Dolmen de Menga Antequera. Original file (900 × 615 pixels, file size: 211 KB). User: Diego UFCG~commonswiki. CC BY-SA 3.0.
El dolmen de Menga es un monumento megalítico, declarado Patrimonio Mundial el 15 de julio de 2016 y Bien de Interés Cultural, situado en la ciudad de Antequera (Málaga, Andalucía, España), formando parte del Sitio de los Dólmenes de Antequera. Se encuentra en el recinto primero junto al dolmen de Viera, en la zona monumental denominada Campo de los Túmulos.
Construido en el 3750-3650 a. C. aprox. (Neolítico), la primera referencia al dolmen de Menga aparece en una licencia del Obispo de Málaga en 1530, autorizando la construcción de un pequeño lugar de oración en una finca próxima a este bien.
El Dólmen de Menga es un símbolo de la capacidad técnica y organizativa de las comunidades prehistóricas. Representa una combinación de ingeniería, religión y astronomía, con un vínculo sagrado con el paisaje circundante. Es uno de los mejores ejemplos de arquitectura megalítica en Europa y un testimonio invaluable de la vida y la espiritualidad de los antiguos habitantes de la región.
Se trata de un sepulcro de corredor, conforme a la tradición atlántica de dolmen de galería cubierta. Está construido con grandes piedras verticales (ortostatos) y horizontales (cobijas). En la planta se distinguen un atrio, un corredor y una gran cámara funeraria de 6 m de anchura y 3,5 m de altura.
Dolmen de Menga. Tony Makepeace (Flick.com/photos). CC BY 2.0. Original file (5,184 × 3,888 pixels, file size: 21.64 MB).
Sus dimensiones son colosales teniendo en cuenta que la longitud total del conjunto alcanza los 27,5 m, que la cámara del fondo tiene 3’5 m de altura y 6 m de anchura, lo que supone que la última cobija llega a pesar unas ciento ochenta toneladas y la presencia de pilares intermedios, un recurso constructivo muy raro en el megalitismo europeo.
Otra singularidad que no encuentra referentes en Europa es la presencia de un pozo profundo y estrecho en el fondo de la cámara. Presenta en el primer ortostato del corredor una serie de grabados antropomorfos en forma de cruz así como de estrella. La estructura del dolmen se cubre con un túmulo de 50 m de diámetro, como el dolmen de Viera.
El dólmen tiene una cámara funeraria espaciosa donde se realizaron enterramientos colectivos y ofrendas rituales. Un elemento singular es el pozo excavado en el centro, de unos 19 metros de profundidad, cuya función aún es un misterio, aunque podría estar relacionado con rituales de agua.
Se utilizaron bloques de piedra caliza que pesan hasta 180 toneladas, transportados desde una cantera cercana.
Un dolmen de tipo tumba de corredor es un tipo de estructura megalítica que data de la prehistoria, específicamente del Neolítico y la Edad del Bronce. Consiste en una cámara funeraria compuesta por grandes piedras verticales colocadas en posición horizontal, formando una especie de pasillo o corredor que conduce a una cámara central. Estos monumentos funerarios eran utilizados para enterrar a los difuntos junto con sus objetos rituales y otras pertenencias.
Los dolmenes de tipo tumba de corredor se encuentran comúnmente en Europa occidental, especialmente en regiones como la península ibérica, Francia, Irlanda y Gran Bretaña. Su construcción y diseño reflejan una habilidad técnica significativa por parte de las culturas prehistóricas que los construyeron, y todavía hoy en día son objeto de estudio y fascinación para arqueólogos y aficionados a la historia.
Además, el dólmen de Menga (3800-3500 a.C) pertence a un conjunto megalítico en el que se encuentran también en la misma zona otros dos monumentos, El tholos de El Romeral (2500-1800 a.C), y El dólmen de Viera (3500-3000 a.C) que forman el Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera, en Málaga (España).
Referencia: Open Ai (2024). Chat GPT. (Gran Modelo de Lenguaje). https://chatgpt.com/chat.
Vista del interior. Original file (2,000 × 1,370 pixels, file size: 1.05 MB). Ángel M. Felicísimo from Mérida, España – Dolmen de Menga. Ubicado en Antequera (Málaga), posee una enorme cámara rectangular de cinco metros de anchura y tres y medio de altura, reforzada por tres pilares para ayudar a soportar las grandes losas del techo. El conjunto mide unos veintisiete metros de largo y el corredor, poco diferenciado de la cámara, se orienta al NE (45º). CC BY 2.0.
Difusión de la agricultura desde algunos de los focos de desarrollo independiente inicial.
Joe Roe – Trabajo propio
Map of the world showing approximate centres of origin of agriculture and its spread in prehistory: eastern USA (4000-3000 BP), Central Mexico (5000-4000 BP), Northern South America (5000-4000 BP), sub-Saharan Africa (5000-4000 BP, exact location unknown), the Fertile Crescent (11000 BP), the Yangtze and Yellow River basins (9000 BP) and the New Guinea Highlands (9000-6000 BP). CC BY-SA 3.0.

«El Neolítico en la península ibérica corresponde al período comprendido, aproximadamente, entre el 5000 a. C. y el 3000 a. C., momento en el que se generaliza la fundición del cobre y se da paso a un nuevo período, el Calcolítico. Puede decirse que los yacimientos neolíticos más antiguos de la península ibérica se han datado en torno al 5700 a. C. Mayoritariamente se acepta que, al igual que en el resto de Europa, se trata de un desarrollo procedente del exterior, principalmente de Oriente Próximo, que irá penetrando hacia el interior a través del mar Mediterráneo, fusionándose con los rasgos autóctonos de cada región.»
Hacha de piedra pulida, el tipo de herramientas características del período Neolítico, de donde tomó el nombre. Calame – Trabajo propio. Haches cérémonielles, pierre verte polie, néolithique, musée des antiquités nationales, Saint-Germain-en-Laye. CC BY-SA 3.0.

El Neolítico (del griego νεός neós ‘nuevo’ y λιθικός lithikós ‘de piedra’) es el último de los períodos de la Edad de Piedra (herramientas de piedra). El Neolítico es el periodo de la Prehistoria donde aparecen las primeras estrategias económicas agrícolas y ganaderas. Aparece en Oriente Próximo entre el tránsito del Pleistoceno Superior al Holoceno (ca.12.000-11.700 BP / ca.10.000-9700 BC), siendo el Neolítico Pre-Cerámico A (PPNA) (ca. 10.500/10.000-8800 BC) la primera fase cultural arqueológica del Neolítico Antiguo registrada en Oriente Próximo en el denominado «Creciente fértil»: Levante, Mesopotamia y Anatolia. El término, que quiere decir «piedra nueva», se refiere a las elaboradas herramientas de piedra pulida que caracterizan este período y lo diferencian de la «antigua» Edad de Piedra, o Paleolítico, con herramientas de piedra tallada sin pulir más toscas. No obstante, en la actualidad el término Neolítico hace relación a las primeras evidencias de agricultura y ganadería con independencia de la presencia de artefactos pulimentados y cerámicas, tal como aparece en el Neolítico Pre-Cerámico A (PPNA) de Oriente Próximo.
Ver: Neolítico en Oriente Próximo, Levante y Asia Menor.
En la periodización americana, el Neolítico coincide aproximadamente con el Periodo Arcaico.
Es el período de la historia humana en el que apareció y se generalizó la agricultura y el pastoreo de animales (ganado), dando origen a las sociedades agrarias. Generalmente, pero no necesariamente, fue acompañado por el trabajo de cerámica. En el Neolítico aparecen los primeros poblados y asentamientos sedentarios humanos. El período Neolítico fue seguido, según las regiones, por la Edad de los Metales o directamente por la Edad Antigua, en la que surgieron la escritura y las civilizaciones agrícolas.
En el Neolítico se produce la sedentarización del ser humano. La agricultura y la ganadería garantizan la provisión de alimentos, y se construyen los primeros asentamientos permanentes. Se pasa de una «economía depredadora» (cazadores/recolectores) a una economía productora a causa de la revolución agrícola.
El Neolítico representa uno de los giros más decisivos en la historia de la humanidad: el paso de sociedades cazadoras-recolectoras a comunidades sedentarias, productoras de alimentos, constructoras de hábitats estables y generadoras de nuevas formas de vida social, técnica y simbólica. Más que una “revolución” repentina, fue un proceso complejo, gradual y multifocal, que transformó profundamente la relación entre los seres humanos y su entorno.
En la península Ibérica, la llegada y desarrollo del Neolítico no responde a un único modelo explicativo. Lejos de una implantación homogénea, el proceso de neolitización fue diverso en tiempos, formas y espacios: en algunas zonas costeras se detecta una influencia temprana de corrientes mediterráneas, mientras que en el interior o el norte peninsular la adopción de las prácticas agrícolas y ganaderas fue más tardía y adaptada a contextos locales.
Este mosaico de transiciones incluye:
La introducción de la agricultura y la ganadería, que alteró profundamente la dieta, la economía y la organización del trabajo.
La sedentarización progresiva, con la aparición de los primeros poblados estables.
El desarrollo de nuevas tecnologías, como la cerámica, el tejido, la molienda o el pulimento de la piedra.
La consolidación de formas de pensamiento simbólico y religioso, visibles en prácticas funerarias y en los primeros elementos del megalitismo.
Lejos de ser una etapa monótona o simple, el Neolítico peninsular revela una gran riqueza cultural y regional, con focos diferenciados en el litoral mediterráneo, el suroeste atlántico, el valle del Ebro y las regiones septentrionales. A través del análisis de sus yacimientos, herramientas, cerámicas y estructuras funerarias, es posible reconstruir cómo emergieron nuevas formas de habitar, de pensar y de organizar la vida que sentaron las bases de las sociedades posteriores.
En esta entrada exploraremos las distintas fases del Neolítico en la península Ibérica, sus características materiales y culturales, y las múltiples interpretaciones que los investigadores han planteado sobre su dinámica y significado. Porque entender el Neolítico no es solo mirar hacia un pasado remoto, sino comprender el origen profundo del mundo humano tal como lo conocemos.

- Gómez, María del Carmen García; Romay, Javier Ordaz (8 de septiembre de 2005). Materiales para la Historia de España. Ediciones AKAL. ISBN 978-84-460-1961-9. Consultado el 26 de noviembre de 2019.
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- Marcos Saiz, F. Javier (2016). La Prehistoria Reciente del entorno de la Sierra de Atapuerca (Burgos, España). Editorial British Archaeological Reports (Oxford, U.K.), BAR International Series 2798. ISBN 9781407315195.
- Willey, Philip; Phillips (1958). Method and Theory in American Archaeology. Estados Unidos: University of Chicago Press. ISBN 978-0-226-89888-9.
- Diamond, Jared; Bellwood, Peter (25 de abril de 2003). «Farmers and Their Languages: The First Expansions». Science 300 (5619): 597-603.
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- Diamond, J. (1997), Armas, Gérmenes y Acero, cap. 5.
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- Eiroa, Jorge Juan (1994). Historia de la Ciencia y de la Técnica: La prehistoria, Paleolítico y Neolítico 1. Madrid: Ediciones AKAL. p. 51. ISBN 84-460-0217-5.
El Neolítico en la Península Ibérica es una etapa clave en la prehistoria, caracterizada por la transición de sociedades cazadoras-recolectoras a comunidades agrícolas y ganaderas. Comienza alrededor del 6000 a.C. y se extiende hasta el 2500 a.C., marcando el inicio de la sedentarización y el desarrollo de culturas complejas.
Características Principales del Neolítico en la Península Ibérica
1. Economía de Producción:
- Agricultura: Cultivo de cereales como trigo y cebada, además de legumbres y frutos secos.
- Ganadería: Cría de animales como ovejas, cabras, cerdos y vacas.
- Recolección y Caza: Aunque disminuyeron, siguieron siendo importantes.
2. Asentamientos Permanentes:
Aparecen aldeas y poblados construidos con materiales como adobe, madera y piedra. Se ubican cerca de fuentes de agua y tierras fértiles, destacando asentamientos en cuevas y abrigos naturales como la Cueva de la Pileta (Málaga) y la Cueva de Altamira (Cantabria).
3. Cultura Material:
- Cerámica: Se desarrolla la cerámica decorada y utilitaria. La cerámica cardial, decorada con impresiones de conchas, es característica del Neolítico inicial.
- Herramientas: Uso de útiles de piedra pulida como hachas, azuelas y hoces. También aparecen instrumentos de hueso y madera.
- Tejido y Cestería: Desarrollan técnicas de tejido y cestería para ropa y almacenamiento.
4. Estructuras Funerarias y Religiosas:
Megalitismo: Aparecen monumentos funerarios como dólmenes, tumbas colectivas y menhires, relacionados con prácticas religiosas y rituales funerarios. Ejemplos notables son los dólmenes de Antequera, Los Millares y El Pozuelo.
5. Arte y Simbolismo:
- Arte Rupestre: Se desarrollan estilos de arte rupestre en abrigos y cuevas, destacando dos grandes tradiciones:
- Arte Levantino: Figuras humanas y escenas de caza en movimiento, encontradas en Levante.
- Arte Esquemático: Figuras simples y símbolos abstractos, presentes en gran parte del sur y el interior peninsular.
6. Etapas del Neolítico en la Península Ibérica:
- Neolítico Inicial (6000-4500 a.C.): Primeros asentamientos agrícolas y ganaderos. Cerámica cardial y economía incipiente.
- Neolítico Medio (4500-3500 a.C.): Expansión de aldeas y cultura megalítica inicial.
- Neolítico Final (3500-2500 a.C.): Desarrollo de sociedades complejas, aumento del comercio y construcción de grandes monumentos megalíticos.
Conclusión:
El Neolítico en la Península Ibérica marcó un cambio radical en la forma de vida de las comunidades humanas, pasando de una economía basada en la caza y la recolección a una de producción. Este proceso generó profundas transformaciones sociales, tecnológicas y culturales, sentando las bases para las primeras civilizaciones que emergerían en épocas posteriores.
Plato del neolítico en Europa: piedra de molino, pan y restos carbonizados de alimentos, olla de barro, recipientes para beber de astas de ciervo y de madera. Own photograph by Sandstein. CC BY 3.0.
Un invento de vital importancia para la vida de las personas, y que tuvo un desarrollo muy rápido, es la cerámica. Permitió la construcción de recipientes para líquidos y facilitó enormemente la vida del hombre, que ya no necesitaba estar permanentemente en las cercanías del agua, o realizar a menudo largos recorridos para abastecerse, pues almacenaba el agua, y también granos, semillas, productos molidos, etcétera, en los recipientes de cerámica. Solo necesitaba desplazarse periódicamente para renovar el abastecimiento de la cantidad consumida desde el suministro anterior.

Modelos explicativos del origen del Neolítico
El paso de las sociedades paleolíticas cazadoras-recolectoras a comunidades neolíticas productoras de alimentos no se produjo de forma simultánea en toda Europa. En el caso de la península Ibérica, la llegada del Neolítico se sitúa cronológicamente en torno al 6000–5500 a.C., aunque con variaciones significativas según las regiones. Este proceso ha sido objeto de amplio debate arqueológico, con distintas hipótesis sobre cómo, desde dónde y con qué ritmo se produjo la transición.
Teorías sobre la llegada: difusión vs. aculturación
Existen tres modelos principales que tratan de explicar la neolitización de la península Ibérica:
Difusionismo marítimo o colonización mediterránea:
Defiende la llegada del Neolítico a través de grupos humanos del Mediterráneo central y oriental que habrían navegado por el litoral, trayendo consigo prácticas agrícolas, cerámica cardial y especies domesticadas. Según esta visión, pequeñas colonias neolíticas habrían recalado en las costas del Levante español y el sur de Francia, expandiéndose posteriormente hacia el interior.Modelo de aculturación local:
Sugiere que fueron las poblaciones mesolíticas locales quienes adoptaron de forma progresiva los nuevos modos de vida neolíticos, a través de contactos e intercambios con grupos ya neolitizados. Esta perspectiva pone el acento en la agencia cultural de las comunidades autóctonas, destacando la hibridación entre lo nuevo y lo tradicional.Modelo mixto o de difusión compleja:
En la actualidad, la mayoría de los investigadores tienden a aceptar un modelo más dinámico, que reconoce la interacción entre migrantes neolíticos y grupos locales, con adaptaciones culturales diversas según la zona. Así, la llegada del Neolítico sería el resultado de múltiples rutas y procesos, que incluyen colonización, intercambio y transformación cultural simultáneamente.Rutas de expansión
La evidencia arqueológica sugiere dos grandes vías de entrada del Neolítico en la península:
Ruta mediterránea:
Desde el norte de África y el Mediterráneo central, grupos portadores de la cerámica impresa cardial habrían llegado a la costa levantina (Valencia, Cataluña, Islas Baleares), donde fundaron los primeros asentamientos agrícolas.Ruta atlántica y del suroeste:
Aunque más difícil de rastrear arqueológicamente, se considera que existieron también vías de entrada por el Golfo de Cádiz y el Algarve portugués, con influencias culturales que conectarían con el Neolítico del Magreb y con otros núcleos del suroeste peninsular.Desde estos puntos, las comunidades neolíticas se expandieron gradualmente hacia el valle del Ebro, la Meseta, el noroeste y el Cantábrico, donde la transición fue más lenta y con claras evidencias de mezcla con tradiciones mesolíticas previas.
Los primeros asentamientos neolíticos en la península se caracterizan por:
La aparición de cerámica cardial, decorada con impresiones de conchas marinas.
El cultivo de trigo, cebada y leguminosas, así como la domesticación de ovejas, cabras, cerdos y bóvidos.
La construcción de viviendas estables, a menudo de planta circular o rectangular, en zonas próximas a cursos de agua o suelos fértiles.
La existencia de molinos de mano, hoces de sílex, hachas pulidas y otros utensilios vinculados al trabajo agrícola.
En algunos lugares, el inicio de prácticas funerarias complejas y de cultos vinculados al paisaje, preludio del megalitismo.
La llegada del Neolítico a la península Ibérica no fue un hecho homogéneo ni uniforme, sino un proceso largo, regionalizado y multifactorial, en el que interactuaron migraciones, intercambios, adaptaciones locales y transformaciones culturales profundas. La diversidad de ritmos y formas de adopción del nuevo modo de vida refleja la riqueza arqueológica del territorio y la pluralidad de respuestas humanas ante una misma revolución histórica: la del dominio de la naturaleza y la transformación del entorno.
Existen diversos modelos teóricos que tratan de identificar el origen del Neolítico en la península ibérica. Hasta los años 1980, la opción más difundida en la historiografía era la de la «colonización» de las costas levantinas por grupos humanos oriundos del Mediterráneo, que se habrían expandido progresivamente. Se trata del modelo conocido como «ola de avance».
Posteriormente, ciertos arqueólogos empezaron a defender el origen autóctono de la ganadería y la agricultura, basando estas opiniones en las fechas de C14 de algunos yacimientos andaluces (Cueva Chica de Santiago o La Dehesilla) y levantinos (Cova Fosca).
Por su parte, el llamado «modelo dual», argumenta sus explicaciones en la llegada de contingentes poblacionales desde otras áreas del Mediterráneo, que comenzarán a aculturar a la población indígena creando un modelo de neolitización «mixto» en el que intervienen elementos foráneos y autóctonos. Este modelo de interpretación supone que los primeros establecimientos neolíticos se establecerían en las costas peninsulares, ofreciendo el denominado modelo de colonización marítima. Otros autores se decantan por ofrecer versiones más complejas de la neolitización, basadas en las redes de intercambio como el principal vehículo que permitió la extensión de la agricultura por el occidente europeo, sin que necesariamente hubieran existido fenómenos de desplazamiento de la población: es el modelo del filtro insular o percolativo.
En suma, las posturas iniciales entre autoctonismo y difusionismo se han difuminado, dejando paso a modelos teóricos más complejos, que tratan de tener una contrastación arqueológica.
Características
Durante el Neolítico surgen la agricultura y la ganadería, y con esta nueva economía la población comienza a establecerse permanentemente en un lugar, se sedentariza. En la Península, la ganadería fue la actividad predominante en la mayor parte de las zonas, dadas las propicias condiciones del terreno. Las diferentes tareas agrícolas y ganaderas provocaron una mayor especialización y la división del trabajo, y con ello las diferencias sociales. Se desarrollaron útiles agrícolas, como las azadas, hoces y molinos de mano, y adquirieron un gran desarrollo de los instrumentos de madera, asta y hueso, pero sobre todo se extendió la cerámica, que fue primordial para la conservación de los alimentos y su cocción.
La agricultura del trigo y la cebada está comprobada indirectamente, por haberse encontrado útiles como molinos de mano o molederas; pero también directamente, a partir de semillas de trigo cultivadas. El inicio de la ganadería se deduce de la comprobación del consumo de vaca, oveja y cerdo.
El modelo de hábitat más extendido en el Neolítico peninsular es el de la ocupación de cuevas, con muchos ejemplos en la geografía peninsular como la Cova de l’Or, Los murciélagos de Albuñol, Can Sadurní, Caldeirão, Nerja o Dehesilla, por señalar algunas. No obstante, no faltan poblados al aire libre que se están documentando recientemente en toda la península ibérica, como La Draga, Mas d’Is o La Lámpara, entre otros, que demuestran la generalización del poblamiento en diversos tipos de ocupaciones.
Cuenco de cerámica cardial de la cueva de La Sarsa (Valencia, España).

La cerámica cardial recibe ese nombre por estar decorada con impresiones del borde dentado y sinuoso de conchas de berberecho, un bivalvo llamado tradicionalmente Cardium (o algún derivado como Dinocardium o Acanthocardia) porque su forma general recuerda a la de un corazón. Aunque se usaron diversas especies, estas, han sido determinadas casi siempre como Cerastoderma echinatum, o algún otro miembro de la familia: Cardiidae). Dado que los Cardiidae no eran el único motivo decorativo de este tipo de cerámica (pues incluye impresiones de dedos, o digitaciones y ungulaciones, impresiones con un punzón, cordones, etc.), a veces se prefiere la denominación de cerámica impresa.
La cerámica cardial es característica de uno de los primeros estadios del Neolítico de la cuenca mediterránea, durante los milenios sexto y quinto antes de Cristo, abarcando las zonas costeras desde el área de los Balcanes hasta las costas del Levante español. Aunque su influencia llega a alcanzar las costas atlánticas europeas.
Existe cerámica decorada con el borde dentado de un bivalvo también en las costas atlánticas africanas, como por ejemplo en los enormes concheros del parque nacional del Banco de Arguin, en Mauritania, o en las islas Chafarinas.
Durante el Neolítico surgen la agricultura y la ganadería, y con esta nueva economía la población comienza a establecerse permanentemente en un lugar, se sedentariza. En la Península, la ganadería fue la actividad predominante en la mayor parte de las zonas, dadas las propicias condiciones del terreno. Las diferentes tareas agrícolas y ganaderas provocaron una mayor especialización y la división del trabajo, y con ello las diferencias sociales. Se desarrollaron útiles agrícolas, como las azadas, hoces y molinos de mano, y adquirieron un gran desarrollo de los instrumentos de madera, asta y hueso, pero sobre todo se extendió la cerámica, que fue primordial para la conservación de los alimentos y su cocción.
La agricultura del trigo y la cebada está comprobada indirectamente, por haberse encontrado útiles como molinos de mano o molederas; pero también directamente, a partir de semillas de trigo cultivadas. El inicio de la ganadería se deduce de la comprobación del consumo de vaca, oveja y cerdo.
El modelo de hábitat más extendido en el Neolítico peninsular es el de la ocupación de cuevas, con muchos ejemplos en la geografía peninsular como la Cova de l’Or, Los murciélagos de Albuñol, Can Sadurní, Caldeirão, Nerja o Dehesilla, por señalar algunas. No obstante, no faltan poblados al aire libre que se están documentando recientemente en toda la península ibérica, como La Draga, Mas d’Is o La Lámpara, entre otros, que demuestran la generalización del poblamiento en diversos tipos de ocupaciones.

Culturas neolíticas
Las divisiones del Neolítico obedecen siempre a fases de carácter regional, puesto que no está exento de peculiaridades según las regiones de la Península (entre otros, estilos cerámicos o costumbres funerarias distintas).
En la primera fase del Neolítico, desde el VI milenio a. C., se desarrolla en la Península la cultura de la cerámica cardial, caracterizada por su decoración impresa mediante conchas de berberecho (cardium edule). Se han encontrado yacimientos en Cataluña, Levante y Andalucía. En ellos hay muestras de prácticas agrícolas, aunque todavía predominaba la economía ganadera. Sin embargo en las sierras de Andalucía Occidental (Cueva Chica de Santiago, Sevilla, Cueva de la Dehesilla, Cádiz, etc) se da un estrato neolítico prematuro (cerámica de engobe rojo, domesticación de animales) cuyas dataciones no calibradas se remontan a inicios del VI milenio a.c., es decir un umbral de casi un milenio anterior a los primeros registros cardiales de la costa mediterránea, y que plantean el problema de cerámicas cardiales no datadas en entornos contemporáneos. (1)
Se sabe que en esta época se domesticaron algunos animales, y entre ellos, el primero, el perro.
Para conservar la carne se usa el sistema del acecinado, secado al sol o salado, colocándola colgada en el centro de una figura de tres estacas con el suelo en el mismo vértice.
La habilidad manual de los pobladores de la época se utilizaba en la preparación de trampas de cuerdas de cierta complejidad. El animal capturado por las cuerdas anudadas tendidas por el hombre, era rematado después por este. El desarrollo de las trampas coincide con el culto a la araña, extendido por todas las culturas neolíticas de Europa Occidental y otras, culto probablemente vinculado a la habilidad de este pequeño animal para colocar sus trampas, las telas de araña.
El humano estaba habituado a seguir las huellas de los animales y es notoria la especialización que habían alcanzado, hasta el punto de que en las pinturas rupestres, en los pies están representadas perfectamente las pezuñas tal y como se marcaban en el suelo. Al parecer, por las representaciones pictóricas, los hombres corrían a una altísima velocidad, persiguiendo a sus presas.
De esta época son también las primeras cucharas, que no se usaban para comer sino para mezclar los alimentos en cocción.
En esta época, a raíz de capturas de jabalíes vivos (jabatos), principalmente hembras, estos animales fueron domesticados y dieron origen al cerdo (en general el jabalí era una pieza de caza). A menudo se representan en las pinturas rebaños de jabalíes que no son objeto de caza y que podría tratarse de rebaños en proceso de domesticación.
El trigo, que era una planta silvestre difundida en Asia menor, fue cultivado en Oriente Medio y su cultivo se difundió en el Neolítico llegando a Europa hacia el 5000 a. C. Se comían los granos de trigo y otros cereales. Más tarde se trituraron, comiéndolos triturados o convertidos en pasta. A veces también se comían los granos hervidos.
El sistema de moler harina con molinos de piedra se difundió en el Neolítico. La pasta o masa de harina y agua se cocía en piedras calientes. Más tarde se descubrió el sistema de fermentación y su cocción comenzó a realizarse en hornos cada vez más evolucionados. Se fabricaba el pan con harina de trigo, de cebada y de centeno, y probablemente también con otros cereales como mijo y avena.
Las danzas rituales, asociadas a ritos de fertilidad, las prácticas religiosas (que ahora desconocemos) de la época, siguen practicándose. Probablemente, cada grupo disponía de un hechicero, que se adornaba con una cabeza de toro salvaje hueca y una piel de toro que incluía la cola. Estos hechiceros son los que aprendían y difundían las nuevas técnicas, trasmitían sus conocimientos a su sucesor o sucesores y hasta es posible que fueran los autores de las pinturas rupestres pues en general estas se suponen asociadas a ritos religiosos o mágicos.
Los hechiceros tenían vagos conocimientos astronómicos (observaban el cielo y en una pintura está representada la Osa Mayor); observaban las costumbres de los animales, salvajes o no, para hacer más fácil su captura o imitarlos (por ejemplo la araña, pero también otros) y ensayaba sobre vegetales, comestibles o no.
Combate de arqueros pintado de rojo oscuro en un abrigo de Morella la Vella, provincia de Castellón, en el este de España.
Eduardo Hernández Pacheco – Hernández Pacheco, Eduardo (1924): «Estudios de arte prehistórico, Prospección de las pinturas rupestres de Morella la Vella». C. de I. P. y P., Madrid. Combate de arqueros pintado en rojo oscuro. Morella la Vella, provincia de Castellón, en el este de España.

También en esta fase se encuentran otros hallazgos de cerámicas decoradas, como la de ‘Boquique’ o las incisas. En algunos casos, las cerámicas están adornadas con representaciones humanas (l’Or), cuyas características se han puesto en relación en Levante con la pintura macroesquemática.
Según las dataciones radiocarbónicas de los registros arqueológicos de la sierra de Atapuerca y la cuenca del Arlanzón (Burgos), (2) (3) en la Meseta Norte el Neolítico ya está presente en el último tercio del VI milenio cal. BC con el registro arqueológico en cuevas y en yacimientos al aire libre de agriotipos domésticos de trigo y cebada, ganadería de ovicápridos, cerámicas neolíticas, industrias líticas laminares y artefactos pulimentados. La depresión de la Bureba, la sierra de Atapuerca y el valle del Arlanzón es un corredor natural que conecta la cuenca del Ebro con la cuenca del Duero. En este corredor natural se ha registrado una importante densidad de yacimientos neolíticos en cueva, al aire libre y estructuras megalíticas, (2) (3) siendo según las referencias citadas una de las rutas de expansión del proceso neolitizador del Levante peninsular hacia la Meseta Norte.
A partir del 5000 a. C. comienza una segunda fase neolítica. Esta etapa fue la de la expansión por el resto de la Península, con asentamientos en las dos mesetas, en el valle del Ebro y el País Vasco. Se desarrolla la cultura de los sepulcros de fosa en Cataluña hasta el sur de Francia, y se caracteriza por las tumbas individuales con ajuar, cubiertas por enormes losas. También poseían una técnica cerámica muy avanzada. En esta cultura predominaba la agricultura, y los restos funerarios demuestran que se trataba de una sociedad dividida en grupos sociales, posiblemente a través del trabajo.
Más al sur, en torno al 3700 a. C., aparecen la cultura megalítica y una tendencia paulatina hacia los enterramientos colectivos, con presencia desde lo que sería hoy la zona de Almería, haciendo un semicírculo que recorre la fachada atlántica hasta el norte de la península en el sentido de las agujas del reloj. Aparece la agricultura y se reduce la actividad errante de las tribus.
También la pintura levantina es característica del Neolítico peninsular. Está localizada en abrigos rocosos de las sierras interiores, normalmente al descubierto, y representa escenas de grupos, con mucho dinamismo y con figuras humanas estilizadas, reflejo de un mayor grado de esquematización y abstracción que la pintura cantábrica del Magdaleniense.
Otros emplazamientos Neolíticos de la Península Ibérica
- Alineamiento de Vilarinha
- Arenal de la Virgen
- Balma Margineda
- Cueva de les Bruixes
- Cova Bonica
- Cova de la Cendra
- Crómlech de los Almendros
- Cueva de la Pileta
- Cueva del Lagrimal
- Cueva del Retoret
- Cueva Hoyo de la Mina
- Cultura almeriense
- Cultura de las cuevas
- Cultura de los sepulcros de fosa
- Monte Deva
- Dolmen de Aizkomendi
- Yacimiento arqueológico de La Draga
- Estatua-menhir de Ca l’Estrada
- Estatua-menhir del dolmen de Navalcán
- Lapa de Gargantáns
- Los Zumacales
- Menhir de Castellruf
- Menhir de la Murtra
- Menhir de los Almendros
- Menhir de Luzim
- Menhir de Mollet
- Menhir El Cabezudo
- Menhires de Milrei
- Minas prehistóricas de Gavá-Can Tintorer
- Cova de l’Or
- Casa de Lara (Villena)
- Pinturas rupestres de Valonsadero
- Túmulo de Los Tiesos
¿Qué sabemos hoy del Neolítico en la península Ibérica?
