como le pasaba al catalán. Algunas de sus obras más relevantes fueron los Libros de Coro de la catedral de Sevilla, de formas insinuantes; la Biblia romanceada en El Escorial, con refinadas imágenes del Antiguo Testamento; y la Biblia de Alba, conocida sobre todo por su traducción y repleta de ilustraciones de pequeño tamaño. La BNE conserva dos curiosas obras de la escuela toledana, los Castigos y documentos del Rey Don Sancho, con una expresiva imagen de Cristo golpeando a una monja, y Las Décadas de Tito Livio, que también incluye imágenes de una violencia explícita.
Bohemian; Antiphonary; Manuscript leaf; Manuscripts and Illuminations Inc. anonymous – This file was donated to Wikimedia Commons as part of a project by the Metropolitan Museum of Art. See the Image and Data Resources Open Access Policy. (Creative Commons). Original file (3,410 × 1,936 pixels, file size: 2.93 MB).
A mediados del siglo XV cobró relevancia el estilo hispanoflamenco, cuya mejor representación estuvo en la pintura sobre tabla. En lo que respecta a las miniaturas, sobresale el Libro del Caballero Cifar, en parte obra de Juan de Carrión, y el Libro de Montería, ambos de gran valor literario y útiles para conocer la vida de la época. De igual manera, en la Genealogía de los Reyes de España se puede observar el boato de la corte de Enrique IV.
Aunque los manuscritos iluminados más lujosos de la colección de Isabel la Católica fueron realizados en Flandes, también existen algunas buenas muestras españolas, como el Misal de Isabel la Católica de la Capilla Real de Granada, que refleja la pompa de la monarquía, y el Breviario de Isabel la Católica de la BNE, de exuberante decoración. En una época en la que los libros litúrgicos han dejado de ser un objeto privado de devoción para convertirse en signos externos de ostentación, cabe mencionar el Misal de Toledo, también conservado en la BNE, con una representación llena de expresividad de la Última Cena.
- Misal de Toledo
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Escrito por: Antonio Rodríguez Vela
(BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA).