MUJERES CON PODER EN LA EDAD MEDIA
[…] Dentro de este pequeño esquema también es interesante reseñar la pequeña historia de otras mujeres, sobre todo religiosas, que desde los monasterios, a los que se habían retirado a vivir, casi siempre desde su infancia y unas veces de forma voluntaria y otras obligadas por sus familias, se habían dedicado a una sociedad propicia a los intercambios y a las relaciones, creando muchas veces una espiritualidad original y autónoma.
Porque han sido abadesas en monasterios de diversas órdenes religiosas como son:
* Flora (¿960?-¿l025? Abadesa del monasterio dúplice J7 de Santiago de León (benedictino). Esta abadesa continuó con una política de engrandecimiento que habían seguido sus antecesoras y lo que contribuyó aun más con la donación de todos los bienes de su familia.
Estos monasterios dúplices solían tener un abad femenino y otro masculino para sus correspondientes comunidades; aunque en la Regula Comunis se establecía la tutela ejercida por los varones en las comunidades de mujeres vírgenes, hubo casos, como el de Santiago de León, en los que varias abadesas se sucedieron al frente de toda Au institución gobernando las dos comunidades durantes más de cincuenta años (989-1039).
Aunque en los monasterios dúplices se imponía la separación rigurosa de los dos géneros, lo cierto es que muchas mujeres tendieron a ignorar esa separación. Se apoyaron para hacerlo en sus orígenes familiares altos, en sus poderes económicos, en su capacidad para introducirse en los espacios de poder masculino … Así pudieron gobernar en estos monasterios en los siglos IX-X. Las reformas de la Iglesia a partir del siglo XI Abahibieron este monacato dúplice J8•
* Inés Laynez (principios del s. XIII-¿1254/1257). Abadesa del Real Monasterio de las Huelgas. Protagonizó, como otras abadesas precedentes, controversias con el papado y los obispos. En 1244 fue amonestada severamente por el Papa Inocencio IV para que ella y las mujeres de la congregación pusieran fin a los abusos del orden sagrado que estaban cometiendo.
Siendo abadesa Sancha García, noble y posible hija del Rey de Aragón, Alfonso II, el Papa Inocencio III tiene que encomendar una investigación: las abadesas de los monasterios situados en las diócesis de Palencia y Burgos bendicen a sus propias monjas, oyen las confesiones de sus pecados y predican el evangelio públicamente. Estos hechos ocurrieron en tomo a los años 1205-1210.
En el siglo XI se produce, con la reforma gregoriana, un cambio en el monacato y la espiritualidad femenina. A lo largo del siglo XII, la Iglesia definió una serie de instrumentos asociándolos a las funciones de la predicación y control de la Eucaristía, lo que provocó que se defIniesen las funciones clericales que las mujeres, aunque algunas aún las desempeñaban, no podían realizar.
En 1210, el Papa Inocencia III, considera inaceptable «que algunas abadesas oyeran confesiones, diesen el hábito y predicasen en sus comunidades», ya que había sido informado de ciertas abadesas de la Península Ibérica que asumían estas funciones ya consideradas privativas del clero.
Las abadesas de las Huelgas y sus congregaciones protagonizaron luchas de género en el sistema feudal, haciendo frente con nuevas armas, tanto a las jerarquías laicas como eclesiásticas. Su poder llegó lejos, pues la abadesa de las Huelgas recibió del papado la plena jurisdicción eclesiástica por la que pudieron tramitar órdenes, matrimonios, licencias de confesar, predicar, etc. El primer documento conocido en el que se ejercita el derecho de jurisdicción eclesiástica es un proceso que sostiene la abadesa María de Guzmán con el Papa Calixto III en 1457°.
* María Femández (siglo XIII). Ona del Monasterio femenino benedictino de San Pedro de Ramirás. La ona o abadesa era elegida con carácter vitalicio por la propia comunidad de monjas, siguiendo criterios más de prestigio que de celo religioso y devoción. Así las mujeres poderosas incorporadas a la orden benedictina podían disponer de sus propios bienes, lo cual les daba una posición autónoma que hacía atractiva la vida monacal.
Esta ona encabeza y firma la casi totalidad de los diplomas y asume la política, mayor y menor de la comunidad. Para la permanencia de una institución femenina era necesario contar con una subcomunidad adlátere que ejerciera los oficios religiosos de los cuales las mujeres habían sido excluidas.
La comunidad de los clérigos era distinta de los monjes. Sin embargo aunque los presbíteros eran un colectivo numeroso al carecer de una representación, su autoridad terminó difuminada bajo la de la abadesa.
* Isabel de Villena (1430-1490). Abadesa el convento de las clarisas de la Santa Trinidad de Valencia y primera gran escritora en lengua catalana. Tanto su obra como ella misma ha sido considerada por algunos sectores como una precursora del feminismo del siglo xv. Es frecuente en sus textos, a través de monólogos, exponer ideas sobre la fe, la devoción y la feminidad de su época.
La obra de esta autora quizá no hubiera llegado a ser conocida de no ser porque la reina Isabel I La Católica mandó pedir un ejemplar de este texto».
Es observable cómo en el ámbito de lo religioso es donde más poder adquiere la mujer, sobre todo entre los siglos X al XlI. En la Alta Edad Media eran muy escasas las oportunidades que se ofrecían a las mujeres de disponer de medios (temporales y materiales) para desarrollar sus inclinaciones; pero en los círculos monásticos éstas tenían las probabilidad de vivir una vida espiritual más rica y original, de poner en práctica aptitudes directivas quien tenía aspiración y talento para ello y de ejercer mayor autonomía, cosa que no hubiera sido posible fuera de estos círculos dada la estructura social de la época.
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MUJERES CON PODER EN LA EDAD MEDIA:
LAS ÓRDENES MILITARES.
Palmira Peláez Femández. CUADERNOS DE ESTUDIOS MANCHEGOS
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Sor María de Jesús de Ágreda (detalle)
Segunda mitad del siglo XVII. Óleo sobre lámina de cobre, 65 x 56 mm. Anónimo
María Coronel y Arana, en religión sor María de Jesús, nació en Ágreda, Soria, el 2 de abril de 1602 en el seno de una familia hidalga y de una extremada religiosidad que llevó a toda la familia hacia la vida religiosa, convirtiendo su casa en un convento. María fue adquiriendo fama de santidad y de ser favorecida con revelaciones sobrenaturales, por lo que a los veinticinco años fue nombrada abadesa del convento franciscano de Ágreda, fundado por sus padres. Se dice que tenía el don de la bilocación, por lo que predicó en Nuevo México pese a que nunca abandonó el convento soriano. Fundó el monasterio de la Inmaculada Concepción, al que se trasladó en 1633 y donde murió el 24 de mayo de 1665. Entre sus obras destaca «Mística Ciudad de Dios», publicada en 1670, y la correspondencia epistolar que mantuvo con el rey Felipe IV, del que fue consejera en asuntos de Estado. En 1673 fue incoado su proceso de beatificación y declarada venerable por el papa Clemente X. Este retrato devocional representa a la santa de Ágreda vestida con el hábito blanco de las concepcionistas, cubierto con manto azul, toca blanca y velo negro. Sobre él, el medallón de la Inmaculada Concepción, escudo de la orden, y un rosario a modo de pectoral. En su mano derecha lleva un crucifijo como símbolo de las doctrinas que quería impartir. Por el color del manto también fue conocida como «la dama azul». Para realizar esta pequeña pintura, «vera effigie» de sor María de Jesús, el anónimo pintor debió conocer el retrato llamado «de Planillo» por haber pertenecido al clérigo Miguel Pérez Planillo, que hoy se conserva en el convento de la Concepción de Ágreda. Esta iconografía, en la que no aparece la venerable con sus atributos habituales del libro y la pluma de escritora, es la menos difundida. Otra posibilidad es que el pintor conociera la estampa, grabada por Jacob de Man, en que aparece sor María de Jesús inscrita en un óvalo con la imagen de la Virgen, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, que no incluyó en este retrato (Texto extractado de Espinosa, Carmen: Las miniaturas en el Museo Nacional del Prado. Catálogo razonado, Madrid, Museo del Prado, 2011). Monasterio cisterciense de Santa María del Salvador en Cañas (La Rioja)
Fundado en 1169 por los padres de Doña Urraca López de Haro. A él se trasladó doña Urraca, que llegó a ser abadesa del monasterio con su madre cuando contaba tan sólo un año de edad, tras la muerte de su padre. En las imágenes el sepulcro de Doña Urraca.Fuente: Biblioteca Gonzalo de Berceo. Con permiso de Pedro Benito administrador de Biblioteca y encargado de difusión de los materiales bibliográficos de la biblioteca.