1. Ya no se ve como una revolución súbita, sino como un proceso largo y plural
El Neolítico no llegó de golpe, ni fue igual en toda la península. Fue un proceso de varios siglos, con múltiples ritmos regionales. En el Levante y el sur, la neolitización es temprana (6000–5500 a.C.), mientras que en el norte y el interior convive con el Mesolítico hasta casi el 4000 a.C.
2. La cerámica impresa cardial es el marcador más visible
Es uno de los grandes indicadores arqueológicos del Neolítico inicial en la costa este y sur. Su presencia se asocia con poblados, agricultura y domesticación de animales.
3. La economía mixta era más flexible de lo que se creía
Hoy sabemos que muchas comunidades combinaban la agricultura con la caza y la recolección durante siglos. No hubo una ruptura tajante con el Paleolítico/Mesolítico.
4. La arquitectura neolítica revela una vida más sedentaria
Viviendas circulares u ovaladas, a veces rectangulares, hechas de barro y madera. Aparecen silos, fosas y espacios de trabajo comunitarios.
5. El megalitismo es uno de los grandes legados del Neolítico
Aunque más tardío, el fenómeno megalítico (dolmenes, tholoi, menhires) nace ya en el Neolítico. Expresa una nueva relación con la muerte, el tiempo y el paisaje.
6. La diversidad regional es clave
Levante: Neolítico antiguo con cerámica cardial y cabañas semienterradas.
Sur y suroeste: Neolítico impreso y primeras prácticas megalíticas.
Meseta y norte: Neolitización tardía, con mezcla de elementos neolíticos y mesolíticos.
Noroeste y Cantábrico: procesos lentos, con fuerte continuidad paleolítica.
7. Se han descubierto grandes asentamientos y centros simbólicos
Yacimientos como La Draga (Banyoles), Cueva de Nerja, Casa Montero, Los Cascajos, entre otros, revelan comunidades organizadas, con espacios habitacionales y áreas de trabajo, y en algunos casos con evidencias de culto o rituales.
Referencias
- M.Pellicer y P. Acosta «El neolítico antiguo en Andalucía Occidental».
- Marcos Saiz, F. Javier (2006). La Sierra de Atapuerca y el Valle del Arlanzón. Patrones de asentamiento prehistóricos. Editorial Dossoles. Burgos. ISBN 9788496606289.
- Marcos Saiz, F. Javier (2016). La Prehistoria Reciente del entorno de la Sierra de Atapuerca (Burgos, España). Editorial British Archaeological Reports (Oxford, U.K.), BAR International Series 2798. ISBN 9781407315195.
Libros Generales sobre Prehistoria y Neolítico en la Península Ibérica:
- Aubet Semmler, M. E. (2014). Introducción a la Prehistoria. Editorial Crítica.
- Collado Giraldo, H. (2010). El Neolítico en la Península Ibérica: Estado actual del conocimiento. Universidad de Extremadura.
- García Sanjuán, L. (2003). La Prehistoria en la Península Ibérica. Akal.
- Chapman, R. W. (1991). The Archaeology of Iberia: The Dynamics of Change. Routledge.
- Jordá Cerdá, F. (1988). Prehistoria de la Península Ibérica. Editorial Síntesis.
Libros Específicos sobre Arqueología y Megalitismo:
- Bueno Ramírez, P. & Balbín Behrmann, R. (2000). Megalitismo y Sociedades Neolíticas en la Península Ibérica. Ediciones Universidad de Salamanca.
- Fortea Pérez, J. (2008). Prehistoria y Megalitismo en la Península Ibérica: Aproximaciones Arqueológicas. Editorial Bellaterra.
- Ramos Millán, A. (1993). La Cultura del Neolítico en el Sur de la Península Ibérica. Universidad de Málaga.
Estudios y Monografías:
- Delibes de Castro, G. (2007). Los Primeros Agricultores en la Península Ibérica. Ediciones Trea.
- Carrión, J. S. & Fernández, S. (2011). El Paisaje Neolítico de la Península Ibérica: Evolución y Ecología Humana. Editorial Springer.
- Blanco González, A. (2015). Neolithic Societies of the Iberian Peninsula: Social Organization and Technological Development. Oxbow Books.
Revistas y Actas de Congresos:
- Trabajos de Prehistoria (Revista del Consejo Superior de Investigaciones Científicas – CSIC).
- Zephyrus (Revista de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Salamanca).
- Complutum (Revista de Arqueología de la Universidad Complutense de Madrid).
Estos libros y publicaciones cubren desde aspectos arqueológicos y antropológicos hasta análisis culturales y artísticos del Neolítico en la Península Ibérica.
